Atracción mortal.

By andreawoon

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Dereck Jones y Hailey Williams en un mundo perfecto, jamás hubiesen coincidido. Él no tenía nada, ella poseí... More

Dedicatoria.
Personajes
Prólogo
1.- Dejar de ser.
2.- Escape.
3.- ¿Alianza?
5.- Contra esquina.
6.- Culpas.
7.- ¿Otra vez tú?
8.- Muffins.
9.- Sentirse bien.
10.- Consecuencias.
11. -No es un error.
12.- Quedarse o escapar
13.- Permitirse confiar.
14. -Muffins y algo más
15.- Si eres importante.
16.- El chico que quiero ser.
17.- Más que una fachada.
18.- Un sitio seguro.
19.- Era cuestión de tiempo
20.- Sueña conmigo.
21.- Merecedor de más.
22.-No sería capaz.
23.-Rayo de luz.
24.- Falsa esperanza
25.- Respuestas
26.- Ojalá pudiera
27.- Romper el silencio
28.- A la luz.
29.- Liberación
30.- Darle el poder.
31.- Usar la razón.
32.- Deseos
33.- Tener un lugar
34.- Sellwood.
35.- Ser capaz.
36.- Son solo mentiras.
37.- ¿Ahora qué?
38.- Serie de malas decisiones.
39.- Cumplir el propósito.
40.- Culpas
41.- Aceptar la realidad.
42.- Familia.
43.- No es el final
44.- Fuego extinto.
45.- Paraíso
46.-Parte de algo.
47.- Lo que siempre merecí.
48.- Perdonar
49.- El chico real.
50.- Crear arte.
51.- Enfrentamiento
52.- Apagar el dolor.
53.- Un futuro grande.
54.- La vida más bonita.
55.- El ser real.
56.- Los infiernos no son para siempre.
Epílogo.
Extra 1.- Mi paraíso
Extra 2.- Lo mejor del mundo.
Extra: Jayden Lewis.
Agradecimientos
Secuela Extra
HISTORIA NUEVA: JAYDEN LEWIS

4.- Cobardía.

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By andreawoon

"Se le hace patente que solo hay dos clases de cobardes: los que huyen para atrás y los que huyen para adelante"

—Ernesto Mallo

Gema es agradable, no imaginé que mi padre pudiera relacionarse con una mujer así, no tenía idea de cuánto tiempo es que llevaban saliendo, y no me atrevía a preguntar. Nunca la había mencionado, y era sorprendente ver el hombre que parecía ser con ella.

—Así que ¿último año escolar? —inquiere Gema con curiosidad—. ¿Has pensando a que universidad quieres ir? ¿Qué vas a estudiar?

—No en realidad —respondo.

—Deberías, es bueno que comiences...

—Cariño, no lo agobies con esos temas —observo a mi padre. ¿Quién diría que podía hablarle cariñosamente a una persona?

—Oh, claro —Gema luce apenada—. Lo siento.

—Dereck, es tarde. Mañana debes ir a la escuela.

Bien, y ahí está, ya no me quiere aquí. Sonrío hacia Gema.

—Un gusto conocerte —me incorporo. —Nos vemos.

No me detengo a esperar una respuesta, subo las escaleras y solo cuando estoy en mi habitación, me siento aliviado. Me quito la chaqueta, los moretones aún eran visibles, tal vez en un par de días más ya no tuviese la necesidad de llevar la chaqueta a todos lados.

Cuando era pequeño, mi padre siempre me golpeaba en zonas en las cuales las profesoras no se darían cuenta. Y cuando era visible, siempre tenía una excusa lo suficiente creíble que terminaba por convencer a todo aquel que preguntara.

"Se cayó jugando" "Tropezó en las escaleras" "Los niños a su edad son tan traviesos"

Con el tiempo, se olvidó de cuidar que no fueran visibles, pero ahora yo sabía que, si alguien se daba cuenta, sería peor. Así que me encargué de cubrirlas, chaquetas, sudaderas, toda prenda que pudiera esconder las marcas de los golpes.

Y ha funcionado hasta hoy.

Me reprochaba a mí mismo el no poder hacer nada para detenerlo, me cuestionaba una y otra vez por qué no podía ponerle un alto.

Extiendo la mano hasta conseguir abrir el compartimiento del escritorio, lo cercano que esta de la cama me facilita la tarea sin tener que incorporarme, tanteo el cajón hasta que siento el conocido plástico entre mis dedos, y retiro la mano.

