Atracción mortal.

By andreawoon

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Dereck Jones y Hailey Williams en un mundo perfecto, jamás hubiesen coincidido. Él no tenía nada, ella poseí... More

Dedicatoria.
Personajes
Prólogo
1.- Dejar de ser.
2.- Escape.
3.- ¿Alianza?
4.- Cobardía.
5.- Contra esquina.
6.- Culpas.
7.- ¿Otra vez tú?
8.- Muffins.
9.- Sentirse bien.
10.- Consecuencias.
11. -No es un error.
12.- Quedarse o escapar
13.- Permitirse confiar.
14. -Muffins y algo más
15.- Si eres importante.
16.- El chico que quiero ser.
17.- Más que una fachada.
18.- Un sitio seguro.
19.- Era cuestión de tiempo
20.- Sueña conmigo.
21.- Merecedor de más.
22.-No sería capaz.
23.-Rayo de luz.
24.- Falsa esperanza
25.- Respuestas
26.- Ojalá pudiera
27.- Romper el silencio
28.- A la luz.
29.- Liberación
30.- Darle el poder.
31.- Usar la razón.
32.- Deseos
33.- Tener un lugar
34.- Sellwood.
35.- Ser capaz.
36.- Son solo mentiras.
37.- ¿Ahora qué?
38.- Serie de malas decisiones.
39.- Cumplir el propósito.
40.- Culpas
41.- Aceptar la realidad.
42.- Familia.
44.- Fuego extinto.
45.- Paraíso
46.-Parte de algo.
47.- Lo que siempre merecí.
48.- Perdonar
49.- El chico real.
50.- Crear arte.
51.- Enfrentamiento
52.- Apagar el dolor.
53.- Un futuro grande.
54.- La vida más bonita.
55.- El ser real.
56.- Los infiernos no son para siempre.
Epílogo.
Extra 1.- Mi paraíso
Extra 2.- Lo mejor del mundo.
Extra: Jayden Lewis.
Agradecimientos
Secuela Extra
HISTORIA NUEVA: JAYDEN LEWIS

43.- No es el final

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By andreawoon

«Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.»

Epicteto de Frigia

Tres días después, por fin podía salir del hospital. Fue un alivio, estar solo dentro de cuatro paredes blancas con un insoportable olor a medicamentos y alcohol iba a terminar por hacerme perder la cabeza.

—¿Estás seguro de querer esto? —inquiere Sebastián mientras sostiene las maletas—. ¿Realmente seguro?

—Sí —afirmo—. Creo que es lo mejor, ¿tú no?

—Bueno, creo que ya me había hecho a la idea de tenerte con nosotros en Texas, pero creo que, si decidiste quedarte, es lo mejor —responde—. Además, a Luke le va bien.

Sonrío levemente. Mi tío se aparta, mirando la habitación.

—¿Esto es solo para los invitados? —inquiere—. ¿Cómo serán las habitaciones normales?

—Más acogedoras —expreso adoptando una postura más cómoda sobre la cama.

Asiente levemente antes de acercarse de nuevo.

—El juicio de Patrick será en dos semanas —informa—. Luke está enterado de eso, no tienes nada de qué preocuparte, hay pruebas suficientes.

—¿Las hay?

—El testimonio de Gema, el de tu abuela que al final terminó por decir lo que sabía, Luke dijo lo que ocurrió cuando te sacó de casa y la investigación previa que Tania estaba llevando, hiciste las cosas bien, y eso ayudó. No tendrás que verlo, Tania dijo que solo si quieres estar presente en el juicio, de lo contrario no ocurrirá nada.

—No creo poder verlo a la cara, aunque fuese necesario —expreso—. No creo ser capaz.

—Bastará con el testimonio de Gema, ella tendrá que presentarse y lo hará —asegura—. Si hay algún cambio, Tiana hablará directamente con Luke.

—¿Crees que pueda ser necesario que yo tenga que estar presente? —inquiero.

