No te enamores de Ada Gray (L...

By FlorenciaTom

19.9K 1.1K 93

Ada Gray decide morir. Se siente una fracasada, está harta de vivir con hambre debido a su miserable empleo c... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Final de la primera parte
SEGUNDA PARTE

Capítulo 19

307 20 2
By FlorenciaTom

Capítulo 19

Cuando salí de la ducha, Adam se encontraba ya acostado y apunto de dormir. El silencio del campus era tan relajante como inquietante. Apenas me vio me clavó los ojos y yo me sentí incómoda. Así que hice de cuenta no haberlo visto y me acosté en mi cama.

—A veces puedes follar con una persona fija sin estar en una relación formal—le dije, porque sabía que tenía la intención de seguir husmeando en mi vida.

—Sí, yo también suelo follar con mujeres muy seguido y no tengo nada con ellas.

—Me mentiste—le dije, mientras acomodaba mi almohada para luego colocarla detrás de mi cabeza.

—¿Eh?

—Me mentiste—le repetí—, me dijiste que yo fui la primera mujer con la que estuviste.

Adam humedeció sus labios y su rostro se puso como el de un tomate.

—Pude haberme acostado con otras mujeres después de ti ¿no crees?

—Por supuesto que lo creo. Eres un chico muy apuesto.

—¿De verdad lo crees, Ada?

Asentí con una pequeña sonrisa y él pareció sentirse orgulloso por mí comentario.

—Que una chica como tú me lo diga, es muy reconfortante—me dijo, con aire tranquilo.

—¿Y cómo es una chica como yo?

—No hace falta decir que eres muy pero muy guapa y aparentas ser una persona fría pero muy interesante. Eres preciosa en varios sentidos y eso es lo que tú eres, perfección. Y me cuesta entender que un hombre no te pida para salir, para ser algo más y no solo para follar.

Sus palabras me hicieron sentir bien y a la vez, me hicieron pensar en la relación que yo y Max teníamos. Él solía ser un galán con muchas mujeres, cuando íbamos a comer juntos, las chicas lo devoraban con la mirada y sabía que tenía varias mujeres agendadas en su celular. Mujeres no le sobraban. Un mujeriego con todas las letras y yo sin saber qué hacer con él.

—¿Por qué atarme a un hombre solo para follar, cuando puedo hacerlo con más de uno?—le dije a Adam.

—Me parece que esa pregunta fue más para ti…que para mí.

Él quiere solo una relación así ¿Quién soy yo para pedirle más?¿Con todo lo que me ha dado? Si no sale de él, pues yo no sé lo pediré. Ya estaba harta de pedirle cosas a Max. Era hora de que él me rogara a mí. Si tanto él me decía en la cama que era suya, necesitaba pruebas suficientes como para creerlo.

Septiembre es uno de los meses favoritos en Nueva York. Mientras el calor se evapora poco a poco, todo el mundo parece dispuesto a disfrutar de los últimos coletazos del verano y de la vida al aire libre.

Se hicieron las doce y el 25 de Septiembre llegó con otro año más de vida. Mi cumpleaños número veinte me recibió con una lluvia torrencial a las 00:00 horas. Miraba las gotas golpear en mi ventana, con los brazos cruzados y sin saber qué hacer conmigo misma. La única luz encendida era la del velador.

—Feliz cumpleaños a mí —me dije, mientras sostenía un pequeño muffin con un vela encendida.

Cerré los ojos, y luego de pedir tres deseos, soplé la diminuta llama.

Max tenía mucho trabajo, así que no podía contar con él para pasarla acompañada. Aunque tampoco era su obligación estar conmigo todo el tiempo, nosotros teníamos un tipo de relación que no involucraba afecto emocional así que me aferraba a eso. Mientras todo sea consensuado, todo marcharía bien. Éramos nuevos en esto, él quería intentar estar en aquel mundo al igual que yo, pero sinceramente ya me daba lo mismo.

A veces, inconscientemente, me decía que esto se trataba de prostitución decorada, tenía miedo de que se tratara de eso. Estaba muy mal visto ser una sugar baby. Para muchos se trata nada menos que de una forma de prostitución, mientras que otros consideraban que es una nueva interacción en los entornos digitales, en donde no deberían existir juicios morales. Cualquier tipo de relación termina siendo en algún sentido instrumental porque siempre se recibe algo a cambio. Si eso que se espera no se recibe, se termina la relación. En otras palabras, estaba con Max porque YO quería estarlo.

Ojalá Amanda supiera lo que estaba haciendo y que estuviera con un hombre que la respetara.

