Paltros y el Cetro Carmesí

By KAR0718

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Aún cuando piensas que tu vida será algo simple, reír, llorar, lo cotidiano, nunca sabes cuando puede cambiar... More

Prólogo
Capítulo I: Manuel
Capítulo II: El día en que cambió mi vida
Capítulo III: Existe otro mundo
Capítulo IV
Capítulo V: Presentaciones.
Capítulo VI: Pruebas y rituales.
Capítulo VII
Capítulo VIII: La nueva generación.
Capítulo IX: Interrogatorio.
Capítulo X: Una historia impresionante.
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII: Un rescate doloroso.
Capítulo XIV
Capítulo XV: A "Diez" le encanta narrar.
Capítulo XVI: La calma antes de...
Capítulo XVII
Capítulo XVIII: ¿Ahora qué hacemos?
Capítulo XIX
Capítulo XX: Un mundo oculto.
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV: Preludio de la batalla.
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII: El fin de una era.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Epílogo
Extra.

Capítulo XXXI

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By KAR0718

Seibrom aprovechó el momento y arremetió con más fuerza, nos había desmoralizado, pues, aunque sabíamos que arriesgábamos nuestras vidas, nunca esperamos que nos afectara tanto la muerte de uno de nosotros, y menos en esta situación.

Nos vimos superados enseguida, el poder que le concedía la gema, aunque no la dominaba por completo, era tremendo, lo protegía de todos los ataques basados en energía y los ataques físicos lo afectaban poco, tenía una tremenda resistencia y era bueno en el combate cuerpo a cuerpo.

No vi otra opción, puede que haya sido impulsivo, pero, en ese momento, tomé una decisión que consideré como la única manera de vencer, detuve el tiempo; todo se detuvo a mi alrededor, era la hora de actuar, corrí y salté encima de Seibrom, utilizando mi fuerza agarré la gema y comencé a tirar de ella, arrancarla era más difícil de lo que pensé, pero no podía fallar, esta era la única forma, continué tirando con todas mis fuerzas, comenzaba a sacarse, pero increíblemente Seibrom comenzó a moverse poco a poco, no lo podía creer, que tanto poder tenía, la habilidad dejó de surtir efecto en él, con el brazo al que le faltaba la mano, me propinó un enorme golpe con el que me apartó de él, pero con el mismo impulso, logré sacar la gema.

Caí al suelo con la gema en la mano, la lancé en dirección a Keitlas e inmediatamente el tiempo regresó a su curso, la consecuencia de utilizar ese poder cayó sobre mí de golpe, no podía moverme, estaba inerte en el suelo, solo tuve fuerza para señalarle a "Diez" donde había caído la gema antes de que el mango puntiagudo del hacha de Seibrom atravesara mi cuerpo al nivel del abdomen.

El mundo comenzó a tornarse oscuro, la vida se me escapaba, solo veía la desesperación de mis compañeros mientras luchaban por recuperar mi cuerpo, vi a Rogtan recoger la gema y entregársela a "Diez", les había dado una oportunidad, pero, aun así, no parecía ser suficiente.

Habían logrado apartar a Seibrom de mí, vi a Lisa acercándose cuando perdí la visión, todo se apagó, la luz, el sonido, sentí que caía en un pozo profundo y de pronto nada, ya no sentía dolor, ya no sentía, hasta el remordimiento de dejar atrás a mis amigos y familia, al igual que la tristeza por morir comenzaba a desaparecer, sentía paz, no había nada más que pudiera hacer, lo había intentado, pero al final fallé y ahora no había manera de cambiarlo. Justo cuando mis recuerdos comenzaron a pasar por mi cabeza por última vez, escuché una voz.

- "Seis", escucha - me dijo - aún queda una oportunidad.

De pronto aparecí en un espacio totalmente blanco

- ¿Quién es? - pregunté.

- ¿Ya no reconoces mi voz? - me dijo mientras se revelaba ante mí.

- Paltros - dije mientras inclinaba mi cabeza en reverencia - ¿Qué sucede? Ya estoy muerto ¿no?

- Pues sí - me respondió - tu alma ha abandonado tu cuerpo y tus compañeros luchan desesperadamente contra Seibrom.

Me mostró lo que sucedía en el campo de batalla y vi cómo eran superados totalmente, más que luchar intentaban sobrevivir, el poder que Seibrom había absorbido de la gema fue grande. Lágrimas aparecieron en mis ojos, no podía soportar lo que veía.

- ¿No hay nada que puedas hacer? - le pregunté a Paltros - es por proteger tu mundo que luchamos.

- Lo sé, pero nada puedo hacer por mi cuenta, milenios faltan para que pueda recuperar mi forma corpórea - me respondió.

- Entonces, eso es todo, vamos a morir todos, perderemos la pelea y no hay nada que puedas hacer - grité entre molesto y triste a la vez.

- Yo no puedo hacer nada - me dijo calmadamente - pero tú sí.

- ¿Yo?