—No lo sé, Dereck. Realmente me gustaría darte la respuesta que esperas, pero no tengo idea.

Lo observo mirar la hora en su reloj.

—El vuelo sale en tres horas, ya debo irme —expresa—. ¿Estarás bien? ¿Puedo irme tranquilo?

—Estaré tan bien como pueda estarlo —admito—. Gracias por venir.

—No es algo por lo cual se agradezca —me recuerda—. Quiero asegurarme que este es el sitio en donde quieres estar. Sabes que, si cambias de opinión, puedes llamarme, y prepararemos todo para recibirte en Texas.

—Si eso ocurre, te llamaré —aseguro.

Parece satisfecho, creo que simplemente marchará, pero, por el contrario, se acerca hasta envolverme en un abrazo cálido.

—Cuídate, ¿sí? —pide—. No me hagas volar miles de kilómetros con el corazón a mil por hora otra vez, por favor.

—No puedo prometer nada —bromeo.

—Creo que pude parecer un poco duro al inicio, y realmente lo siento, pero no sabía cómo actuar, es decir, sentía que las cosas debían de ser así y yo solo buscaba tu bienestar, aún lo busco.

—Éramos desconocidos, tú no sabías como tratar conmigo ni yo contigo —sonrío levemente, haciéndole saber que nada ocurre—. Si te deja más tranquilo, eso ya está olvidado.

—Sí, me deja más tranquilo —admite. Se aparta algunos pasos y eleva la mano—. Ya lo dije antes, pero, cuídate —repite.

—Lo haré.

Cuando se marcha, tomo una inhalación antes de dejar caer la cabeza contra la almohada. Parece que Sebastián habla con alguien detrás de la puerta, hay demasiado silencio así que perfectamente puedo escucharlo decir:

—Si le haces o dices algo como eso otra vez, voy a llevármelo. Sin importar nada. Acepté que esté contigo porque parece que es lo mejor para él, pero perfectamente puedo volver por mi sobrino.

—Ya dije que lo lamento, no planeo cometer el mismo error —reconozco la voz de Luke. —Lo cuidaré bien, no te preocupes, Sebastián.

Ellos intercambian algunas palabras más, y luego el silencio vuelve. No había ocupado mi antigua habitación, la férula del tobillo aún tenía que tenerla por un par de semanas más y subir y bajar las escaleras sería complicado.

Así que he ocupado la habitación de invitados en la planta baja.

—¿Necesitas algo más? —Luke ingresa a la habitación un par de minutos más tarde—. ¿Estás bien?

—Estoy bien—. Él asiente.

—¿Estás cómodo? ¿No te duele...?

—Dije que estoy bien, Luke —repito con firmeza—. Gracias.

Cuando hace el ademán de hablar, sé exactamente lo que va a decir. Así que lo interrumpo antes de que siquiera pueda pronunciar algo.

—Deja de disculparte —pido—. Ya lo has hecho lo suficiente.

—Me alegra que hayas decidido quedarte —admite después de algunos minutos—. Me alegra que estés aquí otra vez.

—Solo hasta acabar el curso —le recuerdo—. Cuando las vacaciones lleguen iré a Texas, y luego a la universidad.

—Es un buen plan —sonríe levemente.

—Lo es —le devuelvo el gesto. Asiente ligeramente antes de señalar la puerta, y niego con ligereza cuando se marcha.

Observo la férula del hombro, y luego la del tobillo. Serían tres semanas de larga espera, odiaba no poder hacer las cosas por mí mismo, requerir ayuda hasta para levantarme de la cama.

Si no tuviese la lesión del hombro, sería mucho mejor. Pero no podía usar muletas porque la dislocación del hombro tardaría en sanar, o al menos, eso fue lo que el médico dijo.

Hay un aire diferente en la habitación, o puede que solo sea yo. Una parte de mí se sentía aliviada de abandonar el hospital, pero la otra aún se sentía insegura por toda la locura que había ocurrido.

