𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| ©

By AllfEdwardS

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❝ Dicen que la mejor manera de librarnos de la tentación es caer en ella.❞ LIBRO 1 | SERIE OSCURIDAD More

DADDY
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NOTA FINAL
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Final Verdadero | Dificultades

XXXIX

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XXXIX. Secuencias

👤henrycavill

❤ Le gusta a shaylena, heanminx09.9, babydanny y 988,09 más

henrycavill  GOOD morning...☀️

Ver los 897,12 comentarios

shaylena  Madre santisima, se me cruzó al ave María con el padre nuestro:0

shaylena  así de rica hasta yo te iba dando unos buenos besos corazón <3

cristine.abx  ¿Quién eres, bella ninfa?
:0

louist91  @niallhoran uhhhhhhhh

patrickd'galles  @niallhoran carajoooo!

danny&n4ever  @niallhoran queeeee:0

harrystyles  ¡acabo de llegar y ya están lloviendo los madrazos!

niallhoran  ...

shaylena  @babydanny @babydanny @babydanny @babydanny

shaylena  ¡se prendió esta mierdaaaa!

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

—Ven... —jalo el borde del albornoz que cubre el atlético cuerpo de mi profesor obligándolo a dejar el celular a un lado. Creo que ha llenado su galería con mis fotografías dentro de la tina con espuma, —bebé... —frunzo los labios quitándole el teléfono de las manos. Le ayudo a retirarse el albornoz dejándolo nuevamente desnudo ante mis ojos. Entra a la tina riéndose de mi desesperación y el no perder el tiempo cuando casi me le tiro encima.

Sabrá dios que cosas hizo mientras tecleaba en la pantalla ante mis ruegos por tenerlo de nuevo tomando el relajante baño conmigo. 

Alexa reproduce "I like me better" en los altavoces del extenso y gran baño con balcón incluido. Amo, adoro el hogar de este hombre, espacios libres, mucha iluminación, ventanales gigantes.

La mujer mayor que hace el aseo del apartamento se encuentra en la cocina preparándonos el desayuno mientras "tomamos" un "rápido" baño de tina y espuma.

—Si no fuera porque mi bello numero existe entre tus contactos, tu celular, cariñito, ya no existiría. —se carcajadas cuando me inclino para tomarlo adueñándome del mismo y apagandolo al igual que el mío. No dejan de timbrar y yo necesito mi momento de sexo mañanero en la tina, en paz y a gusto.

Aprovecha para juguetearme los pechos envueltos en espuma liberandolos de esta, magreandolos y lavandolos con la pequeña regadera metálica de mano. Dejo los aparatos a un lado y me concentro en como me chupa los pezones como si hubiera pasado días de hambruna de la buena. Me dejo, como la perra débil que soy ante los besos y las caricias de mi profesor. Incluso debajo del agua le siento extenderse al cajón y colocarse un condón para comenzar la segunda ronda matutina de cariñitos íntimos.
¿La primera? Al despertar. En la famosa posición de "cucharita" seguíamos desnudos entre las sábanas, con su palma acaparandome el pecho y pellizcandome suavemente el pezón. Crei que se trataba solo de un sueño húmedo pero no. Sus caricias sobre mi piel expuesta me hicieron humedecer aún sin tener el cien por ciento de conciencia. Desperté adolorida, las piernas y los brazos. El cansancio pudo con nosotros, después de llegar del centro comercial lo primero que hicimos fue acabarnos una botella media de cabernet comiendo golosinas en el balcón. Sexo hasta las tres de la mañana y otra ronda a las diez.
La revancha es esta, ahora que lo siento deslizarse en mi interior colocando las manos sobre mi pequeña cintura. Soy como una bailarina de cajita a su lado. Frágil y delicada ante ma corpulencia y masculinidad del británico.

