Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

Από AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... Περισσότερα

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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Από AbbyCon2B

22 de febrero 1866.
White Oak Lands, Minnesota.

Jonathan estaba con los varones, jugando a las atrapadas y un rato a la pelota. Era el cumpleaños de Adrian así que automáticamente, Olivia y Jonathan dedicaron su día a los niños, ya era como una tradición para todos celebrar los cumpleaños con ciertas costumbres modernas sin que siquiera se percataran.

Las mujeres estuvieron cantando y sirviendo la mesa para asegurarse de que no faltaran aperitivos. Habían tenido suerte con el clima, así que la fiesta la tenían en el jardín detrás de la casa. Adrian había invitado a sus amigos de la escuela, algunas niñas, pero en mayoría niños y entre los que visitaban, estaba Rian Garnier, el niño que nadie sabía lo ponía sumamente nervioso.

Lo vio llegar con su padre en un carro, vistiendo un elegante traje para enfatizar su procedencia de una clase alta y cuando Adrian corrió para recibirlo junto con otros niños, Rian le dio un beso en la mejilla que lo puso rojo y le entregó un paquete.

Agradeció intentando disimular sus nervios y el padre de Rian saludó a Jonathan y Olivia y se retiró.

Pasaron el día jugando a la pelota, corriendo por el jardín y haciendo bailes un tanto ridículos con la música que Derby les tocaba. Incluso consiguieron que Susan Finn bailara un poco, lo cual rara vez se veía y aumentó las risas.

—¿Quién es ese niño? —curioseó Harvie al sentarse junto a Adrian mientras este reorganizaba sus regalos—. El del sombrero gracioso.

—Oh, es Rian Garnier, su padre tiene mucho dinero.

—Uhm... ¿Es tu amigo? —. Se encogió de hombros sin importancia y agarró un vaso con jugo de la mesa para darle un sorbo—. ¿Por qué no lo invitas a jugar contigo? Está un poco apartado ¿no crees?

Adrian miró hacia Rian que se encontraba sentado en un banco donde Susan había armado otra mesa para invitar a los vecinos y notó que Harvie tenía razón. Rian sí estaba algo apartado, sin saber muy bien como integrarse, sus padres lo mandaban a la escuela para enseñarle humildad, pero no por eso le servía para aprender como interactuar con otros niños cuando Rian pasaba sus días en la casa con su niñera y sin contacto alguno con gente su edad aparte de sus hermanos.

—No sé... —susurró—. Me da algo de pena hablarle ¿Qué tal si no le agrado?

—Vino a tu cumpleaños ¿o no? Yo creo que le agradas y si no le hablas no lo descubrirás.

Vio como Adrian exhalaba en busca de su coraje y finalmente sujetó el vaso que el niño le entregó y lo vio alejarse hacia Rian. El primer amor, pensó, él también había pasado por esa etapa cuando era niño, las inseguridades y los miedos, aun más la discriminación, contaba con que al menos estando en esa granja, podría cuidar de Adrian para evitar que sufriera todo lo que hombres como ellos debían sufrir.

—Hola —saludó Adrian y se limpió sus manos sudorosas.

—Adrian, hola.

Rian le sonrió y Adrian sintió como sus mejillas ardían.

—¿Quieres jugar a algo?

—Claro. ¿A qué podemos jugar?

—Uhm...Tengo unos aros —. Miró hacia estos que estaban caídos en la tierra y le indicó que lo siguiera. Rian dejó su plato con pasteles en la mesa y corrió para alcanzarlo—. Podemos jugar con esto, es divertido.

—¿Y cómo se juega?

—Es fácil; empujas el aro para que ruede y con este palo lo guías y evitas que se caiga, así —. Le enseñó por un breve momento, consiguiendo que Rian se riera y volvió a detenerse a su lado—. El que se le caiga primero pierde ¿va?

—Va. Uno, dos...ya.

Comenzaron a correr por el jardín, empujando los aros por el césped para que rodaran y evitando que cayeran. Se rieron con el viento golpeando sus rostros y varias veces perdieron y volvieron a empezar, realmente no llevaban una cuenta de quien ganaba más veces. Cuando los demás niños se les unieron, estuvieron jugando entre todos, primero a los aros, luego a los bolos y finalmente a trepar algunos árboles o recoger piedras junto al lago.

