Sin Querer - Fanfic Caché

By CacherPilot05

640K 25.1K 4.6K

Coincidir con las personas es un regalo del universo, pero conectar con ellas va más allá de ser un regalo. P... More

1. El Inicio del Fin
2. Incierto
3. Artes Escénicas y Visuales
4. Fiesta de Bienvenida
5. Polvo de Estrellas
6. Curiosidad
7. Café
8. ¿Qué me pasa?
9. Invitación
10. Helicóptero
11. Paintball
12. Show de Modas
13. Confesión
14. Química
15. Quiero
16. Spago
17. Teatro
18. Cine
19. Presentación
20. Apartamento
21. Teoría
22. Poemas y Ramen
23. Proyecto
24. No No No
25. Pensamientos
26. En Dónde Están
27. Adiós
28. ¡Silenzio, Bruno!
29. Te Quiero
30. Intervención
31. ¿A Dónde Vamos?
32. Primeras Veces
33. Por Decisión Propia
34. Vigiladas
35. Al Infinito y Más Allá
36. Todo
37. Interrogatorio
38. Guía Para Besar
39. Cuello de Tortuga
40. Preocupación
41. Parque Privado
42. Persecución
43. Montaña Rusa de Emociones
44. Hilo Rojo
45. Posesiva
46. Prendidas
47. Casi, Casi
48. Necesidad
49. Hogar
50. Barreras
51. Baile de Bienvenida - Parte I
52. Baile de Bienvenida - Parte II
53. Sexo, Proyecto, y Cafetería
54. Por Nosotras
55. Caché Es Real
56. Marcos
57. Oficina
58. Juan Carlos
59. Así Soy
60. Cumpleaños
61. Cuando Nos Conocimos
62. Universidad
63. Nos Gusto
64. Confesión
65. Terapia de Cumpleaños
66. Emboscada
67. Segura
68. Sorpresas
69. Tarde de Arte
70. Foto
71. Charla
72. Ganas, Decisión y Amor
73. Somos
74. Sentimientos Efímeros
75. Reglas
76. Buen Despertar, Mal Almorzar
77. Formidable
78. (In) Dependiente
79. Caja Negra
80. Verdad, Cartas y Fútbol
81. Prueba Que Estoy Equivocada
82. Voy A Luchar
83. Yo Tuya y Tú Mía
84. Cabaña
85. Está Sucediendo
86. Visitas
87. Estoy Harta
88. ¿Celosa?
89. La Llama Del Amor
90. Ofensa
91. Sol
92. Especial
93. Futuro
94. ¿Qué Dices?
95. Ciberataque
96. Perdida
97. Perfecta
98. Diosa
99. Azotes
100. Mulberry Street
101. Internado - Parte I
102. Internado - Parte II
103. Nutella
104. Caminata
105. San Valentín
106. Hijo
107. Hablemos
108. Mamá y Papá
109. La Voy A Extrañar
110. Aeropuerto
111. ¿Espacio?
112. Propuesta Indecente
113. Sex Call
114. Siete Segundos
115. Lávate la boca
117. Aventura Mágica
118. No Otra Vez
119. Disfraz
120. Nublada
121. Es Real
122. No Es Tan Fácil
123. Mentiras
124. ¿Sabes Qué Prefiero?
125. Estoy Viva
126. Hazme Tuya
127. Para Siempre
128. La Verdad
129. Dramática
130. ¿Me Permites...?
131. Closet y Baseball
132. Me Amas
133. Una Vida
134. Mala Racha
135. Apuesta
136. Miedos
137. Saudade
138. Familia de Espías
139. Albañil
140. Fantasías
141. Baile de Máscaras
142. Corriendo
143. Familia
144. Háblame
145. Despedidas
146. Rodrigo
147. Fiesta, Videos y Papeles
148. Patrocinio(s)
149. El Último Baile
150. Sin Querer
Epílogo

116. Mural

3.6K 130 12
By CacherPilot05

Pov Calle

¿Entonces qué hago? — me preguntó tierna.

— Nada, mi amor. Lo mismo de siempre, solo que esta vez quizás obtengamos más... Ojos encima nuestro — dije acariciando su mano — Prepárate.

— No, marica, yo te quiero a ti encima mío, no los ojos de los demás — dijo enojada y reí.

— Esas son las consecuencias de vivir en Los Ángeles y estudiar en un colegio de niños ricos que son chismosos.

— Pésima combinación — dijo y levantó mi mano para besarla — Bueno, que sea lo que Dios quiera.

Me hizo reír por la forma tan dramática en que había dicho eso mientras entrábamos en mi auto al colegio. Obvio o no, el chisme era lo que todos estaban esperando, especialmente luego de la foto de Laura y Poché que se habían compartido entre todos. Nunca me había importado lo que se decía de mí, pero que todos hablaran de una supuesta infidelidad de Poché, me hacía enojar más de lo normal.

— Dani, hay mucha gente — dijo viendo por la ventana.

— Siempre la hay, chiquita, pero no pienses en ellos ¿Sí?

— ¿Y cómo no lo voy a hacer si están ahí en las gradas esperando a ver si vengo contigo o qué? — dijo y suspiró abatida.

— ¿Te importa tanto que hablen de ti?

— Te mentiría si digo que no — dijo en voz baja.

