Capítulo dedicado a fireflyylight ♥
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Hay dos cosas que odio con todo mi ser:
1. La gente abusiva.
2. Las matemáticas.
Sobre la primera no tengo tanto control como me gustaría, pero sobre la segunda... tampoco.
Los números y yo hemos sido enemigos mortales desde el principio de los tiempos. No los entiendo y ellos no cooperan. Lamentablemente no puedo huir de ellos. Lo he intentado, pero están en todos lados. Escogí una carrera que creí estaría libre de matemáticas y me equivoqué, es por eso ahora me encuentro sufriendo una materia con la que, por fortuna, alguien se ha ofrecido a auxiliarme.
Ese alguien resulta ser Bennet York, quien a veces es más una distracción que una ayuda.
Justo ahora está frente a mí, recitando cómo las leyes federales protegen al trabajador y... algo más a lo que no presto mucha atención. Ocasionalmente hace gestos con las manos mientras habla, pero tiene la mirada fija en el libro abierto sobre la mesa, aunque puedo apostar que ya conoce toda aquella información de memoria. Así de inteligente es este hombre, aunque lo que tiene de listo lo tiene de tímido también.
Nunca hace contacto visual conmigo durante nuestras sesiones extracurriculares. Por lo general rehúye mi mirada y, cuando lo sorprendo contemplándome, desvía la vista hacia otro lado en un intento vano por disimular.
Sonrío sin querer.
Cuando recién lo conocí, pensé que era un sabelotodo amargado y reprimido que se creía superior a los demás, pero cuando se ofreció a explicarme un tema que no había entendido muy bien, mi percepción de él comenzó a cambiar. Entre más tiempo pasábamos juntos al terminar el horario escolar, más quedaba al descubierto que me había equivocado enormemente al juzgarlo sin conocerlo de verdad.
Bennet no es amargado, solo serio (muy serio), aunque tiene un peculiar sentido del humor que a veces no entiendo del todo. Y no es reprimido, sino introvertido. Se le dificulta socializar con los demás... en especial con las mujeres. Me causa un poco de gracia y ternura cómo tartamudea y se tensa cuando invado su espacio personal, y la manera en que debe obligarse a sí mismo a despegar sus ojos de mis piernas o escote cuando uso ciertas prendas de ropa.
Debo confesar también que a veces elijo mi ropa específicamente para ponerlo nervioso. Una sencilla blusa de tiras y escote bajo y lo tendré repitiendo diez veces lo mismo, tartamudo y sonrojado.
Maldita sea, nunca me habían atraído este tipo de hombres, pero hay algo en Bennet que me hace querer saltar en su regazo y hacerlo desatar a la bestia que se intuye detrás de su mirada. Es tranquilo, inteligente y... Dios santo, está buenísimo.
Suspiro cuando se humedece los labios y comienzo a estudiarlo una vez más.
Bennet es alto. Muy alto, si lo comparamos con mi 1.60. Tiene una boca llena y suave, y una sonrisa bonita que casi nunca deja ver. Es parte del equipo de natación, así que está bien construido también. Delgado con hombros amplios, cintura estrecha y un culo increíble, pero esto solo puedes saberlo si alguna vez has ido a verlo a alguna de sus competencias, porque el resto del tiempo usa prendas oscuras que ocultan todos sus atributos, haciéndole parecer desgarbado.
¿Dónde están las camisas y pantalones ajustados, eh? Tiene una figura estupenda, ¿por qué no la luce, como el resto de la población masculina en el campus? Nos priva a todas las mujeres de alegrarnos la vista un poco durante el horario de clases.
Sigo el movimiento de su mano cuando la pasa por su pelo negro y este vuelve a caerle sobre la frente. Luego, como si sintiera mi atención, clava aquellos ojos grises en mí. Intensos. Atrapantes. Malditos sean esos ojos también. Parpadea un par de veces y luego desvía la vista, sonrojado.
Dios, cómo me encanta este hombre.
Empieza a tamborilear los dedos sobre la mesa y me fijo en sus brazos. Hay algo muy sexy en los antebrazos y Ben tiene unos muy bonitos y tonificados. Además, tiene unas manos grandes y fuertes, con dedos gruesos que me hacen pensar muchas cosas indecentes. Se puede ver el relieve de las venas subiendo por el dorso de sus manos y a través del brazo... Oh, Dios.
Me calienta nada más ver su brazo, ¿qué está mal conmigo? Tal vez me hace falta un poco de cariño. Ha pasado un tiempo considerable y mi cuerpo comienza a protestar debido a mi falta de actividad sexual.
El sonido de su voz grave de fondo es la pieza que faltaba para terminar de revolucionar mis hormonas.
Calmadas, chicas.
Para mi mala suerte (o buena, dependiendo cómo lo vea) esto sucede cada vez que lo tengo cerca.
¿Cuándo va a hacer algún movimiento? ¿Cuándo va a captar mis indirectas? ¿Acaso no siente la química entre nosotros? Ya estoy cansada de esperar a que dé el primer paso. Supongo que voy a tener que tomar el asunto en mis manos y...
—¿Entendiste? —pregunta de pronto.
Parpadeo cuando interrumpe mis cavilaciones. Recargo la barbilla sobre un puño y sonrío con descaro.
—No.
Suspira.
—No estás prestando atención... otra vez.
—Es que me distraes —lo provoco.
Ben tose y se pone rojo.
—Harper...
