LVIII. Mit afkom
PARTE II
(El tiempo avanza de manera rápido por ciertos rasgos de mejoría para la trama)
[ÚLTIMOS CAPÍTULOS]
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Grace
Suspiro, acariciando el suave edredón que me cubre el pecho. En silencio, mientras observo hacia el techo, absorta.
Nisiquiera el haberme corrido tantas veces me baja el mal genio.
Es por eso que emprendo mi ida, quitándome las sábanas de encima. Me siento al borde de la cama sin importar que bajo la mirada del castaño sobre mi cuerpo desnudo, me ponga de pie caminando en dirección hacia el clóset.
Dejó mis prendas desgarradas y por ende, sin utilidad.
—¿Te vas? —cuestiona exhalando el humo del cigarrillo que anteriormente poseía entre los labios. Asiento secamente.
—Como las putas —frunce el ceño mientras me abotono la blusa—, un polvo y adiós.
Emprendo mi camino hacia la salida pero él es más rápido y coloca la mano sobre la puerta cerrando la cuando intento abrirla. Logra acorralarme de nuevo, y a comparación de mi, él si se encuentra completamente desnudo.
Le da otra calada al cigarrillo y lo alexa expulsando el humo a un lado de mi cara.
—No vuelvas a decir eso.
—¿Por? —me cruzo de brazos—, es lo que me diste a entender anoche.
—No es verdad.
—"¿Otro polvo de reconciliación?" —cito sus propias palabras y el enojo evidente reaparece en sus facciones.
—No fué lo que quise decir.
—¿No?
—No. —bufo sarcástica—. Pero me gustaría que me explicaras porque te dejaste agasajar por él en el cuarto de limpieza de la universidad... ayer. —frunzo el ceño.
No había nadie al acecho, ¿Cómo demonios sabe eso? —Y no me preguntes como lo sé porque eso no interesa, solo que me digas porqué.
—Uno, parecías muy ocupado con tu amiga, no quise molestarte —rueda los ojos ante mi descontento—, dos, ¿Para qué? Si nisiquiera así ibas a creerme.
Trato de zafarme pero en cambio él vuelve a tomarme.
—Ya no lo hagas más.
—¿Qué?
—Tu comportamiento. No me gusta que actúes de esta forma, creí que la etapa de rebelde descarada ya había pasado...
—Lamento si no te gusta pero así soy y así seré hasta que me muera. A mi también me hastian algunas cosas y sin embargo no te las reprocho. —el tercer intento me sale bien, entonces me suelto de su agarre y emprendo mi salida.
Él no me detiene.
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Niall
Dos semanas después...
I,1
Es claro que las cosas entre ella y yo no van para nada bien.
Es todo lo contrario.
Parece que conforme pasan los días, nos la vivimos en una constante lucha por ver quién jode más al otro.
Es cansado.
Me gustaría regresar a los días donde solo se trataba de compañía, ella y yo en casa, cocinar y follar.
Nada más.
Ahora no es así.
Mi mañana en la oficina empeora cuando recibo el llamado de mi asistente, diciendo que Nancy se encuentra aquí y que desea verme con urgencia.
Imagino que me entregará los papeles del divorcio ya firmados pues la fecha se vence mañana.
Le pido a Job que la deje pasar.
Ella reluce el abrigo blanco de piel y sus tacones resuenan en toda la oficina cuando entra. Las bajas temperaturas de otoño-invierno ya comienzan.
Me eleva las comisuras en notar que lleva el folder en mano. Me los extiende en silencio pero cuando los abro, menuda es mi sorpresa que me encuentro con las hojas intactas.
Sin una puta firma.
Me tallo el puente de la nariz rogándole al señor que me dé paciencia.
Su sonrisa me exaspera todavía más.
—¿Me explicas? —trato de sonar tranquilo. Ella toma asiento frente a mi escritorio y se cruza de piernas, como si ya tuviera un discurso preparado.
