— Creo me gustas. — el ojiverde me miró fijo.
Nos encontrábamos en el sofá de su casa, mirando una película. Ya eran las 2:26 de la madrugada, sin embargo ninguno de los dos tenía sueño.
Volteé elevando una ceja, antes de que pronunciara esas tres palabras, había un silencio, no incómodo, era un silencio pacífico y cálido.
— ¿Qu-qué dices? — reí nerviosamente. Pensé que de esta manera, él confesaría que era una de sus típicas bromas, pero no fue así.
Jeager me tomó de la mano y la cubrió con las dos de él, seguido de esto metió mi cabeza en su pecho, y seguimos viendo la película en silencio.
A pesar de que mis manos permanecían cubiertas por las de él, estaban temblando, y su temperamento comenzaba ha ser frío.
— Te quiero. — presionó una de mis mejillas. — Después te digo en qué posición. — se carcajeó. Separándose de mí y observando mi reacción.
— Pedazo de idiota. — lo fulminé con la mirada.
— Hey, ¿por qué tanta agresividad desde temprano? Yo sólo venía a levantarte.
Abrí los ojos, me encontraba en la cama de Eren. La luz del sol me deslumbraba.
— ¿Qué hice o qué? — sentí mis manos, estas seguían frías.
— Me dijiste "pedazo de idiota" y tú eras la que sonreía como idiota. ¿Con quién estabas soñando? — terminó de colocarse su pantalón.
— N-no recuerdo. — claramente recordaba mi sueño con cada detalle.
— Soñabas conmigo ¿verdad? ¿Quién más te haría sonreír de esa manera? — habló en tono burlesco.
— Muchos más. — me levanté de su cama. — Jean, por ejemplo. —sonreí. Era una mentira, obvio.
— Ese qué. No lo menciones dentro de mi casa. — dijo de manera dramática.
Reí.
— ¿Irás a trabajar? — cuestioné observando cómo batallaba en acomodarse su corbata.
— Así es. El dinero no cae del cielo, hay que ganárselo con el sudor de la frente.
— Tú ni sudas. No seas exagerado. — me acerqué a donde estaba.
— Es sarcasmo, idiota. — dió un sape en mi cabeza. — Ah~ — echó su cabeza hacia atrás.
Sus intentos de colocarse bien su corbata, eran intentos fallidos. Y este hombre no era muy paciente que digamos.
— Ves como el idiota eres tú. Ni una corbata te sabes colocar. — lo volteé, para que quedara a la par mío. Y así yo fuese quien le arreglara el nudo de su corbata.
— Eres un sol. — despeinó mi cabello.
Ignorándolo, terminé.
— Listo, no están tan difícil.
— Me estás haciendo sentir idiota.
— Lo eres.
— Más o menos. — se roció perfume.
— ¿Me puedo quedar en tu casa? Quiero seguir durmiendo acá. — volví a recostarme.
La noche anterior había sido salvaje y desgastante.
— Sabes que sí. Pero te levanté porque preparé el desayuno y pues no quería desayunar solo. — cruzó sus brazos.
Sonreí inconscientemente.
— Bueno, aceptaré nada más porque sí tengo un poco de hambre. — volví a levantarme.
Ambos salimos a su comedor, efectivamente el aroma de la casa era exquisito.
— Mh, huele bien. — mencioné.
Nos sentamos frente a frente.
— Califica mis hottcakes. A ver si ya me puedo casar, diría mi abue.
Corté un pedazo de este redondo y esponjoso desayuno, lo probé.
— Mh, está bueno. — hablé de lo más común, pero realmente su hottcake le había quedado delicioso.
— ¿Sólo "está bueno"? Le puse empeño, creo merezco más que un "está bueno". — arremedó mi voz.
— Nueve de diez.
— No, no. Merezco el diez. Acéptalo. — emitió, mientras devoraba su desayuno. — ¿Qué le falta? ¿En vez de miel encima, le echaba mi semen?
— Jeager, no hables asquerosidades. — por mi mente pasó un hottcake tal como el ojiverde lo había mencionado.
Nada agradable.
