No te enamores de Ada Gray (L...

By FlorenciaTom

18.2K 1K 80

Ada Gray decide morir. Se siente una fracasada, está harta de vivir con hambre debido a su miserable empleo c... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Final de la primera parte
SEGUNDA PARTE

Capítulo 32

244 20 2
By FlorenciaTom

Capítulo 32.

Si morir significaba alejarme de él, yo ya estaba muerta desde que lo conocí. Me fue sorpresivo encontrármelo de nuevo y no hubiera imaginado nunca, luego de alejarnos, que terminaríamos así; bailando bajo guirnaldas y decoración navideña en una casa gigante ubicada en un barrio privado.

El dinero estaba por doquier, vestidos, trajes caros, relojes y celular caros. Me era imposible entender cómo había llegado allí luego de estar días sin comer y horas sin dormir.

Me sentía afortunada.

—¿Cómo has estado?—me pregunta Max, con tono tranquilo mientras la música nos lleva a un vals inesperado—. Tapeaste la ventana de tu habitación. Así que, no sé sinceramente cómo has estado—carraspeó, como si lo hubiera recordado.

Mi rostro se acaloró y no fui capaz de mirarlo ante ese comentario.

—Estuve bien—mentí, con un hilo de voz—. Tapee las ventanas por impulso, supongo.

—Te salía más barato comprar cortinas gruesas.

—Claro, y tener la tentación de correrlas por si las emociones ganaban y quería verte ¿no?—pensé, en voz alta.

—Deseaba cada mañana despertar y ver que esas maderas ya no estaban —se sinceró, clavándome sus ojos.

Evadí las ganas de morder mi labio inferior. Suprimí un suspiro. El cual él no hizo, soltando el aliento.

—La distancia no nos ha hecho nada bien, Gray—declaró.

—Tú tomaste la iniciativa de cortar todo vinculo—le recordé.

—Hice lo mejor que estuvo en mis manos—se excusó—. No sabía que iba a enamorarme de la hija de Afrodita.

—Y yo del hijo del mismísimo demonio. Así que, estamos en el mismo juego—contraataqué—¿Cómo sigue esto, Max?

Me pegó más a su cuerpo y acercó su rostro al mío. Lo vi humedecer sus labios, provocándome un cosquilleo en mis partes íntimas. Dios. Max no podía ser más guapo porque no tenía ganas ni tiempo.

—¿Me sigues amando?—me preguntó, buscando mis ojos.

Tragué con fuerza. No fui capaz de responder, así que simplemente asentí. Me intimidaba tanto que era imposible llevarle el ritmo.

¿Cómo demonios no iba a seguir amándolo?

Puso su mano en mí cabeza y la empujó suavemente la misma contra su pecho, a la altura de su corazón. Cerré los ojos, disfrutando del olor de su colonia y con los latidos retumbando en mi oido izquierdo. 

Reprimí las ganas de llorar. Estaba más sensible de lo que esperaba. Él me ponía en ese estado. Él era el culpable de que me sintiera tan perdida. Pero más culpable era yo por dejar que me afectará.

Más que bailar, estábamos pegados, abrazados, disfrutando del contacto cálido del otro.

—¿Qué haré contigo, Ada Gray? Porque sinceramente no sé cómo sigue esto—suspiró, más para él que para mí.

La hora del brindis no estaba demasiado lejos de llegar, y con eso la excitación de la gente y la ansiedad por recibir la navidad. Busqué entre las personas a mi sobrina Miranda, aprovechando que había perdido a Max ya que se había quedado hablando con amistades viejas de su padre. Pobre de él. Digamos que lo “abandoné” por un ratito.

La encontré tomando un sándwich de beicon y queso cuando apenas lo sirvieron en la mesa de bocadillos.

—¡Hola!

—¡Hola tía!

Nos dimos un fuerte abrazo al saludarnos al unísono.

—Me alegro que vinieras—le dije, tomando otra copa de una bandeja que pasaba por allí y remplazándola por la mía vacía.

