Hoy somos azul [TaeKook]

By ITellYouSomething

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Dijiste que me amabas y sé que no mentiste. Pero tú, mi dulce niño, no sabías lo que era un buen amor. Y yo t... More

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[Epílogo] Hoy somos azul

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By ITellYouSomething

Jungkook abrió los ojos, sobresaltado cuando el timbre interrumpió sus sueños. Desorientado, secó el sudor de su frente con el dorso de su mano mientras imágenes difusas corrían por su mente. Miró su mano y arañó una de sus cicatrices, preguntándose qué estaba mal. Usualmente, no solía pensar en el pasado, pero algo había estado martillando en su mente luego de hablar de él en voz alta.

El timbre volvió a sonar, recordándole que alguien ahí estaba esperándolo. Revisando el reloj, frunció el ceño al notar que era pasado de medianoche. Si Jiho lo necesitaba en medio de la noche, solo entraría sin avisar. Si algo hubiera pasado con sus primos, estos lo habrían llamado de antemano.

Finalmente, las opciones se agotaban.

Jungkook caminó hasta la puerta, suspirando cuando la persona desde el otro lado tocó de nuevo. Pasando los dedos por su cabello, miró la pantalla con extrañeza al descubrir que se trataba de Taehyung.

¿Eran lo suficientemente cercanos para esa clase de visitas? Aunque, claro, no era como si Jungkook entendiera qué era tener una amistad normal.

―Tenemos que hablar ―dijo Kim apenas le abrió, pero su rostro lleno de preocupación se transformó rápidamente en una expresión tímida cuando lo miró―. Oh...

Jungkook asintió, ignorando el sonrojo en sus mejillas. Taehyung entró como un robot, quitándose los zapatos mientras luchaba por centrar su mirada en el piso y no en el cuerpo semidesnudo del menor. En su defensa, jamás creyó que el chico recibiría a un invitado en esas fachas, incluso si era realmente un autoinvitado. ¿O quizás no le importaba porque él ya había visto prácticamente todo el día que se conocieron? Sin embargo, ahora que había más confianza entre ellos, ¿no se estaba volviendo raro?

―Es primera vez que alguien me visita a esta hora ―admitió Jungkook, mirando hacia la cocina mientras Taehyung tomaba asiento―. ¿Debería ofrecerte algo de beber? ¿Comida, tal vez? En realidad, si estás aquí, ¿debería sentirme preocupado? ―y ahora lo miró―. Porque estoy seguro de que usualmente nadie visita a una persona después de medianoche. Y también estoy seguro de que ibas a celebrar el cumpleaños de tu mejor amigo hoy. ¿Acaso ya terminó la fiesta?

―Yo... hui o algo así ―musitó, tocando su cabello con nerviosismo―. No necesito nada, gracias. Solo... ¿podemos hablar de algo muy importante? De hecho, es la clase de noticia que preferiría darte mientras estás sentado.

Jungkook torció el gesto, pero cedió a su petición. Taehyung casi saltó del sofá cuando el menor, en vez tomar distancia, se sentó junto a él, esperando lo que tenía que decir.

―De acuerdo, te escuchó ―lo impulsó a hablar.

―Sí, bueno... ―rio nervioso, cubriendo su rostro con una mano―. No es que quiera ser exigente, pero... ―intentó decir, entrando en pánico cuando el menor tomó su mano―. ¿¡Jungkook!?

―¿Peleaste con alguien? ―el menor, ignorando por completo su sentir, inspeccionó la mano con la que intentaba cubrirse―. Iba a decir "no luces como la clase de persona que pelea a golpes", pero, viendo esto, es un hecho que es así ―rio entredientes, incrédulo―. No sabes golpear.

―¿Gra-gracias? ―balbuceó, su corazón derritiéndose cuando Jungkook estiró sus labios en un puchero, mirando con lástima sus dedos magullados―. Es primera vez que golpeo a alguien.

―¿Ganaste?

―No sé sintió como una victoria ―musitó, sintiendo su espíritu caer. Había ido hasta ahí para decirle la verdad a Jungkook, pero ¿cómo se comunicaba algo así? ―. Puede que me haya dolido más a mí que a él.

―A veces pasa ―intentó consolarlo, poniéndose de pie―. Espera aquí, iré por un botiquín.

―B-bueno ―balbuceó, queriendo llorar. ¿Por qué Jiho engañaba a un chico tan perfecto? ―Si aprovechas de ponerte algo de ropa, tampoco me molestaré ―añadió, frotando sus ojos.

―¿Qué...? ―Jungkook giró a verlo antes de meterse a su habitación―. ¿Hay algo mal con mi cuerpo?