Olivia estaba sentada en una silla junto a la mesa viéndolos correr por el campo. No podía evitar sonreír, todos se veían tan felices y libres. Hardy intentaba correr al ritmo de los más grandes, pero se quedaba atrás cuando veía a Marie tropezando por querer seguirlos y decidía ayudarla a pararse. Hardy y Marie eran inseparables y Emma era como la niñera de ambos. Los protegía de peligros y se aseguraba de que no se fueran a lastimar, además a la niña le gustaba; era como jugar a las mamás.

Hardy tomó las manos de Marie en las suyas y le sacudió la tierra mirando distraído hacia la mesa donde todos los adultos sonreían.

Marie aplaudió cuando Hardy terminó de limpiarla y él intentó tomarla de la mano un par de veces hasta conseguirlo y entonces corrieron juntos detrás de los más grandes.

Jonathan apoyó una mano sobre el hombro de Olivia y cuando ella lo miró, le sonrió.

—Se ven felices.

—Sí, me alegra tanto verlos así. ¿Tú como estás?

—Muy bien, ¿y tú? ¿Cómo te sientes?

—Excelente —. Señaló la silla a su lado para que la acompañara y Jonathan dejó su vaso en la mesa y le obedeció, dejando de tocar su hombro para sujetar su mano.

—Mañana me ausentaré durante el día, tengo algunos asuntos que atender.

—¿Cuándo dedicarás una semana a estar en la casa? —inquirió Olivia.

—Amor, sabes que me encantaría, pero tengo asuntos que atender.

—Por supuesto que los tienes, eres un hombre de negocios ahora —. Sonrió y le besó los nudillos—. Aunque espero no se nos haga costumbre.

—En cuanto tenga todo en orden estoy seguro pasaré más tiempo con ustedes.

Adrian se emocionó cuando cortaron la torta y tuvo en su plato dos grandes porciones, una del pastel de fruta de su madre y otra de la torta de cumpleaños que tenía chocolate.

Comieron, jugaron otro rato y cuando faltaban unas horas para que oscureciera los niños empezaron a irse hasta que solo quedó la familia.

Olivia llegó a la cama con Jonathan hora más tardes y estando exhausta. Se peinó antes de irse a dormir y metió su cuerpo junto al de Jonathan, relajándose cuando él la abrazó para entrar en calor. Los mellizos seguían dormidos en la cuna junto a la cama y esa noche Marie estaría durmiendo con Emma en el dormitorio de las niñas y Hardy en su cama, así que estaban solo ellos para descansar cómodamente hasta que el sol asomara.

En la mañana desayunaron y todos partieron dejándola sola con las niñas, así que guardó algunos emparedados y se fue con ellas y otros niños del pueblo hacia el salón de clase.

Jonathan organizó algunas cosas para esa tarde y en la lista, lo primero que quería hacer, era recorrer los lejanos extremos de su propiedad. Al otro lado del bosque y hacia unas tierras que había adquirido recientemente para expandir sus territorios. A caballo pudo alcanzar el limite contrario en tres horas, pero caminando le habría tomado doce, así de grande eran todas sus tierras juntas.

Encontró una zona justo en el limite donde no tenían mucho bosque y podían limpiar un poco el terreno para comenzar a construir de la casa y allí, bajó de su caballo y dio una vuelta estudiando el área.

El terreno era muy prolijo, lo que les ahorraría meses de trabajo, tenían varios kilómetros despejados para ocuparlos con todo lo que fuera a ser necesario y podía construir la casa mirando hacia el norte, donde se encontraba la ciudad de Minneapolis. Le gustaba esa zona. Los dejaba tres horas más cerca de la ciudad, aunque un poco más lejos de La Crosse y parecía un buen punto para el transito que podría circular por la propiedad.

Regresó a la granja y llamó a la puerta en casa de Darion esperando por Harvie.

A esas horas Darion ya debía estar en la mina trabajando y por lo tanto el doctor estaba solo en la casa y seguramente disponible para hacer un viaje con él, después de todo Harvie cuidaba de la salud de la gente y trabajaba en la granja, pero muy pocas veces iba a la mina con los demás.

—Buenas tardes, Jonathan.

—Buenas tardes, Harvie. ¿Estás libre para acompañarme un momento? Voy a necesitar de tu ayuda.

Harvie aceptó sin hacer pregunta y volvieron a montar sus caballos y partieron de regreso hacia aquel punto que Jonathan había encontrado para construir su casa.

—¿Qué necesitas?

