31 Días [COMPLETADA ✔]

By Camila__Mendiola

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¿Sabes? No todo en él fue siempre oscuridad y perversión, como todos, Henry había tenido una linda infancia l... More

Antes de leer.
P r ó l o g o
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15 [Final].
E p í l o g o
Agradecimientos.

Capítulo 2.

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By Camila__Mendiola

Estaba comenzando a frustrarme, llevaba ya unos minutos de retraso desde que tocaron la campana tratando de encontrar la maldita aula.

Esto parecía un auténtico laberinto.

Apresuré el paso buscando alguna otra puerta en la cual podría estar el aula, no me había percatado de que alguien venía en la misma dirección que yo hasta que sentí el impacto de su cuerpo contra el mío; al parecer hoy no era mi día de suerte. Antes de que mi cuerpo impactara con el frio suelo unos brazos fuertes se posicionaron alrededor de mi cintura evitando mi caída.

Inmediatamente en que volví la mirada a la persona que me había sostenido, sus ojos grises impactaron en los míos en una mirada profunda que de una extraña razón me hizo estremecer un poco.

—Por lo general las chicas no caen tan rápido en mis brazos —bromeó.

—Gracia Matthew.

—Admite que el destino nos quiere juntos, no por nada nos ha juntado dos veces; debe ser una señal —me guiñó el ojo divertidamente.

—Sí, claro —dije sarcásticamente—, yo digo que el destino tiene algo contra mí porque la única manera en la que nos hemos cruzado yo siempre termino siendo golpeada por ti.

—Sobre eso, lamento que resultaras herida pero yo no tengo la culpa de que el destino quiera que te lastimes cada vez que me veas —reímos, el sentido del humor de Matt era totalmente divertido.

—Me encantaría quedarme a charlar pero ya voy retrasada en mi primera hora de clase así que si me disculpas, me tengo que ir a encontrar la maldita aula en este laberinto que se hace llamar pasillos.

—No hay problema en eso, yo podría llevarte a tu aula ¿Qué clase te toca?

—Geometría.

—¡Otra señal divina del destino! —exclamó emocionado mientras alzaba los brazos dramáticamente—, justamente esa es la clase a la que iba así que si me permites, podríamos ir juntos.

—Claro.

Matthew extendió su mano hacia mí en un gesto dramático que me hizo soltar una risa, sin protestar la tomé y dejé que me guiara por los pasillos hasta el aula en donde tomaríamos nuestra primera clase del día. Cruzamos un par de pasillos mientras íbamos conversando de cualquier cosa que se nos ocurriera, la compañía del chico era muy agradable; era de esas personas que puede estar hablando y jamás se le acaban temas de conversación.

La personalidad de Matthew me encantaba.

—Ya en serio Cooper, por favor se mi novia ¿Qué más nos tiene que pasar para que aceptes que el destino nos quiere juntos? —bromeó.

—Ya te lo dije cinco veces Matthew, acabo de conocerte, no sé si eres un mafioso o un asesino en serie. Por más que quisiera ser tu novia no podría porque recién te conozco.

Matt llevaba ya un buen rato insistiendo —a modo de broma— que fuera su novia lo cual cada vez que lo mencionaba me hacía reír, sus teorías de que el destino nos quería juntos eran simplemente divertidas.

—Como sea —se rindió—, un día de estos estarás rogándome y yo ya no estaré para corresponderte porque la oportunidad habrá expirado —dijo con un tono de fingida indignación de su voz.

—Lo que tú digas, campeón —dejé dos palmadas su hombro.

—Eres la primera chica que me rechaza, estoy simplemente sorprendido.

Reí ante aquellas últimas palabras que dijo, hace unos segundos habíamos frenado nuestra caminata quedando frente a una puerta de color blanco reluciente por lo cual intuí que esta era el aula que estábamos buscando. Antes de que Matthew tocara la puerta para que nos dejaran pasar a la clase sentí una sensación muy extraña a lo largo de mi espalda que me hizo estremecer.

Un escalofrió.