—No los firmaré, mi amor. Está muy claro.
—No me jodas con eso Nancy, firmalos de una puta vez.
—Nop. —la miro—. Quieras o no, me vas a escuchar. —rebusca en su bolso hasta que saca su celular y una carpeta con algo en el interior— Cariño, desde siempre supe que había algo extraño.
Desde que llegamos a Irlanda, todo terminó yéndose al carajo y hasta entonces no supe si se debía a mi.
—Mi fuente de desgracias siempre fuiste tú. Eso no era un secreto.
—Ajá —se abanica con la mano—, pues bueno, sé que tienes una amante. —enarco una ceja—. Aún mientras vivíamos juntos. —me apoyo del respaldo de la silla. Me extiende el nuevo folder y esta vez al abrirlo, me recompogo poco a poco sin creer lo que mis ojos ven—. Y sé también que la perra que te abrió las piernas desde un inicio, es nada más y nada menos que Grace Ballard. —tenso la mandíbula, mi respiración se vuelve pesada y mi cabreo aumenta mientras detallo cada fotografía nuestra. En los restaursntes donde cenamos, los centros comerciales que visitamos, la entrada al pent-house, yo besandola, ella abrazandome y finalmente, muchas más fotos nuestras en la cama.
Fotos de hasta hace apenas dos semanas.
La miro en busca de una explicación pero ella ya tiene la pantalla de su teléfono hacia mi, mostrándome un video también de aquel día. Este dura apenas un par de minutos.
Trago duro, molesto y enceguecido, sin embargo, no se lo demuestro. Mantengo una postura firme, incluso cuando el video termina y ella me enfrenta.
—Tienes de dos sopas, corazón. —juega con el peluche de su abrigo—. O te olvidas de esa absurda idea de querer divorciarte, regresas a casa CON TU ESPOSA y la dejas de una vez, como si nada de esto hubiera pasado... —me repara con superioridad—... O me encargo de volverte mierda a ti y a tu puta la reputación publicando estas... comprometedoras evidencias, mostrándole a Maxim y Catherine la clase de "amigo" que tienen y bueno, arruinarle la vida por completo a tu amante. —las ganas inmensas de asfixiar la hasta matarla, me sobran—. Dime tú, ¿Qué crees que dirá su papi cuando sepa que su mejor amigo se folla a su princesa? ¿Te imaginas?
Y tu no quieres eso, ¿Verdad?
Su apellido es muy llamativo en esta y muchas ciudades. El tuyo, tus padres...
Maura, piensa en ella amor. En Bobby...
» Queda en ti, que no señalen a tu familia, a ti, tu empresa... a ella.
¿Cómo crees que reaccionará la gente cuando lo sepa? Sería un gran estelar de revista.
» "Empresario multimillonario se acuesta con la hija de su mejor amigo... estando casado."
—Lárgate. —rumio y ella solo me mira con superioridad.
—Es mi última advertencia. Déjala o todo se termina, para mi y para ti. —se levanta y se marcha sin mirar atrás.
Arrugo los papeles evitando ir tras ella y regresarla del maldito cabello hasta arrastrarla y joderla y...
Mi móvil suena y me veo obligado a atender la llamada.
La persona menos esperada.
Alí me indica que lo han capturado, que es momento y que me esperan todos en Bridget House.
Si bien lo único que pude hacer por Grace fue sacarla del infierno en el que estaba viviendo dentro de esa casa, y aunque deseaba hacer más, los planes que estaban en marcha me impedían hacerlo. Cuando Efrain se enteró de lo que estaba sucediendo en cuanto a su hijo y nieta se refiere, enloqueció. Quiso llenarle de plomo la sien a ese malnacido.
Y sin embargo, así como yo, tuvo que contenerse.
De no haber sido por la organización, nisiquiera me habría detenido de joderlo en el momento en el que Grace me contó lo que había sucedido.