Max me había pagado la universidad, el psicólogo y todo lo que necesitaba. Incluso una motocicleta. Y todo solo por dos o tres encuentros sexuales que yo ansiaba tener. Amaba el sexo con él y tenía miedo de enamorarme de alguien que no estaba interesado en hacerlo. Así que debía mantenerme lo más fría posible sobre el asunto, aunque me costara. La pregunta aquí era entonces ¿insistir era molestar o demostrar?

Adam ingresó al dormitorio, con la mirada fija en su celular y luego me miró a mí y al muffin. Aquello se repitió tres veces.

—¿Es tu cumpleaños?—me preguntó, con una sonrisa que iba en aumento.

—Según el calendario, sí.

—Por todos los cielos ¿por qué no me dijiste?—soltó, tomando rápidamente las llaves que estaban encima de la mesa de luz y buscando una chaqueta en su estante.

—¿Qué haces?—la velocidad con que tomaba sus pertenencias me habían hecho reír.

—Tu cumpleaños cae viernes por la noche, mañana no tenemos clases y aunque el clima esté horrible ¿por qué mejor no ahogarnos con cerveza y celebrar? Puedo invitar a Ana y George, mis amigos de aquí, así no te sientes incómoda por estar solo nosotros dos.

Me eché a reír. Cualquier plan sonaba bien. Tenía el cabello oscuro despeinado y sus ojos color noche irradiaban simpatía. Su sonrisa formaba hoyuelos en sus mejillas y su entusiasmo era contagioso.

—Me encanta ese plan, Adam.

Ana no paraba de mover sus caderas y reírse a más no poder de los comentarios que George, su amigo, le hacía. Ambos se encontraban bailando en el bar, mientras Adam y yo veníamos una botella de cerveza cada uno. El bar estaba lleno de personas. Habían corrido las mesas y se había formado una especie de antro con risas, bailes y bebidas por donde mires.

—Salud por la cumpleañera—me dijo Adam, levantando la botella en mi dirección.

Las chocamos y le sonreí, a gusto.

—Gracias por sacarme de mi habitación—le agradecí.

—¿Y dejarte sola con un muffin en la mano y mirando la lluvia con tu pijama de Bon Esponja? Jamás—se río entre dientes.

—Para tu información, ese pijama es súper cómodo.

—¿Sabes lo que es más cómodo?

—A ver, dime.

—Dormir sin playera—soltó, orgulloso—.Eso es cómodo.

—Tenia ese privilegio hasta que te asignaron mi dormitorio. Una lástima.

Adam se ahogó con la cerveza apenas me oyó y parte del líquido ingerido había sido expulsado de su boca. Comencé a darle palmadas en la espalda para ayudarlo a recomponerse. Tanteó sobre la barra para buscar una servilleta de papel que no tardó en encontrar y limpiarse.

—No vuelvas a decirme algo así, por poco me matas—soltó, mientras recuperaba su respiración y sonriendo con nerviosismo.

—No sabía que reaccionarias de aquella forma —inquirí, riéndome.

—Eres guapísima y esperas a que no reaccione así.

—Deja de decirme eso, ya empiezo a ponerme nerviosa —lo miré con mala cara y le di un sorbo a mi cerveza.

—Mmm bueno, pero nunca dudes de lo maravillosa que eres. Creo que tú y yo podríamos ser muy buenos amigos, Ada —me sonrió.

—De eso es lo único que no dudo.

Bebidas van, bebidas vienen y el resultado de ello es que mi ánimo aumentara y que me sintiera más libre que estando sobria. Me reía más de la cuenta y Adam también. Tenía el cabello desprolijo y el rostro algo rojo por el alcohol. Dios, que divertido era, me dolía el estómago de tanto reír junto a él.

—Ven, vamos a bailar —me invitó él, mientras trataba de ponerse de pie hasta que lo logró y nos adentramos en la pista.

Apagaron las luces blancas y fueron reemplazadas por luces de colores, música fuerte y pegadiza que hacía vibrar mi corazón.

Mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón, lo saqué y vi la pantalla. Era una llamada entrante de Max. Maxito Voelkleiiiiin. Mi zanahoria mujeriega.

—¡Voy al baño! —le avisé a Adam a gritos, quien se encontraba demasiado concentrado tratando de sacar unos pasos prohibidos.

Me daba ternura que bailara pésimo. Ana y George lo miraban con un gesto extraño.

—¡¿Quieres que te acompañe?! —me preguntó.

—¡No, está bien!

Me adentré entre las personas y atendí a tiempo cuando me encerré en uno de los cubículos del baño público.

—¡Mi zanahoria sexual! —contesté alegremente y sin poder evitar arrastrar las palabras.

—¿Ada? No me digas que bebiste y ahora estás borracha —rechistó, molesto.

—¿Y a ti que te importa si he bebido o no? —los ojos se me humedecieron —¡Tú y yo no somos nada!