Detuve el auto en mi puesto del estacionamiento, y giré su rostro con delicadeza para besarla. Me quité el cinturón de seguridad para acercarme más a ella y así poder disfrutarla como quería. Sus manos se movieron hacia mi cuello para acariciarlo y no permitir que me alejara cuando su lengua pidió permiso para jugar con la mía. Necesitaba llevar esto a más, y por suerte teníamos tiempo. Dirigí mi mano a su cinturón y lo quité para sentarme a horcajadas en ella. Al principio se sorprendió, pero sonrió con malicia al meter sus manos debajo de mi falda para apretar mi trasero y acariciar mis piernas. Sonreí coqueta al jugar con su corbata y buscar su boca una vez más para saborear ese labial de fresa que había extrañado esta última semana. Empecé a mover mis caderas sobre las suyas logrando que jadeara un par de veces, pero se separó a los segundos.

— Hay que detenernos — susurró.

— ¿No que querías tenerme encima tuyo? — pregunté besando su rostro.

— Sí, pero para eso te dije que nos quedáramos haciendo el amor en vez de hacer yoga tan temprano. El cardio también es importante — dijo haciéndome reír — En la tarde haremos ejercicio como Dios manda ¿Sí?

— Solo porque tus ojitos me dicen que me deseas, te haré caso — susurré sonriendo.

— Te deseo tanto, preciosa — me dijo coqueta al darle un vistazo a mi cuerpo.

La besé una vez más con toda la calma del mundo, mordiendo su labio inferior al separarnos.

— Te amo — dije acariciando su mejilla.

— Te amo, mi chiquibombón — me dijo dejando unos besos en mi cuello.

Sonreí por tenerla así conmigo. Me miraba con tanta adoración que solamente quería encerrarnos en nuestra burbuja y vivir ahí tranquilas, llenas de amor, y paz.

Pero debía regresar a nuestra realidad.

Suspiré antes de abrir la puerta y bajarme de encima suyo para salir del auto.

— ¡Daniela, carajo! — me gritó en un susurro.

Me reí al verla tan asustada, pero solo me encogí de hombros y saqué mis gafas de sol de la chaqueta para ponérmelas y arreglar mi uniforme.

— Estás loca.

— Por ti, obviamente — dije agarrando mi mochila de sus manos — Me tienes totalmente loca.

— O ya eras así, y ahora me toca aguantarte — dijo colocándose sus gafas.

— Ush. Grosera — le dije con un puchero y salió riendo del auto — Ya lo decidí, no haremos ejercicio hoy en la tarde.

— Mentira, mi vida, solo estaba molestando — dijo y besó mi puchero.

Sonreí antes de darle otro beso y entrelacé nuestros dedos para recorrer el estúpido estacionamiento en dónde parecía que medio colegio estaba. Los putos murmullos que empecé a escuchar en cuanto caminamos hacia la entrada me hicieron enojar mucho. Poché apretó su agarre a lo que respondí con un beso en su sien.

Si antes había tratado de ser amable con alguno, hoy se pueden ir todos a la mierda.

Mi chiquita suspiró lo más callada que pudo, y sé que no la estaba pasando bien porque tenía su rostro agachado.

— ¿Cuántos pares de zapatos tienes? — le pregunté de la nada haciéndola reír.

— ¿Qué pedo con tu pregunta?

— Oye, solo quiero saber — dije riendo con ella — Tal vez se me ha ocurrido llevar a mi novia de compras como regalo por su premio nacional de mejor bailarina.

— Mi amor, no tienes que hacer eso. Ya me diste muchos regalos — dijo un poco tímida.

— Pero quiero darte más ¿No quieres hacer eso? — le pregunté con un puchero y sonrió.

— ¿Y si me llevas a otro lado? — me preguntó tierna.

— Tu pide, y yo te complazco.

— Vale tiene razón, sí eres mi sugar novia — dijo y ambas reímos.

— Me gusta ese título. Solo refleja lo poderosa que soy — dije al entrar al colegio haciéndola reír más.

El muro de honor que estaba a unos metros de los pasillos ya estaba cubierto con una cortina para que los nombres de los campeones nacionales fueran revelados en un par de minutos.

— ¿Me llevas a un parque de diversiones? Quiero ir a uno solo contigo — me dijo con emoción sin notar el mural.

— ¿Solo conmigo? ¿Qué quieres hacer en medio de los juegos, niña sucia? — molesté.

— Tú eres la sucia que piensa en cosas así en un parque público — dijo riendo.

— Yo pensé que querías experimentar cómo era tener sexo en una montaña rusa, pero no. Okay, anotado... a no ser.

La risa de Poché me daba mil razones más para seguir diciendo cualquier babosada para que pensar en lo que los demás decían no le afectara mucho. Las personas que caminaban por los pasillos no estaban tan interesadas en nosotras, y me daba paz saber que por un segundo no teníamos que escuchar esos murmullos estúpidos a nuestro alrededor.

— ...porque yo creía que no te volvería a ver así de cerca — me decía Poché.

— ¿Y solo para no verme la cara, ibas a irte del colegio?

— No dramatices. Ya te dije que iba a pedir transferencia a otras clases. ¿Cómo carajos lo iba a hacer? No tenía ni idea, pero no quería sentir todo esto por ti y quería alejarme lo más que pudiera. Me parecía lo más inteligente.

