Paltros y el Cetro Carmesí

By KAR0718

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Aún cuando piensas que tu vida será algo simple, reír, llorar, lo cotidiano, nunca sabes cuando puede cambiar... More

Prólogo
Capítulo I: Manuel
Capítulo II: El día en que cambió mi vida
Capítulo III: Existe otro mundo
Capítulo IV
Capítulo V: Presentaciones.
Capítulo VI: Pruebas y rituales.
Capítulo VII
Capítulo IX: Interrogatorio.
Capítulo X: Una historia impresionante.
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII: Un rescate doloroso.
Capítulo XIV
Capítulo XV: A "Diez" le encanta narrar.
Capítulo XVI: La calma antes de...
Capítulo XVII
Capítulo XVIII: ¿Ahora qué hacemos?
Capítulo XIX
Capítulo XX: Un mundo oculto.
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV: Preludio de la batalla.
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII: El fin de una era.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Epílogo
Extra.

Capítulo VIII: La nueva generación.

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By KAR0718

Después de decirnos aquellas palabras desapareció, nos dejó sin aliento, como si ya no tuviéramos suficiente presión encima, ahora, enterarnos que por nuestra culpa podía acabarse el mundo, era casi como lanzar un león por un precipicio y pedirle que volara o se moriría.

A pesar de eso, más que una carga, todos sentimos que teníamos una responsabilidad enorme con la que nos sentimos comprometidos. De pronto, salimos de aquel trance, aun estábamos sentados de la misma forma, sin habernos movido ni un centímetro, cuando la vista se fue aclarando nos encontramos con la peor escena posible en ese momento, era horrible, nos estaban atacando, habíamos sido rodeados, ¨Diez¨ peleaba casi solo utilizando sus poderes y copiando los nuestros, mientras los anteriores caballeros lo ayudaban con sus armas, pero con dificultad pues ya no poseían ninguna habilidad, aunque a pesar de eso se notaba que se habían convertido en expertos en combate, rebosan de confianza en el campo de batalla.

Todavía estábamos atolondrados, no entendíamos nada, había cientos de bestias inundando aquel claro en medio del bosque, como las que se habían llevado a mi madre, había otro con forma de lagartos que traían encadenados como si fueran bestias de presa o los montaban como caballos, incluso había algunos que volaban. Para sacarnos del limbo en el que aun estábamos ¨Diez¨ nos gritó:

- ¡Despierten, nos atacan! Es el traidor, ¨Siete¨ y una horda de Hellindraks ¡despierten!

Aún no entendíamos, la cabeza nos daba vueltas y los oídos nos retumbaban, pero todo cambió cuando, frente a nuestros ojos la maestra de ¨Nueve¨ cayó al suelo atravesada por una lanza enorme y el maestro de ¨Uno¨ fue herido en un brazo por una flecha, de golpe comprendimos la situación, estábamos en medio de un ataque sorpresa y estábamos siendo protegidos. A la nueva orden de ¨Diez¨ todos actuamos:

- ¡Ataquen!

¨Uno¨ se quedó en la retaguardia, su labor sería curar a los heridos, e inmediatamente se dirigió hacia donde estaba su maestro que se encontraba cerca para comenzar a sanarlo; ¨Nueve¨ enfureció al ver el cuerpo inerte de su maestra, el clima cambió, el cielo se nubló y el campo de batalla comenzó a ser azotado por rayos y torbellinos que barrían con nuestros enemigos; con mi teletransportación recuperé el cuerpo de su maestra, pero ya era demasiado tarde. ¨Diez¨ ordenó a los anteriores caballeros que retrocedieran hasta la posición de ¨Uno¨ y así lo hicieron, mientras nosotros avanzábamos.

Con mi fuerza comencé a combatir, me transportaba de lugar en lugar golpeando a las inmundas bestias, ¨Tres¨ atrajo a los animales del bosque a que pelearan junto a él, hasta los árboles atacaban con sus raíces y ramas a través de su poder; ¨Cinco¨ se ocultaba entre las sombras y asesinaba o mutilaba a las criaturas, pero era más difícil de lo que parecían, también poseían una fuerza descomunal y se regeneraban rapidísimo.

