courageous| neville longbottom

By SolinneGarte

223K 19.2K 22.7K

Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas. Ambos se... More

introduccion
prólogo
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎
capítulo 1
capítulo2
capitulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15 (parte 1)
capítulo 15(parte2)
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35(parte 1)
capítulo 35(parte 2)
capítulo 36 (parte 1)
capítulo 36 (parte 2)
capítulo 37
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
Capitulo 44
Gracias por su apoyo.

capítulo 40

2.7K 255 336
By SolinneGarte

════ ⋆★⋆ ════

El callejón Diagon ha cambiado bastante desde la última vez que tuvimos la oportunidad de visitarlo: los llamativos y destellantes escaparates donde se exhibían libros de hechizos, ingredientes para pociones y calderos, ahora están ocultos detrás de unos enormes carteles que el Ministerio de Magia ha pegado en los cristales. Algunos carteles tienen fotografías animadas en blanco y negro de mortífagos, como Bellatrix Lestrange, por ejemplo.

—¿A dónde iremos primero, Molly? —le pregunta mi padre a mamá, siguiéndola por las calles adoquinadas.

—Me parce que lo mejor sería ir primero a Madame Malkin; Hermione y Sophie quieren una túnica de gala nueva y Ron enseña demasiado los tobillos con la del uniforme. Y tú también necesitarás una nueva, Harry, porque has crecido mucho. Vamos, por aquí...

—Molly, no tiene sentido que vayamos todos a Madame Malkin. —objeta papá. —¿Por qué no dejas que Hagrid los acompañe a ellos cuatro y nosotros vamos con Ginny a Flourish y Blotts a cómprales los libros de texto?

—No sé, no sé. —responde mamá, angustiada. Resulta evidente que no confía demasiado en Hagrid como para dejarlo a cargo de nosotros, aunque en realidad esa es la única razón por la que nos está acompañando. —Hagrid, ¿crees que...?

—No sufras, Molly, conmigo no va a pasarles nada. —la tranquiliza él.

Mamá no parece muy convencida, pero finalmente acepta que nos separemos y sale apresurada hacia Flourish y Blotts con papá y Ginny.

Hay muy pocas personas paseando por el callejón, y la mayoría sólo está haciendo compras rápidas para después desparecer lo más pronto posible, también tratan de mantenerse en grupo y no se distraen con nada. Todos tienen expresión atemorizada.

—Oigan, no me dejen solita. —me quejo con un murmuro asustado, siguiendo a mis amigos y a Hagrid por las calles.

—No sé si vamos a caber todos ahí dentro. —observa Hagrid tras detenernos delante de la tienda de Madame Malkin. —Si les parece bien, me quedaré vigilando aquí.

Los cuatro nos apresuramos a entrar en la tienda. A primera vista parece varía, pero en cuanto la puerta se cierra detrás de nosotros, escuchamos una voz conocida detrás de un perchero de túnicas de gala con lentejuelas azules y verdes.

—...ningún niño, por si no te habías dado cuenta, madre. Soy perfectamente capaz de hacer las compras por mi cuenta.

Alguien chasquea la lengua, y luego otra voz que identifico como la de Madame Malkin dice:

—Mira, querido, tu madre tiene razón, en los tiempos que corren no es conveniente pasear solo por ahí, no tienen nada que ver con la edad...

—¡Quiere hacer el favor de mirar dónde clava el alfiler!

Un chico pálido, de facciones afiladas, cabello rubio platino y un atractivo que resulta molesto de ver en su rostro, sale de detrás del perchero. Lleva puesta una elegante túnica verde oscuro con alfileres alrededor del dobladillo y los bordes de las mangas.

Primero un par de zancadas, se coloca ante el espejo y luego se mira, tarda unos instantes en vernos reflejados detrás de él, y entonces entrecierra sus ojos grises.

—Si te preguntas por qué huele mal, madre, es que acaba de entrar una sangre sucia. —anuncia Malfoy.

—¡No hay ninguna necesidad de emplear ese lenguaje! —lo reprende Madame Malkin saliendo de detrás del perchero. Harry y Ron sacan sus varitas y apuntan hacia Malfoy.—¡Y tampoco quiero ver varitas en mi tienda!

—Yo pensé que lo que olía a mierda era tu rostro... ya sabes, porque tienes cara de culo. —le respondo a Malfoy, sonriéndole falsamente.

—¡Señorita, ese lenguaje no se permite aquí! —exclama Madame Malkin, mirándome reprobatoriamente.

—Déjenlo, en serio, no vale la pena. —susurra Hermione, detrás de nosotros.

—¡Vaya, Weasley! —murmura Malfoy con tono burlón. —Me sorprende verte entre nosotros, pensé que terminarías en San Mungo como los padres idiotas de tu novio Longbottom.

—¡Tú, maldito hurón retorcido! —gruño furiosa, levantando mi varita. —No te atrevas a hablar de los padres de Neville.

—¿Qué me harás? —pregunta él, retador. —No eres más que una estúpida traidora...

—¡Basta ya! —ordena Madame Malkin y mira a sus espaldas en busca de ayuda. —Por favor, señora...

Narcissa Malfoy sale de detrás del perchero con aire despreocupado.

—Guarden las varitas. —nos exige con frialdad. —Si vuelven a atacar a mi hijo, me encargaré de que sea lo último que hagas.

—¿Lo dice en serio? —la desafía Harry. Avanza un paso y mira con fijeza a la mujer cuyo arrogante rostro me recuerda al de su hermana. —¿Qué piensa hacer? ¿Pedirles a algunos mortífagos amigos suyos que nos liquiden?

Madame Malkin suelta un gritito y se lleva las manos al pecho.

—Chicos, no deberían acusar... Es peligros decir cosas así. ¡Guarden las varitas, por favor!

