courageous| neville longbottom

Par SolinneGarte

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Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas. Ambos se... Plus

introduccion
prólogo
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎
capítulo 1
capítulo2
capitulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15 (parte 1)
capítulo 15(parte2)
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35(parte 1)
capítulo 35(parte 2)
capítulo 36 (parte 1)
capítulo 36 (parte 2)
capítulo 37
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 40
capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 44
Gracias por su apoyo.

capítulo 43

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Par SolinneGarte

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—¿Siquiera estás escuchándome? —me gruñe Ginny.

—Claro que lo estoy haciendo, dijiste que Dean te dio un beso con lengua y te asustaste.

Ambas estamos caminando hacia el campo de Quidditch para las pruebas del equipo de Gryffindor, el día está demasiado agradable e incluso algunos pajarillos cantan desde los árboles, pero yo siento como si trajera una nube tormentosa encima.

Y sé perfectamente que se debe a la parejita que camina frente a nosotras; Parvati y Neville.

Neville venía conmigo, estaba aquí para desearme suerte y luego ella llegó y me lo arrebató. Y él decidió abandonarme, lo que duele más.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

—Jamás había besado a alguien así. —murmura mi hermana en voz baja, mirando con ojos alarmantes a nuestro alrededor para comprobar que nadie escucha. —Sabes que siempre bromeo con besarme a todos los chicos, y tener sexo... pero ni siquiera dejé que Michael me tocara los pechos cuando estábamos juntos.

Me vuelvo hacia ella para prestarle toda mi atención.

—No tienes que presionarte para hacer cosas si no estás lista, Ginny. —le aconsejo. —Y si Dean no entiende que necesitas tiempo, entonces deberías reconsiderar salir con él.

—No, no, no. Dean lo entiende muy bien, es sólo que me da miedo. —agrega con tono avergonzado. Todo su rostro está rojo. —¿Y si no soy buena en eso? Ya sabes... en la cosa del manoseo. ¿Y si no me gusta?

—Si no eres buena, aprenderás. —le digo con ternura. —Y si no te gusta, entonces también aprenderás, a conocer mejor tu cuerpo, tus necesidades... No te exijas demasiado, Ginny, sólo disfrútalo.

Mi hermana asiente despacio, y después sonríe de oreja a oreja.

—Gracias, Sophie. Es un alivio poder hablarte de estas cosas a ti y no a mamá.

Suelto una carcajada. —Ya vete a cambiar, tonta. Y más te vale dar todo de ti en las pruebas, te quiero de vuelta en el equipo.

Ginny me lanza un beso y sale corriendo hacia los vestuarios para ponerse su uniforme de entrenamiento.

Mi vista regresa a Neville y Parvati, y el malestar vuelve a mi estómago.

Después de mi conversación con Thomas Nott, intente seguir su consejo de hablar con Neville sobre lo que estaba sucediendo entre nosotros (o más bien, lo que no sucedía), pero cada que lo veía e intentaba hablarle me entraba pánico y cambiaba de tema.

Finalmente él terminó aceptando mi pobre excusa sobre que estaba celosa porque ahora Parvati parecía su nueva mejor amiga, y pasaba más tiempo con ella que conmigo.

—Mira, no debes avergonzarte de tener celos. —dice la voz de Harry detrás de mí. Hermione y él están caminando juntos.—Sophie también está celosa, y no se avergüenza de ello, ¿verdad Sophie?

Me vuelvo hacia ellos con el ceño fruncido.

—Cállate, Potter. ¿Y tú por qué estás celosa Hermione?

Harry hace un gesto hacia detrás de ellos.

Ron y Lavander están hablando y riéndose juntos.

—Lo siento, Hermione. —le murmuro, aunque no sé si está molesta debido a eso.

Según mis fuentes (mi nueva fuente, Thomas Nott), ella y Finn Owen están iniciando una extraña relación secreta.

Tan secreta que ni siquiera me ha contado a mi sobre ello.

—No estoy celosa. —murmura mi amiga, pero su rostro está tan expresivo como una piedra. —Ronald es libre de salir con quien quiera. Y hace años que ya no siento nada por él.

—Si tu lo dices. —comenta Harry en voz baja.

Cuando finalmente llegamos al campo de Quidditch, Lavander y Ron se despiden con un torpe abrazo, y Hermione sale a buscar un asiento en las gradas sin siquiera desearle suerte

Neville, en cambio, se acerca hacia mí con una radiante sonrisa en el rostro.

Merlín sabe que amo su sonrisa, pero detesto que sea debido a Parvati.

—Buena suerte, bonita. Estoy seguro de que harás un gran trabajo en las pruebas, pero si necesitas apoyo estaré en las gradas todo el tiempo.

—Gracias, Nev. —murmuro a pesar de mis celos. —¿Puedes darme un abrazo?

Su abrazo es reconfortante y doloroso al mismo tiempo, me hace sentir segura pero también nostálgica. Y siento la necesidad de jamás soltarlo.

