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Día 13
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-Revisamos su currículum y nos dimos a la tarea de investigarlo. Me parece que es una persona excepcional, sus habilidades como hacker nos serán de mucha ayuda.
La voz del hombre resonaba en la oficina.
-Esperamos que pueda adaptarse a un país como este. Contamos con ustedes, Dostoievsky.
El nombrado sonrió ligeramente, sabía que no sería nada difícil conseguir ese trabajo. Sus habilidades iban a niveles extremos, pero su principal motivo para estar en Japón no era trabajar en una empresa privada.
Fyodor Dostoievsky, ruso, 23 años, pelinegro; de niño padecía anemia, pero no era un impedimento para que sus capacidades intelectuales se elevaran por sobre lo comprendido.
Parte de su infancia y adolescencia la vivió en Japón, conoció a personas maravillosas y tuvo tantas relaciones amorosas, como se esperaba de un chico de su edad. Sin embargo, tuvo que regresar a Rusia porque su estado de salud había empeorado, teniendo que terminar con la relación que tenía en ese momento.
Algo que fue doloroso para él.
Ahora que podía ser capaz de sobrevivir por su cuenta, buscaría a esa persona.
-¿Mori-san? -cuestionó el pelinegro mordiendo la uña de su dedo pulgar- Exactamente, ¿por qué una empresa tan importante como la suya requeriría a un hacker?
Mori sonrió ante su pregunta.
-Bueno, tenemos un conflicto. Un cliente solicitó nuestra ayuda hace una semana, está siendo perseguido por un criminal. Sin embargo, sus cuentas bancarias han sido saqueadas, sus medios de comunicación fueron interceptados y creemos que se puede deber a que lo quieren bajo tierra de alguna u otra forma -ladeó la cabeza-. Nuestros guardaespaldas no cuentan con habilidades informáticas de esa calibre, así que añadir un puesto extra en nuestra organización nos vendrá bien.
-Oh, ya veo. ¿Quieren salvar el pescuezo de ese cliente a como de lugar?
-Sí. No podemos solicitar un arresto directo al criminal, no por ahora. No nos hemos divertido lo suficiente con él -la voz de Mori no mostraba piedad alguna-. Nuestros clientes son importantes, nos pagan una gran suma por protegerlo.
-Entiendo. Haré mi mejor esfuerzo para que esta empresa se fortalezca.
-Excelente actitud, Fyodor-kun -Mori dio pequeños aplausos, inmediatamente entró una persona delgada en traje negro-. Gin, escolta a nuestro nuevo empleado a su oficina.
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-Interceptar a un criminal no es tarea fácil, sé como hacerlo. Pero no creo que está empresa esté lo suficientemente protegida como para pasar desapercibida -pensó el ruso mirando por la ventana de la oficina-.
Entonces, la puerta sonó. Alguien estaba visitando por primera vez al nuevo empleado.
-Disculpa la molestia, Mori-san me pidió traerte esta documentación.
El hombre que entró era alto, un poco más que él; castaño, su aura era ilegible, pero no representaba peligro alguno
-Es información de nuestro cliente, la necesitaras para comprender la situación que atraviesa -dejó el papeleo sobre el escritorio y luego sacudió sus manos, suspiró y miró a su nuevo compañero-. Me presento, soy Osamu Dazai. Guardaespaldas de esta organización.
-Fyodor Dostoievsky. Tomaré en cuenta la información, Dazai-kun.
-¿No eres japonés, cierto?
-¿Eh?
-Tal vez eres europeo, te llevaras bien con Rando-san.
-¿Que dices? -soltó una risita- Soy ruso, de la parte pegada a Asia.
-Rusia está en europa.
-No toda Rusia. Sin embargo, tengo el don de llevarme bien con todos a mi alrededor -sonrió-. Tengo un mal presentimiento -pensó.
Dazai inmediatamente rio con alegría y llevó la mano a su nuca, avergonzado.
-Lo siento, Fyodor. Supongo que aprenderemos mucho el uno del otro.
-Esforcemenos para que eso suceda, Dazai-kun.
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Lyubov, me encuentro en Japón. Me pregunto como ha estado tu día, y también me pregunto si tus ojos siguen siendo tan relucientes como los recuerdo. Vamos a vernos, hoy.
Suspiró, hizo el celular a un lado y cubrió su rostro.
Su desayuno estaba frío, el café muy amargo, no tenía ánimos para hacer nada. ¿Cómo se supone que sus ojos iban a seguir relucientes si llevaba una semana lidiando con una situación tan pesada de manera obligada?
