«Había una vez, dos seres tan diferentes y tan independientes pero que morían el uno por el otro»
Caminaba saludando a todos con un asentimiento de cabeza, los tacones sonando en cada pisada segura mientras sostenía con un brazo sus apuntes y en el hombro contrario colgaba su bolso.
Iba un poco apurada, la puntualidad no era su fuerte. Sin embargo, aceleró el paso al escuchar unos sollozos y una voz temerosa, frunció el ceño alargando su cuello para ver qué sucedía.
Fue entonces que vio a una de sus estudiantes junto a un pequeño niño que difícilmente trataba de callar sus sollozos.
— ¿Qué ha sucedido?— pregunto llamando la atención de los menores. La adolescente subió su mirada, pedía ayuda con sus ojitos.
— maestra, m-mi hermano...— intentaba explicar pero para ella también era confuso, encontró a su hermanito ahí envuelto en lágrimas y no quería decirle que había pasado— no se que le pasó.
La mayor dejó los papeles en el suelo junto a su bolso y se arrodilló quedando a la altura del menor.
«Un amor un tanto extraño y mal visto para quienes se negaban a creer y perdonar»
— ¿Quién te ha hecho llorar, pequeño?— pidió acariciando sus mejillas, limpiando con sus pulgares las pequeñas lágrimas— dímelo y le haré un bonito agujero con mi tacón— el pequeño río y la mayor también— pero mira que bonita risa tienes, todo un galán.
El azabache sonrió tímido y la vio con sus ojitos brillosos.
— ¿Cómo te llamas, corazón?— preguntó con dulzura.
— Nicolás, pero me dicen Nicky— contestó con un poco de tartamudeo y pausado— puede decirme Nicky si gusta.
— ¿Puedo?— el menor asintió— muy bien, ¿por qué llorabas, Nicky?— el azabache volvió a bajar la mirada decaído.
— s-se burlan de mi por creer en cuentos de hadas— suspiro. Sintiendo algo de vergüenza por confesarlo.
La castaña miro a la adolescente, notando que no era un tema nuevo para ella.
— Mia, ¿siempre ha sido así?— se refirió a la muchacha, ella asintió.
— le he dicho que no les haga caso a los comentarios de la gente pero Nicky es muy sensible— añadió.
«Ella era una humana y él era un demonio, un ser de luz y un ser de oscuridad. Enamorados, ¿extraño, no?»
— ¿Te digo un secreto, pequeño?— ladeo la cabeza sonriendo un poco, el contrario asintió emocionado— yo también creo en los cuentos de hadas.
Y el pequeño pareció no sorprendido por eso.
— eres una niña, es obvio que te gustan— suspiro— si a un niño le gusta eso, lo tachan de bicho raro.
La castaña frunció el ceño y miro a su alumna viendo como negaba cabizbaja.
— yo no creo que seas un bicho raro, ¿sabes que creo que eres?— preguntó con un tono misterioso que el pequeño no pudo ignorar— yo creo que eres un jovencito muy encantador, soñador, imaginativo, ¡simplemente encantador!
— ¿U-Usted cree eto?— la mayor asintió varias veces, alzándolo y cargándolo, mientras le hacía mimos en la nariz y revolvía sus cabellos azabaches. El menor río.
— ¡Por supuesto que lo creo! Mia sabe que nunca miento— la miro y la azabache mayor tenía una sonrisa muy radiante.
— la maestra nunca miente, puedo asegurarlo hermanito— y el menor no pudo evitar sonreír y abrazar fuerte a la castaña.
«Él era un demonio de tonalidades rojizas ocultas en un disfraz algo divertido, ella era una humana un tanto peculiar. Sin embargo, su historia escrita no era tan feliz como esperaban... sufriendo mucho en el camino a su felicidad.
Sus días se volvieron noches, sus sonrisas se transformaron en llanto y sus ganas de vivir cada vez eran menos.
Fue entonces que uno de ellos falleció y el otro sintió cómo acompañaba a su amante en el camino de la muerte. Porque él respiraba pero su corazón dejó de latir cuando el de ella lo hizo.