Me prendo de sus labios con todo y lengua peinando su húmedo cabello ya algo largo hacia atrás. Estamos haciendo un desastre de agua sobre el piso con los movimientos de los empellones que me brinda y me hacen gemir. Trato de cubrirme la boca o ser silenciosa por la mujer que afuera puede estarnos oyendo pero él vuelve a besarme murmurando entre jadeos;

—No lo detengas preciosa, quiero escuchar cuando te corras... —arremete con más fuerza arrancandome un chillido de la garganta. Me muerde el labio inferior succionando la piel de mi cuello y de mi pecho cuando mi espalda se arquea y por inercia, echo para atrás la cabeza.

—La señora Jones...

—No le importa... —lo miro sosteniendo la sonrisa que se nos forma a ambos. ¿A cuántas no habrá metido en su habitación este sexy descarado que hasta la pobre señora Jones ya estará acostumbrada a escuchar los gemidos como sonidos gluturalmente normales?

Ignoro todo y me concentro el el placer que me genera tenerlo adentro una vez más. No queriendo aumentar el desastre en el suelo, me carga con las piernas rodeandole la cadera y nos saca de la tina llevándome quien sabe a donde. No salimos del baño, por el contrario... ¡Me saca de lleno al balcón!

—Los vecinos... —me río entre sus desesperados besos subidos de tono. Mataremos de un infarto a uno que otro viejito que se asome a mirar el tranquilo día por la ventana.

—Que se jodan. —se deja caer sobre una de las tumbonas conmigo encima. Poco a poco, la espuma que quedaba restando en nuestros cuerpos desaparece cuando comienzo a montarlo tirando mi moral al precipicio.

Me apoyo de sus piernas saltando y magreando las caderas sobre su erección. En mi desdén por voltear a la derecha, puedo divisar a un hombre de edad no tan mayor pero si lo suficiente como para tener el pelo completamente lleno de canas y que nos está observando boquiabierto desde el edificio vecino mientras finge leer el periódico.

—Se divierte con la vista. —Henry se burla sacándome una carcajada de igual forma.

—Vamos a darle un buen show porno, que sea agradecido con la vida. —le sigo el juego apartando el cabello húmedo que se me pega a las tetas y las dejo libres. Estas saltan frente a los ojos de Cavill, como si el anciano no fuera el único que disfruta del espectáculo. Me concentra chupandolas y mordisqueandome los pezones de una forma tan exquisita que lo único que me provoca son las ganas de correrme más pronto de lo que debería. Gimo presa de mi propio éxtasis, Henry también lo hace con el entrecejo ligeramente fruncido. Toma el ritmo de mis caderas meneandolas hacia adelante y hacia atrás. Los glúteos me arden cuando comienza a nalguearme y a clavarme los dedos en la piel.

Para otros es extraño, raro e incluso horrible, pero para mi... es diferente.
Mi excitación incrementa mi libido cuando hay dolor físico de por medio.

No me gusta someter, me gusta que me sometan. Como los jueguitos previos con Niall. Él es vehemente, rudo, todo un clavapollas en cuestión. Poco a poco, ha ido descubriendo mis puntos sensibles y los utiliza a su favor logrando que mi existencia entera explote de placer infinito.

Henry es pasional, un poco rudo también pero es de esos que al terminar, dejan que te recuerdes sobre su pecho y te hacen cariñitos en el cabello hasta quedarte dormida. Es mi sexo lindo, juraría que a la hora de "hacer el amor" este hombre se llevaría la medalla de oro.

El placer se acumula en oleadas en mi centro, su dedo pulgar comienza a estimular mi clítoris ayudándome a
llegar más rápido. La penetración y la estimulación hacen todo más sensitivo, delicioso, a sabiendas de que puedo correrme en cualquier momento y solo intento prolongar el orgasmo que está listo para estallar. Observo fijamente hacia el punto en donde nuestros cuerpos se unen y la sensible piel de mi sexo me grita que ya no puedo seguir más. Justo en el momento en el que siento las contracciones de su miembro aún con el látex puesto, me dejo ir con aquella sensación de extensa relajación y la liberación de el orgasmo tan estupendo que me abarca.

