MIS PEQUEÑOS FAVORITOS

By Poly_Anda

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Primer libro de la saga "Pequeños" Grace Miller, una chica linda de 24 años, ha estado sola desde la muerte d... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47 (FINAL)
EPÍLOGO
EPÍLOGO 2
EXTRA
ANUNCIO IMPORTANTE
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¿PREGUNTAS?
¿PREGUNTAS?

CAPÍTULO 31

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By Poly_Anda

Pasó una semana desde que Adam se enfermó, estoy acomodando unos papeles en su oficina, sonó mi celular y contesté.

–Diga.

–Hija, soy yo.

–Alba ¿qué quieres?

–No seas grosera con tu madre, un día tendrás hijos y comprenderás.

–Tú no eres mi madre y ya tengo hijos y créeme que jamás destruiría mi familia como tú lo hiciste con la tuya.

–¿Tienes hijos?

–No es tema de tu incumbencia, ¿qué es lo que quieres?

–Pues necesito dinero.

–Ya te di dinero una vez, si tu borracho no supo aprovecharlo no fue mi culpa.

–No le digas así.

–Eso es lo que es, ¿cómo quieres que lo llame?

–Está bien, pero necesito dinero.

–No.

–Me quitarán la casa de tu padre si no lo consigo.

–¿Qué hiciste?

–Hipotequé la casa para pagar una deuda.

–¡Una deuda! ¿de quién? ¡De tu maldito borracho verdad!

–Hija…

–¡No me digas hija, no soy tu hija, dejé de serlo hace mucho!

–No quiero perder la casa hija.

–Adiós Alba.

Colgué la llamada, me senté en el sillón y unas lágrimas corrieron por mis mejillas, se abrió la puerta de la oficina y entró Adam.

–Mi amor ¿estás bien? – asentí, se acercó a mí y se sentó a mi lado, apenas estuvo cerca de mí me lancé a sus brazos y comencé a llorar, él me atrajó a su pecho y me dio un beso en la frente, los niños se asomaron por la puerta y nos vieron, entraron lentamente y se acercaron a nosotros, me abrazaron, lloré unos minutos más hasta que pude tranquilizarme.

–¿Qué pasó mami? – preguntó Evan.

–Nada cariño, es que vi un vídeo triste en el celular, pero no se preocupen, vayan a jugar.

–No veas esos vídeos mami porque te hacen llorar. – dijo Ethan.

–Ya no los veré cariño, lo prometo, pero vayan a jugar ¿si?

–Ok. – dijeron ambos, me dieron un beso en la frente y salieron de la oficina.

–¿Qué pasó amor? – preguntó Adam.

–Me llamó Alba y dijo que van a quitarle la casa de papá, es increíble cómo pudo hipotecar la casa para su borracho cuando papá se esforzó tanto para comprarla.

–Tranquila amor.

–Es que me duele Adam, me duele que no haya dudado en hipotecar la casa de papá para ese borracho.

–Lo sé amor, podemos pagar la hipoteca…

–Es lo que haré, he ahorrado para comprar la casa desde hace tiempo y ya tengo lo suficiente.

–Bueno, llamaré a mi abogado para que nos ayude y para que ponga la casa a tu nombre.

–Gracias Adam.

–No tienes nada que agradecer amor.

–Sí tengo y mucho.

Me senté en su regazo y lo besé suavemente, nos quedamos así durante varios minutos, Adam llamó a su abogado y él se encargaría de todo, más tarde vino a casa para hacer la transacción y firmar los papeles, en menos de unas tres horas, la casa era mía.

–Aquí están los papeles de la casa. – dijo el abogado extendiéndomelos.

–Gracias. – los recibí, se despidió y salió de la casa, me quedé sentada en el sillón y Adam acompañó al abogado a la puerta, unos segundos después regresó.

–¿Estás mejor? – preguntó.

–Sí, gracias por todo.

–No hay de que.

–Adam, quiero ir a casa de mi papá.

–¿Quieres que te acompañe? – asentí – Vamos.

–Gracias.

Llamamos a los niños, tomé los papeles de la casa y todos nos subimos a la camioneta, estaba nerviosa, después de años volvería a pisar la casa, Adam notó mis nervios y tomó mi mano.

–Todo estará bien, estamos contigo.

–Gracias.

