Regina: bueno a lo mejor quiere decirme algo.
Daniel: ¿sobre qué?
Regina: no sé, quizás sobre como su prima y Arturo consiguieron quedar libres... mi amor quita esa cara, no quiero que cosas tan insignificantes como esa llamada acabe con la magia de nuestro viaje de bodas.
Regina le quito el teléfono.
Regina: acabo de bloquear su número, mira.
Daniel: está bien.
Regina le sonrió.
Regina: vamos a desayunar.
Daniel: ¡no!
Regina: pero muero de hambre.
Daniel: yo también.
Regina: ¿entonces? ¿Me vas a tener a dieta? ¿Es un castigo?
Daniel: claro que no mi amor, es que desayunaremos aquí mismo, no deben de tardar.
Regina respiró aliviada.
Tocaron a la puerta.
Daniel: te lo dije.
Daniel abrió, uno de los empleados del hotel entró con el carrito del desayuno.
Botones: servicio de habitación, su desayuno está listo.
Daniel: muchas gracias.
Daniel seguía en toalla, así que se acercó al buro y de su billetera sacó un billete, entro el carrito y se despidió.
Botones: que lo disfruten.
Daniel: gracias.
Daniel agarró dos mesitas del desayuno que estaban el carrito y sirvió.
Daniel: el desayuno está listo.
Regina sonrió ante su ocurrencia.
Se sentaron en la cama solo con sus batas de baño.
Ariel y Lorenza llevaron a su nieta al Zoológico, por lo que Esperanza aprovechó para visitar a Sofia.
Tocaron a la puerta, Gabriel se levantó y abrió.
Gabriel: ¡buenos días!.
Esperanza: buenos días joven, no sabía que mi niña Sofia tenía compañía.
Sigue nana- se escuchó desde adentro-
Gabriel terminó de abrir la puerta para darle paso a Esperanza.
Sofia la saludo muy amorosamente.
Sofia: ¿ya desayunaste?
Esperanza: si, en casa de tus padres, pero si quieres te acompaño con un café.
Sofia: claro, ya te sirvo.
Gabriel: yo mejor me voy, debo arreglar unos papeles de la clínica, te veo después Sofia, con permiso Esperanza.
Esperanza: ¡hasta pronto!.
Gabriel tomó su chamarra y se fue.
Esperanza: creo que vine en un mal momento.
Sofia: claro que no, íbamos a desayunar.
Esperanza: ¿y entonces por qué se fue?
Sofia: tenía trabajo, ya lo oíste.
Esperanza: ¿todo está bien, entre ustedes?
Sofia: ¿si, por que lo preguntas?
Esperanza: pues Gabriel no parecía muy contento.
Sofia: seguramente sigue molesto por que anoche quiso que tuviéramos relaciones y me negué.
Esperanza: ¿y eso por qué? Tú lo quieres, es el padre de tu hijo, es lo más normal.
Sofia: tú lo has dicho, yo lo quiero, pero no estoy segura de ser correspondida... nana no quiero que Gabriel se sienta atado por mi hijo.
Esperanza: pero decidieron darse una segunda oportunidad.
Sofia: en realidad quiero descubrir si vale la pena seguir a su lado.
Esperanza: ¿entonces solo lo estas probando?
Sofia asintió.
Esperanza: cuidado, no vaya a ser que por ponerte en esas pierdas la oportunidad de tener un buen hombre a tu lado.
Regina y Daniel bajaban por el elevador mientras se veían por videollamada con Miranda.
"Regina: que padre que andes en el zoológico mi amor.
Miranda: le di de comer a los becerros.
Daniel: que divertido, siempre he querido hacerlo.
Miranda: ¿podemos volver los tres otro día?
Regina: claro que sí.
Miranda: ¿a dónde van?
Daniel: vamos un rato a la alberca.
Miranda: aquí hace mucho frio, y mis abuelitos me dijeron que no podía meterme a la alberca hasta que salga el sol.
Daniel: bueno, ellos tienen razón, si lo haces te puedes enfermar.
Miranda: quiero aprender a nadar.
Regina: cuando regresemos te enseñamos.
Miranda: ¿de veras?
Regina/Daniel: sí"
Alan llegó a la ciudad y desde el aeropuerto fue directo al departamento de Regina, tocó un buen rato, pero no recibió respuesta.
Uy joven, creo que todas se fueron de viaje- dijo un vigilante de turno-
Alan: ¿y cuando regresan?
Vigilante: pues quien sabe, recibí información de que estarían fuera varios días y que le echara el ojo al departamento, ya sabe esta ciudad es algo insegura.
Alan: entiendo, le voy a anotar mi número, le pido de favor me llame cuando Regina regrese.
Vigilante: ¿la güerita?
Alan: sí.
Alan le dio un papel con sus datos y un billete de 200 pesos.
Vigilante: pues gracias, siendo así yo le aviso, como no.
Regina tomaba el sol a junto a la alberca mientras Daniel se echaba unos clavados.
Daniel: ven conmigo, el agua esta deliciosa.
Regina: después, quiero tomar un poco de color.
Daniel: puedes hacerlo desde aquí adentro.
Regina: no lo creo. - dijo mientras se bajaba un poco sus lentes oscuros-
Daniel: ándale, solo un ratito ya después sigues asoleándote.
Regina no pudo negarse ante esa suplica así que se quitó su sombrero y sus lentes, los dejó sobre su silla, Daniel salió de la alberca.
Daniel: de verdad que te va a gustar.
Regina: ¿seguro no está muy fría?
Daniel: no.
Regina dudó unos segundos al ver que Daniel tenía una sonrisa muy sospechosa.
Regina: no te creo.
Daniel: de verdad, te va a gustar, la temperatura del agua está en su mejor punto, además después de lo de anoche cualquier manera es buena para refrescarnos- dijo mientras se acercaba a ella y la abrazaba-
Regina: ¿sabes qué? Creo que mejor sigo tomando un poco más de sol.
Daniel: eso si yo lo permito.
Daniel la agarró sorpresivamente y la aventó con suavidad a la alberca, después se lanzó él.
Regina: ¡eres un tramposo! El agua esta helada.
Daniel la abrazó.
Daniel: yo puedo calentarte en mis brazos.
La abrazo y besó apasionadamente.
Regina: no se vale.
Daniel: por un beso tuyo todo vale la pena.
Gabriel llegó a su consultorio en la clínica, tenía una buena cantidad de papeles que estaba revisando, los que no servía los tiraba al bote de la basura, cuando de repente apareció la prueba de ADN de Daniel y Miranda.
Gabriel: ¡que extraño! pensé que ya se la había pasado, en fin, se la daré a su regreso, el sabrá qué hacer con ella.
Tomó el papel y lo metió en una de sus carpetas...