𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| ©

By AllfEdwardS

232K 11.1K 7.5K

❝ Dicen que la mejor manera de librarnos de la tentación es caer en ella.❞ LIBRO 1 | SERIE OSCURIDAD More

DADDY
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII.
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX (2)
XXXI
XXXII
XXXIII
EXTRA (1)
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
EXTRA (2)
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
EXTRA (III)
XLVIII
XLIX
L
LI
LII
EXTRA (4)
LIII
LIV
LV
LVI
LVII
LVIII
EXTRA (5)
ANUNCIO
LX
EXTRA | NIALL
LXI
LXII
EPÍLOGO
NOTA FINAL
ESPECIAL 90K
H. BIRTHDAY
Final Verdadero | Dificultades

LIX

1.4K 130 220
By AllfEdwardS

LIX. El resplandor

PARTE III

[ÚLTIMOS CAPÍTULOS]


Grace

Estresada, dejo de lado la montaña de papeles que me esperaba al llegar a la oficina.

He terminado los pendientes de hoy, mis prácticas se vuelven cada vez más ajetreadas.

La hora de irme ya llegó, por lo que al salir me despido de todo mundo mientras me dirijo hacia el auto donde Taylor me espera a la salida de la empresa.

No hay palabras de por medio, solo el hombre escoltandome de regreso al pent-house. Sinceramente no deseo hablar con nadie, no quiero ver a nadie, las palabras de Niall y nuestra charla pasada, me dejo demasiado afectada.

Mucho más de lo que debería.

Le estoy dando demasiada importancia y aunque no quiera, me parece inevitable cuando se ha convertido en un soporte vital para mi.

Cuando llegamos, subimos y entramos al apartamento. Escucho voces en el interior de la estancia.

Higgie baja con una simple maleta y ropa... de Niall.

Frunzo el ceño, ignorandola a ella e ignorando los quejidos y llanto de Amelia. Subo las escalera hasta su habitación con el corazón desbocado y lo veo, sacando un par de papeles que toma de la cama.

¿Qué mierda?

—¿Te vas de viaje? —me mira por un par de segundos mientras me acerco y me siento al borde de la cama.

—No.

—¿Entonces? —se detiene a medio camino, suspirando pesadamente como si hablar conmigo le costara la vida entera.

¿Ya nisiquiera verme lo soporta?

Niall guarda los papeles en su maletín para así después voltear y mirarme.

Se acerca con cautela hasta que se sienta a mi lado.

Por extraño que parezca, siento la maldita necesidad de echarme a llorar.

—Me voy. —dice de repente—. Pasé las... últimas semanas pensando mucho en esto. No creo estar dispuesto para hacer este cambio.

—¿De qué estás hablando? —mi voz suena débil, mis ojos se humedecen, me veo incapaz de mirarle a la cara.

—No puedo simplemente alejarme —tensa la mandíbula—, no puedo dejar a mi esposa.

Suelto una exhalación cargada de pesar, de pena y con el pecho oprimido a más no poder. —Me voy, pero eso no significa que deje de velar por tu seguridad. Tu te quedas aquí y estaré viniendo constantemente, tengo muchos asuntos aquí. —mantengo la mirada gacha.

—Hablabas en serio. —suelto las primeras lágrimas, me da tanta vergüenza que me vea en este aspecto.

—Grace... —suena cansado, quizás yo lo harto así y estaba tan absorta en mi burbuja de patrañas que no me di cuenta.

—Lo siento. —le digo, intentando cortar el tema.

—Yo lo siento. —intenta tomarme de la barbilla pero yo se lo impido alejando el rostro de su tacto que arde...—. No quise que te crearas estas ideas, lo lamento...

Me mantengo en silencio.

—¿Y todo lo anterior que fué? —reprocho sin mirarle—, no me parece que haya sido solo... sexo.

—Lo fué. —asevera con frialdad—. Ya no te hagas esto. —estúpidamente, se me escapa un sollozo el cual callo de inmediato pero él parece notarlo. El estrés del día se está reflejando aquí, el estrés de mis semanas y él... él era mi única fuente de tranquilidad, la única persona en la que realmente podía confiar.

Creí que era diferente. —Yo no te amo.

