La luz eterna

By Ladycat_Pipher

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Bill cometió el peor de los pecados al ir contra su naturaleza por una humana. ¿Qué estás dispuesto a dar con... More

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Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo
Nota final
Extra 1
Extra 2
Extra 4

Extra 3

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By Ladycat_Pipher

Volverte a ver

Mabel una vez peleó contra los zombies, bueno... se podría decir que se sentía como uno ahora.

Aunque en realidad no supiera cómo se sienten los zombies.

Sentía que había dormido por un largo tiempo, también su cuerpo adolorido y sus huesos crujían cuando daba un paso. Sin duda era algo extraño de experimentar, cuando abrió los ojos y sintió la luz en su rostro, lo sintió quemar, pero a la vez, darle calidez.

A quien vio primero fue a un hombre vestido de un traje negro con tonos rojos en algunas zonas, sonrisa siniestra y mirada rojiza.

— bienvenida al mundo terrestre, de nuevo, querida— hizo una reverencia y le tendió la mano. La castaña, aún cubierta de tierra, la tomó sintiendo que terminaba de salir de aquel hueco y quedando de pie donde había estado descansando durante casi tres años.

Aquel sujeto resultó ser el padre de Bill, lo sacó por la sonrisa tan característica que los Cipher portaban, ademas que él mismo se lo confirmó.

— ¿Dormiste bien?— preguntó mientras con un chasquido, la tierra en ella comenzaba a irse.

— e-eso creo— por el momento solo podía decir respuestas cortas, su garganta estaba seca provocándole escozor— ¿Q-Qu-e d-ía es?— preguntó mientras recibía el agua que mágicamente el sujeto había hecho aparecer.

— sábado 15 de julio del 2021—respondió quitándole algunas hojas de la cabellera— largo sueño ¿No?— la castaña asintió, sintiéndose más viva ahora que el agua había ingresado a su sistema.

— será mejor que te lleve con los demás, estarán felices de verte— le sonrió. Mabel lo detuvo al verlo ponerse de pie.

— ¡E-espe-ra!— tragó seco, el contrario alzó una ceja extrañado— ten-tengo un m-mensa-je para ti— y frunció el ceño más confundido.

— ¿Mensaje?— la castaña asintió.

— e-ella, es de parte de ell-a— estático, se quedó estático comprendiendo lo que la contraria quería decir.

— no hablemos aquí— sentenció. Se levanto y le extendió la mano nuevamente— ven, pequeña, hablaremos en otro lado más privado.

Mabel tomó su mano y asintió, comprendiendo que era un tema delicado que no requería interrupciones.

Fue cuando desaparecieron, que Bill llegaba con un ramo de flores y una sorpresa— no muy feliz— le esperaba al llegar.

***
Llegaron a una mansión que parecía estar en las nubes, el sonido del riachuelo junto al viento era lo que se escuchaba. Muy tranquilo y relajante.

— ten, querida— le dio una taza de té junto a una cesta de galletas de diferentes sabores— te ayudará a reponerte más rápido y las galletas tienen diferentes fuentes de vitaminas para los humanos— Mabel le agradeció con un asentimiento de cabeza.

Con la vista al campo, ambos guardaron silencio por un rato, el mayor fue el primero en hablar.

— así que la viste— una sonrisa melancólica e inconsciente se posó en sus labios— ¿Cómo esta?

Mabel dejó la taza y se aclaró la garganta, sintiéndola mejor.

— ella está bien, hace un buen trabajo aunque es algo torpe— ríe un poquito recordándola con cariño— es muy amable y cariñosa.

— ¿Lo es, verdad?— sonríe un poco más— ¿Te contó sobre nosotros?— la castaña asiente— triste final, ¿no crees?

— creo que merecían ser felices— confiesa bajando la mirada, la tristeza invadiéndola— lo extraña mucho— confirma.

— y yo a ella— suspira y una pausa que parece durar una eternidad inicia.

— antes de regresar me dijo que le entregue esto— de su bolsillo sacó una cadena con un dije algo grande, se lo entregó, viéndolo sorprendido.

El azabache lo vio con los ojos muy abiertos y abrió el dije encontrándose con un reloj en una cara y en la otra una fotografía. El reloj marcaba las 03:45 y la otra fotografía era una joven con cabellera largo de colores extraños, bonita sonrisa y ojos radiantes, junto a ella, un joven de cabellera corta y azabache, ojos rojizos y una sonrisa siniestra aunque para aquella joven era la más cálida y amorosa del mundo.

