Un amor en línea [COMPLETA]

By writingwiththeheart

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"¿Qué harías si por error le escribes a un completo extraño pensando que es tu mejor amiga?" SINOPSIS Zoe con... More

INICIÓ
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21 [FINAL]
NOTA DEL AUTOR

Capítulo 6

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By writingwiththeheart

"Al día siguiente "

♡ Zoe♡

Las clases habían terminado y un día menos de sufrimiento había transcurrido, pero como era de esperarse la clase avanzaron a la velocidad de una tortuga, haciendo que cada periodo fuera una tortura.

Marlyn y yo caminábamos hacia la salida del colegio con flojera, cuando escuchamos a alguien gritar detrás de nosotras.

—¡Chicas!—James gritó a lo lejos y se acercó a nosotras—. ¿Las acompaño?—preguntó crédulo, acompañado de una sonrisa.

—Si esa es una pregunta, no gracias—dije, sin una pizca de gracia.

Marlyn rodeo los ojos molesta por mi respuesta grosera y los tres continuamos caminando hacia la salida. No protesté más y dejé la pelea hasta ahí.

—No le prestes atención, solo esta de mal humor— Marlyn intentó justificarme.

James rió a carcajadas por su comentario y me mostró una sonrisa divertida para animarme. Su alegría y el humor que siempre cargaba llegaba a sorprenderme.

Cuando finalmente llegamos a la puerta del colegio, pensé en librarme de James con una  excusa tonta, pero Marlyn se apresuró a alejarse de nosotros sin dar explicaciones.

—¡Mamá ya está aquí, los dejo!—dijo y se alejó corriendo hacia el vehículo de su madre.

Me sorprendió su actitud porque no era normal que Marlyn se fuera a casa sin mí y mucho menos dejándome sola. La única respuesta coherente que pensé fue que mi linda amiga solo buscaba ponerme en situaciones incómodas con James, solo porque creía que él era un gran postulante para ser mi novio.

—¡¿No me pueden llevar?!—grité para que pudiera oírme, pero solo fui ignorada.

—Yo puedo llevarte—habló James.

Me mostró los dos cascos que tenía en mano, levanté la mirada y me encontré con su motocicleta estacionada delante de nosotros.

Se estaba aprovechando de la situación.

La mañana había sido agotadora y no tenía la suficiente fuerza  como para caminar a casa. Ya le había dado mucho trabajo a mis piernas en la mañana como para torturarlas de esa manera otra vez.

—Bueno—me resigné.

Me apresuré a tomar asiento en la parte trasera de la motocicleta y por unos segundos me quedé inmóvil al no estar segura si sujetarme o no de James por la cintura. Era obvió que tenía que hacerlo, pero eso me hacía sentir incomoda. James todavía seguía acomodándose el casco, cuando se quedó quieto unos instantes para que me sujetará de él antes de arrancar.

—Esperaré todo el día hasta que estés lista—dijo en un tono meloso, para luego mostrarme una sonrisa.

Me ruboricé por sus palabras e intenté actuar normal ante él. Ignoré esa sensación extraña y volví a la realidad.

—Vamos—dije en un tono firme para que supiera que no estaba nerviosa.

Al abrazar su cintura mis brazos se sintieron delgados por el tamaño de su espalda, haciendo que me sintiera pequeña en comparación de él.

Recorrimos pocos metros a una velocidad que no estaba acostumbrada. El aire entraba en mis pulmones haciendo que todo mi cuerpo se sintiera a gusto. Los mechones de mi pelo se movían por el viento obstaculizando así mi vista.

Solo quería que esta sensación de libertad siguiera. Alcé los brazos hacia arriba soltándome de James y dejándome llevar por el momento, estaba distraída con la adrenalina que no me di cuenta, cuando...

—¡Semáforo!—James gritó y detuvo la motocicleta de golpe.

Mis brazos rápidamente se bajaron por el impulso, haciendo que me volviera a sujetarme de James. Mi mejilla estaba pegada a su espalda como consecuencia de la manera brusca en la que la motocicleta había frenado. Fue inevitable no poder sentir su aroma al estar tan cerca.

—Lo siento, está es la ciudad—se disculpó—. La próxima vez te llevaré a una carretera y no habrá más semáforos, lo prometo.

Presté atención a sus palabras, pero dudaba mucho en que esa futura segunda cita se hiciera realidad.