El pobre señor sigue observandonos y para entonces la que imagino que es su mujer, lo llama pero no responde. Ella sale al balcón y nos mira en busca de lo que su marido observa. La mandíbula se le descuelga cuando se tapa la boca sorprendida. Río y con la expresión de Henry, ambos les dedicamos un saludo militar. Continúo mis movimientos complaciendo a mi guapo profesor. Me inclino solo para besarle el cuello y los labios.

Sé que estoy lista para un segundo orgasmo, me conozco y puedo llegar a obtenerlo demasiado rápido. Me pongo de pié tomando su mano y lo introduzco dentro de la habitación llevándolo hasta la cama desordenada.
Cuando llegamos al borde de esta, busco el falo aún erecto y lo tomo retirandole el preservativo. Frunce el ceño pero no reparo en ello, solo me aseguro de tomar la posición en la que quiero que me folle. Así que le doy la espalda y pongo mis rodillas sobre la cama apoyándome con los brazos también. Le doy total acceso a mi de una u otra forma. Sus manos me recorren el trasero y las caderas repartiendo dulces y candentes besos sobre mi espalda.

—¿Segura? —le escucho con aquel característico acento remarcado.

—Sí... —no dice más. Lo siguiente... solo soy yo desbordando ante los empellones tan vehementes que da cuando mi trasero se impacta contra su pelvis. El ruido, el calor, los gemidos, terminan en él derramandose en mi interior. Sabe que me cuido, me encargo de ir cada tres semanas donde mi ginecóloga familiar, el anticonceptivo que uso es por mucho el que más me ha funcionado. Muy independientemente de eso, estoy con dos personas casi a la misma vez, es importante cuidar no solo el quedar embarazada, soy muy quisquillosa con mi salud sexual. No soy tan fanática de los condones pero se que son necesarios. Soy más del "piel a piel".
Ellos también me lo dejan en claro, con los respectivos estudios mensuales.

Me encuentro más que tranquila.

En un pedestal.

Es lo que tanto me gusta de ambos.

Que durante el día me tratan como una reina y por la noche como una puta.

Una relación no relación abierta es lo mejor que me pudo pasar, me sacian, pero siempre ansío más de los dos. Tengo en claro que un segundo trío no volverá a ser, jamás. No cuando el comportamiento de ambos cambió desde aquel día.

La cosa de las bestias no era una simple expresión, ellos en realidad nisiquiera se saludan cuando se ven. No sé hablan a menos que no sea nada estrictamente necesario o simplemente para guardar las apariencias. Desconozco el motivo, si hubo algún roce, una discusión o algo más que eso. Mientras muestro triángulo vicioso no termine, eso está bien para mí.

Se sients al borde de la cama conmigo sobre él, me cubre la parte de abajo con la sábana blanca y por breves momentos solo nos besamos. Le acaricio el cabello, las mejillas y los hombros. Él abraza el contorno de.mi cuerpo sosteniéndome aún entre sus brazos.

La señora Jones toca a la puerta.

—¿Señor Cavill? El desayuno está listo, ¿Desea que lo suba para ustedes?

Henry deposita un beso en mi frente y me deja sobre la cama. Se pone de pié  colocándose unos boxers antes de abrir. Me cubro con el edredón.

—Nana, me cambiaste los pañales, ¿Y me llamas señor Cavill? —la mirada tranquilizadora y calmadande la mujer se posa sobre mi. Le sonrío y ella a mi.

—Bien, bien, es que creí... —deja de hablar sacudiendo la cabeza—, en fin, ¿Donde desean tomar el desayuno? —Henry me mira.

—¿El balcon de abajo? —inquiero.
Seria relajante desayunar con la deliciosa brisa del reluciente día que nos abraza.

—En el balcón de abajo. —le confirma el británico.

—Le diré a Catalina que comience a poner los platos. —ella se despide y Henry se devuelve cerrando la puerta.

—Ahora si debemos tomar esa ducha. —se mete entre mis piernas al subir quedando sobre mi cuerpo.

—Sí. —aseguro juntando mis labios con los suyos.