— En vez de enfrentarme y decir: "No te quiero más en mi vida" — dije con voz gruesa.

— Ay, pero sí lo hice. Bueno, cuando tú llegaste a mi casa, pero ajá, la cosa es que lo hice ese día que fuimos a Universal con Vale y Marcos. Desde entonces no he ido a un parque de diversiones. Fuimos a Sea World con los chicos, pero tú no estabas ahí y yo quiero ir contigo.

— Y lo haremos, mi vida — le dije empujando las puertas del auditorio — Nos vamos mañana después de clases.

— ¿Que no tienes que trabajar?

— Lo pospongo. Tú no te preocupes, por ti muevo cielo y tierra para estar juntitas.

— Tú haces de todo para que estemos juntas. Ahora me siento mal por no haberme regresado el sábado. Soy una pésima novia — dijo agachando el rostro.

— Creo que solo yo puedo juzgar eso porque soy tu novia ¿No? — le dije al sentarnos en los primeros asientos — Y yo digo que eres asombrosa. Eres la mejor novia del mundo. A veces un poco idiota, pero eso se quita.

— ¿Idiota? Soy una pendeja, la pendeja más grande del mundo ¿Eso se quita?

— No lo sé, probemos — dije acercándome a sus labios.

— ¿Me lo vas a succionar o qué? — me preguntó sonriendo y subió mis gafas al igual que las suyas.

— Tu succióname la inteligencia, y yo a ti la pendejez — dije y rio contra mis labios.

— Ay, sí. Ajá — susurró al unir nuestros labios una vez más.

No podía estar enojada con Poché luego que ayer en la noche me detallara todo lo que pasó en los "incidentes" mientras estaba en Washington. Se sentía tan triste y arrepentida de no haberme dicho, que no quería que sintiera pena por sí misma cuando yo ya no estaba enojada.

El tiempo que estuve sola, pensé en todas las cosas que hasta ahora había hecho bien y no la iba a demonizar por un beso estúpido, menos por un idiota más que le coqueteó. Era bobo pelear por eso, de hecho, creo que hasta avanzamos en un nivel más de confidencialidad al hablarlo, y al estar de acuerdo en la forma en que debíamos comunicarnos.

— Señoritas... — dijo una voz femenina que nos hizo separarnos — Discreción con las muestras de afecto en público.

— Sí, profe. Lo siento — dijo Poché apenada.

— Te quiero en el escenario en tres minutos. El evento ya va a empezar — le dijo la profe Alvarenga antes de alejarse e ir al lugar donde había llamado a mi novia.

— ¿A ti no te de vergüenza? — me preguntó Poché.

— ¿El qué?

— Que nos regañen por besarnos. Creo que todos los días nos dicen algo los profes — dijo tímidamente.

— ¿Por qué me va a dar vergüenza besarte, ah? — dije robándole un beso — Que me de vergüenza besar a alguien más por siete segundos.

— ¡Amor! — se quejó.

Me reí cuando se cruzó de brazos con un puchero tan tierno que solo quería llenarla de besitos. Le quería dejar saber que yo no tenía ningún problema con eso ya. Tal vez bromear funcionaba.

— ¿Qué, chiquita? ¿Dije algo malo? — la molesté.

— No ha pasado ni un día, y tú ya estás jugando con eso — dijo sin verme.

— ¿Te molesta?

— Es que ya todos están hablando de eso, y no quiero que tú también. Sé que me equivoqué. Perdón — dijo en voz baja.

— Bromeo con eso para que sepas que así de boba me parece esa situación. Mi amor, ya. No te claves con eso ni con lo que digan los demás porque te vas a armar un lío innecesario en la cabeza. Tú y yo estamos excelente ¿No?

— Sí — murmuró.

— ¿Entonces?

— Es que nunca había estado metida en un rumor que de alguna forma te lastimara a ti, y eso me molesta — dijo con el entrecejo fruncido.

— Poché, mi amor, a mí me da igual lo que digan los demás. Marica, pensé que eso te había quedado claro desde que ignoré el rumor que disque soy espía.

Eso la hizo reír un poco, y sonreí. Me volteó a ver con unos ojitos que gritaban amor, y en los que quedé embobada observando el cambio de color que el iris de sus ojos estaba teniendo en este momento.

— ¿Qué? — me preguntó sonriendo.

— ¿Sabías que a veces parece que el color de tus ojos cambia, pero en realidad son los pigmentos del iris que se unen o se separan creando la ilusión de eso?

— ¿Qué? — me volvió a preguntar, pero esta vez confundida.

— Que tus ojitos sí pueden cambiar de color levemente — simplifiqué.

— ¿Cómo sabes eso?

— Porque lo leí.

— ¿En dónde?

— ¿Qué? ¿Ya no me crees? ¿Ahora tengo que citar mi bibliografía? — molesté ganándome un golpe en el hombro — En un libro de la biblioteca.

— ¿Fuiste a la biblioteca esta semana?

— Sí.

— ¿Tú sola?

— Sí.

— ¿Solo para leer eso?

— Sí.

— ¿Por qué? — me preguntó riendo.

— Porque te extrañaba, y quería ver tus ojitos de cerca, pero como no estabas, empecé a recordar cómo son y cómo me encanta cuando cambian de color, pero no sabía el por qué, así que fui a investigar — expliqué.

