Paltros y el Cetro Carmesí

By KAR0718

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Aún cuando piensas que tu vida será algo simple, reír, llorar, lo cotidiano, nunca sabes cuando puede cambiar... More

Prólogo
Capítulo I: Manuel
Capítulo II: El día en que cambió mi vida
Capítulo III: Existe otro mundo
Capítulo IV
Capítulo V: Presentaciones.
Capítulo VI: Pruebas y rituales.
Capítulo VII
Capítulo VIII: La nueva generación.
Capítulo IX: Interrogatorio.
Capítulo X: Una historia impresionante.
Capítulo XI
Capítulo XIII: Un rescate doloroso.
Capítulo XIV
Capítulo XV: A "Diez" le encanta narrar.
Capítulo XVI: La calma antes de...
Capítulo XVII
Capítulo XVIII: ¿Ahora qué hacemos?
Capítulo XIX
Capítulo XX: Un mundo oculto.
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV: Preludio de la batalla.
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII: El fin de una era.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Epílogo
Extra.

Capítulo XII

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By KAR0718

Lo primero que hizo Paltros fue desatar la mayor magia que alguna vez se haya visto en este mundo, con ella castigó a los humanos a la vez que los salvaba de la extinción, los envió a un mundo donde poder y magia solo son considerados leyenda, esos conceptos no eran aplicables allá, perdiendo de esa manera la gracia de su creador, así que su vida en este mundo desapareció por completo, quedando en su mente solo algunos recuerdos que con el tiempo se fueron perdiendo, solo recordados por quienes profesaban la fe, pues es en realidad a Paltros a quien llaman por distintos nombres como Dios, Zeus, Odín, Rah y muchos otros, han olvidado su verdadero nombre pero sigue siendo él. Pero, aunque estaba molesto por su errada conducta, Paltros los seguía amando, y fue por eso, más que por sus errores, que los envió a ese nuevo mundo, pues no soportaba la idea de que Seibrom los destruyera solo por cumplir su objetivo.

Paltros empleó gran parte de su poder en la separación de los mundos, pero su fuerza no menguaba, ya con ese cometido cumplido, decidió aceptar el desafío de Seibrom y bajar por última y definitiva vez de las estancias sagradas.

Así dio inicio la segunda Gran Guerra de los grandes poderes, que decidiría, al menos por un buen tiempo, el destino de este mundo. Pero Talira no estaba dispuesta a perder por completo las maravillas que se habían realizado, ni ninguna de sus creaciones, pues todas les eran caras, así que transformó su cuerpo por el de un manto de poder con el que cubrió la tierra casi por completo, protegiendo a todas las razas de la cólera que estaba por desatarse, este tiempo fue conocido por los Vérnidan como "La oscuridad floreciente", pues aunque no recibían ni un atisbo de luz ni del Zen, ni del Zott, una luz más tenue pero agradable cubría el mundo, y las plantas siguieron creciendo, nada de lo que necesitaba luz se mancilló.

Así estuvo preparado el campo de batalla al que Paltros descendió, tan alto como una montaña, vestido con una armadura dorada y el cetro en su mano derecha, a su encuentro salió Seibrom, prepotente, tan alto como su contrincante, crecido en poder, pues aunque sus planes fueron descubiertos, había logrado reunir suficiente poder, su figura era ahora terrorífica, desfigurado por su propia malicia, vestido con una armadura roja y negra de la que salían unos vapores negruzcos, armado con una enorme hacha de doble filo a la que llamaba "La Usurpadora", pues ese era su objetivo, destronar a Paltros.

La batalla fue dura, duró alrededor de 20 años, y realizó varios cambios en el mundo, pues, aunque la protección de Talira era fuerte, peor era la furia que encima de ella se desataba, quedando gravemente herida al culminar tal contienda. Seibrom blandía su hacha como una extensión de su cuerpo, pero Paltros se defendía y atacaba ferozmente, cambiando de forma el cetro entre una gran espada y un impenetrable escudo.