—¿Sabes? Estoy considerando que la idea de secuestrarte no es tan mala cuando lo piensas mejor. —río.

—Literalmente me secuestraste.

—Mentirosa. —muerde su labio inferior—, al menos disfrutas el secuestro, ¿No?

—Bastante... —vuelve a besarme—, ¿Profesor...? —lo llamo.

—¿Uhmmm...? —se prende de mis labios y se niega a soltarlos.

—¿Podría enseñarme un poco más de anatomía en la ducha? —sonríe de medio lado al separarnos—, es usted muy bueno enseñando... —acaricio su mejilla.

—Será todo un placer, señorita. —ámbos nos reímos con el grito que suelto al sentirme igual de liviana que una pluma. Me carga con todo y sábanas para así llevarme de regreso al baño. Me deja en el piso y dejo caer la tela de cama que me cubre atrayendo su boca a la mía.

Y con esto supongo que el desayuno se nos enfriará.

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

La noche cae sobre Dublín y consigo, nosotros vistiendonos de nuevo, esta vez, para estar de vuelta en mi casa.

No me agrada mucho la idea porque anoche y hoy, fueron las mejores horas de toda esta semana de mierda.

Juro que perdí la cuenta de los orgasmos que me provocó, cocinamos por la tarde... y follamos.

Terminamos de comer... y follamos.

Veríamos una película juntos... y terminamos follando de nuevo.

Mis dotes de ninfómana piden más, quiero y él quiere que me quede pero ámbos sabemos que eso es imposible.
Después de ducharme y arreglarme, me coloco una chaqueta... de las que él me compró ayer. Dudo tanto que alguien note la diferencia, muy fácil puedo decir que llevaba ropa en el bolso, no es como que mis padres sean los más atentos y repasen toda la ropa de mi clóset.

De los regalos de ayer, lo único que me llevo es la ropa que tengo puesta y lo demás, he decidido dejarlo aquí a petición del mismo Henry.

Tomo el bolso sport que traje conmigo y mi móvil el cual no he visto en relativamente todo el día. El sol comienza a esconderse y mientras espero que Henry termine de alistarse, lo enciendo.

Los miles de mensajes, notificaciones y etiquetas saturan mi buzón de inicio.
Las llamadas de Lena y las de... Niall me hacen ponerme de pié inmediatamente.

No sé que demonios pasa, entonces decido revisar el chat de Lena primero en los últimos tres mensajes de los veinte que tengo de ella.

L: ¡REVISA INSTAGRAM! —11:02 a.m.

L: ¿NIALL ENFADADO? ¿SI POR? —11:02 a.m.

L: YA RECÉ UN AVE MARÍA POR TI, AMIGA. —11:03 a.m.

Me meto a la dichosa publicación de Instagram en la que cuentas que siguen las nuestras me han etiquetado y se trata solo de un post que Henry hizo esta mañana. Una fotografía mía en la tina, de las que tanto me pidió para posar. La publicación simplemente no me molesta, es todo lo contrario.

Lo realmente molesto son los comentarios.

Como si fuéramos adolescentes inmaduros que pelean entre sí por hombre y mujer. Etiquetando masivamente al irlandés, otros haciendo conspiraciones, otros simplemente halagan pero comentarios de hate, son realmente pocos.

Suspiro y me resigno a entrar al chat de Niall, mismo de quien tengo solo siete mensajes y nueve llamadas perdidas.

N: ¿Dónde estás? —11:45 p.m

N: ¿Estás con él, no es así? —11:00 a.m.

N: Te dije que no se repetiría, no me gusta compartir lo que es mío. —11:04 a.m

N: ¡Respóndeme, joder! —11:05 a.m.

N: Tu estás consciente... estás rompiendo las reglas... —11: 06 a.m.

N: Mi paciencia tiene límites, Grace. —11:15 a.m.

N: Al menos atiende mis putas llamadas! —11:17 p.m.

Santa madre de todos los ángeles.

Escribiendo...

Espero que el mensaje llegue y entonces lo leo.

