Una perfecta confusión

By america65_

11.3M 1.2M 5.4M

«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gust... More

Sinopsis + Advertencias de contenido
01. Me declaro a mi crush (sale mal)
02. Hetero, pero no mucho
03. Somos novios, pero no homo
04. Hola Dios soy yo de nuevo
05. Girl crush
Para ti, algún día
06. El señor de las aves te bendiga
07. Edward Cullen no me claves los colmillos
08. Escribiría un libro sobre ti
09. Miren Amiano ataca de nuevo
10. Los novios se llaman por apodos melosos
10. Los novios se llaman por apodos melosos
Para ti, algún día
11. Viviría por ti
12. RIP Yo
13. Hola, suegrito
13. Hola, suegrito
14. Sin cambios
15. El primero
Para ti, algún día
16. Mi primera cita (spoiler: mando a mi cita al hospital)
17. La excepción
18. Los muros se caen
19. Cobarde
20. Una confusión
Para ti, algún día
21. Mentiroso
22. Valientes
23. Merecerse
23. Merecerse
24. Finales e inicios
25. Una perfecta confusión
Para ti, algún día
Epílogo
Para ti, ahora
YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS (reactualización)
Extra
Extra II
Extra III

16. Mi primera cita (spoiler: mando a mi cita al hospital)

293K 29K 176K
By america65_

Me siento húmedo y la sensación no me agrada para nada porque mi cuerpo se siente pegajoso. Es la misma sensación que tenía a los diez años después de comer un helado y mancharme por todos lados. Es asqueroso e incómodo, aunque no puedo echarle la culpa a Edward por hacer que me mojara, después de todo fui yo el que decidió acompañarlo bajo la lluvia.

Y la verdad es que no me arrepiento.

Me gustó.

Me gustó hacer el tonto con él, me gustó que nos valiera una mierda el clima y me gustó besarlo.

Pero (sí, tiene que haber un «pero») quiero mantenerme firme a la idea de que todo esto es solo momentáneo, quiero aferrarme al sentimiento que tengo hacia Heather y hacia la amistad que estoy comenzando a crear con Edward. Sí, eso es justo lo que quiero; avanzar con la chica que me gusta, disfrutar de los días que nos quedan a Edward y a mí como novios y encerrar cualquier otro pensamiento o sentimiento confuso.

Solo quiero estar bien. Quiero protegerme y mi zona de confort es la única que me asegura protección.

Edward me ayuda a sacar las cosas de la canasta una vez que regresamos al auto, ve cada tupper con intriga y una sonrisa de oreja a oreja comienza a crecer en su rostro. Sonrío por lo bajo para que no note que su reacción me ha robado una sonrisa. Se ve lindo emocionado.

Me hace feliz mirarlo de ese modo, no solo porque está demostrando que soy una buena cita, sino porque eso significa que se la está pasando bien. La cita no ha salido tan mal pese a todos los imprevistos y la muy mala organización de mi parte, me atrevo a decir que salió mejor de lo que esperaba. Aunque no esperaba nada más que destrucción y huesos rotos para ser sinceros. Mi mamá estaría muy orgullosa de lo que hice hoy.

Y yo también lo estoy. Gracias a la cita de hoy siento que estoy más que listo para mi cita del miércoles con Heather.

Comienzo a ayudar a Edward sacando los vasos, platos y cubiertos, busco un lugar para dejarlos, pero al ver que no tengo espacio para acomodarlos, los regreso a la canasta. Comer en el auto no sonaba tan mal, el problema es que el espacio que hay para poder hacer el "picnic" (que más que picnic es una simple comida en el carro) es demasiado reducido. Apenas y podemos dejar los tuppers sin que nada se caiga. Cuando nos sirvamos la comida sacaré los platos y utensilios de nuevo.

Le echo un vistazo a la canasta para mirar si hay algo más pequeño que pueda sacar y me sobresalto al sentir que algo me cubre por completo. Alzo la mirada con rapidez hacia Edward y descubro que él está poniéndome el mantel que encontré en el cuarto de mamá sobre mi cuerpo. Pestañeo, confundido. ¿Está tratando de cuidarme?

Él tiene su mirada puesta sobre el mantel, para acomodarlo sobre mí. Me quedo rígido por el acto una vez que la confusión se ha ido y cuando sus ojos se encuentran con los míos y me regala una sonrisa ladina marcando el hoyuelo en su mejilla, siento que mi alma sale de mi cuerpo.

—Para que no te enfermes —explica en un susurro que me hace soltar un pequeño suspiro.

Me quedo como idiota viéndolo mientras que mis mejillas se calientan y las estúpidas mariposas zombies que han revivido gracias a la lluvia intentan molestarme en la garganta, pero me las trago al instante. ¿En serio? ¿Solo por cubrirme con el mantel me he puesto así? Agh, en primer lugar, ¿por qué Edward es tan lindo? No ayuda en nada a mantener mis sentimientos bajo control ni mis pensamientos en orden. Son este tipo de acciones las que hace que me confunda y no me gusta. Alguien dígale que deje de ser tan lindo.

Bajo la vista hacia mis piernas porque no puedo seguir sosteniéndole la mirada y agradezco que mi cabello mojado se ve lo suficientemente largo para cubrir una parte de mi rostro, de lo contrario él podría ver que me ha dejado sonrojado, otra vez. Si le pagaran por cada vez que me deja de este modo, se haría el doble de rico.

—Gracias, Edward —mascullo.

—De nada, mon soleil —murmura, pasando una mano por mi cabeza, sobre el mantel.

Trato de apaciguar la explosión rojiza de mis mejillas repitiéndome que solo está siendo un buen amigo. Al no conseguirlo, tomo el mantel para cubrirme mejor y aunque estoy a punto de decirle que podemos compartir el mantel entre los dos, me detengo porque eso implicaría que estemos cerca. Demasiado cerca. No quiero estar en una distancia muy pequeña junto a él y no es que me desagrade, solo que mi corazón se acelera y me hace hacer cosas de las cuales no me arrepiento, pero quisiera hacerlo. El sentimiento de culpa por no sentir culpa (vaya lógica) me va a consumir con lentitud.

—¿Tú cocinaste? —curiosea, haciendo que mi atención vuelva a él.

Regreso la mirada a Edward y lo encuentro alzando uno de los cupcakes, inspeccionándolo.

—Nope, mi mamá —respondo con sinceridad—, pero ayudé mucho, así que básicamente cociné también —intento darme algo de crédito pese a que solo corté las frutas y hacía tareas mínimas como pasar los ingredientes—. ¿Tú sabes cocinar?

Asiente con la cabeza.

—Me gusta la repostería.

