Domingo 15 de Enero de 1977
Durmió hasta lo más tarde posible la mañana siguiente, intentando posponer la gran confrontación que le esperaba. No podía hablar con ellos, todavía no, no hasta que su cabeza estuviera despejada. Tendrían tantas preguntas, algunas que no podía responder, otras que no quería. Se duchó más tiempo de lo habitual; algo de Livia parecía haberse adherido a él, y abrió el grifo caliente para poder quemarlo. Las marcas de garras que había dejado ya se estaban curando, pero todavía picaban bajo el jersey de lana áspero de Remus.
Limpio y vestido, Remus fue a su baúl y buscó un trozo de pergamino, antes de garabatear una nota así nomás:
Si todavía estás en el pueblo, me gustaría volver a hablar contigo.
Lo dobló a toda prisa, se lo metió en el bolsillo y se dirigió hacia la lechucería. Los merodeadores estaban todos en la sala común, en el mismo estado en el que estaban la noche anterior. Remus los miró, presa del pánico, luego inclinó la cabeza y siguió caminando.
- Moony, espera... - Lo siguieron, los tres, a través del agujero del retrato. No importaba, no podían discutirlo abiertamente, él lo sabía y ellos lo sabían.
- Voy a la lechucería. - Dijo, marchando adelante.
- ¿No quieres desayunar? - Preguntó Peter.
- Después.
- Moony, ¿podemos hablar de lo que pasó anoche? - Preguntó James, sonando todavía muy cansado. Remus supuso que había estado soportando la peor parte de la frustración de Sirius. Bueno; tenía que dejar que alguien más se hiciera cargo de eso por un tiempo.
- Aquí no.
Desafortunadamente, todos lo siguieron hasta la lechucería, que resultó estar completamente vacía, excepto por las lechuzas, por supuesto, la mayoría de las cuales dormían.
- ¿A quién le estás escribiendo? - Sirius preguntó de inmediato. Remus cerró los ojos, suspiró y volvió a atar su nota a la lechuza más cercana.
- Ferox. Mi antiguo profesor.
- ¡¿Por qué?!
Remus soltó la cuerda que estaba usando y dio una sacudida cuando tuvo que doblarse para recogerla. Continuó explicando, con calma.
- Está en Hogsmeade. Lo vi anoche, pero quiero volver a verlo.
- ¿Qué estaba haciendo en...
Remus gruñó de nuevo, buscando a tientas su tercer intento de atar la nota a la pata del búho agitado. Sirius estaba demasiado cerca, inclinado sobre él, exigiendo respuestas, y Remus apenas podía concentrarse.
- Está trabajando con Moody, y lo convocaron allí para traerme de regreso...
- ¿Quién lo convocó?
- ¡Joder, dame un minuto, ¿quieres? - Remus espetó.
Sirius retrocedió, luciendo como si le gustaría mucho decir algo más, pero se estaba mordiendo la lengua. James volvió a tocar su hombro. Remus los ignoró a ambos y ató la carta al pájaro, tal vez un poco demasiado apretado, porque lo picoteó enojado antes de volar hacia el pueblo. Podría quedarse allí, tal vez, no tardaría mucho. Pero su estómago gruñó. Se volvió para mirar a sus amigos.
- Okay. ¿Desayuno?
- ¿Vas a decirnos...
- Sí, Padfoot, está bien. Vamos... Busquemos unas tostadas y salgamos a caminar o algo, ¿de acuerdo?
Eso fue lo que hicieron, entonces. Remus untó con mantequilla al menos cinco rebanadas de pan tostado en el Gran Comedor, las envolvió en servilletas y las metió en los bolsillos de su túnica. Los otros tres merodeadores lo siguieron, observando con cautela como si aún no estuvieran muy seguros de qué hacer con él.
- Correcto. - Dijo, una vez que estuvieron afuera - Todos deben callarse y dejarme contarlo, ¿De acuerdo? Sin interrupciones.
Asintieron solemnemente mientras caminaban. Vio a Sirius fruncir los labios. Le debe ser difícil, pensó Remus con rencor. Pero puede escucharme a mí, por una vez. Entonces, habló.
Lo encontró mucho más fácil que contárselo a Dumbledore, al menos sabía con certeza que los merodeadores estaban de su lado. Trató de explicar todo con el menor contexto emocional posible. Sabía que había un hombre lobo cerca. Fue a buscarlo, y conoció a Livia, luego intervino Ferox.
