De otro planeta [Jenlisa]

By loscachetitosdenini

36.8K 4.5K 427

Jennie no sabe que su mundo está a punto de cambiar cuando el destino la cruza por error con Lalisa. √Jenlisa... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo Final

Capítulo 17

1K 163 16
By loscachetitosdenini

—¡Por fin! Llevo horas llamándote. ¿Dónde carajos estás?

Jisoo.

Seguramente estaba cansada de dar vueltas por su casa y no tenía planes para esa noche.

Eran las seis de la tarde y Jennie y Lalisa seguían en la calle, sin intención de regresar pronto a casa.

—En uno de los puestos del río, tomándonos una copa.

—Pues ya podías haber avisado. Llevo horas esperándote como una boba.

—¿Esperando a qué?

—¡El viaje! Joder, no me digas que te has olvidado…

Jennie abrió los ojos con sorpresa.

El viaje… lo había olvidado por completo. Miró la pantalla de su móvil y vio diez llamadas perdidas de Jisoo. Había estado tan ensimismada en su conversación con Lalisa que ni siquiera había escuchado el móvil.

—No, por supuesto que no lo he olvidado —mintió—. Pero no sé si voy a poder ir al final, Chu. He tenido malas noticias en el trabajo. Tengo que trabajar.

—¿Un viernes por la tarde?

—No solo el viernes, toda la Semana Santa.

—Jennie, déjate de tonterías y ven a recogerme, que bastante trabajas ya.

—Lo digo en serio. Me han tirado por la borda la aplicación que entregué hoy.

—Bla, bla, bla. ¿Y qué? ¡Estás de vacaciones, por el amor de Dios! ¿Quién trabaja en vacaciones? Venga, dime a qué hora me recoges y nos vamos. Tengo la maleta hecha.

—Chu, estoy hablando en serio. No puedo ir.

—Pásame a Lisa.

—No.

—¿Cómo que no? Pásamela, quiero hablar con ella.

—Pero nos vamos ya, se hace tarde —le informó Jennie revisando la hora y sintiendo una punzada de culpabilidad.

El día estaba siendo estupendo en compañía de Lalisa pero cuanto más tiempo tardara en regresar, más tendría que trabajar al día siguiente.

—Vale, tú puedes hacer lo que quieras, pero si no vamos a ir de viaje, al menos podré divertirme yo un poco con ella.

¿Divertirse con Lalisa? ¿Dónde? ¿Haciendo qué?

—Lalisa se viene a casa conmigo —replicó entonces intentando que su voz sonara firme. Ella no era de su propiedad, y sin embargo, a veces se sentía responsable de su bienestar. Las locuras de su amiga seguían provocándole escalofríos.

—Eso debería decidirlo ella, ¿no crees? Pásamela.

—Sí, tienes razón, no trato de imponerle nada, pero no seas pesada.

—Vale, pues déjalo. Si no me la quieres pasar, ya la llamo yo.

Al cabo de unos segundos, para enfado de Jennie, el teléfono de Lalisa empezó a sonar. Quiso decirle que no contestara, persuadirla para que rechazara los planes probablemente locos o descabellados de su amiga. Pero no le dio tiempo; Lalisa ya estaba respondiendo la llamada.

—Claro, ¡suena maravilloso! Por supuesto, quedamos. Si quieres recógeme en casa. Vale, hasta luego, entonces. —Colgó el teléfono y la miró—. Era Jisoo, dice que tú te tienes que ir a trabajar, pero que seguimos de paseo nosotras.

Jennie se mordió el labio con nerviosismo.

—¿Y te apetece? —le preguntó esperando obtener solo una respuesta por su parte. Sin embargo, no fue la deseada:

—Claro, Jisoo es una chica muy agradable. Muy espontánea, me gusta la gente así.

Jennie perdió la mirada en un barco que pasaba justo enfrente de ellas. Iba cargado de turistas bebidos que gritaban a los peatones que paseaban por la orilla, mientras entonaban cánticos etílicos.

Corría un poco de viento, pero el alcohol le ayudaba a mantenerse en calor. Y sin embargo, en ese momento se sintió fría, perdida. No deseaba quedarse al margen de los planes ni estar en casa preguntándose qué estarían haciendo. No deseaba, tampoco, ser una mujer aburrida, poco espontánea, a ojos de Lalisa. Pero tenía que trabajar. Lo pagaría muy caro si no regresaba a casa de inmediato.

Sorbió distraídamente de la pajita de su bebida, sus pensamientos muy lejos de allí, hechos un ovillo imposible de desenmarañar. Y aquella bola informe en la boca de su estómago que imaginó gris y espinosa, le impedía respirar con normalidad, como si algo muy parecido a los celos empezara a crecer en su interior.

—¿Te parece bien? —le preguntó Lalisa en ese preciso momento.

—¿Por qué me iba a parecer mal?

—Pensé que quizá… —Lalisa titubeó unos segundos, era obvio que no sabía cómo hacer la pregunta que cosquilleaba la punta de su lengua.
Jennie arqueó las cejas invitándola a seguir.

—Es una tontería —le informó Lalisa.

—Bueno, pero di, te escucho.

—Pensaba que a lo mejor… Jisoo era tu mitad. Y que por eso no pareces feliz cuando ella está en mi compañía.

—¿Mi mitad?

—Tu pareja. Es así como lo llaman, ¿no?

Jennie abrió la boca con sorpresa. Dejó su bebida en la mesita que tenía al lado, debatiéndose entre reír o llorar.

