I am your boy || Dreamnotfound

By Pikween

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Hay muchas versiones de los mitos de los feéricos. Algunos los describen como seres etéreos, mágicos y con le... More

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walla walla
intruxx
hazey
toes
wyrd
cocoa hooves
jndt

pools

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By Pikween

Put the flowers in your hair,

wrap your tendrils round my chest.

I smile because I want to,

I am your boy.


El track 3 de ZABA es "pools" y es mi canción FAVORITA ever!!! Está bastante arriba en mi top con una de mis canciones favoritas de Glass Animals, y mis canciones favoritas en general, por eso fue la que me ayudó a poner título a este libro.

Pools tiene una vibe profunda y como de otro mundo, es la clase de canción que te absorbe y exige toda tu atención, y la letra es - wow.

Cuenta una historia loquísima, y tiene uno de los mejores videoclips que he visto - es claymation y es PRECIOSO. Id a verlo!!!!!!!!

Espero haber traído esa sensación a este cap <3

PS: Hay una breve mención de drogas al final de este cap, pero eso es todo!!


Por favor.


El profundo naranja del anochecer se ha convertido ahora en una suave gama de morados y azules ahumados, y pálidos grises tintan las nubes que flotan altas sobre sus cabezas.

El sol se habrá puesto dentro de poco.

Si Dream no se va antes de entonces, no podrá ver.

No encontrará el camino de vuelta.


Siente la mirada punzante de George mientras este le guía por las profundidades, observándolo, ponderándole. Dream abandona sus reflexiones sobre el sol, y le ofrece una sonrisa.

No querría que George pensara que es un desagradecido, por lo que sea que está a punto de darle, ni querría desagradarle, o entristecerle, o enfadarle.

Así que le ofrece una sonrisa, y resiste el impulso de encogerse cuando George le devuelve otra con todos sus dientes de sable y sus colmillos retorcidos, y le coge la mano de repente y tira de él hasta un claro en el bosque.


El arroyo que Dream había podido oír tanto tiempo se presenta ante él.

Solo hay un par de centímetros de agua corriendo firmemente hacia delante, y Dream se pregunta si quizá, en algún lugar, se conectará el arroyo con el río que ha visto documentado en su mapa.

Se tropieza con las rocas, hechas suaves y agradables por el musgo que crece en el suelo húmedo y resbaladizo, y su mochila le da contra la espalda erráticamente. George le pone derecho con una risa.


George no tropieza.

Él flota, tan elegante y tan perfecto sobre un suelo tan inestable, sin dar un paso en falso, y Dream no puede evitar avergonzarse de su condición, tan humana, al encontrarse de pie junto a él.


George se aleja, y se detiene a un par de pasos de él para ponerse en posición, con los pies tan distantes entre sí como sus hombros, amplios y derechos, y le indica a Dream que lo imite.


La danza de su vida.


Dream espera no perder el equilibrio.


—Es tradición que le entreguemos al otro un regalo —menciona George reflexivo mientras Dream copia su postura —Pero supongo que no estamos en una situación tradicional.

Dream puede oír la decepción enlazada entre sus graciosas excusas, el desencanto tras esos tonos melancólicos, y titubea; sus ojos se van al joven cornejo que florece a un pie sobre sus cabezas.

La tristeza de su expresión lo abruma.


Cuidadosamente, escoge una flor, una que ya está para caerse sola, y la corta del árbol para colocarla sobre la oreja de George.

La flor pierde toda la edad que antes lucía en cuanto se resguarda entre el pelo de George.


El rosa profundo de las brácteas del cornejo, y los falsos pétalos que rodean pequeñas flores amarillas, complementan a la perfección el rosa que florece en sus mejillas, y el delicado rubor de sus labios.

Dream se aclara la garganta, y señala la flor con la cabeza.

—Un regalo —dice, nervioso, incómodo, asustado —Por la danza.

