โœ“ ยน SUNSHINE! percy jackson

By kmjghy

356K 41.3K 16.3K

๐‘บ๐‘ผ๐‘ต๐‘บ๐‘ฏ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ฌ โ Venga, solecito, anรญmate. โž โ Te voy a pegar. โž ... More

SUNSHINE
CAST
Prologue
PART ONE โ†’ the lightning thief
i. The Minotaur
ii. Percy Jackson
iii. Light's Kin
iv. Capture The Flag
v. A War Of The Gods
vi. Fury On A Greyhound
vii. Red Baron
viii. Mother Dearest
ix. Sonny The Chihuahua
x. The Fall
xi. The Tunnel Of Love
xii. Lotus Casino
xiii. A-Tisket, A-Tasket
xiv. Dead On Arrival
xv. The Truth
xvi. The Sea Does Not Bow
xvii. Family, Luke
PART TWO โ†’ the sea of monsters
xviii. Haunting Of The Past
xix. Chariot Of Damnation
xx. Tantalus
xxi. Claire Moore
xxii. Jason And The Argonauts
xxiii. Run Boy, Run
xxiv. Family, Luke II
xxv. Too Close To Home
xxvi. Not All Monsters Are Bad
xxvii. Circe's Island
xxviii. Fatal Flaw
xxix. The Cyclops Den
xxx. The Golden Fleece
xxxi. Light's Kin II
xxxii. Broken Promises
PART THREE โ†’ the titan's curse
xxxiii. No Light
xxxiv. Reunions
xxxv. The New Claire Moore
xxxvi. Cain Richards
xxxvii. Me, Myself and I
xxxviii. Purple Is The New Blonde
xxxix. Dead Girl's Not Invited
xl. Dead Girl Goes Anyway
xli. A Blessing From The Wild
xlii. Promises Break
xliii. Hades's Wrath
xliv. The Bane Of Olympus
xlv. Jay's Lament
xlvi. Zoรซ's Pet Dragon
xlvii. Weight Of The World
xlviii. The Stars Are Brighter From Afar
xlix. Upon Thy Return
PART FOUR โ†’ the battle of the labyrinth
l. Hero Returns, Empty Handed
li. Nature's Justice
liii. Into The Labyrinth
liv. Hello Darkness, My Old Friend
lv. The God Complex
lvi. Taurus Comes For A Visit
lvii. Cain's Deadly Fear
lviii. Servant of the Dead
lix. Old McDonald
lx. Annabeth's Hubris
lxi. Who She's Always Been
lxii. Falling Into The Deep End
lxiii. Back Under
lxiv. The God Complex II
lxv. The Ghost King
lxvi. The Last Stage
lxvii. The God Complex III
lxviii. Her Perilous Twin
lxix. Too Many Goodbyes
PART FIVE โ†’ the last olympian
lxx. A Little Older, Not At All Wiser
lxxi. The Last Olympian
lxxii. A Sleeping City
lxxiii. His Mortal Tether
lxxiv. She Will Fight!
lxxv. The Leading Deceit
lxxvi. Where Hope Survives
lxxvii. Family, Luke III
lxxviii. To Family
Epilogue
BOOK 2: GREEK TRAGEDY
OTHER THINGS
CANAL DE DIFUSIร“N

lii. Juniper's Blues

2.2K 294 116
By kmjghy

╔═══════════════╗

chapter lii.
( battle of the labyrinth )
❝ juniper's blues ❞

╚═══════════════╝

El pelo gris de Quintus le hacía parecer un fantasma. En serio. Brillaba contra las antorchas encendidas en el pabellón, y bien podría ser un fantasma en la luz sombría.

Íbamos vestidos con armaduras, como si fuéramos a jugar a capturar la bandera, pero ese no era el plan. Quintus tenía unas cajas. Llevaban todo el día en la arena; enormes, con la leyenda NO ABRIR pintada por todas partes, y cuando fui a practicar antes de la cena, vi que habían desaparecido. Sabía que tenían algo que ver con esta noche, así que supe que no estábamos jugando a capturar la bandera (y cuando mi madre adoptiva es también directora de actividades, me dio la impresión de que luchábamos contra monstruos).

Incluso cuando nadie sabía que hacíamos, la emoción bullía. Había murmullos al reunir las armas mientras nos juntábamos en el pabellón.