En el borde donde estaba la foto decía: "Mi mundo y mi alma".

Y en la otra cara igualmente había algo gravado: "Para muchos la hora maldita, para mi, la hora donde conocí al amor de mi vida"

— "Para mi manzanita querida, siempre te tengo presente en mis días, te envío algo que debió ser tuyo hace mucho tiempo, perdón por la demora, amor mío, sabes lo descuidada y torpe que puedo ser."— el azabache sentía su mirada borrosa mientras escuchaba a la castaña— "Me gustaría tanto volver a tus brazos y perderme en el sabor de tus labios, pero ruego cada día por tu bienestar, que seas feliz y mis niños igual. Gracias por darme los mejores años de mi vida, te amo hoy, mañana y siempre, por toda la eternidad."— finalizó. El mayor apartó la mirada y cuando sintió las lágrimas salir, las limpio con brusquedad y viendo el obsequio, lo apretó contra el, para después colgárselo y abrazarlo una vez más.

Mabel no dijo otra palabra hasta que se escuchó un carraspeo por parte del mayor,
no dejando que los sentimientos le ganen, se incorpora y le dirige la mirada— ¿Qué tal las galletas?

Mabel le sonríe con timidez— están ricas— y el contrario comienza a alardear sobre lo buen cocinero que es y que tiene unos hijos malagradecidos porque no quieren ir a ver a su padre. Todo mientras aún sentía lágrimas salirse de sus ojos pero sin dejar de hablar y sonreír.

Cuando sintió que ya había pasado el tiempo necesario, se puso de pie y suspiro.

— gracias, Mabel— confesó, la castaña se incorporó con calma y llegó a su lado, envolviéndolo con sus brazos, sorprendiendo al mayor.

— también me pidió que le diera un abrazo— responde con rapidez y después de unos segundos lo suelta— dijo que seguro se pondría sentimental y lo necesitaría, aunque no lo pidiera usted mismo.

— que bien me conoce— suspira negando— no me lo tomes a mal, pero que bueno que moriste, no le digas a Bill que dije eso por favor— pidió.

— yo también lo agradezco aunque no debería hacerlo— confiesa— y de nada— le sonríe.

Ofreciéndole su brazo esta vez, Mabel lo toma y vuelven a desaparecer.

Esta vez el lugar era sombrío y se podía sentir el cambio de ambiente.

— Bill seguramente me matará— susurra mientras caminan hasta una puerta donde se escuchan gritos y cosas romperse. Toca la puerta unas cuantas veces recibiendo un "Largo" reiteradas veces junto a maldiciones.

Cansado de la situación abre la puerta y vuelve a insistir, pero al no recibir buena respuesta de su hijo se cruza de brazos y hablándole a Mabel ocasionando que riera un poco y el rubio se congelara.

Girando su cuerpo como un robot, se queda atónito y sin habla. Mabel es la primera en acercarse con nerviosismo.

— como sea una de tus bromas juro que te mataré— lo amenaza sin despegar su vista de la castaña frente a el.

— ¿Crees que sería capaz de eso, hijo mío? En serio me dueles— haciéndose el ofendido y fingiendo lloriqueos se va de la habitación.

— ¿En serio eres tú?— hay temor en su voz, puede escucharlo— ¿Estás aquí, de verdad?

Mabel alza sus manos para sostener su rostro, sintiéndolo tensarse ante su toque, tantea con las yemas de sus dedos hasta que decide posar sus manos completas en las mejillas.

— nunca me aparte de ti— y Bill siente sus ojos picar dejando que las lágrimas bajen y ahogando un jadea se lanza a los brazos contrarios y rompe en llanto. La castaña aún siente débiles sus piernas así que cae cuando no soporta el peso de Bill, el rubio se aferra mas a ella y al calor débil pero que cada vez incrementa más.

Esta vez su calor no se va, su calor regresa.

Mabel deja salir las lágrimas que estaba reteniendo sin darse cuenta, lo abraza y acaricia sus cabellos dorados.

Y aunque Bill solo dice balbuceos, Mabel asiente a lo que dice, entendiéndole, y le responde: "También te extrañe", "Te amo", "No hay nada que perdonar".

Pasa un buen rato cuando Bill deja de llorar y ahora acostados en el suelo con el rubio escondido en los brazos de la castaña se siente tranquilo y seguro, como si fuera un bebé en los brazos de su madre.