–No tienes nada que agradecer.

–¿A dónde vamos? – preguntó Evan.

–Vamos a la casa donde crecí.  – dije.

–¿Y podremos conocerla? – preguntó Ethan

–Hoy no, pero dentro de unos días se las podré mostrar como es en el interior.

–¡YUPI! – exclamaron ambos.

Adam continuó conduciendo, comenzamos a cruzar el vecindario y una sensación de asco se asentó en mi estómago, unos minutos después la camioneta se detuvo frente a mi casa, respiré hondo.

–Yo voy contigo. – dijo Adam.

–No quiero arriesgar a los niños.

–No puedes entrar sola ahí.

–Adam, los niños.

–Ellos estarán bien.

–Está bien.

Adam se bajó y abrió mi puerta, me ayudó a bajar y después bajamos a los niños, los niños me dieron sus manitas y caminamos hasta la entrada, la casa se veía igual por fuera, igual a cuando llegaba con papá de la escuela y también cuando él ya no estaba y vivir aquí fue un infierno, toqué la puerta, unos segundos después abrieron la puerta, era Greg, una sonrisa maliciosa se formó en su rostro mientras me miraba de arriba hasta abajo, un escalofrío me recorrió completamente, Adam se puso a mi lado y rodeó mi cintura atrayéndome a él, sentí su cuerpo tensarse.

–Grace, tanto tiempo sin verte – miró a Adam – mucho gusto soy el padre de Grace.

–Tú no eres mi padre y nunca lo serás Greg.

–Querida, no me hables así.

–Compórtese, no queremos armar una escena aquí solo venimos a darles un aviso. – dijo Adam.

–Dile a Alba que venga. – le dije.

–¿Quiénes son estos niños? – dijo mirando a los peques, quienes le fruncieron el ceño y se pusieron frente a mí.

–Greg, no es de tu incumbencia, solo llama a Alba. – le dije.

–Bien ¡Alba! – gritó y apareció la mencionada unos segundos después.

–¡Hija, viniste!

–Alba, ahórrate tus escenas emotivas, solo vengo a avisarles que esta casa es mía, pagué la hipoteca, por lo tanto quiero que la desalojen, tienen tres días. – solté sin más.

–No puedes hacernos esto. – dijo Alba.

–Claro que puedo, es mi casa y tengo los papeles.

–¡Eres una malagradecida, después de tenerte bajo mi techo me pagas así! – exclamó Greg.

–Deja de gritar, esta nunca fue ni será tu casa, así que ya saben. – los niños se pusieron detrás de su papá cuando escucharon a Greg gritar.

Greg levantó la mano para golpearme, estaba esperando el impacto, pero Adam se puso delante de mí y le detuvo la mano.

–Escúcheme bien, solo le advertiré una vez, a mi mujer no la va tocar en su vida. – bajó su mano de golpe.

Greg se quedó quieto por unos segundos pero después intentó golpear a Adam, este esquivó el golpe y de un puñetazo lo mandó al suelo, continuó golpeándolo con rabia, coraje, como si quisiera desquitarse, los niños se asustaron y comenzaron a llorar.

–¡Grace, lo va a matar! – gritó Alba

–¡Cállate Alba! – me acerqué a Adam – Adam cariño, suéltalo, estás asustando a los niños. – puse mi mano en su hombro y al sentir mi mano se relajó un poco – no vale la pena. – se alejó de él y se levantó, me acerqué a los niños y me abrazaron llorando – no lloren peques, está bien, ya vamos a casa. – miré a Adam para irnos y él asintió – Alba, ya lo saben, tienen tres días.

Sin más que decir caminamos directo a la camioneta, los niños seguían llorando, los ayudé a subir a la camioneta y me senté entre los dos para tranquilizarlos, Adam se subió al asiento del conductor, abracé a los peques.

–Tranquilos peques, todo está bien, ya vamos a casa, no lloren. – les di un beso en la cabeza, lloraron unos minutos más hasta que se tranquilizaron.

–Enanos, siento mucho la escena que tuvieron que ver.

–No te preocupes papi. – dijo Ethan.

–Sí papi, sabemos que lo hiciste para defender a mami de ese señor. – dijo Evan.

–Es que teníamos miedo de que te lastimara. – dijo Ethan.