Mucho tiempo llevaban peleando y su furia no menguaba, pero Seibrom iba ganando terreno, el gran poder utilizado por Paltros para separar el mundo y el invertido en crear el cetro lo habían debilitado, sabía que si la lucha se alargaba demasiado perdería, tenía que encontrar el momento para dar fin a la pelea, pero Seibrom no dejaría pasar esta oportunidad de victoria, así que aprovechando la debilidad del dios, creó con su poder dos gigantescos Brog y se lanzó al ataque, pero se había olvidado de algo, se había olvidado de nosotros, los hijos de Paltros, que aún en contra de la voluntad de mi padre descendimos de las estancias, combatimos y dimos muerte a las dos bestias inmundas.

Aunque sabíamos que nuestro poder era muy inferior, atacamos con todo lo que teníamos a Seibrom, hasta que logramos herirlo y hacerlo retroceder, pero el daño no fue mortal y su furia fue mayor, se incorporó indignado, dispuesto a darle muerte a los seres inferiores que se habían atrevido a desafiarlo, pero Paltros aprovechó su desconcentración y atacó nuevamente, esta vez ganando terreno, hasta que en una fuerte embestida lo desarmó y en una estocada lo atravesó con el cetro en forma de una lanza.

- Bueno muchachos, ya es demasiado tarde, faltan pocas horas para el amanecer y debemos descansar, que este día promete ser largo y hay mucho por hacer y descubrir.

- Pero ¿cómo sigue la historia? - preguntó Lisa -, si fue derrotado ¿por qué seguimos combatiendo contra él? ¿cómo y por qué surgieron los caballeros?

- Esa parte tendrá que esperar - dijo ¨Diez¨ -, los necesito con fuerzas para la tarea que hemos de acometer, rescatar a la madre de nuestro compañero.

Cuando escuchamos ese comentario, todos los humos se bajaron y los ánimos se calmaron, estuvimos de acuerdo en ir a descansar y de golpe todo el cansancio oculto por la curiosidad salió a relucir y nadie se quejó más. Fue así como terminó aquella noche y nos dirigimos a los dormitorios, no completamente satisfechos, pero si con muchas dudas aclaradas.

Antes de ir a dormir ¨Siete¨ se acercó para hablar conmigo:

- Manuel, tienes un momento.

- Si, dime

- No sé cuál sea tu opinión sobre mí, pero quiero disculparme por los daños y problemas que mi maestro te ha causado. A partir de ahora seremos compañeros y no quiero que la duda y el prejuicio de interponga entre nosotros, deseo que seamos capaces de confiar el uno en el otro. Y como confidente te pido un favor, ayúdame a conquistar a Lisa.

- ¡Queeeee!, perdón, qué dijiste.

- Mira, te voy a responder, ni la duda ni el prejuicio debe interponerse entre nosotros, estoy de acuerdo, la confianza no se gana con palabras sino con acciones y hasta ahora, en combate me demostraste ser bastante confiable, pero será el tiempo quien defina como ha de ser nuestra relación, pues yo intentaré ganarme tu confianza y respeto y tú debes ganarte los míos. En cuanto al favor, te digo, no te puedo ayudar, tendremos que ser rivales, yo también quiero enamorar a ¨Ocho¨, así que para que esto no cree discordia entre nosotros, hagamos un juramento, cada uno intentará conquistarla por separado sin dañar la imagen del otro y que sea ella quien decida con el tiempo y no importa quien lo logre aceptaremos el resultado.

- Me sorprendiste con eso, pero estoy de acuerdo.

Así nos despedimos y fuimos a descansar, ya eran más de las 3 de la mañana cuando todo quedó en silencio. La mañana llegó, pero nadie se despertó temprano. Ya bien entrada la mañana, una voz me despertó, era ¨Diez¨ que me llamaba.

- Ya es hora de despertarse, ya es tarde, apresúrate y reúnete con nosotros en el salón.