Pero eso ha cambiado.
El momento ha llegado.
Y así, dispuesto a dejar todo de lado, pondré a prueba la marca de la hermandad desde los inicios de la organización.
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Grace
Días después...
I,2
El tener que recurrir a esto no me sabe para nasa bien, pero es necesario.
Es necesario cuando me es imposible desacostumbrarme al cuerpo de cierto irlandés, aún cuando tengo que toparmelo saliendo del gimnasio que hay en el edificio. Cuando entra por esa puerta, se quita la camisa y deja al descubierto aquel tonificado torso, brilloso a causa del sudor. El cabello revuelto, agitado e insensatamente caliente.
Se dirige hacia la cocina en silencio mientras toma un vaso con agua de un solo tirón. Me dedico a hojear la revista que tengo en mano, no pudiendo evitar las ganas que surgen cuando lo siento desde ahí, mirándome y me cohibe.
Está más distante que nunca.
Y no lo culpo.
Como dijo, mi actitud de altanera no le gusta pero no puedo cambiar.
Y tampoco pensaba hacerlo.
Así soy.
Aunque eso no quita el hecho de que me duela y me moleste su lejanía.
Le escucho suspirar antes de dejar el vaso sobre la meseta y subir a zancadas las escaleras.
Amelia no ha dejado de babear desde que llegó y me dan ganas de ponerle ese plumero que tiene en mano de chupete.
Reviso la hora notando que es tiempo de cambiarme.
Es por eso que voy directamente a la habitación donde he decidido dormir de ahora en más y que la he bautizado como mía. Rebusco el atuendo adecuado al que todavía no me acostumbro pero es necesario después de ducharme, peinarme y maquillarme.
La falda negra de tubo me llega apenas por encima de la rodilla y se acentúa perfectamente a mi curvatura cintura. Bajo la blusa estilo corset y en blazer del mismo color.
Me coloco las medias y los tacones altos procediendo a colocar un par de accesorios de oro a juego con mi bolso.
He comenzado con mis prácticas profesionales y eso me tiene bastante emocionada.
Termino de rociar perfume sobre mi cuello dispuesta a marcharme. Es buena hora.
Aunque parece no ser mi dia de suerte pues toparme a Niall recién duchado, en pantalones y con la camisa abierta no es buena señal.
Me cierra el paso cuando intento salir del corredor.
—¿A dónde vas? —cuestiona con la mano pegada a la pared, dejando su brazo a la altura de mi rostro.
—Tengo práctica. —respondo tontamente demostrando que aún tiene control sobre mi. Este hombre es intimidante hasta los huesos pero su cercanía y su aroma me ponen a temblar las piernas.
—¿Irás vestida así? —enarco una ceja.
—¿Tengo que pedirte permiso para vestirme como quiero? —tensa la mandíbula.
—No me gusta, el escote es muy revelador.
—Pues a mi si. —intenta cubrir mi pecho con el blazer. Sin embargo, yo lo deshago y me abro el mismo aún más a propósito haciéndolo enfurecer. Bufa exasperado apretando los puños, sin embargo, solo eso. Rueda los ojos y suelta un;
—Haz lo que quieras.
—¿Porqué actúas de esa forma? —lo hago detener cuando intenta darse la vuelta—, dices que no te gusta mi actitud pero para ser sincera creo que estabas hablando de ti mismo. Estas igual o peor que yo. —lo rindo todo, ya me cansé. Llevamos semanas en lo mismo. —Ya entendí, fué una lección, genial. Ahora deja de actuar así, yo no pensaba regresar con él.
—¿Ah no? —se muestra indiferente pero aún así avanza hasta el interior de la habitación conmigo detrás.
—Claro que no. —me sincero.
—Ajá.
—Ya basta. —me mira, irradiado ira a través de esos ojos místicos que me observan—. Ya no quiero pelear más.
Y estoy haciendo lo que jamás he hecho y es plantarme de frente y pedir disculpas. Si actué mal, lo siento, ¿Si?