Sabía que Patrick estaba en prisión, lo estaría hasta el juicio. No tenía nada de qué preocuparme, pero una parte de mí consideraba la idea ridícula de que se presentara a casa de Luke para terminar lo que comenzó.

—Definitivamente necesito un terapeuta —mascullo cerrando los ojos y soltando un largo suspiro.

La idea no era tan descabellada, y tal vez era la única opción para no terminar perdiendo la cabeza.

—Muffins de chocolate —sonrío cuando Halley ingresa a la habitación—. Los suficientes como para animarte.

—Oh vaya, definitivamente los extrañé —expreso, ella deja la caja entre nosotros y la abre, toma uno de los muffins y me lo entrega. No resisto el darle una mordida, el betún se deshace en mi boca y cierro los ojos, echando la cabeza hacia atrás deleitándome del dulce en la boca.

—Bueno, creo que no he perdido el toque —dice ella soltando una risa. Ha tomado uno de los muffins de la caja y se relame los labios para limpiar el rastro de betún en ellos.

—Williams, si me enamoraste con los muffins, no quiero saber que será de mí al probar esos pasteles de los que hablas —expreso.

—Oh, ¿te he enamorado? —coloca una de sus manos sobre su pecho, adoptando un gesto enternecido.

—¿Y todavía lo preguntas? —inquiero.

Ambos reímos, se descalza los zapatos que trae puestos y sube los pies a la cama.

—Todos te echamos de menos en la escuela —admite—. ¿Cuándo volverás?

—No tengo idea, Luke dice que a lo mejor en un par de semanas —expreso—. Aunque no me agrada la idea de volver a Cleveland en una silla de ruedas.

—No puede ser tan malo, ¿o sí? —inquiere antes de darle otra mordida al muffin entre sus dedos.

—Procuro no pensar demasiado en eso—confieso.

Disfruto de tenerla aquí, Halley se encarga de hacer que el tiempo en la habitación no sea tan aburrido como parecía. No hemos hablado sobre el curso que deduzco no terminó, y ella parece no tener intención de mencionarlo.

—Hallie —eleva la mirada, apartándola del cuaderno que mantiene abierto frente a ella.

—¿Si? —cierra el cuaderno, centrando su completa atención en mí.

—¿Qué ocurrió con el curso? —inquiero—. No lo terminaste ¿cierto?

—Oh, no importa...

—Sí importa, era incluso más importante que mi exposición —le recuerdo—. Dijiste que sería tu pase seguro para Yale. Y te quitaste a los dos días, ¿Cómo...?

—Bueno, pues mi novio estaba inconsciente y grave en un hospital —responde con seriedad—. Ningún pase seguro es más importante que tú.

—Halley...

—No, no vamos a hacer esto ahora —asegura—. Así que, olvídalo.

—No voy a olvidarlo —sentencio—. No puedo olvidarlo.

—Dereck, ¿qué caso tiene? Ya pasó, tomé un par de días que fueron suficientes para mí, y decidí volver por ti. ¿Tan difícil es entender eso para ti?

—No tenías que dejarlo todo por mí —ella suspira—. No cuando son cosas que tratan tu futuro.

Parece pensarse lo que dirá a continuación, acomoda uno de los mechones sueltos detrás de su oreja, y luego me mira.

—No pude contactarte, te llamé más veces de las que puedo recordar. Y cuando llamé a Colton y me dijo sobre la llamada, sentí que algo pasaba. Así que le llamé a mis padres y les rogué que hablaran con Luke, y ahí nos enteramos.

Se incorpora, apartándose del escritorio para volver a la cama.

—¿Cómo crees que me sentí cuando escuché a mi madre decir que estabas grave? ¿Qué no sabían si despertarías? No podía quedarme recreando un maldito cuadro sabiendo que mi novio estaba en el hospital con posibilidad de morir —sus ojos se cristalizan, pero no aparta la mirada—. Debes comenzar a aceptar que hay gente que te quiere, y se preocupa tanto por ti. Personas a las que no le importa dejar algo tan importante e ir a tu lado.