Pero yo si.

Yo si lo hago y malditamente lo admito.

Lo amo, lo adoro, lo deseo en todo momento.

Pero el no parece darse cuenta de eso.

De la forma en la que me entrego.

Se lo dije en la cabaña, se lo dije y no le importó.

Se burló de mi todo este tiempo.

Y ¿Qué soy? ¿Su puto coño de consolación?

—Si querias dártelas del buen marido, no te hubieras metido conmigo desde un inicio. —declaro limpiandome furtivamente las mejillas.

—Estuviste de acuerdo.

—¿Y? —lo encaro y él se percata de mi deplorable aspecto—, tu también. Yo no te obligué a nada y sin embargo lo hiciste. No una, ni dos, ni tres veces. Fueron muchas, demasiadas veces.
No me puedes pedir que no sienta cosas cuando tu mismo te encargaste de pintarmelo todo de rosa. —suspira y yo me pongo de pié—. Pero está bien. Ve, anda, juega al matrimonio feliz, no te estanques ni te quedes por la estúpida que se creó películas en la cabeza. No te detengas y sigue, voy a estar bien aunque finjas que te preocupa. —tomo mi bolso de nuevo—. Siempre he estado sola y el que te vayas no va a marcar una diferencia tan grande.

Doy media vuelta, deseando que que me detenga como en la mañana, que me busque, que me extrañe... pero eso no pasa.

Nada pasa.

Y eso duele aunque no lo quiera aceptar.

Llego hasta la que ha sido mi habitación, cerrando con el pestillo. Me apoyo de la puerta, recargo la espalda y me deslizo hasta que mis piernas tocan el suelo, vuelta un ovillo deseando no sentir lo que siento. Odiándome por quererlo de esta forma.

Escuchando cuando se marcha sin decir nada más.

Cuando la puerta del apartamento se cierra y el llanto de Amelia se desata.

¿En qué momento creí que me escogería? En el momento en el que me hizo sentir como nunca antes.
Las veces que me repitió que jamás se apartaría de mi lado, creyendo que dormía mientras acariciaba mi cabello después de hacerlo.

Mentiras.

Puras mentiras.

No sé cuanto tiempo pasa, minutos, horas...

Solo se que doy un respingo cuando alguien comienza a tocar la puerta como desesperada.

Me levanto, secando las estupidas lagrimas de mis mejillas y cuando abro, la loca solo se me abalanza encima.

—¡¿Qué le dijiste, perra?! —me toma por el cabello con fuerza, logrando rasguñarme la mejilla. Esta maldita quiere que la siente en el suelo de un puñetazo.

—¡Por Dios Amelia, sueltala! —Higgie llega a mi auxilio, quisiera golpear a la desgraciada pero nisiquiera para ello me dan las ganas. Dejo que haga lo que quiera mientras Francisca me la quita de encima. Parece una completa desquiciada.

—¡Por su culpa él se fué otra vez!

—¡Ya cálmate, me lleva la chingada contigo! —no entendi la última parte de lo que dijo.

—¡Fué tu culpa —me señala—, dinos que le dijiste maldita zorra de mierda!

Francisca la saca a trompicones de ma habitación, la deja fuera y cierra con el pestillo mientras Amelia patalea y grita tocando la puerta casi que tirandola.

Me digo a mi misma que por mi bien no puedo quedarme en este lugar. Aunque él lo haya dicho así, no puedo hacerlo.
Yo no pertenezco aquí, es su departamento y sinceramente, acepté quedarme porque sabía que él estaría conmigo. Que estaría aquí para abrazarme todas las noches pero eso se quedó en ello, una simple fantasía estupida.

Suspiro, sorbiendome la nariz, me arreglo un poco el cabello que la loca me desordenó y comienzo a caminar hacia el clóset.

—Mi niña, ¿Qué pasó? —su pequeño sobrenombre me pone sensible otra vez, me recuerda tanto a mi nani. Desencadena mis lágrimas otra vez mientras rebusco una maleta en la que comienzo a meter mi ropa, la ropa que saqué y que él trajo directamente de la casa de mis padres. No la que compró para mi, es más suyo que mío. Así que con mis pocas cosas, armo dos maletas con todo lo esencial ignorando a la mujer que sigue preguntando cosas que no me apetecen responder— Grace...