—Eres hombre de muchos encantos —sonríe George, tierno y gentil, repitiendo el gesto y colocando otra flor sobre la oreja de Dream —Eso me gusta.

Ya no hay rastro de tristeza, y fugazmente, Dream se pregunta si esto era alguna clase de prueba, un ardid, un truco.


Ajustando George su flor, con las mejillas aún bellamente sonrojadas, Dream trata de no pensar en cuánto haría por esa dulce sonrisa.

George da un paso atrás, y alza las manos para resguardar en ellas las suyas propias.

—Están todos esperándonos —dice, y esa afilada sonrisa vuelve a su rostro —Deberíamos ir empezando.


¿Todos?


Dream siente un terrible escalofrío por la columna, nota la atenta mirada de algo, pero al girar la cabeza hacia el espeso follaje del que la sensación parece emanar, George le coge de la barbilla y le hace mirarlo de nuevo con suavidad.

—No mires, los vas a asustar —le regaña —Son tímidos. Pero los verás en nada, prometido.

Una sonrisa aparece en su rostro al soltarle la mandíbula, y vuelve a sostener sus manos con suavidad.


Hace una pequeña inclinación de cabeza, y Dream lo imita con cuidado, sintiendo cómo la flor en su oreja se mueve al antojo de la brisa.


La danza comienza.


Dream pone mucha atención en los fluidos movimientos de George, los copia como buenamente puede, intentando no distraerse con la pura electricidad que rezuma de las yemas de sus dedos, o con el fino brillo que danza por el aire como rocío de luna.

Dan un paso el uno hacia el otro, pecho con pecho, antes de volver a alejarse, repitiendo los pasos hasta que George alza un brazo y Dream se encuentra a sí mismo dando vueltas y pasando por debajo, antes de volver a dar vueltas hacia su posición original.

A cada paso que dan, el bosque parece enloquecer, los pájaros y las cigarras chillan, las ranas y sapos cantan al unísono, hasta convertirse en una cacofonía de ruidos, un coro de chirridos y silbidos ensordecedores y George vuelve a darle vueltas, y lo, lo -


Lo suelta.


Dream jadea mientras gira, y el mundo gira con él y se derrite.


El patrón de la corteza del cornejo parece mutar, arrastrarse sobre sí misma, sus ramas cogen aire y lo sueltan, al ritmo del resplandeciente tronco de otra conífera, igual que el matapalo que la rodea se expande y relaja con cada ruido del bosque.

Las flores del cornejo cambian de color lentamente, cogen un color brillante como el sol, y luego se ponen azul cian cuando las ramas inhalan, y a su rosa vibrante cuando exhalan, y sus falsos pétalos se abren y cierran al tiempo de los timbales - los timbales -


Dios. Oye timbales.


Las flores le guiñan el ojo. El bosque está vivo.


Una mano se hace con su mano libre de repente, su textura correosa le llama la atención; y se vuelve para mirarlo, y sus ojos se abren como platos al ver la textura escamosa, los bultos y baches, la oscura, casi negra coloración de esas garras musgosas.


Alza la mirada para ver a su nuevo compañero.


Un caimán ruge en su cara, es como un chasquear, un siseo húmedo que burbujea desde la garganta de la criatura, que le parpadea con ojos amarillos, y grita, y otra vez le están haciendo dar vueltas, y le hacen caer en manos de -

George.

George se ríe de él, con una emoción infantil iluminando su gesto.

—¿Los ves? —le pregunta, exultante en cada sílaba —¡Eso es que les caes bien!

George vuelve a darle vueltas, y al perder el contacto de sus manos, Dream se da cuenta de que su cara ha cambiado.

Sus dientes están derechos, y sus ojos han perdido la apariencia de reptil. Tiene las pupilas dilatadas.


Humano.


Dream aún está girando cuando de repente aparece una mano en su espalda, que le empuja con fuerza, y se resbala.

Se resbala, sobre el arroyo, y se prepara para el dolor, para los posibles huesos rotos que ocurrirán cuando atraviese los pocos centímetros de agua, cuando choque contra las suaves rocas y las ramas rotas.


