¿Me van a dejar amar? [Presen...

By HaruViolette

302K 16.1K 8.6K

Amelia regresa para demostrar que ha cambiado. Sin embargo, su nuevo trabajo como la asistente de Frank le tr... More

Sinopsis
Nota de la autora
Capítulo 0
Capítulo 1: "Esta no es mi casa"
Capítulo 2: "No es lo que parece"
Capítulo 3: "Esto dolerá"
Capítulo 4: "Volando como delfín"
Capítulo 5: "Patada en el culo"
Capítulo 6: "No me lo esperaba"
Capítulo 7: "Veo gente hermosa"
Capítulo 8: "Sobreviviendo al herpes" [parte 1]
Capítulo 8: "Sobreviviendo al herpes" [parte 2]
Capítulo 9: "No fue a propósito"
Capítulo 10: "¡Me morí!
Capítulo 11: ¡Me sigo muriendo!
Capítulo 12: "Ah caray, no morí" [parte 1]
Capítulo 12: "Ah caray, no morí" [parte 2]
Capítulo 13: "¡Juguemos!"
Capítulo 14: "Noche de reencuentros"
Capítulo 15: "Sustos que dan gusto"
Capítulo 16: ¿Qué carajos...?
Capítulo 17: "Cúmpleme esta"
Capítulo 18: "¿Sorpresa o trauma?"
Capítulo 19: "No me esperen"
Capítulo 20: "Al fin llegaste"
Capítulo 21: "Al fin"
Capítulo 22: "Beso ebrio"
Capítulo 23: "Escándalo, es un escándalo"
Capítulo 24: "Decisiones raras"
Capítulo 25: "¡A la carga!"
Capítulo 26: "Pijamada llena de pelotas"
Capítulo 27: "¿Por qué volví?"
Capítulo 28: "¿Qué me pongo?"
Capítulo 29: "Hay que pegarle"
Capítulo 30: "Hora de conocer gente guapa"
Capítulo 31: "De película"
Capítulo 32: "Chichi pasado"
Capítulo 33: "Detesto las noticias"
Capítulo 34: "Detesto esto"
Capítulo 35: "Adiós, Beatriz"
Capítulo 37: "Cumpleaños Gris"
Capítulo 38: "Sorpresa Gris"
Capítulo 39: "Decisión Gris"
Capítulo extra
Epílogo
Otro capítulo extra
¿Me van a dejar sola?

Capítulo 36: "Navidad Gris"

859 98 39
By HaruViolette

«Amelia»

«Perdón por preocuparte. Por hacer que vuelvas a pasar por todo esto. Perdóname, hija»

«Te perdono, papá, porque no rompiste tu promesa»


—Hola, Bea. —Me siento frente al epitafio que tiene tallado el nombre de mi amiga.

Se me ha hecho costumbre venir aquí cada día, tal vez como un desesperado momento para sentir que no se ha ido del todo.

Le cuento lo que he hecho el día anterior, así haya sido algo aburrido, como si fuera el mejor chisme que jamás le haya soltado. Y no quiero dejar de hablar, porque mientras lo hago consigo aliviar al menos un poco aquella rotura en mi pecho que dudo vaya a curarse pronto.

Recuerdo que justo esto hacía cuando mi madre falleció. La iba a visitar cada día en las vacaciones, o en cualquier feriado, porque ya no podía faltar más a clases o me metería en problemas con Jack.

—Probablemente no pueda venir por un tiempo —digo al ponerme de pie.

El tiempo se ha ido volando y Susana ya me está acosando con los mensajes.

—No por lo que dijeron Isa y Sus sobre que no creen que sea bueno que venga a cada rato porque no me hace bien —me explico—, sino porque ya pronto es Navidad y como suelo pasarla con mi padre no quisiera romper esa tradición ahora que mi hermanito al fin ha llegado. Será su primera Navidad después de todo.

Exhalo al tomar en cuenta que para la familia de Beatriz será su primera Navidad sin ella.

Sacudo la cabeza para apartar los pensamientos negativos, que no quiero arruinarle el día a mi padre con mi estado depresivo. Por suerte me ayudó bastante pasarla con Susana, visitarla en el trabajo a ella e Isabela y quedarnos viendo películas por las noches.

Ha sido menos doloroso estar con ellas porque sentí que nos repartíamos ese dolor para que fuera manejable; y cuando a alguna pareciera que este le aumentaba, las demás estábamos ahí para succionarlo como mosquitos y ayudarla a que sea más soportable.

Aún hay días en los que lloro de la nada porque algo me hace recordarla, y el que ya no pueda volver a verla sigue siendo sofocante.

—Hasta luego, Bea.