- Moody me habló el verano pasado - explicó finalmente - me dijo algo y me hizo... me hizo pensar en lo útil que puedo ser, eso es todo. Tengo que dejar de ver mi pequeño problema peludo como... bueno, como un problema. Si vamos a la guerra con criaturas oscuras, entonces, como criatura oscura, debería ser...
- No eres una criatura oscura. - James dijo, de repente - Eres nuestro Moony.
Remus se encogió de hombros. No habría puesto dinero en apostar en que James sería el primero en interrumpir, pero ahora estaba bastante contento de que lo hubiera hecho. Hizo una pausa; no había nada más que contar. James todavía lo miraba, con un pequeño pliegue entre las cejas. Se subió las gafas por la nariz, claramente pensando muy profundamente. Peter, por supuesto, parecía ansioso. Se miraba los pies y se frotaba las manos. Remus no miró a Sirius. En su lugar, buscó sus cigarrillos.
- Entonces - dijo James, después de tragar - Ella se ha ido, ¿verdad? ¿El hombre lobo?
- Livia - dijo Remus, con un cigarrillo entre los dientes - Sí, creo que Ferox la asustó.
- Joder, seguro. -asintió James, mucho más cómodo hablando de acción- y apuesto a que con Moody en el caso no volverá pronto, ¿eh? Entonces, ¿Estás en muchos problemas? ¿Con Dumbledore?
- No lo creo. - Remus suspiró. Se frotó la cadera adolorida - Creo que Dumbledore estaba más preocupado de que yo hubiera arruinado mi puesto como espía, y no tanto en si rompí o no las reglas.
- Él no querría verte herido. Cualquiera de nosotros. - James dijo, sinceramente. Observó la postura incómoda de Remus - Vamos, hay un banco más abajo, puedes terminar tu tostada.
Avanzaron lentamente hacia el borde del lago, donde había unos bancos de piedra. Hacía demasiado frío para que alguien más pudiera salir a esta hora un domingo, y Remus observó cómo la niebla del final de la mañana se deslizaba por la oscura superficie del agua mientras masticaba los restos de sus tostadas. Sirius no había hablado todavía, desde lo de la lechuza, y Remus estaba tratando de no darse cuenta. Sirius se sentía traicionado - Remus estaba seguro de eso tanto como lo estaba de su propio nombre. Traicionado, incluso si realmente no tenía derecho a sentirse así. "No se trata de tí." Remus quiso sisear al triste y silencioso Sirius.
- No puedo creer que todos estuvimos durmiendo durante la noche más emocionante del año, eh. - James le dio un codazo a Remus, tratando de darle un poco de ligereza a la atmósfera por lo demás bastante sombría.
- No fue tan emocionante - Remus le devolvió la sonrisa, dándole lo que quería - Yo fuu una mierda. Si Ferox no hubiera llegado... no sé.
- ¿Crees que ella podría haber desaparecido contigo? - Preguntó Peter, todavía retorciéndose sus manitas regordetas.
- No sé. - Remus respondió: - Creo... tengo la impresión, de todos modos, que ella necesitaba que yo estuviera de acuerdo. Como si tuviera que ser yo quien tomara la decisión; de lo contrario, supongo que todos podrían unirse y atraparme.
- ¡Bien entonces! - James dijo, dándose una palmada triunfal en el muslo: -No hay problema, ¿verdad? Bueno, quiero decir, no hay duda.
- No, claro que no. - Remus dijo rápidamente: - Nunca me uniría a Greyback.
- Bien entonces. - Repitió James, satisfecho.
Remus miró sus manos, todavía grasientas por la tostada. Se las secó en las perneras del pantalón. Por supuesto que no. Por supuesto que nunca lo haría. Excepto. - ¿Moony? - Dijo James, sintiendo el extraño silencio.
- Nunca me uniría a él. - Remus dijo, con cuidado. - Y Livia era... era horrible, pero - Respiró - No todo lo que dijo estaba mal.
- ¿Que se supone que significa eso? - Estalló Sirius. Remus seguía sin mirarlo, cada vez más ansioso.
- Solo eso... bueno, los magos nos tratan injustamente, y ... y ... Uf, ustedes no lo entenderían.
Sirius se levantó de un salto, como si hubiera estado a punto de romperse. Miró a Remus como si estuviera a punto de empezar a gritarle. Luego se alejó, a un ritmo imposible.
- ¡Black! - James se puso de pie - ¡Hey!
- Está bien. - Remus agitó una mano - Lo siento, no debería haber dicho nada, no puedo explicarlo correctamente.
- Ha estado tan malhumorado últimamente. - James resopló, todavía viendo al otro chico alejarse.