La superficie del agua se rompe.


Sus huesos no.


Abre los ojos como platos al sentir el agua helada.

Con lo borrosa que está su visión, apenas sí distingue la maraña de ramas de los manglares, y las verdes cintas de la hierba alta, y los cantos rodados al fondo del río junto a los jóvenes retoños de plantas carnívoras.

Al ver una oscura masa mover los pies delante de él, se pregunta si George le habrá abandonado a su suerte, si le habrá dejado flotando corriente abajo con el caimán de compañía, o si estará muerto, o casi, y todo esto no es más que una vívida alucinación traída por los asombrosos entornos que había estado contemplando.


Le queman los pulmones.

La masa oscura está más cerca, y Dream es capaz de distinguir la forma del caimán.


Desea que George le hubiera matado antes.


Algo lo saca del agua con fuerza, y coge aire, y tose y gorgotea por la presencia de líquido en sus pulmones, se tropieza ciegamente en la oscuridad del bosque mientras nota cómo alguien deposita un gentil beso sobre sus nudillos.

La oscuridad del bosque.

Dios.

¿Cuánto llevan bailando?


Sus ojos se ajustan a la oscuridad, y puede apenas ver el relucir de la piel de George mientras se quita la flor del pelo con un gesto, riéndose y sonriéndole, tan tierno, y se prepara para volver a dar vueltas a Dream.

A Dream le da un vuelco el estómago, del miedo.

—No —suplica ahogándose en el agua del río, el mareo y la confusión y el bosque derritiéndose son demasiado para su frágil mente —¡No, no, no - !


Está girando de nuevo.


Las pezuñas de un ciervo le rascan las manos un poco, y sus ojos cálidos casi recuerdan a la mirada casi-humana con la que George le miraba durante el baile.

Le dan más vueltas, y se tropieza mareado, y su estómago da las mismas vueltas que él, y cada vez va más y más rápido.


Hasta que -


Las aterciopeladas almohadillas de un gran felino arañan sus palmas. Ella le devuelve una afilada mirada, y él grita de miedo, de dolor, y ella lo empuja de repente, lo empuja hacia atrás, y sus enormes garras destrozan la fina tela de su empapada camiseta.

Corre.

Se tuerce el tobillo sobre el húmedo manto de hojas del suelo.

Se resbala.

Se cae.


Los timbales se detienen.


Vuelve a levantarse, y escupe tierra y hojas rotas; el sabor a barro y podredumbre le da arcadas, y vomita, purgándose del agua de río que había tragado.

Respira con dificultad, tomando grandes bocanadas de aire mientras mira en todas direcciones, desesperado, frenético, intentando descubrir - ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde?

Su mochila está a su lado completamente seca, a diferencia de él.


No se acuerda ni de su nombre.


El sol de la tarde ilumina su el camino.

Se encuentra en el borde del bosque. Ve la cabaña desde aquí, y consigue ponerse de pie sobre trémulas piernas. Un dolor agudo y desgarrador le viene a oleadas desde el pecho, y coge aire entre dientes.

Le duelen los músculos.

A sus espaldas, el bosque canta. Le ruega que vuelva.

Camina con decisión sobre un tobillo que parece latir a cada paso, a trompicones, alejándose de la anhelante llamada del bosque, por la verde colina y hacia la cabaña.


Alguien lo ve por la ventana.


La puerta se abre de golpe y Dream colapsa, y este alguien suelta palabrotas, y le grita, y le regaña, con una amarga furia avivada únicamente por el miedo, y trata de mantenerle en pie, de cargar con su peso muerto hasta el sofá.


Apenas le oye. Se pregunta si seguirá en el río.


El mundo vuelve a él de repente como un vendaval cuando un dolor agudo, químico, inunda agónicamente su pecho. Grita de dolor y pega un respingo, se da cuenta de que en algún momento este alguien le ha cortado la camiseta para descubrir sus heridas, y ha traído un kit de primeros auxilios, y le está aplicando antiséptico.