Si es una forma extraña e incorrecta de pedir disculpas, igual lo lamento, pero no suelo hacer estas cosas porque jamás me arrepiento de lo que hago.
Pero ahora es diferente. —suspiro—. Regresemos a lo de antes, a lo nuestro, es cansado todo esto y...
—¿Nuestro? —repite en tono de burla—, no hay un nuestro. —termina de colocarse la camisa sin mirarme.
—¿Qué?
—Sea lo que sea en lo que hayas pensado está mal. —se me corta el paso del aire—. Creo que te estás confundiendo.
—¿Respecto a que?
—A todo. —espeta—. Nosotros, nuestro, tuyo, mío... es todo.
Quizás confundes lo que tenemos con el hecho de saber lo que tanto te he repetido. No me gusta compartir —se coloca rápidamente la corbata—, pero eso no quiere decir que me vea arreglando algo como la pareja perfecta y románticamente enamorada.
No quiero confundirte más Grace, solo quise ayudarte. —sus palabras me apuñalan con la misma fuerza de diez cuchillos en el tórax.
La voz no me da para pronunciar nada, él está diciendo que solo me trajo aquí ¿Porqué? ¿Por caridad, lástima?
—Después de todo, creí...
—Pues creíste mal. —termina por ponerse el saco—. Desde que comenzó todo esto, no has hecho más que recalcar que se trata de solo sexo. Bien, ahora es mi turno de recordartelo.
La vergüenza no se hace esperar, el momento en el que dictamina nuestra verdadera situación, me obligo a tragarme la puta humillación que yo misma me provoqué aceptando sus palabras.
Asentí, me aclaré la garganta y comencé a caminar en retrospectiva.
—Es verdad. —las venas se me inyectan de veneno y frialdad, no puedo permitir que esto afecte cuando tiene toda la razón—. Tengo que irme.
No espero respuesta por su parte, solo salgo de la habitación y del apartamento a toda prisa. Taylor se ofrece a llevarme, a lo cual por supuesto no me niego.
Durante el trayecto, me es imposible no pensar en lo que dijo.
Escasas frases que me dejaron muda.
No puedo permitir que me amedrente, sin embargo, pienso en los las últimas semanas previas a nuestra pelea.
Los días enteros cocinando y riendo.
Las horas interminables de películas y bromas.
Las noches en vela disfrutando del calor corporal del otro.
El concierto.
La cabaña.
Los besos.
Las caricias.
Las palabras cariñosas.
¿Qué fueron entonces?
No me parece que haya sido solo sexo.
Pero parecía un témpano de hielo cuando lo dijo, las palabras tan crudas y directas.
He decidido ignorar por mucho y sobreponerme a lo que siento.
Me gusta, es obvio, pero... es diferente.
Es diferente porque acepto que acabo de caer en mi puto propio juego.
"El que se enamora pierde".
Henry ha sido el primer perdedor.
Y yo la segunda.
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Elijah
El filo del cuchillo traza hileras pequeñas de sangre sobre la piel trigueña del bastardo.
Quejidos brotan de su garganta a la par que el irlandés entra en la bodega seguido por mi padre y él.
Atado de manos hacia arriba, suspendido en el aire, sudoroso, vuelto nada, pide entre jadeos que lo suelte, que lo baje...
Niall enarca una ceja mientras lo recorre con una mirada cargada de asco.
No lo culpo, yo hice exactamente lo mismo.
Alí se encargó de preparar a Luciano para nosotros.
—¿Y esta plasta de mierda? —rumia mi padre expulsando el humo del cigarrillo por la boca. Se sienta sobre una silla la cual balancea hacia atrás subiendo las piernas sobre el viejo sofá de al lado.
—Luciano Ranieri, señor. —el hombre enfurece al instante, desfundando el arma con la que no tarda en apuntarle al soltar el cigarrillo.