- Ve tras él, si quieres - dijo Remus. - Honestamente, eres el mejor para calmarlo cuando está así. Wormy y yo te encontraremos más tarde, ¿no?
- Ok... - dijo James, ya moviéndose - ¡Gracias, Moony!
- Esos dos son tan raros a veces. - Dijo Peter, mirando a James ponerse al día. - Juro que nunca sé de qué están hablando los demás. Todo es la guerra esto y la guerra aquello...
- Sí, es algo doloroso, no? - Remus respondió. Lo había dicho con sarcasmo, pero el pobre Peter nunca había sido muy rápido en asimilarlo.
- Sí, sabes a lo que me refiero, ¿No es así, Moony? Solo pienso... solo tenemos dieciséis años, ¿Mo podemos pensar en otra cosa que no sea hacer 'lo correcto' todo el tiempo? Solíamos divertirnos.
Remus solo escuchaba a medias. Se estiró y volvió a frotarse la cadera para ver si se movía por él.
- Creo que podría volver a la cama, Pete. O la biblioteca. ¿Por qué no vas a ver a Dezzie?
- ¿Qué? ¡¿No lo sabías?! - Peter lo miró con incredulidad mientras ayudaba a Remus a ponerse de pie.
- ¿Saber qué? - Preguntó Remus, arqueando la espalda de nuevo por si acaso.
- Ella me dejó.
- Oh, mierda. - Remus parpadeó - ¡Lo siento, amigo! ¿Eso también fue anoche?
- La semana pasada. - Peter dijo, con una frialdad inusual en su voz.
- ¡Lo siento! - Remus dijo de nuevo avergonzado. No creía que realmente hubiera hablado mucho con Peter en semanas, había estado tan absorto en Sirius, y la manada de lobos, y Sirius, y Christopher... decidió hacerlo mucho mejor con todos sus amigos. Después de todo, tan pronto como cumpliera los diecisiete, serían todo lo que tenía. - Realmente lo siento, Wormtail. - Dijo amablemente: - ¿Entonces quieres jugar al ajedrez?
...
Lunes 16 de Enero de 1977
Remus realmente lamentó escuchar lo de Peter y Dezzie. Ella nunca había sido realmente parte de su grupo, pero era una chica lo suficientemente agradable, y había hecho feliz a Peter, le había dado algo que James y Sirius no tenían, y eso era especial en sí mismo. La ruptura aparentemente se había debido simplemente a un cambio de actitud. Se veían desde los catorce años, ya a los dieciséis parecía que Desdémona deseaba abrir un poco las alas.
- ¿Podría cambiar de opinión? - Remus sugirió a un Peter apesadumbrado, ya por su tercer juego de ajedrez.
- Lo dudo - resopló Peter. - Supongo que está enamorada de ese tipo Roman Rotherhide. Idiota. Caballero a F3.
- ¿Pensé que Mary estaba saliendo con él?
- Mary sale con todo el mundo - Peter se rió con malicia. - Ella es como la versión femenina de Padfoot.
La respuesta de Ferox llegó más tarde ese domingo por la noche.
Remus,
Me temo que no puedo invitarte a Hogsmeade, pero puedo quedar contigo para cenar el lunes por la noche en el castillo. Te veré fuera del Gran Comedor a las 6 de la tarde.
Eso estaba bien. Lo suficientemente bien: podía preguntar lo que necesitaba preguntar en cualquier lugar. Remus fue a sus lecciones como de costumbre el lunes y les dijo a los merodeadores a la hora del almuerzo. Sirius le estaba hablando de nuevo, pero no correctamente. Por cada pequeño paso hacia adelante, él y Remus parecían retroceder tres pasos enormes.
- Voy a tomar el té con Ferox esta noche - explicó. - Así que no te veré hasta más tarde.
Sabía que James tenía práctica de quidditch, que Peter estaría viendo, ahora que no tenía novia. Sirius se sentó más derecho.
- ¿Deberíamos ir nosotros también?
- ¿Por qué? - Preguntó Remus, mirándolo con una mirada fría. Sirius se encogió de hombros y volvió a mirar su sopa.
Para cuando dieron las seis en punto, Remus prácticamente estaba paseando por los pasillos. No quería parecer demasiado ansioso, así que esperó en la parte superior del rellano antes de bajar la escalera principal apenas un minuto después de la hora. Esto resultó ser una especie de error. Para cuando llegó allí, Mary había encontrado a Ferox había entablado una conversación.
- ¡Remus! - Ella sonrió mientras él descendía - ¡Mira quién está aquí!
- Es por el Sr. Lupin que estoy aquí, para verlo. - Ferox sonrió fácilmente, estrechando la mano de Remus. Todo se sintió muy maduro.