Deja el cupcake sobre una de sus piernas en tanto dirige su atención a mí. Sonrío por su respuesta porque recuerdo que cocinó un pastel para Kim y papá. La idea de Edward cocinando algo para mis papás y para mí me parecía tierna, puedo imaginarlo con la ropa manchada de harina al igual que su rostro, qué linda imagen mental. El pastel de aquella vez sabía delicioso y estaba perfecto como todo lo que hace él.

Por cierto, ¿hay algo que Edward no haga bien? Me fastidia tanta perfección de su parte. Bueno, no me fastidia, pero si me agradaría saber si hay algo en lo que no es bueno.

—Escritor, inteligente, repostero, ¿qué más? —juego, provocando que suelte una risita.

—Te faltó buen besador.

—Y engreído —añado.

—No olvides coqueto, dulce, amable, divertido y fantástico —agrega y ruedo los ojos. Menudo egocéntrico.

—No te escucho, la música está fuerte.

Señalo la bocina, en la cual no está sonando nada porque desconecté mi celular para que no se descargara tan rápido. Edward arquea sus cejas, en plan really, Alfalfa?

—Sin olvidar que sé hablar tres idiomas, bueno en matemáticas y sé manejar el paquete office —continúa enumerando sus habilidades con sus dedos, ignorando mi intento por hacer que guarde silencio.

¿Ven a lo que me refiero? Agh, no hay nada que no sepa hacer, hasta para coquetear es bueno. Tomo una de las servilletas de la canasta y se lo lanzo a su rostro.

—¿Qué es esto? ¿Una cita o una entrevista de trabajo? —pregunto sarcástico—. Me diste todo tu curriculum vitae.

Él suelta una risa nasal y se remueve en su asiento, acercándose un poco a mí.

—Tal vez sí estoy tratando de solicitar un puesto —farfulla.

—¿En qué? —Levanto mi ceja.

Entreabre los labios para decir algo, pero en eso, el tono de llamada de mi celular suena haciendo que el momento se rompa. Frunzo el ceño, se supone que había apagado las notificaciones, aunque creo que olvidé bajarle volumen al de las llamadas. Me disculpo con Edward por interrumpir lo que sea que iba a decirme y busco mi teléfono para rechazar la llamada. Al ver la pantalla, veo el nombre con el que tengo agendado a Jean y blanqueo los ojos. Rechazo la llamada de inmediato y bajo volumen para que no vuelvan a interrumpirnos.

—Perdón, era Jean —le aclaro, dejo mi celular sobre mis piernas y me vuelvo hacia Edward—. ¿Qué decías?

Él sonríe.

—Nada importante. ¿Comemos?

Le respondo afirmando con un movimiento de cabeza. No insisto para que me diga lo que iba a decir porque me moría de hambre, no he comido nada desde el receso en la escuela, así que lo único que quiero es devorar lo que mamá preparó para nosotros. Tampoco insisto porque supongo que iba a soltar otra broma.

Saco dos platos de la canasta, le paso uno y me quedo con el otro. Él me pasa uno de los tuppers para que me sirva y así lo hago. En mi plato no hay más que cosas dulces, no he tocado las frutas que corté porque en lo personal, soy más de los que prefieren comer otras cosas antes que cosas sanas. Además, el hecho de que he sido yo el que los cortara me quitaba el apetito. No sé si es algo psicológico, pero cuando cocino por mí mismo (ya sea solo cortando una fruta o algo más complejo como un huevo), no se me antoja tanto.

Como con prisa sin tratar de ocultar el hambre que siento porque, en primera, me siento en confianza con Edward, y en segundo, es algo tan inconsciente que ni siquiera me pongo a pensar si estoy pareciendo un cavernícola. Él, por otro lado, come con más lentitud y no voy a negar que me ha dado un poco de vergüenza ver que a diferencia de él yo seguramente parezco Scrat de la Era de hielo con su bellota. Trago duro mientras mi novio me mira de reojo.

Entrecierro los ojos en su dirección para que no se le ocurra soltar ningún comentario sarcástico al respecto. Edward cacha que intentaba amenazarlo con mi mirada y regresa su vista a su plato, sonriendo. Contengo las ganas que tengo de decirle que no todos podemos vernos tan perfectos al comer como él.

Fuera de broma, ¿cómo es que alguien puede ser perfecto? Se supone que la perfección es inexistente, pero cuanto más veo a Edward, más me convenzo que la frase de "la perfección no existe" fue escrita por alguien que tenía muchos defectos, alguien de mi tipo. Sin embargo, si pudiera mencionar algo en lo que Edward no es bueno tal vez diría que la "transparencia" no es su fuerte. Me refiero a que es demasiado misterioso. Ni siquiera he sido capaz de saber lo que pasó realmente el año pasado ni la razón por la que las personas lo tacharon de homofóbico.

Uno de mis propósitos era descubrir eso, pero con todo lo que ha pasado en tan poco tiempo, ni siquiera tuve tiempo para recordarlo. ¿Es una buena idea preguntarle sobre eso, ahora? Estamos en una cita y no quiero incomodarlo, aunque también se supone que las citas son precisamente para eso: conocerse.

Carraspeo.

—Sé que no es bueno hablar del pasado en una cita, pero... —me callo porque creo que no he escogido las palabras correctas ni el momento adecuado. Edward gira su cabeza para verme y deja la uva que iba a meterse a la boca en el plato.

—Quieres hablar del pasado —completa por mí. Asiento avergonzado esperando que se incomode o que niegue, pero él solo me sonreí—. Claro.

¿Dijo claro? ¿Así de fácil? ¿Me ha dado luz verde para que pueda hacerle todas las preguntas que quiera? Dios, sí es así, estaremos horas aquí, tengo un montón de preguntas por hacerle. ¿Con cuál de todas debería iniciar? ¿Le pregunto sobre lo que pasó o sobre su vida antes de lo que pasó? ¿Sobre si me topaba o si apenas supo de mi existencia en estas semanas? ¿O sobre si pueden hacerte la rinoplastia solo por golpearte la nariz? Ay, son tantas cosas que quiero preguntar.

—¿Qué fue lo que pasó en realidad? —cuestiono después que he ordenado las preguntas más importantes por las de menor prioridad—. ¿Cómo era tu vida antes de... eso?

Edward respira hondo y se queda callados unos segundos, como si estuviera tomando valor para responder a mis preguntas. Cuando lo veo apretar el plato me arrepiento de haber soltado esas preguntas que podrían traerle malos recuerdos en un momento como este.

—Mi vida era muy normal, la verdad. —Mira hacia al frente—. Tenía amigos, me gustaba conocer personas nuevas, salía, me divertía, ese tipo de cosas. La pasaba... bien, me sentía feliz, o, mejor dicho, trataba de hacerlo. Aunque por alguna razón siempre sentí que era como una ilusión, que era como una felicidad falsa, que no la pasaba bien en realidad, sino que intentaba convencerme que estaba bien con lo que tenía. Lo intenté tanto que de verdad lo creí y me cegué. Me cegué de una felicidad falsa.