—No pasa nada. —contesto lo más amable que puedo. Ella nunca se portó mal conmigo, creo que debería regresar un poco de su buena atención hacia mi.

—Claro que si... —se acerca a la cama, lugar donde me encuentro sujetando unas prendas que posteriormente meto en la última maleta—, mira como estas, no te puedes ir. Niall dijo...

—No me interesa lo que Niall haya dicho, puedo irme cuando quiera, él no es mi dueño. —asiente.

—Estaba molesto. —me dice—. Se va a enojar mucho más cuando sepa que te has ido, por favor, mejor quédate. —niego decidida.

—No tengo porqué, ya escuchaste a tu hija. Nisiquiera ella me quiere aquí y no debería importarme pero es así. No tengo nada que hacer aquí.

—¿No puedo hacer algo para que te quedes? —cierro la maleta y niego. Tomo mi móvil, enviando un mensaje a una de las únicas personas de confianza que me quedan. Él me dice que pasará por mi en un par de minutos, está por la zona.

—Gracias por todo Higgie. —extiendo los brazos y ella me corresponde con un cálido abrazo maternal. Acariciando mi cabello y susurrando palabras de aliento.

—Sea lo que sea, me hubiera gustado que siguiera como antes. Ustedes se veían tan bien junt...

—Eso no existe, no existió ni existirá jamás.

—Pero ustedes eran...

—Yo solo fuí su amante. Él es un hombre casado y aunque sea horrible reconocer el título, es el que me corresponde. —acaricio sus hombros una vez nos separamos. La loca ha dejado de tocar.

—Ay Grace... —la mujer me mira con pesar pero yo solo le sonrío, intentando que la conversación se corte—, ¿Y que le digo cuando me pregunte por ti?

—Sólo di que no sabes nada. —suspira y asiente resignada. Recibo el mensaje de vuelta de Domenico diciendo que ya está abajo esperándome—. Ya debo irme.

—Ya me había acostumbrado a tenerte aquí. —vuelve a abrazarme. Cuando se separa, me propina una bendición que termina por mi dejando un suave beso en los dedos en forma de cruz de la mujer al concluirla—. Que Dios te bendiga, cariño. A donde quiera que vayas, espero verte de nuevo. —acaricia mi mejilla con ternura.

—Y yo. —beso su frente una última vez antes de tomar mis maletas y ella abrir primero para asegurarse que Amelia no vuelva a abalanzarse encima.

La detiene por supuesto y con nostalgia, bajo las escaleras hasta llegar a la puerta. Le echo un último vistazo al apartamento donde pasé los mejores momentos que he tenido en mucho tiempo.

Mismos que no fueron más que una simple ilusión.

—¡Ya lárgate, maldita. Lárgate y no regreses! —lloriquea Amelia con los mocos escurriendo por su nariz.

Ridícula.

Higgie tira de su oreja, haciéndola quejarse. Le dedico una última mirada a Higgie antes de partir, asegurandome de que jamás volveré a pisar este lugar.

Ni aunque quisiera.

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

—Mi niña. —Domenico me recibe las maletas y me estrecha en un abrazo.

Me indica subir al auto y no dice nada cuando comenzamos a andar.

Atravesando las calles, los barrios más lujosos de la ciudad, incluyendo el nuestro.

Incluyendo el de los Wolsey, me seco las lágrimas en cuanto le pido a Domenico regresar y conducir hacia la casa de donde mi mejor amiga sale con una maleta grande gritando sabrá dios que groserías. Lucia y Abraham van detrás de ella igual de molestos.

—¡PUES JODANSE, QUE YO ME LARGO Y NO ME INTERESA LO QUE PIENSEN! —rumia ella arrastrando la maleta. Sus padres la mandan directamente a la mierda, entrando a la mansión.

Ella sigue insultando al aire mientras tumba la maleta en ma acera y se sienta sobre ella al borde de la calle desolada.

No entiendo.

Es por ello que grito por ella hasta que me mira.

Le hago un ademán mientras Domenico baja y toma su maleta indicandole que suba. Ella lo hace sin dudar limpiándose las mejillas.
El hombre sube el equipaje de mi amiga a la cajuela mientras ella se monta en el coche.