Nada. Absolutamente, nada. Taehyung no era lo que se decía un joven promiscuo, pero, si le ponían al chico de sus sueños solo en ropa interior, entonces no podían culpar a su mente de trabajar sola e ir lejos. Sobre todo si el chico de sus sueños tenía unos bonitos abdominales, un cuerpo trabajado y silueta de bailarina. Era perfectamente armónico; y no era buen momento para ponerse de rodillas y suplicarle por besar como mínimo sus pies. Porque sí, Jungkook también tenía pies bonitos. ¿La vida no era injusta?

―¿Taehyung? ―llamó, sacándolo de sus pensamientos.

―Digamos... digamos que esta no es la clase de charla que se pueda tener en ropa interior ―explicó torpemente, volviendo a cubrir su rostro. Su corazón dio saltitos cuando Jungkook en respuesta rio, saliendo del salón.

Dios, Jungkook había reído. Probablemente, podía contar con los dedos de su mano las veces que lo había escuchado reír. ¿Cómo iba a convencerse a sí mismo de hacer lo correcto sabiendo que apagaría esa risa en el proceso? El destino era demasiado cruel para algunos. Para Jungkook, por elegir como novia a alguien incapaz de serle fiel. Y, para él, por estar en medio de ambos, queriendo lo que no podía tener.

Jungkook regresó un minuto más tarde con un pantalón de pijama y una camiseta ancha. Cargando un botiquín, volvió a tomar asiento junto a Taehyung, extendiendo su mano hacia él.

―Vamos, dame tu mano ―pidió el menor con gentileza.

Taehyung miró la mano del contrario, sintiéndose como cuando tenía 13 años y tomó por primera vez la mano de la chica que le gustaba. Había sido un desastre de nervios en ese entonces y no era muy diferente ahora, pero el apremio fue contenido al notar una cicatriz en la palma del más joven. Por su aspecto, podía deducir que se la había hecho hace bastante tiempo. ¿Tendría Jungkook más cicatrices como esa que él había pasado por alto? Pensando al respecto, Taehyung jamás lo había mirado con detenimiento; se había limitado a verlo con ojos de borrego a medio morir.

―¿Qué te pasó ahí? ―se atrevió a preguntar.

―Nada importante ―musitó, restándole importancia. Y, en vista de que Taehyung ignoró su petición, tomó la mano herida de este por su propia cuenta―. Me corté con un vidrio por accidente. De hecho, tengo una marca parecida en mi otra mano ―admitió, enseñando su mano izquierda fugazmente.

―¿Eso también fue un accidente?

―Lo fue ―respondió con calma, limpiando sus nudillos―. Caí sobre vidrios rotos cuando era niño. Como soporté el peso de la caída con mis manos, resultó de esta forma ―acarició sus magulladuras, viendo la mueca que se formaba en labios del mayor―. ¿Realmente duele tanto? No habrás perdido un dedo por un golpe, ¿no? ―bromeó, intentando animarlo.

―No, creo que siguen en su lugar ―sonrió con timidez―. Pero me siento como si hubiera golpeado una roca con la mano ―Jungkook volvió a reír―. ¿Dolió? ―continuó preguntando, obteniendo una mirada meditabunda del contrario―. Los cortes... debieron ser graves si dejaron cicatrices como esas. ¿Dolió mucho?

―No realmente ―sacó un sobre de banditas, poniéndolas con calma en los dedos del mayor. Jungkook siempre parecía tan inmutable, que Taehyung no sabía si era cierto que no había dolido o solo le había restado importancia―. Entonces, ¿qué es lo que viniste a decirme y que no puedo escuchar en ropa interior? ―preguntó, dándole una vistazo fugaz―. Debe ser algo serio si me pusiste por encima de tu mejor amigo.

―Le dejé un mensaje en su celular para que no se preocupara ―se excusó, provocando que Jungkook sonriera―. No sé por dónde empezar.

―No creo que haya nada tan terrible de escuchar. Puedes simplemente decirlo, ¿sabes? ―aseguró, soltando su mano tras terminar.

―Si así lo quieres... ―carraspeó―. Fuimos al club para celebrar el cumpleaños de Jimin, como sabrás ―Jungkook asintió―. Y me encontré con Jiho ahí.

―¿Jiho fue a un club? ―frunció el ceño―. No me dijo que iría.

―Me sorprendería si lo hubiera hecho ―rodó los ojos, con recelo―. Te estaba engañando, Jungkook.

―¿Al no decirme que saldría sin mí? ―bromeó.

―Estaba con otro chico ―corrigió, su voz saliendo sombría―. Los vi besándose.

―Oh ―la sonrisa de Jungkook se desvaneció y su expresión se volvió dudosa―. ¿Y esto que tiene que ver con tu mano? ¿Acaso golpeaste a Jiho?