»Cuando pasó el problema y me quedé solo, sentí que todo a lo que traté de aferrarme, se hacía pedazos. Ya no tenía amigos con los que contar, los recuerdos felices se desvanecían y toda mi vida se venía abajo frente a mis narices sin poder evitarlo. Era el fin de mi felicidad y fue el inicio de un infierno. Las personas no saben que pueden destrozarle la vida a alguien en cuestión de segundos con sus palabras y acciones, no saben que el acoso, las humillaciones, las agresiones en redes sociales y en los pasillos hacen que quieras desaparecer. Que no tengas ganas de levantarte al día siguiente. Que tu energía se agote. Que quieras morir.

Edward se calla después de pronunciar esas palabras y la forma tan vacía con la que ha soltado todo eso me hace pensar que lo que pasó debió ser demasiado doloroso como para no poder expresar alguna emoción ahora. Aunque, al observarlo mejor, corrijo ese pensamiento. Su voz no transmite nada, pero sus ojos rojos por contener las lágrimas, lo delatan. Está tratando de no llorar, de aparentar que está bien.

Mirarlo de esa manera y escuchar lo que sintió durante un año entero ha hecho que el corazón se me rompa. Si no me he echado a llorar es porque no quiero que se sienta mal, debo ser yo el que lo anime, no al revés. Mis ojos duelen y el ardor en ellos amenaza con quebrarme en varias lágrimas que no pararán apenas suelte la primera. Paso mis manos por ellos para controlarme y acto seguido dejo mi plato y las demás cosas que están encima de mí debajo del asiento para poder pasar mi mano alrededor del cuello de Edward, atrayéndolo hacía mí en un intento de abrazo para reconfortarlo.

Él no se inmuta por el abrazo, solo cierra los ojos con fuerza y pasa saliva por su garganta.

He tocado un tema bastante sensible solo porque mi lado chismoso estaba picando. Una parte de mí no se arrepiente porque cree que lo justo es que yo sepa sobre lo que pasó, no porque sea un chismoso, sino porque estoy saliendo con él, pero la otra parte de mí me reprende por creer eso en este momento. Al final, ignoro la primera parte.

—No tienes que seguir si no quieres —digo a duras penas. Edward niega.

—Estaba asustado, muy asustado, pero también aprendí que, cuando estás solo, nadie más puede hacerte daño. Y, dentro del cansancio emocional, me sentí bien. Me sentí bien porque nadie podía herirme. —Da un fuerte respiro—. Sí, las demás personas me herían, pero en mi vida no valían nada. Sonará tonto, pero prefería ser molestado por cientos de personas que no me conocían a serlo por aquellos que creía eran mis amigos. Siempre dolerá mil veces más ser lastimado por las personas a las que aprecias que personas que no significan nada.

Lucho contra el nudo que se ha formado en mi garganta y sorbo mi nariz. Me he obligado tanto a no llorar, que el ardor es casi insoportable. Pestañeo, soltando las primeras lágrimas. No me gusta ser sensible porque la otra persona merece palabras de aliento, no tener que escuchar mi llanto.

—Lamento que tuvieras que pasar por eso solo. —Apoyo mi cabeza sobre su hombro.

—Estoy mejor ahora porque ya no lo estoy. —Recarga su cabeza sobre la mía.

«Y no volverás a estarlo».

—Fuiste valiente, demasiado. No sé qué hubiera hecho en tu lugar.

—No quería ser valiente, solo quería ser un maldito chico de dieciséis años que vivía su vida como cualquier otro —noto un poco de molestia en su voz. Quiero retractarme por haberle dicho eso, sin embargo, él continúa—: Lamento si he sonado molesto, no me enoja lo que has dicho. Solo que es la primera vez que digo esto en voz alta, no tengo problema con hablarte del pasado, pero al ser la primera vez, duele y... a la vez se siente bien.

Toma mi mano que está en su hombro y la acaricia con lentitud. Asiento a lo que ha dicho porque puedo entenderlo en cierto punto. Cuando peleé con papá y le solté todo lo que tenía guardado, me sentí bien al mismo tiempo que me molestaba recordar el pasado. Debe ser lo mismo para él, soltar todo lo que estuvo viviendo durante un año debió sentirse como una horrible mezcla de emociones feísimas.

No soy el mejor dando consejos, así que no sé qué es lo que se supone que debo decir, no obstante, algo que sé bien es que, cuando pasas este tipo de situaciones, lo mejor es buscar ayuda.

—¿Has pensado en ir con un...? —sugiero, dejando la pregunta inconclusa para ver su reacción. No quiero molestarlo.

—Fui un par de veces —contesta deprisa, tomándoselo bastante bien—, pero sentí que estaba exagerando. Que no era tan importante.

—Lo que sientes es igual de importante que cualquier otra cosa y hasta más —le dejo en claro. Me duele que piense que lo que siente no tiene importancia. Tengo que buscar la forma de explicarle que sus emociones son relevantes. Levanto mi cabeza de su hombro para poder verlo a la cara—. ¿Qué pasa cuando una bala atraviesa tu cabeza?

Trato de meter una metáfora inventada por mí para así demostrarle que sus sentimientos cuentan.

—¿Te mueres? —responde con confusión.

—Vas al médico —lo corrijo.

—¿Por qué una persona muerta iría al médico?

Se ríe y me quedo procesando lo que le he dicho. ¿Si una persona recibe una bala en la cabeza, perforándolo, muere al instante? ¿En serio? ¿No tiene tiempo suficiente para ir al hospital?

Pensándolo de ese modo, sí, fue tonto ese ejemplo. ¡Hago lo que puedo!

—Bueno, sí, mueres, pero —me callo—... vale, vamos de nuevo, ese era un pésimo ejemplo.

El muy desgraciado me da la razón. Chasqueo la lengua, pensando en otro ejemplo menos exagerado y con más probabilidades de vivir.

—¿Qué pasa cuando te duele el estómago? —pregunto de nuevo, feliz por mi buen ejemplo. Edward no responde—. Vas al doctor de inmediato, ¿qué pasa si dices que estás exagerando el dolor que sientes en el estómago y no lo atiendes? —silencio de su parte, otra vez—. Se vuelve algo grave, puedes morir incluso.

»Es lo mismo con tus emociones, si sientes dolor vas con algún profesional porque, sino, se irá agrandando hasta que no puedas más. O puedes buscar ayuda con alguien cercano que sepas que te aconsejará bien para que entre ambos busquen soluciones, sé que la terapia es algo que no todos se pueden costear, por eso es importante que, en primera, sepas que no hay nada más importante que tu salud, tanto física como mental. Nunca digas que lo que sientes es exagerado ni dejes que los demás lo hagan. Tus emociones importan porque son tuyas y tú importas. Todo lo que esté relacionado contigo, importa.

