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Día 5
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El sonido de las manecillas del reloj hacia eco en la sala, un ligero aroma a colonia se percibía en el ambiente y un joven estaba sentado en el sillón, esperando.
Su mirada se mantenía en la entrada, de vez en cuando miraba hacia el techo y a su alrededor. En un momento en específico sus ojos se desviaron hacia sus propias manos; estaba sentado en el sillón donde el hombre que esperaba le robó un beso.
Su ceño se frunció, aún no entendía porque había pasado eso. Incluso las palabras que el hombre le dedicaba eran demasiado confusas, no entendía si realmente estaba sintiendo algo o si solo estaba entrando en el papel.
Sentía vergüenza de si mismo, porque no fue capaz de ser firme y pedir no ser besado. Estaba nervioso, porque los segundos pasaban rápido y aquel hombre estaba a punto de llegar para lo que llamaba "su primera cita".
¿Y si nuevamente lo besaba? ¿Cómo se supone que debía rechazarlo? ¿Las parejas normales también están en su derecho de rechazar un beso si no lo quieren?
Escuchó el sonido de la puerta abriéndose y con rapidez miró el reloj: 21:00 horas. Dazai había llegado justo a tiempo.
-¿Estás listo? -no se movió de la entrada- Hay un buen restaurante cerca, estoy seguro que te va a encantar.
-Hubiera preferido que llegaras tarde, estaba planeando como golpearte.
-¿Eh? ¿De verdad querías que fuera impuntual? Que raro eres, Chuya.
-Lo único raro aquí es que llevamos con esto cinco días y no he tenido la oportunidad de darte un solo golpe -dijo mientras se levantaba del asiento.
-Que cruel, Chuya. Vamos, vamos, el tiempo es oro.
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Restaurante familiar de día y bar-billar de noche, así era como operaba "Viejo Mundo", un negocio donde solo trabajan jóvenes no mayores de 25 años.
Dazai no había bromeado en ningún momento acerca de tener un espacio privado para su esperada cita con Chuya: un cubículo preparado usualmente para los clientes que desearan atender sus negocios en privado fue reservado exitosamente a petición.
Chuya miraba alrededor, parecía un lugar demasiado chico pero era suficiente si solo se dedicarían a comer. Por fuera, se encontraba la entrada a otro cubículo y solo los separaban unos cuantos pasos. Luego, su mirada se dirigió al castaño sentado frente a él, percatándose de que este lo miraba con una seriedad que lo asustaba.
-¿Tengo algo en la cara? -cuestionó el pelirrojo de mala gana.
-¿Es la primera vez que vienes a un lugar así?
-No es de tu incumbencia. ¿Por qué escogiste un lugar así?
-Afuera puede haber personas que aún estén detrás de tu familia. Te lo dije, ¿no? Que haya acabado con uno no quiere decir que afuera no haya más de esos buscando venganza.
-Oh, entiendo. Entonces, ¿solo por eso? Maldita sea, me siento incómodo estando solos.
-No tienes que preocuparte, nos vamos a divertir mucho -respondió divertido.
Pero para Chuya no representaba gracia alguna, sabía que todo era un pretexto. Razonándolo, si hubiera más gente queriendo pescar a su padre, el tomarlo como recompensa hubiera sido un acto demasiado precipitado porque el trabajo no estaría completo.
En medio de sus pensamientos, un joven que más tarde se presentó como "Lippmann" entró al cubículo; era mesero de "Viejo Mundo". Por esa noche, se encargaría de atender a sus distintivos clientes y asegurarse de que disfrutaran cada uno de los platillos y bebidas que ofrecía el restaurante.
-Disculpe la intromisión, ¿pero es este chico su nueva pareja, Dazai-san?
-Sí, ya tenemos algún tiempo saliendo. Pensé que traerlo aquí una noche como hoy sería muy gratificante para él debido a su excelente servicio.
-Huh -Lippmann miró detenidamente a Chuya y luego expresó-... Se ve demasiado joven, ¿tal vez eres un universitario? Si estás en busca de trabajo, puedo ayudarte con eso. Pareciera que "meserear" es lo único que sé hacer, pero afuera soy toda una sensación. ¡Te lanzaré al mundo del espectácu-!
-No me interesa, gracias -cortó Chuya las palabras del joven emocionado-. A simple vista eres demasiado excéntrico y no puedo permitir que me relacionen con alguien así.
