EL CÍRCULO © | #PGP2022

By HacheFenzel

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Aran Kang es un detective novato que busca proteger la ciudad de una secta satánica que los aterroriza: el cí... More

𝑰𝑵𝑭𝑶𝑹𝑴𝑨𝑪𝑰𝑶𝑵
𝑪𝑶𝑽𝑬𝑹 • 𝑻𝑹𝑨𝑰𝑳𝑬𝑹 • 𝑷𝑳𝑨𝒀𝑳𝑰𝑺𝑻
𝑷𝑹𝑬𝑭𝑨𝑪𝑰𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑼𝑵𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑶𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑼𝑨𝑻𝑹𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑰𝑵𝑪𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑺𝑬𝑰𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑶𝑪𝑯𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑵𝑼𝑬𝑽𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝒁
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑶𝑵𝑪𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑶𝑪𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑪𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑨𝑻𝑶𝑹𝑪𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑸𝑼𝑰𝑵𝑪𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝑪𝑰𝑺𝑬𝑰𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝑪𝑰𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝑪𝑰𝑶𝑪𝑯𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝑪𝑰𝑵𝑼𝑬𝑽𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑼𝑵𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑫𝑶𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑻𝑹𝑬𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑪𝑼𝑨𝑻𝑹𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑪𝑰𝑵𝑪𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑺𝑬𝑰𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑶𝑪𝑯𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑵𝑼𝑬𝑽𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑼𝑵𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑫𝑶𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑻𝑹𝑬𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑪𝑼𝑨𝑻𝑹𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑪𝑰𝑵𝑪𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑺𝑬𝑰𝑺
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑶𝑪𝑯𝑶
𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨 𝒀 𝑵𝑼𝑬𝑽𝑬
𝑬𝑷𝑰𝑳𝑶𝑮𝑶
𝑶𝑻𝑹𝑨𝑺 𝑶𝑩𝑹𝑨𝑺

𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑼𝑨𝑹𝑬𝑵𝑻𝑨

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By HacheFenzel

—Tranquila, todo estará bien —le susurró Aran mientras le sacaba cuidadosamente su remera, deslizó la prenda por su cabeza justo cuando oyó un gruñido estrangulado por su parte—. Ya está, ya está, todo irá bien.

Observó de reojo la herida, vislumbrando que la bala no atravesó su cuerpo y quedó alojada allí. Usó la tela para comprimir un poco la hemorragia en su estómago sin presionar demasiado para que el objeto no siga enterrándose en sus órganos ni dañe nada más.

Trataba de concentrarse en el ahora y no pensar en los "y si..." que su cabeza le arrojaba con desesperación. Ya no era un niño pequeño a merced del destino, había dejado atrás los miedos y la inexperiencia. No dejaría que ella muriera en sus brazos.

—Carver —lo llamó con un dejo de desesperación—. ¡Carver! —Este reaccionó y dejó de ver el cuerpo tendido de Ketillgud, encontró movimiento y supo que Rockwell y Joys escapaban, aunque tuviera muchas ganas de ir tras ellos, sabía que su compañero lo necesitaba—. Busca ayuda, pide una ambulancia.

El hombre corrió todo el camino de vuelta a la multitud, dándose cuenta que los policías lograron crear una especie de cordón y sacaban de adentro del club a los periodistas y cámaras infiltrados. Ni siquiera pidió la cooperación de nadie, se adentró en una de las patrullas abiertas sin supervisión y tomó la alarma para pedir, con urgencia, una ambulancia justo en la calle lateral al club Averno.

Para su desgracia, varios ojos, entre ellos prensa y vecinos curiosos, lo observaron interesados y siguieron sus pasos encontrar el nuevo escenario.

No tardó en saberse. Nadie quería perderse la primera plana de mañana, la foto del detective sujetando y tratando de salvar a la única víctima rescatada de los sectarios. A la única que tenían la obligación de proteger y no hicieron. Si todos ellos supieran por lo que esos dos tuvieron que pasar... Bueno, tal vez eso también saldría en noticias. Con esa gente no había privacidad, ni siquiera en el pleno sufrimiento ajeno. Y, desgraciadamente, conseguían ser un mal necesario.

Los ojos de Mary Jones se iban cristalizando poco a poco, seguían los movimientos de Aran que ahora pedía espacio para no sofocarla. Entonces, ella movió su mano y tomó su barbilla, sentía una enorme necesidad de ver sus ojos, que la mirara, que ambos compartieran ese momento y se alejaran del bullicio de la cuadra.