—Hey, hey... —lo detengo—, divirtamonos un rato.
Me paseo de un lado a otro retirándome los guantes negros de cuero que me cubren las manos —Luciano, luciano... —suspira.
Niall enciende un cigarrillo directamente del encendedor de Efraín mientras se apoya de la pared con las manos dentro de los bolsillos.
Él nos observa en silencio desde la penumbra. —Dime una cosa, ¿Te gusta el sadomasoquismo? —Luciano tiembla con la mordaza en la boca. La frente le suda mientras Ali bajo mi orden, le quita todas las prendas lastimando sin piedad las muñecas, piernas y cuello, logrando que grite cada vez que mi escolta le propina un puñetazo para que se calle.
Me causa gracia que el cobarde desgraciado comience a llorar como marica apenas me acerco.
Vuelvo a dibujar hileras con el filo del cuchillo, abriéndole la carne.
Apenas unos leves cortesitos que destilan chorros de sangre de distintas partes de su cuerpo. Luciano niega ante mi pregunta, aún inmóvil y suspendido en el aire. —Lástima —extiendo la mano hacia Alí, quien me tiende la fusta de no tardo en estrellar contra su abdomen y por el cual se retuerce ante cinco impactos más— A ella tampoco le gustaron tus asquerosas manos en su cuerpo.
Cinco, diez, quince, veinte impactos en los que no mido mi fuerza.
Abdomen, piernas y por sobre todo, en el asqueroso miembro que luce enrojecido e hinchado por culpa de los golpes.
Y prosigo hasta que me canso con un látigo y varas de metal.
Niall se une a mi, con el saco fuera y la camisa arremangada.
Son horas de golpes.
Uno tras otro hasta que su piel sangra.
Hasta que la carne se abre y las cadenas le causan llagas. Mi padre le propina otra tanda de latigazos, puñetazos y patadas que le sacan el aire. Cortes con cuchillas y cuando me retiro el saco y arremango la camisa por debajo de mis codos, me preparo para tomarlo por enésima vez como mi jodido saco de boxeo.
Le pido a Alí soltarlo.
Luciano nisiquiera puede mantenerse en pie cuando cae al suelo abruptamente y se golpea todo, las heridas abiertas parecen arder. Bajo mil maldiciones, me monto encima de él y lo golpeó sin descanso, recordando cada palabra como si estuviera incrustada en mi pecho.
Pensar en los años de sufrimiento de mi hija, siendo apenas una niña...
No puedo soportar nisiquiera imaginar todas las cosas que este hijo de perra le hizo.
Le destrozo la cara, hasta que los puños no me dan, hasta que estos arden y se abren.
Lo dejo, agitado y cabreado.
Me pongo de pié y giro el rostro hacia la esquina de la bodega.
Él asiente, entendiendo que es hora de hacer lo que tanto me ha estado pidiendo desde que supo de nuestros planes.
Alí le extiende una daga nueva, filosa y pesada...
Él se acerca, se acuclila cuando me hago a un lado, Efrain lo alienta, los mercenarios gritan eufóricos cuando le toma el pene y sitúa la punta del cuchillo bajo los testículos de Luciano, pronunciando en voz baja;
—Ingen rører vores håndled...
Ladea una media sonrisa antes de cortar el órgano viril del italiano.
La sangre le mancha la camisa pero él solo disfruta de los gritos y el sufrimiento ante vasta hemorragia que crea un desastre mayor que el que nosotros propiciamos hace un rato.
Si nosotros parecemos locos, mit afkom parece un completo desquiciado.
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Hola bellassss, lamento la demora con respecto a la actualización de este fin pero sinceramente decidí tomarme estos días para descansar por completo del celular y hasta ahora pude acabar con ganas este capítulo.
El final está un paso cada vez más cerca, recuerdenlo...
Las amo<3
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ALÍ HUSAYNÍ
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AllfEdwardS. ✨