- Estoy tratando de convencerlo de que regrese y nos enseñe otra vez - explicó Mary alegremente - Lo extrañamos, ¿No es así, Remus?
- Er... sí, por supuesto. - Remus asintió. Mary le sonrió y le tocó el antebrazo, inclinándose hacia él de una manera muy familiar. No podía recordar si ella había hecho eso antes.
- ¿Puede esperar aquí? - Le preguntó a Ferox, sin dejar de tocar a Remus - Marlene bajará en un minuto, le encantaría verlo...
- Me temo que tenemos que seguir adelante - dijo Ferox, amablemente - Quizás en otro momento, señorita MacDonald. Remus, ¿Vamos?
Remus siguió a Ferox por las escaleras, en lugar de hacia el pasillo, dejando a Mary al final. - Pensé que nos vendría bien un poco de privacidad - murmuró Ferox - el profesor Kettleburn ha tenido la amabilidad de prestarme mi antiguo despacho.
Remus solo había estado en la oficina de Cuidado de Criaturas Mágicas una vez desde que Ferox se había ido, para solicitar una extensión en un ensayo después de la luna llena. Kettleburn era una especie de hombre espartano, que había optado por no decorar en absoluto, pero que tenía montones de papeles esparcidos por todo el lugar. Ferox lo arregló cuidadosamente con un movimiento de su varita, antes de convocar bebidas y dos platos para la cena. La comida apareció igual que en el Gran Salón: jamón, huevo y patatas fritas esta noche.
- Mi favorito - dijo Ferox, señalando a Remus que comenzara a comer. Se acurrucaron en silencio durante unos minutos, y Remus disfrutó de la novedad de compartir la cena con un amigo, en lugar de cientos de otras personas.
- Entonces. - Dijo, limpiando lo último de su yema de huevo con un papa frita - Quería hablar sobre Livia.
- Mírate - Ferox asintió con la cabeza, - Hace dos años apenas pude conseguir que me dijeras dos palabras sobre tí.
Remus se encogió de hombros.
- Supongo que ya no hay tiempo para ser tímido. Hay una guerra en marcha.
- Mira si no sabré. - Ferox suspiró. - Está bien, continúa muchacho.
- Okay. - Remus respiró hondo. - No quiero unirme a ella, a ellos, a Greyback. No quiero ser parte de su... su manada, ni nada de eso.
Ferox asintió, pero no dijo nada. Remus, envalentonado, continuó - Pero... creo que podría encontrarlos fácilmente. Creo que ellos podrían encontrarme. Y todavía me quieren. Eso es lo que quiere Dumbledore, ¿no? Una puerta trasera para los hombres lobo. Yo puedo hacer eso. Sé que lo que hice fue estúpido, y no lo volveré a hacer, no mientras esté en Hogwarts, no hasta que tenga al menos la edad. Pero... ahora la conozco, ahora sé cómo son, no tengo miedo. Yo puedo hacerlo.
- Veo. ¿Dumbledore ha dicho...?
- No, pero no soy estúpido. - Remus dijo, con desdén: - No me ha pedido que haga nada, porque nunca pregunta. Solo se asegura de que sepas lo que quiere. Pero hay cosas que yo quiero, también.
- ¿Y qué son esas cosas?
- No voy a firmar el registro, en mi cumpleaños. - Remus dijo, con firmeza. - No me voy a exponer al ministerio. Lo he investigado; si lo hago, tengo que informarles durante tres días al mes. Me encerrarán, supongo que no está muy claro por la información que publicaron. No puedo mantener un trabajo así. Si Dumbledore necesita un espía, también necesita que yo sea imposible de rastrear.
- Ya veo - dijo Ferox de nuevo - Pero...
- No he terminado. - Remus espetó. - Después. Si ganamos. Quiero amnistía para los hombres lobo. Incluso la manada de Greyback. No a Greyback, obviamente, sino a sus seguidores.
- Remus, eso es completamente...
- No, no lo es. - Remus se cruzó de brazos. - No lo sabes. Livia puede ser una chiflada, pero no se equivoca. La elección entre la libertad bajo Greyback o el encarcelamiento bajo el ministerio es una decisión fácil de hacer.
Ferox lo miró durante mucho tiempo. Remus bebió su jugo de calabaza, tenía la garganta muy seca. Su corazón latía tan rápido que pensó que Ferox debía poder escucharlo.
- Estas no son necesariamente cosas que Dumbledore puede hacer - dijo Ferox, lentamente.