Neville deja un beso en mi mejilla antes de dejarme ir.

Tal como lo había previsto, las pruebas duran toda la mañana. La mitad de la casa de Gryffindor se presenta; desde algunos nerviosos de primer año hasta alumnos de séptimo mucho más altos que el resto y que muestran una actitud muy prepotente. Entre ellos está un idiota de cabello crespo que no me agrada en lo absoluto.

—Es genial tener una chica de capitana, los entrenamientos deben ser muy divertidos. —comenta el muchacho, creyendo que su comentario es hilarante.

—¿Por qué lo serían? —murmuro con poco interés.

—Porque las chicas son más relajadas, menos exigentes, se toman las cosas menos en serio. Después de todo, para ustedes las chicas el Quidditch es sólo un pasatiempo más, no son tan determinadas como los varones.

Me vuelvo hacia él lentamente, preparando mi mejor cara de "te voy a patear el trasero".

—Dime... ¿cuál era tu nombre?

—Cormac McLaggen, guardián. —dice con altanería.

—Cormac McLaggen, guardián. Dime, ¿sabes cuántos penaltis mete en promedio el equipo de Gryffindor en cada partido?

Él niega con la cabeza.

—Aproximadamente 35 penaltis, de los cuales más de la mitad los meto yo. Y el año pasado, si mal no recuerdo, todas las cazadoras éramos mujeres. Tres mujeres que metíamos aproximadamente 35 penaltis en cada partido, ¿consideras que eso es "no ser tan determinadas como los varones"?

Él niega con lentitud.

—N-no me refería a eso, es sólo que...

—Si quieres esperar allí, te avisaré cuando sea tu turno. —le digo con irritación, señalándole el borde del campo, cerca de donde está sentada Hermione.

Después de varias pruebas de vuelo, pases en el aire, trotes en el suelo para probar resistencia, y de correr a varios grupos de niñas que solo vinieron a coquetear con Harry, y otro grupo de idiotas que trataban de impresionarme quitándose la camisa a mitad del campo, por fin logro encontrar a 3 cazadores que dan el ancho.

Ginny, que vuela mucho mejor que nadie, Katie Bell, que sigue siendo igual de asombrosa que los años anteriores, y Dean para suplente (aunque Seamus no parecía muy contento de mi decisión, pues según él voló mucho mejor que su amigo).

En cuanto a los golpeadores, ninguno es tan bueno como Fred ni George, pero aun así me parece una buena decisión elegir a Jimmy Peakes, un alumno de tercero, y Ritchie Coote, es algo enclenque pero tiene buena puntería.

Y obviamente Harry conservó su puesto, porque los demás que se presentaron fueron una total decepción.

La elección del guardián las dejé hasta el final porque pensé que de esta manera el estadio estaría más vacío y Ron no se sentiría tan presionado a la hora de jugar. Aunque no sirvió de mucho pues varios estudiantes decidieron que era buena idea chismear después del desayuno.

Ninguno de los cinco primeros aspirantes paró más de dos lanzamientos, pero para mi desgracia, Cormac detuvo cuatro de los cinco penaltis. Sin embargo, en el último momento se lanzó en la dirección equivocada.

Cuando Ron se monta en su Barredora 11, parece estar al borde del desmayo.

—¡Buena suerte! —le grita Lavander desde las gradas.

Por fortuna, Ron para cinco penaltis seguidos. Trato de esforzarme por no unirme a los gritos de júbilo del público.

Me vuelvo hacia McLaggen para decirle que lo siento (no, no lo hago), pero que Ron le ha ganado, y me encuentro con su cara enrojecida a escasos centímetros de la mía. Retrocedo un paso.

—Tu hermana ha hecho trampa. —espeta McLaggen, en la sien le palpita una vena. —Se lo ha puesto facilísimo.

—Te equivocas, McLaggen. —le respondo fríamente. —Ron tuvo que esforzarse tanto como tú.

McLaggen da un paso hacia mí, pero esta vez no retrocedo.

—Déjame intentarlo otra vez.

—Ni hablar. —le espeto decidida. —Ya has tenido tu oportunidad. Has parado cuatro y Ron ha parado cinco. Así que él se queda de guardián: se lo ha ganado justamente. Ahora quítate de mi camino.

Por un instante siento que McLaggen me va a dar un puñetazo, y me maldigo por no tener mi varita cerca, pero éste sólo hace una desagradable mueca y se marca murmurando vagas amenazas.

Me doy la vuelta hacia mi nuevo equipo.

—Los felicito. —les digo sonriendo de oreja a oreja. —Todos han estado asombrosos, espero que sigan así durante los entrenamientos y no me decepcionen. ¡Ganaremos la copa este año!

—¡Has estado fenomenal, Ron!

Esta vez sí es Hermione, baja las gradas corriendo. Ron parece muy satisfecho consigo mismo, e incluso más alto de lo normal, no puede dejar de sonreír.