–Yo estoy bien, no se preocupen, quiero que sepan que a pesar de lo que vieron, la violencia no es buena, siempre ténganlo presente. – dijo Adam y los pequeños asintieron.

–Quiero agradecerles a los tres por haberme acompañado. – les dije.

–No tienes nada que agradecer mami. – dijeron los pequeños y Adam sonrió, unos minutos después bajamos de la camioneta, tomé la mano de Adam para entrar a la casa y él hizo una mueca, miré sus manos y vi sus nudillos, estaban sangrando.

–Adam tienes las manos destrozadas.

–Estoy bien amor.

–Vamos a curarte.

–No es nada.

–Aún así, ve a la habitación y ahora llevo el botiquín.

–Está bien.

Me dio un beso en los labios y subió a la habitación, fui a la cocina y tomé el botiquín, fui rápidamente a la habitación y ahí estaba Adam sentado en la cama, me senté a su lado, tomé algodón con alcohol y comencé a limpiar sus nudillos, hizo una mueca.

–Lo siento. – le dije.

–No es tu culpa.

–Sí lo es, yo causé que lo golpearás y te lastimaste.

–Amor, no es así – levantó mi mentón con su mano – él se lo buscó, nadie toca a mi mujer, siempre te voy a proteger, de quien sea, no importa, el que se meta contigo, se las verá conmigo, no voy a permitir que te hagan daño, ni a ti, ni a nuestros hijos.

–Te amo Adam.

–Yo te amo más. – lo besé suavemente, pero nos separamos para poder seguir limpiando sus nudillos, cuando terminé, le puse vendas en las manos, iba a levantarme para llevar el botiquín a su lugar, pero Adam tomó mi mano y me jaló hacia él, sentándome en su regazo. –¿Cómo estás?

–Bien, estoy tranquila, tenía miedo, pero con ustedes a mi lado me sentí mejor.

–Siempre estaremos para ti, te amo Grace, más de lo que puedes imaginar.

–Yo también te amo Adam. – deposité un beso en sus labios, él mordió mi labio inferior haciéndome gemir, continuó besándome y bajó a mi cuello, dejó pequeñas mordidas en él, comenzó a quitar mi camisa lentamente, me besó y continuó bajando por el valle de mis pechos, desabrochó mi sostén, tomó mi pezón con sus dientes, estaban sensibles, dolían pero al mismo tiempo era un dolor placentero, estaba completamente mojada, sus besos bajaron por mi estómago a mi ombligo y después al comienzo de el pantalón, con las yemas de sus dedos acarició suavemente cada espacio de mi cuerpo, bajó la bragueta de mi pantalón y me lo quitó salvajemente y lo lanzó en alguna parte de la habitación, comenzó a besar suavemente mis piernas hasta subir a mi entrepierna y depositó besos suaves por encima de mis bragas, lo jalé del cabello.

–Ah…ah…Adam…ah…ah…

–Tranquila.

Con sus dientes me quitó las bragas, comenzó a introducir sus dedos y moverlos circularmente dentro de mí, clavé mis uñas en la cama apretando las sábanas, sacó sus dedos, tomó mis piernas y las puso en sus hombros dejando mi entrepierna a su vista, comenzó a atacar con su lengua mi entrepierna haciéndome gemir, mordió mi entrepierna haciéndome gritar, tomó mis piernas con sus manos y me giró audazmente, dejándome boca abajo, me dio una nalgada robándome un gemido, tomó mi cintura acercándome a él, se deshizo de su ropa quedando completamente desnudo y rozó mi entrepierna con la suya haciéndome jadear, abrió mis piernas y su mano comenzó a acariciar mi entrepierna, se acercó y comenzó a lamer, su lengua se movía rápido llevándome al borde, introdujo un dedo y comenzó a entrar y salir, el fuego que sentía en mi interior iba creciendo, haciendo que el calor aumentara, comenzó a besar mi espalda y morder suavemente, tomó mis manos poniéndolas atrás de mi espalda, tomó su corbata y las amarró detrás de mí, me giró dejándome boca arriba, abrió mis piernas y dobló mis rodillas, su lengua comenzó a jugar con mi clítoris haciendo que mi cuerpo de se arqueara completamente, sentía como si fuera a explotar.

Adam siempre protege a Grace, por eso es su héroe, la salva de todos.

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