Sus dedos mancharon, sin querer, su piel, pero lejos estaba de importarles. Cuando sus miradas conectaron, ella supo por qué la había esquivado tanto. Estaba haciendo esfuerzos descomunales para no venirse abajo frente a todos ellos, no quería llorarla, no podría con todos esos sentimientos acumulados si salían a la luz. No quería que muriera.

—Dime qué tengo que hacer —le rogó Aran con la voz cortada—. Lo haré, lo que sea.

Ella sonrió y, debido al movimiento, una lágrima se escapó por un costado. Se sentía profundamente llena y satisfecha, que Aran quisiera mantenerla con vida, sana y salva, era todo lo que hubiera deseado y más. No pedía tanto, simplemente el sentimiento de ser querida por una vez en toda su existencia.

—No... —susurró con todas sus fuerzas agotadas—. No tengo una gota de energía, lo agoté todo en el club...

—Podría...

—Aran —le interrumpió, sintió bajo sus dedos su barbilla temblar, le acarició lentamente—, todo lo que tome lo estoy robando, te mataría.

Y él mismo ya estaba lo bastante debilitado tras todas las atrocidades.

Se sentía impotente. No se había inscripto a este empleo solo para dejar que las personas mueran en sus manos o sean lastimadas sin haber hecho nada. Y se estaba hartando de que continuamente sucediese. Primero sus padres, también su hermana —aunque ese sea un dolor sin asimilar aún— y Sara Miller... No agregaría a su lista a Mary Jones.

Aran sentía que todo lo que tocaba se venía abajo. No era justo.

Había encontrado a quien amar y, por más desquiciado y loco que sonase— quería continuar con ello. Sin importar su vida pasada, le daba igual. Le perdonaba todo.

Pero por sus labios nada de eso salió, se fruncieron y temblaron, mas no habló. Las palabras no salían de su garganta, estaban atascadas en lágrimas sin derramar. Frenadas por una furia intensa que lo llevaría, en un futuro próximo, a golpear alguna pared o gritarle a alguien. Quería descargar su frustración en algún lado y, sin embargo, no podía moverse de allí. No quitaría sus manos de la herida.

Entonces le gritó a Carver, se quejó con los periodistas y con el mundo entero.

—¿Dónde mierda está la ambulancia? ¿Por qué tarda tanto? ¿Dónde... —el aire se le escapaba de los pulmones— dónde está? Mary... ella lo necesita.

Carver trató de mirar hacia todos lados y escuchar por sirenas, solo después de unos segundos se dio cuenta que no debían estar tan lejos.

—Ya están llegando —le avisó y rápidamente, entre manotazos y empujones, abrió un camino entre la multitud—. ¡Aléjense, abran paso!

Al joven detective se le aceleró el corazón, lo lograría... ella... ella lo haría. Una sonrisa llena de esperanza se le escapó, Mary observó la alegría en sus ojos sin decir nada. Simplemente se quedó pasmada allí, mientras su brazo se cansaba hasta que no pudo aferrar más su rostro y cayó a un lado.

—¿Mary?

El susto que se pegó Aran fue descomunal, observó su pecho subir y bajar, pero estaba tan inmóvil y con sus ojos fijos en él que por un momento vio la sombra de la muerte.

Pegó su frente a la suya y le susurró con ternura, le avisó lo que pasaría de ahora en más, preparándola, manteniéndola despierta y concentrada. Viva.

—Te amo —murmuró finalmente.

La ambulancia se detuvo a unos metros, bajaron la camilla rápido y tuvieron a la joven recostada y asegurada en ella en segundos. La levantaron y recorrieron todo el camino hasta adentrarla en el compartimento seguidos de Aran.

—Veré cómo llegar al hospital —le avisó Carver—, ve con ella.

No tenía ni que decírselo. Aran subió tras los médicos, cerraron la puerta y las sirenas volvieron a resonar justo cuando se pusieron en marcha.

Comenzaron a atenderla pese a la incomodidad por la falta de espacio y las limitaciones, lo obligaron a sentarse junto a ella y mantenerse quieto durante el proceso. Aran no quería molestar, mucho menos sabiendo que eso podría dificultar el hecho de salvarle la vida, salvo que sus manos no podían quedarse quietas cuando su corazón golpeaba cada vez más fuerte.