— ¿Cómo? ¿Cómo es que?— quiere saber, Mabel niega, porque quisiera decirle muchas cosas a la vez pero lo que más quiere es abrazarlo y decirle lo mucho que lo ama. Y Bill, Bill solo quería que nunca más Mabel se fuera de su lado.

*
*
*

Así que ahí estaban, en un día de picnic donde misteriosamente cierta rubia y castaño habían desaparecido dejando solo a la castaña y al rubio con la cesta de comida.

— ¿A dónde crees que se han ido?— pregunto mientras el rubio tendía la manta y sujetaba la cesta.

— seguro a follar contra un árbol, par de exhibicionistas— bufo, aunque agradecía que estén profanando la tranquilidad del lugar donde se encuentren para poder pasar tiempo con su linda castañita.

— que sucios eres, por Dios— rodó los ojos y tomó la cesta para sacar los bocadillos. Bill le miro con picardía y sentándose a su lado tomo la cesta alejándola de ella y su ansioso pastelito— ¡Hey!

— pero Estrellita— acercándose a su oído susurro— tú y yo hacemos cosas sucias casi todos los días— Mabel enrojeció y lo apartó de un golpe en el hombro— ¿Y eso por qué fue?— se quejó con un puchero.

— ¡Por indecente!— bufo, quitándole la cesta y sacando la mini tarta. Bill rio y analizando el terreno, nuevamente se posicionó a su lado.

Hablaron de temas triviales, rieron y comieron. Dándose cuenta que no habían dejado algo para su hermano y amiga, ya inventarían una excusa después.

— Mabel— llamó Bill después de unos segundos en silencio— ¿Puedo preguntarte algo?

— claro, amor. Dime— Bill sonrió embobado, y carraspeo para recordar la pregunta.

— ya pasó un poco más de un año desde que volviste con nosotros...— Mabel abrió más sus ojos, era verdad, que rápido pasaba el tiempo que no se había percatado del tiempo en la tierra hasta que Bill se lo dijo— luces sorprendida, ¿no te percataste, verdad?— Mabel negó y Bill sonrió un poco.

— no me había percatado del tiempo— confiesa y Bill asiente suspirando.

— yo.. contaba los días— toma la mano contraria acariciando sus nudillos con delicadeza— contaba las noches, parecía que nunca iba a despertar— confiesa— recuerdo que cuando acepte irme abajo con papá, el tiempo pareció detenerse. Dejándome atrapado. Tenía miedo, miedo a quedarme ahí y ver todo pero no sentir nada. ¿Tuviste miedo? ¿Cuándo cerraste tus ojos, tuviste miedo?

La miro a los ojos, esos avellana que tanto amaba y que estaban fijos en los dorados suyos.

Mabel le sonrió y pensando una respuesta, hablo.

— tuve miedo, como cuando llegas a un lugar desconocido... tenía mucho miedo pero cuando cerré los ojos y pude verlos a ustedes, mi miedo se fue. Acepte lo que iba a venir y simplemente pasó— finalizó. Bill desvío la mirada y sonriendo pequeño continuó.

— ¿Sabes por qué contaba? Una vez, escuché que si contabas los días, estos finalizarían más rápido y llegaría el día esperado. Como cuando sientes un ataque de pánico y cuentas con los ojos cerrados, esperando que pase...

— ¿Y qué día esperabas?— pregunto la castaña. Bill volvió a poner su vista en la de ella y contestó.

— el día que regresarás.

Se quedaron unos segundos en silencio, sin despegar su vista del otro. Mabel acarició su mejilla y le sonrió tiernamente, se acomodó mejor y jaló de él para que recostara su cabeza en su regazo, mientras ella se dedicaba a hacerle mimos en la cabeza.

— ya regrese a casa— le susurró en su oído, Bill sonrió aguantando las ganas de llorar por lo sentimental que puede ser con respecto al tema de la castaña— ¿Por qué no duermes un poco, Bill?— el abrió sus ojos un poquito para mirarla, besando su cabeza y sin despegar muchos sus labios agregó— cuando despiertes, estaré aquí, te lo prometo.

Y Bill durmió profundamente y al despertar, su corazón latió con fuerza y una sonrisa de oreja a oreja apareció. Mabel seguía ahí, cabeceando por el sueño, con un hilito de baba en su barbilla y su mano acariciando la cabellera rubia.

Seguía ahí, el amor de su vida seguía ahí y... ¡Carajo, por qué quiere volver a llorar!

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