—Eres una capitana increíble. —murmura una voz familiar junto a mí, ocasionándome un respingón. —Felicidades por armar un equipo tan bueno.

Neville me está mirando con ternura, y no deja de sonreírme mientras me entrega un paquete de varitas de regaliz y una margarita.

—¡Una margarita! Eres el mejor, Nev. —le digo antes de abrazarlo con fuerza. Observo la margarita entre mis dedos. —¿Cómo hiciste para conseguirla? En Londres no crecen, es demasiado difícil.

Neville me sonríe de lado, y se rasca el cuello con un gesto tímido.

—Logré crecer un cultivo en el invernadero, todavía están creciendo y algunas se murieron, pero logré rescatar esta. Una vez dijiste que te gustaría poder tocar una así que...

Estoy segura de que la sonrisa en mi rostro es enorme en este momento.

Recuerdo lo que Thomas Nott dijo de mí.

Sonríes mucho cuando el gor... Neville está cerca. De verdad, sonríes demasiado, al punto de resultar escalofriante.

Supongo que si resulto escalofriante, pero es imposible no sonreír cuando Neville está a mi lado.

Por el rabillo del ojo veo las figuras de Lavender y Parvati marchándose del campo, ambas cogidas del brazo y con cara de mal humor.

Durante un segundo siento un poco de lástima por ambas; debe ser difícil que la persona que te gusta está abrazando a alguien más. Y después de todo no es culpa de Parvati querer al mismo que yo amo, pero al mismo tiempo siento alivio y felicidad.

—¿Te gustaría dar un paseo? Tengo el resto de la tarde libre... podemos hacer un picnic junto al lago. —le sugiero a Neville. Muerdo mi labio de forma nerviosa, temiendo por su rechazo.

Él asiente de inmediato, y su rostro se ilumina con ilusión.

—Me encantaría.

Siento un enorme alivio en mi pecho, y solo puedo sonreír con más fuerza.

—Perfecto, sólo necesito hablar con el equipo un momento y después estoy libre. ¿Te veo en las escaleras del vestíbulo dentro de media hora?

—De acuerdo, iré a recoger unas mantas del dormitorio de los chicos, y algo de comida de las cocinas. —dice animado antes de salir corriendo hacia el castillo.

Después de hablar con el equipo, y concretar el primer entrenamiento para el siguiente jueves, me despido de todos y salgo corriendo hacia la oficina del capitán para guardar todos los instrumentos de Quidditch.

—Quizás necesito una ducha...—murmuro en voz alta dentro de la soledad de mi oficina.

Llevo mi nariz hasta mi axila, y suelto un quejido.

—Definitivamente necesito una ducha...

—Secundo eso, te ves asquerosa.

Un chillido escapa de mis labios ante el sonido de esa voz.

Me doy media vuelta con una mano en el corazón, y con mi varita preparada en la otra, lista para atacar en cualquier momento.

Pero Thomas Nott luce extrañamente inofensivo mientras sonríe de lado, medio culpable y medio divertido. Tienes las manos dentro de los bolsillos de su suéter, y una capucha cubre su cabello azabache, a pesar de que es muy alto luce más pequeño debido a su postura encorvada.

—Casi me matas de un susto, idiota.

—No fue mi intención... no del todo, al menos. —murmura entre dientes, mientras se adentra en la oficina y comienza a explorarla.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Viste las pruebas de Gryffindor?

Durante unos segundos no responde, sólo sigue paseándose por la oficina dándome la espalda.

—El Quidditch no es lo mío. —dice al final, sin dar muchos detalles. —Y vine porque sé algo que te interesa.

Espero a que continue, pero no lo hace.

—¿Y bien...?—lo insto a continuar.

—¿Y bien qué? —pregunta sin darse la vuelta, sosteniendo una placa de Quidditch que lleva años en la estantería.

—¿Qué es eso que sabes y me interesa? ¡Suéltalo ya!

—¿Qué es esto? —pregunta distraídamente, tomando lo que parece ser un espejo viejo roto por la mitad.

Suelto un gruñido exasperado.

—Es basura, nadie ha limpiado este lugar en años. ¿Qué decías sobre saber algo que me interesa? No le des tantas vueltas.

—¿Puedo quedármelo? —pregunta sin hacerme caso.

—¡Sí, sí! Toma lo que quieras, ahora dime lo que me interesa.

Thomas sonríe un poco antes de guardar el espejo roto en sus bolsillos.

—Sé cuando volverán a publicar la siguiente lista.

—¿La siguiente lista? —pregunto confundida. Y luego el reconocimiento azota mi rostro. —¡Oh! Hablas de esa lista. La de los idiotas sexistas que calificaban a las chicas.

Él asiente muy despacio, pero me observa con ojos brillosos, emocionados.

—Zabini y mi hermano terminaron de hacerla hoy, y la guardan en su dormitorio. Sé dónde está, y también sé cómo te puedes vengar.

Esto último genera un sentimiento de emoción en mi pecho, y de pronto tiene toda mi atención.