Pero ninguno de nosotros le hacemos caso.

Narcissa Malfoy esboza una desagradable sonrisa.

—Veo que ser el preferido de Dumbledore te ha dado una falsa sensación de seguridad, Harry Potter. Pero él no estará siempre a tu lado para protegerte.

—¡Carajo! —exclama Harry, mirando con sorna alrededor. —¡Ahora no lo veo por aquí! ¿Por qué no lo intenta? ¡Quizá le encuentren una celda doble en Azkaban y pueda ir a hacerle compañía al fracasado de su marido!

Ahogo una carcajada de victoria, y mentalmente abrazo a Harry con orgullo.

Draco, furioso, se abalanza sobre Harry, pero tropieza con el dobladillo de la túnica. Tanto Ron como yo soltamos una carcajada.

—¡No te atrevas a hablarle así a mi madre, Potter! —gruñe.

—No pasa nada, hijo. —interviene Narcissa, poniéndole una mano en el hombro para sujetarlo. —Creo que Potter se reunirá con su querido Sirius antes de que yo vaya a hacer compañía a Lucius.

Harry levanta un poco más la varita.

—¡No, Harry! —gime Hermione y le tira del brazo para bajárselo. —Piensa... No debes... no te metas en problemas.

Madame Malkin titubea un momento antes de decidir comportarse como si nada pasara, con la esperanza de que realmente no llegara a pasar nada. Se inclina hacia Draco, que todavía mira con odio a Harry.

—Me parece que tendríamos que acortar la manga izquierda un poquito más, querido... Déjame.

—¡Ay! —chilla Draco, y le da un golpe brusco en la mano. —¡Cuidado con los alfileres, señora! Madre, creo que no quiero esta túnica...

Se quita la prenda por la cabeza y la arroja al suelo.

—Tienes razón, hijo. —coincide Narcissa, y nos lanza una profunda mirada de desprecio a Hermione, Ron y a mí. —Ahora veo la clase de gentuza que compra aquí. Será mejor que vayamos a Twilfitt y Tatting.

Draco se asegura de tropezar conmigo antes de salir, dándome un golpe tan fuerte que me manda al suelo.

—Maldito idiota. —murmuro furiosa, aceptando la mano de Harry y poniéndome de pie. —Este curso no me importará meterme en problemas, en cuanto me lo encuentre por los pasillos me encargaré de vengarme... Tantos años con Fred y George no pasaron en vano.

—Bueno, sea cual sea tu plan yo estoy dentro.

La dueña de la tienda se pasa la mayor parte del tiempo muy alterada mientras Harry y Ron se prueban las túnicas nuevas, e incluso intenta vendernos a Hermione y a mí túnicas de gala de mago en lugar de túnicas de bruja.

Cuando por fin se despide de nosotros, parece muy alegre de vernos marchar.

—¿Ya lo tienen todo? —pregunta Hagrid, jovial, cuando los cuatro salimos a la calle.

—Más o menos. —le contesto, mirando inconforme el interior de la bolsa que contiene mi túnica. —¿Has visto salir a mamá hurona cara de culo y a huroncito?

Hagrid me mira confundido.

—Se refiere a los Malfoy.

—¡Oh, sí! Pero descuiden, jamás se les ocurriría armar jaleo en medio del callejón Diagon.

Suelto un bufido, pero antes de que pueda sacarlo de su error, mis padres y Ginny llegan cargados de pesados paquete de libros.

—¿Están todos bien? —pregunta mamá, acercándose a nosotros y dándonos un corto abrazo a cada uno, como si nos hubiéramos separado por semanas. —¡Estupendo! Entonces podemos pasar por el boticario y El Emporio de camino hacia la tienda de Fred y George. ¡Vamos, no se separen!

—¡Merlín en calzones! —exclamo, deteniéndome en seco.

—Sophie, ¿qué te he dicho de mencionar al Gran Merlín de esa forma? —me riñe mi madre, lanzándome una mirada de advertencia. —Apúrale, no te quedes parada ahí con cara de tonta.

Pero yo estoy demasiado anonadada como para continuar. Delante de nosotros esta el local de Fred y George, que comparado con las demás tiendas, la de mis hermanos parece un espectáculo de fuegos artificiales.

Los escaparates son deslumbrantes, llenos de artículos que giran, revientan, destellan y brincan, hay montones de luces y carteles con personas animadas muy divertidas. Incluso hay un enorme cartel morado en el que se lee:

¿Por qué le inquita El-que-no-debe-ser-nombrado?

¡Debería preocuparle LORD KAKADURA,

La epidemia de estreñimiento que arrasa el país!

Me echo a reír en cuanto leo esto último.

Mamá suelta un débil gemido, contemplando el cartel horrorizada.

—¡Esto va a costarles la vida! —susurra.

—¡Qué va! —salta Ron, riendo también. —¡Es genial!

—¡Vamos, vamos! Quiero entrar ya. —los apuro, y paso por su lado para entrar en la tienda.

Está tan abarrotada de clientes que no puedo acercarme a los estantes, pero aun así estoy fascinada mirando alrededor y contemplando las cajas amontonadas hasta el techo. Están los Surtidos Saltaclases que los gemelos perfeccionaron durante su último curso, el turrón sangranarices que parece ser muy solicitado, pues sólo queda una caja en el estante, hay varitas trucadas, cajas de plumas.

—¡Varitas de regaliz infinitas! —exclamo encantada, acercándome al estante para tomar una. —Estoy segura de que las crearon para mí, son mi dulce favorito...

Ron y Harry comparten una mirada, claramente burlándose de mi comentario.

—Lamento romper tu ilusión, pero en realidad las hicimos por la nueva novia de George. —me sorprende una voz a mi espalda. —Pero me alegra saber que te eduqué bien en eso de sentirte el centro del universo... llévate una gratis.