Me vio enternecida mientras colocaba su mano en su pecho y hacia un puchero con sus labios. Sonreí tierna antes que sus manos tomaran mis mejillas y dejara un pico en mis labios.

— Eres tan linda — me dijo apretando mis mejillas.

— ¡Pochas, vamos! Hola, Calle — me dijo Alejo apresurado al pasar al frente nuestro para ir al escenario e ir detrás de escena.

— Holi, chicas. Ya vamos tarde — nos saludó Laura también apresurada.

— Me voy, mi amor. Nos vemos otro ratico — me dijo Poché.

Me dio otro pico, y cuando se levantó aproveché a darle una nalgada. Volteó a verme de inmediato mientras trataba de ocultar una sonrisa en su rostro y se sonrojaba levemente. Sonreí orgullosa de lo que acababa de hacer y bajé mis gafas al acomodarme en mi asiento. La escuché reír por mi actitud, y me tiró un beso antes de ir corriendo detrás de escena.

— Callesita de mi vida ¿Qué tal mujer loca que hace una fiesta, y luego la deja tirada porque desaparece de repente? — me saludó Juancho sentándose a mi lado.

— Pues extremadamente feliz — le contesté.

— Qué bueno porque el ambiente del colegio... No es el mejor — me dijo suspirando.

— ¿Hablas de lo que se dice por el beso de Laura y Poché? — le pregunté y levantó una de sus cejas.

— Ehhh... Sí... ¿Ya te dijo? — me preguntó con duda.

— No. Yo me di cuenta, pero ya lo resolvimos — dije sonriendo.

— Ufff menos mal. Y yo que pensé que no se iban a hablar por un largo rato — me dijo sacando su teléfono.

— ¿Por qué?

— Porque cuando tú te enojas dejas de hablarle a la gente, pero... Marica, Poché ha podido contigo — dijo riendo mientras escribía.

— Es cuestión de madurez.

— La cual no manejabas del todo antes ¡No me mires así que sabes que es cierto! — dijo apuntándome.

Okay. Tenía un punto a su favor. Nuevamente me sentía feliz de saber en cómo el amor de Poché había influido tanto en mí que todos eran capaces de notarlo.

— ¿Y los demás? — le pregunté.

— Ahora vienen. Yo vine a tantear terreno contigo — dijo riendo y le pegué suave en el brazo.

Dirigí mi vista hacia atrás para ver que el auditorio se llenaba cada vez más. Pude ver a los chicos quienes se acercaban con rapidez y algunos se sentaron detrás mío y otros al lado, pero todos se acercaron lo más que pudieron a mí.

— A ver ¿Todo está bien entonces? — me preguntó Nath de inmediato.

— Sí. Poché y yo estamos bien — confirmé encogiéndome por el poco espacio personal que me habían dejado.

— Bien, entonces cuéntanos ¿Qué carajos pasó? ¿Por qué se fueron ayer? ¿Cómo reaccionaste? ¿Qué te dijo la Pochas?

— Mariana, marica, relájate — le dije riendo.

— ¡Yo solo quiero saber! Y no soy la única — me dijo señalando a los chicos quienes asintieron con la cabeza.

— En el almuerzo — les dije con pereza y todos se quejaron haciéndome reír.

Entre queja y queja a las cuales no cedí, el evento empezó. El director dio una no tan breve introducción diciendo lo orgulloso que estaba del equipo de danza. Antes de presentarlos en el escenario, mostraron un vídeo recapitulando los momentos que vivieron los chicos en Washington en el cual mi bebé apareció varias veces, y no podía dejar de sonreír. Cuando finalmente salieron, Poché parecía con una actitud muy diferente. Estaba sonriendo, y no dejaba de verme mientras la profesora hablaba. Hice mil muecas para hacerla reír en un momento tan importante mientras era vista por casi todo el colegio, pero se contuvo todo lo que pudo hasta que los chicos me regañaron y dejé de hacer eso.

Lo feliz que estaba Michael, el capitán del equipo, cuando mostró el trofeo, se podía percibir con facilidad. La verdad es que todos parecían muy felices por este logro que habían alcanzado nuestros compañeros. Yo lo estaba, pero más de Poché quien me señaló con orgullo la pequeña medalla que le habían colocado en la chaqueta luego de mencionar que sus nombres estaban en el mural de honor.

El evento no duró mucho, pero sí lo suficiente para perder las primeras dos horas de clase.

— Elevas mi ego cada vez más — le dije con altivez — Qué bien se siente tener a una chica tan talentosa, inteligente, y sexy a mi lado.

— Cállate — me dijo sonriendo al darme un pico — ¡Nos dieron medallas!

— ¡Quiero verla! — le dijo Sebas a un lado nuestro.

— ¡Está súper genial! — dijo Nath revisando la chaqueta de Alejo.

— Es muy linda — dijo Juliana revisando la de Laura.

— Tengan envidia, les doy permiso — dijo Alejo con la frente en alto.

— ¿Por qué les vamos a tener envidia? Estamos muy orgullosos de ustedes — le dijo Lucía.

— Qué feo lo que quieres de nosotros — lo regañó Manu.