Extiende una de sus manos para tomar la mía.

—Te amo —las palabras brotan de ella y me envuelven por completo—. Y no me importa perder un boleto seguro, no me importa dejar un curso a los dos días, nada de eso importa si tú no estabas conmigo. No lo dudé, y no me arrepiento, D. Necesitaba estar contigo, saber que estarías bien, y fue una tortura no saberlo. Realmente lo fue.

Sus manos sueltan la mía para dirigirse a los costados de mi rostro.

—No me importa ningún futuro, si tú no estás en el —susurra—. Porque te quiero tanto que no tolero la idea de perderte.

—No vas a perderme —aseguro—. Tenías razón.

—¿Sobre qué?

—Los infiernos no son para siempre —susurro—. Y yo también te amo.

Su mirada se ilumina.

—Te amo tanto y realmente deseo que nunca te vayas.

—¿Quién diría que podías ser tan dulce? —inquiere soltando una risa—. Me encanta esa faceta.

—Entonces creo que puedo colocármela más seguido —bromeo—. O tal vez no me la quite nunca.

—No te la quites nunca —pide con una sonrisa antes de eliminar la distancia entre nosotros, y besarme.

De la única forma en la que Halley Williams sabe hacer.

—Es un idiota —Luke me mira—. ¿Qué? Solo digo la verdad.

Vuelve la atención al televisor, en donde la entrevista a Zack Brooks se reproducía.

—No lo estás considerando, ¿verdad? —inquiero.

No responde.

—Dime que no lo estás considerando —exclamo con alarma.

—No lo sé, Dereck.

—Esa respuesta no me alienta —insisto—. Has perdido la cabeza si crees que es buena idea. No sé la historia completa y sinceramente no quiero saberla, no necesito más historias trágicas en mi vida.

Sonríe.

—¿Cómo sabes que es trágica?

—Si no fuese trágica ya hubieses aceptado —señalo—. Pero no lo has hecho y mira que ese idiota ya se la buscó.

—Eso es lo que hace, provocar —se encoje de hombros—. No quiero que mi última pelea sea con él.

—¿Ultima pelea? —eso me desconcierta—. Entonces lo del retiro...

—Bueno, tengo treinta y seis, aunque me cueste admitirlo el tiempo ha pasado y he pasado tanto tiempo en esto que...prefiero retirarme con el camino impecable, antes que arruinar todo mi esfuerzo de los últimos diez años. Tal vez es hora de solo...dejarlo.

Apaga el televisor y gira hacia mí.

—Saliste de la habitación.

—De hecho, no. Has estado hablando con un holograma mío todo este tiempo —lo molesto. Luke rueda los ojos en un gesto de fastidio—. Tienes razón, treinta y seis años es demasiado, te han vuelto amargado.

—Te doblo la edad, así que respétame —pide en medio de una risa—. Hablando en serio, me alegra ver que decidiste salir.

Llevaba varios días pasando el tiempo solamente en la habitación, no es que no quisiera salir, simplemente no sentía la necesidad de hacerlo. Y al parecer ellos estaban preocupados por eso.

—No me agrada la silla de ruedas, me hace sentir inútil —admito—. Pero creo que no me queda otra opción.

—No será para siempre. Lo que me recuerda que, he llamado al director y he conseguido una semana de clases justificadas, Halley traerá algunos apuntes, pero tendrás que volver la semana entrante.

Echo la cabeza hacia atrás.

—Sabes que no puedes atrasarte, necesitas continuar y seguir el plan. —se incorpora, lo observo tomar la billetera y las llaves del auto.

—¿Saldrás?

—Tengo que ir por Alessia a la guardería —informa—. ¿Estarás bien solo como por media hora? No demoraré demasiado.

Lo dudo por algunos instantes, desde mi salida del hospital había una parte de mí que no estaba tranquila, por alguna razón en el hospital no sentí esto, sino hasta que estuve aquí.