—Hola —me saluda reparando mi deplorable aspecto—, ¿Qué te sucedió, hermana? —niego.

—¿Qué te sucedió a ti? —evado su pregunta.

—Me echaron, se arrepintieron, me insultaron y después decidí irme. —me dice—. Quieren suprimirme, no pienso perder mis últimos semestres de carrera por sus caprichos. Quieren que nos mudamos al culo del mundo, me he esforzado lo suficiente. No quiero volver, siempre me insultan, Grace...
Ya no quiero volver... —llora, yo lloro, pobre Domenico soportando a dos chicas que no paran de derramar lágrimas.

Vuelvo a mi puesto y asiento, entrelazando su mano con la mía.

No dice más pues sabe que finalmente cumpliremos aquel sueño banal de cuando éramos niñas.

Irnos juntas de este lugar.

Triunfar solas.

Y es lo que haremos.

[...]

(R. MÚLTIMEDIA)

Trato de tranquilizarme, pero mientras más intento, más pienso el él. En su mascara de hielo, recitando con palabras gélidas;

"Yo no te amo".

Jamás se lo dije... pero si se lo demostré y soy fiel creyente de que una acción vale más que mil palabras.

Me entristece darme cuenta de tantas cosas, tanto que hubiese podido evitar si no me hubiera ensimismado tanto en él, si no lo hubiera permitido adentrarse en lo más profundo de mi ser.

—¿Música? —pregunta Domenico para romper la tensión. Al no obtener respuesta de mi parte, es Lena quien asiente.

Grave error.

Esa maldita canción comienza a sonar, haciendo suspirar a mi chófer y amiga mientras la tararean.

Los recuerdos vienen a mi, uno tras otro, como cuchillas dolorosas que me abren la piel.

"—Nena... ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?

—No dejes de abrazarme... por favor..."

[...]

"—No vas a regresar a ese lugar.

—¿Cómo?

—Lo que has oído, no quiero que ninguno de esos cabrones se te acerque ni cinco metros."

[...]

"—Ellos no te protegieron nunca, voy a cambiar eso."

[...]

"—Me haré cargo de todo, el resto que se joda. Me importas tu, no ellos."

[...]

"—Mientras yo esté, nadie volverá a lastimarte.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.—planta una vez más sus labios sobre los míos."

[...]

"—Empresario, Chef, Pianista, Dios del sexo, ¿Hay algo que Superman no pueda hacer? —su risa estridente me contagia.

—Tal vez..."

[...]

"Las caricias en mi cintura por debajo de la camiseta me hacen despertar.

—Hey —sonrío.

—Hey. —responde de igual forma."

[...]

"—Habían fustas en la habitación, creí que las usarías conmigo.

—¿No te gustó?

—Me encantó —lo beso—, solo me causa curiosidad, ¿Porqué no las usaste conmigo si antes ya me habías azotado?

—No me gusta ver tu cuerpo lastimado —dice—, cuando utilizo las fustas, no mido la fuerza que ejerzo en ellas. No usaré la fusta contigo porque no quiero hacerte daño."

[...]

"—¿No me vas a consentir? —oculta el rostro entre mis pechos haciéndome reír."

[...]

"Escucho sonidos en la habitación y seguido de ello siento su cálido cuerpo adherirse al mío. Mismo que entre caricias eróticas y besos vuelve a encender el mío. Es así como culminamos la noche, haciéndolo una vez más."

[...]

"—Me voy a correr... —jadeo extasiada.

—Conmigo nena... —su frente se pega a la mía mientras sonreímos siendo cómplices de nuestro propio juego."

[...]

"—Esto se siente como si fuésemos mellizos vitelinos.

—¿Mellizos vitelinos?

—Todo lo que te pase a ti, me pasa a mi. Todo lo que sientas tu, lo siento yo. Todo lo que a ti te preocupe, me preocupa mi.
Y todo lo que te hagan a ti, es como si me lo hicieran a mi..."

"—¿Sabes cuanto me enerva que molesten a mi nena?

—¿Soy yo?

—Eres tú..."

[...]

Mentiras.

Puras jodidas mentiras.