—Muy bien —tan pronto como Quintus habló, se hizo el silencio—. Situaos alrededor.

Nos reunimos junto a la mesa principal. Detrás de Quintus, su gran perra del infierno, la Señora O'Leary, saltaba felizmente, buscando restos de la cena.

—Os repartiréis en grupos de dos —anunció Quintus. Con eso, todos empezaban a hablar y escoger a sus amigos, así que gritó—: ¡Grupos que ya han sido elegidos!

—¡UUUUUUH! —protestó todo el mundo. Yo rodé los ojos.

—Vuestro objetivo es sencillo: encontrar los laureles de oro sin perecer en el intento. La corona está envuelta en un paquete de seda, atado a la espalda de uno de los monstruos. Hay seis monstruos. Cada uno lleva un paquete de seda, pero sólo uno contiene los laureles. Debéis encontrar la corona de oro antes que nadie. Y naturalmente... habréis de matar al monstruo para conseguirla. Y salir vivos.

Era fácil, he luchado contra toneladas de monstruos. Siento que todos los demás estaban pensando lo mismo. Matar monstruos es para lo que fuimos entrenados, esto sería pan comido.

—Aquí están vuestros compañeros —dijo entonces Hannah, que había permanecido bastante callada—. No se aceptarán cambios ni quejas...

—¡Arrrífff! —la Señorita O'Leary hundió el morro en un plato de pizza. Hannah se volvió hacia ella. No creo que le gustara especialmente tener una perra del infierno caminando casualmente por el campamento. Pero aún así, miró la lista que tenía delante y empezó a nombrar.

A Beckendorf le tocó con Silena Beauregard, (cosa que pareció dejarlo más que contento.) Los hermanos Stoll, Travis y Connor, iban juntos, lo cuál no era para nada una sorpresa. Cain, quién yo esperaba que fuera mi compañero, fue colocado con Annabeth, lo que le hizo parecer muy infeliz. Sin embargo, no dijo nada. Serían difíciles de vencer, al igual que Lee y Clarisse. Hannah continuó leyendo la lista hasta que dijo: «Percy Jackson y Claire Moore.»

Percy, a mi lado, sonrió.

—¡Fantástico!

Arqueé la ceja hacia él. Iba a decir algo parecido pero entonces me fijé en las correas de su armadura.

—Tienes la armadura torcida.

Él frunció y miró hacia abajo.

—¿Huh? —y entonces rodé los ojos y ayudé a arreglarle las correas.

—Grover Underwood —continuó Hannah— con Tyson...

Grover jadeó.

—¿Qué? Pe... pero...

—No, no —gimió Tyson—. Ha de ser un error. El niño cabra...

Tyson y Grover miraron a Percy a la vez con aire de súplica. Le hizo un gesto para animarlos e indicó que se pusieran juntos. Tyson estornudó. Grover empezó a mosdisquear nerviosamente su porra de madera. Me las arreglé para sonreír con diversión.

—Les irá bien —dije—. Vamos, hay que ganar.

° ° °

Aún había luz cuando nos internamos en el bosque, pero parecía que estábamos en plena noche. Las sombras de los árboles bailaban a nuestros pies, y los susurros del viento entre los helechos me hacían sentir que había un monstruo a cada paso. También hacía frío, incluso en verano. Sin embargo, Percy y yo encontramos huellas casi de inmediato —marcas muy seguidas hechas por una criatura con un montón de patas— y seguimos su pista.

Soy ambiciosa, lo he notado. Quería ser una cantante famosa y ganar esto. (O tal vez era sólo una sana competencia contra Annabeth y Cain. Tal vez soy competitiva). Saltamos un arroyo. Algunas ramitas se rompieron y tiré de Percy detrás de una roca. Eran sólo los hermanos Stoll, maldiciendo. Puse los ojos en blanco, idiotas.

Una vez que pasaron, continuamos. Estábamos de pie en una cornisa con vistas a un estanque pantanoso cuando me di cuenta de algo. Me tensé, reconociendo la roca...

—Aquí es donde dejamos de buscar a Nico.

Había una mueca amarga en el rostro de Percy. Me echó una mirada.

—Anoche lo vi.

Fruncí.

—¿Qué quieres decir?

Me contó lo del mensaje Iris. Cuando terminó, maldije.

