Una parada en Colonia Basilia

By antoenletras

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Un desperfecto en su camión de carga lleva a Tadeo a pasar un fin de semana bastante peculiar. Nunca imaginó... More

Prólogo
1 - Bienvenidos a Colonia Basilia
2 - En medio de la ruta
3 - Un rincón lleno de vida
4 - Con más carisma que habitantes
5 - Una gran familia recibiendo visitas
6 - Con espíritu de turista recién llegado
7 - De rincones especiales
8 - Y una gran historia detrás
9 - Un lugar llamado hogar
10 - De conexiones inexplicables
11 - Y fuertes impulsos
12 - Un mundo por conocer
13 - Con pasados que son ruinas
14 - Y futuros que se encienden
15 - Un latido en común
16 - Un sentir desafiante
17 - Y confesiones que conectan
18 - Soltar el control
19 - Un antes y un después
20 - En el comienzo de un sueño
21 - Abriendo las puertas al futuro
22 - De la mano del amor
23 - Y de las nuevas oportunidades
24 - Un nuevo presente y un futuro que asoma
25 - El frío del mañana
26 - El quiebre del presente
27 - Y el refugio del ayer
28 - Una promesa
29 - Y una despedida
30 - Una lógica que duele
32 - Y lo inesperado de la vida
33 - Amando a destiempo
34 - Latiendo a lágrimas
35 - El después del adiós
36 - Los nuevos comienzos
37 - La magia de la vida
38 - Apostar al latido
39 - Un lugar, un hogar
40 - Colonia Basilia
Agradecimientos
Nota de autor
Epílogo

31 - Una decisión que acecha

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By antoenletras

Olivia comenzó a escuchar un ruido a lo lejos. Era algo constante que se hacía cada vez más fuerte. Hasta que abrió los ojos y se encontró desorientada. Se había quedado dormida en algún momento dentro del caos, y la noche había invadido el exterior.

No recordaba en qué instante había cerrado los ojos y mucho menos, cuándo el sueño la cobijó. Lo único que recordaba era el desastre de pensamientos negativos que la habían invadido en torno a Tadeo, a la distancia y al temor que sentía sobre el futuro.

—Oli. ¿Me escuchas? —Era la voz de Gise—. ¿Estás dormida?

—Pasa —le dijo mientras se incorporaba.

La puerta se abrió con suavidad y Gise tardó un rato en fijar sus ojos en ella, como si se estuviera acostumbrando a la oscuridad que había allí dentro.

—¿Te has dormido?

—Si. No sé en qué momento. Prende la luz.

Gise lo hizo y avanzó hacia la cama.

—Cami se ha ido hace un rato.

—¿Supo cómo llegar?

Ella asintió y le dijo que Pato les había preguntado a unos amigos. Ellos le habían dicho qué transporte tomar hacia allí.

Mientras Gise hablaba, Oli revisó su celular. La respuesta de Tadeo había llegado hacía una hora.

"Buen día amor, espero no haber llegado tarde con la respuesta. Te mando un audio explicándote"

El audio tenía menos de un minuto y después de este, había un mensaje diciéndole que ya entraba a trabajar y le deseaba unas buenas noches.

—¿Pasa algo?

Oli no se dio cuenta de la tensión que sentía en el rostro hasta que la voz de Gise la desconcentró.

Ella negó lentamente y apagó el celular sin responder. De pronto, la tristeza volvía a tocarle el pecho.

—Lo que ha dicho Cami... No le des importancia.

Olivia suspiró.

—Es que en parte tiene razón, ¿sabes? No puedo seguir haciendo como que no pasa nada.

—¿Por qué lo dices?

—Porque no es sencillo. Últimamente hablamos cada vez menos. Los tiempos de cada uno no logran coincidir... Y a pesar de que hacemos el esfuerzo, ya no se siente igual.

—¿Lo han hablado?

Ella negó.

—Es que ni siquiera tenemos tiempo para eso —rio forzadamente—. Y cuando tenemos tiempo de hablar bien, prefiero no tocar ese tema.

—Pero si sientes que algo no va bien quizás deberías hablarlo.

—Lo sé. Pero... Tal vez solo es cuestión de tiempo, de organizarnos de nuevo con las ocupaciones de cada uno.