Todas y cada una de ellas.

Me parece imposible no contener el llanto con tanto en la cabeza. Tanto que reprochar.

Quiero gritarle cuanto lo odio, cuanto lo detesto... y cuanto lo amo.

Quiero desquitarme con mi padre, con Luciano, con todas las personas que me han dañado. Sin embargo no puedo.

Quizás me lo merezco.

Quizás merezco su desprecio pues el adulterio es considerad una falta muy grave.

Tal vez este es mi karma.

—¿A donde las llevo? —cuestiona Domenico, pero Lena al mirarme, nota que algo no está bien. Es por ello que me apresuro a responderle a mi chófer sin dejar que ella comience a hacer preguntas.

—Iveag Garden. —respondo con simpleza.

—En seguida. —me mira por el retrovisor.

—¿Qué te hizo? —cuestiona mi amiga un poco cabreada.

—Nada.

—¿Qué te hizo, Grace? —el llanto puede conmigo y aunque se que me estoy viendo patética, el momento nisiquiera me interesa. Permite que la abrace, ella acaricia mi cabello y no deja de preguntar que fue lo que pasó.

—Me mintió.

Aunque diga lo contrario, él mismo sabe que fué su culpa.

Me dió a entender muchas veces que sentía exactamente lo mismo que yo.

Demasiadas.

Me lo demostró.

Y ahora, solo se va como si nada hubiera pasado entre nosotros.

"No existe un nosotros."

Herida es poco para como me siento.

Cuando Domenico nos deja aquí, se sarciora de dejarme efectivo aunque lo rechazo pero termino aceptando después de muchos intentos. Me pide que responda el móvil cuando me llame, que estará al pendiente y que cualquier cosa que necesitemos, solo bastará una llamada.

Se despide finalmente dejando un beso en nuestras frentes.

Lena y yo nos adentramos al hotel donde pedimos una suite de dos habitaciones donde después de un rato, nos instalamos.

El botones culmina el recorrido subiendo nuestras maletas antes de irse.

—¿Me dirás que pasó? —suspiro y niego quitándome los tacones. Me dirijo a la habitación principal y ella me sigue—, Grace.

—Estoy cansada. —le muestro lo hinchados que están mis pies—. Hablemos mañana, ¿Si? —asiente—, tengo mucho en que pensar.

—Bien, o mejor podríamos no sé... —saca una mini botella de vodka del pequeño refrigerador— ¿Lo recuerdas?
Nuestro calmante para las penas.

—Ay dios. —me contagia un poco su sonrisa.

—Anda, a la vuelta del hotel había un conjunto de casinos y bares. —me anima—. Solo será un rato.

No tengo nada mejor que hacer, excepto lamentar el haber sido una amante que se enamoró de la persona equivocada.

—Bien. —me rindo, abriendome paso entre su revuelo de emoción mientras buscamos ropa para cambiarnos.

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

Narrador omnisciente

Si ser imbecil fuera una profesión, Niall Horan se llevaría el primer lugar.

Se reprocha el haber olvidado en el departamento carpetas demasiado importante por las cuales debe regresar.

Mientras sube los pisos por el ascensor, hace un recuento de todo lo que ha estado haciendo últimamente.

Si, no hace más que cagarla.

Sabe que debe enfrentarse indirectamente a la chica que dejó vuelta nada con sus estupideces.

Cuando Amelia abre la puerta, se le abalanza encima mientras llora y le pide que no se vaya de nuevo.

Niall deshace su agarre delicadamente sin responderle hasta que divisa a Francisca bajando las escaleras con las manos dentro del delantal.

—Higgie. —ella le medio sonríe y saluda con un simple asentimiento.

Niall se dirige hacia su despacho en busca de los papeles hasta que los encuentra pero al salir se percata de que aparte de las dos mujeres que lo esperan en la sala, no hay más indicios de alguien más en la casa.

—¿Te vas? —Higgie pregunta pero él no contesta, en cambio responde con otra pregunta.

—¿Donde está Grace? —Amelia se pavonea feliz mientras Higgie solo la acribilla con la mirada—, Francisca. —advierte.

—Bueno...

—¡¿Dónde está Grace?!

—Ella se ha ido. —la cara del irlandés se descompone.