Finalizo soltando aire por mi boca porque he hablado demasiado rápido y sin descansos. La verdad no sé ni qué dije, solo quería que supiera que minimizar sus emociones y reteniéndolas va a hacerle más daño. Ojalá pudiera seguir mis propios consejos.

Edward, el pobrecito, está todavía digiriendo lo que he soltado como si estuviera rapeando. Ni Eminem me hace competencia.

—Tienes razón, tal vez vaya de nuevo. Gracias mon soleil. —Pone su mano sobre mi hombro y sonrío. Mi cerebro a veces se luce, a veces—. ¿Qué hay de ti? Me dio un ataque de sinceridad, lo justo es que tú digas algo también.

«Eh, estábamos hablando de tus problemas, no de los míos, Catalino».

—La verdad es que mi vida es muy aburrida, no tengo nada que decir. —Me encojo de hombros.

—Todas las personas son como libros, tienen historias que contar, no hay ningún libro en blanco —contraataca.

Por dentro, pienso lo mismo que él y pienso que si yo fuera un libro sería uno de autoayuda o de chistes. ¿Qué tipo de libro sería Edward?

—Hasta para hablar eres perfecto —bromeo para cambiarle el tema y lo logro.

Niega riendo.

—No soy perfecto.

—Créeme, eres la definición de perfección. Eres míster perfecto.

—Créeme cuando digo que no —imita el tono de mi voz al decir «créeme»—. También hice cosas de las cuales me arrepiento, lastimé a personas que no debí haber lastimado. —Aprieta sus labios y lo veo confundido. Quisiera preguntarle, pero creo que hoy me ha dicho mucho, en verdad que no quiero ponerlo más triste al recordar cosas que no quiere—. Estoy lejos de ser perfecto. Tú sí que lo eres.

—¿Yo? —Me señalo a mí mismo, incrédulo—. Cuéntame otro chiste. Soy todo menos perfecto, soy torpe, tonto, desorganizado, flojo a morir, ugh.

—Mal mentiroso, despistado —agrega y le doy un codazo en su brazo. Él vuelve a reír—. No sé cuál sea tu definición de perfección, pero en la mía, tú eres el claro ejemplo.

Mi estómago se encoge en tanto mi corazón se aprieta contra mi pecho. No sé si es por hambre, por sus palabras o por ambas.

—¿Cuál es tu definición de perfección? —inquiero, sin tratar de tomarle mucha importancia a que «yo soy ejemplo» de lo que él cree que es perfección.

—Alguien amable, sincero, divertido, que ayuda a los demás, aunque no los conozca, alguien que te demuestra que allá afuera todavía hay personas buenas, alguien como tú. —Aprieta su agarre sobre mi hombro—. Mon soleil, si te vieras de la misma forma en la que yo te veo, no tendrías dudas de que eres imperfectamente perfecto.

Y, ahora sí, estoy más que seguro que la presión en mi pecho y el nudo en el estómago no es por hambre, es por él. Él y su estúpida forma en la que me habla, como si fuera la gran cosa cuando no lo soy. Él y su estúpida forma de hacerme creer que soy valioso en su vida. Él y solo él.

«Deja de decir esas cosas».

«Deja de fingir que soy valioso».

«Deja de confundirme».

—¿De qué libro has sacado eso? —Hago lo mismo de siempre, pasar de largo sus palabras como si no hubieran acelerado mi corazón.

—Se me ocurrió en el momento —Sonríe. Claro, solo él podía soltar algo así de dulce de forma instantánea.

—Los escritores tienen una graaan labia —me rio.

—No sirve de nada tenerla si no hay alguien a quien decírsela. —Retira su mano de mi hombro y se pone de lado para verme mejor—. ¿Cuál es tu definición de perfección?

Lo pienso unos segundos.

—Mi definición de perfección es... alguien que me diga que yo soy la suya.

Mi cabeza dice: "Andy, qué mierda estás diciendo".

Mi corazón dice: "esooo, golazoooo".

Yo digo: "lo siento el número que usted ha marcado se encuentra temporalmente fuera de servicio".

Edward abre los ojos en grande y pestañea repetidas veces, sin poder creer lo que he dicho. Lo comprendo a la perfección, mi expresión debe ser similar. De repente, su rostro se pone rojo.

—¡Te sonrojaste! —apunto con mi dedo, sorprendido.

—No es cierto.

Voltea su cabeza para evitar que vea el estallido carmesí en sus mejillas. Apenas gira, me acercó más a él para tomarlo de sus mejillas, obligándolo a verme. Él pone un poco de resistencia que me hace imposible conseguir mi objetivo, sin embargo, todos sabemos que no soy de los que dejarán ir esto a la primera.

—Mírame Edward, mírame —forcejeo con él hasta que por fin deja de oponerse y me permite ver su rostro. Efectivamente, está rojísimo, el que me hace la vida de cuadritos porque me deja sonrojado cada que respira, está sonrojado—. Dios, estás caliente.

Me burlo refiriéndome a que está rojo. Edward eleva su ceja y sus comisuras de sus labios formando una sonrisa ladina.

—Andy O'Connell, qué atrevido —murmura y me quedo desconcertado. ¿Por qué atrevido? Solo le dije que está calien... Ah—. ¿Quién es el sonrojado ahora?

Es su turno de burlarse de mí porque al igual que él, me he avergonzado.

—Cállate.

Suelta una carcajada que me pone los pelos de punta. Debe reírse conmigo, no de mí. Ugh. Antes que empiece a hacerle drama, su mirada cae en la guantera del auto y deja de reír para darme una sonrisa tímida.

—Lo olvidaba, te traje un regalo —anuncia haciendo que junte las cejas—. ¿Puedes abrir la guantera y sacar la bolsa café? —Asiento y hago caso a su petición. Abro la guantera, encontrando la bolsa que ha dicho. La saco con prisa, abriéndola. Me llevo una gran sorpresa al hacerlo. Un libro—. Es de mis libros favoritos, sé que no te gusta leer, pero lo amarás, es fácil de leer y de pocos y cortos capítulos. Dejé alguno que otro post-it, notas, y marqué algunas frases que me recordaron a ti.

El libro no es grueso, es pequeño, tiene una linda portada ilustrada y como ha dicho, hay varios post-its sobresaliendo del libro. Edward sabe que no me gusta leer y si hubiera sido regalo de Jean lo hubiera tomado como una ofensa, pero lo cierto es que lo que importa es el mensaje detrás. Me regaló uno de sus libros favoritos marcados por él. Aunque no me guste, no mentiré, tengo ganas de leerlo.