Pero no tenía el valor para decírselo a Luke.

—De acuerdo, llamaré a Less para que pase por...

—No —lo interrumpo—. Estaré bien.

—A mí no me parece que estés bien —dice tomando el celular—. Llamaré a Less, no iré a ningún sitio.

No encuentro el valor para insistirle, porque en verdad deseaba que no se marchara.

Luke se aleja algunos pasos para hablar por el celular, le toma un par de minutos estar de regreso y vuelve a tomar asiento en el sillón.

—No era necesario que...

—Sí, sí lo era —afirma—. Alessandra saldrá temprano del trabajo, así que perfectamente puede pasar por Lessy.

Toma el control del televisor para encenderlo, y cambia el canal hasta dejarlo en uno deportivo.

—Gracias por quedarte.

Me mira por algunos segundos, luego señala el partido que se reproduce frente a nosotros.

—No podía perderme el partido —sonrío, negando levemente.

—Oh, sí, eso es lo que alguien de treinta y seis haría —respondo.

—Recuérdame no volver a mencionarte mi edad —dice reteniendo la sonrisa.

—¿Qué será de ti a los cuarenta? O peor, ¿a los cincuenta? —Luke suelta una palabrota, pero sonríe.

—¿A dónde se fue tu amabilidad?

—A ningún sitio, está aquí a mi costado, pero coincidimos en que hoy, solo queremos molestarte.

Esta vez no retiene la risa y tras un par de segundos nuestras risas llenan la sala de estar. Y por ese tiempo, por esos breves minutos, parece que nada, absolutamente nada, ha pasado.

Pero la realidad es otra, solo era cuestión de tiempo para recordarlo.

Es curioso como la mente puede huir de los sitios más aterradores que existen en nuestro interior, como cuando uno está consciente, hace todo lo posible por escapar y no recordarlos.

Pero a veces, no hay nada que hacer para tomar el control. A veces solo sucede.

Desde que salí del hospital he intentado apartar todo recuerdo de lo que ocurrió esa noche, todo lo relacionado al momento en el que Patrick intentó acabar con mi vida.

Y lo he conseguido, en cada momento durante el día me obligo a mí mismo a apartarlos, a alejarlos y no darles oportunidad de aparecer, pero durante la noche, en los sueños, no tengo control alguno.

Y eso es malditamente aterrador.

Son las dos de la mañana, y no he sido capaz de conciliar el sueño, sé que si lo hago los recuerdos vendrán, y no quiero que suceda. No he querido decirle a Luke que la razón de mi mal humor se debe a que prácticamente solo consigo dormir un par de horas diarias porque las pesadillas no me lo permiten.

Halley se ha dormido desde hace varios minutos, lo sé por el silencio que se produjo en la línea telefónica mientras hablábamos, eso se ha vuelto una costumbre durante los últimos días, llamarla cuando no consigo dormir y hablar de todo y nada, hasta que uno de los dos se duerme.

Suele ser ella la mayor parte del tiempo.

Pero llevo casi una semana sin dormir y el cansancio no es en vano, mis párpados pesan, tanto que no me doy cuenta el momento exacto en el que solo me quedo dormido.

La imagen de la sala de la casa de Patrick me envuelve, luego el borde de las escaleras.

La sensación de caer al vacío me contrae el estómago, me escucho lanzar un grito aterrado antes de sentir el dolor explotar en mi cuerpo, tan real que aterra.

Sé que esto no es real, una parte de mi mente quiere que solo sea un sueño, pero todo ocurre exactamente igual, que asusta.

Los pasos de Patrick son sonidos que retumban por la habitación, su rostro frente al mío, la mirada de hielo puro, sin ninguna expresión.

—Verás a tu madre otra vez —su voz brota en un sonido ronco, que hace que mis entrañas se retuerzan con fuerza.

—¡No! —un grito aterrado brota, y siempre es el mismo momento, el punto exacto en el que golpea, es el que me hace abrir los ojos.

