Una parada en Colonia Basilia

By antoenletras

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Un desperfecto en su camión de carga lleva a Tadeo a pasar un fin de semana bastante peculiar. Nunca imaginó... More

Prólogo
1 - Bienvenidos a Colonia Basilia
2 - En medio de la ruta
3 - Un rincón lleno de vida
4 - Con más carisma que habitantes
5 - Una gran familia recibiendo visitas
6 - Con espíritu de turista recién llegado
7 - De rincones especiales
8 - Y una gran historia detrás
9 - Un lugar llamado hogar
10 - De conexiones inexplicables
11 - Y fuertes impulsos
12 - Un mundo por conocer
13 - Con pasados que son ruinas
14 - Y futuros que se encienden
15 - Un latido en común
16 - Un sentir desafiante
17 - Y confesiones que conectan
18 - Soltar el control
19 - Un antes y un después
20 - En el comienzo de un sueño
21 - Abriendo las puertas al futuro
22 - De la mano del amor
23 - Y de las nuevas oportunidades
24 - Un nuevo presente y un futuro que asoma
25 - El frío del mañana
26 - El quiebre del presente
27 - Y el refugio del ayer
28 - Una promesa
29 - Y una despedida
30 - Una lógica que duele
31 - Una decisión que acecha
32 - Y lo inesperado de la vida
34 - Latiendo a lágrimas
35 - El después del adiós
36 - Los nuevos comienzos
37 - La magia de la vida
38 - Apostar al latido
39 - Un lugar, un hogar
40 - Colonia Basilia
Agradecimientos
Nota de autor
Epílogo

33 - Amando a destiempo

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By antoenletras

Tadeo despertó temprano. Sus dos compañeros de habitación aún dormían y parecía que el sol había salido tan solo unos minutos antes.

Bajó para prepararse un café. Si había algo que amaba de aquel lugar era la amplia cocina que tenía. Era ideal para las diez personas que compartían alojamiento. Olivia adoraría aquello.

Se sentó en la pequeña mesa que había junto a la ventana y abrió las cortinas de par en par así podría disfrutar de la vista al mar que le regalaba aquella ubicación. Ese pequeño instante de su rutina solía asociarlo con la más pura felicidad.

Pero aquel día fue diferente. El café se enfrió y sus ojos no se dirigieron al mar en ningún momento; quedaron clavados en su celular... En ese mensaje que llegó para revolverlo todo en su interior.

Su corazón se aceleró, sus ojos repasaron las palabras una y otra vez, el malestar se hizo presente y al segundo, el cuestionamiento del motivo de aquello. Suspiró. ¿Qué le estaba sucediendo? Él no era así.

Tomó aire y dejó el celular sobre la mesa sin poder apartar la vista de la pantalla. Aún no había entrado, aún no había clavado visto, pero el mensaje continuaba presente, esperando.

Daría todo por ser él quien estuviera ahí con ella. Y no ese sujeto. Pero tampoco podía ser egoísta. Después de todo, la situación que ambos estaban viviendo era por su propia decisión.

Volvió a tomar el celular con la intención de responder, pero se frenó. ¿Qué le diría?

—Tadeo. ¿Acaso has oído algo de lo que te he dicho?

La voz de su compañero, con esa mezcla de portugués típico de él, lo sobresaltó. No sabía en qué momento había aparecido allí. No lo había escuchado llegar y mucho menos lo que le había dicho.

—¿Qué pasa?

—Qué te pasa a ti es la pregunta. Estás pálido. ¿Estás bien?

—Nada grave.

—Pues avísale a tu rostro. Y a tu cuerpo. Estás todo tensionado. Mírate el puño nomas.

No se había dado cuenta que con la mano libre estaba haciendo fuerzas. La relajó.

Mateus guardó silencio mientras preparaba su taza de café y luego se acercó a Tadeo, quien seguía perdido en sus pensamientos.

—Se te ha enfriado —le dijo mirando la taza con una mueca—. ¿Qué ha pasado?

