﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Eʟ ɪɴɪᴄɪᴏ ᴅᴇ ᴜɴ ᴘᴀʀᴀ sɪᴇᴍᴘʀᴇ
Era duro saber que, a pesar de volver una y otra vez con la esperanza de reencontrarse y buscar plenitud en una nueva vida, les esperaba el mismo destino.
Habían pasado por tantas cosas juntos, y aún así, la maldición no les permitía estar juntos hasta el final en cuerpo, ya que en alma siempre lo estarían, y ni siquiera una tonta maldición podría intervenir.
Pudieron darse cuenta por la cantidad de recuerdos que transitaban con rapidez en su subconsciente que, la maldición no solo les afectaba a ellos, si no en algunas ocasiones, a sus seres queridos.
La madre de Aidan falleció en un accidente automovilístico en su vida pasada.
Trinity Rose, mejor amiga de ______ también fue víctima de la maldición, sin embargo, pudo salir de ella, por el hecho de no ser la afectada directamente, al contrario del ojiverde.
En algunas de las vidas pasadas familiares, amigos, e incluso conocidos fueron afectados, algunos pudieron salir de ella, algunos otros no.
Por último, los recuerdos de su primera vida se hicieron presentes, recuerdos que quizás responderían algunas incógnitas.
. . . . ┊𝐌𝐲 𝐒𝐨𝐮𝐥 ┊. . . .
1492, siglo XV.
El inicio de un para siempre.
El príncipe británico Aidan Gallagher se encontraba caminando sin rumbo, estaba cansado, cansado de tener que actuar de acuerdo al código de conducta de la realeza.
— ¡Encuentren al príncipe Aidan, debe de estar escondido! – gritaban a lo lejos en el castillo.
Al chico solo le causaba gracia como causaba revoloteo por una simple ausencia en el castillo. Simplemente se dedicó a admirar el hermoso campo de girasoles frente a sus ojos, jamás se había detenido a observarlos, era precioso, eso sumando al atardecer en el cielo, el escenario perfecto.
— Me parece que lo buscan en el castillo. – exclamó una chica con ropa distintiva de plebeya, un estatus bastante inferior al contrario. — Discúlpame su majestad, una simple plebeya como yo no es quien para dirigirle palabra. – dijo antes de retirarse, pero la mano del príncipe la detuvo.
— No digas esas barbaridades. – rió, para devolver su mirada a su alrededor — ¿No crees que este campo es precioso?
— Me he encargado de mantenerlo así.
— ¡Así que usted se encarga de estos girasoles! Con razón me parecían preciosos.
Las mejillas de la plebeya se tomaron de un color rosado, movió la cabeza de un lado a otro, no podía enamorarse de un príncipe, teniendo en cuenta que ella era una plebeya.
— Debe retirarse, lo buscan en el castillo.
— Me gustaría contradecirla, pero tiene razón, no quiero que enloquezcan. – dijo risueño. — Volveré. – sonrió. — Lo prometo.
¿Por qué regresaría a donde ella?
Algo dentro de ______ le decía que aquel príncipe estaba un poco zafado, ¿Hablar con una plebeya de forma ordinaria? ¿Acaso había perdido la cabeza? Si los del castillo se enteraran de lo que acababa de hacer, se volverían locos.
Pero la otra parte en ella sintió calidez con su presencia, quizás su vibra, la forma en la que la trató sin ser indiferente, la calidez de su alma, algo en ella le pedía amarlo.
Aidan Gallagher jamás fallaba a su palabra, volvió a donde ella, y esta vez lo hacía constantemente, en ocasiones se escapaba del castillo con la excusa de tomar aire fresco y ver los girasoles.
Sí, en un inicio lo hacia por eso, pero con el paso del tiempo, tuvo otra razón.
— Me encantaría que fueses mi amada. - susurró tocando uno de los girasoles, tomándola por sorpresa.
— ¡I-Imposible! Eres un príncipe y yo...
— Lo sé, y aunque me gustara ir en contra de la realeza, sería imposible.
— Exacto. – suspiró, aunque le dolía, tenía razón.
— Es por eso que no deben enterarse.
— Pe-Pero si lo hacen... correrás peligro.
— Si se trata de ti, no me importa correr peligro. - sonrió tranquilo. — ¿Qué dices?
Aunque quisiese oponerse, no podía hacerlo, su alma y su corazón le pedían hacerlo, ser su amada, amarlo, permanecer a su lado para siempre.
Algunos meses después, se llevó a cabo un banquete especial, en donde solo familias reales eran parte de la celebración.
Un hombre alto, vestido con prendas glamorosas se acercó con una mujer a su lado, delgada, de piel blanca como la porcelana, un vestido largo y hampón color azul cielo, su cabello castaño en un peinado extravagante.
— Príncipe Aidan, le presento a la princesa Daphne de Francia.
— Encantado. – dijo haciendo una leve reverencia, al igual que dicha mujer.
— El rey no te lo ha comentado aún por lo que tengo entendido, pero tenemos todo listo. Le dimos a escoger a la princesa Daphne posibles príncipes con los que podía contraer matrimonio, ella te eligió a ti sin pensarlo dos veces, será mejor que comiencen a conocerse un poco más. – dijo antes de retirarse por completo, dejándolos solos.
Aidan veía venir algo como esto, toda su vida estuvo preparado para esta vida, sabía que en algún momento pasaría, sin embargo, ahora que tenía a su amada _______ en su vida le era difícil oponerse al destino que le tocó en un principio.
— Mucho gusto, soy el príncipe Aidan, de Reino Unido. – dijo tomando con delicadeza la mano de la pelimarrón, besando su muñeca.
Daphne sonrió de una forma hermosa, tomó la mano de Aidan con ambas manos y lo miró a los ojos.
— Aidan, somos amigos de la infancia, ¿Me recuerdas?
Aidan permaneció en silencio.
— Desde ese momento me enamoré de ti, estoy agradecida con los dioses por contraer matrimonio contigo. Desde pequeña me enamoré de tú amabilidad, siempre ponías a los demás como tu prioridad. – suspiró, el recordar como era su futuro cónyuge de niño le hizo creer que era afortunada, sobre todo ahora, que se había convertido en todo un hombre.
— Daphne... yo estoy enamorado de alguien más. – dijo cortándole toda inspiración.
— ¿De o-otra princesa? ¿A qué familia real pertenece?
— Es una plebeya.
— ¡¿Q-Qué?! Lo lamento Gallagher, debes olvidarte de esa mujer, será imposible.
— Sé que es imposible.
— Juntos seremos felices, ya lo verás, me encargaré de que así sea.
Con el finalizar del banquete, Aidan salió corriendo del castillo por la noche, sin ser visto por nadie. Tocó la puerta de la casa de su amada varias veces, hasta que abrió.
— A-Aidan, ¿Qué haces aquí a estás horas?
El ojiverde se abalanzó a su amada, dejando escapar algunas lágrimas que había contenido durante toda su vida, él no quería esto.
— Me obligaron a casarme con una princesa.
______ abrazó con delicadeza el cuerpo de su amado, dándole calidez, y un dulce beso en la frente, logrando tranquilizarlo un poco.
— Aidan, cariño, es entendible, eres un príncipe, esto pasaría algún momento.
No pasó mucho de ese encuentro cuando la boda fue organizada, vistiendo de blanco, portando anillos de matrimonio, ahora debían dormir bajo el mismo techo, en la misma cama.
Todo con una persona de la cual no estaba enamorado.
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Nota de la autora: Mañana escribo lo que resta de esta vida, solo que no me cabía todo en un mismo cap.
Los amo, chao <33