—¿Está convocando a los muertos? Dioses, ¿pero qué hace?

—El fantasma lo orientaba en la peor dirección. Le aconsejaba que se vengara.

—Ya... Los espíritus nunca son buenos consejeros. Tienen sus propios intereses... viejos rencores, ya sabes. Y odian a los vivos.

Percy frunció el ceño.

—Me dijiste que conocías una entrada al Laberinto situada en el campamento. No te sorprende que Nico charle con los muertos. Sabes que Nico vendrá por mí... a través del laberinto.

Fruncí los labios.

—No sabía que iba por ti. Pensé que Nico se había perdido en el laberinto; los cercopes nos dieron objetos que respondieron nuestras preguntas. Me dieron una pequeña estatua de Ícaro y el símbolo de Dédalo después de preguntar por el paradero de Nico. Les pregunté dónde buscar y me dieron un viejo collar del campamento. Pensé... bueno, no sabía nada de los fantasmas, ni del mensaje Iris... Imaginé que estaba perdido y que Luke podría buscarlo... y no queremos eso.

—No —Percy suspiró y luego frunció—. Ícaro es el tipo que voló muy cerca del sol y terminó con las alas quemadas, ¿verdad? Es como la metáfora de la ambición mortal

—No es una metáfora —arqueé una ceja—, ocurrió de verdad.

—Ya.

Sacudí la cabeza. Miré al pantano.

—Tenemos que encontrar la entrada, encontrar a Nico, ayudar a Grover, detener a Luke...

—Tal vez —Percy se movió, incómodo—. Pero ¿quién me envió ese mensaje Iris? Si Nico no sabía que yo estaba allí...

Se detuvo. Una rama se rompió. Las hojas secas crujieron. Un humano no podría haber causado tanto daño y sonido; era algo grande, moviéndose entre los árboles más allá del saliente.

Percy y yo nos quedamos quietos.

—Ese ruido no lo han hecho los Stoll —murmuré.

Él destapó a Contracorriente y yo desenfundé el kopis, sosteniéndolo frente a mí. Cuando no salió nada, continuamos con los ojos bien abiertos.

Logramos llegar al Puño de Zeus. Era un punto de referencia para un montón de expediciones de caza y capturar la bandera, sin embargo, por el momento no había nadie. El sonido seguía a nuestro alrededor, y yo no estaba segura de dónde venía.

—Allá —dije hacia la derecha.

Percy negó.

—No —miró atrás—. Detrás de nosotros.

Estábamos rodeando el montón de rocas con las espadas enarboladas, cuando alguien dijo a nuestras espaldas:

—¡Hola!

Enebro chilló y saltó hacia atrás cuando nos giramos.

—¡Bajad eso! A las dríadas no nos gustan las hojas afiladas, ¿vale?

Bajé mi arma, con el corazón todavía acelerado.

—¡Enebro! ¿Qué di... qué haces aquí?

—Yo vivo aquí.

Percy ladeó la cabeza.

—¿En las rocas?

Enebro y yo le echamos una mirada. Teníamos la misma. Enebro señaló el claro.

—En el enebro. Dónde iba a ser, si no.

Percy tuvo un momento en el que sintió completamente idiota.

—¿Estáis ocupados? —nos preguntó la novia de Grover.

—Bueno —Percy cambió el apoyo a su otro pie—, estamos en medio de un juego con un puñado de monstruos, tratando de salir vivos.

Le lancé otra mirada.

—No, no estamos ocupados —dije—. ¿Qué pasa, Enebro?

Ella gimió y se secó los ojos con su manga de seda.

—Es Grover. Parece muy trastornado. Se ha pasado un año fuera buscando a Pan. Y cuando vuelve, las cosas aún van peor. Al principio pensé que quizá estaba saliendo con otro árbol.

—Oh, no —susurré suavemente cuando empezó a llorar—. Estoy segura de que no es eso.

—Una vez se enamoró de un arbusto de arándano —musitó ella con tristeza.

—Enebro —le puse las manos en los hombros para que me mirase—, Grover ni siquiera miraría a otro árbol. Jamás. Está muy alterado por lo de su permiso de búsqueda, nada más.

—¡No puede meterse bajo tierra! —protestó—. ¡No podéis permitírselo!

Compartí una mirada con Percy.