El miedo me invadió cuando sentí la mirada de alguien sobre mí así que voltee a ver a Matthew para asegurarme que la mirada que sentía sobre mí era de él pero al parecer me había equivocado ya que él se encontraba totalmente ocupado sacando algo de su mochila, con miedo, voltee hacia todas las direcciones posibles asegurándome de que nadie estuviera ahí, observándome.

Mi atención cayó en las ventanas que se extendían por lo largo de las paredes en busca de alguna sombra o indicio de que Matthew y yo no éramos los únicos que estábamos en ese pasillo pero nuevamente fracasé, resignada, volví mi vista hacia la puerta tratando de quitar aquella sensación de mi cuerpo. Me removí un poco en mi lugar captando así la atención del pelinegro que se encontraba a mi lado.

—¿Todo bien? —preguntó.

—Eh si... todo bien —respondí no muy convencida.

—¿Segura?

—Eso creo —hice una pausa soltando un suspiro y después continué—, la verdad no.

—¿Qué ocurre?

—No lo sé, no estoy muy segura pero... siento que alguien está viéndome.

Matthew elevó su mirada para inspeccionar el lugar con su entrecejo levemente fruncido, después volvió su vista hacia mí.

—Pero si aquí no hay nadie, Alice.

—Lo sé, pero es solo que siento una sensación muy rara, como si algo malo me vaya a ocurrir y a veces soy muy certera en mis presentimientos —terminé abrazándome a mí misma.

—Oye tranquila ¿Sí?, —me tomó por los hombros y me miró a los ojos— nada malo va a sucederte si estoy yo aquí ¿De acuerdo?

—Sí que te estás tomando en serio el papel de novio.

—No descansaré hasta hacer que lo que el destino quiere se haga realidad.

Y dicho eso dejó un beso en mi sien y me regaló una sonrisa cálida que de cierta forma me hizo sentir un poco más segura. Matthew volvió a girar su cuerpo hacia la puerta y ahora sin ningún tipo de interrupción dio un par de toques en esta, segundos después fue abierta por un señor de una edad algo avanzada, tenía un bigote muy tupido y en su cabello ya se le notaban algunas canas.

El hombre acomodó sus anteojos deslizándolos con su dedo índice por el puente de su nariz y nos miro con el ceño fruncido.

—¿Vienen a mi clase? —ambos asentimos—, llegan quince minutos tarde.

—Lo sentimos —me apresuré a decir— es solo que este es mi primer año y no sabía donde quedaba el aula así que aquí mi compañero se ofreció a guiarme amablemente.

El profesor paso su mirada de mí a Matthew y con resignación se hizo a un lado indicándonos que podíamos entrar.

—Que sea la última vez que llegan tarde a una de mis clases, tomen asiento y pongan atención.

Sin decir ningún tipo de palabra ambos buscamos un asiento para dejar nuestras cosas y sentaros, la clase retomó su curso y afortunadamente logré entender de qué tema estaba dando la clase el profesor. Mi mirada divagó entre el aula encontrándome a un muy frustrado Matthew quien aparentemente no entendía nada de lo que estaba explicando el profesor así que aguantando una risa volví mi vista al frente.

[...]

Las primeras tres horas de clase se habían ido demasiado rápido, antes de haber salido de la primera clase había quedado con Matthew en la cafetería cuando se hiciera la hora del almuerzo para explicarle todo aquello que no había entendido.

Mis pies avanzaban por el pasillo que ya estaba logrando reconocer perfectamente, llegué a mi casillero y comencé a poner la combinación para abrirlo mientras comenzaba a tararear una canción que se me había venido a la mente; abrí la puerta azul metálica y dejé los libros que ya había utilizado en mis clases pasadas y los remplacé por los que necesitaría próximamente. Cerré la puerta del casillero y aún tarareando la canción comencé a camina animadamente hasta encontrarme con las puertas que me conducirían a la cafetería.

Una sonrisa se formó en mi rostro al haber encontrado aquellas puertas que me conducirían a un banquete donde podría saciar mi hambre así que a pasos decididos empujé aquellas puertas pesadas logrando adentrarme en el gran cuarto lleno de mesas y sillas. Hice fila para comprar lo que comería y al llegar mi turno me decidí por una hamburguesa con papas fritas y un refresco común, pagué por mis alimentos y después caminé hacia el gran tumulto de estudiantes tratando de encontrar una mesa en donde poder sentarme.