- Si, tú, has demostrado en varias ocasiones que eres capaz de sacrificarte, por lo que crees y por tus amigos sin dudarlo - me observaba serio mientras me decía eso - aunque todavía tienes que trabajar en tus arranques de ira.

- Si, ya sé - dije - perdón por eso.

- Bueno, eso no es importante ahora, por el momento, presta mucha atención a lo que te voy a decir - su rostro lucía cada vez más serio.

Ahora que me percataba, era la primera vez que veía su rostro, anteriormente solo escuché su voz y lo que se veía era una silueta borrosa, era la viva imagen de Keitlas, o al revés en todo caso, pero con un aire aún más poderoso.

- Te voy a entregar mi poder, te daré casi toda la energía vital que he logrado reunir en todo este tiempo - continuó explicando - tu cuerpo se inundará con una energía que no tiene comparación en este mundo y con ella, podrás enfrentar a Seibrom.

- Espera un momento - dije todavía procesando lo que me había dicho - ¿por qué yo? ¿por qué no Keitlas?

- Porque su destino es otro, destino que no puedo revelar - me respondió - ya te expliqué, tanto Talira como yo te consideramos digno de ser portador de este poder, pero te advierto, hay consecuencias, primero no es permanente, segundo, tu cuerpo es mortal y se llenará de energía divina, no sé hasta qué punto puedas aguantar ni cuánto tiempo dure, las consecuencias pueden ser varias, una vez que esa energía salga de tu cuerpo, puedes perder la visión, el oído, el habla, puedes quedar paralítico, perder tus recuerdos o morir dolorosamente.

Dicho esto, es tuya la decisión, si así lo deseas, puedes descansar, tu alma reposará en nuestras estancias divinas, o puedes aceptar este poder que te ofrezco y salvar a tus amigos.

- Te voy a ser sincero, cuando mencionaste las consecuencias se me aflojaron las piernas, pero no puedo abandonar a mis amigos, no tengo ninguna duda de lo que quiero hacer - le dije mirándolo fijo - no importa si vuelvo a morir, voy a luchar, quiero luchar.

- Pues bien, la decisión ha sido tomada, el destino de este mundo y de tus amigos está en tus manos, te entregaré el cetro carmesí, debes atravesar a Seibrom con él.

Una imagen del obelisco de Paltros apareció frente a mí, haciéndose polvo desapareció, revelando dentro el Cetro Carmesí, lo agarré y luego de eso no escuché más, desperté en medio del campo de batalla, era un caos, a una distancia de alrededor de 100 metros pude ver que la pelea aún continuaba, pero mis compañeros iban perdiendo.

Miré mi abdomen y no tenía ninguna herida, en mi mano derecha sostenía el cetro, no sé cómo llego ahí, pero lo tenía en mi poder, me incorporé y lo alcé, la gema que aún resguardaba "Diez" brilló con fuerza, como si reconociera a su nuevo portador y salió de donde la guardaba hasta llegar al cetro y fundirse en la punta.

- ¡Seibrom! - grité y corrí a su encuentro.

Sentía un poder inmenso dentro de mí, nunca me había sentido tan vivo; Seibrom parecía confundido, su mente no concebía que no estuviera muerto y mucho menos, que ahora empuñara el Cetro Carmesí, un arma que ningún mortal podría portar, ni siquiera Keitlas ni su hermano podían hacerlo.

Aún en shock por lo que veía, su odio y su rabia eran incontrolables y me atacó con toda su fuerza, pero el golpe fue detenido fácilmente al chocar contra el escudo en el que se había transformado el cetro; como si ya fuera natural para mí, convertí el escudo en un enorme martillo, con el que golpeé el lateral de Seibrom, lanzándolo a varios metros lejos de mí, esta vez sí estaba recibiendo daño, pude sentir huesos quebrándose con ese golpe, pero eso no era suficiente, se puso de pie y corrió a mi encuentro, comenzó a lanzar una lluvia de ataques increíblemente rápidos, que de no ser por el poder que me había sido otorgado, me hubiera hecho pedazos, pero en estos momentos, los veía todos y podía defenderme de ellos.

Con el cetro, ahora convertido en una espada, reflejé todos sus ataques y de una estocada, logré atravesar su abdomen, inmediatamente sentí como si poder se iba drenando, ya no se veía tan alto como antes, al perder la gema e ir perdiendo su poder, su tamaño se había reducido considerablemente, por lo que me era más fácil herirlo.

Seibrom me miró con odio y con terror, la herida había sido grave, me miró como si en mí reconociera a su antiguo y poderoso creador; aprovechando su descuido, extraje la espada de su abdomen y de un tajo corté el único brazo sano que le quedaba, haciendo que su arma cayera al piso aún sujetada por su miembro cercenado. Todos me miraban sin poder decir nada, desde que comenzó la pelea se habían detenido, no entendían lo que sucedía, ni siquiera entendían por qué no estaba muerto, mucho menos cómo podía enfrentar a Seibrom por mi cuenta y para colmo ir venciendo.