La fotografía de mi madre hace que una leve sonrisa se pose en mis labios, mamá era una mujer bellísima, poseía unos ojos color azul intenso que aún con lo desgastado de la foto, seguían captando la atención. Compartíamos el mismo color de cabello, la misma nariz perfilada y sin duda, la misma sonrisa. Nos parecíamos tanto y a veces me reprochaba a mí mismo el querer que no fuese así.

Tenía cinco años cuando murió, así que los recuerdos son borrosos, breves fragmentos de situaciones que no sé si en realidad las viví, o son producto de mi imaginación. En uno de esos recuerdos, estamos los dos en el parque.

Ella llevaba un bonito abrigo rojo, probablemente lo intenso del color era lo que no me permitía olvidarlo, mamá reía mientras me empujaba en el columpio, luego, yo saltaba sobre la arena, y repetíamos la acción.

No tengo más recuerdos de ella, y si los tengo, son tan borrosos que no se ni que es lo que recuerdo. Las yemas de mis dedos acarician el material de la foto.

En más de una ocasión me pregunté cómo sería todo si ella estuviese aquí, si nunca me hubiese abandonado, me preguntaba si papá sería diferente o seguiría siendo el hombre violento que he conocido toda mi vida.

Aprendí a la mala que no debía preguntar por mi madre, aprendí que en esta casa no se hablaba de ella, su nombre parecía estar prohibido y no entendía, como es que, si mi padre la amó, pudo olvidarse de ella con tanta facilidad.

Suspiro, dejo la fotografía en su sitio otra vez, y apago la luz con la intención de dormir, aunque era probable que no consiguiera pegar el ojo en al menos un par de horas.

Flyn sonríe cuando me ve entrar.

—Jones, te echábamos de menos —dice con una sonrisa—. Vienes por mercancía ¿no es cierto?

—Solo un poco —busco los billetes en el interior de mi bolsillo y los dejo sobre el escritorio. Flyn los toma, se asegura de guardarnos antes de girar y un par de minutos más tarde, desliza varias bolsas sobre el mismo sitio.

—No vayas a Streetwood, ha habido problemas con otros chicos ahí —advierte—. No queremos que te les unas.

Sonrío.

—No hay problema, gracias Flyn —me aseguro de guardar perfectamente las pequeñas bolsas en la mochila, y salgo con la misma rapidez que he llegado.

No imaginé nunca que a mis dieciocho años estaría vendiendo droga, pero supongo que cuando necesitas desesperadamente un medio para obtener dinero, no piensas en las consecuencias.

Tuve suerte de toparme con Flyn. Era un tipo agradable, no le gustaban los problemas y la única vez que accedió a darme mercancía sin pagar antes, fue luego de explicarle que en serio requería el dinero.

Le pagué antes de la fecha, lo que le hizo aumentar su agrado hacia mí. No éramos amigos ni mucho menos, solamente conocidos.

Pero nuestra relación me había salvado las espaldas cuando en más de una ocasión había altercados en Sellwood, mi propósito era pasar desapercibido, ahorrarme tantos problemas como pudiera y hacer lo único que debía: ganar dinero.

Esta noche habría una fiesta con motivo de inicio de curso, y no había lugar más adecuado para repartir el polvo, que en una fiesta. Colton había asegurado su asistencia, al igual que Jen, así que estaría con ellos mientras tanto.

Intento pasar tanto tiempo fuera de casa como me es posible, papá no está cuando llego por cambio de ropa, así que procuro no demorar demasiado. Me doy una ducha rápida y tomo una de las sudaderas limpias y unos pantalones a juego. Colton me esperaba así que no podía darme el lujo de demorar.

Me aseguro de cerrar la puerta y me marcho, mi padre estaría aliviado de no encontrarme en casa así que tenía toda la noche para conseguir tanto dinero como me fuese posible.

Conduzco con velocidad la motocicleta, el aire me golpea de frente y si no tuviera la necesidad de portar el casco, probablemente me lo quitaría para poder disfrutar con mayor placer la sensación de ir a alta velocidad por la avenida.

Cuando me detengo frente a la fiesta, Colton me espera justo en la entrada con gesto impaciente.

—¡Eh, creí que no vendrías! —reclama acercándose. Me quito el casco y lo aseguro a la motocicleta. Me guardo las llaves en el bolsillo y lo miro.