Un brazo extendido en el aire balanceándose de un lado a otro llamó mi atención así que cuando dirigí mi vista a esta persona y distinguí su cabellera rubia no dudé ni un segundo en acercarme, Clara me llamaba desde una mesa un tanto alejada de todo el revuelo que los estudiantes causaban lo cual agradecí internamente ya que yo no era de las personas que les gustaba estar rodeada de gente.

—Hola de nuevo Alice.

—Hola ¿Cómo estuvieron tus clases? —pregunté mientras me llevaba una papa frita a la boca.

—Lo normal, siempre aburridas.

—Claro.

—¿Quieres seguir escuchando el resto de la historia?

—Por supuesto —afirmé algo emocionada.

—De acuerdo —soltó una bocanada de aire y comenzó a hablar nuevamente— la noticia de la muerte de Lauren afectó todo el buen avance que había tenido Henry en su recuperación causando que de alguna forma afectara su manera de pensar las cosas. Ese día algo cambió en él, adoptó un aura muy rara, sus padres dicen que por las noches conversaba con alguien que aparentemente era Lauren.

» Un día en el que supongo ya no pudo más le pidió a su padre que lo ayudara a buscarla ya que él estaba convencido que de ella había escapado, así que su padre, creyendo en él lo ayudó con la búsqueda. El señor Stanford gastó millones de dólares en detectives privados y los mejores equipos de investigación para encontrar a la amada de su hijo hasta que un día dejó de darle importancia y volvió a dejarlo solo y sin ayuda, Henry se había molestado mucho ante la actitud egoísta de su padre —hizo comillas con sus dedos en egoísta— así que decidió hacerlo solo y por sus propios medios, con el tiempo él se encontraba cada vez peor y desesperado hasta que llegó un punto en el que intentó suicidarse.

—¿Qué? Eso es demasiado.

—Lo sé, por eso sus padres tomaron la decisión de llevarlo con una psicóloga para que lo ayudara a sanar y aceptar que Lauren había muerto y que no podía volver con él por más que eso fuera lo que quisiera. Un par de meses después Henry volvió a estar un poco mejor, hasta que un día en una de sus citas con la psicóloga paso algo terrible...

—¿Qué? ¿Qué fue lo que ocurrió?

—Alice esto que te voy a contar es demasiado fuerte, así que te pediré que mantengas la mente tranquila ¿De acuerdo?

—Sí, sí, de acuerdo.

—Bien —suspiró— esa tarde la chica que estaba en recepción escucho ruidos extraños dentro del consultorio, al principio no les dio mucha importancia pero cuando escuchó un grito pidiendo ayuda ella corrió a ver lo que estaba pasando. Solo que al abrir aquella puerta no se esperaba ver a la psicóloga de Henry llena de sangre tirada en el piso de su consultorio.

—Espera ¿Qué? —la detuve totalmente sorprendida ¿Acaso había escuchado bien? — o sea que...

—Henry apuñaló brutalmente a su psicóloga —me interrumpió, mi boca se había abierto un poco formando una "O" totalmente sorprendida—. La chica dijo que él llevaba una navaja escondida en el bolsillo de su pantalón, también dijo que después de eso él había dicho que las voces de su cabeza le dijeron que lo hiciera. Después de eso Henry tuvo un juicio en donde fue acusado de homicidio en primer grado pero lo dejaron en libertad condicional cosa que en un principio me pareció extraño, todas esas dudas se fueron aclarando cuando me enteré de que su padre había sobornado al juez con una gran cantidad de dinero para que él no fuera a la cárcel.

» Hubo un tiempo en el que Henry estaba incontrolable, cometía demasiadas locuras y millones de homicidios que fueron perdonados con algunos billetes. Él prometía cambiar pero cada vez estaba de mal en peor, decía que las voces de su cabeza lo obligaban a hacer esas cosas horribles y después al siguiente día ya no recordaba que era lo que había hecho; su locura llego a niveles muy altos y todo por el despecho de no superar a su novia que ya llevaba meses de fallecida así que para frenarlo sus padres decidieron enviarlo a un psicriatico en donde prometieron ayudarlo —soltó una risa sin gracia— ese fue el peor error que cometieron ya que tras el haber pasado solo un par de días ahí Henry mató a todos los doctores y enfermeros que ahí yacían y después escapó, sin dejar huella. Su historia, claro, ya se había conocido por todo el país.