—En manos equivocadas —leo el título de la portada en voz alta—, suena a que me dejará sin estabilidad emocional. —Alzo la vista hacia él—. Gracias Edward, me gustó mucho.

Él mantiene su sonrisa.

—Me alegra, mon soleil.

(...)

—Voy tarde, voy tarde, voy tarde.

Repito como si eso fuera a cambiar el hecho de que (por si no fuera obvio) voy tarde. Corro por la cocina, tomando lo primero que encuentre para meterlo a mi mochila. Mamá no ha dejado desayuno y yo no he tenido tiempo para hacer algo. Edward vendrá por mí en cualquier momento.

En realidad, no voy a tarde, es demasiado temprano para mi gusto, pero tengo que adaptarme al horario de míster puntual, Edward. Si por mi fuera estaría durmiendo hasta que falten solo veinte minutos para entrar a clases. No importa que tengo que cruzar media ciudad para llegar, mi sueño era mucho más valioso y eso no entra a discusión.

Tiro la canasta de frutas por accidente y maldigo en voz alta por eso. Me agacho a recoger cada una de ellas, como si tuviera todo el maldito tiempo del mundo. Suelto un bostezo. Me dormí hasta las tres de la mañana porque tenía que hacer las tareas que no hice por estar ocupado con la cita. No me quejo, si me dieran a escoger entre terminar mis deberes o salir con Edward, escogería la segunda opción. Por fines educativos, de aprendizaje, ustedes saben, para que todo salga bien en mi cita de mañana con Heather.

Aprendí mucho ayer, por ejemplo, aprendí que, si una bala te perfora el cráneo y te atraviesa de una, puedes morir al instante y no puedes ir al médico para que te ayuden.

Mi celular suena y las maldiciones que suelto solo aumentan. Debe ser Edward para decirme que ya está afuera. Mierda, y todavía me falta cepillarme. Odio que sea tan responsable, ¿qué le cuesta ser un poco más impuntual?

Dejo la canasta de frutas sobre la mesa y saco mi celular para ver los mensajes.

Edward:)

No podré llevarte, perdón:(

Tenías razón.

Me enfermé.

:(


Elmejorjaegerista

Por estar con el celular

JSJJSJS ES BROMA

Perdón no es momento de bromas

AY, ¿ESTÁS BIEN?

Obvio no, pero, dentro de lo que cabe, ¿estás bien?

:(

TE DIJE QUE IBAS A ENFERMAR

Ay, perdón, me alteré

Espero que te recuperes:(

¿Pediste permiso a la escuela? quieres que hable con los maestros¿


Edward:)

Sí, mis papás ya hablaron con el director. Y estoy bien, gracias por preguntar<3

¡Qué tengas un bonito día! Espero mejorar para mañana, no te vas a librar de mí tan fácil :)


Se desconecta después de mandar ese mensaje. Me alegra saber que está bien, o técnicamente bien. Era obvio que iba a enfermar, pero es extraño que él si se haya enfermado y yo no. El recuerdo de él cubriéndome con el mantel pasa por mi cabeza. Sonrío. No creo que haya sido por eso, tal vez es más propenso a enfermarse, no lo sé, solo espero que esté bien.

Tendré que prestar atención por ambos el día de hoy, sé cuánto se esfuerza en las clases y sé que sus calificaciones son algo importantes para él, no voy a dejar que se quede atrás. Algo un poco complicado considerando que soy yo el que está muuuy atrás. Haré lo que pueda.

Veo la hora de nuevo y mi sonrisa se amplía al ver que tengo mucho tiempo. Tiro mi mochila en la sala y regreso a mi habitación para seguir durmiendo, no sin antes poner una alarma.

(...)

Maldita alarma del demonio. No me despertó la desgraciada. Terminé llegando tarde a la primera clase, y no puedo culpar a nadie más que a mí por ser un flojo de sueño pesado. Podía pasarme un auto encima y no me daría cuenta.

Quitando eso, llegué decidido a ser responsable, por lo que, desde que puse mi trasero en la silla, he estado prestando atención y tomando notas para no olvidarme de absolutamente nada. He luchado contra el sueño y batallado contra las ganas que tenía de hacerme tonto, he ignorado a medio mundo para concentrarme y hasta he hecho las tareas que han dejado en los quince minutos de descanso por clase para que tenga todo completo y poder pasárselo a Edward.

Cuando digo que he estado ignorando a todo el mundo, lo digo muy literal (o lo más cercano a lo "literal"). Jean no ha dejado de insistir en hablar sobre lo que me dijo ayer, sobre la idea de que Edward siente algo por mí, pero me he negado. No seré algo en lo que pensaré de nuevo, ya pasé por eso y ya tomé una decisión que no voy a cambiar.

Ambos estamos mejor así.

—¿En verdad no me piensas hablar? —Jean pregunta completamente ofendido, otra vez.

—Estoy haciendo tarea. —Levanto la libreta, por novena vez para que deje de tocarme los huevos.

—Es raro verte haciendo las tareas para mañana en los descansos —Oliver menciona—. Mejor dicho, es raro verte haciendo tarea —se corrige—. ¿Estás bien? ¿Sientes la muerte o algo?

—Lo está haciendo por su noviecito —el rubio explica con un poco de fastidio. Ruedo los ojos.

—Oh sí, Edward está enfermo. —Oliver asiente, lo cual hace que despegue la vista de la libreta para ponerla sobre él.

—¿Cómo sabes?

—Me dijo —responde como si fuera obvio.

—¿Tienes su número? —insisto en saber cómo es que se lleva con mi novio.

—Hablamos por Instagram.

—También nosotros —le sigue Jean y miro a ambos, ceñudo.

No me molesta que hablen ni nada por el estilo, solo que no sabía que Edward estaba comenzando a llevarse más con el par. Es algo que no pasaba por mi cabeza, creía que solo hablaban en la escuela. Tal vez es porque soy un anti-redessociales que apenas y responde a sus amigos, no lo sé.

Regreso mi atención a la libreta donde estoy respondiendo un par de preguntas, diciéndome a mí mismo que no debo tomarle importancia a cosas tan simples. Al contrario, debía alegrarme por Edward. Está avanzando pasito a pasito para poder salir del hoyo en el que lo metieron. Además, si se lleva con ellos eso significa que después de los ochos días que nos quedan, podremos seguir siendo amigos, después de todo él ya es parte del grupito.

Siento una luz en mi rostro y cierro los ojos hasta que desaparece. Los abro de nuevo. Jean está con su celular apuntándome, al parecer me ha tomado una foto con flash.

—¿Qué haces?

Me ignora de forma monumental, tal como yo he estado haciendo este gran rato. En mi defensa, estaba ocupado tratando de ser responsable (y de huir del tema). Le tiro la goma de borrar en el brazo para que tenga la mínima decencia de verme.