—Quizá sea la única forma de ayudarle. Si supiéramos por dónde empezar...

—Ah —repuso Enebro, enjugándose una lágrima verde de la mejilla—. Si es por eso...

El crujido regresó y Enebro jadeó.

—¡Escondeos!

Fue fácil para ella, porque hizo ¡puf! en una niebla verde.

Percy y yo tuvimos que darnos la vuelta para ver al monstruoso escorpión de tres metros de largo salir del bosque. Su esqueleto brillaba en ámbar, y su aguijón era tan largo como Contracorriente. Llevaba atado a la espalda un paquete de seda roja.

—Muy bien —dije mientras la cosa se nos acercaba traqueteando—. Uno lo distrae. El otro se pone detrás y le corta la cola.

—Yo lo hago —replicó Percy—. Ponte delante.

Asentí. Habíamos luchado juntos tantas veces que conocíamos los movimientos y las tendencias del otro como la palma de la mano. Como dije, fácil... aunque demasiado pronto, porque aparecieron dos más.

¿Tres? —maldije—. ¡Tiene que ser una broma! ¿Tienen el bosque entero y la mitad viene por nosotros? ¿Es un truco diabólico o qué?

Percy me miró. Sabía que estaba pensando lo mismo; podríamos con uno. Dos, con un poco de suerte. ¿Tres? Bueno... Recemos a cada Dios por nuestras vidas para conseguirlo.

Los escorpiones arremetieron contra nosotros, agitando su cola erizada de púas y decididos a matarnos. Pegamos la espalda a la roca más cercana.

—¿Escalamos? —sugirió Percy.

Meneé la cabeza.

—No hay tiempo.

Maldijo. Mi mente se aceleró, tratando de encontrar una manera de salir de esto. No teníamos suficiente tiempo para escalar, no había un arroyo lo suficientemente cerca como para que Percy se ensañara con ellos, y yo definitivamente no podía hacer nada. Estábamos perdidos. Dioses, qué vergonzoso. ¿Te imaginas morir durante un simulacro?

Bueno, estamos a punto de ser nosotros, así que...

—¡Cuidado! —me defendí de una picadura con la parte plana de mi hoja. Percy lanzó una estocada con Contracorriente, pero quedó fuera de su alcance. Tiré de él y trepamos lateralmente por las rocas, pero los escorpiones nos siguieron. Percy lanzó un tajo a otro, pero sabía que ofender en esta situación era muy peligroso. Si iba a por el cuerpo, la cola se le clavaría, y si iba a por la cola, le agarrarían las pinzas. Sólo podíamos defendernos, y no podríamos mantenernos así durante mucho tiempo.

Paré otra pinza, apartándola cuando Percy vio algo.

—¡Aquí!

Conseguí echar un vistazo a lo que miraba: una grieta entre dos de las rocas más grandes. Apenas era lo suficientemente grande para que yo pudiera entrar. Estaba loco.

—¿Qué? ¡No! ¡Es muy estrecho!

—¿Qué otra opción tenemos? Yo te cubro. ¡Venga!

Suspiré, pero me agaché detrás de él y pasé entre las rocas. Ni siquiera sé cómo lo estaba consiguiendo, pero estaba a punto de cruzar cuando...

—¡Percy! —grité por él y me agarré a sus correas mientras caía hacia atrás. La grieta se había abierto y caímos en un pozo que no había estado antes. Los escorpiones se quedaron allí, entre la bruma púrpura de la noche y los árboles antes de que el agujero se cerrara como el obturador de una cámara.

Nos quedamos a oscuras.

Muy a oscuras.

No podía ver nada. La única forma de saber que Percy estaba a mi lado era su respiración. Hacía eco contra la piedra. Estaba húmeda y fría. Mis manos palparon el suelo bajo nosotros, y era desigual contra las yemas de mis dedos, como los ladrillos.

El corazón se me atascó en la garganta. Percy levantó su espada y el débil resplandor de la hoja fue suficiente para iluminar su rostro y las desordenadas paredes de piedra a nuestros lados.

—¿Dón... de estamos? —murmuré, acercándome a Percy ahora que podía verlo.

Nos levantamos.

—A salvo de los escorpiones, al menos —Percy sonaba mucho más valiente de lo que parecía. No sé qué había pasado. Estaba pasando a través de la grieta y luego... fue como si hubiera sido engullida.