— ¿Te gustan los cuentos, Nicky?— preguntó. El menor asintió muchas veces— soy buena contando cuentos, ¿quieres que te cuente uno?
«Aquellos amantes que no veían un futuro posible, ¿y cómo verlo? Si solo había uno en un plan de dos»
Y una vez iniciada la historia, el pequeño se acurrucó en su pecho y prestó atención a las palabras suaves que salía de la castaña. Quedando muy triste por lo anterior mencionado en el relato.
— Mia, llevare a tu hermano a su sección— le entre el folder lleno de papeles y colgó su bolso— que me entreguen la hoja resuelta para mañana, ¿esta bien?
— sí, maestra, yo me encargo— sonrió asintiendo. Sin embargo, la puerta fue abierta de golpe dejando a la vista un tumulto de alumnos con sus miradas entristecidas y curiosidad, entre otras emociones.
— ¡No puede irse!— exclamó uno.
— ¡No puede dejarnos con la duda de saber qué pasó después!— y otros lo apoyaron. La castaña parpadeando varias veces aún sorprendida se tomó unos segundos para volver a hablar.
— ¿Estuvieron escuchando?— preguntó divertida con una ceja alzada y la mano libre en su cintura.
— discúlpenos maestra— hablo otra alumna avergonzada— no fue nuestra intención, pero la historia se veía muy interesante que no nos resistimos.
Y los demás asintieron apoyándola también.
— ¿Quieren saber cómo acaba?— asintieron desesperados— esta bien, ¿por qué no vamos al patio?— propuso, recibiendo un murmullo que comenzaba a crecer pero lo detuvo a tiempo para no interrumpir las clases de los demás.
«Uno pensaría que sus vidas continuaron así como así, pero no lo fue...
Él entristecía cada día más y por un acto de miedo y esperanza cometió un pecado para su gente.
Un juicio que lo hubiese perdido si no fuese porque contó con el apoyo de sus amigos cercanos. Enterándose no solo que había quebrantado una ley que no recordaba si no que supo quiénes fueron los que le arrebataron su corazón»
En el jardín, en un círculo de adolescentes donde la principal estrella era aquella maestra que les contaba una historia. Con el pequeño en brazos quien la seguía observando embelesado por sus palabras.
«Cobró su venganza, si es lo que esperaban. Pero, ¿qué conseguiría con eso? Hacerle justicia a su amada pero... no podría regresarla y la impotencia de no haber podido salvarla lo carcomía cada vez más.
Fue entonces que tomó la decisión de cambiar de ambiente y se fue.»
— ¡¿Cómo que se fue?!— exclamaron todos boquiabiertos. La castaña rio un poco y asintió, aclarando la garganta para continuar.
«Pero aquel demonio iba todos los días, cabe recalcar que el tiempo entre mundos es distinto así que un día aquí, para él, pueden ser solo una hora.
Llevándole un ramo de flores, se quedaba hablando horas y horas hasta que sentía que sus lágrimas ya no caían como cascadas y podía ponerse de pie para continuar.»
— pobre demonio— susurraron varios entre murmullos— ¿Nunca la volvió a ver entonces?
— claro que no, ¿cómo podría? Los muertos no reviven— contesto uno, como si fuera la cosa respuesta más obvia.
— ahí te equivocas— muchos abrieron más sus ojos y otros se quedaron sin palabras— continuaré...
«Ella estaba muerta, eso nadie podía dudarlo, en vida había sido maldita y al curarse, murió por una venganza. Llegando a otro lugar donde las personas tenían unas bonitas alas en sus espaldas, iban de un lado para otro, ayudando y trabajando en sus labores. Ella estaba sorprendida, había despertado hace unos días después de haberse terminado de purificar, el lugar le era familiar y caminando llegó a la conclusión que era su hogar en la tierra.
Se reencontró con la persona más importante en su vida: su padre.
Pero no crean que siempre estaba tranquila y feliz, muchas veces, antes de dormir se quedaba mirando el cielo y pensaba en su familia y en aquel ser tan especial... en cómo extrañaba su presencia y su calor.