Fred está sonriendo radiante, y me sacude el cabello de forma amistosa. Lleva una túnica de color magenta que desentona con su cabello pelirrojo.

—¿George tiene una nueva novia? —pregunta Ginny, confundida.

—¿Crearon este dulce por ella y no por mí? —repito mirando la varita de regaliz ofendida.

—Te di uno gratis, confórmate con eso. —espeta mi hermano exasperado. —Y sí, nuestro querido George tiene un nuevo instrumento de tortura... pero no les diré quien es.

—Lo averiguaré por mi cuenta, no te preocupes. —le garantizo entrecerrando los ojos. —Y me llevaré tres de estos.

—Son 3 galeones. —me dice George, apareciendo de la nada.

—¿Por los tres?

—Cada uno, tonta. —responde Fred, y me suelta un golpe en la cabeza antes de guiar a Harry hacia el otro lado de la tienda.

—¡Oigan!, ¿cuánto por esto? —les grita Ron, siguiéndolo mientras sostiene un extraño artefacto morado.

—Cinco galeones. —responden los gemelos al mismo tiempo.

—¿Cuánto para mí? —les vuelve a preguntar, con una sonrisa de lado.

—Cinco galeones. —repiten.

—Pero soy su hermano. —dice ofendido.

—Diez galeones.

—Son unos abusivos. —murmuro molesta.

Pero aún así tomo las tres varitas de regaliz antes de seguir a Hermione y a Ginny hacia una sección rosa donde parecen estar observando unas extrañas bolas de pelusa color rosa y morado que ruedan por el fondo de una jaula y emiten agudos chillidos.

—¿Qué son estos? —les pregunto, inclinándome para acariciar uno.

Micropuffs. —me responde Ginny, sosteniendo uno sobre su hombro. —Según George son Puffskeins en miniatura. Dice que no se dan abasto, venden montones.

—¡Son tan lindos! —digo encantada, tomando una entre mis manos. —Hermione, mira esta cosita... ¿qué haces?

Hermione pega un brinco, alejándose de una extraña fuente de color rosa chillón donde varias chicas se ríen mirando los productos.

—Sólo estoy viendo... creo que son filtros de amor.

—El mejor surtido de filtros de amor que pueden encontrarse en el mercado. —la corrige Fred con orgullo, apareciendo junto a nosotras.

Ginny arquea una ceja con escepticismo. —¿Funcionan?

—Claro que funcionan, hasta 24 horas seguidas, según el peso del chico en cuestión...

—... y del atractivo de la chica. —termina George, apareciendo a su lado. Y añade con expresión severa —Pero no pensamos vendérselos a nuestras hermanas... porque según nos han contado Sophie volvió con su ex, y Ginny sale con cinco chicos a la vez.

—Cualquier cosa que te haya contado Ron es una mentira. —repone Ginny sin perder la calma.

—Y yo no volví con Neville, sólo somos mejores amigos. —les sonrío de forma amarga, y me inclino para tomar del estante un pequeño tarro rosa. —¿Qué es esto?

—Crema desvanecedora de granos, actúa en diez segundos... no, no te la voy a regalar. —Fred agrega en seguida al ver mi expresión. —Pero no cambien de tema... Ginny, ¿es verdad que sales con un chico llamado Dean Thomas?

—Sí, es verdad. —admite Ginny. —Y la última vez que me fijé, te aseguro que era un chico y no cinco.

—Y Sophie... ¿es verdad que tuviste una cita romántica con Neville Longbottom en Londres Muggle? —cuestiona George, mirándome acusador.

—No fue una cita romántica, Finn y Oph...—me detengo de golpe, recordando la presencia de Fred. Cada que menciono a Lia, Fred comienza a actuar como un idiota arrogante y prepotente, más de lo que ya es normalmente. —Finn nos acompañó.

—Ahora tú, Ginny... cuéntanos, ¿qué ha pasado con Michael Corner?

—Lo dejé, era un mal perdedor. —responde mi hermana, regresando hacia la jaula de los micropuffs. —Mira, Sophie. Necesitamos uno...

—¡Son adorables! —chillo, metiendo un dedo entre los barrotes para acariciarlos.

—Sí, adorables. —concede George, y se vuelve de nuevo hacia mí. —¿Entonces tuviste una cita con tus dos ex novios? ¿Juntos?

—Finn jamás fue mi novio. —le aclaro.

—Pero se besaron y fueron a citas juntos. —me recuerda Fred, como si yo hubiera olvidado ese detalle.

—¿Ustedes cómo diablos saben tanto de mi vida amorosa? —les reprocho.

—Ese no es el punto, el punto es... ¿no creen que cambian muy rápido de novios? —pregunta Fred.

Ginny y yo compartimos una mirada antes de echarnos a reír, pero cuando nos volvemos hacia ellos les lanzamos una mirada de esas que sólo mamá, ella y yo sabemos manejar.

—Eso no es asunto suyo...

—Y además eres muy hipócrita, señorito "todas mías"...

—¿Cuántas novias tuviste en el colegio? —continua Ginny.

—¿Cuántas ni siquiera fueron tus novias pero terminaron con tu lengua metida en la garganta?

—Cuanto tu seas un modelo ejemplar con tus relaciones...

—Puedes venir a darnos consejos sobre las nuestras...

—¡Y a ti, Ron—añade mi hermana, dirigiéndose a Ron que acaba de llegar cargado de artículos. —te agradeceríamos que no les cuentes cuentos sobre nosotras a estos dos!

—Que tu vida amorosa sea tan inexistente como las joyas de oro de la tía Muriel, no te da el derecho de hablar de las nuestras. —sentencio, golpeando su hombro cuando paso por su lado. Papá está caminando hacia nosotros, sonriendo ampliamente mientras carga varios artículos de magia muggle —¿Papi nos compras un micropuff?

