Jimin
16 horas antes.
4:00 AM
Todo a su alrededor le ponía los nervios de punta. No podía ocultarlo, quería que todo saliera exactamente como lo planeado pero la verdad es que, podían surgir tantas variantes y piedras en el camino que lo podrían llevar al rotundo fracaso. En sus brazos tenía a Yoongi, queriendo permanecer así hasta el final de sus días. Tanto él como su lobo se ponían tan felices de poder tenerlo así de cerca, de absorber su aroma y sentirse por primera vez en casa. Ese olor a fresas que lo persigue a donde sea que vaya, esa sonrisa de conejito que aparece cuando las luces se apagan y sus pensamientos desaparecen.
Recibe una señal por el radio con el que se comunica con los demás militares. Remueve con extremo cuidado el cuerpo de Yoongi, y aunque el frío golpea su pecho desnudo, decide abandonar la cama que compartía con su omega.
— Es Kangjoon, ¿me copias? —se escucha otra vez.
— Te copio. —presiona el botón para responder y lo suelta una vez que ha dado contestación.
— El gas ya ha sido colocado en el bar, me ha costado bastante, pero... —se corta.
— ¿Kangjoon?
— Todo saldrá bien, es todo.
Jimin deja de lado el radio, lo deja caer con un poco de frustración que termina por irrumpir los sueños del menor. Quien se sienta en la cama y talla sus ojos para que se adapten a la tenue luz que apenas habita en el lugar.
— Vuelve a dormir, amor. —Jimin se dirige a su escritorio y comienza a sacar grandes carpetas.
Yoongi realmente quiere acompañarlo, pero el sueño es más grande que termina por dormirse de nuevo, en lado del alfa, abrazando su almohada y dejando una combinación exquisita de ambos aromas.
13 horas antes.
7:00 AM
El general debería estar preparándose para salir del campo de concentración, pero no se puede resistir a Yoongi, claramente no. Lo ve desde lejos la forma en que come, el cómo es que hace pucheros y cómo su expresión cambia cuando sus papilas gustativas saborean algo que realmente le gusta. Sonríe al verlo y suelta pequeñas risas, siente que su corazón está bailando al verlo de esa manera. Aún en pijama y su carita adormilada, sigue siendo lo que quiere ver al despertar.
— ¿Ya desayunaste? —pregunta Yoongi cuando ve a Jimin acercarse.
Éste toma la mano de Yoongi y se lleva a la boca el bocado que aguardaba en los palillos. Se gana un reproche, pero regresa a impregnar sus finos labios en él. La risa en conjunto se escucha como una melodía.
— Con tan solo verte comer así me siento lleno. —responde la pregunta y vuelve al baño para seguir arreglando su apariencia.
— Cuídate mucho, Jimin-ah. Ahora que tenemos un lazo, si algo malo pasa, mi lobo realmente caerá en depresión y podría yo morir.
— Estás siendo exagerado, —las risas nerviosas no faltan mientras sus manos temblorosas acomodan su corbata— te he repetido muchas veces que soy un general con excelencia. Todo saldrá bien porque estoy haciendo lo correcto y nuestros dioses lo saben.
Inesperadamente recibe un abrazo por detrás, Yoongi rodea su abdomen con sus brazos y recarga el costado de su cara en la amplia espalda de su alfa.
— General, tengo un mal presentimiento. —vuelve a decir— Pero confío en ti, confío en que todo saldrá bien y que en menos de veinticuatro horas estaremos tú y yo juntos. Formare un nido en casa y te esperaré ahí, realmente espero que llegues a mi lado a completarlo.
Yoongi se quita el camisón del pijama y deja expuesto su pecho. La marca de telaraña a penas se puede divisar.
— No sé si ha sido por el recibimiento de tu amor o por las tabletas que me regalaste, pero mira, —señala de nuevo la marca— está a nada de desaparecer. Mi lobo está casi al cien por ciento otra vez, así que hazme una promesa.
Levanta su dedo meñique, invita a que Jimin también lo haga.
Enlazan ambos dedos.
— Prométeme que la mantendrás así.