—¿Dónde estás? Escucho música de fondo—ignoró mis palabras con su tono cortante y la colera se presentó en mí —. Estás en el bar frente a la universidad ¿no es así?

¿Por qué tenía tantas ganas de llorar cuando oía su voz? Dios, Max me estaba afectando demasiado.

—¿Por qué me llamaste? —le pregunté, apoyando mi cabeza contra la puerta del cubículo y con mis ojos cerrados.

—Feliz cumpleaños amor —murmuró, con voz sensible.

Se me detuvo el corazón y las lágrimas y la angustia pareció aumentar en mi interior. Aquel nudo en la garganta quería quedarse atorado, no quería irse. Yo no podía seguir con ello, yo no podía seguir con el corazón latiendo por él cuando sabía que su intención era otra.

—Max...

—¿Sí?

—Yo ya no quiero ser tu sugar baby.

—Repítelo de nuevo —percibí un temblor en su voz.

—¡Yo no puedo y no quiero ser lo más!¡No vuelvas a buscarme!

Colgué la llamada antes de que él quisiera insistir. Me eché a llorar.

(Max )

Tuve que obligarla a repetirlo porque no podía darle crédito a lo que había escuchado de su boca. De su dulce e inmaculada boca. Me encontraba en mi apartamento, en la soledad de este y sólo su voz, su preciosa voz, podía darme esa paz que yo necesitaba en mis días sofocados de labor y estrés.

Ada Valentina Gray, ese era su nombre, un nombre que a mi parecer irradiaba valentía, decisión y seducción. Desde muy pequeño analizaba los nombres de cualquier persona que conociera y el de ella era mi preferido.

Me dejé caer de manera pesada en mi sofá, con la vista en algún punto del ventanal de la ciudad. Sentía que estaba viviendo un mal sueño. La perdí, la perdí por ser tan imbécil. La perdí por no darle la suficiente atención, la perdí por comportarme como un idiota. Yo y mi estupidez con meterla en un mundo fingido, sólo para tenerla conmigo, sólo para tenerla cerca de mí y cuidarla. Quise ahogarme en los besos horribles de Rose sólo para sacármela de la cabeza, sólo para no unirme tanto a ella. Pero claro, no funcionó, la enfurecí más.

¿Ella ya no quería estar a mi lado? Yo no quería que se acabara lo que alguna vez comenzó sin querer. Seguro la aburrí. No quería sofocarla y perseguirla, no pretendía incomodarla. Si tan sólo me hubiera escuchado antes de cortar la llamada. Si tan sólo me hubiera escuchado cuando estaba a punto de pedirle que fuera mi novia. Acostarme con Rose había sido una equivocación grande. Quería aparentar ser frío, aparentar que no quería nada serio con Ada para que no salga corriendo porque un hombre mayor le gustaba. Una gran edad nos separaba. Yo y mi estúpida manera de ser. Lo siento amor, lo siento tanto.

Saqué de mi bolsillo una pequeña pulsera de oro con una frase grabada, una frase que la primera vez que la oí, vino su rostro a mi mente: “Que lo que tenga que pasar, pase contigo”.

Otro cigarrillo se calcinaba en mis dedos y su humo no tardaba en ser expulsado de mi boca y nariz. Necesitaba pensar cómo tenerla a mi lado de nuevo. Los ojos se me llenaron de lágrimas por la frustración de haberlo perdido todo.

¿Qué me costaba mantener la relación de amigos y luego dar aquel paso importante para pedirle que lo intentaramos? Todo me estaba saliendo mal. Aunque gracias a Ada, Priapo había aceptado invertir en mis restaurantes y promocionarlos, sentía que no podía manejar ambos restaurantes. Mi padre me los había dado y ya, manéjate. Tanta responsabilidad me estaba consumiendo y alejando de lo que yo deseaba.

Maqué el número de celular de mi amigo Peter, el cual no tardó en contestar.

—¿Hola? —su voz somnolienta me indicó que estaba durmiendo.

—¿Qué tan cansado estás cómo para abrir el galpón y pelear un rato?

Peter tenía un galpón donde solían armarse peleas clandestinas. Se veía dinero toda la noche, tragos y sobre todo peleas que a veces terminaban mal. Volver a aquel pasado por una noche para olvidarme de Ada un instante, parecía ser la mejor opción.

  

Continue Reading

You'll Also Like

37.5K 2.9K 70
Hace nueve años hice algo terrible. No fue uno de mis mejores momentos, pero vi la oportunidad de tener al chico que he amado desde que era una niña...
813K 47.9K 61
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
252K 8.9K 70
holiii, está es una historia obviamente de rivari la cual cuenta con partes +18 así que si no te gusta mucho la idea puedes cambiar capitulo, por si...
228K 7.1K 17
múltiples capítulos de historias diferentes Rivaris para +18