-Que cruel -respondió el joven un poco resignado-. Por favor, disfruten su velada. Nuestro menú de hoy para ustedes es un estofado de pollo, okonomiyaki, sanuki udon, vino y whisky. Si algún platillo no es de su agrado, dejen que nuestros oídos lo sepan.
Chuya observó al mesero retirarse, no iba a negar que había sido agradable conocerlo. Se preguntaba si de verdad era posible ejercer en el mundo del espectáculo y trabajar como mesero al mismo tiempo. Debía amar tanto a su público como para soportar que lo reconocieran todos aquellos que se pasaran por el restaurante.
-No te preocupes por él, todos los que trabajan aquí son buenos chicos. Todos tienen habilidades diferentes en el mundo exterior, pero aman lo que hacen aquí.
-Los conoces bien para saberlo. Entonces, ¿has traído a tus antiguas parejas aquí?
-Sí, lo he hecho. Bueno, inicialmente fue Odasaku quien me trajo aquí. Supongo que no es malo compartir un lugar que me gusta y donde guardo demasiados recuerdos con las personas que forman parte de mi vida, ¿no?
El pelirrojo se encogió de hombros, Dazai hablaba de forma tan natural que a veces pensaba que no le importaba en absoluto los sentimientos de sus parejas. No precisamente porque él se sintiera despreciado, sino porque era empático; no podía imaginarse tener una relación seria con ese hombre y que de la noche a la mañana comparta lugares que alguna vez compartió con la persona que amaba.
Tal vez busca llenar el vacío que su verdadero amor le dejó, pensó.
Enojado, sacó el vino de la pequeña cubeta que lo mantenía frío y lo abrió para servirse. Comparar su situación con la de aquellas personas que alguna vez habían tenido algún vínculo amoroso con el castaño le resultaba más frustrante que imaginarlas siendo menospreciadas.
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El dolor de cabeza se hacia presente, lo suficiente para despertarlo. Sus ojos se abrieron con pesadez y tardó en enfocar su vista, pronto se vio capaz de ver su entorno. No estaba en su habitación.
Se levantó apenas para tratar de reconocer el lugar, definitivamente no era la cama donde había estado durmiendo durante los últimos días y alguien estaba durmiendo de espaldas a él, sin ropa...
-¡¿Sin ropa?! -pensó en voz alta. Cinco segundos le tomaron para darse cuenta de lo que había visto.
Levantó la sabana y notó que la persona durmiendo a su lado no era el único que no vestía ni una sola prenda, él también se encontraba expuesto. La conmoción se hizo presente, sus manos soltaron la sabana y con nerviosismo cubrió su rostro.
¿Qué había pasado? ¿Cómo fue que terminó así? ¿Quién es la persona que se encontraba durmiendo a su lado?
Tragó saliva con dificultad y trató de calmarse, miró rápidamente a su alrededor buscando su ropa pero no tuvo éxito. Se movía buscando el celular del desconocido, sin embargo, causó que el susodicho se despertara. Cuando la persona se dispuso a darse la vuelta, Chuya sintió que su mundo se vino abajo.
Era Dazai.
-Ah, al fin despertaste.
-¿"Al fin desperté"? ¡¿Que mierda haces aquí?
-La pregunta ofende, Chuya -parpadeó un par de veces, luego bostezó-. Lo único que puedo decir es que estuviste excelente y me encantó tener una velada contigo -sonrió burlón.
-¡Para de decir mierda! ¡T-Tu...!
-Hablas más cuando tienes alcohol en el organismo. Debes estar cansado y tu cabeza debe doler, bebiste demasiado. Duerme, al amanecer será un nuevo día.
-¿Q-Qué mierda hice...? -susurró para sí mismo, ignorando completamente las palabras de Dazai -O-Oye, bastardo... ¿por qué no me dices que clase de cosas espantosas hice?
-¿Eh? Chuya, es de madrugada. No voy a sentarme a platicar contigo y a decirte a detalle cada una de las cosas que hicimos. Usa un poco tu imaginación y duérmete -respondió aturdido.
Lo que restaba de la madrugada, Chuya no descansó. Todo daba vueltas en su cabeza y tener a Dazai durmiendo junto a él lo incomodaba. Maldecía el momento en que había terminado a su merced sin darse cuenta.