Por la tierra.

Qué asco.

Percy volvió a levantar su espada para iluminar. Se me cortó la respiración al ver el pasillo que se extendía. Sabía dónde estábamos y le agarré del brazo.

—Percy —susurré.

—¿Qué?

—Tenemos... que irnos.

Percy me devolvió la mirada, preocupado.

—Sí, claro, la salida está justo... —vaciló. No había ninguna salida. El lugar de donde veníamos había sido completamente sellado. El techo era de piedra sólida, y el corredor parecía serpentear sin fin. La respiración del Hijo de Poseidón se aceleró—. Genial... estamos encerrados... ¿soy yo o este lugar es realmente pequeño?

Presa del pánico, Percy avanzó, pero yo le agarré la mano.

—¡No te muevas! Hemos de encontrar la salida.

—Claire, la salida no está.

Uní nuestros dedos, para saber dónde estaba.

—Percy, escúchame. Dos pasos hacia atrás.

Juntos, retrocedimos como si estuviéramos en un campo de minas. Cerré los ojos y recordé lo que me dijeron Annabeth y Clarisse. Cómo salgo, cómo salgo, ¡vamos, Claire!

Entonces se me ocurrió.

—Vale, ayúdame a examinar las paredes.

—¿Para qué?

—La marca de Dédalo —le dije y puse la mano libre contra la pared. Pasé los dedos por la piedra mientras Percy fruncía el ceño.

—Ah, bueno. ¿Qué clase de...?

—¡Sí! —grité aliviada cuando sentí que un bulto salía de la piedra. Apreté la mano contra la fisura, empujándola hacia dentro. Empezó a brillar en azul y apareció el símbolo delta.

El techo se abrió y apareció el cielo. Ahora estaba mucho más oscuro; me asustaba pensar en el tiempo que el laberinto nos había mantenido allí abajo. Aparecieron unos peldaños metálicos en el lateral de la pared que conducían hacia arriba. Fuera, la gente gritaba nuestros nombres.

Reconocí a Tyson, Annabeth y Cain. Percy me lanzó una mirada nerviosa. Entonces empezamos a subir.

° ° °

Nos encontramos con Cain, Clarisse y un grupo de otros campistas que llevaban antorchas.

—¿Dónde os habíais metidos? —demandó Clarisse—. Hace una burrada de tiempo que os estamos buscando.

Percy replicó:

—Pero si sólo han sido unos minutos.

Cain negó.

—No, ha sido una hora.

Quirón se acercó al trote, seguido de Tyson, Grover y Annabeth.

—¡Percy! —exclamó Tyson—. ¿Estás bien?

—Perfectamente —aseguró—. Nos hemos caído en un agujero.

Todos los demás lo miraron con aire escéptico. Y luego a mí. Sabía exactamente lo que estaban pensando. Me sonrojé y me alejé de Percy, acercándome a Cain.

—Habéis desaparecido durante casi una hora —repitió—. El juego ha terminado.

—Sí —masculló Grover—. Habríamos ganado, pero un cíclope se me ha sentado encima.

—¡Ha sido un accidente! —protestó Tyson, y estornudó.

Clarisse llevaba los laureles de oro, pero ni siquiera había alardeado de ello.

—¿Un agujero?

Me encontré con los ojos grises de Annabeth. Sólo por la mirada de mi cara, se percató de lo que era. Jadeó.

—Lo has encontrado, ¿verdad?

Me mordí el labio.

—Yo... Sí. Bueno, los dos.

Todos los campistas empezaron a hacer preguntas, pero Quirón alzó una mano para imponer silencio.

—Ni esta noche es el momento ni éste el lugar adecuado —observó las rocas con gravedad—. Regresad a las cabañas. Dormid un poco. Habéis jugado bien, pero ya ha pasado el toque de queda hace rato.

El resto de los campistas se fueron (con un montón de murmullos y quejas), dejándonos a Quirón, Cain, Annabeth, Clarisse, Percy, Grover, Tyson y a mí.

—Esto lo explica todo —dijo Clarisse—. Explica lo que Luke anda buscando.

—A ver, un momento —Percy alzó su espada—. ¿A qué te refieres? ¿Qué hemos encontrado?

Retrocedí hacia él.