Tiempo después, descubrió que podía regresar. Había una manera de hacerlo pero las personas siempre se negaban porque preferían seguir en su paz y cuidar desde arriba a sus seres queridos a volver al mundo lleno de emociones negativas en todos lados... la humana ya tenía una decisión tomada, despidiéndose de sus seres queridos ahí y agradeciendo por la ayuda a los seres celestiales, sonrió y desapareció.»
— si ambos no terminan juntos me tiro por el balcón— sentenció uno y otros le siguieron causando una pequeña risa de parte de todos.
«Fue un momento especial cuando se volvieron a ver, sus corazones juntos de nuevo, sintiendo la presencia del otro y como si fuera un momento que el universo y las estrellas y todo lo que viviese anhelase, les regalaron una noche que jamás olvidarán. Y las hadas, los gnomos, todas las criaturas del bosque sonrieron al ver a la pareja de enamorados bajo el cielo lleno de estrellas brillantes, el suave viento que hacía que flores y hojas cayesen en sus cabezas adornando sus cabellos y volviéndolos las personas más hermosas para el uno como para el otro. Solo eran ellos y amaban serlo, amaban haber obtenido una segunda oportunidad de ser felices, porque ahora lo serían más que ayer pero menos que mañana.
Sus ojos brillantes y bonitos dejaban caer gotas de alegría, de tristeza, de melancolía , no había solo un sentimiento en ellos, porque ambos eran un torbellino de emociones. Sin saber que decirse pero a la vez entendiendo todo a la perfección. Entonces sus labios danzaron sobre los contrarios y sus manos buscaron unirse con las contrarias.
Uno de ellos esperaba ser perdonado y el otro personaje esperaba vivir como siempre debió hacerlo, solo que ahora tendría a un compañero a su lado. De los labios de aquel demonio salió un «Perdóname» pero ella lo miro a los ojos y sosteniendo sus mejillas y limpiando con sus pulgares el líquido salado le contestó «Te amo».
Tal vez no fuera suficiente para otros, pero para ellos, era lo que necesitaban decir en ese momento y el demonio poco a poco sintió su corazón volver a latir y la humana le mostró su meñique, recitando: "Te prometo que cada día que pase, no me rendiré ante la oscuridad y tomare tu mano hasta el final"
Y el contrario dijo: "Te prometo amarte y protegerte como siempre debí de hacerlo, no volveré a dejarte ir de mi lado, jamás.
Y sellaron su promesa con un abrazo lleno de amor y melancolía, al fin estaban juntos, como siempre debieron estarlo.»
Fin
Aplausos se escucharon y los alumnos tenían una sonrisa de alivio en sus rostros.
— me alegra que terminara bien— decían y afirmaban.
— casi me da un para cuando dijo que la humana había muerto— comentó con un quejido de dolor al recordar ese momento. La castaña mayor reía y asentada divertida con los comentarios y expresiones de los demás.
— me alegra que les gustara la historia, la magia existe donde la vean, hay un poco en cada uno de nosotros. Al reír, podemos contagiar la alegría y divertirnos juntos. Al llorar, sentimos el cariño de quien está para nosotros y se queda a secar nuestras lágrimas. En la imaginación vive gran parte de nuestra magia, al crecer, muchas veces perdemos nuestra magia por irnos por otro camino, pero la magia espera y te busca una vez más... ansiosa por saber tu decisión. ¿La tomas o la dejas?
— ¡La tomó! Claro que sí, no podría dejarla ir una vez más.
Antes de que sigan comentando, el timbre de fin de clases sonó y los alumnos se levantaron, limpiando sus ropas y agradeciendo una vez más a la maestra por la historia y yendo por sus mochilas respectivas.
La castaña los vio irse y sonrió, recogiendo su bolso y limpiando las hojas que quedaban en su vestido. Cuando el portón que los retenía se abrió, muchos se empujaban para salir rápido y otros se tomaban su tiempo para charlar sobre las clases, las tareas, etc de temas triviales.
Fue que visualizó a un rubio que se encamina hacia ella con la mirada fija en su persona y su traje bien acomodado como siempre.
— hola, cariño— estiró sus manos siendo estas apresadas por las manos de aquel sujeto y acariciadas con amor— ¿Llegaste hace mucho?