—Mandándoselo a Edward —responde unos segundos después de que lo he golpeado con el borrador.

No le doy chance a mi cuerpo que entre en estado de confusión porque ya estoy levantándome de mi lugar y arrebatándole el celular a Jean. Oliver se ríe a nuestro costado, parece estar disfrutando de la escena.

Este ni siquiera puso resistencia, me dejó quitarle el celular como si nada. Su intención era que le prestara atención al parecer, agh, lo odio. En la pantalla sí hay una foto mía que estaba a punto de ser mandada al chat de Edward. Lo peor no era la foto ni que estuviera enviándosela a mi novio. Lo peor era el texto que puso en la foto.

"Mira, está haciendo la tarea por ti, lo tienes loco".

Frunzo el entrecejo y borro la foto antes de que él se la mande. Una vez que la foto está borrada, le regrese el teléfono de mala gana y vuelvo a mi silla para continuar haciendo las tareas.

—Era una bonita descripción —se queja Jean y le muestro el dedo medio.

Es un tonto.

(...)

—Es raro que me pidas que pase por ti y que quieras quedarte en casa —Alek comenta tratando de abrir la puerta de su casa y sonrío.

Sí, yo también creía que era raro pedirle que me recogiera de la escuela y que me llevara a su casa. Tengo una buena justificación para eso.

Quiero a mi papá y la verdad es que prefiero que él llegue a casa en lugar de venir a la suya y convivir con su hija, pero si le he pedido que me recoja para dejarme estar en su casa es solo por una razón: entregarle los apuntes y tareas a Edward. No me lo ha pedido, sin embargo, no quiero que se retrase en los temas y tareas. Sé que él haría lo mismo. Aunque no podría estar más retrasado de lo que ya estoy, apenas y pude ponerme al corriente con lo que vimos hoy.

—Quería pasar tiempo con mi papá, ¿qué hay de malo con eso? —pregunto y Alek voltea a verme sin creerme, como si dijera, "cuéntame una mejor mentira para la próxima". Suspiro—. Edward enfermó y quería dejarle los apuntes.

Él asiente, comprendiendo.

—Lo suponía, ni en un apocalipsis desearías estar bajo la misma casa que tu hermanastra.

«Apuesto que tú tampoco, pero es tu hija y no te queda de otra. Terrible, lloremos» bromeo a mis adentros.

Solo me rio, no me atrevo a negar lo obvio ni a decirle lo que pienso al respecto. La cerradura al fin cede y entramos a su casa. El silencio nos recibe al igual que la oscuridad, las luces están apagadas por lo que papá enciende la luz del pasillo mientras que yo cierro la puerta detrás de nosotros.

—¿Y Kim?

La busco con la mirada, pero no la encuentro.

—Salió a casa de su madre con Luna —me explica luego de colgar su suéter en el perchero. Una gran sensación de alivio me llena el pecho. No tendré que ver a Luna, genial—. Estaré en mi despacho, voy a terminar algo que tengo pendiente y cenamos juntos —avisa y da una última mirada—. Su casa está en la calle de enfrente, es fácil de reconocer, es blanca y es la más grande y... Uhm, salúdalo de mi parte.

Asiento de forma exagerada con la cabeza a la par que intento memorizar sus indicaciones, no soy muy bueno para seguir instrucciones, soy más de los que se pierden intentando seguirlas. No pregunten cómo es que sigo vivo después de diecisiete años sin conocer mi ciudad y yendo a los lugares con la esperanza de no perderme o de terminar en un sitio con altas probabilidades de ser asaltado.

Papá camina hacia su despacho y aprovecho este momento para salir de casa y caminar hacia lo que creo es la casa de Edward. Tal vez debí haberle escrito un mensaje de texto diciendo que iré a verlo, pero preferí no hacerlo. Él es de los que tiene pinta de decir "no, no vengas" y sé que debo respetar su decisión, no obstante, ¡fue la primera vez que puse atención en clases! La indignación me iba a golpear con una sartén si lo escuchaba decir que no podía ir a su casa.

Cruzo la calle y, como siempre, me siento intimidado y pequeño en comparación de todas las casas. Y más allá de las casas, de las personas que habitan en ellas. Al menos no hay nadie afuera y si las hay no pueden juzgarme, tengo el uniforme de la escuela, no pueden juzgar a alguien por llevar puesto el uniforme. ¿O sí? Realmente espero que no.

Veo todas las casas que se encuentran en esa línea y casi al final de la calle, la reconozco. Es tal cual ha descrito papá, aunque si soy honesto esperaba ese tipo de mansiones que ves en las caricaturas, de las que tienen barrotes de oro y una fuente, sin embargo, no es así. Sí, es grande, un poco más que la casa de papá, pero la diferencia no es grotesca como creí. Las demás casas a su alrededor se ven pequeñas, pero es porque son modestas, hasta están más pequeñas que la de papá, es por eso que la casa de Edward se ve enorme.

Yo diciendo que las cosas de su alrededor son modestas cuando la mía es la mitad de ellas.

Ahora que lo pienso mejor, ¿qué tengo que hacer? ¿Solo tocar? ¿Qué diré cuando alguien abra? ¿Y si me habrá su mamá o papá? Ugh, debí pensarlo antes de venir. No sé por qué no se me ocurrió. Un escalofrío me recorre y el miedo trata de apoderarse de mí. Lo mejor será dar la vuelta y mandarle fotos de los apuntes y tareas.

No, no es momento de dudar. Ya estoy aquí. No soy un cobarde.

Bueno sí lo soy.

Pero no soy taaaan cobarde.

Tomo valentía y camino con lentitud hacia la casa de Edward, entre más tiempo tarde en llegar más tiempo tendré para prepararme emocionalmente. Lo único que debo hacer es tocar, decirle a la persona que abra que soy... compañero de Edward y que he venido a dejarle los apuntes porque nuestro tutor nos lo pidió. Sí, en parte es mentira, pero siento que si digo que soy un amigo me van a cerrar la puerta en la cara. Tengo ese extraño presentimiento.

Nunca he sido de las que cree en las vibras de las personas y las cosas, sin embargo, entre más me acerco a su casa, más preocupado me siento. La incomodidad y nerviosismo también aumentan. ¿Esto es lo que sintió Edward cuando fui a casa de Alek? Pobre, quitando el hecho de que le dijo suegrito a mi papá, con razón parecía robot y se veía todo alarmado No puedo imaginarme a mí diciéndole "suegrito" a su padre ni de broma. Valoro mi vida, no como otros.

Cuando estoy parado frente a la casa, el estómago se me revuelve. Joder. De cerca se ve más grande. Y yo me siento más pequeño. Trago duro.

De acuerdo, Andy, podemos hacerlo. No es nada fuera de este mundo. Solo vas a entregarle tus apuntes y tareas, verás cómo sigue y te irás. Solo eso. No vienes a pedirle matrimonio ni una de esas mierdas, así que relax.