Me apresuré lo más que pude en arreglarme, no entendía por qué, pero siempre me levantaba de último. Cuando estuve listo, bajé las escaleras corriendo y llegué al salón, pero allí me di cuenta que el único atrasado no era yo, por primera vez, pues ¨Siete¨ y ¨Nueve¨ venían llegando al unísono conmigo. Cuando estuvimos todos reunidos y ¨Diez¨ se dispuso a hablar, me di cuenta de un suceso terrible, esta vez sí me había quedado sin desayuno; pero antes de que Keitlas iniciara su discurso habitual, sentí que alguien me tocaba el hombro, era Celina que me llamaba.

- Logré sacar esto del comedor - me dijo.

Un ángel, había visto a un ángel, me estaba brindando un sándwich de carne, lo tomé apresuradamente, pero no me dejó decir nada y se alejó, no pude ni agradecerle, se colocó al lado de su hermano como siempre, pero este me miraba algo receloso, sin entender yo el porqué, pero bueno, no hice ninguna pregunta y comencé a desayunar mientras daba inicio la conversación.

- Ya el maestro de ¨Siete¨ ha despertado, según me informaron Celina y Darrell al amanecer, aunque ya no parece peligroso, lo volvimos a colocar en la cámara metálica del sótano, aunque esta vez sin amarrarlo, vamos a interrogarlo otra vez, pero antes deseo aclarar algo, él también fue mi compañero y fue querido, a mí su traición me dolió en lo más profundo, pero quiero que consideren que estaba siendo controlado, así que les pido, principalmente Telion y Manuel, que tengan paciencia o no participarán del interrogatorio.

La charla concluyó y nos dirigimos a la cámara, una vez allí, antes de entrar, Keitlas nos hizo una última advertencia. Nos topamos con una figura totalmente diferente en expresión al ser prepotente que habíamos visto antes, su mirada ya no era desafiante, sus ojos se notaban tristes, su rostro parecía avejentado, como quien ha pasado por mil años de torturas; lo primero que hizo cuando nos vio fue arrodillarse, bajar la mirada y con un tono de arrepentimiento, pidió perdón repetidas veces. ¨Diez¨ lo mandó a incorporarse, pero continuaba sin levantar la cabeza, no se atrevía a mirarnos directamente a los ojos, pero, aun así, el interrogatorio comenzó.

- No te maltrataré - dijo Keitlas - ni ninguno de los presentes lo hará, pues sé que un poder muy superior al tuyo te atormentó y sé que estás avergonzado por lo que hiciste, pero necesito que te concentres y nos digas dos cosas importantes ¿cuáles son los planes de Seibrom? O al menos ¿qué te reveló? Y por último ¿dónde está la mujer de ¨Seis¨?

- Está bien - respondió el interrogado - no creo tener ningún problema con eso, pero primero quiero disculparme con tres personas, primero contigo ¨Diez¨, nunca quise traicionarlos, jamás pensé que iba a sobrevivir a aquel combate contra Seibrom, pero ¨Uno¨ me salvó sin saber que su poder ya estaba actuando en mí, en segundo lugar, me disculpo con el actual ¨¨Seis¨ en nombre de su maestro pues fue un excelente caballero y tampoco quise traicionarlo, ni lastimarlo, el día que por error conocí a su mujer, ya la oscuridad me consumía, y eso conllevó a mis actos, pero sin embargo hasta ahora he sido incapaz de lastimarla, había algo en mí que me lo impedía, no se explicar qué, incluso las criaturas que tenía bajo mi mando tenían prohibido acercársele bajo sentencia de muerte.

Por último, me disculpo con el actual ¨Tres¨, sé que mis errores son irreversibles y que no puedo cambiar el pasado, pero nunca tuve mejor compañero que tu maestro y maldigo el día en que mis manos se mancharon con su sangre. En general, me disculpo con todos por los problemas que les he ocasionado y no espero su perdón, solo espero que la información que pueda bridarles, les sea útil.