—No me perdería un encuentro con tu amigo Adam—me dijo, apoyando su mano en mi hombro y acercándose a mí—. Dios, que guapo es pero déjame decirte que el hijo de Hades es tan caliente que no tendría miedo de quemarme un poco—soltó una risita.

—¿Me quieres lejos de él y ahora te quieres enrollar con el hijo de Hades?—arqueé una ceja—. Calma tus hormonas, sobrina. Podría ser tu tío.

—Es tan…—miró a Max a la distancia quien parecía aburrido en su charla con los amigos de su padre—. Ahora comprendo por qué te enamoraste de él.

—Era hora de que lo comprendieras—musité—. Aunque es más que sólo músculos y cara de modelo de revista. Él no es malo, es bueno, es genial y me hace feliz estar cerca de él.

—Toma.

De su bolso de mano sacó un sobrecito de té y me lo dio como si fuera droga, a escondidas y camuflada con una de sus manos. Yo la tomé, confundida y la guardé antes de 

—¿Por qué me la diste?

—Has estado llorando mucho estos últimos meses, un poco de diversión no te vendría algo mal—me dijo, con un guiño de ojo incluido—. De paso, ayudaré a Adam a olvidarte con una última noche contigo.

Miré el interior de mi bolso abierto y la miré, espantada.

—¡Explícame!—exigí.

Refunfuñó al ver qué no conseguía captar lo que me decía.

—La hija de Afrodita tiene ganas de tener un trio y un trio tendrá—se encogió de hombros—. Tengo la esperanza de que te quites al bebote del hijo de Hades de la cabeza y quizás, un trio pueda ayudarte a saciar tu sed de él. También quiero que Adam te olvidé y se desahogue con un último encuentro contigo. Me ha mirado a mí pero cada tanto desviaba la mirada a tu culo mientras bailabas.

¿Pero qué demonios...?

—¡¿Estás loca?!—no podía creer lo que me estaba diciendo—¡No puedo creer lo que me estás diciendo!

—¡Oye, intento ayudar!—me regañó.

—¡Tu madre te matara si se entera que ayudaste en un encuentro de la hija de Afrodita con el hijo de Hades!

Miranda comenzó a mirar a todos los lados posibles con cierta exageración que me irritó. Sinceramente a veces me salía con cada cosa que era imposible seguirle el juego. Llegaba a creer que era demasiado impulsiva.

—¿Tú ves a mi madre aquí, cariño? Ve a la cocina, prepárate el té y tu deseo más oculto y cochino se cumplirá. Lo hago por ti y para que Adam te olvidé. Nada más—volvió a aclararme.

—¡No puedo creer que me ofrezcas que haga un trio con el chico que quizás sea tu novio en un futuro! —froté mi frente, deseando que fuese una broma suya —¡Con Max ni siquiera nos hemos reconciliado y dudo que estemos cerca de eso!

Miranda se puso frente a mí, seria.

—Mi temor es que cometas una infidelidad a futuro si Adam y yo estamos juntos —reveló finalmente.

Listo, ya me había ofendido.

—¡¿Qué?!¡¿Realmente crees que sería capaz de una cosa...? —me callé por un instante, entiendo a lo que se refería —Porque soy la hija de Afrodita ya me catalogan como una maldita criatura que rompe parejas ¿no es así? —bufé, bebiendo un poco más del contenido de la copa.

—No lo digo yo, lo dice tu instinto y tu ser —se encogió de hombros —. Ve, cógete a Adam y así terminamos con esto de una vez. Incluso tu madre es mi abuela y seguro me heredó la puteria a mí, aunque no lo considero defecto—comenzó a empujarme levemente y hasta que me aparté de una vez.

—¡Que conste que lo hago por ti! —carraspeé.

Aceptaba por el simple hecho de que, no sabía si estaba en mis manos la fidelidad luego de los instintos sexuales de mi madre. Creo que muy en el fondo, sabía que Miranda tenía razón y que podía lastimarla metiéndome con su hombre cuando ellos, quizás, tuvieran algo.

