La agonía duró cerca de tres días, no más, gracias al cielo, la habían sedado por lo que el dolor le resultaba más llevadero como había sido en años anteriores.
Konohamaru se había mantenido al tanto de la salud de la chica igual que Moegi y Udon ya que a los tres les agradaba mucho.
Vieron llegar a Sai luego de que trajeran a Naruto para curar sus heridas.
—Hola —observo el pasillo en busca de algo —¿Y Haru?
—Eh... Esta aquí en el hospital.
—Creí que la habían dado de alta hace dos días.
Moegi y Konohamaru se miraron entre sí, luego la niña fue quien se atrevió a hablar.
—Haru-san no le dijo un detalle importante a nadie... —bajo la mirada nerviosa —Parece que siente el dolor en lugar de quienes beben su sangre para curarse, estuvo sedada por tres días ya que el dolor era mucho, ella lo pidió.
El azabache abrió la boca unos segundos como si quisiera decir algo, pero no lo hizo.
—Entiendo... ¿Puedo verla?
—Esta dormida, pero creo que si.
Sai asintió y fue en busca de las pocas enfermeras desocupadas, esta asintió accediendo a permitirle ver a Harumi.
La peliblanca estaba de espaldas a la puerta, con la cara hacia la ventana, tenía la cobija hasta el cuello.
—¿Haru...?
Rápidamente, Harumi, volteo, pudo ver a Sai, sonrió.
—Hola, Sai.
El azabache se acercó a la camilla, arrastró el banquito que estaba aún lado y se sentó en él.
—¿Como estas?
—Eh... Estoy bien, dentro de lo que cabe —se acomodo bien en la camilla y ahora estaba volteando hacia el chico —¿Que tal estuvo...?
—Horrible —respondió —¿Puedo preguntarte algo?
Harumi trago saliva pero asintió.
—¿Por qué no le dijiste a Tsunade-sama los efectos que tenía sobre tu el usar la sangre?
Ella desvío la mirada, observo la pared blanca.
—Yo... Supongo que si lo decía no podría ayudar, estoy casi segura de que Tsunade-sama se negaría.
—Eso no es razón... Es demasiado para ti sola.
—Lo lamento.
El azabache tomó la mano de Harumi, esta se sonrojó ligeramente ante la calidez que sentía.
—No vuelvas a hacer algo así, por favor.
—E-Esta bien.