Continuamos avanzando después de que el semáforo estuviera en verde, pero esta vez la motocicleta aceleró a una velocidad más rápida que la anterior provocando miedo en mí. Me aferré a James nerviosa por la velocidad en que iba la motocicleta.

La motocicleta se detuvo en el parqué que estaba cerca de mi casa. James bajo de la motocicleta y extendió su mano para ayudarme a bajar de ella, supuse que era un gesto de caballerosidad porque tenía una falda puesta que me llegaba por arriba de las rodillas.

Estúpido uniforme.

Gesto que no aceptaría. Cuanto más alejada de James este mejor.

—Yo puedo sola.

Salté de la motocicleta al suelo, pero como mis piernas no eran tan largas me tropecé al bajar.

Eso te pasa por ser grosera.

James estaba en frente de mí y me sostuvo por la cintura para que no pudiera caerme. Sus ojos me miraron con preocupación y esa cercanía hizo que me pusiera aún más nerviosa. Alejé sus manos de mi cintura y vi en otra dirección para evitar su mirada.

—Eres linda—confesó.

Él buscó mi mirada y nuestros ojos se volvieron a encontrar. Sus manos tocaron mis mejillas con delicadeza acercándome más hacia él, cerró los ojos para finalmente acercar más sus labios a los míos.

Me quedé estática para lo repentino del momento y porque no sabía que hacer, dándole así la oportunidad para besarme. Tenía una expresión de desagrado al ver como se acercaba más y más hacia mí, pero antes que pudiera alejar a James de un empujón una bocina impidió que él me besará.

—¡Vamos, muevan esa motocicleta de ahí!—gritó una señora—. ¡Hazme él favor de quitar esa cosa!

La señora gritaba molesta desde su auto. En cuanto a James solo se mantenía en silencio apenado por los insultos de la señora, lo que hizo que sintiera lastima por él y hasta enojó contra la misma señora.

—¡Hay suficiente espacio para todos, usted muévase!—salí en defensa de James.

Estaba molesta con la señora por la forma que  gritó  a James. Había mejores maneras de pedir las cosas y a gritos no eran las correctas.

Aplica ese consejo para tí.

—Querida, por favor, no te metas. Esto es entre este extranjero y yo—respondió amablemente.

—Solo déjalo—James me lo pidió.

¿Acaso esa señora estaba bien de la cabeza? No dejaría que las cosas se quedarán así, mínimo unos cuantos insultos se llevaría esa señora de mi parte.

—Ahora mismo lo hago—respondió  James a la petición de la señora.

No quise dejarlo así. James no era mi mejor amigo, pero no podía permitir que le dijera todas esas horribles palabras. No delante de mí, eso era algo que  se podía soportar.

Esa mujer estaba menospreciando a James por la apariencia que tenía de ser extranjero, cuando a estás alturas este tipo de discriminación no deberían existir. Ella no tenía el derecho de hablarle o expresarse así de él y de nadie.

Estaba furiosa con cada palabra que decía.

—¡Señora, no puede salir así, como si nada de su casa sin correa!—grité enojada—. Vuelva a su casa cuando tenga mejor educación.

James no pudo evitar reir a carcajada por lo gracioso que se había escuchado mis palabras y me dió una mirada de agradecimiento por mi ayuda.

—¡Guarda silencio!—le ordenó a James—. ¿No ves que ella solo esta contigo por pena?

Esa fue la gota que derramo mi paciencia. Esa doña estaba loca de la cabeza.

—¿Pena? Pena debería sentirse usted de si misma, cuanta vergüenza sentiría yo si fuera fuera usted. Como es posible que una mujer tan mayor siga con este tipo de pensamientos tan mediocres.

—Niña, no tienes porque mezclarte con esta gente—dijo en un tono amable.

Era evidente el favoritismo que tenía esa mujer. No pude evitar apretar mis puños de tanta rabia que sentía al haber escuchado todo lo que ella había dicho. Esa señora tenía un hueco en el cerebro, sí es que lo tenía.

—¡Cállese señora y observe!—alcé la voz para que me escuchará.

Me acerqué a James que estaba muy cerca de mí y lo sujeté del rostro, obligándolo a besarme.
Él solo se dejó llevar por mí y me siguió con el beso.