— ¿Tú tienes una? — me preguntó Poché abrazándome de la cintura y asentí — ¡Ah sí! Qué boba. Por los paneles solares que pediste colocar.

— Y por el nuevo sistema de seguridad, y por las pantallas digitales que salvan miles de árboles, y por el sistema de reciclaje, y por las recaudaciones, y--

— ¡Ya entendí, ya entendí! Has hecho mucho por este colegio — me dijo sonriendo.

— Y me recompensó el último año estudiando aquí al hacerme compañera del amor de mi vida — dije también sonriendo y pude notar cómo mis palabras la habían dejado encantada.

— ¡Poché! ¡Cuenta, cuenta! ¿Qué pasó ayer? — le preguntó Mariana.

— Calle no nos quiere decir — se quejó Sebas.

— ¿Les podemos contar en el almuerzo? — les preguntó Poche logrando que todos se quejaran de nuevo.

No les dijimos nada en los siguientes quince minutos que nos quedaron libres antes de entrar a la siguiente clase. Poché, Alejo, y Laura se sentían muy orgullosos de sí mismos, pero creo que Johann y yo éramos los que más lo decíamos en voz alta para que todos supieran que tenemos a unas chicas increíbles como novias. Estábamos muy felices por todo.

— Chiquita, no seas tramposa — la regañé tapando sus ojos con mi mano.

— Ay, bebé ¿Por qué tanto drama entonces? ¡Quiero ver mi nombre en el puto muro! — me dijo haciendo berrinche.

— Ahora lo verás — le dije aun jalándola de la mano — Y... Listo.

Me aparté un poco para que pudiera ver el tan famoso mural en dónde no se habían añadido tantos nombres desde hace un largo tiempo.

¿Que moví mis influencias para lograr esto? Sí. ¿Que lo hice solo para que mi nombre y el de Poché quedaran escritos uno debajo del otro hasta que este colegio ya no exista? Sí. Poché se acercó lentamente para buscar su nombre, y al encontrarlo, sonrió tímidamente y suspiró un poco.

— ¿Me pasé de intensa? — le pregunté al abrazarla por la espalda.

— No, mi amor. Te dije que te quería encima mío y ahí estás — me dijo en voz baja.

Ambas reímos antes de quedarnos en silencio para observar el gran mural con ahora casi 50 nombres.

— ¿Que tuviste que hacer para que te dejaran hacer eso? — me preguntó girando su rostro.

— Nada.

— Ay, bebé, tú podrás saber muchas cosas, pero aún no sabes mentir, aunque ya te dije cómo — me regañó y reí culpable.

— Solo tuve que contestar una pregunta.

Me quedé en silencio luego de la breve respuesta que le di. Hizo unos movimientos de su mano para que siguiera con mis palabras hasta que me dio un codazo suave por no hablar.

— ¡Sigue contando! Después me dices que soy muy preguntona — se quejó haciéndome reír.

— Bueno... Rodrigo me preguntó una cosa cuando fui a verlo a su oficina...

— ¿El director?

— Sí, Joseph, Rodrigo, como sea.

— ¿Y qué te preguntó?

— ¿Ves que cuando yo empiezo hablar aún haces muchas preguntas? — la molesté y empezó a reír.

— Solo contesta — dijo de mala gana.

— Me preguntó si... Si no me iba a arrepentir de escribir nuestros nombres juntos — dije en voz baja, y se dio la vuelta para verme — Me lo preguntó porque, en sus palabras, yo he estado haciendo muchas cosas que normalmente no le pediría y que, si eran por ti, debería tener cuidado y no dejarme llevar por todos los sentimientos que tengo en este momento.

— Nuestros nombres están juntos... ¿Qué le respondiste? — preguntó con el ceño fruncido.

— Que sin importar lo que pase entre nosotras dos en el futuro, nunca me voy a arrepentir de amarte como lo hago ahora mismo — dije y sonrió enternecida — Si esto que tenemos llega a terminar, me voy a quedar con las cosas tan lindas que hemos vivido. Me has marcado de una forma tan grande, que será imposible borrarte de mi alma, y yo tampoco lo intentaría por voluntad propia.

— Te amo tanto... Si de marcar hablamos, tú lo has hecho demasiado conmigo. Todo lo que viene a mi mente al pensar en cualquier cosa, eres tú. De alguna forma todo me lleva a ti, y no te imaginas lo mucho que me encanta eso. No hables de terminar porque lo único de lo que estoy segura, es que tengo un futuro contigo.

Hice un puchero que ella besó, y la abracé con todo el cariño del mundo.

— Te amo — le susurré.

— Te amo.

Suspiró en mi cuello haciéndome cosquillas, y me alejé retorciéndome mientras reía al igual que ella. Tomó mi rostro para darme unos cuantos picos hasta que escuchamos una voz.

— Chicas... Lo siento por interrumpir su momento — nos dijo Michael rascando su cuello.

— No te preocupes — le dijo Poché mientras tomaba su mano al observar a los 3 chicos al frente nuestro — ¿Pasa algo?

— Dos cosas... — dijo Luisa Fernanda con nervios al verme — La primera, lo siento. Escuché los rumores que andan por ahí sobre lo que pasó en la fiesta. Mi intención no era causar todo lo que se anda diciendo, sino compartir lo bien que la estábamos pasando. Lo siento mucho.