- ¡Ataquen con decisión, no retrocedan! - gritaba ¨Diez¨ -tienen que arrancarles la cabeza, es la única forma de vencerlos, pues tienen tres corazones y varía su posición en cada criatura, por eso es tan difícil acabar con ellos, si los mutilan, sus miembros volverán a crecer, tienen que arrancar sus cabezas, es su único punto débil.

¨Ocho¨ atacó con rabia, con un ataque eléctrico tan fuerte que voló las cabezas de al menos 10 bestias, pero descuidó su espalda, una criatura se dispuso a atravesarla con una espada enorme, pensé en ayudarla y por desconcentrarme por poco el que pierde la cabeza soy yo, esquivé el golpe por los pelos y de un puñetazo arranqué la cabeza de mi rival, cuando volví a mirar, ¨Siete¨ luchaba hombro con hombro junto a ¨Ocho¨, él la había salvado, creó un muro de metal detrás de ella que logró protegerla del ataque, en un instante se alejó de ella hasta adentrarse un poco dentro de horda, cuando lo estaban rodeando desintegró a todos los que se encontraban dentro de su rango.

¨Cuatro¨, aunque su poder parecía más útil para infiltraciones, podía convertirse en cualquier bestia que deseara, así que, adoptando la forma de un Brog alado comenzó a batallar contra los jinetes de bestias voladoras y a derribar a tantos enemigos en el campo como pudiera, que aunque algunos no morían con el fuego, al menos los detenía por un buen tiempo. ¨Dos¨ poseía un buen poder, pero si era rodeado por demasiados enemigos no serviría de nada, así que me acerque a ¨Nueve¨ y le dije:

- ¡Nueve!, ya sé que estás molesto, pero necesito que te calmes un poco y te concentres.

- Estoy concentrado ¿qué quieres?

- Necesito que cubras a ¨Dos¨- dije -, su poder puede sernos muy útil pero solo no puede lograrlo.

- Está bien, lo haré, pero recuerda que tú no eres jefe- me gritó.

Algo dolorosas las palabras, pero bastante ciertas, me preguntaba qué estaba haciendo ¨Diez¨ que no estaba dirigiéndonos, lo busqué por todos lados con la vista y lo vi en la retaguardia intentando abrir un portal para que nuestros maestros escaparan, pero nadie lo estaba cubriendo, así que no podía terminar el conjuro.

Sin dudar me teletransporté hasta donde se encontraba para cubrir la retirada el tiempo que fuera necesario, uno segundos más tarde llegó ¨Tres¨ que al parecer también se había percatado de la situación; con su poder hizo que las raíces del árbol sagrado crecieran hasta crear un muro de madera para cubrirnos de los ataques a distancia, instante que ¨Diez¨ aprovechó para abrir el portal finalmente; todos los maestros comenzaron a atravesar el portal y ese fue el momento en el que me percaté de que mi padre no se encontraba con ellos.

- ¡¨Diez¨! - grité - ¿dónde está mi padre?

- No sé- me respondió – no obedeció cuando le dije que se retirara.

- ¨Siete¨- pensé – debe querer luchar contra ¨Siete¨.

Salí fuera de la barrera de madera y comencé a escanear el campo de batalla, a lo lejos pude distinguir una figura que peleaba ferozmente con un grupo de criaturas que lo rodeaban. Con su espada mutilaba y arrancaba cabezas, pero se notaba cansado y malherido.

Comencé a teletransportarme para llegar hasta donde se encontraba, pero no llegué a tiempo, una bestia en forma de lagarto, de los que traían encadenados lo agarró por una pierna hasta cercenársela, se la arrancó de un solo mordisco, tres criaturas se disponían a darle el golpe final, pero una voz que se acercaba gritó.

- ¡No lo toquen!, su vida me pertenece.

De unas de las bestias aladas se bajó una figura muy parecida a ¨Dos¨ o a ¨Siete¨, sin dudas era un Vulcan; mi padre gritaba de dolor y de rabia tirado en el suelo.

- ¿¡Dónde está mi mujer, maldito!?- le reclamó mi padre al recién llegado.