Esto era lo más loco que había hecho en toda mi corta vida, pero lo cierto era que en el
transcurso del beso no me arrepentí ni un poco.

Los labios de James eran suaves y delicados, haciendo que mi primera experiencia no fuera tan mala como lo esperaba. No estaba mal para ser mi primer besó, pero no era como me la imaginaba.

No era con alguien que yo amaba.

No era Farid.

Mi subconsciente habló y fue cuando note la gravedad de todo. El error que había cometido.

Finalizamos el beso alejándonos él uno del otro. Bajé la cabeza avergonzada por mi atrevimiento e intenté esquivar la mirada de James por la vergüenza que me invadía. Cuando vio mi actitud me tomo del mentón con suavidad, me miró a los ojos y se acercó hacía mí nuevamente para repetir el beso.

Me quedé inmóvil en ese segundo y solo retrocedí mi cabeza para que no llegará a mis labios nuevamente.

—¡Ya muévanse!—gritó la señora desde su auto, interrumpiendo el momento.

Sentí un enorme alivio al escuchar a la señora y me apresuré a retroceder, aún sin creer lo que me había animado a hacer. Una absoluta locura.

James se veía perplejo, sin poder reaccionar o aún creer lo sucedido. Volvió  en si después de escuchar a la señora gritar, para luego apresurarse a mover su motocicleta con una sonrisa de niño en el rostro. El auto de la señora avanzó sin ningún problema, mientras que James estacionaba su motocicleta cerca de mí.

Pretendía huir de la escena como una cobarde avergonzada, pero eso sería imposible porque James estaba muy cerca mío.

No sabía que hacer, que decir o como actuar.

¿Debería fingir demencia?

—¿Besas muy bien cómo para ser tu primera vez?—preguntó algo dudoso, mientras relamía sus labios.

Definitivamente se merecía un golpe en el ojo para que se le quitará lo arrogante, presumido y las muchas virtudes que tenía. Intenté ignorar eso y centrarme en como se había enterado que era mi primer besó. ¿Acaso podría ser Marlyn? No, ella no haría eso.

Es tu amiga.

No era de esas chicas que iba contando por ahí sobre cosas tan personales como esas. No lo sabía ni siquiera Adah, Zee o mis propios padres. Era muy personal y algo vergonzoso hablarlo con cualquiera, eso sí, no me molestaba esperar, al contrario me parecía bonito tomarme mi tiempo hasta  que llegará la persona correcta con quién quisiera experimentar algo tan especial, como mi primer beso.

Y la verdad era que no iba besándome con cualquier persona que no fuera mi novio. Supongo que no era la persona más indicada para decir eso en estos momentos.

Mi única justificación era que solía ser muy impulsiva y terminaba haciendo tonterías por ello.

Un claro ejemplo era lo que había hecho.

—¿Quién te dijo eso?—pregunté desconcertada.

—¡Bien!—se emocionó—. Entonces, sí era tu primer besó—dijo con satisfacción.

—¿Qué?—dije confundida.

—Gracias, por la información.

Esa expresión divertida que tenía en el rostro siempre lograba irritarme.

—Esta bien, será mejor irnos a casa—dije apurando el paso e intentando salir del momento incómodo.

James decidió no molestarme más con el asunto y ambos subimos a la motocicleta y continuamos el recorrido hasta mi casa.

Al llegar a casa me baje de la motocicleta y me detuve en frente de las rejas de mi casa. James imitó mi acción y se quedó viéndome hasta que abriera la reja.

—Gracias por traerme.

Le mostré una sonrisa pequeña como agradecimiento mientras que James aún seguía sin moverse.

—Ya puedes irte.

Intenté no sonar grosera e hice un gesto con la mano para que se fuera.

—Lo sé, solo espero a mi amigo para irnos—dijo sonriente.

—¿Qué?—no comprendí muy bien lo que estaba sucediendo.

Mi rostro de confusión era evidente. James señalo con la cabeza hacia la casa de color marrón claro que se encontraba enfrenté de la mía.

—¿Tu amigo vive ahí?—dije sin creerlo aún.

Era una horrible coincidencia o un juego macabro del destino.

—Sí, Alessandro. Se acaba de mudar.

—Con razón tu amigo se me hacia conocido.

Desde un inicio el amigo de James se me había hecho familiar, cuando lo vi por primera vez, pero no recordaba de dónde exactamente.