Tum, tum, tum. Dolor, dolor, dolor.

Ni siquiera fue capaz de tragar saliva, ahora que la desesperación comenzaba a pasar, las lágrimas eran imposibles de retener.

Cuando la dejaron conectada, con respirador y con la hemorragia controlada, Aran logró ver su rostro. Estaba pálido y con la mirada perdida en el techo, sus ojos ya no brillaban tanto. Sujetó su mano, ella reaccionó a su toque y apretó lo más fuerte que pudo, que no fue mucho. Giró su rostro, Mary sentía su cuello duro y su cabeza pesada. Todo comenzaba a dar vueltas.

—Aran...

No quería dejarlo. No quería irse de ese mundo. Pero por más que ella jurara y perjurara que se quedaría, que se mantendría despierta, parecía difícil de cumplir.

Ya lo he hecho una vez, se quejó consigo misma.

El muchacho se acercó, besando sus nudillos al mismo tiempo que rodeaba con ambas manos la suya. La miró con total y absoluta atención, una devoción tan sana y viva que la hizo temblar.

—Volvimos... al... principio... —el aire se escapaba demasiado fácil, tanto que le costaba susurrar una palabra.

Hizo que Aran sonriera y ella logró una mueca parecida a su sonrisa por eso.

Aran recordó la primera vez que la vio y cómo su sangre manchó su asiento delantero esa vez, pasó bastante tiempo hasta que había logrado limpiarlo por completo. Pero sí, habían vuelto al principio, solo que con sutiles diferencias. Se inclinó con cautela hasta rozar sus labios, estaban secos en comparación a los suyos, daba igual. Fue conciso y tierno.

—O no —volvió a susurrar ella algo divertida. Mary observó sus ojos, el cansancio en ellos y también el cúmulo de miedos e incertidumbres. Su estómago punzó creándole una mueca que preocupó tanto a Aran como a la doctora a su lado, ambos comenzaron a crear preguntas inaudibles—. Aran... —Su susurro apenas se escuchó, pero él lo entendió a la perfección. Mary no quería desvanecerse sin haberle dicho todo lo que planeaba, no podía, había tanto... tan poco tiempo. Lo miró a los ojos sintiendo su corazón acelerarse extrañamente rápido, otra lágrima se le escapó y sus últimas palabras nunca fueron escuchadas, pero Aran entendió el movimiento de sus labios—: Gracias, te amo.

Quedó tieso en su asiento con sus manos temblando. Los dedos de Mary ya no le apretaban, su muñeca se doblaba debido al peso. Los ojos de la muchacha quedaron grabados en su rostro sin ninguna pizca de vida. Simplemente, veían sin ya más ver.

La doctora se abrió paso, empujando a Aran y haciendo que logre soltarla, a horcajadas comenzó a presionar su pecho reiteradas veces. La ambulancia se estacionó a los segundos y se movilizaron para bajar a ambas de allí sin descontinuar la reanimación.

Sin embargo, mientras ellos marchaban a todo trapo por los pasillos, Aran quedó inmóvil en su asiento. Su mentón tiritó, su respiración se volvió errática y poco a poco la noción de lo que había ocurrido aterrizó como un balde de agua fría sobre su cuerpo.

Sus manos hechas puños se apretaron sobre su regazo a la vez que apoyó la cabeza contra la pared del vehículo y cerró sus ojos con fuerza. Dio paso a las lágrimas. Los jadeos lograban escucharse hasta en la sala de emergencia donde algunas cabezas curiosas se asomaron y volvieron a escabullirse sintiéndose irrespetuosos. Aran trató de inhalar aire atascándose en el proceso, tosió y volvió a llorar sin fuerzas para continuar.

La pena lo consumía, no llevaba ni un mes conociéndola que ahora que no se encontraba con él sentía un vacío infinito. ¿Cómo podía ser tan fácil amar a una persona? Así, de buenas a primeras, sin advertencia previa ni preparación. Caía, golpeaba y estrujaba. Era un sentimiento tan arrebatador que ahora entendía por qué la gente rehuía de él. Se preguntaba ¿cómo lograría sentir lo mismo cuando lo tuvo todo y ahora no le quedaba nada? No habría réplica, ni persona que lograse acercársele por asomo. Jamás.