—¿Un qué, calabacita? —pregunta papá, ajustándose las gafas confundido.

—No les compres nada, Arthur.—le advierte mamá.—Ya gastaste mucho con esas tonterías, no dejes que te convenzan.

—Pero papá tienes que verlos...—murmura Ginny, sujetándolo de un brazo.

—Mira, son tan lindos...—añado y lo tomo del otro brazo para guiarlo por la tienda. —Ginny quiere el rosa, y yo el morado...

════ ⋆★⋆ ════

—No lo sé, Harry. —murmuro poco convencida mientras miro distraídamente por la ventana del compartimiento. —Sé que lo que vieron se ve muy mal, pero... ¿no crees que estás exagerando demasiado? Pudo haber sido cualquier cosa, a lo mejor Malfoy sólo quería conseguir un objeto que él rompió en su casa, alguna reliquia tenebrosa de su padre que estropeó o algo así.

Cuando entré en el compartimiento con Harry, después de despedirnos de Ron y Hermione (tienen deberes de prefectos), y de Ginny (fue a besuquearse con Dean), no pensé que iba a tener que soportar horas de platicas conspirativas sobre Draco Malfoy.

Sólo espero que Neville no tarde en aparecer, cuando subí al tren no lo vi por ninguna parte por lo que asumí que todavía no había llegado. Pero ya va más de una hora y sigue sin aparecer, por más que quiero ir a buscarlo me parece mal educado dejar a Harry solo.

Por más fastidioso que sea.

—No, no se había desecho del otro objeto. —dice Harry por enésima vez. —A mi me sonó como si Borgin tuviera otro objeto semejante al que se le ha estropeado a ambos y éste quería poseer ambos.

—¿Tú crees? —dudo si ponerle importancia, pasando la mirada por los alumnos que caminan en el pasillo.

—Sí, creo que si. —afirma Harry, y cuando ve que no insisto más, añade: —El padre de Malfoy está en Azkaban. ¿No crees que a Draco le gustaría vengarse?

Vuelvo la mirada hacia él y pestañeo varias veces seguidas, todavía confundida.

—¿Vengarse? ¿Malfoy? ¿Cómo va a vengarse?

—¡De eso se trata, de que no lo sé! —suspira Harry, frustrado. —Pero estoy convencido de que trama algo y creo que deberíamos tomárnoslo en serio. Su padre es un mortífago y...

Se interrumpe bruscamente, boquiabierto y con la mirada clavada en la ventana del tren.

—¿Qué pasa, Harry? —me asusto, incorporándome en el asiento. —No te dolerá otra vez la cicatriz, ¿verdad?

—Es un mortífago. —repite Harry despacio. —¡Ha relevado a su padre como mortífago!

Hay un pequeño silencio antes de que yo suelte una carcajada.

—¿Malfoy? ¡Pero si sólo tiene 16 años! ¿Cómo quieres que Quien-tú-sabes le permita unirse a los mortífagos? —trato de hacerlo entrar en razón, pero él sigue igual de decidido. —Es muy poco probable, Harry. ¿Qué te hace pensar eso?

—En la tienda de Madame Malkin... ella no lo tocó, pero Malfoy gritó y apartó el brazo cuando ella fue a enrollarle la manga de la túnica. Era su brazo izquierdo. ¡Le han grabado la Marca Tenebrosa!

Como deseo que Ron y Hermione estén aquí.

Trato de poner mi mejor sonrisa amistosa.

—Harry... quizá sólo quería largarse de allí. Sigo sin creer eso... parece imposible.

Harry aplana los labios con molestia, y se cruza de brazos mientras posa la mirada en la ventana.

—Vamos, Harry. —trato de animarlo y le lanzo un paquete vacío de chocolate. —Mira... podemos mantener a Malfoy vigilado este curso, yo te ayudaré a tenerlo en la mira por si hace algo extraño.

—Lo que sea. —murmura contrariado, pero parece un poco más tranquilo. —¿No te ibas a ver con tu novio?

—Neville no es mi novio. —le aclaro con el rostro colorado. —Y no lo he visto... él sabe que siempre estamos en este compartimiento, ya vendrá.

—Claro, no es tu novio. —comenta burlón.

—No empieces, Harry Potter. —le advierto, apuntándolo amenazadoramente con mi varita de regaliz. —Porque yo sé muchas cosas sobre ti... cosas que incluyen a Ginny.

Mi amigo se pone tenso de inmediato, y se vuelve hacia mí con expresión culpable y el rostro ligeramente sonrojado.

—¿Qué tiene que ver Ginny? —pregunta haciéndose el confundido.

—¿Crees que a mí, la persona más... curiosa de la familia, se me pasaría por alto todas las miradas y sonrisitas tontas que le lanzaste a mi hermana durante el verano?

—N-no entiendo de lo que me hablas. —agrega negando con la cabeza. —Ginny sólo es mi amiga, como tú.

—Si tú lo dices...

Harry va a responder, pero justo en ese momento la puerta del compartimiento se abre, revelando a la persona que he estado esperando.

—¡Nev! —chillo emocionada, poniéndome de pie en un brinco para abrazarlo.

—¡Hola, bonita! —murmura él, dejando un beso sobre mi cabeza y abrazándome por los hombros. —Te estuve buscando por todo el tren... ¡Hola, Harry!

—¡Qué tal, Neville! —saluda Harry, y no paso por alto la mirada burlona que me lanza.

—¡Harry, Sophie! —dice también una chica de cabello largo y grandes ojos vidriosos que va con Neville.

—¡Hola, Luna! —saludamos Harry y yo al mismo tiempo. —¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias. —contesta ella. Lleva una revista apretada contra el pecho; en la portada se anuncia con grandes letras que ese número incluye unas espectro-gafas de regalo.