Tadeo suspiró. No era la primera vez que hablaba de Olivia y del estado de su relación. Pero en esa ocasión, se desahogó. Sus palabras brotaron, como si por mucho tiempo hubieran estado retenidas.

Le habló sobre la contradicción que seguía sintiendo, sobre la felicidad de estar cumpliendo su sueño y el dolor de tener a su amor lejos.

—Intento que mi mente se enfoque en el presente, en lo que vivimos acá. Pero a veces es difícil. Quisiera que la felicidad fuera completa, pero eso solo sería posible si estuviera acá.

—Vete.

—¿Qué? No. No me iré.

—Pues déjala.

Tadeo hizo una mueca.

—No lo sé, Mateus.

—No te has negado.

—Es que... lo he considerado. Pero la amo. No quiero dejarla.

—Amar no es condición suficiente para que una pareja funcione. Deberías saberlo.

—Lo sé. Pero quizás todo se acomode luego.

—Han pasado tres meses. No creo que se solucione como por arte de magia. La distancia y la diferencia horaria que tanto te molesta seguirán estando.

Tadeo era consciente de aquello. Pero aun así no lo encontraba como razón suficiente para terminar un vínculo que tanto bien le hacía. O que le había hecho. Porque desde que había llegado a Australia, había sido la causa de su tristeza.

No tenía mucho sentido terminar un vínculo para no extrañar. Porque pensar en la idea de dejarla le dolía mucho más que extrañar. Pero estaba el otro tema. Ese que si le molestaba y que sí le parecía razón suficiente para tomar la decisión, aunque aún dudaba: los sentimientos horribles que estaba experimentando.

—Ahora el ex ha ido a quedarse a su casa —le dijo como buscando apoyo para sostener el peso de la noticia.

—¿Qué? ¿Te lo dijo?

Él asintió.

—Sospechoso.

—¿Qué es sospechoso? —preguntó Andrew sumándose a la charla.

—La novia de éste, está hospedando a su ex mientras él está a un océano de distancia.

—Ah. Ya entiendo. Bueno, la superarás.

—No he cortado con ella y no es algo que me genera desconfianza. Al menos no mucha. Ellos eran amigos desde antes de salir juntos, Olivia me ha dicho que le gustaría recuperar la amistad con él.

—Bueno, entonces no hay ningún problema. ¿No?

Tadeo suspiró justo cuando Diana estaba bajando las escaleras.

—¿No termino de levantarme que ya hay problemas?

—Tadeo anda con mal de amores —le dijo Mateus.

—¿Otra vez? —preguntó sorprendida.

De pronto, el comedor se convirtió en un gran debate sobre la vida amorosa de Tadeo. Siempre ocurrían cosas así, charlas grupales que iban sumando oradores a medida que se despertaban o llegaban del trabajo. Era algo que Tadeo apreciaba mucho: poder escuchar el intercambio de opiniones, cada uno con su cultura y su manera de pensar. Sentía que todo eso lo enriquecía mucho y amaba tener la posibilidad de crecer de esa manera.

Aunque en esos momentos hubiera preferido no tener que ser centro de la charla y mucho menos por el tema que se estaba tratando. Aun así, intentó descargarse con esas personas que en ese momento se habían convertido en su familia y que, de manera desinteresada, intentaban aconsejarlo de la mejor manera.

—Es que tengo un dilema muy grande. Porque por un lado estamos bien y queremos apostar por el vínculo, pero por otro lado noto que la distancia está complicando todo.

—Pero regresarás, ¿no? —le dijo Diana—. Y una vez que regreses ya no habrá distancia.

—Pero no se si quiero renunciar a más experiencias así. No sé que pasará después de esta beca.

—Bueno, ese es un tema aparte.

—No lo creo Diana —dijo Keila que se había sumado junto con su amiga a la charla—. Si quiere seguir viajando la distancia seguirá estando y parece que no es algo que funcione en su vínculo. Entiendo que haya parejas que puedan soportar la distancia por años, pero no todos son capaces de hacerlo y no es algo que se deba juzgar, ni es algo malo. Es simplemente la forma de ser de cada uno y de cada vínculo.