En ese preciso instante, no le importaba. Lo único que su cabeza comprendía era el vacío que sentía, la falta de calor en su mano derecha, donde antes se encontraba aferrada a la de ella. Solo veía el espacio vacío donde la camilla debía estar.

Se reclinó, aferrando su cabeza entre sus brazos y ahogando el ruido de sus sollozos con su cuerpo. Cada vez, el dolor iba en incremento, logrando que los lamentos crezcan.

Sintió pasos y alguien sentándose a su lado, pensando que se trataría del chofer de la ambulancia o inclusive alguna persona que pasaba por allí y se había apiadado de su dolor, levantó el rostro para asegurarle que estaría bien. Sus palabras quedaron a medio camino.

Hada le sonrió con tristeza y Aran se sintió con renovada energía. Esta vez, no supo el por qué, no le gustó ni una pizca. Se sentía como una usurpación a sus sentimientos. Quería sentirse mal, necesitaba llorar y quedar devastado el tiempo suficiente para recomponerse. No esto. No una felicidad falsa, armada, prestada.

—Traté de retenerlo lo más que pude —se disculpó, él no entendía cómo pero supo que estaba al tanto de los últimos acontecimientos.

—No es tu culpa —se apresuró a contestar justo para pensar en otra cosa más—. Entonces, realmente se fue.

Ella asintió con pena, acarició la espalda de su hermano tratando de reconfortarlo, resultó el caso contrario, logró tensarse.

—Podría pedirle que vuelva si la necesitas —se le ocurrió a la pequeña que con sonrisa traviesa y ojos achinados solo lograba brillar entre tanta tristeza—, estaríamos los tres juntos. Por siempre, ¿no sería fantástico?

El hermano mayor se enderezó sin quitarle los ojos de encima. Ella trataba con tanto anhelo de recomponerlo que no se sentía del todo bien, ahora veía lo que Mary tanto insistió en su momento.

—Sería hermoso —contestó—, si estuvieran vivas.

Ya era tarde y, por supuesto, no era correcto.

Ella inclinó su cabeza confusa, la alegría se esfumó de su rostro y su cabello lacio y negro acompañó el movimiento. Pestañeó con esas pobladas pestañas hasta respirar hondo y volver a sonreír, solamente que, esta vez, Aran no la sintió forzada y fuera de lugar.

Hada se colgó de un salto en su cuello y Aran apretó su pequeño cuerpo con suavidad, tratando de recordar cada uno de sus rasgos y la sensación de tenerla junto a él.

—Te quiero, hermanito —lo saludó al desenredarse de él, sin perder el carisma.

Saltó de la ambulancia y correteó hacia un costado hasta perderse de vista.

—También te quiero —susurró cuando más lágrimas volvieron a brotar de él.

Tan extraño como parecía, ella entendió que su presencia ya no era necesaria. Aran hubiera querido nunca desprenderse de ambas, solo que sus deseos resultarían egoístas. Estarían estancadas en el mismo momento, la misma edad, por el resto de su exitencia.

Siguió los pasos de su hermana, saliendo del vehículo y mirando el comienzo del ocaso. El final del día había llegado como la muerte a la pintoresca ciudad de Portland.

• 𝑷𝑳𝑨𝒀𝑳𝑰𝑺𝑻 • 42. ꜱʜᴀᴅᴏᴡ ᴘʀᴇᴀᴄʜᴇʀꜱ - ᴢᴇʟʟᴀ ᴅᴀʏ •

• 𝑽𝑶𝑻𝑨 • 𝑪𝑶𝑴𝑬𝑵𝑻𝑨 • 𝑪𝑶𝑴𝑷𝑨𝑹𝑻𝑬 •

• 𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 • ʜᴀᴄʜᴇᴇꜱᴄʀɪʙᴇ •

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Quiero que sepan que sí, estoy tan destrozada como ustedes. Increible que ya estemos en el final... después de tanto tiempo de tener la historia completa guardada y solo esperando actualizarles.

Gracias a los que llegaron hasta acá, espero disfruten el epílogo. Recuerden que pueden hacer los comentarios y sugerencias que gusten, me re sirve para poder editar más adelante ya que este es solo borrador.

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es mi primera historia adaptada, espero les guste