— Aceptamos tus disculpas, pero tranquila, Luisa. Ya va a pasar todo — le dijo mi novia sonriendo.

— Sí, además, Poché y yo estamos bien, así que no te preocupes. Te agradezco que hayas venido a decirnos esto — le dije con una pequeña sonrisa para ocultar mi sorpresa por esto.

— Gracias a ustedes por entender — dijo la chica con alivio.

— Bueno, entonces podemos pasar a la segunda cosa. Muchas gracias por los regalos, Calle. Están increíbles. — dijo Tomás tímidamente.

— No fue nada. Se los merecían por su esfuerzo — le dije encogiendo mis hombros.

— ¿No fue nada? ¿Cómo hiciste para saber lo que quería cada uno? — me preguntó Michael.

— Mejor no les digo. Quedemos en que utilicé mis habilidades para saberlo — les dije y rieron un poco.

— ¡Okay! ¡No preguntaré más! — me dijo levantando sus manos en señal de paz.

— Solo queríamos decirles eso, ah y que estamos agradecidos porque sabemos que tú pediste que pusieran nuestros nombres en el mural — añadió Luisa.

-—Yo lo pedí, pero ustedes se lo ganaron, así que no me agradezcan. Estuvieron increíbles, realmente fue genial todo lo que hicieron — le dije sonriendo.

— Gracias — dijo Tomás con nervios y suspiró — Oye, Calle... ¿Te gustaría ir con el equipo de danza a festejar el viernes en la tarde? Es solo para miembros del grupo, pero tú has sido muy buena onda con nosotros y te queríamos invitar.

Volteé a ver a Poché quien de seguro tenía algo que ver con el trato que me estaban dando estos chicos. Estaba tan sorprendida como yo ya que tenía una pequeña sonrisa en el rostro mientras alzaba sus cejas.

— Por supuesto. Será un gusto — le dije.

— ¡Genial!

— Entonces... Nos vemos el viernes ¿Okay? Que Poché te de los detalles — me dijo Michael retrocediendo

— Claro. Nos vemos, chicos — les dije con una expresión confundida.

— Nos vemos.

Se dieron la vuelta para regresar por dónde vinieron, y volteé a ver a mi novia quién rio ante mis cejas fruncidas.

— ¿Qué les dijiste?

— Te conté que me preguntaron de ti, y les dije que eres buena onda. Supongo que solo vinieron a ver si era cierto — me dijo con una sonrisa.

— Hace ratos los había mandado a la mierda a todos, pero debo admitir que me gustó eso que vinieran a pedir perdón, y a agradecerme — dije sorprendida.

— ¿Es algo nuevo?

— ¡Sí! Me trataron muy diferente — dije sonriendo.

— ¿Ya te vas a enamorar de ellos o qué?

— Ush, eres un fastidio — dije chuzándola.

Ambas reímos como bobas en medio del pasillo. Me sentía tan feliz de tenerla de regreso. Nada podía arruinar esto.

-----

Luego de ir a almorzar con los chicos a un restaurante para contarles lo que pasó ayer, nos dirigimos a la casa de mi novia en dónde decidimos ver una película juntas, pero a los diez minutos, Poché ya no podía con el cansancio, así que se acomodó en mi pecho para dormir tal y como estábamos ahora en el sofá de la sala con Ramoncito también durmiendo al frente nuestro.

— Hoy no te me escapas de la regañada ¿Eh?

— Hola, Juan Carlos — saludé tímidamente al verlo caminar a un lado — Aunque quisiera, no puedo.

— Te tiene igual de agarrada que al peluche azul ese que anda por todos lados — me dijo riendo.

— Sí, está cansada y le parezco un gran colchón — dije acariciando el cabello de Poché.

— Lo sé, te la llevaste temprano hoy y me la trajiste tarde ayer. No salgan a esas horas, mejor quédense en el apartamento en vez de salir a la medianoche — dijo con calma.

— ¿Eso significa que nos podemos quedar juntas siempre? — pregunté con inocencia.

— ¡No! Significa que, en casos especiales, se pueden quedar juntas, pero deben avisarme.

— De acuerdo — dije riendo.

— Tengo que poner un poco de control porque si no, no la vuelvo a ver — dijo y reí en silencio — Vengo de tu casa.

— ¿En día de semana? ¿Pasó algo? — pregunté preocupada.

— Nada malo — dijo suspirando al meter sus manos en los bolsillos — Germán me comentó lo del contrato, y le aconsejé terminarlo legalmente. Es lo mejor para ambos por si algún problema vuelve a surgir, lo cual espero que no pase, y así no tenga con qué exigirte lo que está firmado.

— No había pensado en eso... Creo que es lo mejor. Gracias. Sé que esto lo haces por mí — le dije en voz baja.

— Tienes tu cabecita en otro mundo, así que está bien — dijo señalándonos y sonreí — Tendré los papeles listos el viernes, así que nos vemos en tu casa a las 2 de la tarde.

— De acuerdo... No le has dicho nada a Poché ¿Verdad?

— Nunca. Ni ha Valentina. Tengo contrato de confidencialidad ¿Lo olvidas? — dijo riendo un poco, y apreté mi mandíbula al cerrar los ojos por la rabia de la situación.