—¿Jisoo? Oh, Dios, no. Jisoo es solo mi amiga. Una buena amiga. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero nunca podría llegar a gustarme.

—¿Por qué no?

—¡Porque está loca! A mí me gustan las mujeres más… pausadas. Y a ella las mujeres más alocadas. No podría funcionar.

—Comprendo. ¿Y no hay una mitad en tu vida? ¿Alguien significativo?

Jennie no supo qué responder. Quería ser sincera con Lalisa. Contarle que la había habido. Y que estaba casi convencida de que en algún momento había llegado a sentir algo muy parecido al amor. Eso creía. Quizá. Pero un amor de los que arrasan con todo a su paso.

Esa Chahee… sonó en su cabeza al recordarla. Esa Chahee por la que enloqueció. Con la que hizo planes de comprarse una casa, tener hijos, crecer e incluso encoger juntas. Esa Chahee que un buen día, al abrir la puerta de casa, se la encontró sentada en el sofá sosteniendo una taza de té. Parecía calmada, pero cuando se miraron a los ojos supo que algo iba a partir su alma en dos mitades. Chahee no vaciló a la hora de decirle con suma frialdad:

—Me voy. He conocido a otra, lo nuestro ya no funciona.

—¿Cómo que no funciona? ¿Desde cuándo?

—No sé, no te lo tomes a mal, pero creía que eras otro tipo de persona. ¿Tú sabes lo aburridísima que te has vuelto? Joder, Jennie, tú no te ves, pero has cambiado mucho.

Por esa Chahee ella habría bajado la Luna envuelta en un precioso lazo rojo, pero el sentimiento no era mutuo. Nunca lo fue, ahora lo sabía. Cuando aparecieron las cuestas, Chahee pasó con una facilidad pasmosa de la tercera persona de plural a la primera del singular. Y amar a alguien incapaz de afrontar los problemas, centrado únicamente en sí mismo, ¿era realmente amor? Ahora no estaba tan segura de ello.

—Lo hubo, supongo. Se llamaba Chahee —replicó sin ocultar el dolor que teñía su timbre de voz cada vez que pronunciaba su nombre—. Pero no nos fue bien y se acabó cansando de mí, no sé.

—Mi computadora detecta mucho dolor en Jennie.

—Eso tal vez sea porque todavía escuece. Pero no por ella, sino por mí. Ni siquiera sé cómo pude estar tan ciega.

—Es parte del amor, ¿no? Además de las luciérnagas. «El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen» —recitó Lalisa, aludiendo a una conocida cita de Shakespeare.

—Pero eso no es amor, no lo creo —explicó Jennie—. El amor no puede ser exigirle a tu pareja que cambie para amoldarse a ti o que se pliegue a tus deseos en todo momento. Creo que si se quiere de verdad se llegan a amar también los defectos. ¿Tú no?

—No lo sé. Nunca he sentido lo que me estás describiendo, solo he leído algunos de sus clásicos en mi computadora, pero entiendo lo que quieres decir. Nadie debería cambiar para gustarle a otra persona —añadió.

Jennie la miró preguntándose qué más encerraban esas palabras. Pero cada vez que se interesaba por algo personal de Lalisa, ella se encerraba en sí misma, cambiaba de tema o se sumía en un silencio demoledor, así que no quiso intentarlo de nuevo. No obstante el mensaje quedó claro, como si Lalisa le estuviera agradeciendo que la apreciara tal y como era, con sus rarezas, sus delirios, con la obstinación de meter en casa todo tipo de artilugios de ferretería. Se miraron y fue como hacerlo bajo una nueva luz, llena de respeto, tal vez incluso de admiración. Se apreciaron en silencio, encontrando paz en los ojos de la otra.

—Bueno, ¿y adónde te quiere llevar Jisoo? —cambió de tema Jennie, un poco incómoda ante la intensidad del momento que acababan de vivir.

—A una discoteca, no sé a cuál. Dice que es de bollos, pero yo no sabía que en las discotecas servían repostería —le informó Lalisa con inocencia, encogiéndose de hombros mientras daba el último sorbo a su bebida.

Jennie sintió que se quedaba sin aliento.

—¡De bolleras! —exclamó, aterrorizada ante la idea.

—¿Bolleras?

—Sí, de bolleras, tortilleras, como quieras llamarlo, existen muchos nombres. Pero son términos peyorativos, ten en cuenta eso si vas a usarlos.

—¿Pero no era una discoteca?

Jennie se desesperó visiblemente. Suspiró con manifiesto cansancio.

—Es demasiado complicado para explicártelo ahora. Venga, vamos.

—¿Adónde?

—De viaje —aseguró con determinación—. Nos vamos todas a la playa.

—¿Y qué pasa con Jisoo?

—Oh, no te preocupes. Llamará. El diablo siempre llama. Además, está deseando irse de vacaciones, así que no te preocupes por ella.

.
.
.
.

Ya cambie la portada.👀

Gracias por leer.

Continue Reading

You'll Also Like

569K 76.7K 45
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
51.3K 5.1K 39
Kim Jennie ha sido aceptada en la NYU como estudiante de intercambio, lo que puede resultar ser asombroso y desastroso al mismo tiempo debido a que l...
3.2M 79.7K 46
You appeared out of nowhere and made me feel like I am the happiest. You made me fall, I let you.... but that was the stupidest thing I've ever done...
3.9M 520K 49
Kim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. ...