—Simplemente no sé qué decir, estoy completamente sorprendida.

—¿Qué te tiene tan sorprendida, amor mío? —pronunció Matthew sentándose con nosotras y robándome de mis papas fritas.

—¡Ey esas son mías! —reclamé pero fui completamente ignorada.

—¿Amor mío? —se burlo Clara— Tan rápido y ya te conseguiste a alguien Alice, vaya, me sorprendes.

—Matthew es solo un amigo que conocí hoy en la mañana.

—Y que el destino nos quiere dejar juntos ¿Cuándo vas a aceptarlo?

—Nunca porque yo no creo en el destino.

—Rompes mi corazón, cariño —se toco el pecho dramáticamente— pero descuida que yo te sabré esperar —rodé los ojos con diversión.

—Ustedes dos son raros —espetó Clara— pero me agrada.

—¿Gracias? —contestó Matthew y después me miró— ahora dime, ¿Qué es lo que te dejó sorprendida?

—Por la historia que me contó Clara, sobre la chica que murió y su novio loco Henry.

—Claro, esa historia me da escalofríos pero de igual manera tristeza por Lauren.

—¿La conocías?

—Toda la universidad sabía quien era Lauren, ella era encantadora, irradiaba luz por donde sea que pasara y siempre contagiaba a todos con su positivismo. Cuando murió a cada uno de los estudiantes lo dejó muy marcado.

—Hoy se cumple un año de su muerte —dijo Clara.

—¿Un año?

—Sí, es ya un buen tiempo para que ya todo el mundo haya sanado pero ella fue una gran persona que todo el mundo quería; de hecho, hoy le harán un homenaje.

—Entonces todo el mundo debió quererla mucho para que después de un año sigan recordándola.

—Sí.

—De hecho —habló Matthew— tu eres muy parecida a ella, Alice.

—¿De verdad?

—Sí, solo que Lauren tenía el cabello castaño y no negro pero fuera de eso eres un vivo ejemplo de cómo era ella físicamente —afirmó Clara.

[...]

El director había llamado a todos los alumnos al gimnasio después de la quinta clase, al parecer, por lo que había escuchado ya era la hora en la que la universidad haría el homenaje en honor a Lauren. Entré por las puestas junto con un grupo de estudiantes que estaban conmigo en la clase antes de que nos llamaran para venir aquí; con la mirada busqué a Clara entre el mar de rostros pero falle en el intento así que me decidí por buscar un asiento donde ubicarme ya que se veía que esto comenzaría en cualquier momento.

Unas manos posicionadas en mi cintura repentinamente hicieron que diera un pequeño brinco del susto, seguido de esto sentí unos labios detrás de mi oreja, el aroma que emanaba aquel cuerpo me resultó completamente familiar así que ya estaba segura de quien se tratada.

—Me vendrás matando de un susto, Matthew —me alejé un poco de él.

—Lo siento pero no puedo evitarlo, cada vez que te veo siento unas grandes ganas de abrazarte.

—Eres un empalagoso —reí.

—Como sea; vamos a sentarnos que esto comenzará pronto.

Me tomó de la mano guiándome hasta encontrar un par de asientos así que después de acomodarme miré hacia el frente. Un profesor le pasó un micrófono al director e inmediatamente comenzó a hablar.

—Alumnos de este plantel educativo, el día de hoy los he convocado aquí para rendir un homenaje a una chica que hace apenas un año se encontraba divagando por estos pasillos al igual que ustedes. Lauren Dallas fue una estudiante que para muchas personas fue alguien muy importante, ella fue una persona que irradiaba luz por doquier y nos contagiaba a todos con una sonrisa —miré a mi alrededor dándome cuenta de que muchos estudiantes ya se encontraban llorando— ella siempre será un vivo ejemplo de la bondad. Me gustaría cederle el micrófono a una de sus amigas.

Fue en ese entonces que comprendí el porqué no había encontrado a Clara; ella diría unas palabras para su difunta amiga.

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