Aunque hay algo que no me cuadra.

—¿Cómo sabes que me quiero vengar?

Thomas frunce ligeramente el ceño, y su mirada se aparta de la mía.

—Pusieron cosas horribles sobre ti y tu hermana en la primera lista, es normal que te quieras vengar.

—Sí, pero también pusieron cosas horribles de montones de chicas. Ellas también querrían vengarse, ¿no crees? ¿Por qué de todas ellas, me dices a mí?

Thomas se encoge de hombros, y me mira un poco molesto.

—Pues porque... tú dijiste que ahora éramos amigos. Eso hacen los amigos, ¿no?

Aprieto los labios en una línea fina, pero finalmente asiento.

Aunque sigo sin confiar de todo en sus palabras, hay algo sobre él que no me hace posible creerle.

Thomas Nott siempre parece saber algo sobre mi que no conozco, algo sobre todos, sobre el mundo en general. Siempre tiene esa mueca, esa sonrisita de lado, como si se burlara de todos porque no conocen eso que él sí.

Me aterroriza y me da curiosidad al mismo tiempo.

Sea lo que sea que oculta, es algo muy poderoso y peligroso.

—De acuerdo, pero si vamos a hacer esto no lo haremos solos. Tengo un equipo.

De nuevo, él asiente como si ya supiera que yo iba a decir eso.

—Los espero en la entrada de la sala común de Slytherin en diez minutos, a todos. Si alguien llega tarde no lo esperaremos, ¿de acuerdo? Nott y Zabini están fumando en la torre de astronomía, sólo tenemos una hora.

Asiento rápidamente, tomando mis cosas con una mano y saliendo junto a él de la oficina.

—Ah, y trae algo... algo que te oculte. Sé que puedes conseguirlo.

Lo miro confundida por un momento, sin saber a lo que se refiere.

La capa de Harry.

—¿Cómo...?

—Sólo tráela, los espero ahí.

Y sin decir más, se aleja dando pasos firmes con rumbo al castillo.

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—¡Hey, bonita! —me llama Neville en cuanto entro al vestíbulo, se pone de pie con torpeza sin dejar de sonreír. Tiene una canasta en mano, y carga unas cuantas almohadas debajo de su brazo. —Ya tengo todo, ¿estás lista?

La culpa se arremolina contra mi pecho, y pongo rostro afligido. Él lo nota de inmediato, pues su sonrisa vacila un poco.

—¿Todo está bien?

—Nev, lo siento mucho, pero tenemos que posponer nuestro picnic un par de horas. Lo lamento, de verdad lo hago. Pero esto es importante, tenemos que reunir al equipo de plata.

Su frente se arruga, y sus labios se curvan en una mueca de decepción, pero asiente.

—¿Al equipo de plata? ¿Qué sucedió? —pregunta consternado.

—No hay tiempo para explicar, los espero en la entrada de la sala común de Slytherin en menos de 10 minutos, ahí se enterarán de todo. Iré a buscar a Ophelia y Luna, tú busca a Ginny, ¿de acuerdo?

Neville asiente sin comprender, aunque luce claramente decepcionado.

Antes de subir las escaleras, camino hacia él y dejo un beso en su mejilla.

—Todavía tendremos esa cita. —le garantizo.

Sus mejillas se ponen coloradas al oír mis palabras, y una enorme sonrisa cruza su rostro.

—¿Es... es una cita?

Ahora es mi turno de sonrojarme con fuerza. Siento mi seguridad flaquear, y me pongo demasiado nerviosa.

—Y-yo... no lo sé. ¿Tu quieres que sea una cita?

—Sí, sí, sí. —agrega con rapidez, haciéndome sonreír ante su entusiasmo. —Es decir, me gustaría que lo fuera... sólo si tú también quieres.

—Entonces es una cita. —guiño un ojo en su dirección antes de correr escaleras arriba. —¡Te veo en diez minutos!

Siempre me resulta sencillo encontrar a Ophelia y a Luna, porque cuando no están sentadas junto a los enormes ventanales del tercer piso; viendo el cielo y hablando sobre las energías de las personas, están en la biblioteca leyendo enormes libros de adivinación o criaturas mágicas, pero en esta ocasión no están en ninguno de esos dos lugares.

—Luna se fue ayer de vuelta a casa, según Finn, fue el aniversario de la muerte de su madre así que pasó el día fuera. —me dice Marlon cuando me lo topo por los pasillos.

—¡Vaya, no tenía idea! —murmuro afligida. —Me hubiera gustado verla, para darle un abrazo...

Y si ves a Luna Lovegood por ahí dale un abrazo, lo más probable es que lo necesite hoy.

De nuevo, Thomas sabía algo que el resto no.

—Y a Ophelia no la he visto, no está en nuestra sala común, Finn dijo que salió hace un par de horas y no ha regresado, tampoco fue comer.

Sintiendo una enorme preocupación, sigo mi camino hacia uno de los últimos pisos del castillo con la esperanza de encontrar a alguna de las dos antes de que sea demasiado tarde para la misión.