Gise la observó en silencio unos segundos antes de volver a hablar.

—¿Te da miedo?

—¿Qué cosa?

—Que lo suyo termine.

—Es que... Lo amo. Y siento que todo es muy lindo cuando estamos juntos. Nunca había conectado así con alguien —A Olivia se le escapó una sonrisa mientras algunos recuerdos pasaban por su cabeza tras esas palabras. —Siento que quizás es cuestión de esperar, de aguantar la distancia.

—Si... Supongo que tienes razón. Se veían muy bien juntos. Y a ti te notaba muy feliz también.

—Por eso. Nos hacíamos muy bien.

—Me duele igual que hables en pasado. ¿Cuánto tiempo es que se quedará allí?

—Un año. Y ya ha pasado un mes. Pero...—suspiró cuando esa idea un tanto desalentadora volvió a pasar por su cabeza.

—Pero, ¿qué?

Se encogió de hombros.

—Él me dijo que volvería después del año de beca. Pero no sé, tal vez le surge alguna otra oportunidad de quedarse o de seguir viaje. En cierto sentido, me da miedo eso, pero tampoco me gustaría que renunciara por mí.

—Pero no es algo que pueda pasar con seguridad, ¿o sí?

—No lo sé, estoy suponiendo, viendo posibilidades.

—Tal vez deberías hablarlo, Oli. Seguro te hará bien.

—Lo sé. Lo haré. En cuanto pueda.

Lo bien que se sintió tras esa charla fue inexplicable. Le agradeció a Gise por escucharla y le dijo lo bien que le haría tenerla más cerca.

—¿Sabes? Con mi madre estamos planeando ampliar el negocio. ¿Te acuerdas el curso de páginas web que he hecho? Creo que lo aplicaré para hacer una web para vender los productos a otras ciudades. Si todo sale bien, puede que venga más seguido a la ciudad.

Gise continuó contándole sobre el plan que tenía mientras Olivia preparaba la cena para las dos. Pusieron un poco de música, hablaron sobre temas que hacía mucho no tocaban y volvieron a conectar con esa amistad tan pura que tenían.

Después, se sentaron en el sofá a mirar una película mientras tomaban helado, como en los viejos tiempos.

Pero no pudieron llegar a los títulos finales porque la interrupción llegó mucho antes.

La puerta del frente se abrió y tras ella apareció Camila. La cerró con más fuerza de la necesaria y se quedó allí, con la espalda recostada y los ojos cerrados.

Sus amigas la miraron en silencio hasta que la preocupación las invadió.

—¿Cami? ¿Está todo bien? —se animó a preguntar Gise.

Después de un sonoro suspiró, sus palabras salieron con mucho odio.

—Es un idiota. Un total y completo idiota.

Salió del estado de trance que parecía cargar y avanzó hacia el sillón. Tiró la cartera con fuerzas y fue hacia el sofá donde estaban sus amigas. Se hizo lugar en el medio de ambas, recostó la cabeza y cerró los ojos.

—Me dejó plantada.

—¿No ha ido?

—No. Y tampoco me ha dicho algo al respecto.

—Tal vez le pasó algo —pensó Oli.

—Lo que pasó es que se olvidó. Miren su cuenta de Instagram. Ha subido una foto en un bar con los amigos.

Gise buscó rápido su celular para corroborar lo que su amiga le decía.

—¿Le has dicho algo?

Ella negó.

—¿Para qué? No tiene sentido.

—¿Pero estás segura de que te había dicho para verse hoy? —volvió a preguntar Gise—. Me sorprende que se olvide así sin más.

—Se olvidó. Punto. Hasta acá llegué con esta situación. Estoy harta.

—¿Hablas en serio?

—Esta vez sí. Ya me cansé. Ya pasé mucho tiempo haciéndome la ciega y sinceramente, me duele —la última palabra fue apenas audible porque su voz la abandonó. El nudo que tenía en la garganta podía sentirse.

Sus amigas la abrazaron y rompió en llanto.

Pasaron los próximos minutos escuchándola hablar sobre todo lo que había soportado, sobre todo lo que había hecho para intentar que el vínculo funcionara y sobre todas las actitudes que la habían lastimado.