— - para de moverte, tío! ¿Es que no me oyes, Dream?


Su nombre es Dream.

Este alguien es Sapnap.

Dios. ¿Cómo ha podido olvidarse?


Dream dirige a él su mirada, prestando atención al fin a la presencia de su amigo. Se deja de mover, y deja de evitar los ardientes productos que le está aplicando.

—¿Pero es que te ha atacado un puto oso, tío? ¿Qué es esto?

—Caimán —murmura Dream, intentando desesperadamente seguir despierto, no regresar a las profundidades —No, espera - Un puma.

Titubea, y su ropa empapada le hace estremecer.


Los dos —decide.


—¿Los dos? ¿Y eso qué coño significa? —la voz de Sapnap vuelve a sonar lejos mientras aplica alguna clase de ungüento sobre los arañazos —Estamos demasiado al norte para que haya pumas, tío, ni de coña -

—Lo vi -


"Para la mente son muy reales".


La curiosa afirmación de George hace eco en su mente, y Dream se encoge.

Sapnap tiene su mirada fija en las alargadas marcas de su pecho mientras une los bordes de las heridas con puntos adhesivos.


Dream sabe que está pensando en el artículo sobre gatos grandes que hicieron hace apenas un año, en el que documentaron las marcas de garras que dejaban estos en los árboles al trepar, cazar, espiar, empujar -


—Vale, Dream —murmura Sapnap, y es lo más parecido a un "Te creo" que Dream va a conseguir, porque sabe que suena a locura —Pero, ¿estás seguro de que, yo que sé, de que no te has comido alguna clase de - no sé - setas, o algo así, o un -

—Pero ¿cómo coño voy a -?

—Solo te pregunto, tío —Sapnap alza ambas manos, en defensa —Estás sudando como un puto cerdo, y tus ojos - no están normales.

Suspira, y retoma la actividad de cerrar las heridas de Dream.

—No tienen buena pinta, dan bastante asco, tendrás que cuidar que no se te infecten, aunque en realidad tienes suerte de que no sean más profundas —murmura —Estamos a un buen viaje del pueblo, hubiera tenido que sacar mis conocimientos de coser heridas.

Dream pone una mueca al pensar en Sapnap con hilo y aguja, y su amigo se ríe de su gesto.

—Ya, ¿a que sí? —Sapnap sacude la cabeza y se pone de pie —No me cabe en la cabeza cómo has podido acabar tan mal en tan poco tiempo.

Dream frunce el ceño.


¿No lleva fuera desde ayer?

Había bailado durante mucho tiempo...


—¿Cómo?

—Te acabas de ir hace unas horas —medita Sapnap desde la cocina —El sol está empezando ahora a ponerse. Al menos habrás sacado alguna foto guay.

Dream mira por la ventana por encima del hombro de su amigo, al paisaje familiar tornado naranja por el sol tras las copas de los árboles, y pone una mueca cuando Sapnap coloca una bolsa de guisantes en su tobillo malo.


—Sap —susurra débilmente —¿El internet sigue rompiéndose?

—¿Eh? Ah, eso —Sapnap resopla, ajustando la posición de la bolsa casera —Claro que te preocupa eso ahora. Pues suele empezar por esta hora, sí. Te lo enseño, así lo ves tú. Te lo juro, es como si lo estuvieran drenando.


Algo suave y pálido, casi como luz de luna, reluce fuera de la ventana, por el borde del bosque.


—Ya —farfulla Dream, rindiéndose al cansancio —Te creo.


Sonríe y se deja llevar por el sueño.



Este cap ha sido super DIVERTIDO de escribir joder lo tenía planeado hace SEMANAS no teneis IDEA!!!

Estoy super contenta de tenerlo publicado!!! Y espero que os haya gustado!!!

Estoy deseando leer vuestros comentarios y mensajes como siempre!!! <3

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