—Veo que El Quisquilloso sigue en la brecha. —comenta Harry con cierto cariño.

—Sí, ya lo creo. Su tirada ha aumentado mucho. —confirma Luna, muy contenta.

—Tomen asiento...—les ofrezco. Neville se apresura a colocarse junto a mí, y Luna se acomoda con Harry. — ¿Dónde está Ophelia, Luna?

—Es prefecta ahora. —dice ella con orgullo evidente. —Estaba tan contenta cuando se enteró que lloró durante 2 días seguidos... cuando me escribió su carta era difícil de leer por tantas marcas de lágrimas.

—¡Vaya, bien por ella! Se lo merece por completo.

Luna asiente sonriendo antes de ponerse a leer la revista con gesto distraído.

—¿Seguiremos celebrando reuniones del ED este año, Harry? —pregunta Neville sonriéndole mientras intenta atrapar a su mascota. —¡Eh, Trevor, vuelve aquí!

Y se mete debajo del asiento para recuperar a su sapo.

—No tendría sentido, puesto que ya nos libramos de la profesora Umbridge, ¿no? —responde él.

Neville se golpea la cabeza contra el asiento al salir de debajo, y yo ahogo un grito de dolor.

—¡A mí me gustaba mucho el ED! ¡Aprendí muchísimo contigo! —dice animado, y me pone a Trevor en el regazo. —Cuídamelo un momento, por favor... buscaré su cajita.

—A mí también me gustaban esas reuniones. —coincide Luna. —Ahí me di cuenta de que las personas pueden tener más un amigo.

Justo en ese momento escuchamos un pequeño alboroto en el pasillo: un grupo de niñas de cuarto cuchichean y ríen delante del compartimiento.

—¡Pídeselo tú!

—¡No, tú!

—¡Ya se lo pido yo!

Y una de ellas, una niña con cara de atrevida y grandes ojos oscuros, de barbilla puntiaguda y largo cabello negro, abre la puerta y entra.

—¡Hola, Harry! Me llamo Romilda Vane.—se presenta con aplomo, y su rostro se vuelve pálido cuando nuestras miradas se cruzan. —¡Oh, S-Sophia Weasley! ¿Por qué no vienen a nuestro compartimiento? No tienen por qué andar con éstos...

Arqueo una ceja con molestia, y le doy una mirada desdeñosa que la hace retroceder.

—Son nuestros amigos. —responde Harry con frialdad.

—¡Ah! —musita la niña, cortada. —Pues bien.

Se retira y cierra la puerta corrediza.

—La gente espera que tengan amigos más populares e interesantes. —observa Luna, con su franqueza.

—Ustedes son interesantes. —replica Harry tajante. —Ninguna de esas niñas estuvo en el ministerio. Ninguna peleo a mi lado.

—Eso que dices es muy bonito. —le agradece Luna y se coloca las espectrogafas para leer El Quisquilloso.

—Además, ustedes son mucho más agradables que ellas. ¿Vieron la clase de superioridad que se maneja? ¡Y me miró como si fuera una bruja!

—Te tenía miedo. —agrega Luna con obviedad. —En el colegio se corrió el rumor de que tuviste un duelo contra Bellatrix Lestrange y ahora todo el mundo te... respeta y teme. Y las chicas creen que eres increíble porque saliste con montones de chicos guapos el curso pasado.

¿Qué demonios?

Harry y Neville se vuelven hacia mi entre asombrados y aturdidos por la nueva información.

—¿De qué hablas? —le digo confundida. —No salí con montones de chicos... sólo con dos y lo de Finn no duró.

—Oh, yo sé eso. —responde Luna. —Pero las chicas menores no, para ellas eres algo así como un ídolo... y no sólo por tus novios falsos, todas quieren ser Sophie Weasley; valiente, guapa, buena en el Quidditch, divertida y tiene a todos los chicos babeando.

Bueno, ahora que lo pones así no es tan malo.

—Genial, ahora su ego estará por las nubes. —murmura Harry con amargura. —Quita esa sonrisa, no eres especial.

Eso sólo me hizo sonreír más, e inflé mi pecho con orgullo.

—¿Celoso, Potter? —le pregunto egocéntrica.

—Neville controla a tu novia. —gruñe Harry.

Neville abre los ojos desmesuradamente mientras el sonrojo le sube por el cuello.

—N-nosotros n-no so-somos...—se aclara la garganta. —Sophie y yo n-o somos no-novios.

—Todavía. —agrego con un guiño hacia Neville que lo hace ponerse aun más colorado.

Los siguientes veinte minutos los pasamos hablando de quidditch, y de los planes que tengo para el equipo este curso.

El año pasado ganamos la copa a pesar de las circunstancias, y este curso estoy decidida a volverla a ganar, pero no sólo eso, planeo dejar mi legado al liderar al mejor equipo de Quidditch que el colegio ha tenido.

Incluso puedo visualizar mi rostro en un cuadro con la placa de "La mejor capitana de Quidditch en la historia". Pero jamás admitiré eso en voz alta, de por sí las personas ya piensan que soy egocéntrica.

No es mi culpa haberme criado con Fred Weasley.

—¿Ya pasó la señora del carrito? —pregunta Neville después de un rato. —Me muero de hambre.

—Podemos ir a buscarla, yo tengo ganas de una rana de chocolate. —ofrezco, y me pongo de pie cuando él acepta.

—Trae una para mí. —pide Harry mientras salimos del compartimiento.

Neville y yo recorremos juntos los compartimientos, él se mantiene detrás de mí la mayor parte del trayecto mientras yo lidero.

Las palabras de Luna se van confirmando conforme recorremos el tren, pues muchas niñas de cursos inferiores me lanzan miradas de admiración, sonrisas agradables y saludos repentinos, varias de ellas incluso alagan mi ropa aunque no llevo nada interesante.