Acomodo mi mochila sobre mi hombro y estoy a nada de tocar la puerta cuando veo que a un costado hay uno de esos tipos de timbres inteligentes que tienen bocina. Obvio que tienen uno. Agradezco no haber tocado la puerta y presiono el botón que tiene el aparato haciendo que este suelte un sonidito extraño. Espero unos segundos a que alguien responda y golpeo mi pie contra el suelo de los nervios.

—¿Quién es?

Escucho la voz de una mujer detrás de la cosa esta. Me sobresalto y abro la boca, soltando un par de balbuceos. Pellizco mi mano para forzarme a decir algo coherente antes de que me cuelguen.

—Lo sentimos, no damos limosnas —responde la señora ante mis balbuceos. ¿Qué? ¿Limosnas? Agh, ¡soy yo el que trata de ser caritativo con Edward!

—Soy Andy —me presento apresurado—. Compañero de salón de Edward, nuestro tutor me pidió que le dejara los apuntes y tareas —digo la mentira que practiqué en el camino y del otro lado no hay más que silencio. Mi instinto me dice que van a echarme, por lo que recurro a mi única opción—. También soy su vecino, soy hijo de los O'Connell.

Me muerdo el labio inferior, esperando que mencionar mi apellido sea de ayuda. Por esta razón no me gusta el apellido de papá, cuando le digo a los demás y a mis amigos que no mencionen mi primer apellido no es porque no me guste estar relacionado con papá, sino porque era incómodo que algunas personas creyeran que me aprovechaba de eso. Tanto mi papá como Kim son conocidos en la capital y cuando se mudaron aquí también comenzaron a serlo porque ya tenían una "pequeña" fama con los demás. Son buenos en lo que hacen después de todo.

La señora dice:

—Entra, sube al segundo piso, camina por el pasillo, luego dobla a la derecha. Su habitación es la que está al lado de una ventana.

Y me cuelga.

Ah, gracias, pero, ¿podría repetirlo de nuevo? Es que me quedé en la parte donde decía que entrara.

Maldito en mi interior. Odio las instrucciones y odio que las digan tan rápido porque mi cerebro tiene que trabajar el doble para no perder ningún detalle.

La puerta principal se abre y contengo las ganas de soltar un silbido. Necesito este tipo de sistema en mi casa, así no tendría que levantarme de mi cama para abrirle a mamá. Cierro la puerta y espero que mi expresión no me delate. Hay un pequeño patio delantero antes de entrar a su casa. ¿Es algo así como una casa dentro de una casa? No sé cómo explicarlo, pero la puerta que he abierto es la entrada al patio, la puerta a su casa está a unos metros de mí. Dios, parezco niño en Disneyland.

Me siento más pequeño ahora mismo.

Bueno, al menos yo tengo algo que ellos no.

Sí, a Juan.

De qué sirve tener una casota así de hermosa si no tienen a un Juan. Andy: 1. La vida de Edward: 10,000.

Abro con desconfianza la puerta de lo que creo que ya es su casa (a menos que me encuentre con otro patio, ojalá no) y no me sorprendo en absoluto al ver el interior. Por mi bien, dejaré de chismosear y solo acataré las instrucciones que la señora me ha dado o comenzaré a comparar cada rincón de las habitaciones con las mías. Hago un repaso mental, golpeando a mi cerebro por olvidar la primera indicación. ¿Qué dijo que tenía que hacer?

Recorro la mirada por la sala principal en espera de encontrar una puerta o algo y cuando mis ojos caen sobre las escaleras, me siento relajado. Creo que dijo que subiera al segundo piso.

En verdad espero que esa haya sido su primera indicación porque si no es así, voy a meterme en serios problemas. Tomo una bocanada de aire y subo los escalones de uno en uno. Podría hacerlo de dos en dos, pero estoy muy nervioso y las piernas no me funcionan tan bien como en casa. Lo menos que quiero es llamar la atención y que los padres de Edward (si es que están presentes) me encuentren desangrándome en el suelo. Sería tipo: "eh, hola suegros falsos, ¿cómo están? ¿Yo? Bueno, las piernas se me rompieron y creo que no caminaré de nuevo, pero estoy bien, ¿que si por qué estoy manchando su precioso suelo con mi asquerosa sangre? Lo siento, iré a desangrarme en el patio. Adiós, saludos cordiales".

Al llegar al famoso pasillo que la mujer mencionaba, sigo sus órdenes. Camino recto y doblo al final de este. Posteriormente, visualizo la ventana que ella dijo, pero, para mi mala fortuna, hay dos ventanas. Una del lado derecho y la otra del lado izquierdo. Como si mi mala fortuna no fuera suficiente, a cada lado de las ventanas hay una puerta. Mierda, la señora dijo al lado de la ventana, no obstante, no me dijo que había más de una.

Ahora mismo parezco la chica de "el diablo viste a la moda" cuando tiene que entregarle algo a su jefa y va a su casa, pero no sabe en qué lado dejar la cosa porque había más de una opción posible. Cuando lo ves te da risa, cuando eres el que está en esa situación te quieres morir. Como yo ahora, por ejemplo.

Inhalo y exhalo un par de veces. Bien, no me queda de otra más que seguir mis instintos.

«De tin marín de do pingüé, cúcara, mácara, títere fue, yo no fui, fue Teté, pégale, pégale que ella fue».

Señalo la puerta de la derecha y no lo pienso dos veces cuando ya estoy caminando hacia ella. Tomo el pomo, pero antes de girarla, me regaño. No estoy en mi casa para abrir como si nada. Toco levemente.

—¿Quién eres y qué haces en mi casa? ¿Quién te dejó pasar?

Una voz grave se hace presente en el inmenso pasillo. Doy un brinco y si hubiera sido otra situación hubiera hasta gritado. Mi corazón comienza a acelerarse y muy a mi pesar, sé que debo girar la cabeza para ver a la persona que me ha hablado. El señor ha dicho "mi casa", ¿es el papá de Edward? Joder, joder, jodeeeer.

Lo menos que quería era toparme con él o con la madre de Edward. Diosito, ayúdame.

Cierro los ojos un momento para tomar las agallas suficientes y como el exorcista, volteo la cabeza encontrándome con el dueño de la voz y el probable padre de Edward. Frente a mí hay un señor alto, bien vestido, su cabello es negro al igual que el color de sus ojos, es de tez blanca y tiene rasgos asiáticos. En definitiva, es todo lo contrario a Edward. No se parecen en nada. Ni en el físico, ni en la vibra. Bueno, cuando me confundí de casillero sí que tenía esta vibra espeluznante.

Me mira tan serio que siento que va a regañarme y ya quiero llorar. Sáquenme de aquí por favor, les pago.

