Las noches seguían siendo el peor enemigo de JiMin; de nuevo estaba durmiendo poco y no porque así lo quisiera él, sino porque después de su conversación con NamJoon, su cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto.
Había pasado más de una semana desde eso.
2:45AM marcaba la hora en su celular, no había cerrado los ojos en ningún momento y lo único que hacía era girar una y otra vez en su cama. YoonGi no había respondido ni sus mensajes y llamadas, estaba cansado, pues en varias ocasiones llegó a quedarse dormido a mitad de sus clases particulares, claramente su profesor no le decía nada.
Pero no estaba para nada bien.
Toma una sudadera y se coloca los zapatos, si salía por la ventana lo más seguro es que terminaría con algún hueso roto, si salía por la puerta principal... bueno, eso sería todo, tal vez despertaría a sus padres, pero saldría sano.
Baja con sumo cuidado, su cuerpo está reaccionando antes de que su cabeza le diga que está mal, que es una locura lo que está haciendo. Cuando logra cerrar la puerta es que vuelve a respirar, temía hacer algún ruido lo suficientemente alto como para despertar a todos; ahora rogaba para que JiHoon no le buscara en la madrugada y si eso llegaba a pasar... solo pedía estar lo suficientemente lejos como para no poder regresar.
Toma la bicicleta de su padre ChanYeol y sube, aún no estaba muy seguro de cómo usarla sin perder el control y estrellarse contra un carro, comienza a pedalear inseguro. A mitad de camino se da cuenta de lo que está haciendo; salió solo en la madrugada, con una sudadera y su celular en busca de un chico que no quería atenderle, pero YoonGi había estado tanto tiempo detrás que él que valía la pena sus esfuerzos. Se detiene en un parque, ya está tan cansado que teme quedarse dormido en ese lugar.
En definitiva: la actividad física no es lo suyo.
Casi media hora después se siente aliviado, le ha costado más de una hora llegar al lugar, se detiene en la entrada y toma su celular.
Le marca a YoonGi, más no atiende, en la décima llamada responde.
— ¿JiMin?
— Ábreme.
— ¿Qué demonios? —silencio— no me digas que... mierda, JiMin.
El rubio cuelga esperando al mayor. Ha cometido una locura, pero en el momento en que ve a YoonGi aparecer en la puerta principal, se calma.
— Hyung... —se contiene para no salir corriendo y tirarse sobre el chico.
Su cabello está alborotado, lleva una simple sudadera al igual que él y su pantalón de pijama.
— ¿Qué haces aquí? ¿sabes qué hora es? —asiente, en definitiva sabe qué hora es.
— Yo... no respondiste a ninguno de mis mensajes.
YoonGi suspira antes de tomarle la mano y dejarlo pasar— Mierda, te estás congelando.
Le lleva hasta su habitación, sin darle explicaciones sale y un par de minutos después regresa con una taza de chocolate caliente entre sus manos.
— Gracias —responde una vez que tiene la taza entre sus manos.
— Mis padres ya saben que estás aquí, dime que le dijiste a los tuyos —niega— tonto, te pudo haber pasado algo.
— Yo... no pensé eso.
— Claramente no lo hiciste.
YoonGi toma asiento en su sillón individual, JiMin está sobre su cama.
Quiere tenerlo lo más lejos posible y no porque le dé asco o algo parecido, su corazón sigue lastimado y tener a JiMin cerca solo le provoca querer abrazarlo, besarlo y recordarle mil veces lo tonto que ha sido.
— ¿Qué haces aquí? son casi las cuatro de la mañana, deberías estar en cama durmiendo.
— No podía dormir.
— ¿Y por eso viniste? —asiente— eres increíble.
La actitud que YoonGi estaba tomando con él le hace sentir mal, al parecer no estaba contento de tener en su habitación.
O de siquiera mirarlo.
— Yo... me entere de tu beca.
YoonGi se tensa en su lugar, simplemente asiente y juega con el cojín de su sillón, es nuevo o al menos eso quiere creer JiMin ya que no recordaba haberlo visto antes.
— Ya están casi todos los trámites... me voy a finales de diciembre.
Dos meses más y... seguramente no le volvería a ver en su vida.
— Es... lindo, supongo.
— Sí... es una buena oportunidad volver a mi lugar de nacimiento.
— Ya lo veo.
Quiere decirle que no se vaya, que no le quiere lejos de su vida, que lo extraña, ¿con qué derecho? si se había dedicado a recordarle el mal que le hacía y lo poco que toleraba verlo.
— JiMin, ¿qué haces aquí?
Recarga su espalda en la pared y suspira— No respondiste ninguna de mis llamadas o mensajes.
— Que tú estés aquí es malo para ti... no entiendo, tú–
— Te extrañaba, ¿sí? —baja la mirada apenado— NamJoon fue el que me dijo que te ibas a ir a Daegu... yo... quería saber si era cierto, por eso vine.
— No puedes extrañarme, soy malo para ti... no quiero lastimarte más.
— YoonGi... —sonríe ligeramente, parecía más una mueca— tú... no te vayas, ¿sí? NamJoon te va a extrañar.
— Tiene a SeokJin, él estará bien sin mí.
— Y HoSeok.
— Está ocupado con TaeHyung, no me recordará.
Su pecho arde y su garganta se cierra, quiere decirle que él lo va a extrañar, pero no puede, simplemente no salen las palabras, deja la taza a un lado y camina hasta el mayor, se sienta sobre sus piernas y esconde su cara en su pecho.
YoonGi se queda inmóvil, puede sentir el aroma del shampoo del rubio... es tan él que le resulta difícil alejarlo. Pasa sus brazos por su cintura, su cuerpo aún está frío y solo espera poder darle algo de calor.
JiMin quiere demostrarle lo que siente, si las palabras no salen; entonces tendrá que decirlo todo con sus acciones.
Tras varios minutos donde ninguno se ha movido, JiMin habla:
— No te vayas, YoonGi.
— No pienso lastimarte de nuevo.
— Te quiero conmigo —cierra los ojos respirando profundamente el aroma del mayor— me gustas.
Solo espera que esas palabras hayan tenido el mismo impacto que tuvieron con él cuando finalmente reconoció sus sentimientos.
— También me gustas, JiMin.