—Estoy empezando unos planos para hacer una casa, quiero que sea algo que refleje la procedencia de Olivia de Inglaterra así que le estaré pagando a un arquitecto inglés, pero considerando que Olivia también es del futuro, esperaba pudieras darme algunas ideas de como reflejar eso en la casa sin que sea...Bueno, muy obvio.

—Uhm ¿algo que solo ustedes puedan entender?

—Exacto.

—Creo que puedo ayudar.

Harvie sabía algunas cosas sobre el siglo veinte principalmente del año de Olivia, porque muchas de sus bandas favoritas habían comenzado su carrera por esas fechas, así que se creía capaz de darles algunas ideas básicas que aportaran un aire retro y moderno a la nueva casa.

En el camino, se encontraron con Bancroft que venía en su caballo con un carro y Jonathan los guio hasta el terreno.

—Oh, señor Morgan, esto es excelente...Tendremos mucho espacio para levantar la casa en estas zonas.

Bancroft sacó una mesa portable de su carro, la armó en un punto especifico del terreno, enfrentándose al campo donde en unos años tendrían una bella casa y trajo unas hojas de papel y lápices, sus reglas e instrumentos de medida y empezó a hacer un diseño algo apresurado de los perímetros.

—Le diré lo que se me ha ocurrido en estos días —comenzó y sacó su libreta para enseñarle los bocetos—. Imagino una casa grande ¿Cuántos hijos tiene?

—Trece.

—Excelente, digamos cuarenta dormitorios —. Harvie alzó sus cejas y silbó por lo bajo—. Porque tendrá visitas sin duda alguna y quizás quiera invitar a sus amigos a dormir o sus hijos quieran invitar a sus amigos y claramente necesitará espacio.

—Tiene razón, prosiga por favor.

—Luego imagino un recibidor, algo grande e impresionante ¡Que grite riqueza! Pensé en unas escaleras que se curven hacia el segundo piso —dijo señalando su boceto—. Y que el recibidor sea enorme, la gente tiende a hacerlos muy pequeños, pero son de las partes más importantes de una casa así que lo haremos grande, que pueda recibir a muchos invitados al mismo tiempo y las paredes gruesas ¿sabe por qué?

—¿Por qué?

—Porque una casa tan grande va a necesitar mucho personal, señor Morgan y usted no querrá andar mezclándose con los de su clase, especialmente no su esposa, pobre señora, no querríamos insultarla con esa gente paseándose frente a ella —. Trazó los muros gruesos en sus bocetos para resaltarlos y les mostró el cuaderno—. Así que dentro de las paredes haremos túneles para que los empleados se muevan sin molestarlos.

—¿Eso es realmente necesario?

Bancroft pegó el libro a su pecho como si se hubiera ofendido y miró a Harvie con cierto espanto.

—¿Desea mezclarse usted con gente de tal...procedencia? Vaya uno a saber que enfermedades portan.

Harvie abrió la boca, pero antes de que pudiera decir algo, Jonathan le apretó el hombro ligeramente y dejó que Bancroft continuara.

—Como le decía, señor Morgan...Un recibidor grande y paredes gruesas y del recibidor sacaremos tres derivaciones...Por supuesto lo principal es que tengan una recepción para sus invitados, unos sofás por este lado y una mesa redonda de este, bastante espacio para unas veinte personas quizás y del otro lado del recibidor el gran comedor con una mesa para cuarenta personas...Incluso más si lo prefiere. Conectándose a este comedor le podemos hacer la sala de billar ¿le gusta el billar, señor? Si su esposa es inglesa le debe encantar.

—¿Un salón solo para una mesa de billar? —se rio Harvie y Jonathan lo codeó—. Que brillante idea, señor Bancroft...Me fascina.

Bancroft sonrió con gracia y retomó su descripción de los planos, esta vez comenzando a trazar en su enorme hoja todo lo que les describía para ir dándole forma.

—La sala de billar tendrá dos entradas, una desde el comedor y otra que llevara al corredor y este corredor lo conectaremos también con el recibidor y la recepción...Será el centro de la parte frontal de la casa, así que podemos imaginar todo conectara con este corredor...Podemos agregar otra escalera por aquí en espiral, para evitar que su esposa deba caminar mucho para llegar de un piso al otro y a los lados de esta escalera ubicaremos dos vestíbulos; el del lado sur y el del lado norte. ¿Le va gustando señor, Morgan?

—Debo decir que me fascina.