No había nada que comprobar, ese era el anterior ¨Siete¨, el traidor, él tenía a mi madre. Aunque la rabia me consumía, me teletransporté en frente de él, tomé a mi padre y escapé hasta colocarlo a salvo en la retaguardia, lo dejé junto a ¨Uno¨ para que lo atendiera y me transporté nuevamente frente al infame, varias bestias me atacaron, pero las eludí y les arranque las cabezas, la rabia y el odio me hacían hervir la sangre, lo ataqué segado, sin coordinar mis movimientos, pero, aunque ya no poseía ningún poder, su experiencia en combate era superior a la mía, me eludió de forma grácil y logró herirme levemente en el brazo.

En un descuido, la bestia alada me atacó y casi logra agarrarme, no fue así gracias a que una lanza la atravesó, era ¨Siete¨, me había salvado, cuando la bestia cayó inerte al suelo, ataqué al traidor, aún con rabia pero esta vez pensando con más calma las cosas, amagué con un golpe recto, cosa que él esquivó, pero al hacer ese movimiento brusco descubrió el resto de su cuerpo, aproveche y me transporté a su espalda, agarré su brazo derecho y lo fracturé, luego le propiné un golpe en el costado bastante fuerte, pude sentir como algunas costillas se rompían, con el odio acumulado me dispuse a aplastar su cabeza contra el suelo pero ¨Siete¨ me detuvo.

- ¡Noo! – gritó.

- ¿Qué sucede? - pregunte molesto- ¿También vas a traicionar, vas a salvar a tu querido maestro?

- No seas estúpido- me dijo – si fuera a traicionar, la lanza no hubiera atravesado a la bestia sino a ti.

- Puede haber sido mala suerte- le respondí aun con dudas.

- También podía haber dejado que te comiera- me dijo ¨Siete¨ tratando de calmarme- no seas cabeza dura, si lo matas ahora nunca averiguarás donde está tu madre.

- ¿Cómo sabes lo de mi madre? – pregunté.

No tuvo tiempo de responder, un grupo de bestias nos atacaron, pero agarré a ¨Siete¨ y a su maestro y los transporté conmigo hasta ponernos a salvo en la retaguardia.

- ¡Responde! – le dije a penas llegamos.

- Acaso no te enteras de nada- me dijo mientras me explicaba -, o no sentiste lo mismo que todos nosotros durante el ritual, lo único que vimos no fue el pasado de nuestros antecesores, también fue el nuestro, nuestros recuerdos, los sentimientos, emociones, alegría, el dolor.

- Es cierto- dije con voz suave –también vi tu pasado y el del resto, perdón, estaba furioso, aún lo estoy, pero disculpa, se me había nublado el juicio, tú también perdiste a tu maestro, por lo que pude ver en tus recuerdos, no siempre fue así, era como un padre para ti.

- Si, lo era, pero eso ya es pasado.

- Rápido, llevémoslo con ¨Diez¨- dije.

- Llévalo tú- me respondió -, yo te cubro.

Salí disparado con el cuerpo inerte hasta llegar a ¨Uno¨ y ¨Diez¨, quien quedó sorprendido con lo que veía, pero sin dudarlo agarró al traidor y lo ató; le pidió a ¨Uno¨ que le diera primeros auxilios para que no muriera, pero que no lo sanara del todo. Cuando le dio las indicaciones ¨Diez¨ finalmente se unió al combate, invocó tres quimeras enormes que comenzaron a arrasar en al campo de batalla. ¨Cuatro¨ al verlas se convirtió en una de ellas para continuar combatiendo.

Ya quedaban pocas bestias, al parecer no éramos tan malos combatiendo. Sentí una voz en mi cabeza, que al parecer escucharon todos, enseguida comprendí que era ¨Diez¨, en un instante nos comunicó su plan y todos comprendimos nuestro papel, nos reunimos a su lado de forma instintiva, ¨Cuatro¨ abandonó su forma trasformada y se unió a ¨Uno¨ en la retaguardia para vigilar al traidor, ¨Diez¨ tocó los hombros de ¨Ocho¨ y de ¨Nueve¨ y juntos realizaron un ataque eléctrico que acabó con alrededor de 50 enemigos a la vez y mutiló a otros tantos.