No lo culpo, él sólo me está buscando.
Sus ojos ardían, no había tenido el valor de llorar frente a Dazai, así que tuvo que fingir que dormía tranquilamente mientras esperaba la hora en la que Dazai se fuera para quebrarse sin que nadie se burlara de él.
Estaba confundido, sus sentimiento lo hacian sentirse así. Él no era sensible, no recordaba haber llorado antes por alguien, ni siquiera por Fyodor cuando se fue.
Entonces, ¿que estaba pasando?
-Buenos dí.... as...
Akilo entró al comedor con su buen humor característico, notar a Chuya ahí sin haber probado un solo bocado le preocupó. Se sentó a su lado sin emitir ruido y se quedó en silencio otro rato más.
-Pensar demasiado las cosas hará que te duela la cabeza -dijo tomando un pedazo de fruta con el tenedor.
Chuya no respondió, pero estaba pensando en una buena respuesta para evadir la preocupación de la mujer.
-Te diré algo, Chuya -se apresuró a decir con el bocado en la boca-, Dazai es un estúpido. No sabe medir sus palabras y tampoco las acciones, no deberías sentirse arrinconado por lo que él pueda decirte.
Chuya alzó la cara, mirando a Akiko.
-Desde que Oda falleció no ha sabido mantener una relación, tal vez está asustado. No quiere que te alejes de él, quiere protegerte y no sabe como hacerlo, así que te limitara y te hará sentir que tu integridad no vale.
-¿Es ese tipo de hombre? -cuestionó sorprendido.
-¿Qué?
-Espera, espera, espera... ¿Que estás haciendo aquí tan deprimido?
-No te equivocas al pensar que es por Dazai -miró hacia el frente-, pero no sabría como explicarlo.
-¿Discutieron? ¿Se quiso sobrepasar contigo?
-¡No, no! ¡Ese imbécil no puede matar ni una mosca! -chasqueó la lengua-. Me pregunto si podré seguir ocultandolo, después de todo, no quiero que vivas engañada.
-¿De qué estás hablando, Chuya?
-Es que... Yo...
El celular vibró.
Espero tu respuesta. Hoy salgo temprano de trabajar, ¿te gustaría ir a comer? ¿O tal vez a dar una caminata casual? Te extraño, lyubov.
-¿Lyubov?
-¡¿Tienes vista de alcón?! -tomó el celular con rapidez para apagarlo.
-¿Estás engañando a Dazai, Nakahara Chuya?
-¡No es lo que piensas! Yo...
Chuya volteó hacia el lado opuesto y cubrió su rostro, su corazón latía con fuerza, como si fuera a salirse de su pecho.
-Dazai y yo no somos novios de verdad...
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-¡¿Por qué le dijiste a Akiko sobre esto?! Chuya, ¿te das cuenta de lo que has hecho?
-¿Eso en que te afecta, bastardo? ¿Se supone que todos deben vivir creyendo esto? Hah, ni tu lo crees -dijo mofandose.
-No se trata de eso -Dazai tomó de los hombros al pelirrojo, apretandolos un poco-. Chuya, ¿conoces la frase de que las mentiras se convierten en verdad?
-¿Hah? Sueltame, me molestas.
-Lo hemos dicho tantas veces, todos deben creerlo. La mentira perfecta para disfrazar ese trato es que nos amamos mucho, ¿no lo crees?
-¿Nos amamos? -la voz de Chuya tembló- Deja de jugar conmigo, bastardo.
-Chuya, te... te...
Chuya empujó con fuerza al castaño, se cubrió los oídos y se encorbó un poco.
-¡No lo digas! ¡No quiero escucharte! ¡No digas tonterías! ¡Sal de aquí o voy a patearte!
-¡Chuya!
-¡Fuera, imbécil!
No lloraré, no lloraré aquí ni frente a él. No lo haré. Vete, vete, vete.
Dazai lo aceptó, respetó la voluntad de Chuya y salió de la habitación. Cuando la puerta se cerró, el pelirrojo se quedó quieto unos segundos, después se levantó de la cama y sacó el celular.
Lo siento, estuve ocupado. Nos vemos mañana, pero yo elegiré la hora. ¿Está bien?
¿Todo bien? De acuerdo, no me importa hacer caso a tus peticiones por una vez.
A las 2 pm. En el restaurante frente a la estación. No te perdonaré ni un segundo de retraso