Y justo cuando estoy a nada de rendirme, la escucho.

La voz de Ophelia retiembla por los pasillos del séptimo piso, habla con rapidez y parece estar enojada por algo.

—...fingir que no te vi haciendo esas cosas. ¡No puedo hacerlo! Es como pedirme que deje de acariciar a todos los perritos que veo por la calle, simplemente no puedo hacerlo. ¡No te rías, no te atrevas a reírte de mí! Esto es serio... no me cambies el tema que estoy enojada... ¡No, no! ¡Draco!

Detengo mi caminar casi de inmediato cuando escucho ese nombre. Y me quedo en silencio mientas agudizo mis oídos, aunque una parte de mi me recrimina por seguir escuchado.

Malfoy murmura algo que no alcanzo a entender.

—Llevas días viniendo aquí, no creas que no me he dado cuenta. Sé que me estás ocultando algo, y no entiendo por qué....—continua Ophelia, su tono es doloroso. —Creí que confiábamos en el otro, yo confíe en ti, Draco... ¡No me vengas con esas mentiras! Te pasas horas ahí dentro, horas haciendo quien sabe qué. Tiene que ver con él, ¿cierto? Estás de su lado... después de todo, sigues de su lado.

Cuando los pasos y las voces se van haciendo más fuertes, decido que es momento de huir antes de que me descubran.

Pero definitivamente le contaré de esto a Harry, justo después de pedirle una disculpa por agarrar su capa sin permiso.

Para cuando llego a la sala común de Slytherin, Neville y Ginny ya están esperándome, recargados contra una de las paredes.

—¿Y Ophelia? —pregunta mi hermana en cuanto me ve llegar sola.

—Larga historia, ¿Dónde está Thomas?

—¿Quién es Tho...?

El muro de piedra que esta junto a nosotros se abre, y por ella sale una figura alta y delgada.

—¿Conseguiste la capa? —es lo primero que pregunta, ignorando deliberadamente la presencia de mi hermana y amigo.

Ginny observa a Thomas con desconfianza, y cuadra sus hombros como si estuviera a la defensiva. Neville tiene el ceño fruncido y los ojos entrecerrados en su dirección.

Asiento, y saco la capa de mi mochila.

—¿En qué consiste el plan? —pregunta mi hermana.

Todos observamos a Thomas, esperando su respuesta. Él nos mira con aburrimiento, y frunce un poco los labios antes de hablar.

—Theodore, Zabini y su grupito de descerebrados escribieron otra lista, la tienen oculta en su habitación y yo sé donde está. También sé como se pueden vengar; es un hechizo difícil pero que domino perfectamente. Los ayudaré.

—¿Por qué? —preguntan Neville y Ginny al mismo tiempo.

Thomas medio sonríe.

—Porque Sophie es... no tan detestable.

Sonrío de oreja a oreja, y camino hacia él para darle un abrazo amigable. Obviamente me rechaza, aparándose de mi camino.

—¿Escucharon eso? ¡Dijo que no soy tan detestable! Eso se traduce como "Eres una increíble persona" en idioma Tommy.

—No me digas Tommy. —gruñe, dándome un empujón. Me arrebata la capa de invisibilidad de las manos.—Sólo caben dos personas aquí dentro, es mejor que el chico espere y vigile.

—Yo no me quedaré. —dice Neville con rapidez. —Las acompañaré.

—No, no lo harás. Sólo vas a complicar el plan y nos van a describir, quédate a vigilar. —el tono de Thomas es frío y mandón y hace que Neville apriete la mandíbula con enojo.

Me vuelvo hacia él con una sonrisa de disculpa, y mi mejor cara de cachorrito.

—Por favor, Nev. Te prometo que estaremos bien, necesitamos que te quedes a vigilar.

—No confío en él. —murmura Neville lo suficientemente alto como para que Thomas escuche.

Él mantiene una expresión de desinterés, como si esta conversación le resultara demasiado aburrida.

—Pero confías en mí, ¿cierto? Yo confío en Thomas. Estaremos bien, además, sé defenderme sola.

—Sophie...—su tono es casi como un ruego, y no despega los ojos de Thomas.

—Yo estaré con ella, Neville. —habla Ginny. —Si el psicópata intenta algo, podremos arreglárnosla.

—No es un... no es un psicópata. —digo entre dientes, lanzándole una mirada mordaz a mi hermana. —Es mi amigo y se llama Thomas. Es de confianza.

—Tu confiaste hasta en la rata de Ron, y ya sabes como terminó eso. —comenta Ginny, elevando una ceja en mi dirección.

—No tenemos todo el día. —comenta Thomas con tono impaciente. —Si quieren llevar a cabo el plan, tenemos que irnos ya.

—No tardamos, Nev. —lo tranquilizo. —Si ves a Zabini o a Nott, distráelos. No importa qué hagas, sólo distráelos.

