Último disparo (Steve Mcgarre...

By Silopiensas

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Ella hace lo que quiere, él impide que acabe muerta día tras día. Esta historia se desarrolla en la pequeña i... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
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Nota de autora
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By Silopiensas


Samantha levantó la mirada y asintió lentamente, se apoyó en la pared y se levantó, Steve le cogió la mano y la envolvió en una toalla –Tranquila, ya pasó –murmuró asegurándose de que la chica estaba cubierta por la toalla, Samantha lo miró unos segundos y asintió, Steve la frotó unos segundos, le quitó la camiseta mojada y los pantalones cortos para ponerle una camiseta que le estaba grande y la cogió en brazos. Samantha parecía no reaccionar apenas ante aquello, Steve sabía que necesitaba dormir y descansar por lo que no le dio demasiada importancia. La llevó hasta la cama y la dejó en su lado, le dio un beso en la frente y Samantha le obligó a tumbarse con ella, se acurrucó junto a ella y se quedó dormido.

En cambio Samantha no había sido capaz de coger el sueño, solo se había dormido una vez y había tenido una pesadilla por lo que era mejor estar despierta hasta que su cuerpo estuviera tan cansado que dormir fuera su única opción para sobrevivir. Por experiencias pasadas sabía que podía aguantar despierta hasta tres días con comida y bebida, aunque le costaría bastante. Se acordó de que el gobernador había disuelto el equipo al completo y se levantó sin hacer ruido alguno y cogió su teléfono móvil para indagar en todos sus contactos.

-Señor, soy la Teniente Keirthman quería pedirle un favor, ¿podría disuadir, con sus medios de general del ejército, a un gobernador para proteger a los civiles de una ciudad? –preguntó en voz bastante bajita, al recibir una afirmación por respuesta sonrió –Bien, el gobernador de Hawaii ha acabado con el 5.0, haga que vuelva aunque sea sin mi presencia en el equipo –fue lo último que dijo después de que su general le asegurara que iba a mover algunos hilos. Al darse la vuelta se encontró con un Steve medio dormido apoyado en la pared de la puerta de la habitación, Samantha lo miró -¿Desde cuándo llevas escuchando? –preguntó suspirando –Desde civiles de una ciudad, no estoy y no estamos de acuerdo en que estés fuera del equipo, que te quede clarito – espetó estirando su mano para que la chica la agarrara, Samantha se mordió el labio inferior y caminó hasta cogerla, rozarle le proporcionaba una calma que nadie era capaz de darle.

Steve tiró de ella hasta al cama y la rodeó de nuevo –Duérmete, venga –le pidió acariciando su brazo y bajando las caricias al abdomen de la chica para relajarla, en principio parece que funcionó porque Samantha se estaba quedando dormida poco a poco pero un estruendo cruzó la habitación, un rayo, eso provocó que Samantha diera un pequeño bote y Steve comenzó a reír –¿Miedo a los truenos? Eso es nuevo –dijo divertido mientras se reía en su oreja, Samantha frunció el ceño y gruñó por lo bajo –Aparta – se quejó empujándole hacia un lado, Steve sonrió y la pegó a él -¿Qué me aparte? ¿Quieres que me quite? ¿Segura? –preguntó rodeándola –Sí, porque eres un capullo- trató de separarse pero Steve se lo impidió, le mordió el labio inferior y Samantha dejó de luchar internándose en un largo y precioso beso. –Venga, duérmete o sino me voy a dormir al sofá –murmuró Steve dejando un beso en su frente –Sí señor... -murmuró acomodándose de nuevo en su cama y al poco tiempo de recibir caricias por el brazo el sueño pudo con ella.

Cuando se despertó la mañana siguiente Steve no estaba, se habría ido al cuartel, ella solo podía trabajar en la base, de nuevo estaba en el ejército al cien por cien, se levantó para arreglar los trámites, no se iba a ir de Hawaii, aunque tampoco quería trabajar en el ejército en ese momento. Miró su reloj y marcó el número de su padre –Hola papá, soy Sammy... ¿Podrías mover algunos hilos para conseguirme un trabajo en la base de Hawaii? No quiero volver a Georgia, necesito un tiempo para desconectar –pidió mordiéndose el labio inferior –Claro cielo, pásate mañana por la base y te dirán qué hacer –dijo antes de preguntar cómo se encontraba, Samantha dio largas y acabó colgando el teléfono con rapidez.