—Una entrada al laberinto. Una posible vía de invasión en el corazón mismo del campamento.

° ° °

Me sentía idiota esperando que fuera Hades el que quisiera hablarme en mis sueños esa noche. Realmente idiota. ¿Por qué el dios de los rencores me perdonaría? No lo sé... Fue raro, pero Hades pasó más tiempo conmigo en unas semanas que mi padre en años.

Esa noche tuve un sueño, pero no era Hades quien hablaba conmigo. En realidad, nadie me habló. Me desperté en el mismo pasillo del Laberinto en el que caí con Percy. Era igual en la vida real que en mi sueño; las mismas paredes frías y húmedas y los largos y oscuros pasillos sinuosos. Oscuridad total, y latiendo dentro de mi pecho como si estuviera vivo.

No me atreví a moverme. No podía ver nada y no quería salir de la entrada. Apoyé los dedos en las paredes de piedra, tanteando en busca de la marca de Dédalo. Tenía que salir de aquí. Por un segundo, no creí que fuera un sueño. Pensé que realmente estaba de vuelta en ese terrible lugar. La única razón por la que supe que era un sueño fue porque, sin dudarlo, hice flotar una esfera de luz para poder ver.

Durante unos segundos no me di cuenta de que... espera, ¡si ya no puedo hacer eso!

Así que me congelé y me volví hacia ella. Era pequeña, brillante, y no había visto algo así en mucho tiempo.

—Así que esto es un sueño —murmuré—. Genial. ¿Quién quiere hablar conmigo esta noche?

Nadie respondió. Eso era extraño. Normalmente a los dioses les gusta mostrarse después de que esté tipo, sé que estás aquí, ya no tiene sentido una entrada chula. Pero nadie apareció, ni siquiera un monstruo raro, o una voz incorpórea. Sólo estaba yo, el Laberinto, y esta luz...

Oh.

—No puede ser... —caminé hacia la luz, observando cómo se cernía sobre mi hombro como un mejor amigo.

No sé quién me envió aquí, o quién quería que supiera esto. Pero respondía a la mayor pregunta de mi vida en este momento.

Iba a recuperar mis poderes, y el laberinto era mi respuesta.

Cuando llegó la mañana, también llegó un consejo de guerra. Quirón nos reunió en la arena para discutir el destino del campamento con la Señorita O'Leary masticando un yak de goma chirriante de tamaño natural.

Hannah se colocó delante con Quirón y Quintus. Cory se sentó, de forma bastante incómoda, a un lado con Connor y Travis. Clarisse y Annabeth se sentaron al lado y dirigieron la sesión informativa. Tyson y Grover estaban lo más lejos posible el uno del otro, pero incluso así, Tyson estornudó en su manga. Lee y yo entramos juntos en la arena.

Me dirigí hacia Percy, y Lee puso los ojos en blanco antes de seguirme. Me senté a su lado, saludando tranquilamente antes de centrarme en los demás. Todos los consejeros de la cabaña estaban aquí: Katie Gardner de Deméter, Cástor y Pólux de Dionisio, Beckendorf de la cabaña nueve, Silena de la cabaña diez, los hermanos Stoll y, obviamente, Annabeth y Clarisse. Sabía que la cosa iba en serio cuando incluso Argos estaba aquí.

—Luke debía de conocer la entrada del laberinto —dijo Annabeth—. Se conocía al dedillo el campamento.

Tenía razón. Luke conocía este campamento de cabo a rabo, por eso era tan preocupante. Si hubiese existido una entrada aquí que no conociésemos, Luke definitivamente lo hubiese sabido, y ahora que sabemos que existe...

Enebro carraspeó, mirándonos a Percy y a mí.

—Eso trataba de deciros anoche. La entrada de esa cueva ha estado allí desde hace mucho. Luke solía utilizarla.

Silena frunció el ceño.

—¿Conocías la entrada del laberinto y no dijiste nada?

La cara de Enebro se puso verde.

—No sabía que fuera importante. Sólo es una cueva. Y a mí no me gustan esas repulsivas cavernas antiguas.

—Tiene buen gusto —opinó Grover.

—No le habría prestado ninguna atención de no ser... bueno, porque era Luke —terminó, viéndose aún más verde.

Grover resopló.

—Retiro lo del buen gusto.