—¡Adoro tu estilo! —chilla una niña de cuarto cuando nos la topamos por el pasillo. —¿En qué te inspiras para vestir así?

—Yo... eh... ¿en ropa de segunda mano? —murmuro un poco avergonzada y confundida.

—Adoro lo vintage. —dice fascinada antes de extenderme algo. —Toma, te regalo mi collar. Es una reliquia familiar y le queda perfecto a tus zapatos

Yo lo acepto algo insegura, y cuando trato de devolvérselo ella sale corriendo hacia un compartimiento.

Neville y yo ahogamos una carcajada cuando retomamos nuestro camino.

—¿Qué demonios fue eso? —pregunto entre risas.

—Tu pequeño club de fans. —contesta él.

—Ni siquiera sé por qué me admiran... quiero decir soy increíble, pero no es para tanto. —digo, tratando de ser lo más humilde posible.

Neville suelta una risa, y me sacude el cabello con ternura.

—Ni tú te lo crees, estoy seguro de que estás pensando "Por fin se dan cuenta de la clase de estrella que soy" llevas esperando esto desde que naciste.

—Deja de conocerme tan bien, Longbottom.

—Imposible, es lo que mejor se me da. Uno de mis muchos talentos.

—¿Ah, sí? —repito irónica. —¿Cuáles son los demás?

—Herbología, obviamente. —enumera él. —Cuidar a Trevor...

—Pueees...

—Shh, calla. —me interrumpe. —Ayudar a las personas, cocinar, recordarle a Sophie que debe ducharse...

—¡Oye eso es mentira! Yo solita recuerdo que debo ducharme. —eso no es del todo cierto.

—Darle halagos a Sophie, poner nerviosa a Sophie, y...

Se interrumpe de pronto, y sus mejillas se ponen rojas.

—¿Y? —lo animo.

—Y nada, creo que es todo. —sentencia.

Yo entrecierro los ojos hacia él, mirándolo acusadoramente.

—Era algo sucio, ¿no, Longbotttom? —me burlo de él. —Tú, señor pervertido...

—Sigue caminando, molesta. —murmura intentando ocultar su sonrojo.

—¿Quién diría que Neville Longbottom es un pervertido?

—Cállate, mensa. —gruñe avergonzado.

—¿Mensa? ¿Ese es tu peor insulto?

—Sigue caminando, Muriel.

—¡Oh, cállate! —brinco enojada. —Odio ese nombre, no vuelvas a decirlo.

—No vuelvas a ser una mensa.

No puedo evitar reír ante su insulto.

Pero mi sonrisa se congela en cuanto veo a cierta persona salir de uno de los compartimientos del fondo, en dirección al carrito de dulces.

Él no parece verme todavía, pero conforme nos acercamos nuestra presencia resulta evidente.

Thomas Nott.

Es un chico alto, probablemente de la misma estatura que Neville o un poco menos, cabello negro, ojos verdes que parecen estar entrecerrados siempre y rostro serio. Tiene un aura de misterio rodeándolo que lo vuelve imponente, además de que su mirada parece que siempre tiene ganas de asesinar.

En cuanto me ve, sonríe.

Pero no, no es una sonrisa amigable y linda.

Es ladina, burlona e incluso maliciosa, como si supiera algo de mí que yo desconozco.

—Sophia Weasley.—murmura con lentitud, remarcando cada letra de mi nombre como si lo saboreara. Sus ojos brillan de una manera retorcida.

—Thomas Nott.—repito, tratando se imitar su tono aunque no lo logro del todo. Thomas Nott me intimida, pero jamás lo aceptaré en voz alta.

Él sonríe aún más, como si disfrutara de mi nerviosismo.

Neville pasa la mirada de uno al otro, claramente confundido. Pero parece decidir que no le agrada Nott pues su ceño se frunce en esa dirección.

Nott ignora su presencia por completo.

—No puedo creer que tengas el valor de presentarte a Hogwarts para un curso más.—murmura lentamente, mirándome de arriba a abajo.—Mucha gente no está contenta contigo... no después de lo ocurrido a finales del curso pasado.

—Por fortuna me importa un rábano lo que las personas piensen de mí. Y si alguien tiene un problema con mi presencia en el colegio, sencillamente puedo darles una demostración de lo grandiosa que soy en los duelos.—le respondo con una sonrisa.—Si no me crees pregúntale a tu papi, según recuerdo, yo le patee su asqueroso trasero mortífago.

Neville ahoga una exclamación, y me lanza una mirada de advertencia.

Para mi sorpresa, Thomas sonríe abiertamente.

—Sí, eso escuché.—comenta con lo que parece ser... alegría.—No estuviste nada mal, aunque yo hubiera preferido que mínimo lo dejaras en coma por unos años... pero nada mal para una niñita.

Tras pagar por sus dulces, camina de regreso a su compartimiento.

—Yo que tu iría con cuidado, Weasley.—murmura antes de alejarse.

—¿Quién diablos es ese chico?—pregunta Neville de inmediato, mirándome confundido.

—Ahora sí maldices, ¿eh?—me burlo mientras tomo una rana de chocolate. Neville me lanza una mirada seria.—Es Thomas Nott, un idiota de Slytherin.

—No me agrada... no me agrada nada.—murmura negando y apretando los labios.

—Ya, a mi tampoco.

En cuanto compramos los dulces con la señora del carrito, nos regresamos al compartimiento intentando esquivar a la mayoría de mis nuevas admiradoras.

Lo que casi resulta en una victoria de no ser por el grupo de chicas que me detuvo cuando estábamos por llegar.

La mayoría son niñas de cuarto y quinto, pero hay unas cuantas de mi curso que reconozco por el ED.