— No puedo prometer tal cosa. —responde con una mueca. Yoongi separas sus labios y su mandíbula cae— Porque yo prometo que la haré desaparecer. Esa horrorosa marca que te ha hecho mi hermano no estará ahí nunca más, ni en la mínima escala. Lo prometo —termina con una sonrisa que termina por tranquilizar el corazón de su omega.
10 horas antes.
10:00 AM
Finalmente ha llegado a la ciudad, al igual que en el campo de concentración, el silencio la gobierna. No siente escalofríos, piensa que es una señal de que todo está a su favor. Le ha pedido que lo lleven a la casa de su madre, un dolor de cabeza empieza a hacer aparición sin siquiera tener a esas dos mujeres en frente todavía.
Los guardias hacen una reverencia ante él, Jimin se inclina levemente. No ha tenido problemas para entrar, sonríe estrechamente.
Cuando apenas va a tocar la puerta, su madre lo recibe con un empalagoso abrazo. Nunca ha sido tan cariñosa, se pregunta la razón del porqué.
— ¡Emily está en la habitación con una fiebre gigante! —Jimin hace una mueca ante el drama— El médico ha mencionado que es síntoma de que su marca no ha sido renovada, hazlo ahora.
Jimin no tiene ni cinco minutos, es más, ni siquiera ha pisado el interior de la casa y ya se siente atacado, asfixiado.
— Puede tomarse una tableta y ya, no tengo tiempo para renovar y menos frente a ti. —dice mientras se dirige a la cocina en busca de un vaso con agua fría, algo que reactive su sistema.
— Has pasado tanto tiempo lejos de ella, ¿por qué no puedes hacer algo que sólo te toma menos de diez minutos?
— Porque no quiero. ¿Dónde está papá?
Escucha unas maldiciones de fondo, no puede evitar reírse por dentro. Escondiéndose de su madre que parece querer golpearlo con lo primero que encuentre.
— Sus amigos lo invitaron a desayunar por su cumpleaños, están muy felices por él y todo lo que ha logrado a su corta edad.
— ¿Logrado? ¿Corta edad? Ese vejestorio acaba de cumplir los cuarenta y siete años.
— Ten más respeto por el Führer que si los pájaros te escuchan y se lo comunican a tu padre, terminarás en el cubo.
Jimin entonces prefiere guardar silencio. No sabe cómo es que su madre habla tan libremente del cubo, cuando ella también ha vivido la experiencia de estar ahí. Su padre estaba loco, mira que encerrar a su propia familia en un diminuto espacio donde se te congelan los huesos y no poder siquiera moverte porque un objeto podría atravesar tu espada, era de maniáticos.
Anhelaba fervorosamente poder terminar con eso hoy.
Camina hacia la habitación que solía compartir con su esposa, un aroma a enfermedad le termina por atacar. No quiere ser grosero pero su aroma nunca le ha terminado por agradar, y ahora, le resulta todavía peor que se limita a tapar su nariz con su propia gabardina.
— Mira; el general más guapo de todos, por fin ha venido a verme —una débil voz hace eco. — ¿realmente estás aquí o eres producto de mi constante imaginación?
Park no dice nada, arrastra sus pies y se sienta en el pequeño espacio que queda entre el borde de la cama y el cuerpo de su esposa.
— Estoy aquí, Emily.
— Tú y yo sabemos porque estoy así, ¿no es así?
— Tu lazo.
— Nuestro lazo, —ella corrige con las pocas fuerzas que le quedan— Sabías cuanto mi lobo te quería, ¿cierto? ¿Tan fácil fue para ti romper ese lazo?
— No puedo decir lo mismo de mi lobo.
Su esposa se acomoda en su lugar, realmente se está esforzando en no mostrar completamente su debilitamiento.
— No estoy hablando de mí, estoy hablando de nuestros lobos. ¿No recuerdas acaso que, en nuestra primera cita, la señora del parque nos dijo que éramos predestinados? Que nuestra relación estaba destinada al éxito.
— Cualquiera diría lo que sea por diez dólares, ¿vernos hoy de esta manera no te hace pensar que fue una mentira?
— ¿Dónde la conociste?