— Mi papá hace contratos para cada mier-- para cada cosa — dije sonriendo al corregirme. Juan Carlos rio mientras negaba con la cabeza.

— Es su forma de cuidarse, pero dejando eso de lado, me alegra mucho que esto termine para ti, bueno, parte de todo lo que tienen firmado — dijo sonriendo.

— Sí... todos esos días se ven muy lejanos ahora. Me alegra dejarlo atrás, y avanzar poco a poco — dije en voz baja al dirigir mi vista hacia Poché — Lo que estoy viviendo nunca se me pasó por la cabeza, y me siento muy agradecida por el presente.

— ¿Sabes? Aunque nunca pensé que la hija de mis mejores amigos con la que conviví todos estos años iba a ser la novia de mi hija...— dijo sorprendido haciéndome reír — Me alegra mucho que seas tú. Te conozco a ti, a tu familia, lo que has vivido y no me voy a cansar de decirlo, pero estoy muy feliz de ver hasta dónde has llegado y, por supuesto, de verlas felices a ambas y compartir ese amor tan bonito que se tienen.

Juan Carlos nos veía con una gran sonrisa en su rostro. Yo estaba tan feliz que me daban ganas de llorar. Sabía lo que había logrado hasta este día, pero cuando alguien más me lo decía, me lo creía más. Estar aquí, viva, con el amor de mi vida durmiendo encima mío, con nuestro hijo perruno a un lado, y con la aprobación y cariño de mi suegro, generaba un calorcito en mi alma que me gustaba sentir.

— Gracias, Juan Carlos. Significa más de lo que imaginas — dije sonriendo de lado aun acariciando a Poché. Él asintió con la cabeza mientras nos miraba de forma enternecida — Oye ¿Mamá te ha hablado de nuestros viajes a Mountain View?

— No... — dijo alargando la palabra al fruncir el entrecejo — ¿Que no Poché te acompaña al trabajo?

— Sí... Pero pensé que no sabías... lo que hacemos — dije con mucha duda.

— Sí, me ha contado unas cosas — dijo confundido.

— Okay, solo preguntaba. No te preocupes, no es nada malo — dije riendo nerviosa.

Quería saber si mamá le había contado que estoy yendo a terapia, pero por lo visto no sabía nada.

— Más les vale — dijo sacando su celular, y suspiró al leerlo — Si salen, no vengan tarde, por favor. A la otra, pongo más reglas.

— No te preocupes. Yo la traigo a tiempo... ¿La puedo sacar de la ciudad mañana?

— ¿Ahora sí me pides permiso? — preguntó riendo.

— Bueno, no quiero perder los privilegios que tengo y no quiero otra regañada.

— Claro, pero tengan cuidado — dijo y volteó a ver a mi novia — Parece una piedra. Es increíble.

— ¿Te lo heredó a ti?

— Dejémoslo con que ella es una piedra, y que su perro va por el mismo paso. Nos vemos, Dani — dijo caminando hacia el segundo piso mientras yo reía.

Ni Ramón ni Poché se movían y yo ya necesitaba amor de alguno de los dos. Después de pensar tanto, quería simplemente no abrumarme yo solita. No la quería despertar, pero ya tenía una idea para que no se enojara.

— Poché — susurré golpeando suavemente su espalda — Bebé, despierta ya.

Nada. Cómo dijo Juan Carlos, parecía piedra. Le palmeé la espalda otro par de veces más, pero no reaccionaba. Metí mis manos debajo de su blusa y empecé a mover mis manos ahí. Se removió un poco, pero no lo suficiente así que bajé mis manos hasta su trasero para apretarlo. Suspiró antes de levantar su rostro en el que una sonrisa adormitada me alegró más.

— Hola — dijo con su voz ronca.

— Hola.

— ¿Por qué hay unas manos en mi trasero?

— Por qué no las había hace ratos es la pregunta correcta — dije haciéndola reír.

— Es hora de hacer ejercicio — dijo antes de besarme.

Suspiré al sentir sus labios mientras movía mis manos por su cintura. Se levantó lo suficiente para sentarse encima mío sin romper el beso y apretar mis pechos logrando que jadeara.

— Tu papá está en la casa — susurré.

Se alejó por completo al tirarse al otro lado del sofá, y volteó a ver al pasillo de la entrada mientras bostezaba.

— ¿Hablas en serio? — preguntó al restregar sus ojos.

— ¿Tú crees que yo, YO, te detendría si tú papá no estuviera aquí? — pregunté y rio. Bostezó de nuevo al pasar ambas manos por su cabello y me miró — ¿Descansaste?

— Aún tengo sueño — murmuró adormitada.

— Subamos a tu habitación. Allá estarás más cómoda en tu cama.

— ¿Me quieres llevar a dormir o a otra cosa?

— A dormir, tontita calenturienta — le dije al levantarme — ¿Te llevo como koalita?

— Sí — murmuró al hace un puchero y estirar sus brazos.

Sonreí al verla tan adorable y me acerqué a abrazarla para levantarla mientras ella rodeaba mi cuerpo con sus piernas.

— ¿Me lees el libro que te traje?

— ¿Me trajiste un libro? — le pregunté sonriendo al subir las escaleras.

— Y otros varios regalos que no te pude dar anoche — dijo al recostarse más en mi cuerpo.