—¿Cuándo te he dejado plantado? —cuestiono con reproche.

—Jennie ha llegado hace rato, pero fue con Lucie a no sé dónde —admite—. Ya sabes cómo son las chicas, tienen que retocarse el maquillaje y todo eso.

Cuando un chico se acerca a mí, sé lo que busca.

—Oh, no. Nada de negocios esta noche —Colton aparta al chico con un empujón y nos abre paso.

—Oye, acabas de espantarme a un cliente —reclamo. Me observa con diversión, y una palabrota es lo que obtiene como respuesta—. Eres un imbécil.

—Creo que nos damos un tiro ¿no crees?

Ruedo los ojos. Me libero del agarre de Colton y regreso por el camino que hemos atravesado. Me bastan un par de minutos encontrar al chico que parece aliviado de verme.

Chocamos palmas, que más que un saludo es un intercambio mercancía/dinero y me doy la vuelta con rapidez. Mi amigo se cruza de brazos, mirándome con reprobación.

—No me meto en tus asuntos, así que no te metas en los míos —pido.

—Me consuela saber que no te metes esa mierda —masculla cuando retomamos nuestro camino hacia la barra—. Necesitas a alguien que se preocupe por ti, y ese, amigo mío, es mi trabajo.

Sonrío.

Acepto el vaso que me ofrece, no me molesto en preguntar qué es lo que contiene y solamente me deleito del sabor. Jennie y Lucie se nos unen un tiempo después y esta última parece haber olvidado nuestra discusión sobre lo natural de su rubio, y me saluda con su habitual amabilidad.

La música es tan alta que no nos permite hablar, Lucie arrastra a su novio hasta el centro de la pista, para no parecer las únicas dos personas que no parecen estar disfrutando, extiendo la mano hacia Jen.

Ella sonríe. La acepta y me conduce hasta la pista. Jennie Taylor es una bailarina nata, pertenece a la sección de animadoras, aunque está ahí más como pasatiempo según ella. Rompe con todos los estereotipos de chica porrista, no parece obsesionada con su alimentación como Lucie, aun cuando en más de una ocasión esta la ha reprendido por no ser lo suficientemente "responsable"

Sonrío cuando ella se mueve a un perfecto ritmo de música, no sé con exactitud cuánto tiempo es el que pasamos en el centro de la habitación, hasta que Jen dice que está demasiado cansada como para continuar.

Salimos al jardín, la brisa fresca nos golpea y la observo acomodar su cabello.

—¿No tienes calor? —inquiere señalándome—. Luego de ese baile.

—Son cómodas, y uno se acostumbra —me encojo de hombros—. ¿Quieres algo? Voy por algo de tomar.

—Un refresco. Si llego a casa con aliento a alcohol, mamá me mata.

—De acuerdo.

Ella permanece en el jardín y vuelvo al interior de la casa. Me toca hacer una larga fila para tomar un par de vasos de refresco, cuando estoy por quitarme, un cuerpo impacta contra el mío.

—¡Eh! —Zane Wright aparece en mi campo de visión. Oh, grandioso, tan bien que iba mi noche.

—¡Dereck! —dice con falso entusiasmo—. Lo siento, amigo.

Señala la sudadera, que ahora está completamente bañada en refresco. Y parte de la cerveza que él me ha echado encima.

—Zane —mascullo con molestia.

—Bueno, que andes con esa sudadera no le hará daño a nadie —dice palmeándome el pecho, sonríe con arrogancia y luego se marcha.

Me veo en la necesidad de volver a llenar los vasos y me apresuro a ir hacia el jardín.

—Oh, vaya ¿Qué te ha pasado? —Jen hace una mueca cuando mira la macha en la sudadera.

—El idiota de Zane pareció creer que era buena idea chocar conmigo y derramar todo el líquido sobre mí.

—¡Ahí están! —ambos volteamos cuando Colton habla, él suelta un chiflido al verme—. ¿Cerveza o refresco?

—Una mezcla de ambos —admito.

La tela comienza a sentirse pegajosa y produce una sensación molesta contra mi piel.

—Creo que tengo una sudadera en el auto —Colton dice con gesto pensativo—. Ahora vuelvo.

Se marcha tan rápido que no tengo oportunidad de decirle que no es necesario, Lucie se nos une y con su presencia Jennie parece olvidar que mantenía una conversación conmigo.