Estaba limpiando su casa entera cuando su teléfono sonó, era el número que Steve usaba en el trabajo, no el personal, lo cual le pareció raro, raro de narices porque nunca había recibido una llamada de ese número sin estar en el trabajo -¿Sí? –preguntó alzando las cejas – Hablo con... ¿Florecita gruñona? –preguntó con confusión –Solo una persona me llama o me ha llamado así Steve, corta el rollo –espetó frunciendo el ceño -¿Samantha? –preguntó alarmado –Sí, soy Samantha, ¿qué pasa? ¿Estás con Liam? –preguntó rascándose la nuca, no le había perdonado por haberla "secuestrado" o al menos por haber sido secuestrada por su culpa, pero habían estado trabajando juntos en África y habían retomado algo de amistad.

-No estoy con él exactamente, ¿puedes venir? –preguntó dándole una dirección, Samantha frunció el ceño y cogió su coche para llegar en unos cuantos minutos al lugar, se acercó a Kono -¿Qué pasa? ¿Por qué me hace venir? –preguntó totalmente despistada –Mejor habla con él... -murmuró con una media sonrisa, Samantha bufó moviendo la cabeza a modo de saludo hacia Chin y Danny, la cara de Danny anunciaba que algo iba relativamente mal. Saludó a Max con una sonrisa y se acercó a Steve -¿Qué pasa? ¿Por qué me haces venir hasta aquí? ¿Y por qué sabes el apodo que me puso Liam? ¿Está él aquí? –preguntó mirando a su alrededor con nerviosismo.

Steve suspiró y colocó una mano en su espalda -¿Ves ese cuerpo? ¿Reconoces algo de él? –le preguntó señalando hacia Max, Samantha negó –Está totalmente calcinado, ¿no tiene la cartera? –preguntó desorientada, Steve negó –Solo tenía un teléfono móvil, estaba a unos cuantos metros, es probable que lo dejara caer antes de perder el conocimiento, juzga por ti misma –le entregó el móvil, Samantha lo cogió y miró la agenda, su número estaba el primero, con un símbolo delante para salir la primera, su contacto de emergencia. Los ojos de Samantha se inundaron en lágrimas, sabía perfectamente lo que pasaba -¿Es Liam? Dime que no es él, por favor Steve, dime que no es él –pidió cerrando los ojos –Me temo que es él... Lo siento pequeña –la abrazó con fuerza dejando un beso en su cabeza.

La chica se separó, le dio el móvil y fue hacia su coche –Encuentra al culpable –le pidió a Danny antes de meterse en el coche, éste había ido tras ella para intentar hablar con ella. Salió de allí a toda pastilla sin despedirse de nadie, las lágrimas caían por sus mejillas sin reparo alguno, a una velocidad brutal.

Condujo hasta un garito, se sentó en un taburete y pidió un vaso de lo más fuerte que tuviera, uno tras otro casi sin pensarlo, ¿había muerto? ¿Cómo diablos había podido morir? ¿Arder? ¿Ardió vivo? ¿Murió sin su perdón? ¿Era feliz? Solo eso estaba en su cabeza, pagó todas las copas que pedía pero no paraba de beber, quería olvidar ese momento, quería olvidar a Liam, quería que su cabeza estuviera tranquila por tan solo un día, solo pedía un día sin que pasara nada y no parecía eso posible.

-Deberías dejar de beber ya pelirroja, has venido sola y tendré que quitarte las llaves –dijo el camarero, un viejo amigo de la chica –Bueno, siempre puedo quedarme en tu casa hasta que se me pase –dijo mientras reía –Tranquilo, llamaré a Danny... -dijo buscando su móvil, cuando marcó el teléfono de Danny respondió Steve –Uy, si yo había llamado a Danny, ¿está contigo? Quiero hablar con Danno, necesito que venga a por mí –pidió casi sin parar de reírse, James, el camarero, le quitó el teléfono -¿Eres Steve? Supongo que serás su novio o algo así, el bar se llama "Tiki Bar" creo que solo hay uno en la isla, te será fácil encontrarlo, tranquilo intentaré que no beba más –le aseguró colgando el teléfono –Toma tu móvil –se lo devolvió a Samantha.

Samantha se levantó del taburete y, sin que James se diera cuenta, pilló una botella de JB, se la llevó a los labios y bebió hasta que se la arrebataron –Deja de beber o te saco a la calle hasta que venga tu novio –le espetó guardando la botella -¿Mi novio? –empezó a reírse – Si no quiere ni tocarme, creo que ya no le gusto, faltan 2 semanas para que me deje, lo sé –dijo apoyando la cabeza en la barra, no sabía que Steve la había escuchado -¿Cuánto te debe? –preguntó dejando unos cuantos billetes encima de la barra –Vámonos a casa Samantha –le pidió Steve mirando como la chica no paraba de moverse de un lado a otro –No, quiero quedarme aquí –dijo cruzándose de brazos negándose en rotundo.