—Que alegría escucharle...Y como le decía, al lado de la recepción y con puerta desde el lado sur del corredor colocaremos el salón, este será solo de uso familiar, le haré otro en el lado norte para los invitados, y desde este salón familiar le pondré el pasillo hacia el comedor para su familia. Tiene doce hijos, pero tal vez quiera tener más así que le pondremos una mesa grande para que coman juntos los días de la semana.

—¿Y la cocina?

—Pues abajo con los empleados, señor.

—Preferiría dos cocinas en ese caso, mi mujer no estará feliz si no tiene un lugar donde preparar sus pasteles.

—Oh, por supuesto ¿a qué mujer no le gusta cocinar? A ver...Podemos conectarlo al comedor familiar, le ponemos un pasaje entre medio donde ella podrá almacenar sus cosas, una despensa, eso, así no debe bajar al ala de empleados y aquí la cocina. Unos estantes por aquí y...

—De hecho, tengo algunas ideas que creo a Liv le gustarán —intervino Harvie y los dos le escucharon—. Una mesada alargada de este lado, pero que sea de mármol ¿conocen? Y también otra mesada en el centro que le llamaremos isla.

—Isla...Uhm, interesante...A ver, continúe.

—Ponga la cocina entre medio de las mesadas y unos cuantos estantes en la pared. Creo que hasta puedo darles un diseño de unos muebles que a ella le gustarán.

Ambos asintieron y Jonathan le agradeció.

—Me gusta y otra despensa de este otro lado. Del otro lado de la cocina, en el exterior, le haremos una pequeña área, quizá para algunas flores y le colocare las escaleras del personal para descender. Desde el vestíbulo del norte, pondremos otra despensa más pequeña y seguro querrá un elevador hacia el segundo piso para la comida y eso, así que se lo puedo poner ahí también.

Continuaron diseñando la primera planta, una oficina, salón de desayuno y afuera en un pequeño porche junto a la casa, un porche para la hora del té.

—Muy importante parte del día para los ingleses, le digo.

—¿Y dónde comerán los empleados?

—Abajo.

—Oh no, mi esposa me mataría si lo permitiera... ¿Qué tal dedicar una pequeña zona norte para ellos? Podemos ponerles su entrada y un salón para que coman...incluso algunos dormitorios.

Bancroft pareció algo alarmado por la idea, pero no emitió queja alguna y comenzó a ver como lo adaptaba.

Hizo otra pequeña casa a unos centímetros de la principal y que quedaba detrás y oculta, le colocó una entrada de puerta simple, un pasillo dando a un comedor sencillo con sala de estar, escaleras para hacer algunas habitaciones, les hizo la cocina con algunas despensas, colocó una pequeña oficina para el mayordomo y regresó a la mansión principal.

—Bueno, ahí tiene una zona de los empleados, aunque le recomiendo que no les de la libertad de usarlo siempre que quieran, tiende a ser algo caótico.

El segundo piso tenía varios dormitorios, pasillos, una habitación de costura, biblioteca (de hecho, dos bibliotecas), cada dormitorio tenía su propia habitación de baño, las paredes servirían como pasajes para los empleados conectando todos los dormitorios, tendrían otro salón para sentarse, algunos balcones, más escaleras, otras despensas donde guardarían cosas en los pasillos o dormitorios, armarios integrados en las habitaciones y una escalera hacia el tercer piso. El plano se repetía con más dormitorios, pero agregaban una sala de juego y otros dormitorios.

Conectó el ala principal de la mansión a un invernadero y del otro lado hizo un rectángulo del ancho de la casa y lo bajo en una L invertida comenzando a distribuir otras habitaciones. Un gran salón de fiesta al final de la casa con su propia entrada. Ese salón conectándose por medio de un pasillo con el resto de la extensión donde tenían otros siete salones con distintos usos. Más dormitorios. Otro comedor más pequeño debajo de la casa donde los empleados se moverían.

Modificaron algunas cosas para hacerlo más funcional y cuando terminaron y Bancroft se puso a recorrer el terreno para delimitar más o menos que tanto les ocuparía, Harvie miró las hojas y empezó a contar las habitaciones. 

Casi sesenta en total.

Habían modificado casi toda la idea original para que quedara más organizada.

Harvie se les unió en el terreno y escuchó las explicaciones de Bancroft sobre como harían la casa. Se necesitarían muchos hombres para lograrlo y como Jonathan no quería pasar veinte años en construcción, se necesitarían muchos más para moverse rápido.

—Será costoso, señor, pero valdrá mucho la pena y estoy seguro su esposa lo amará.

—Hasta yo lo estoy amando —murmuró Harvie junto a Jonathan—. ¿Seguro que no quieres un esposo, Jona?