—¡Eh, Sophie! —me llama Katie Bell, sonriéndome amigablemente desde el interior del compartimiento. —Con las chicas estábamos hablando de las reuniones del ED, les dije que sabes hacer el encantamiento patronus.

—¿Eso es cierto? —pregunta una niña que desconozco, me mira realmente emocionada.

—Yo... bueno, no soy una experta. —murmuro algo avergonzada, tengo meses sin practicarlo. —Deberían llamar Harry, él es muy bueno en eso...

—¡No, no! —chilla una de ellas. —Queremos verte a ti, Katie dijo que tu patronus era una leona. ¡Eso es tan increíble!

Neville y yo compartimos una mirada antes se apartarla. Siento que me pongo colorada al recordar que nuestros patronus son literalmente un león y una leona.

Ni siquiera sé si significa algo, pero se siente demasiado intenso y personal.

—¡Por favor! —me pide una de las chicas después de que mi silencio.

Las demás empiezan a pedirlo a coro también.

—Supongo... supongo que puedo intentarlo. —digo finalmente, pasándole mis dulces a Neville y saliendo al pasillo para poder tener más espacio.

El grupo de chicas se arremolina alrededor de la puerta del compartimiento para verme.

Expectro Patronum

Al inicio no sucede nada, y me siento un poco avergonzada.

—¡Tú puedes, Sophie! —me alienta Neville.

Todas las chicas lo imitan, dándome ánimos.

Piensa en algo feliz, piensa en algo feliz.

No necesito escarbar mucho en mi memoria, a pesar de las circunstancias, este fue uno de los mejores veranos de mi vida.

Expectro Patronum.

Esta vez sale un tipo de explosión de vapor plateada de mi varita.

—¡Eso, ya casi! —me anima Neville, le doy una rápida mirada para encontrármelo sonriendo de oreja a oreja. —Dale, bonita.

Expectro Patronum

Esta vez la figura sale perfectamente, una bellísima leona translucida con brillo blanquecino recorre el pasillo entre los compartimientos. Saltando y corriendo como si fuera de verdad.

Todas las chicas ahogan un chillido y gritos de emoción, alertando al resto de los compartimientos que se asoman para ver lo que sucede.

—¡Es un Patronus! —exclaman varios anonadados.

Me vuelvo hacia Neville extasiada, él está mirándome orgulloso.

—Eres increíble.

De pronto, una voz imponente resuena por el pasillo y mi patronus se desvanece en el aire.

—Señorita, venga conmigo ahora mismo. —dice un hombre, está de pie en medio del pasillo y me mira de forma severa.

El mago no es muy alto pero si demasiado gordo, su cara es redonda con el cabello gris, tiene un bigote de morsa y una pequeña barba.

Todas las personas que estaban fuera de sus lugares se apresuraron a cerrar las puertas y desaparecer entro de sus respectivos compartimientos.

Le lanzo una mirada nerviosa a Neville, él tiene los ojos abiertos de par en par.

—Te veo luego. —le murmuro antes de seguir al hombre.

—Sígueme, por favor. —me pide con amabilidad. —Mi compartimiento no está muy lejos... ¿Cuál es tu nombre?

—Sophia Weasley. —murmuro con nerviosismo.

¿Será que me puede castigar por hacer un patronus? ¡No tiene sentido!

Además, ¿quién es este vejestorio?

Como si leyera mi mente, me responde.

—Yo soy el profesor Horace Slughorn. —se presenta con una sonrisita. —Seré profesor en Hogwarts durante este curso... dime, ¿en qué año estas?

—En sexto.

Él eleva las cejas asombrado.

—¿En sexto y ya sabes realizar a la perfección un encantamiento patronus? —repite incrédulo, y cuando yo asiento me sonríe de una manera radiante. —¡Increíble, maravilloso! Pasa, entra... mis invitados llegarán en un momento.

Me sorprendió encontrarme a Ginny dentro de compartimiento, estaba sentada con aspecto de no saber muy bien cómo había llegado hasta allí.

Ya somos dos.

—¡Oh, sí! Esta querida jovencita también es una proeza mágica, cuando me la encontré estaba realizando un maravilloso maleficio mocomurcielago. —explica sonriente. —Se llama...

—Ginny Weasley. —murmura ella.

—Somos hermanas. —le explico al profesor Slughorn.

—¡Oh, que maravilla! ¡Qué maravilla!

Conforme los minutos pasaron los invitados fueron llegando, reconocí de inmediato a Blaise Zabini, un arrogante Slytherin, también a Cormac McLaggen (también bastante arrogante), a Marcus Belby (un chico delgado y nervioso). Y varios invitados más que jamás había visto en mi vida.

Estaba tentada a abandonar el compartimiento, pues no entendía nada qué pintaba ahí, pero en cuanto Slughorn sacó la comida... bueno, preferí quedarme un ratito.

—¡Harry, amigo mío! —exclama Slughorn en cuento ve entrar a Harry, y para mi sorpresa, Neville va con él. —¡Cuánto me alegro de verte! ¡Y tú debes de ser Longbottom!

Neville, que parece bastante asustado, asiente con la cabeza. Yo le hago una seña con el brazo, poniéndome de pie detrás de Slughorn, y él me sonríe abiertamente, pareciendo más relajado.

Harry y Neville toman asiento en los únicos asientos libres (junto a mí y a Ginny).

—¡Qué contento estoy! —exclama Slughorn después de una corta presentación. —Ésta es una gran oportunidad para conocerlos un poco mejor a todos. Tomen, agarren una servilleta. He traído comida porque, si no recuerdo mal, el carrito está lleno de varitas de regaliz y el aparato digestivo de este pobre anciano ya no está para esas cosas... ¿Están buenos los pastelillos, señorita Weasley?

Yo, vergonzosamente, tengo la boca llena de ellos. Asiento entusiasta.