Aclaro mi garganta para poder decirle algo.

—Buenas tardes, señor —saludo con la barbilla temblorosa. Carraspeo para dejar de sonar como si estuviera meándome—. Soy Andy, compañero de Edward, oí que enfermó y vine a dejarle los apuntes —le explico, mostrando mi mochila. Su expresión sigue igual que antes, no se inmuta siquiera. Suelto un suspiro para añadir—: Y soy su vecino, mi papá es Alek O'Connell.

—Hijo del doctor —comenta, suavizando su mirada.

Como he dicho, no me gusta decir mi apellido por esa razón. Pero ahora no puedo estar más que agradecido por ser un O'Connell. De algo tenías que servir papá. Vale es broma.

—Sí.

Asiento a lo que él ve su reloj antes de verme de pies a cabeza, como si fuera una clase de detector que me permitirá o no pasar a la habitación de su hijo. Le sonrío para verme más amigable.

—Su habitación es la del otro lado —me aclara y quiero golpear a mis instintos por confundirse—. Salúdame a tu padre.

Da la vuelta sin esperar que le responda, perdiéndose por el pasillo, y cuando ya no puedo verlo, me apoyo contra la puerta para recomponerme. Jesús, María y José. Sentí la muerte. Fuera de broma, sí sentí que podía morir. Su papá tiene una imagen imponente y muy espeluznante. No volveré a quejarme del mío nunca más. Alek O'Connell, estás todo bobo como yo y sí que hay varias cosas en las que no estoy de acuerdo contigo, pero se te quiere así.

Una vez que los nervios se me han ido, me dirijo hacia la puerta de la izquierda. Ahora viene lo peor, ver a Edward. Digo peor porque no hay nada en el mundo que me ponga más nervioso que él. Toco un par de veces, pero nadie responde. ¿Estará fuera de su habitación? ¿O está en el baño?

Toco con un poco más de fuerza y como no abre, saco mi celular para mandarle un mensaje.


Elmejorjaegerista

¿Estás en casa?

:D


El mensaje ni siquiera es marcado por las dos palomitas de enviado y recibido, solo por una, la de enviado. Frunzo mi ceño. ¿Estará muy enfermo que no puede ni pararse de cama? La preocupación me invade y a pesar de que me siento como un intruso, giro el pomo, abriendo la puerta.

Lo primero que noto es que su habitación humilla demasiado a la mía. Las paredes son blancas con algunos cuadros colgando en ellas. Hay una pequeña mesa con un bonito asiento frente a un gran mueble que sostiene el televisor. Sin embargo, lo que más me sorprende es ver los estantes llenos de libros que tiene alrededor. Sabía que le gustaba leer, pero no sabía que tanto.

En medio de la gran habitación hay una cama bastante grande. En ella, está Edward, durmiendo de lado. Se ve tan lindo, su rostro se ve pacífico, su cabello alborotado y sus labios entreabiertos. Uhm, en verdad que no puedo evitar sentirme como un intruso. O un acosador.

Niego con la cabeza para dejar de verlo y camino hacia lo que parece ser su escritorio. No me asombro al ver que en su mesa hay muchos plumones, colores y lapiceros acomodados de forma ordenada. Míster responsable, ordenado y chico de los plumones. ¿Qué más tengo que agregar a su curriculum?

Sonrío, toda la habitación grita Edward, cada parte es tan él. Saco las libretas de mi mochila y las dejo apiladas sobre el escritorio. Cuelgo la mochila sobre mi hombro otra vez para marcharme, pero me detengo. Tomo uno de los post-it y lapiceros que hay su mesa y escribo:

"No queremos que míster responsable se retrase. Puse atención por ti, de nada. Deja de enfermarte que dejas toda la responsabilidad sobre mis hombros. Piensa un poco en mí. ¡Mejórate! :) –Andy :P".

Le doy una última mirada antes de salir de su habitación. 

***
Holis, antes que nada, ayer fue el día mundial de la salud mental, así que, como recordatorio, está bien no estar bien y no está mal pedir ayuda, no olviden que antes que cualquier cosa, siempre estarán ustedes sobre lo demás ❤️

Qué más puedo decirles chiquitooos, espero que estén bien<3 Si ven que las actualizaciones son un poco irregulares perdón, estoy tratando de mantener en orden todo jjsjsjs si bien Watttpad es mi vida, también tengo vida fuera de ella. Gracias por respetar eso❤️❤️

Estamos a nada de las 900k leídas, cómo así gente, no me la creo. EN SHOCK ESTOY 👁️👄👁️ Jamás voy a cansarme de agradecerles su apoyo y su paciencia en cada capítulo ❤️❤️ Y vi que hicieron un proyecto para llegar al millón 😭❤️ los amo, gracias, gracias, GRACIAS<3

Preguntaaaaa, ¿son de regalar libros? ¿O prefieren que a ustedes les regalen los libros?

¿Qué es lo más lindo que han hecho por alguien? ¿O qué es lo más lindo que han hecho por ustedes?

Este capítulo me gusta porque creo que algunos piensan que gustar es solo besar, pero también está en los detalles:D como regalarle a alguien tu libro favorito o poner atención en clases cuando no te gusta hacerlo (no estoy confirmando nada cof cof cof)

Me callo antes de soltar spoilers JSJSJSJSJSJS

Qué bonito va todo por aquí, ojalá no pase nada JSJSJS

BAI, NOS LEEMOS PRONTO Y NOS VEMOS EN INSTAGRAM Y TWITTER PARA FANGIRLEAR💛🖤

PDT: DEJO UN PAR DE DIBUJOS QUE HAN HECHO<3 GRACIAS POR LOS DIBUJOS, GUARDO A TODOS CON MUCHO AMOR Y TIENEN UN ESPACIO EN MI ESCRITORIO (SÍ, LOS IMPRIMO, LA INTENSA ME DICEN JAJJA). LOS QUE NO HE PODIDO PONER LOS TENGO EN INSTAGRAM EN LA HISTORIA DESTACADA QUE DICE "DIBUJOS UPC"<3 

Continue Reading

You'll Also Like

263K 18.8K 33
When a storm strands Ira Hale at the stately Beaufort Manor, she joins the household to work under the mysterious and reclusive Valeri Beaufort, but...
1K 121 31
-La vida nos da muchas definiciones de los sueños sabes, conforme pasa el tiempo estos pueden cambiar, pero de algo estoy seguro ⁃¿De que estás segu...
581 103 13
Rebeca no está dispuesta a caer en la trampa de la Navidad. Desde que perdió a su abuela materna, con quien vivió durante sus últimos años de vida, n...
236K 27.1K 31
Biel Orionov es un adolescente sin propósitos ni sueños. No conoce el significado de la amistad, su familia nunca le ha demostrado afecto y, por much...