Yo no sería capaz de hacer algo así, pero ¿quién era para jurar algo que seguro no era capaz de cumplir por una simple herencia? 

Llegué a la cocina. Era moderna variaba en tonos oscuros. Tenía una amplia isla de mármol blanco. Los faroles del techo casi llegaban a ella.

El servicio de catering estaba en ella, a full, preparando platillos para los invitados. El ambiente era agitado. Me sentí culpable al instante. Tenía miedo de causar molestias si pedía una maldita taza de té en aquel instante.

—¿Señorita la puedo ayudar en algo? —me preguntó un señor de estatura muy alta y con sonrisa amigable, sacándome de mi mente aturdida.

—Sí —dije, sobresaltada —¿Podría prepararme este té por favor? —saqué el saquito de mi cartera y él lo tomó con cuidado.

—Que extraño saquito —me comentó, mirando con atención el sobre rojo.

No le dije nada, sólo me limité en sonreír. Luego de varios minutos, ya tenía la taza de porcelana blanca entre mis manos y estaba en el patio trasero de la inmesa casa de Adam. El líquido era color rojo transparente. Parecía un té común y corriente. Un momento, era común y corriente.

Busqué a Miranda entre las personas, desesperada. Tenía que sacarme la duda si me habían dado el té correcto el cocinero. Mierda. No tenía un buen presentimiento.

Ni siquiera fui capaz de preguntarle al cocinero, ya que había tantas personas en la cocina que me fue imposible encontrar al señor del té.

—¡Miranda! —le grité a penas la vi entre la gente.

Ella se dio vuelta y me sonrió, pero aquel gesto se esfumó cuando vio mi cara llena de preocupación. Estaba en la mesa de bocadillos, charlando con una chica de cabello castaño recogido y de vestido blanco hasta los tobillos.

—¿Qué ocurre? —me preguntó, confundida.

—Hola, que tal, mi nombre es Ada —me presenté con la joven que la acompañaba con un beso en la mejilla. Supuse que era la amiga de Miranda. Me volví hacia mi sobrina, rápidamente —. Miranda, creo que este té no es el que me diste. Parece uno de los que compras en las tiendas.

—Ya regreso —le dijo ella a su amiga y nos apartamos unos cuantos pasos de ella. Miranda miró el contenido de la taza y luego a mí, abriendo los ojos de par en par—¡Ay no, no es!¡Demonios, a quién mierda le dieron el té!

Fue demasiado tarde cuando vimos que el cocinero que le había pedido prepararme el té, les estaba ofreciendo en una bandeja de manera personal a Adam y Max tazas de porcelanas. Ambos se llevaron

Demonios.

—Dime que estás viendo lo mismo que yo —solté, temerosa.

Miranda estaba tan perpleja que le costó formular palabra alguna.

—Los dioses se enteraron de nuestro plan y lo desviaron hacia ellos—supuso, aterrada.

—Mierda.

—Ahora las fantasías más ocultas de Max y Adam se cumplirán —temió, nerviosa —. Voy a quitarle el saco de té al cocinero y tú dedícate a vigilar a ambos.

Miranda se fue a toda prisa, desesperada.

No tardé en enterarme que ellos dos tenían una enorme fantasía conmigo, cuando vi que ambos, al beber un largo sorbo, bajaron la taza y me clavaron la mirada con una sonrisa torcida en el rostro. Fue tan al unisonó aquella acción que me estremecí. Me mordí el labio inferior.

Los dioses sabían de mis fantasías, pero lo que nunca imaginaron fueron las fantasías de Adam y Max.

Gran error.

Feliz navidad para mí.

Continue Reading

You'll Also Like

368K 30.1K 20
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
59.7M 1.4M 18
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
109K 9.7K 70
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...
58K 9.4K 37
Que pasaría si tienes 17 años y de quién pensabas estar enamorada no lo estás y sin embargo te sientes atraída por una mujer 8 años mayor que ella...