—¿Y cómo sé que esto no mejorará con el tiempo? —preguntó Tadeo con las esperanzas que aún cargaba en su interior.

—No es algo de lo que puedas estar seguro. Ha pasado un tiempo considerable como para que la situación mejore. ¿Ha mejorado?

Tadeo tardó unos segundos en negarlo.

—Parece que todo se complica más.

—Tal vez es momento de que aceptes que a ti no te funciona un vínculo a la distancia. Si no lo aceptas y haces algo al respecto seguirás estando mal.

—¿Y si corto y estoy peor?

—Al menos habrás accionado y movido un poco las energías para que se reacomoden y fluyan mejor.

Tadeo frunció el ceño. No le convenció esa respuesta, pero sí sabía que debía accionar de algún modo. El malestar estaba empezando a ser insoportable.

El debate continuó un rato en torno al amor y a la distancia en los vínculos. Algunos de los presentes tenían a su pareja lejos, pero parecían estar de maravillas. Otros, se negaban completamente a esa situación alegando que necesitaban del afecto para poder estar bien. Y Mateus se negaba rotundamente a atarse a alguien cuando había tanto mundo y tantas experiencias por vivir.

Tadeo compartía un poco esa opinión, pero no creía que un amor se sintiera como estar atado. Más bien era una experiencia más de las cuales alimentar su vida. Además de los viajes y sus propias aventuras.

Ese día de trabajo fue un tanto eterno. Intentó distraerse junto a sus compañeros y tratando de ponerle más atención a la tarea, pero igualmente las horas parecían no pasar. Lo único que deseaba era que su jornada terminara para poder ir a disfrutar de la vista del mar en soledad. Ese momento se había convertido en su propia terapia. Allí sentía que las ideas fluían con más claridad y podía tomar decisiones de manera más acertada. Y en esos momentos, era lo que más deseaba hacer. Poder tomar una decisión respecto a Olivia

Cuando llegó a ese lugar, cerró los ojos y se permitió respirar con un poco más de paz. Y ahí, justo en ese momento, pudo percibir cada una de las sensaciones que lo invadían. Bastante contradictorias.

Por un lado, pudo palpar la felicidad que se despertaba al ser consciente del lugar donde estaba parado, de la vista que tenía si abría los ojos y de todas las experiencias que estaba sumando. Y por otro lado, esos sentimientos tristes que rondaban a su relación con Olivia.

No entendía por qué ambas cosas se habían dado en el mismo momento: la posibilidad de cumplir su sueño y encontrar a la persona con la que sentía que podía compartir el resto de su vida.

Pensar en eso último hizo que su corazón se estrujara. Tal vez no estaba listo para tomar una decisión... Tal vez la única solución fuera hablar con Olivia y contarle cómo se estaba sintiendo.

Al llegar a esa conclusión, sintió mucha paz en su interior. No sabía por qué había tardado tanto en darse cuenta de aquello. No podía cargar con aquello él solo cuando correspondía al vínculo que formaban entre los dos. No era justo y tampoco sano de su parte.

Se sentó en la arena un poco más tranquilo. Se permitió observar el atardecer y cuando la oscuridad invadió el lugar. Comenzó la caminata hacia su residencia.

En el camino, le envió el mensaje a Olivia.

"Buen día para ti... Necesito que hablemos de algo importante que me está ocurriendo. Tiene que ser por videollamada. Cuándo podríamos organizar?"

Respiró profundo y se permitió confiar. De alguna forma, ya había accionado. Algo debía haberse movido en ese universo que Kalia había mencionado.

Y esperaba que ese movimiento hiciera que las piezas del rompecabezas de su mente volvieran a ordenarse. Al igual que sus emociones.


***

Bueno, logré llegar con una actualización para este fin de semana. Espero que les haya gustado ♥

Muchas gracias por seguir del otro lado.

Los leo en comentarios ♥

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