—Nunca me eligió por completo, aunque yo quería hacerme creer que sí. Siempre fui las sobras, la última opción, el descarte.

—No te tortures así, Cami.

—¡Pero tengo razón! Fui una idiota por no escucharlas cada vez que me decían lo poco que me valoraba. Estuve cegada y me odio por haber aguantado tanto tiempo así. Sufrí mucho en silencio para no darles la razón. ¿Entienden lo grave que es eso? Podría haber pasado cualquier cosa.

—Pero no pasó, y te diste cuenta.

—Igual me duele porque en el fondo lo quiero.

Supieron que sería una noche difícil, de poco dormir y muchas lágrimas. Pidieron más helado para poder hacer frente a la ruptura de corazón. Y el tema principal en todo momento fue Bruno y su maldita forma de actuar con Camila.

Se acostaron a la madrugada, cuando faltaba muy poco para el amanecer. Con las luces apagadas y un poco más calmada, Camila contó algo que no había mencionado antes.

—Igual ha pasado algo bueno esta noche.

—¿Qué cosa? —preguntó Gise con la voz adormilada.

—El mozo del lugar. Me ha tratado muy bien... Creo que en parte fue eso lo que me hizo reaccionar.

—¿Qué pasó con el mozo? —ahora la voz de Gise sonaba mucho más despierta y eso hizo reír a sus amigas.

Camila llegó y la atendió un muchacho que le trajo el menú. Ella le dijo que estaba esperando a alguien, pero igual pidió algo para tomar.

—Se ve que con el correr de los minutos empezó a notar mi preocupación y que estaba cada vez más pendiente del celular, así que en un momento se acercó y me preguntó si quería ordenar o esperar un rato más. Le dije que esperaría. A los pocos minutos fue cuando vi la foto así que lo llamé y le pedí que me traiga la cuenta de lo que había tomado.

—¿Te irás? ¿Sin cenar?

—Si, tal parece que me dejaron plantada —rio nerviosa.

—¿Tus amigas? ¿O alguien más?

—El idiota con el que salía. Tráeme la cuenta.

El mozo pareció dudar unos segundos antes de hablar.

—No quiero ser atrevido, pero no me parece bien que termines la noche así. Pídete algo para cenar y si quieres ve a la barra. Te hará bien despejarte.

—Tenía el estómago cerrado, pero tenía tanta bronca que no sabía que haría una vez que llegara. Así que acepté, fui a la barra y me pedí algo para cenar. Él solía estar ahí mientras no tenía pedidos así que hemos estado hablando un poco sobre el idiota de Bruno y sobre cosas banales. Debo decir que me despejé bastante.

—¿Y después? —preguntó intrigada Oli.

—Su turno terminaba pronto, así que lo esperé y me acompañó hasta acá.

—¿En serio?

—Si. ¿Pueden creer que recibí más atención en una noche de parte de un desconocido que en toda mi relación con Bruno? —rio Camila—. Por eso, decidí que no quiero sentirme más así.

—¿O sea que todo esto es gracias al mozo?

—Se podría decir que sí.

—Pues yo digo que merece un agradecimiento en persona.

—No quiero volver ahí. En serio.

—¿Por qué no?

—Ha sido testigo de una de mis noches más humillantes.

Las chicas rieron.

—Dudo mucho que lo haya visto de esa forma.

—En fin, ya no quiero hablar más del tema. Buenas noches.

Olivia se durmió pensando en las vueltas de la vida y en como pequeños hechos logran hacerte ver la realidad de una manera diferente. Y de lo mucho que las personas se ciegan por amor.

Qué peligroso el dejarse llevar por los latidos y qué suerte había tenido ella de que el suyo haya sido dirigido hacia un buen puerto. Tadeo siempre sería puerto seguro para su amor.

***


¡Hola!

Espero que les haya gustado el capítulo ♥

¿Qué opinan sobre las inseguridades de Oli? ¿Qué decisión creen que debe tomar?

Y bueno, voy a confesarles algo: La escena de Cami con el mozo me dio pie para una historia individual de ellos dos. Así que si les gustó les voy a avisar cuando esté. 

Les mando un abrazo y nos vemos en el próximo capítulo.

Los leo en comentarios ♥

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