— para nada, solo hace un momento, ¿cómo están mis tesoros?— preguntó con sus ojos brillando junto a su sonrisa.
— estamos bien y las clases estuvieron increíbles— el brillo en sus ojos delatando que había pasado una gran cosa en esa tarde. El rubio preguntaría después, le encantaba saber sobre el día a día de su prometida.
— me alegro, mi vida— le dio un besito en la mejilla, pasando un brazo por su cintura para atraerla a él y robándole su bolso para colocárselo en su hombro ganándose una mirada divertida de parte de la castaña— la conferencia salió bien, tu hermano parecía un niño exponiendo sobre su jodido dulce favorito— rieron comenzando la caminata hacia la salida.
— ¡Maestra!— una voz conocida gritó— ¡Maestra Mabel!— la mencionada se giró buscando con la mirada a la voz que la llamaba. Notando que era Mia con su hermanito.
— ¿Qué sucede? ¿A quién debo clavarle el tacón?— preguntó, ambos jóvenes rieron negando. El rubio frunció sus cejas confundido.
— a nadie, maestra, pero mi hermano me insistió tanto en que no podía irse sin verla por última vez y como vimos que ya se iba, vinimos corriendo— explicó tomando una gran bocanada de aire al final. Mabel asintió entendiendo.
— maestra, ¿el cuento es real?— preguntó Nicky con la esperanza que lo sea. Bill se confundió aún más, sintiendo su neurona trabajar el doble sin obtener mucha información.
— ¿Tú que crees? ¿Es real o no?— el pequeño lo pensó y sonriente dijo que era real y Mabel asintió conforme con su respuesta— si crees que es real, entonces será real.
Nicky dio muchos saltitos— ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Espero que el demonio y la humana sean muy felices— sonrió grande, el rubio mirando a la castaña frente a él con una ceja alzada y una sonrisa divertida, entendiendo una parte de sus dudas.
— créeme, niño, lo son— contesto el rubio, sosteniendo la mano de Mabel— vamos, querida, tenemos que ver a la doctora.
Al instante ambos jóvenes se alertaron.
— ¿Está enferma? ¿Le duele algo?— preguntaron preocupados, Mabel negó y llevo una mano a su pancita.
— me enteré que estaba embarazada hace unas cuantas semanas— confesó— solo voy por unos chequeos, mi prometido esta muy nervioso con toda esta situación y eso que el bebé todavía no crece mucho.
— ¡Mejor prevenir que lamentar!— el rubio exclamó fingiendo estar ofendido.
— felicidades por la noticia, maestra, será una madre increíble— felicitaron ambos menores.
— muchas gracias, pequeños. Ya debo irme, vayan con cuidado a casa ¿Okey?— ambos asintieron y corrieron donde el auto de sus padres esperaba. El rubio se giró a verla y rio un poco— ¿Qué? ¿De qué te ríes, Bill?
— de nada, bizcochito, te amo mucho, ¿lo sabes, no?— Mabel beso sus labios rápido y asintió caminando hacia el auto del rubio.
— se supone que me tienes que decir «También te amo amor de mi vida, luz de mi amanecer, mi corazón, mi razón de respirar»— se quejó. Mabel negó divertida, viendo a los dos pequeños de antes entrar a su auto, conectando mirada con el menor de todos en ese vehículo y sonriendo, codeó a Bill para que se calle y viese donde ella miraba. Ambos sonriéndole y Bill no tuvo una mejor idea que transformarse en su apariencia demoniaca y atraer a la castaña para besar su frente con mucho cariño. Todo bajo la mirada del menor que, boquiabierto, sonreía cada vez más grande.
Gracias a su buen oído pudo distinguir la voz del menor gritando «¡Es real, es real!» con alegría, ocasionando una sonrisa ladina.
Y Mabel sonrió más al ver el alma pura del menor por sus ojos y a unos metros del auto volvió a ver a dos seres con vestimentas blancas y porte angelical. Le sonrieron y dieron una pequeña inclinación, Mabel asintió hacia ellos y se despidió.
Sin duda, todo había mejorado y poco a poco, su futuro comenzaba a formarse. No como esperaron pero sí como lo imaginaron: juntos.