El camino a la salida se me hace largo por tener que pasar junto a todos esos epitafios con parientes a sus alrededores. Me concentro en mirar solo al frente y seguir caminando, pero unos quejidos obligan a mis pies a bajar la velocidad hasta el punto de detenerme.

Miro a la derecha y noto a varias personas vestidas de negro llorando frente a un ataúd que va bajando hasta el...

Empiezo a correr lo más rápido que puedo hasta lograr salir de ahí.

Tras cruzar la puerta suspiro para quitarme las ganas de querer dormir toda una semana completa.

Corro al verlo, y dejo caer la maleta para lanzarme a sus brazos.

—Hola, pa. —Pongo más fuerza en la estrujada que le estoy dando.

—Hola, cariño —dice ronco, como si le faltara el aire.

Lo suelto y reviso de pies a cabeza.

—¿Estás bien? —Elevo las cejas, alerta de sus movimientos.

—Ahora que estás aquí... —Sonríe—. Lo estoy.

Curvo los labios y me agacho para recoger la maleta e ir abrazado junto a mi padre.

Él conduce así que aprovecho en descansar la vista.

—¿Cómo estuvo el viaje?

—Tranquilo —respondo aún con los ojos cerrados.

—¿Hubo turbulencia?

—No que yo haya notado, la pasé durmiendo.

—¿Conseguiste asiento junto a la ventana?

—Pa —lo llamo.

—¿Sí, cariño?

—Estoy bien. —Llevo mi mano hasta la de él, la cual sujeta la palanca del auto. Intercambiamos miradas y suspira al regresar la vista a la carretera.

—Y si no lo estás está bien también, lo que importa es que aún estás.

Sonrío levemente ante su discurso. Nos parecemos tanto.

—Te extrañé, pa —murmuro.

—Lo sé —murmura de vuelta.

Curvo los labios y vuelvo acerrar los ojos para continuar descansando.

—¡Hola! —Rita me saluda con un fuerte abrazo— ¿Qué tal estuvo el vuelo? —Me guía hasta el comedor— ¿Tienes hambre? Preparé tu platillo favorito.

—Ah... gracias. —Me esfuerzo por sonreír—. Sí tengo algo de hambre.

—Vengo enseguida. —Se aleja con rapidez hacia la cocina.

—Hola, hermanito. —Me acerco al pequeño, quien se entretiene con un juguete mientras descansa en su silla alta—. Estás enorme.

Mi hermanito se me queda mirando con esos ojos marrones similares a los de mi padre. Inclino la cabeza hacia la derecha y me imita. Inclino la cabeza hacia la izquierda y vuelve a imitarme. Parece que lo he hipnotizado.

—Her-ma-na —vocalizo cada sílaba—. Her-ma-na.

—Menana —responde.

—No puede ser. —Abro bien los ojos— ¡Papáaa!

—Aquí estoy, cariño —habla a mi espalda—. Y puedo escucharte sin necesidad de que grites, no estoy tan viejo.

—Acaba de decir mi nombre. —Me vuelvo para mirarlo— ¡Me dijo hermana!

—Lo escuché y... No creo que lo haya dicho. —Sonríe—. Pero se acercó.

—Sí. —Regreso a mi hermanito, quien sacude su juguete como si su vida dependiera de ello—. Es tan adorable.

Me limpio la humedad de la mejilla, sin querer recordé a mi ahijada.

—Cariño. —Mi padre se acerca y me rodea con sus brazos.

Me acuno en su pecho y expulso el resto del agua que empezaba a quemarme.

—Ahora que lo pienso mejor, sí te dijo hermana pero en otro idioma, tal vez en filipino.

Sacudo la cabeza porque ha elegido el peor momento para hacer una broma.

***

Sube un poco más la bola.

—¿Ahí?

Un poco más.

—¿Ahí?

Un poquito más.

—¿Ahíiii?

Ahí.

Bajo el brazo y reviso cómo ha quedado el resultado.

Y puedo decir que luego de una hora de arreglar este enorme árbol, ha quedado divino gracias a la ayuda de Maya.

¡Está divino! —festeja la adolescente a través del teléfono—¡Alex, ven a ver esto!

—Maya, no creo que...

¡Aleeeeeeeexxxxx! —Me alejo del aparato para evitar el quedar sorda.

¿¿Qué pasa?? ¿¿Estás bien?? —suena exaltado.

Amelia adornó el árbol de Navidad de su papá. —Sonríe ampliamente.

—Hola, Alex. —Sacudo la mano con timidez en cuanto Maya le acerca el celular a su cara. Uso la misma mano para cubrirme los ojos apenas noto que se le ve el torso.

Hola, Am, te ha quedado muy... brillante.

—Gracias.

Si me disculpan, iré a terminar de bañarme. —Quito la mano y veo a Alex alejándose mientras sujeta la toalla que le cubre la parte de abajo del cuerpo.