— Por favor, Emily, tú no me amabas. No intentes que esto me haga ver como un traidor cuando tú solamente me querías para traer al mundo cachorros.
— ¿Quieres que se lo diga a tu padre? ¿Qué has roto el lazo?
— Hazlo después de su cumpleaños, y yo aceptaré cualesquiera que sean las consecuencias. Pero hoy, déjalo ser feliz.
Sonrió con ironía.
— Tu lobo merece sufrir, justo como el mío sufre hoy. —la omega vuelve a hablar— Espero que ese lobo que ha reclamado, muera.
El mencionado se apoderó de Jimin, escucharla decir aquello lo hizo prender de la furia y en menos de un segundo tenía a la omega tomada del cuello, enterrando sus uñas en el estrecho espacio.
— Quien vas a morir eres tú, apestosa omega infértil.
Deja la habitación en pasos toscos. Su aroma ya le estaba dando náuseas y estaba luchando contra las voces de su lobo que le pedían ejercer más fuerza en el ahorcamiento.
— Mamá, antes de que me vaya y si no me vuelves a ver, debes saber que tu hijo te ama.
— ¿Otra vez tomaste alcohol desde temprano? —reprende desde la cocina, Jimin ríe inocentemente.
— Sólo vine a despedirme por si algo.... por si algo me llega a pasar hoy, uno nunca sabe si al salir alguien me va a atropellar y esas cosas. —sigue riendo mientras rasca su nunca— Lo siento si nunca he sido cariñoso contigo, sabes que mi padre me educó como un alfa que no debe mostrar sus sentimientos, aun así, siempre te amé.
— Hijo, pareciera que estás tan seguro de tu muerte. Deja de hablar de esa manera que pondrás a tu madre de los nervios.
— Te amé, te amo y te amaré, mamá. Gracias por permitirme ser tu cachorro.
7 horas antes.
1:00 PM
Jimin y Kangjoon están reunidos en un bar que muy pocas personas conocen, están en espera de que el ejército contra su padre llegue. Han pedido apenas unas copas, solamente quieren ambientarse y perder la cobardía que pudiera esconderse en lo más remoto de sí mismos.
— ¿Invitaste a tu hermano?
Jimin no responde ante la pregunta de su amigo, sigue bebiendo. Trata de ignorar, de hacerse el tonto.
— Sabes lo que ese bastardo le hizo a mi hermano y lo que le hizo a tu predestinado en el campo, ¿invitaste a tu hermano a la fiesta, si o no?
Jimin no quería responder. Era verdad que su hermano había realizado atrocidades con todas las personas que llegaban a su laboratorio, seguramente no le importaba el proceso de tortura si es que eso lo llevaba al éxito, pero no podía evitar pensar en todo lo que habían atravesado juntos en su infancia.
Aquellas noches en las que corrían descalzos en busca de atrapar estrellas, la manera en que su hermano siempre lo protegía contra su padre o simplemente los atardeceres en los que jugaban a ser héroes que luchaban por la justicia. Desgraciadamente, Taehyung se habría convertido en la inmoralidad que una vez juraron destruir. Y él también, Park Jimin también mató a personas inocentes y era algo de lo que una vez terminaría pagando.
Entonces, ¿debía matar a su hermano también? Cuando ambos han sido esclavos de las decisiones de su padre, del tormento de no querer regresar al cubo.
¿Realmente debía hacerlo?
¿El fin justificaba los medios?
— El pesticida es un veneno fuerte, él tendrá su castigo de una manera diferente.
— Jimin, esto no es no lo que planeamos. En la mesa ambos dejamos en claro que era Taehyung y SeokJin, a cambio de ti y tus hombres.
Guardan silencio cuando escuchan un convoy acercarse al lugar. Minutos más tardes, la figura representativa del clan Kang hace presencia. Jimin se acomoda y Kangjoon termina por acabarse el trago amargo de alcohol contenido en su copa.
Se saludan educadamente, toma asiento frente a los dos hombres con los que había hecho trato días anteriores.