— Bueno, ya me voy, regreso como a las 6 o 7. Si quieres, puedes esperarme para comer, y traigo una pizza o a ver qué.
— ¿Esta vez sí irás a trabajar? — recordé la mentira de la vez pasada.
— Te prometo que sí. — algo apurado, terminó su desayuno y lavó sus platos. — Te mando mi ubicación, su quieres. Entiendo tu desconfianza, pero te prometo que esta vez no miento, mi amor. — ya para irse. Presionó la punta de mi nariz, dejándola roja.
— No hace falta que hagas eso, Erencito.
— Bye, deja de llamarme así, niña. — cogió su pequeño maletín y salió de su apartamento.
De igual manera, terminé mi desayuno y lavé mi plato, para después volver a tomar una siesta.
(...)
Mi alarma sonó a las 5 p.m. Joder, había dormido todo el día y parte de la tarde.
Sin presión alguna, tomé una ducha de agua caliente. Ya que después saldría por unas chucherías.
Estando en el mini súper de allí cerca, fui al pasillo de dulces, donde casi me llevo toda la tienda.
— Oh, tú agarralo. — le dije a una chica.
A la par, y al mismo tiempo, habíamos tomado el último chocolate blanco.
— No, descuida. Puedes quedartelo. — sonrió.
— Me sentiría mal, ya llevo muchas cosas, y tengo unos 5 más de esos mismos aquí en el carrito. — los señalé.
— Oh, bueno. De ser así, lo tomaré. — su hermosa dentadura se mostró en una sonrisa. — Gracias.
— No hay de qué. ¿Te conozco? — ladeé mi cabeza un poco, intentando ver más facciones de aquella chica.
— Woh, pensé lo mismo. Creo ya nos habíamos visto en algún lugar.
— Síp, pienso lo mismo.
Después de una pequeña charla donde intercambiamos nombres, ella se ofreció ha llevarme a mi casa. Con todo gusto, accedí.
— Qué bello lugar en el que vives. — miró todo el alrededor del fraccionamiento donde Eren y yo habitabamos.
— G-gracias. ¿Dónde vives tú?
— De hecho, vivo cerca de aquí. A unas dos cuadras de este fraccionamiento.
— Qué bien, vivimos cerca. — la manera en la que habíamos conectado amistosamente era increíble.
— Cuando gustes, puedes visitarme.
— Mil gracias. Y lo mismo va para ti.
— ¿Te parece si me das tu número? — preguntó.
— Uh, claro que sí. — ella me dio un papelito donde anoté aquellos dígitos. — Toma. — se lo devolví.
— ¿Y esta es tu casa? — estacionó el auto justo donde le había indicado; afuera del apartamento de Eren.
— N-no, es de mi... ¿Amigo?
— Ow, viven juntos.
— N-no, tampoco. Sólo que hoy me quedé a dormir con él. Pero en realidad mi apartamento es justo el de enfrente. — lo señalé.
— Vaya, qué bien. Bueno, hasta pronto, linda. — sacudió su mano, su rostro mantenía esa bella sonrisa.
Salí del auto y de igual manera me despedí.
— Bye~ — el auto fue desapareciendo. Yo entré a casa.
Pocos minutos después me llegó un mensaje.
"Holaa 😺 Ya te agregué, linda."
Respondí el mensaje. Continuo de esto me fui a recostar y mirar alguna serie mientras esperaba a Jeager.
"Mi amor, ya voy para allá. Se me acaba de ocurrir una idea ufff"
Volvió a sonar una notificación de un mensaje, en este caso, Jaeger.
"Qué cosa??"
"Puedo poner comida en tu cuerpo, y comer de allí? 🥺"
Sabía que era sarcasmo.
"Deja de hablar mrds, Apresurate que ya tengo hambre"
Respondí. Ahora que me ponía ha
analizar bien el mensaje que él había mandado, creo no sonaba tan mal.
holap cómo están? Ya vieron mi nuevo fic de tokyo revengers? Vayan a darle apoyo!!
Cierto, ahora me está entrando la locura de hacer un fic de Toji peeero, las actualizaciones de mis otras fics serían más lentas, así q no sé 😩