—¿Que?

—Se fué. Dijo que no tenía nada más que hacer aquí y parecía decidida en no volver. No sé nada más, lo juro.

—Y es verdad. —Higgie le suelta un pellizco a Amelia.

—¿Hace cuanto?

—No sé, un rato después de que tu te fuiste. —Amelia se marcha a petición de su madre—. Se veía muy mal. —Higgie me susurra con pesar— ¿Qué le dijiste a esa pobre muchacha, Niall?

Este tensa la mandíbula cabreado, asustado y molesto consigo mismo.

Sube rápidamente las escaleras deseando que no sea lo que está pensando.

Sube a zancadas con temor hasta que pronto, llega a la habitación donde últimamente ella se quedó.

Abre el clóset y siente que la vida se le viene encima.

Vacío.

Revisa el de su habitación y por el contrario, solo se encuentra con las prendas nuevas que él le compró.

Obviando que ella no quiere nada que tenga que ver con él.

Maldice por lo bajo tomando su móvil y marcando incesantes veces a su numero, pero este lo arroja al buzón.

La desesperación lo toma sin piedad.

Mientras que al otro extremo de la ciudad, ella y Lena se atiborran de tequila y bebidas fuertes mientras apuestan de la mano de varios empresarios que no dejan de hacerles halagos.

Para cuando ella lo nota, ya no se encuentra ahí, si no más bien junto a Lena en la pista y casualmente divisa a Sasha quien no duda en saludarla con un plácido beso en los labios para la rusa.

Juntas disfrutan conforme las horas pasan. No son conscientes cuando la madrugada las toma, las tres se embriagan hasta la inconsciencia. Trago por trago, botella tras botella y cientos de besos en grupo.

Sufrimiento puro, maquillado con falsa diversión.

Cuando sienten que ya es suficiente, Grace y Lena deciden marcharse al despedirse de Sasha, quien regresa donde un par de amigos la esperan.

Ambas salen juntas de la discoteca estilo bar mientras Grace nota que tiene sientas de llamadas perdidas del numero del innombrable. Lo guarda, mostrándole antes el dedo medio a la pantalla.

Pendejo.

Lena se ríe sin razón, contagiandola a ella mientras caminan solas pornlas oscuras calles desoladas intentando llegar al hotel.

—¿Qué es eso? —le pregunta a la danesa cuando divisa el frasco de píldoras en su bolso.

—Mi medicina. —confiesa y Lena de inmediato entiende.

Son las cuatro de la madrugada cuando ellas pasan frente a un callejón siendo acorraladas por una Dodge negra sin placas de donde bajan dos hombres gigantes y las suben por la fuerza aunque ellas intentan poner resistencia.

Lo logran.

Es así como se marchan a toda prisa sin mirar atrás.

[...]

Grace

El dolor en las sienes es insoportable  punzante y taladrante.

—Grace, despierta... —una Lena bastante asustada es lo que me hace abrir los ojos a toda prisa, haciendo peor el dolor de cabeza.

Desconozco el lugar, mi amiga está vestida con una simple pijama de satén negra, con una bata del mismo material puesta.

—¿En que momento llegamos al hotel? —traga duro.

—Joder, no estamos en el hotel.

Es verdad.

Estamos en una habitación con dos camas, gigantesca, lujosa, amplia.

No entiendo un carajo. —Parece que nos drogaron. Pasan de las seis de la tarde.

Me levanto de golpe, dandome cuenta que yo también visto un pijama de satén. Un camisón y la bata que reposa a un lado de mi cama, la cual me pongo de inmediato.

A diferencia de la suya, la mía es azul marino.

Dejamos de hablar cuando escuchamos que alguien le quita el seguro a la puerta y abre sin tocar.

—Señoritas. —un hombre tatuado, alto y con una coleta sujetando la mata de cabellos negros perfectamente arreglados, nos habla. Alto, intimidante y tatuado—. Siganme.

Dudamos, pero sabemos que si nos oponemos, podría ser peor.

No conocemos a esta persona ni este lugar.

—¿A donde nos lleva? —cuestiona mi amiga pero este solo la mira de reojo en silencio.

Nos guía entre pasillos hasta darse vuelta y dejarnos al centro de un salón.