N: Estoy a tres de irte a buscar y te juro que no seré gentil a la hora de tomarte y hacerte entender por las malas que eres mía. —19:23 p.m.

Apresuro mis dedos a reaccionar y comenzar a teclear una respuesta.

Él no puede venir aquí, joder, si lo hace seguramente habrán problemas.

G: No es necesario, estoy en camino, te veo en un rato:) —19:23 p.m.

Apago el celular peinandome el cabello con los dedos, exhalo y por fin puedo tranquilizarme. Ya decía yo que tanta tranquilidad no podía ser buena señal.
Sus arranques de celos... muy aparte de darme miedo o causarme pánico... me encienden. Imaginar cuál será el dichoso castigo me puede, quiero ver su cara, quiero poner en evidencia sus celos y después hacer lo que él quiera.

Esto sólo fue un... pequeño escarmiento. Me ha "ignorado", entre comillas, toda la semana. Estresado, lo entiendo, enojado, también, pero así ha sido siempre y bueno... yo también tengo necesidades. No me pienso detener por nadie aún dejando claro que solo somos cama y de la buena.

La loción exquisita de mi profesor llena la primera planta cuando lo veo y escucho bajar las escalera con el celular en mano. Tiene puestos unos vaqueros negros, una camiseta y botas del mismo color y una chaqueta de cuero verde militar. Luce recién duchado, y el cabello perfectamente arreglado. Toma el reloj que dejó sobre la isla y vuelve a ponérselo en la muñeca.

—¿Sabías que ahora tu bebito me amenaza? —lo miro acercarse tomando unas llaves de una vitrina especial.

—¿Qué?

—Quiere que me aleje. —se posa a mi lado y me aparta el cabello de la cara tomando mi bolso. Aprovecho la cercanía para dejar los brazos al rededor de su cuello.

—¿Y lo harás? —me acerco lentamente con la intención de besarlo.

—Ja... —se burla y me toma por la cintura. Nuestras respiraciones se mezclan entre sí—, que siga soñando. —acorta la distancia que nos separaba uniendo sus labios a los míos. Sabe a menta fresca y huele a perfume y crema de afeitar. Una combinación exquisita. Me apretuja los glúteos y una nueva erección comienza a crecer dentro de su pantalón. Nos reímos cuando ambos la notamos—, oye, yo no hice nada. Fué tu culpa.

—Oh si, mi culpa. —me río.

—Si... —se ríe y vuelve a besarme con el doble de vehemencia con el que inicio desde que me fuí con él.

Decidimos partir, una vez estando en la lujosa recepción del pent-house, toma mi mano y la entrelaza con la suya.

—S-Señor Cavill... —la recepcionista rubia de la primera vez que visité este lugar, lo llama—, tiene una cita en el casino de Carlton Club, me pidió que le recordara... —Henry solo asiente.

—Gracias Clemens, confirma mi asistencia mañana por la noche. —la chica obedece no sin antes dedicarme una mirada de recelo.

Esto es algo que me gusta, ser quizás el centro de atención y la envidia de muchas. No hay cabida para las inseguridades cuando sabes lo que vales como mujer. Sus acribillantes ojos marrones puestos sobre nuestras manos entrelazadas mientras el ballet estaciona un auto frente a nosotros, solo me eleva el ego y es incentivo suficiente para hacerme poner de puntillas y alcanzar sus labios una vez más. Un beso que me corresponde sin importarle que hayan personas en la recepción y que la chica nos esté mirando. Me toma por la espalda baja y me besa sin precedentes.

Salimos juntos del edificio, Henry y el Ballet hacen cambio de llaves y el primero le pide que se las entregue a la tal Clemens. El hombre se va cuando mi chico británico le extiende un billete como propina. Me abre la puerta del copiloto y él sube poco después.

No es el Aston Martin de ayer, es un precioso Ferrari negro 458.

Me siento como la primera dama cuando el motor ruge a toda potencia y Henry arranca fuera de los parámetros de Grafton Street.

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