Seibrom, al verse superado en todos los aspectos y al sentir como fluía en mí el poder de Paltros, decidió escapar, aún tan herido como estaba, seguía siendo ágil y veloz, fácilmente esquivó el siguiente ataque que lancé hacia su cabeza y emprendió su escape, iba a teletransportarme frente a él para impedir la huida y rematarlo, pero un dolor intenso comenzó a recorrer mi cuerpo, el cetro comenzó a rechazarme; no había espacio para las dudas, había llegado al límite de lo que podía aguantar, el poder comenzaría a abandonarme, la energía divina que me había sido entregada saldría de mi cuerpo y pagaría las consecuencias.

No podía ser, ¿otra vez fallaría en mi cometido? tenía que cumplir mi objetivo, miré en dirección al fugitivo que intentaba alejarse y pude ver cómo mis compañeros le cortaban el paso, "Siete" le agarró una pierna y comenzó a desintegrarlo, haciéndolo caer de rodillas, "Dos" golpeó su pecho para paralizarlo mientras Telion lo amarraba con sus plantas y le atravesaba el abdomen con mandoble, un rayo enorme lo golpeó de lleno, pero había que rematarlo ya, era el momento, el cetro tenía que terminar de frenar todo su poder o existía a posibilidad de que de alguna manera regresara.

Con las fuerzas que me quedaban transformé el cetro en una lanza y con la voluntad, la decisión y la rabia que tenía por dentro se la lancé; no sé si en realidad fue mi puntería, el destino u otra providencia, pero la lanza atravesó la cabeza de Seibrom de lado a lado, haciendo que su cuerpo cayera inerte a la tierra.

Con una fuerte explosión de energía, que aturdió a todo el que se encontraba cerca, su cuerpo se desintegró y desapareció, hasta que de su existencia solo quedó una mancha oscura en el suelo. Lo había logrado, no, lo habíamos logrado, vencimos, todo había terminado, ya podía descansar en paz, en la distancia pude ver cómo el cetro desaparecía, sentí la energía de Paltros salir de mi cuerpo y un dolor insoportable recorrerme de pies a cabeza, me retorcía en el suelo, vi a mis compañeros acercándose, al menos esta vez parecía que iba a poder despedirme, todos se acercaron corriendo.

Con la ayuda de Lisa me senté, intenté decir algo, pero un vómito de sangre me lo impidió. Por lo menos no parecía que fuera a quedar ciego, sordo, ni perdería mis recuerdos, simplemente iba a tener una muerte terriblemente dolorosa, nada más. Cuando por fin pude hablar, dije casi en un susurro.

- ¿Lo hicimos, lo logramos?

- No te fuerces a hablar - me dijo Lisa sollozando.

- Pensamos que habías muerto cuando Seibrom te atravesó - dijo Keitlas - como es que ...

- ¿Recuerdas aquel sueño? - le dije y enseguida comprendió.

- Fue mi padre quien te otorgó ese poder - dijo "Diez" y yo asentí suavemente - pero, todo ese poder en un cuerpo mortal es letal, él debe haberte avisado, las consecuencias, ¿por qué lo hiciste?

- Por ustedes - respondí - ¿Y Celina? ¿Está bien? - pregunté ya débilmente.

- Si, la herida era grave, pero logré salvarla - me dijo Damián - aún está inconsciente, pero está fuera de peligro.

La tristeza se reflejaba en los rostros de todos, nunca pensé que vendría a otro mundo a morir, pero no me arrepentía de nada, pues los había conocido, había hecho grandes amigos, la muerte ahora no parecía tan mala con su compañía, quitando la parte del dolor por supuesto, al menos había podido salvarlos, mi padre comprendería mi sacrificio, me dolía más por mi madre, que tendrían que explicarle de alguna forma que ya no me volvería a ver.

- Gracias por estar junto a mí en este último momento - dije - al menos pude despedirme.

- No te dejaré morir tan fácil - dijo de pronto Keitlas - al fin comprendo mi papel, esto forma parte de mi destino. Un día Paltros me dijo: "...tu larga vida tendrá un verdadero significado, hasta que la uses para algo que consideres realmente valioso".

Pensé que solo se refería a proteger este mundo, pero yo no soy indispensable para ello, todos los caballeros protegen este mundo por igual, esa, más que mi convicción, fue una misión que me fue otorgada, pero lo que realmente siempre aprecié fueron mis lazos inquebrantables con mis compañeros. Este será el papel más importante que he de jugar en toda mi vida, salvar la tuya.

Sin más, colocó sus manos sobre mi pecho, no sabía lo que pretendía, al igual que yo, todos estaban expectantes de lo que iba a suceder. Sentí un calor agradable recorrer mi cuerpo, el dolor insoportable desaparecía poco a poco y Keitlas se iba poniendo cada vez más pálido. El proceso solo duró unos segundos, máximo un minuto, cuando terminó "Diez" cayó inconsciente y yo, al sentir tanto alivio repentinamente, también perdí el conocimiento.

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