—Deliciosos, debería pasarme la receta. —murmuro después de tragar, sonriéndole educadamente.

—¡Vaya! ¿También te interesa la repostería? —pregunta encantado.

—Bueno... no es que me guste alardear. —digo mientras me sacudo el cabello, escucho a Harry reír por lo bajo. —Pero soy una gran repostera, mis galletas de chocolate son las mejores del condado de Devon.

—¡Qué excepcional! Yo también soy un gran admirador de la repostería. —dice sonriendo fascinado. —¿Y qué hay de ti, Cormac?

Resulta que la reunión básicamente se trata de escuchar a los demás fanfarronear sobre sus relaciones con alguien famoso o influyente, Ginny y yo éramos las únicas que no parecían pintar nada ahí.

Cuando fue el turno de Neville para hablar, él estaba muy nervioso e incomodo cuando le preguntaron acerca de sus padres, por más que intentaba mostrarle mi apoyo para que se relajara, él no lo logró. Al final de esa entrevista, tuve la impresión de que Slughorn todavía no sabía si Neville había heredado o no el talento de sus padres.

Y parecía que Neville también tenía esa impresión, pues puso un aspecto avergonzado en cuanto terminó de hablar.

—Yo creo que eres increíble. —le susurro mientras Slughorn enfoca su atención en Harry. —Mucho más que tus padres... no debes compararte con ellos, tú brillas a tu manera y lo haces de forma hermosa, Nev.

Él no me responde, pero entrelaza su mano con la mía.

—¡Lo llama "El Elegido"! —exclama Slughorn mirando a Harry como su fuera un pastelillo.

Todos lo miramos fijamente, y él no abre ni la boca.

—Hace años que circulan rumores, desde luego. —prosigue el profesor, escudriñando el rostro de Harry. —Recuerdo la noche en que... bueno, después de aquella terrible noche en que Lily y James... tú sobreviviste y la gente comentaba que tenías poderes extraordinarios...

Zabini emite una tosecilla para expresar un escepticismo burlón.

—Sí, Zabini, tú también tienes poderes extraordinarios... para dártelas de interesante. —murmura Ginny, fulminando con la mirada a Zabini.

Yo suelto una carcajada.

—¡Cielos! —exclama el profesor riendo entre dientes, y se vuelve hacia mi hermana. —¡Ten cuidado, Blaise! ¡Cuando pasaba por el vagón de esta jovencita la vi realizar un maravilloso maleficio de mocomurciélagos! ¡Yo en tu lugar no la provocaría!

Zabini se limita a esbozar un gesto desdeñoso.

—En fin. —dice Slughorn, retomando el hilo. —¡Menudos rumores han circulado este verano! Uno no sabe qué creer, desde luego... ¿Es cierto que estabas en el alboroto del ministerio?

Harry se mantiene en silencio, y finalmente asiente con la cabeza.

—¡Qué modesto, qué modesto! Pero las otras historias, la verdad, son tan descabelladas que lo confunden a uno... Por ejemplo, esa legendaria profecía...

—Nosotros no oímos ninguna profecía. —tercia Neville, y se pone rojo como un tomate al tener toda la atención puesta en él.

—Es verdad. —confirmo, incondicional. —Neville, Ginny y yo también estuvimos en el ministerio, y todo ese rollo del "Elegido" sólo son invenciones de El Profeta, como siempre.

—¿Ustedes también estuvieron allí? —pregunta Slughorn con interés, mirándonos a ambos con una sonrisa tentadora.

Pero ninguno le soltamos más información al respecto, así que él decide cambiar el tema. Se la pasó todo el tiempo fanfarroneando sobre magos ilustres a lo que enseñó en Hogwarts, y de su "Club de las Eminencias"

—¡Madre mía, pero si ya empieza a anochecer! —exclama por fin, después de un buen rato escuchándolo hablar. —Será mejor que vayan todos a ponerse las túnicas. McLaggen, ven a verme cuando quieras. Harry, Blaise, vengan también cuando quieran. Y lo mismo para ustedes dos, señoritas. ¡Dense prisa!

—Por fin se ha acabado. —masculla Neville, luciendo mucho más relajado cuando salimos a los pasillos del tren. —Ese Slughorn es un poco raro, ¿no creen?

—Demasiado, ni siquiera sé cómo terminé allí. —coincido. — Todo lo que hice fue un encantamiento patronus... pensé que iba a regañarme pero al final me felicitó y me invitó a comer. Qué absurdo, ¿no?

—Más absurdo es invitar a alguien porque su madre es famosa. —replica Harry mirando con ceño la nuca de Zabini. —O porque su tío...

Pero no termina la frase.

—Nos vemos luego. —dice, y saca la capa invisible para echársela encima.

—¿Qué demonios, Harry? —pregunto confundida.

—¡Después te lo cuento! —susurra antes de avanzar por el pasillo.

════ ⋆★⋆ ════

¡ESTOY DE VUELTA!

Este es un capítulo cortito que espero les guste;)

Lamento mucho no haber publicado el maratón que les prometí; volví a la universidad y parece que este semestre se viene demasiado pesado:(

Intentaré estar publicando una vez por semana, pero les pido que no se desesperen si me tardo más de lo esperado, aún así volveré.

Estoy muy emocionada por este acto, creo que será uno de mis favoritos y espero que ustedes también lo disfruten muchoooo.

Les mando besitosss.

Continue Reading

You'll Also Like

964K 149K 53
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
207K 13.7K 50
"No te vayas, hay muchas pero no hay de tú talla"
63.7K 3.8K 23
𝘋𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘮𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪ó𝘯 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘮á𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘗𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰...
394K 37.6K 62
La noticia de que Red Bull se arriesgo al contratar a una mujer para que reemplace a Sergio Pérez luego de su repentina salida del equipo, ronda por...