La luz me recibe apenas despierto, estoy agitado, siento el golpeteo de mi corazón con fuerza contra mi caja torácica, el sudor cubriéndome la frente y cuando volteo, el rostro de Patrick es lo único que reconozco.

—¡Aléjate de mí! —grito con terror, me aparto lanzando un golpe descuidado pero fuerte—. ¡Patrick solo aléjate!

—Joder —la voz de Luke se cuela por mis oídos. Unas manos cálidas se colocan a los costados de mi rostro.

—Hey, soy yo, Less —dice con suavidad—. Estás bien, solo fue un sueño.

Me permito enfocarla, reconocerla. El alivio se siente como un balde del agua más fría que pudiera existir.

—¿Less?

—Sí, cariño, solo fue una pesadilla —dice con suavidad—. Estás bien, todo está bien.

Sus brazos me envuelven, me apegan a ella y solo en ese punto veo lo que hice.

—Luke... —sostiene la mano contra la nariz, el líquido rojo brota de ella y no puedo ver más porque él sale—. Lo siento, yo no...

—Está bien, fue un descuido, está bien —dice acariciándome el cabello—. ¿Quieres un poco de agua?

Niego.

—Yo no quise...—mi voz se rompe—. Less juro que yo no quise...

—Lo sé, lo sé —repite—. Está bien, no pasa nada.

Luke vuelve, sostiene un pequeño paño contra su nariz. El sangrado parece haberse detenido porque aparta el paño.

—¿Estás bien? —inquiere con suavidad. No hay rastro de enojo en él.

Niego.

—¿Quieres hablar sobre eso? —dirijo la mirada hacia el pequeño reloj, 3:30 am.

—Hey —el tacto suave de Less me hace mirarla otra vez—. No mires la hora, no mires nada más que a nosotros. ¿Quieres hablar sobre eso?

—No puedo —susurro.

—De acuerdo, no lo haremos entonces —dice. Dejo caer el cuerpo de nuevo contra la almohada, cerrando levemente los ojos en un intento de convencerme que todo está bien.

Los susurros me hacen abrirlos de nuevo, Less ahora se ha apartado, está frente a Luke examinando el golpe.

—Lo siento —ambos voltean.

—Me han golpeado peor —responde acercándose—. No es la primera vez que ocurre, ¿verdad?

—No. —Ambos se miran—. Es tarde, deben de trabajar mañana yo...

—Me quedo con él —dice Luke hacia su esposa—. Ve.

Less se acerca de nuevo, deja una nueva caricia a lo largo de mi rostro y sonríe.

—Todo va a estar bien —promete.

Cierra la puerta al marcharse, Luke apaga la luz y lo miro caminar hacia el sillón reclinable que está en la habitación.

—¿Qué haces?

—Quedarme contigo, acabas de tener una pesadilla, no voy a marcharme —afirma—. Sé que no vas a querer hablar de eso ahora, así que solo me quedaré aquí.

—No es necesario.

—Sí, si es necesario —asegura—. No voy a dejarte solo.

Un largo silencio se instala en la habitación, la oscuridad no ayuda demasiado para alejar los pensamientos que lucho por ignorar.

—Mañana debemos ir al médico para la revisión del hombro —me recuerda—. Puedes hablar con él de lo que necesites.

—¿Crees que necesito un terapeuta?

—Creo que has pasado por mucho siendo tan joven, y a veces no podemos arreglar los problemas solos —susurra—. No quiere decir que seas débil, al contrario, reconocer cuando necesitamos ayuda y aceptarla, es el acto más valiente que puedes tener.

—Creí que el infierno había acabado.

—Lo hizo, aunque no del todo. Pero lo hará, Dereck. No dudes que lo hará.

No hablamos más después de eso, no sé si es por el cansancio, o porque Luke se encuentra a dos metros de distancia, pero vuelvo a dormir.