Lo veo asentir a regañadientes, antes de que Ginny y yo nos metamos dentro de la capa y sigamos a Thomas hasta el interior de la sala común de Slytherin.

El lugar es largo, semisubterráneo, con los muchos y el techo de piedra. Hay varias lámparas de color verdoso colgando del techo mediante cadenas. El lugar te provoca un escalofrío debido a que el clima aquí dentro es muy fresco, aunque no resulta agradable.

—Me siento aracnofobia aquí dentro. —le susurro a mi hermana, todavía dentro de la capa.

—Claustrofóbica. —me corrige ella. —Pero entiendo el punto, no me gustan las vibras de este lugar, y sobre todo no me gusta él. ¿Desde cuando eres amiga del psicópata?

—Es muy agradable cuando lo conoces... o bueno, quizás no tanto, pero siempre está solito. Me pone triste que no tenga amigos, es divertido; sabe muchas cosas sobre las personas.

—Así que es un chismoso.

—¡No! —exclamo un poco más alto de lo que debería, y Thomas se vuelve por encima del hombro para lanzarnos una mirada de advertencia. —Creo que tiene un super poder, oculta algo...

—Sí, oculta que es un demente y que le gusta mutilar ratones. ¿Recuerdas lo que les hizo a Fred y George?

—No creo que este demente, aunque quizás si le falta un tornillo. Me recuerda a la profesora Trelawney, está medio zafado pero tiene buenos sentimientos.

Ginny ahoga una risita, y niega con la cabeza.

—Lo que tu digas, Sophie.

Thomas nos guía hacia las escaleras que conducen a los dormitorios de los chicos, el lugar es sombrío y silencioso. Ese tipo de silencio que se siente ruidoso y te pone los pelos de punta.

Finalmente, se detiene en una puerta color verdosa casi al final del pasillo, y saca su varita.

Alohomora.

La puerta se abre de inmediato, y los tres nos adentramos al dormitorio.

El lugar es muy diferente a los dormitorios de Gryffindor, además de que es más grande y espacioso, lucen más elegantes, incluso costoso. Hay cinco camas matrimoniales, alfombras verdosas, sabanas y cortinas de seda.

—Malditos engreídos. —susurro sintiendo ligera envidia. —Las sabanas de nuestro dormitorio pican, son baratas. Estas deben de costar una fortuna.

Ginny va a responder, pero Thomas nos interrumpe.

—Tenemos menos de 10 minutos, ¿quieren darse prisa?

Resulta que la famosa lista está escondida en el baúl de Theodore, bajo una serie de encantamientos defensivos que Thomas logra desactivar sin siquiera pestañear.

—Eso es magia muy avanzada, ¿Cómo sabes hacerlo? —pregunta Ginny con desconfianza.

—Estoy en último año, debo saber estas cosas si quiero graduarme.

—Sí, pero es magia muy, muy avanzada. Sólo los Aurores son capaces de hacer esos encantamientos, ¿quién te enseñó?

—Yo sólo, Wealsey. ¿Quién demonios iba querer enseñarme? —replica él con clara molestia e irritabilidad. —¿Mi padre? Eso es lo que sugieres, ¿cierto? Pues déjame decirte que mi padre ni siquiera me enseñó a afeitarme, menos me enseñaría a realizar estos encantamientos.

Le lanzo una mirada de advertencia a mi hermana, por encima de la cabeza de Thomas.

No confío en él.

Murmura con los labios.

Sólo déjalo tranquilo.

Ginny rueda los ojos, y me saca el dedo medio.

Su padre es un mortifago.

—Sí, y también es un hijo de puta. —comenta Thomas, sin levantar la mirada del baúl de su hermano. —Aquí está, la famosa lista. ¿Quieren echarle un vistazo?

Comparto una mirada incrédula con mi hermana, por encima de la cabeza de Thomas.

—¿C-Cómo supiste que estábamos hablando de tu padre?

—Sus labios son muy ruidosos, ¿quieren ver la lista o sólo la modifico? —contesta sin exaltarse.

—Yo quiero verla.

La lista es parecida a la anterior, sólo que en esta ocasión está dividida por casas y debajo de cada una hay diferentes nombres escritos.

—¿Están calificando sus cuerpos? —pregunto asqueada, leyendo todos los nombres y descripciones.

Encuentro un nombre conocido.

Hermione Granger.

Piernas: 7 (demasiado delgadas, estaría bien tener un poco de donde agarrar, puntos extras porque son largas)

Tetas: 8 (Por algo usa tantos suéteres, ¿no creen? Sabemos de lo que hablamos)

Trasero: 9 (Lo suficiente para tentar a cualquiera)

Rostro: 8 (Luce mejor ahora que ya no tiene esos enormes dientes de conejo)

General: 8 (Su carácter de mierda es difícil de soportar, pero por ese trasero hasta nosotros nos apuntamos)

—Creo que voy a vomitar. —murmuro con asco, hasta el mero hecho de tocar la lista me provoca repulsión. —Esto es asqueroso, ellos son asquerosos.