Igual de lujoso que todo.

Se planta frente a mi haciéndome retroceder. Toma mi mano y delicadamente besa el dorso para después reposar su frente sobre esta, demostrando que no busca dañarme.

—Al'amirat eadat 'iilaa alqaleati.

Frunzo el ceño, queriendo que me explique, pero el tipo solo sonríe y comienza a caminar hacia la salida, perdiéndose entre las sombras.

—¿Qué te dijo? —Lena está que se hace del miedo. Me encojo de hombros temblorosa.

Justo cuando intento comenzar a andar los pies, su voz me detiene.

Me congela.

Y no encuentro excusa alguna para negar que me ha puesto los pelos de punta.

Giro lentamente hasta toparmelo.

Vistiendo un traje negro a la medida, pulcro y fino. Una camisa blanca por dentro sin corbata, con los dos primeros botones sueltos y un pañuelo al costado izquierdo del saco, justo sobre el pecho.

Su aroma impregna por completo en el salón. Cuando comienza a caminar hacia mi, mientras sus comisuras se elevan en una incandescente sonrisa.

—Muñequita... —pronuncian a sus espaldas, dejandome aun más congelada, al borde de un colapso nervioso.

Mi corazón golpetea fuertemente contra mi pecho, con ganas de hacer un agujero en mi tórax y salir de mi cuerpo. El hombre que se abre paso caminando tan distinguido a su lado me mira como si de la reliquia más valiosa se tratase.

Mi abuelo.

Es mi abuelo.

Mi abuelo no está muerto... ¿Pero cómo demonios?

No sé cuántos pasos doy en reversa, solo se que necesito aire, necesito alejarme pero a la misma vez quiero correr y abrazarlos a ambos.

Lena está estática en su posición hasta que mira por encima de mi hombro y abre los ojos a más no poder.

Mi espalda impacta contra un torso duro, el cosquilleo en mis entrañas se hace presente.

Una colonia masculina y el aroma a nicotina me envuelven bajo la figura alta y robusta que mi espalda palpa.

Giro lentamente bajo la falta de aire y la agitación en mi pecho.

Lágrimas inconscientes me recorren las mejillas cuando lo veo.

De no ser por la tinta que cubre el 90%de su piel, lo reconocería donde quiera que lo viera.

Mil décadas no bastaron para hacerme olvidar aquella mirada esmeralda.

—Søster...

Su voz es tan diferente pero aquel brillo sigue intacto.

La vista se me nubla y en menos de nada, me encuentro mirando al espectro danés que no deja de repararme.

—Shane... —susurro en un hilo de voz antes de perder la conciencia.

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

Søster: Hermana.

Bueno pues si, mi bebito está vivito y coleando. Disfrutennnn <333

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

SHANE BALLARD

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

AllfEdwardS.✨

Continue Reading

You'll Also Like

3.9K 363 4
- No está bien ni físicamente o mentalmente - soltó Mamá con cierto reproche y tenía razón - Sigo aquí recuerdan, aun veo y escuchó - solté sarcásti...
388 59 6
꒰⸼ͯ °📌 * ⋆꒱ Hija de un mafioso, matrimonio arreglado con un desconocido. Genial idea, ¿verdad? જ⁀➴˚˖𓍢ִ໋🌷͙• ✧ ꘎જ⁀➴ ▬▬▬▬ 𝑨𝑽𝑰𝑺𝑶𝑺. ...
21.6K 2.2K 20
𝙻𝚞𝚣 𝚎𝚜𝚝𝚊𝚋𝚊 𝚎𝚗 𝚞𝚗 𝚍í𝚊 𝚗𝚘𝚛𝚖𝚊𝚕 𝚍𝚎 𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚕𝚊 𝚜𝚊𝚕𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝚑𝚎𝚡𝚜𝚒𝚍𝚎 𝚏𝚞𝚎 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞𝚜 𝚊𝚖𝚒𝚐𝚘𝚜 𝚜𝚎 𝚍𝚎𝚜�...
182K 5.9K 8
-Ya estoy harta Justin-sollozó viendo al hombre que ama y este bufó sobándose la sienes. No tenía tiempo para discutir con ___ ahora mismo, tenía que...