―¿¡Qué!? ¡No! ―gritó, sin poder creer lo que oía―. ¿¡Cómo podría golpear a Jiho!? ¡Incluso si quisiera hacerlo, no lo haría! ¡No está bien golpear a las chicas!

―A veces yo he querido golpear a chicas ―admitió con ligereza, tocando su barbilla. Taehyung lo miró estupefacto―. Las personas del instituto solían hablar mal de Jiho. Si eran chicos, los golpeaba. Pero si eran chicas, me limitaba a tirar basura sobre ellas, muy literalmente ―sonrió con inocencia―. Pero eso no significa que no quisiera golpearlas.

―¡Jungkook! ¿Te estás escuchando? ―el menor suspiró, apartando la mirada―. ¡En este preciso momento, creo que entiendo las razones por las que otras personas hablaban mal de ella! ¿Acaso no oíste lo que acabo de decir? ¡Jiho estaba con otro chico! ¡Eso me puso tan furioso, que, cuando me di cuenta, ya estaba golpeando a ese tipo!

―Sí... no deberías hacer eso de nuevo ―musitó, pasando una mano por su cabello con incomodidad―. Si eres un pacifista, mantente dentro de tu línea.

―¡Ese no es el punto ahora! ―lo tomó por los hombros, obligándolo a sostener su mirada―. Jiho te engaña, Jungkook.

―Te escuché la primera vez ―respondió con calma―. Está bien.

―¡No está bien!

―Es nuestra relación, de Jiho y mía ―especificó―. Así que yo decidiré qué está bien y qué no.

―¿Hablas en serio? ―lo soltó, incrédulo―. No es así como funcionan las relaciones, Jungkook. Considerando como creciste, puedo entender tu visión retorcida de esto, pero no puedes seguir así. No te dejaré seguir así.

―¿Visión retorcida? ―repitió, riendo con amargura―. Taehyung, no te conté mi vida para que vinieras a mi departamento a psicoanalizarme ―se levantó, dándole la espalda.

―Esto no es psicoanálisis ―también se paró―. Es un hecho, Jungkook. Tu relación no es normal. ¿Estar bien con que tu novia te engañe? Nadie lo haría. ¿O acaso la engañas tú también? ¿Es esa la manera en que mantienen lo suyo en equilibrio?

―¿Perdón? ―Jungkook volteó, anonadado―. No hables si no sabes. ¿Engañarla? No necesito a nadie más que a Jiho en mi vida.

―Y ese es exactamente el problema ―escupió con molestia―. Eres el imbécil que le es fiel a pesar de todo. Tienes que terminar con ella.

―Dios, estás loco ―rio.

―¡Jungkook!

―¡Jungkook nada! ¡Si viniste aquí a decirme cómo debo manejar mi vida, entonces puedes salir por donde llegaste! ―terminó por explotar―. No tienes derecho a interferir u opinar sobre nosotros, Taehyung. Lo que sucede entre Jiho y yo es algo completamente nuestro ―se paró frente a él, dándole una mirada hostil―. Y tampoco te permito decir algo más sobre ella.

―Idiota ―murmuró, conteniendo las ganas de llorar bajo esa gélida mirada―. Lo que sientes no es amor.

Jungkook enseñó una sonrisa torcida, queriendo golpear algo. Desde pequeño, las personas habían intentado definir lo que era el amor para él y ya estaba harto de ello.

―Me preocupo por ella y ella se preocupa por mí. Nos apoyamos mutuamente. Sé que la amo, porque es la persona más valiosa para mí, y sé que ella me ama ―Taehyung negó con la cabeza, sin querer escucharlo―. Esto es amor. Con engaños, con mentiras y con heridas, sigue siendo amor.

―No ―Taehyung negó con la voz rota―. El amor es bueno. ¿Ustedes? No lo son para el uno y el otro. El amor es correcto y no duele, Jungkook.

―Entonces, no estamos en la misma línea, Taehyung.

Taehyung sonrió, herido. Quiso decir algo más, convencerlo de que esa relación era dañina, pero Jungkook solo volvió a dar la vuelta, diciendo que tenía que buscar sus llaves para ir a buscar a Jiho. Él no iba a encararla o recriminarle, sino que la buscaría, porque estaba preocupado por ella. Y Taehyung no soportó eso: Su falta de rencor y visión. Así que, en silencio, aceptó la derrota de esa noche, quizás la derrota más amarga de su vida.

Jungkook no dejaría a Jiho, ni siquiera cuando esta le engañaba. Y mientras abandonaba ese edificio entre lágrimas, odiaba que le doliera más la forma de pensar del menor que su deseo desesperado de aferrarse a esa relación.

¿Cómo había llegado a ese punto?

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