Ginny me arrebata la hoja y se pone a leer con gesto asqueado.

—¿Su trasero es perfecto para ser azotado? ¿La reina prostituta de Gryffindor?¡Qué idiotas! ¿Cómo se atreven? ¿Qué tienen en el cerebro?

—No, es que no tienen cerebro. Sólo piensan con su diminuto aparato reproductor.

Thomas se ríe entre dientes.

—Apoyo esa teoría. ¿Siguen queriendo vengarse?

—¡Claro que sí! —brama mi hermana con furia. —¿Cómo no querríamos después de lo pusieron sobre nosotras?

—¿Pusieron algo sobre mí? —pregunto horrorizada, tomo la hoja de nuevo para verificar.

Sophie Weasley.

La princesa de las mamadas.

—¿Cuándo en mi vida he hecho una... una de esas? —chillo con incredulidad y enojo.

Trasero: 10 (El mejor trasero de Hogwarts, la vista durante los entrenamientos de Quidditch es increíble, pone duro a cualquiera)

Tetas: 1 (La princesa de los indigentes no podía ser perfecta, sus ojos saltones son más grandes que sus pechos)

Piernas: 7 (Muy gordas para su tamaño diminuto, puntos extras por esos muslos)

—¿Tengo las piernas gordas? —pregunto con un hilo de voz. —¿Mis ojos son saltones?

—¿De verdad estás creyendo esos comentarios, Sophia? —gruñe mi hermana, quitándome la lista de la mano y lanzándosela a Thomas. —Arregla esto, has que los idiotas paguen por siquiera pensar esas porquerías.

Thomas sonríe de lado. —Con mucho gusto. Reemplazaré la lista que escribieron con una que nosotros vamos a hacer sobre ellos, pero pondré una ilusión óptica que hará imposible que se den cuenta. Todos los demás veremos comentarios sobre ellos, pero no tendrán ni la menor idea.

—Eso es... muy brillante. —alaga Ginny.

—Lo es, eres muy listo Tommy.

—Vuelve a decirme Tommy, y me encargaré de hacerte pagar. —amenaza él, pero no luce ni la mitad de aterrorizante que antes. —¿Qué quieren comentar sobre Zabini?

—Su ego es más grande que su pene.

—¡Oh, yo sé! Una vez en tercer año lo descubrimos comiéndose sus propios mocos, era adicto a ellos. Madame Pomfrey tuvo que darle una poción para que dejara de hacerlo.

—Asqueroso. —murmura Ginny. —También pon algo sobre su cabello, siempre parece que tiene un nido de golondrinas ahí arriba. Y no olvides mencionar lo de su pene, se la vive hablando de él.

—¿Qué pondremos sobre Theodore? —pregunto cuando terminamos de escribir lo de Zabini. —Dean dijo que su aliento era horrible porque comía mucha cebolla, y que cuando se besaban no sabía controlar la lengua así que era muy baboso.

Thomas ríe mientras escribe con entusiasmo, luce muy feliz para estar escribiendo mierdas sobre su hermano.

—¿Por qué no lo defiendes? —cuestiona Ginny, notando lo mismo que yo.

—Porque él también es un hijo de puta. ¿Alguna otra sugerencia? Yo tengo un par pero son demasiado personales, sabrán que fui yo.

—Menciona que es un rogón, siempre se las da de prepotente y sangre pura, pero estuvo dos meses llorándole a un nacido de muggles. Dean dijo que incluso fue a su casa durante las vacaciones, hasta trató de besarlo. —añado con entusiasmo. Compartiendo mis conocimientos con mis amigos.

Ginny me está observando con el ceño fruncido. —¿Cuándo te dijo Dean todo eso? A mi jamás me lo mencionó.

Siento que palidezco, y me doy cuenta de que metía la pata.

—¡Oh! Vaya, yo...

—Toca el turno de Crabbe y Goyle, eso será divertido. —comenta Thomas, salvándome.

Cuando por fin salimos de la sala común de Slytherin, hay un gran revuelto en los pasillos de las mazmorras. Varios estudiantes de la casa de las serpientes han salido para ver el espectáculo, y todos se amontonan en circulo.

Hay tres chicos en el medio; Zabini, Nott... y Neville.

Todos con sus varitas en alto, mirándose desafiantes mientras discuten a gritos.

—¡Dale, Longbottom! ¿No dice todo el mundo que tu papi era muy valiente? —le grita Zabini, sonriendo maliciosamente sin dejar de apuntarlo con su varita. —¿Acaso tu eres un cobarde? ¡Si lo eres! Un maldito cobarde de mierda.

—¡Cállate! —gruñe Neville, su mano no titubea cuando levanta más la varita.

Su mirada provoca escalofríos, está furioso y parece que en cualquier momento va a atacar a sus contrincantes.

—Tienen que detenerlos, paren esta estúpida pelea. —maldigo entre dientes cuando nadie me hace caso. —Vamos, Thomas. Has algo.