Disculpa que hayas tenido que ver eso —Maya se lamenta—. ¿En qué estábamos?

—Creo que ya terminamos —comento.

Pero falta la estrella —agrega.

—Eso lo pondrá mi padre. —Curvo los labios.

¿Está por ahí?

—Se está bañando. —Abre la boca con la intención de hablar—. No le sacaré del baño —aclaro.

Bieeen, lo esperamos juntas, no puedo cortar hasta que lo vea completo.

—Está bien. —Me acomodo en el sillón unitario que está frente al árbol— ¿Cómo vas con los dibujos?

Me alegra que lo menciones. —Se le nota la enorme sonrisa que ha puesto—. Justo quería preguntarte sobre el cuento, pero mi hermano me dijo que no lo mencionara a menos que tú lo hicieras, y como ya lo hiciste...

—Claro, ¿qué pasa?

He estado avanzando con los escenarios y quería mostrarte lo que tengo listo.

—Me encantaría ver lo que has dibujado. —Curvo los labios.

Y por eso te adoro. —Consigo reír, cortito, pero basta para levantarme el ánimo—. Casualmente tengo a la mano la tablet con los dibujos, ahora mismo te los estoy mandando.

La primera ilustración no tarda en llegarme.

—Wow —es lo primero que digo al abrir la imagen—. Maya, está hermoso —he quedado lela por la impresionante ilustración— ¿Puedo ponérmelo de protector de pantalla?

—¡Por supuesto! Es más, insisto.

—Gracias —consigo a decir.

Gracias a ti. —Elevo las cejas al no entender—. Por escribir cuentos tan raros.

Solo ella puede agradecerme por ello.

Aunque ya no he escrito desde... hace rato, Maya no ha parado de dibujar y mostrarme sus avances, tal vez es su modo de animarme, o tal vez le encanta mostrarle a todos lo que dibuja. Mitad y mitad. Pero funciona, me encanta ver lo que dibuja.

El timbre suena y miro la puerta con curiosidad, ya que no sabía que mi padre esperaba visitas.

—Alguien toca —le comento a Maya.

Iría si pudiera, pero tendrás que hacerlo tú. ¿Hablamos en la noche? Tengo que ir de compras de emergencia, olvidé el regalo para mi hermano.

—Hasta la noche. —Sacudo la cabeza, ya que sigue siendo la misma.

Se corta la videollamada, dejo el celular a un lado y me levanto en cuanto suena de nuevo el timbre.

—¡Estoy en el baño! —grita mi padre desde el fondo— ¿Alguien puede abrir?

—¡Yo voy! —le grito de vuelta— ¡Te lavas las manos!

—¡Sí, cariño!

Acerco la mano a la perilla sin siquiera molestarme en ver quien es, una costumbre en casa, y me quedo en coma al ver a la persona que ha tocado.

—¿Jack?

—Hola, Amelia. —Enseña esa adorable sonrisa que grita lo emocionado que está, pero que intenta disimularlo.

—Estás aquí... —Le recorro los ojos de pies a cabeza—. En persona.

—Sorpresa. —Se encoge de hombros, luciendo una extraña timidez.

—Estás aquí —musito.

Las lágrimas caen a chorros.

El abrazo de Jack me sirve para cubrir mi miseria y limpiar mi asfixiante dolor.

Acaricia mi cabeza con tanta delicadeza que ayuda a que el chorro se vaya calmando, al igual que la presión en mi pecho. Empiezo a sentirme tan tranquila que en cualquier momento podría quedarme dormida.

—No podía perderme la primera Navidad con tu hermanito —comenta con una calmada voz.

—No tenías que hacerlo, sé que estás ocupado aún en estas épocas.

—Si quieres me voy.

Me río sin ganas.

—Vamos. —Camina hacia atrás sin soltarme—. Si me apresuro alcanzaré el taxi que me trajo.

Le doy un golpe en el pecho y se detiene.

—Golpeándome no me convencerás de quedarme.

—Gracias —murmuro.

Continúa acariciándome la cabeza.

—¿Podemos sentarnos? Aunque no te esté cargando tu cabeza me pesa.

Ahora sí que me río con ganas.

—Eres tan menso. —Despego la cara de su pecho e inclino la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos.

—Tú también lo eres. —Sonríe ampliamente.

—Sí, pero tú lo eres más —me defiendo.

—¿Cincuenta cincuenta? —Eleva las cejas, se nota que se está divirtiendo.

—Milán te ha vuelto muy osado. —Entrecierro los ojos.

—Lo tomaré como un cumplido, ¿ahora sí vamos al sillón? Fue un viaje largo.

—Bien. —Me despego de él y me adelanto para llegar a la sala.

—¿Tu papá y Rita salieron?