—¿Sí?
—No hagas eso —pide.
—Hacer qué.
—Coquetear conmigo.
Me rio al ver su semblante consternado.
—¿Por qué no? Es divertido.
Se rasca el cuello en un gesto nervioso. Sin contestar, cierra el libro y se pone de pie.
—Me voy.
Me pongo de pie yo también, sintiendo un poco de remordimiento. Maldita sea, ya lo he hecho correr.
—¿Por qué?
—Tengo práctica.
Comienza a guardar sus cosas en la mochila y yo rodeo la mesa para detenerme a su lado. Noto que se tensa cuando rozo su mano con mis dedos.
—Ben...
—¿Mhmm?
Subo mis dedos hasta su bíceps y aprieto un poco. Escondo una sonrisa cuando lo siento temblar.
—¿Te hago sentir incómodo?
Doy un paso más cerca y su respiración se agita. Deja su mochila de lado con brusquedad y se endereza. Tengo que elevar el rostro para encontrarme con su mirada. Nuestros ojos se encuentran y se quedan enganchados durante un momento más largo de lo normal. El aire entre nosotros se carga y espesa, la tensión se siente.
Por un segundo, su mirada aterriza en mi escote. Es solo un instante, un momento fugaz, pero lo noto. Y aunque no lo hubiera notado, el color en sus mejillas lo habría delatado.
Siento ganas de rodear su cuello con ambos brazos y atraerlo a mí para besarlo, y es un impulso tan fuerte que mis dedos comienzan a cosquillear cuando se humedece los labios. Tiene las pupilas dilatadas fijas en mi boca.
Maldita sea, ahí está otra vez la química. Es un lazo que nos envuelve, tira de nosotros y nos obliga a aproximarnos. Ambos damos un pequeño paso más cerca sin poder evitarlo.
—Me confundes —confiesa en un susurro áspero—. Siento que te estás burlando de mí.
Esa es la frase más larga que le he escuchado decirme en todo el año que tenemos de conocernos, sin contar las explicaciones educativas. Y esta es, por lejos, la conversación más interesante que hemos tenido jamás.
Acaricio su mano de nuevo y separa los labios. Su respiración se acelera. Yo, por mi parte, siento que un fuego comienza a arderme en las venas y sigue por mi vientre bajo al imaginar todo lo que podríamos hacer juntos. Aprieto los muslos y me maldigo a mí misma por ponerme en esta situación.
—¿Qué te hace creer eso? Somos amigos, ¿no?
—Sí, pero... es que no te comprendo. No entiendo a las mujeres —susurra.
Me rio al escucharlo, porque la verdad es que (en lo personal) a veces ni siquiera yo misma me entiendo. Puedo querer dos cosas totalmente diferentes al mismo tiempo.
—Ay, Benny, Benny —suspiro—. Te queda tanto por aprender. ¿Tus novias no te han enseñado nada?
Desvía la mirada y me dedico a estudiar su perfil. Su cuello... ¿Cómo puede un cuello ser tan atractivo? Quiero dejar besos pintados por toda su extensión, en su mandíbula también, y saborear esos tres lunares que tiene justo debajo de la oreja.
Hay varios de estos salpicados alrededor de su rostro y cuello, como gotitas de pintura oscura colocadas estratégicamente para seducir. Unas cuantas en las mejillas, en la frente y una justo en el arco de su labio superior.
Seguramente tiene más en el resto del cuerpo... y algún día las descubriré, todas ellas. Las probaré y recorreré con mi lengua. Me tomaré mi tiempo... Su nuez se mueve al tragar, como si hubiera escuchado mis pensamientos.
Estoy tan ocupada fantaseando que por poco me pierdo su respuesta.
Parpadeo varias veces y miro sus orejas enrojecidas.
¿He entendido bien?
—¿Cómo has dicho?
Aunque no me mira, puedo notar que está avergonzado.
—Dije que nunca he tenido novia —susurra de nuevo.
Lo miro sin dar crédito a lo que estoy escuchando.
Siempre imaginé que sería el tipo de chico que se establece en una relación monógama larga y seria, pero seguramente, como con todo lo demás, me he equivocado. Tal vez es de los que no buscan un noviazgo, sino algo menos... formal. Un rollo, sin compromisos. Y está bien, no tiene nada de malo. Yo también lo hago.
Sonrío.
—Oh. Bueno... ¿amigas especiales tal vez? —Si es posible, se sonroja aún más. Reticente, sacude la cabeza y yo ahogo un grito al comprender lo que quiere decirme. Lo miro con seriedad, completamente incrédula—. Bennet... ¿Me estás diciendo que eres... virgen?
Mi susurro queda suspendido en el aire.
No se atreve a mirarme.
Se encoge de hombros, aprieta los labios... y esa es toda la respuesta que necesito.
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¡Reclamen aquí a su hombre! Jajajaja ♥
¿Cuántas veces se sonrojó Ben en este capítulo?
¿Cuántas más creen que lo haga a lo largo de la historia?
Tenía mucho tiempo queriendo escribir a un protagonista como Bennet. Ojalá lleguen a amarlo tanto como lo hago yo, gracias por leer ♥
Ya tengo la historia avanzada, así que habrá actualizaciones seguidas. Les agradecería mucho si comparten o recomiendan esta historia para que más personas puedan conocerla. No olviden agregar la historia a su biblioteca y seguirme para que estén al pendiente de las actualizaciones ✿
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