- Mierda. - Remus dejó su copa, un poco demasiado dura sobre el escritorio.
- Puedo llevárselo. - Ferox suspiró, sonando derrotado - Pero no puedo hacer promesas.
- Bueno -respondió Remus con frialdad- tendré diecisiete en dos meses. Así que ahí está la fecha límite.
- Caray. - Ferox se rascó la cabeza. Sonaba impresionado, en lugar de enojado - Me recuerdas a Lyall, ahora mismo. ¿Qué pasó con el niño gruñón que siempre se mete en líos?
- Todavía soy gruñón. - Remus dijo simplemente: - Creo que Lyall probablemente también lo era. No es que crea que Dumbledore puede resolver todos mis problemas. Pero quería poner todas mis cartas sobre la mesa.
- Lo suficientemente justo. - Ferox asintió. - Todo vale en el amor y la guerra, ¿eh?
- Yo no sabría sobre eso. - Remus respondió.
Sus platos desaparecieron, de repente, y luego reaparecieron, llevando dos grandes trozos de pastel de chocolate cubiertos con fruta en ellos. Se los comieron en silencio, ambos absortos en sus pensamientos, ocasionalmente lanzándose miradas el uno al otro.
- ¿Cómo te va con Moody? - Remus preguntó, casualmente. -Supongo que probablemente no me puedes decir nada.
- Supones bien - asintió Ferox. - Aunque Moody está bien. Totalmente loco, pero me alegro de que esté de nuestro lado.
- ¿Y Aquiles?
- Aquiles está bien. - Ferox sonrió. - Se está quedando con un amigo mío. Hablando de eso, ¿Cuánto tiempo llevan de novios, eh, Lupin?
- ¡¿Cómo?! - Remus lo miró con los ojos muy abiertos. Ferox se rió.
- ¿Con la señorita MacDonald, ahí abajo? Te habría emparejado mejor con Marlene, pero supongo que el corazón quiere lo que quiere, ¿eh?
- ¡Oh! - Remus se relajó - No, Mary es solo una amiga.
- Hm - dijo Ferox, obviamente sin creerle del todo. - ¿Qué provocó este cambio de personalidad, entonces?
- ¿Por qué tiene que ser sobre una chica? Dos años es un largo tiempo. - Remus dijo, molesto. - No es que haya cambiado de repente. Mira, dije por primera vez que ayudaría a Dumbledore a pelear cuando tenía catorce años. - Trató de explicar. - Y luego el año pasado, James Potter nos dijo a todos que tenía previsto unirse, tan pronto como saliera de la escuela, y todos dijimos que también lo haríamos, y yo... Sí iba a hacerlo, ya sabes, pero sólo porque James y Sirius querían. En realidad, nunca tuve una razón.
- Todos vamos a sufrir, si ya sabes quién gana. - Dijo Ferox.
- Sí, supongo. - Remus asintió diplomáticamente. - Yo sé eso. Pero quise decir... bueno, nunca antes había tenido mucho interés en eso. Ahora que conocí a Livia, no creo que nada vaya a ser tan bueno para mí después de que termine la escuela, sin importar quién esté en el poder. Quiero algo a lo que aspirar. Si vivo.
- No deberías compararte con ellos, Remus. Con la manada.
- Realmente no puedo evitarlo, ¿verdad? Todos los demás lo harán. ¿Conoce a mi amigo Sirius Black?
- No muy bien - respondió Ferox - Los Potter lo acogieron, ¿no? Pensé que era un poco extraño, conociendo a su familia.
- ¡Exactamente! - Remus dijo triunfalmente: -Sirius es mi mejor amigo y un Gryffindor, y los Potter lo aman, pero para todos los demás sigue siendo un Black. Pasará el resto de su vida tratando de no serlo, sin importar cuántas cosas buenas haga. Porque las personas nunca olvidan cosas así, piensan que lo que eres te convierte en quién eres. Es lo mismo para mí.
Remus ahora estaba luchando por seguir explicando. Ferox parecía completamente perdido. Suspiró, profundamente - Siento que tenga decirte esto. Eres la única persona que conozco que tiene algún peso con Dumbledore en quien confío. Y que confía en mí.
Ferox lo miró de nuevo, con expresión firme.
- Lo intentaré, Remus. Estás pidiendo mucho.
Remus frunció el ceño. Pensó en Livia: sus pies descalzos, su ropa andrajosa; su terrible tos y la mirada hundida en sus ojos. No era una forma de vivir.
Podría estar pidiendo mucho. Pero Remus nunca antes había pedido nada en su vida. Esperaba que Dumbledore recordara eso.