—Vamos, sabemos que escuchaste gritar a mi padre. —Me acomodo en la esquina del sillón largo y levanto una pierna para cruzarla por encima de la otra.

—Imposible no escucharlo. —Se carcajea mientras se acomoda a mi derecha, manteniendo una respetable distancia—. Pero si pregunta lo negaré. —Se pone serio.

—No creo, pregunté si lo escuchaste hablar desde el baño. —Enarco una ceja—. Gracias por venir. —Sonrío.

—Tenía que venir en persona para disculparme por dejarte plantada.

—Ah eso. —Sacudo la mano, restándole importancia—. Ya está perdonado.

—No. —Noto el cambio en su voz, es como si estuviera molesto y serio a la vez—. Ansiaba esa cena, no sabes lo feliz que me sentí cuando aceptaste, y... te fallé.

—¿Fallarme? —Frunzo el ceño al parecerme ridículo lo que ha dicho—. Jack, estás aquí, en Navidad, y estoy segura de que rentaste un avión privado porque es la única explicación de que hayas llegado tan rápido.

Sonríe y se deshace de ese rostro culpable.

—No pudiste venir, no es el fin del mundo, podemos cenar cualquier otro día, así que si no quieres que te golpee no vuelvas a decir algo así de me-

Quedo en shock, ya que tardo en apreciar la calidez en mis labios debido a que me está rozando con los suyos. Parpadeo y se aparta.

Se levanta de golpe y me da la espalda.

¿Qué carajo fue eso?

—¡Jack!

Salto del asiento del susto. Me tranquilizo al saber que es solo mi efusivo padre quien ha aparecido para saludar a mi amigo.

—Llegaste rápido, no te esperábamos hasta en unas horas.

¿Sabía que iba a venir?

Por una milésima de segundo nuestras miradas se cruzan.

—¡Rita, ya llegó Jack!

—¡Ahí voy!

—¿Quieres algo de beber? —Lo lleva a la cocina—. Ya se acabó el café, pero creo que aún tenemos té.

—Me encantaría.

Desaparecen del panorama y me tumbo al otro lado del sillón.

Mejor tomaré una siesta o me dolerá la cabeza si intento descifrar lo que pasó hace un momento.

¿Será que tropezó?

Que no quiero pensar.

Eso dices, pero lo estás pensando.

Quiero dormir.

Pero...

¡Voy a dormir! Este es el peor momento, y solo quiero descansar, no confundirme aún más.

¿Confundirte sobre lo que Jack siente por ti?

Confundirme sobre lo que yo siento. Por favor, déjame descansar.

Dulces sueños.

—Y aquí está vestida de mimo.

Mi cerebro se prende al instante y abro los ojos a su máximo. Me incorporo del sillón donde caí dormida y busco al dueño de la voz.

A unos metros de donde me encuentro, en el comedor, están mi padre y Jack mirando un álbum de...

—¡Papá! —Me levanto de golpe.

¡Le está mostrando mis fotos de niña!

—Lucías tan adorable aquí —se enternece mi progenitor.

—Concuerdo. —Jack sonríe.

Les gruño a ambos, pero mi molestia no me dura y me doy por vencido. Que hagan lo que quieran.

—¿Dónde está Rita?

—Fue a llevar a dormir a tu hermano.

—Iré a ayudarla. —Arrastro los pies hasta la escalera.

Llego a la habitación del nuevo miembro de la familia y encuentro a Rita observándolo en su cuna.

—Es aún más lindo cuando duerme —susurro a su lado.

—Es tan bello que duele.

—Sí, la belleza duele —aseguro.

—¿Qué tal descansaste? —Me mira.

—Quería dormir un poco más, pero las carcajadas de mi padre y Jack me despertaron.

—Intenté detenerlo, pero ya sabes cómo es.

—Sí. —Bostezo—. ¿Sabes qué hora es?

—Casi las diez.

—¿Las diez? —me exalto.

—Mentira, son las ocho. —Sonríe con delicadeza.

Se va alejando y la sigo.

—Olvido que también eres malvada a veces —gruño bajito.

Continue Reading

You'll Also Like

15.4K 1.1K 63
¿Otro tutor para las quintillizas Nakano? De un viaje para buscar el bienestar de su familia a tener un encuentro con el pasado... - Las edades serán...
8.8M 290K 39
Tyler y Haley, ya los conoces a la perfección. Dos estilos de vida que por azar del destino han sido unidas. ¿Por qué? O mejor dicho ¿Para qué? ¿Cuál...
8M 316K 43
Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos de la tecnología y de las cosas que con...
4.4K 108 13
Barabara Halle una chica feliz, sociable, simpática, amable y coqueta. Está enamorada del vecino de al lado llamado Mike Efron. Le gusta desde que se...