Sin embargo, no es el hecho de que no hay otra pesadilla lo que me da un poco de consuelo, sino que, al despertar, Luke aún sigue ahí. En el mismo sillón que probablemente resulta incómodo para pasar la noche, pero se quedó.

Y ahí decido volver a confiar en él. Tal vez nunca dejé de hacerlo, porque Luke y su familia siempre fueron mi sitio seguro.

—No creo que tengamos que hacer esto —expreso moviendo con ligereza el hombro.

—Claro que tenemos —responde Luke—. Las pesadillas no son normales, Dereck. Y no creas que no me he dado cuenta que detestas como el infierno quedarte solo en casa.

—Desaparecerá.

—No —dice—. Y no habrá nada que puedas hacer o decir para que nos marchemos.

Resoplo.

Habíamos llegado al hospital para la revisión del hombro, la buena noticia era que la férula fue retirada, gracias al cielo. Eso me daba un poco más de movimiento, mantenía la esperanza de que la del tobillo también fuera retirada, pero al parecer no contaba con demasiada suerte.

La mala noticia, o bueno, no podría considerarse como una mala en realidad, es que Luke había llamado a Tiana, y ahora nos encontrábamos en la sala de espera para hacer la primera visita con una terapeuta.

Cuando la chica de la recepción pronuncia mi nombre, ambos nos incorporamos. Ingresamos a una pequeña sala y luego una mujer nos recibe. Luke y ella intercambian algunas palabras antes de que me permita el acceso a lo que deduzco es la sala en donde se llevan a cabo las sesiones.

—Te esperaré aquí —promete.

—De acuerdo.

La sala es acogedora, bastante en realidad. Tomo asiento en uno de los cómodos sillones y Vanessa, como se ha presentado la terapeuta, me sonríe con amabilidad. Hace las presentaciones que supongo que son habituales, mientras habla me recuerdo que le prometí a Less que haría esto, que le juré a Halley que aceptaría la ayuda sin rechistar.

Pero lo más importante, me repito que lo necesito. Que, si estoy aquí, es porque merezco sentirme bien. Merezco dejar toda la mierda que mi vida anterior había dejado en mí.

Merezco ser feliz.

Vanessa hace preguntas, siguiendo algunas guías y explica cada parte del proceso, le hablo de las pesadillas y del constante estado de alerta en el que he entrado desde el momento en el que salí del hospital.

—¿No sentías esto en el hospital? —pregunta con curiosidad.

—No.

—¿A qué crees que se deba?

—Supongo que, porque ahí siempre había alguien al pendiente, los médicos, las enfermeras, todos ellos.

—¿Y en casa te sientes inseguro? ¿La familia Lewis te hace sentir inseguro?

—No, al contrario, pero cuando se van, o cuando la idea de permanecer solo en la casa se presenta, me siento aterrado.

Las dos horas programadas de sesión cruzan con rapidez, al final del tiempo una pequeña alarma suena, un suave sonido que indica el fin.

—Ha sido muy bien para la primera sesión —expresa—. Aguarda aquí, necesito hablar con el señor Lewis un segundo.

Algo va mal.

El presentimiento vuelve, ellos demoran un par de segundos en entrar otra vez, y cuando vuelve, Luke luce más preocupado comparado a cuando llegamos.

—Dereck, esta es la primera sesión de un proceso que seguiremos. Necesito hacer algunos estudios y coordinar con un par de médicos más. —expresa.

—¿Otros médicos? ¿Por qué?

—Porque todo indica que tienes los síntomas claros de un trastorno de estrés postraumático.

Jodida mierda.

Escucharla decir aquello solo me confirma una cosa, que el infierno, sin duda estaba muy lejos de llegar a su final. 

____________________________________________________________________________

Diez capítulos más y la historia llega a su fin. No sé como sentirme al respecto, una cosa es segura, el final lo tengo clarísimo. 

Así que, tengan paciencia, disfruten de la lectura y... ¡Nos leemos mañana! 

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