Nadie pronunció una palabra en desacuerdo o aceptación, la cámara quedó en silencio por un minuto, pero ¨Diez¨ volvió a romper el hielo.

- Perfecto, ahora míranos a los ojos y dinos lo que conozcas, ya juzgaremos nosotros si en verdad tus palabras pueden redimirte de tus errores.

- El plan de Seibrom es bastante obvio y sencillo - dijo en anterior ¨Siete¨ - aunque no por eso menos peligroso, desea abrir un portal para el mundo humano, para destruirlo y consumir sus almas, para de esa manera recuperar sus poderes divinos y reclamar este mundo como su dios, pues ahora que Paltros no está, no habría nadie que lo enfrentara si lograra su cometido.

Gran parte de su plan consistía en utilizar el talismán a través de mí para abrir el portal que lo llevaría, pero yo no tengo tanto poder como ¨Diez¨ o como Raitlas el primer portador de ese talismán y al haber perdido mis poderes al traicionarlos, el amuleto no me respondía adecuadamente, por lo que me costaba mucho reunir la energía necesaria para hacerlo funcionar, generalmente era con poder prestado del propio Seibrom, pero al ser energía oscura, seguía sin responder bien y necesitaba bastante; cuando secuestramos a la mujer de ¨Seis¨, fue el primer intento, la primera prueba, pero solo lograron atravesar 5 criaturas y eso no era suficiente ni de cerca, pues Seibrom deseaba atacar con todo su ejército, o al menos gran parte de él.

- ¿Por qué no lo volvieron a intentar? - preguntó Kumal.

- Pues como ya dije, me costaba trabajo reunir el poder necesario. Por eso Seibrom me encomendó atacarlos durante las pruebas, pero al no encontrarlos en la Cámara del Nix, supuse que se encontrarían en el santuario de Paltros y como abrir un portal en este mundo es más fácil, llegamos en un instante luego de que me di cuenta.

- Pero ¿Para qué o por qué te encomendó eso? - dijo ¨Diez¨ - pudieron seguir reuniendo poder.

- Si, pero Seibrom se ha debilitado y por eso tiene prisa, ahora más que nunca le teme al poder de los caballeros, así que deseaba impedir la existencia de otra generación y también hacerse con el otro talismán, pues con eso garantizaría que nadie se entrometiera en sus planes o al menos le daría algo más de tiempo para lograrlo, pero no contó con que esta generación fue tan talentosa y poderosa. Bueno, eso es lo que sé de sus planes, si no es todo, es bastante.

- Y la mujer de ¨Seis¨ - pregunté ansioso - ¿dónde se encuentra?

- Claro, perdón, ella se encuentra en una fortaleza humana abandonada conocida como Roukhill, el fuerte entre las colinas rocosas, uno de los antiguos castillos de los hombres que fue corrompido por Seibrom, allí se encuentra una gran horda del ejército, con esbirros fuertes entre ellos, pero ella se encuentra en una habitación especial construida en la falda de la más alta de las colinas, donde nadie excepto yo, tenía acceso, pues aunque con comodidades, las mantuve encerrada en una habitación con la única entrada y salida clausurada, solo unas pequeñas ventanas para que entrara el aire, solo yo podía entrar gracias al talismán, así que por ese lado ustedes tienen ventaja, pero no se confíen, pues Seibrom, aunque me controlaba la mayor parte del tiempo, nunca confió totalmente en mí, por eso allí se encuentran algunos de sus más grandes esbirros que aunque los puso a mi servicio, sé que también lo hizo para mantenerme controlado y vigilado.

- Ya todo está dicho - dijo ¨Diez¨ - ahora solo resta cumplir con la misión, debemos rescatarla, pero tú permanecerás en esta cámara hasta nuestro regreso, serás atendido por nuestros dos ayudantes, cuando volvamos serás juzgado y conocerás tu veredicto.

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