Reí y besé su cabecita en nuestro camino a su cuarto. Abrí como pude y empujé la puerta con su espalda. Poché se estaba durmiendo de nuevo, así que tuve cuidado al acostarla en su cama en dónde otras ideas se me vinieron a la mente al verla con unos shorts cortitos y un top súper pequeño.

— El libro está en mi mesita de noche — me dijo al interrumpir mis pensamientos.

— Claro, mi amor — dije sonriendo al verla adormitada.

Rodeé la cama para ir a su mesita de noche y cuando abrí el gabinete, noté el libro el cual reconocí al instante y mi sonrisa se borró. "Darío el grande no está bien"

— ¿Tú elegiste el libro? — le pregunté.

— Sí... Pero la chica de la librería me lo recomendó para ti — murmuró al abrazar al Sullivan.

— ¿Para mí? ¿Qué le dijiste?

— Pregunté por historias juveniles de padre - hijo y me recomendó ese. Quizás te pueda gustar — me dijo más dormida que despierta.

Poché tenía buenas intenciones con este libro, pero estoy segura que no sabe que el personaje principal, Darío, es un chico con depresión que logra atravesar muchos problemas y sobrevivir a ellos gracias a su espíritu. Yo no tengo eso y el libro, en vez de reconfortarme, me hizo pensar una y otra vez: "¿Por qué otros sí pueden avanzar y yo no?"

Me sentí extraña al tenerlo al frente mío, pero quizás leerlo una vez más serviría para algo. Lo saqué del gabinete para quitarle el papel de plástico que lo envolvía y noté un pequeño bote de pastillas muy similar al que yo usaba hace años. Lo tomé, pero en cuanto visualicé su nombre, lo solté al tragar saliva.

"Doxepina"

Sentí mi corazón alterarse al igual que mi respiración al ver esas pastillas con las que casi acabo con mi vida hace un par de años. ¿Por qué Poché las tenía en su gabinete? ¿Las estaba utilizando? ¿Para qué las usaba? ¿En dónde las había conseguido sin prescripción?

Volví a guardar el libro y di varias respiraciones profundas antes de cerrar el gabinete y girarme a ver a Poché quien ya parecía tranquila al dormir. Suspiré entrecortadamente y sacudí mi cabeza ante la alteración que sentía mi cuerpo. Algo en mí se sentía extraño hace mucho tiempo y aunque quería superarlo, tratarlo y no darle la importancia que se merecía, siempre regresaba y no pasaba del mismo lugar. Las cosas no mejoran, no se sienten naturales. Me sentía estancada, con miedo, y unas ganas terribles de llorar al sentir una presión en mi pecho que me hacía pensar en que estaba yendo en dirección contraria a lo que debía hacer.

Visualicé a Poché de nuevo y me quité los zapatos enseguida para subir a su cama. Le quité el Sullivan con cuidado y suspiró al sentir ese movimiento. Me acosté en sus brazos los cuales me recibieron con mucho amor y traté de calmarme.

Todo estará bien. Mañana será un nuevo día. Esos pensamientos son bobos. No pasa nada. Estoy con Poché. Estoy en mi lugar seguro. Todo estará bien.

Todo estará bien.

----- ←

Fun Facts (lo siguiente es solo informativo)

La doxepina es un medicamento que se usa para tratar el trastorno depresivo mayor, y los trastornos de ansiedad, como los que ya sabemos ha tenido Dani en esta historia, pero también se utiliza para los problemas de sueño. ¿Recuerdan en los primeros capítulos en los que Poché no podía dormir y utilizó unas pastillas como dos veces? Bueno, eran estas.

Lo de si se puede morir al ingerir muchas pastillas de este medicamento, es posible. Al ingerir entre 49 o 60 píldoras de ese medicamento, puede existir una sobredosis según como el cuerpo reciba la mediación.

- Esto es solo para que sepan sobre cómo funciona la historia, el porqué de esas pastillas, y ajá. Para que tenga sentido todo esto.

JAMÁS intenten buscar ese medicamento de forma ilegal (porque solo es recetado), ni intenten nada malo contra ustedes mismxs, por favor.

Dudé mucho en su poner esta info, pero nunca está mal saber este tipo de cosas.

Creo...

SIGUIENTE CAPÍTULO. YA.

Continue Reading

You'll Also Like

23.5K 1.3K 27
Daniela Calle es una brillante y exitosa doctora, especialista en cirugía plástica y reconstructiva. Un padre desesperado le pide ayuda para su hija...
488K 37.8K 57
Poché padece un trastorno. Calle trata de ayudarla. Lee y averigua lo demás. ******************************** INICIADA: 03 / ENE / 2021 TERMINADA: 07...
861K 43.9K 42
A Poché le empiezan a llegar mensajes por WhatsApp de una persona desconocida. Lo que no sabe es que esta persona es una chica y que tiene un crush c...
37.7K 2.8K 20
𝑴 | "𝑇ℎ𝑒 𝐼𝑟𝑜𝑛 𝑇ℎ𝑟𝑜𝑛𝑒 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝑏𝑒 𝑚𝑖𝑛𝑒, 𝑤ℎ𝑎𝑡𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑡ℎ𝑒 𝑐𝑜𝑠𝑡" 𝐕𝐈𝐒𝐄𝐍𝐘𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍, la primera hija de Daemon...