Con mi poder transporté a ¨Siete¨ a centro de los enemigos que quedaban, rápidamente me alejé y este desintegró a todos los que se encontraban dentro de su rango, luego regresé y transporté conmigo a ¨Nueve¨, él se encargó de extraer el alma de varios enemigos cercanos, era algo increíble de ver, era como si extrajera hasta la última gota de vida en un instante, lo malo es que este poder era realmente agotador, cuando terminó lo regresé a donde estaba, ¨Siete¨ seguía combatiendo, corriendo iba golpeando con su mano derecha a múltiples enemigos, ¨Cinco¨ se le había unido  y lo protegía desde las sombras acabando con todos los que intentaban acercársele por la espalda.

Era la última línea de defensa, solo quedaban alrededor de 20 enemigos, este sería el ataque decisivo y quise probar mi otro poder, me daba curiosidad, así que, sin pensarlo más, detuve el tiempo, todo parecía irreal, nada ni nadie se movía excepto yo, agarré una daga del cuerpo de una bestia decapitada, me teletransporté hacia donde se encontraban y fui cercenando cabeza por cabeza hasta que no quedó ninguno, volví hasta donde se encontraban los demás y detuve mi habilidad, de inmediato perdí casi todas mi fuerza, no podía moverme, se sentía extraño y ¨Diez¨ a verme y mirar al campo de batalla ya completamente despejado comprendió lo que había pasado y me miró con una cara que expresaba claramente un "te dije que habría consecuencias"; entre todos dieron el golpe final a las pocas bestias voladoras que quedaban hasta aniquilarlas.

¨Ocho¨ me cargó en sus hombros y regresamos hasta el obelisco, ¨Diez¨ agarró su talismán y volvió a abrir un portal que todos atravesamos.

Volvimos al cuartel, el refugio, como deseen llamarlo, nos reunimos en la sala común, allí se encontraban nuestros maestros reunidos, preocupados y heridos, la maestra de ¨Nueve¨ estaba acostada en el sillón grande, él se le acercó llorando desconsolado y la abrazó.

- ¿Por qué lloras? – dijo la voz de la maestra malherida.

- No estás muerta – dijo él sorprendido y aún más lágrimas salieron esta vez.

- Pues no, gracias a ¨Uno¨ y a ¨Diez¨ logré sobrevivir.

- Ese fue el motivo por el cual me demoré en incorporarme a la batalla- dijo ¨Diez¨-, la herida era tan grave que un solo sanador no podría salvarla, pero al copiar los poderes de ¨Uno¨ pudimos ayudarla.

- Gracias ¨Diez¨, gracias ¨Uno¨, no sé cómo pagárselo- dijo ¨Nueve¨.

- Pero por desgracia- continuó ¨Diez¨- traerla casi de la muerte tuvo efectos secundarios, no volverá a caminar.

- Pero…- intentó decir ¨Nueve¨, pero fue interrumpido por su maestra.

- No te preocupes- dijo ella- estoy viva y eso es lo más importante.

Mi vista recorrió el lugar en busca de mi padre, lo encontré sentado trabajosamente en un sillón, me sonreía como si estuviera orgulloso de mí, pero el pecho se me oprimía al verlo así, tan herido.

- Perdona hijo, no pude ser de más ayuda- dijo cuándo me acerqué a él.

- Perdóname tú a mí – dije -, por no darme cuanta a tiempo, perdiste una pierna y de no ser por el tratamiento de ¨Uno¨ hubieras muerto desangrado.

- No te atormentes por eso- me dijo al tocarme un hombro -, como ya escuchaste, estar vivo es lo que importa. Por favor hijo, salva a tu madre, ahora te toca a ti, está en tus manos- las lágrimas le nublaron la vista.

- Es hora de que la anterior generación abandone estos recintos, llegó el momento de despedirse- exclamó ¨Diez¨ -, ya todos saben que hacer, toquen las runas en sus brazos y digan ¨Por la gracia de Paltros, mi tarea está cumplida¨ y en un instante se transportarán a sus hogares- todos recitaron las palabras luego de despedirse de sus discípulos y desaparecieron de la sala.

- Pero, ¿Y los heridos? – preguntamos ¨Nueve¨ y yo.

- No se preocupen, ambos son humanos, pero en su mundo también tenemos otros ayudantes- explicó ¨Diez¨- ellos saben qué hacer cuando alguno de los caballeros regresa en ese estado, ambos estarán bien.

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