Jimin saca de su bolso el plano que tenía doblado en varias partes, lo destiende en la mesa y en ella se pueden ver dos lugares diferentes; el campo de concentración y el bar en el que se llevaría a cabo la fiesta sorpresa.
— Tus hombres deben entrar por acá, es una bodega secreta que se planeaba usar en caso de que alguien invadiera. —Jimin indica con su dedo índice señalando una equis que previamente marcó en su oficina— Justo a lado está el bloque D y F, allí duermen los niños. Ustedes llegarán a las ocho con quince, a esa hora seguro estarán dormidos.
— ¿Cuántos son?
— Revise el inventario esta mañana, el número llega a trescientos doce, necesitarán muchas furgonetas.
— ¿Hombres mayores?
— A partir de los sesenta, hay solo cinco. Ellos ayudan en la cosecha, están en la sección A. Son sólo cinco bloques con esta letra, los ancianos están en la habitación A-003.
— Bien, ellos serán los primeros en ser rescatados. —informa mientras hace un par de anotaciones en una hoja blanca.
— Yo... —carraspea su garganta— Yo sé lo importante que son, pero necesito que en la lista de prioridades esté un rehén en específico y un militar.
— ¿Nombres?
— Min Yoongi, el número de rehén que está en su espalda es el 7 0 9 8 M Y G. El otro es el oficial Jeon Jungkook, su número de placa es el 0 5 6 K T W.
Observa cómo es que los pone en tercer lugar y un gruñido sale sin ser controlado.
— Primer lugar o me encargaré de hacer un festín con tus carnes, amenaza —no ocupo siquiera que sean tus hombres que los rescate. Necesito que les den un carro de combate perfectamente blindado, es todo.
— Me aseguraré de que así sea.
— También maten al médico Park Taehyung. —dice Kangjoon— Él ha sido culpable de la muerte de más de cien omegas.
Jimin no sabe si refutar ante aquello, no puede evitar que su corazón se sienta mal al escuchar que alguien desea acabar con la vida de su hermano.
— Esta es la lista de militares que reciben el perdón, ellos también les ayudarán en la guerra que se desate en el campo. Algunos matarán a sus propios compañeros, otros les ayudarán en el escape y otros tantos pueden servir como defensa —Jimin le entrega otro papel, el contrario analiza bien los nombres y se lo pasa al hombre que está tras sus espaldas. — Allí mismo está su número de placa, portarán una cinta en su muñeca que los distinguirá.
— ¿Color?
— Rosa. — responde Kangjoon. Jimin asiente.
— Sobre el bar, ¿ya está todo listo?
— Efectivamente, señor. La hora en que se suelte el gas será a las ocho con quince.
Kangjoon saca una fotografía de los barriles, sin esfuerzo se la pasa a Kang.
— Tienen la etiqueta de cerveza, sin embargo, dentro de ellos yace un pesticida llamado Zyklon B, que apenas sus gránulos se ponen en contacto con el aire, se convierte en un gas mortal. Primero atacará su corazón, después pasa al cerebro.
Quería explayarse en la explicación de cómo es que actuaba ese gas, pero no tenían el tiempo suficiente. Aún debían conseguir a las mujeres beta que les prometieron a los hombres invitados y asegurarse de que todos asistieran.
— Mientras se espere el espectáculo, Jimin y yo estaremos viajando a la plaza de audiencia. Donde daremos la noticia a la prensa que todos han muerto, o eso esperamos.
— ¿Entonces quién será el sacrificio?
— ¿Sacrificio? —preguntan al unísono ambos alfa.
— Sí, alguien debe abrir los barriles. ¿Quién de ustedes será?
— Creímos que uno de sus hombres lo haría... —Jimin empieza a titubear— ¿no habíamos quedado en eso? Por eso le estoy mostrando los planos.
Y la preocupación de una promesa rota le empieza a palmar el cuerpo.
2 horas antes.
6:00 PM
Jimin muestra una apariencia sombría. Está en la puerta del bar, recibiendo a cada uno de los invitados. Mostrándoles respeto que no les tenía, pero por obligación a que el plan funcionara, debía hacerlo. Sonríe apenas, por dentro, una angustia le carcome el cerebro.