Lo vio rodar los ojos y se rio al empezar a seguirlo hacia Bancroft.

—¿Cuándo podemos empezar con la construcción?

—La próxima semana seguro tendré todo lo necesario, solo deme unos días para conseguir el equipo y los materiales. Conozco una compañía que podemos contratar para dirigir la construcción.

—Muchas gracias, señor Bancroft, por todo. Nos estaremos viendo pronto entonces.

Lo vieron marcharse con sus cosas en el carro y entonces Harvie se giró hacia Jonathan y silbó.

—Me desagradabas, pero viendo esto y considerando que Liv es mi amiga, comienzo a tenerte un poco más de respeto por cómo te preocupas por ella.

—¿Crees que la casa le guste?

—No lo creo, sé que le gustará. Probablemente se sienta un poco abrumada al comienzo, pero ella es una mujer muy elegante así que va a disfrutar con todo el paisaje.

Suspiró aliviado y volvieron a sus caballos.

—Cubriré todo esto con flores —le explicó señalando sus alrededores—. Ella ama los jardines así que le daré el jardín más grande que una casa puede tener...Por favor no le comentes nada, quiero que sea sorpresa.

—Mis labios están sellados. ¿Seguro que ella no verá la construcción?

—Estamos demasiado lejos, ni siquiera debería poder escucharlo —. Miró sobre sus hombros hacia el terreno que dejaban atrás y sonrió—. Me quedaré calvo esperando a que la casa esté lista.

—Yo también, me da curiosidad saber como se verá.

—A mí igual.

Volvieron a la granja para la tarde y encontraron que no eran los únicos llegando.

El pueblo seguía creciendo y cuando se unió a Olivia en el porche de su casa, vio con ella como una nueva familia comenzaba a ingresar sus cosas a una casa que llevaba unas semanas en construcción y había sido terminada hacía unos días. Normalmente el hombre se mudaba primero para construir la casa y una vez lista le acompañaba su familia; esa era una nueva familia que llegaba.

—¿Quiénes son?

—No lo sé, pero supongo vendrán a saludarnos cuando se hayan instalado —. Olivia acomodó a Marie en sus brazos y se regresó para entrar en la casa—. ¿Estás libre ahora?

—Así es, de momento lo estoy. ¿Qué necesitas?

—¿Cuidas de los niños mientras termino la cena?

Jonathan tomó a Marie en sus brazos y se sentó en el sofá del salón para jugar con ella y los más pequeños. Hardy le trajo uno de sus muñecos y Marie se estiró hacia él para agarrarlo y empezaron a jugar. Emma les enseñó su muñeca y Peter compartió algunos colores con Adrian para que pudieran pintar juntos.

Cuando Olivia los llamó para poner la mesa, fueron a ayudar y se sentaron todos juntos a comer como cada noche.

Charlaron un rato y cuando terminaron, los niños se fueron a dormir y Jonathan decidió quedarse en la cocina acompañando a Olivia hasta que hubiera terminado.

—Mi madre me escribió para avisarme que mi padre ha empeorado...Probablemente muera.

Olivia se detuvo y lo miró.

—Cariño... ¿Quieres ir a verlo? Podemos intentar tener cuidado para que puedas visitarlo

—No, es un riesgo que prefiero no correr, pero si me gustaría asistir a su funeral.

Lo abrazó para intentar consolarlo y él besó su cabeza.

—Iremos juntos y si quieres quedarte unos días con tu madre o invitarla a venir con nosotros, podemos hacerlo.

—Gracias, ángel...Olvidé que también llegó una carta para ti —. Ella se apartó para permitir que se moviera y Jonathan fue hacia su abrigó y regresó con el sobre—. Perdona, espero no sea algo importante.

Rompió el sello para sacar la carta y se llevó una mano al corazón de la emoción.

—Es la señora Butler... ¿Recuerdas? 

—Cómo olvidarla, esa mentirosa...

Olivia lo reprendió con su mirada, pero puso su atención en la carta.

—Por suerte está bien en la capital, aunque pobre; su marido falleció. ¡Pero es abuela! ¡Ay, Dios mío! ¿Podremos visitarla algún día de estos ¿verdad?

Asintió desde la mesa y ella dejó la hoja junto a él y terminó de limpiar con sus energías renovadas.

Le respondería en la mañana y tal vez a fin de año o el año próximo podrían reencontrarse. Tal vez dentro de más tiempo. 

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