—Interesante —Quintus pulía su espada mientras hablaba—. ¿Y creéis que ese joven, Luke, se atrevería a usar el laberinto como vía de entrada para su invasión?

—Sin duda —intervino Clarisse—. Si lograra meter a un ejército de monstruos en el Campamento Mestizo y presentarse de repente en mitad del bosque sin tener que preocuparse de nuestras fronteras mágicas, no tendríamos la menor posibilidad. Nos aniquilaría fácilmente. Debe de llevar meses planeándolo.

—Ha estado enviando exploradores al laberinto —apuntó Annabeth—. Lo sabemos... porque encontramos a uno.

—Chris Rodríguez —dijo Quirón. Dirigió a Quintus una mirada significativa.

—Ah —una mirada de reconocimiento cruzó su rostro—. El que estaba en... Ya, entiendo.

—¿El que estaba dónde? —preguntó Percy.

Clarisse le lanzó una mirada furibunda.

—La cuestión es que Luke ha estado buscando la manera de orientarse en el interior del laberinto. Quiere encontrar el taller de Dédalo.

—El tipo que creó el laberinto —se dio cuenta Percy.

—Sí —confirmó Annabeth—. El mayor arquitecto e inventor de todos los tiempos. Si las leyendas son ciertas, su taller está en el centro del laberinto. Él es el único que sabía orientarse por los pasadizos. Si Luke encontrara el taller y convenciera a Dédalo para que lo ayudase, no tendría que andar buscando a tientas el camino ni arriesgarse a perder su ejército en las trampas del laberinto. Podría dirigirse a donde quisiera: deprisa y sin correr peligro. Primero al Campamento Mestizo para acabar con nosotros. Y luego... al Olimpo.

La Señorita O'Leary rompió el silencio con un ¡SQUEAK, SQUEAK! de su juguete.

Finalmente, Beckendorf apoyó sus manazas sobre la mesa.

—Un momento, Annabeth. ¿Has dicho «convencer a Dédalo»? ¿Es que no está muerto?

Quintus soltó un gruñido.

—Sería de esperar. Vivió hace... ¿cuánto? ¿Tres mil años? E incluso si estuviera vivo, ¿no dicen las viejas historias que huyó del laberinto?

Quirón movió su peso de un lado a otro, con sus cascos golpeando el suelo de piedra.

—Ese es el problema, mi querido Quintus. Que nadie lo sabe. Hay algún rumor... bueno, muchos rumores inquietantes sobre Dédalo. Pero uno de ellos dice que hacia el final de su vida regresó al laberinto y desapareció. Quizá esté allá abajo todavía.

Esto hizo que Cory frunciera el ceño.

—¿Durante más de dos mil años?

Hannah lo miró.

—Es mitad dios, Cory.

Él dio un giro incómodo.

no vas a vivir tanto, ¿verdad?

Cory.

—Tenemos que bajar allí —anunció Annabeth—. Hemos de encontrar el taller antes que Luke. Si Dédalo está vivo, lo convenceremos para que nos ayude a nosotros y no a él. Y si el hilo de Ariadna existe, nos encargaremos de que no caiga en manos de Luke.

—Un momento —terció Percy—. Si lo que nos preocupa es un ataque, ¿por qué no volamos la entrada y sellamos el túnel?

—¡Qué gran idea! —exclamó Grover—. ¡Yo me ocuparé de la dinamita!

—No es tan fácil, estúpido —rezongó Clarisse—. Ya lo intentamos en la entrada que encontramos en Phoenix. No salió bien.

Me volví hacia Percy.

—¿Qué pasaría si trataras de volar tu piel extra, Percy? El laberinto es arquitectura mágica; se necesitaría una potencia enorme para sellar una sola de sus entradas. Clarisse derribó un edificio entero con un martillo de demolición y la entrada apenas se desplazó unos centímetros. Lo que hemos de hacer es impedir que Luke aprenda a orientarse.

Lee me miró.

—También podríamos combatir —sugirió—. Ahora ya sabemos dónde está la entrada. Podríamos levantar una línea defensiva y esperarlos. Si un ejército intenta atravesarla, nos encontrará aguardando con nuestros arcos.

—Por supuesto que levantaremos defensas —asintió Quirón—. Pero me temo que Clarisse tiene razón. Las fronteras mágicas han mantenido este campamento a salvo durante cientos de años. Si Luke consigue meter un gran ejército en el corazón del campamento, traspasando nuestras fronteras... no tendremos fuerzas suficientes para derrotarlo.