Ya han pasado treinta de cuarenta. No piensa abandonar la entrada hasta que la cuenta finalice con lo esperado.
Veinte minutos han tenido que pasar para que todo aquello suceda. En el bar se puede escuchar risas y murmullos que son difíciles de descifrar, pero supone que todos elogian al Führer. El lugar ha sido adornado con lo que al jefe de los alfas más le gusta, todos están fascinados. Jimin no sabe si sentir felicidad por lo que va a pasar o sentir repudio de verlos libremente.
Cuarenta minutos más, se avisa que el führer está llegando. Todos se "esconden", guardan silencio y cuando llega SeokJin, es que se escucha "¡sorpresa!" y el menor de los Park estaría con una sonrisa de oreja a oreja si no es que su padre trajera a su madre.
Una variante que consideró, y sabía cómo despejar.
Le menciona que tiene un regalo "especial", mostrando una tarjeta del servicio donde se solían pedir damas de compañía. Su padre se muestra sorprendido, aun así, le pide a su hijo que se lleve a su madre.
1 hora antes.
7:00 PM
Park regresa al bar, de nuevo, se asegura que todos los invitados permanezcan ahí y se da cuenta que la mayoría está ya bajo los efectos del alcohol.
Decide ir al lugar de su padre, quien tiene a unas cuantas mujeres en su mesa. Ven al general y se van enseguida.
— Llegaste a los cuarenta y siete años. —Jimin golpea levemente su espalda— pero pareces de treinta, ¿podrías pasarme la receta antes de que mueras?
Ambos ríen sin saber lo que se esconde bajo el sentido de sus palabras.
— Sólo debes ser un buen hombre, es todo. —SeokJin se limita a decir para tragar de la botella de vino— Los dioses me están recompensando por volver al mundo lo que ellos formaron.
Jimin le roba la botella de vino y también toma de ella, siente el amargo sabor pasar por todo su cuerpo. Le gusta la sensación, el sabor no.
— ¿Están tan seguro que no había hombres omegas y mujeres alfa en el pasado? No me golpees, sólo que no sé de dónde te has sacado esa información. En los libros jamás encontré nada.
— Odio a los hombres omegas. Las mujeres alfa no son tan diferentes.
Jimin ya no sonríe, era claro que un sentimiento así se escondía bajo aquel pretexto de otorgar un mundo perfecto, pero no cree que sea la razón principal
— ¿Qué te hizo odiarlos?
— Jimin, sé que intentas sacarme información, pero no estoy dispuesto a destaparme contigo sobre mis sentimientos. Así que tráeme a las mujeres de vuelta y...
La vista de SeokJin se detiene en el cuello de su hijo, Jimin no se cubrió lo suficiente y ahora el mayor de los alfas podía ver la mordedura.
— ¿Desde cuando tienes esa marca? —cuestiona molesto, acercándose lo más que puede a él para inspeccionarla mejor. — No parece ser nueva.
— ¡Agh! Es de... Es de Emily, ella lo hizo —frente a su padre, la herramienta de mentir no está disponible. Está comenzando a sudar.
Se gana una gran bofetada, su mejilla arde a más no poder, comienza un hormigueo en el área.
— ¡¿Piensas que puedes engañarme?! —el menor intenta no hacer gesto alguno, solo baja su cabeza— ¡Recién has llegado del campo y esa mujer tiene más de tres días en cama porque su marca no ha sido renovada!
— Me acosté con una omega hace un par de días, ella estab... ambos estábamos tan borrachos que no nos dimos cuenta que había una marca.
Otro golpe en su mejilla.
— ¡Entonces esa marca debería mostrar deterioro! Dime su nombre ahora, será llevada a la cámara de gas del campo.
— Kim... Jenn... ¡No lo sé! Sólo nos encontramos en un bar, ¡haces tanto drama por nada! Pareces más bien un omega.
No sabe en qué momento ha terminado en el suelo, pero su padre está sobre él. Golpeando su mejilla con su puño, Jimin siente como la sangre sale a brotes sin control.
Y antes de caer dormido por inconsciencia, susurra débilmente...
"nos vemos en el infierno"