Steve suspiró y miró al camarero con cara de súplica –Has oído lo que ha dicho, úsalo a tu favor y sácala del bar o acabará con la botella de JB –señaló de nuevo a Samantha que había cogido la botella, otra vez. Rodó los ojos y el camarero fue a atender a otros clientes, se acercó a la pelirroja y dio un toque en su hombro –Samantha, sé que hoy tienes derecho a beber y beber hasta perder el conocimiento, hoy puedes hacerlo pero... No deberías estar sola, tendrías que haber dejado que Danny, o Chin o Kono vinieran contigo, haber llamado a alguien... -murmuró sentándose a su lado -¿Ya ni si quiera eres opción para beber con tu chica? Joder Steve... -dijo rodando los ojos –Samantha si el otro día no hicimos nada es por ti, no quiero que te precipites y eso te marque, no es que me gustes menos o te quiera menos, no le des más vueltas... -murmuró rozando su espalda con los dedos.

Samantha lo miró unos segundos y sin más se levantó y salió del bar, Steve la siguió –Hasta otra- se despidió de James con una sonrisa, Samantha caminó hasta el césped, primero se sentó y después se tumbó mirando las estrellas. Steve la siguió y se sentó a su lado -¿En qué piensas? –preguntó agarrando su mano con suavidad y jugando con sus dedos, una pequeña descarga eléctrica recorrió el cuerpo de Samantha con el tacto de Steve –Pienso que no debería haber muerto que debería estar vivo llamando de vez en cuando que... Se merecía morir haciendo lo que le gustaba, en una misión, mandando a los suyos y protegiendo a los suyos... -murmuró en voz bajita, llevando la mano de Steve a sus labios para dejar un beso en ésta. Steve se tumbó junto a ella mirándola a los ojos –No es justo que haya muerto pero... Piensa que esté donde esté, estará mejor... -murmuró mientras Samantha se apoyaba en su hombro mirándole –Sí... Por lo menos no se ha ahogado en alcohol ni se ha pegado un tiro- murmuró encogiéndose de hombros.

-¿Nos vamos a casa, te doy una ducha fría y te duermes? –preguntó Steve tras un rato mirando las estrellas –Si me levanto me voy a marear –dijo temerosa –Hacía un montón que no bebía y llevo bebiendo un rato... -dijo cerrando los ojos -¿A qué hora llegaste al bar? –preguntó Steve con voz burlona –Estuve conduciendo un buen rato sin ir a ningún sitio y luego pensé en James y me vine aquí a beber, era por la tarde así que tampoco llevo tanto tiempo bebiendo –musitó separándose de Steve para levantarse y tambalearse, se cayó al suelo y Steve la cogió para que cayera encima de él, prefería hacerse daño él a que se lo hiciera ella -¿Estás bien? –preguntó con esa sonrisa de pillo que se dibujaba en sus labios cada vez que se burlaba de ella.

Samantha le dio un golpe en el pecho –Perfectamente –espetó frunciendo el ceño, Steve le rodeó la cintura y pegó sus labios a los de ella –Hum... Sabes a JB y a vodka – dijo divertido relamiéndose los labios, Samantha le mordió el labio con fuerza –Vete a la mierda –esta vez se levantó y Steve a la vez que ella para sujetarle por la cintura y llevarla hasta el coche consiguiendo que no se cayera. La chica se sentó en el asiento de atrás, se inclinó para poner la radio a tope y se puso a cantar a pleno pulmón asomando la cabeza por la ventana, asegurándose de que Steve estaba bastante ocupado como para obligarla a sentarse bien.

-Samantha no te lo digo más veces mete el cuerpo en el puñetero coche – gritó por encima de la música, la bajó de golpe y Samantha entró para volver a subirla, Steve bloqueó las puertas y las ventanas para que no volviera a sacar el cabezón, Samantha se mordió el labio inferior aburrida y se pasó al asiento delantero –Eres un aburrido, con lo bien que me lo estaba pasando... -se quejó poniendo la música a tope y cantando a la vez, en el fondo Steve se lo estaba pasando bien viendo a la chica borracha, pero no quería arriesgarse y que le pasara algo.

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