Nadie parecía muy contento con tales noticias. Quirón siempre procuraba ser animoso y optimista. Si él decía que no podríamos contener un ataque, era para preocuparse.

—Debemos llegar nosotros primero al taller de Dédalo —insistió Annabeth—. Encontrar el hilo de Ariadna e impedir que Luke lo utilice.

—Pero si nadie sabe orientarse en esos túneles —adujo Percy—, ¿qué posibilidades tenemos?

—Llevo años estudiando arquitectura —respondió ella—. Conozco mejor que nadie el laberinto de Dédalo.

—A través de tus lecturas.

—Bueno, sí.

—No es suficiente.

—¡Habrá de serlo!

—¡No lo es!

—¡¿Vas a ayudarme o no?!

Los miramos.

Normalmente éramos Percy y yo los que nos peleábamos, ver a Percy y Annabeth —que normalmente tenían una relación bastante buena— era algo nuevo. Hubo silencio hasta que se oyó un "EEK" y todos saltaron. La Señorita O'Leary arrancó la cabeza de goma rosa del yak.

Quirón carraspeó.

—Lo primero es lo primero. Hemos de organizar una búsqueda. Alguien debe bajar al laberinto, encontrar el taller de Dédalo e impedir que Luke utilice esa vía para invadir el campamento.

—Todos sabemos quién ha de encabezar esa búsqueda —dijo Clarisse—. Annabeth.

Hubo un murmullo de asentimiento. Annabeth llevaba esperando una búsqueda desde que recordaba, pero ahora se la veía incómoda.

—Tú has hecho tanto como yo, Clarisse —señaló—. También tú deberías ir.

Ella meneó la cabeza.

—Yo allí no vuelvo.

Travis Stoll se echó a reír.

—No me digas que tienes miedo. ¿Clarisse, gallina?

Lee y yo compartimos una mirada nerviosa. Clarisse se puso en pie. Esperaba que lo pulverizara... en serio. Pero, en cambio, dijo con voz temblorosa:

—No entiendes nada, idiota. No pienso volver allá. ¡Nunca!

Salió furiosa, pasando por delante de un confundido Cain. Él pasaba por delante, viéndonos conversar, antes de seguir su camino. Creo que se dirigía al Muro de Lava, donde se celebraba un pequeño torneo que tenía lugar en ese momento.

Travis nos miró a los demás, avergonzado.

—No pretendía...

Quirón alzó la mano.

—La pobre ha tenido un año muy difícil. Bueno, ¿estamos todos de acuerdo en que Annabeth debería liderar la búsqueda?

Todos asintieron excepto Quintus. Se cruzó de brazos y se quedó mirando la mesa. Nadie más pareció darse cuenta, excepto Percy. Me miró.

—Muy bien —Quirón se volvió hacia Annabeth—. Querida, ha llegado la hora de que visites al Oráculo. Cuando vuelvas, suponiendo que regreses sana y salva de esa visita, discutiremos lo que hay que hacer.

Continue Reading

You'll Also Like

36.5K 2.2K 6
The Maze Runner Fanfic - C๐—ˆ๐—‹๐—‹๐–พ ๐–ผ๐—ˆ๐—†๐—ˆ ๐—Œ๐—‚ ๐—๐—Ž ๐—๐—‚๐–ฝ๐–บ ๐–ฝ๐–พ๐—‰๐–พ๐—‡๐–ฝ๐—‚๐–พ๐—‹๐–บ ๐–ฝ๐–พ ๐–พ๐—…๐—…๐—ˆ ... ๐–ฏ๐—ˆ๐—‹๐—Š๐—Ž๐–พ ๐–บ๐—Œรญ ๐–พ๐—Œ. ยฉ 2020. ๐—ง๐—ผ๐—ฑ๐—ผ๐˜€ ๐—น๏ฟฝ...
516K 70.3K 43
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ยฟUn embarazo? ยกImposible!
14.8K 1.3K 23
[CUARTO LIBRO DE LA SAGA DE Mร‰REOPE EN HOGWARTS] Despuรฉs de descubrir la verdad, y pasar todo su verano con su verdadero padre, Mรฉreope cree y piensa...