Thomas niega con la cabeza, sus ojos fijos en la escena frente a nosotros. —Él puede sólo.

—¡Claro que no puede sólo! Son dos contra uno, maldición.

Me abro paso entre las personas, tratando de llegar al centro del círculo. Varios se quejan y me dan empujones, pero no me rindo hasta que estoy junto a Neville.

—¡Oh, miren quien está aquí! —exclama Zabini con un raro entusiasmo. —Sophie Weasley, la princesa de las mamadas.

Varios chicos Slytherin sueltan carcajadas, como si fuera el comentario más ingenioso que hayan escuchado.

Neville levanta la varita con más fuerza, y su rostro se pone rojo de la furia.

—Cierra la maldita boca, Zabini.

—Déjalo ya Neville, vámonos. —le pido tomándolo del brazo. Neville me mira por un momento, y parece que va a aceptar.

Pero Zabini vuelva a abrir su boca.

—¿Sabes por qué le decimos así, Longbottom? —pregunta con diversión. —¿Sabes de donde salió ese apodo? Es una historia divertida, de hecho. Todos la conocemos.

Eso parece llamar la atención de Neville, y a decir verdad también la mía.

Sea cual sea el rumor que se anda divulgando sobre mí, mínimo quiero saberlo.

—Vaya, parece que tú no la sabes. —dice con falsa sorpresa. —No te preocupes, yo te la cuento... para que te vayas con cuidado, y sepas con quien te metes.

Más carcajadas, más miradas burlonas.

Mi corazón late con fuerza contra mi pecho, y siento una enorme furia dentro de mí.

Ni siquiera se de qué demonios hablan.

—Ocurrió el curso pasado, después de navidad, en el dormitorio de los chicos. —comienza Zabini, acercándose a mi y estirando la mano para tomar una de mis trenzas.

Veo el listón que uso para sujetarla colgar entre sus dedos. Trato de quitárselo, pero retrocede.

—Eso es mentira, jamás estuve con ustedes. —me defiendo, volviéndome hacia la pequeña multitud. —Es una puta mentira.

—Ni siquiera me dejaste terminar, princesita. —comenta Zabini con burla. —No tienes que negarlo, nuestro amigo Montague nos lo contó todo. Lo entusiasta que eras, como no podías parar, la forma en que le rogaras que te diera más y...

¡Everte Statum!

—¡Maldición!

Un chillido escapa de mi mientras veo un rayo de luz naranja golpear a Zabini en el pecho y lo manda volar por los aires. El golpe de la caída provoca que quede inmóvil en el suelo.

Neville tiene su varita en alto, y su mirada parece hecha de fuego. Jamás lo había visto tan furioso como ahora, da pasos decididos hacia donde Zabini cayó.

¡Contracturo!

Un alarido de dolor resuena en el lugar, mientras Zabini se sacude en el suelo, sujetándose el brazo derecho. Desde donde estoy se puede ver claramente que tiene un hueso salido en el hombro.

—¡Es suficiente, Neville! —exclamo cuando lo veo alzar la varita de nuevo. —Es suficiente, vámonos ya.

Todo el cuerpo de Neville está tenso, incluso parece que tiembla debido a la furia acumulada.

Se agacha un poco para quedar a la altura de Zabini y lo apunta con su varita directamente en el rostro.

—Vuelve a hablar de ella, vuelve a siquiera atreverte a pronunciar su nombre y te asesino. ¿Entendiste?

Le da un golpe en el brazo con su pierna, y Zabini grita agonizante.

—¿Entendiste? —repite Neville.

—S-Sí... ¡Entendí!

—Mas te vale.

Lo veo recoger algo del suelo, y caminar hacia mí con decisión.

Luce demasiado imponente, mucho más alto, su rostro está tenso y el musculo en su mandíbula se marca.

No se detiene ni cuando pasa junto a mí, sólo me toma de la mano y me obliga a caminar por el pasillo, hacia la salida de las mazmorras.

No hablamos en todo el camino, me limito a seguirlo con mis piernas cortas. Su mano apretando la mía con fuerza, haciéndome sentir segura.

—Toma.

Tiene mi listón entre sus dedos, y se detiene sólo un momento para enredarlo al final de mi trenza.

—Perfecta. —murmura mirándome a los ojos, hay una pequeña vacilación en su mirada. —T-todavía tenemos una cita, ¿no es cierto?

—Sí, claro que la tenemos.

━━━━━━━※━━━━━━━

AAAAAHHHHHH ME MUEROOOO

ESTOY ESCRIBIENDO ESTO A LAS 2 DE LA MAÑANA Y NECESITO UN NEVILLE QUE ME ABRACE.

EL SIGUIENTE CAP ESTÁ UFFFFF

Por fin tendremos lo que muchas llevamos esperando, después de 43 capítulos POR FIN.

Sin decir nada más, me retiro.

Les mando un abrazo y un besito en la frente, muaaak

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