Mi amigo vuelve algunos minutos después y lanza una sudadera blanca en mi dirección.

—Gracias.

Cuando tengo intención de buscar un sitio para cambiarme, Colton me sigue.

—Se han puesto a hablar sobre esas rutinas de baile —confiesa mientras ingresamos de nuevo a la casa. Atravesamos la sala intentando localizar los baños, o un sitio en donde pueda cambiarme.

Abrimos un par de puertas equivocadas y Colton parece divertido ante la cantidad de parejas que se han adueñado de las habitaciones.

—Creí que no encontraríamos ninguna —dice cuando abrimos una de las puertas de la segunda planta y está vacía. —Me quedo aquí porque tenemos confianza, pero no demasiada.

—Eres un idiota —respondo entre risas.

Me aseguro que de verdad no haya nadie al interior de la habitación y cuando garantizo que está vacía, me quito la sudadera. La playera que llevaba abajo también ha conseguido mancharse con el líquido por lo que me la quito también.

—¡Dereck date prisa que dos...! —Colton abre la puerta y me sobresalto, giro, pero ha sido demasiado tarde. La luz de la habitación permite que él se dé cuenta.

Maldigo mientras me coloco con rapidez la sudadera que me ha prestado, y tomo el par de prendas del suelo.

—¿Qué te ha pasado? —inquiere con cautela.

Sé que se ha dado cuenta de los moretones en los brazos, y el de la espalda también.

—Nada —miento. Intento librarme de la conversación que sé me obligará a tener cruzando por su lado, pero lo impide.

—Dereck ¿qué mierda te ocurrió? ¿Por qué tienes todos esos golpes?

—No es nada, Colton —mascullo con los dientes apretados—. Vamos.

—No, de ninguna manera sales de aquí sin responder —interfiere en mi camino y cierra la puerta con un movimiento rápido—. ¿Qué te ha pasado?

—¡Nada! —exclamo—. ¡Déjame en paz!

Intento abrir la puerta, pero él se mantiene firme en su propósito de no permitirme marcharme.

—¿Tú padre te golpea, Dereck?

No me he dado cuenta de la forma en la que estoy apretando los dientes hasta que estos dejan una sensación de dolor en la boca.

Llevaba una amistad con Colton desde primer año de preparatoria, sin embargo, a pesar de que lo consideraba mi mejor amigo, nunca me había permitido decirle la verdad.

Siempre había una excusa cuando llegaba con moretones en rostro, decir que me los ocasioné en una pelea en Sellwood siempre funcionaba, nunca rebasó el límite, hasta hoy.

Pero después de todo no estaba listo para que alguien se diera cuenta de lo que ocurría en mi vida. Me daba vergüenza admitir delante de alguien el maltrato que mi padre ejercía, porque entonces preguntarían por qué no hacía nada para defenderme, porque seguía en esa casa después de todo.

Y no había otra respuesta más que mi cobardía.

Me daba vergüenza admitir que le temía tanto a ese hombre como para atreverme a hacer algo al respecto.

Con brusquedad, aparto la mano que impide que abra la puerta.

—No son tus asuntos —espeto antes de salir de la habitación. Lo escucho gritar mi nombre, pero no me molesto en detenerme, bajo las escaleras con tanta prisa que me sorprende no caer.

Recibo un par de insultos al apartar con brusquedad a las personas de mi camino, lo único que quiero es salir de esta maldita fiesta.

—¡Dereck!

Tomo las llaves de la moto, la mano de Colton se posiciona con firmeza en uno de mis brazos y me hace voltear.

Está preocupado, puedo darme cuenta por la manera en la que me observa.

—Estoy bien, Colton.

—No, no lo estás. No sé qué ocurre, Dereck, pero si necesitas...

—Lo único que necesito ahora es marcharme de aquí —aseguro—. No te metas en mis asuntos.

—Ese hombre te golpea, Dereck. Te quita todo ¿y dices que estás bien? Amigo...

—¡Que no te metas en mis asuntos! —exploto—. ¡No necesito tu ayuda! ¿Entiendes?

Me libero de su agarre, tomo el casco y me lo coloco. Mi amigo se aparta cuando el motor de la motocicleta emite un rugido, y acelero, dejándolo atrás.

Sabía que no era su culpa, Colton solo intentaba ser un buen amigo, y ayudarme. Y si yo lo fuera también, lo hubiese permitido. 

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