La familia de Alessandro se había mudado a inicios del año, pero no lo había visto muy seguido, porque yo no solía ser muy sociable con los vecinos y casi siempre me mantenía encerrada en casa.

Me despedí nuevamente de James para entrar a casa sin poder creer aún todo lo que había pasado en este día.

Me había subido a la motocicleta de James.

Lo había besado.

Y Alessandro era mi vecino.

Entré a la sala y vi a mi madre parada en frente mío, esperando mi entrada.

—Bienvenida—sonrió al verme.

—Buenos días—levanté mi mano como saludo.

Caminé hacía mi habitación, pero antes de que llegará  a subir  por las escaleras recordé la forma en que había actuado con mamá la última vez y retrocedí los pasos arrepentida de mis palabras. Mamá volvió a verme sin entender nada.

—Perdón, por la última vez. No debí haber actuado así contigo—hablé apenada.

Quería a mamá como cualquier hija lo hace, pero siempre teníamos este tipo de problemas entre madre e hija y esperaba siempre solucionarlos en un pequeño tiempo después de que cada una se calmará un poco.

—Te entiendo, hija. Entiendo que a veces te dejamos sola en casa y que eso hizo que nuestra relación no se fortaleciera con el tiempo, pero no lo hacemos porque así lo queramos tu padre y yo. Espero que sepas entender y que nos comprendas, como nosotros también lo haremos contigo—dijo, mientras me acarició el rostro.

Le devolví la caricia con una sonrisa enternecedora.

—¿Y...por qué no estás en el trabajo? ¿Te quedaste en casa porqué dije eso?—hablé, sintiéndome culpable.

No quería causarle problemas a mi madre en su trabajo.

—No, el caso con el señor Abelardo término antes y por eso tengo libre hoy—me mostró una sonrisa y su tono de voz era de entusiasmo.

—Que bueno para tí—es lo único que salió de mí boca.

Sentí un incomodo silencio entre ambas por lo que solo quería huir a mi habitación. Amaba a mi madre, pero ambas no teníamos mucho en común y casi siempre nuestras conversaciones eran básicas y cortas.

—¿Te gustaría hacer algo?—preguntó animada.

Mamá parecía estar de buen humor hoy. Al menos alguien lo estaba, porque yo estaba muerta de cansancio.

—Bueno—dije sin ánimos.

Antes de irnos hablé con Marlyn para que no viniera a casa a hacerme compañía como solía hacerlo todos los días sin falta.

Mamá y yo estuvimos toda la tarde haciendo cosas de chicas como comprar ropa y accesorios femeninos, comer algo dulce y pasear por el centro comercial.

Todo era extraño e incómodo. No es que me molestará pasar tiempo con mi madre, pero salir juntas no era algo que hacíamos tan seguido y termino convirtiéndose en algo extraño para mí. Llegamos a casa agotadas y con dolor de piernas por recorrer todo el centro comercial sin parar. Mamá subió a su habitación para descansar e hice lo mismo.

♡ James♡


Mi corazón todavía no lograba asimilar lo sucedido hace unas horas, y digo mi corazón porque no deja de latir aún de la emoción que me albergaba. Era el hombre más contento de este mundo, pero por más que uno deseaba que todo saliera perfecto, no siempre las cosas podían ser así.

El día también tuvo sus complicaciones, empezando por la señora que me había gritado en la calle. En ese momento preferí callar y dejar todo ahí, porque de alguna manera yo me sentía un invasor en este país, a pesar de haber nacido también aquí. La gente piensa que soy extranjero por mi apariencia y terminan confundiendo las cosas.

Me gustaba vivir en este país y no tenía ninguna duda de que era mi parte favorita del mundo. Me encantaba respirar el mismo aire que las personas que quiero y eso hacía que no quisiera irme nunca de aquí.

Ver como Zoe salió en mi defensa, cuando pensé que no le agradaba ni un poco hizo que mis esperanzas crecieran aún más, al igual que mis ilusiones y eso de alguna manera mejoró mi día.

Estaba esperando a Alessandro para salir juntos, mientras él tomaba una ducha. Me recosté en el sofá de su sala mirando un partido de futbol con muy poco interés.

—¿Y tu cara de embobado a qué se debe?— preguntó, mientras paseaba por la sala, casi desnudo.

Tenía puesta una toalla que le cubría la parte de abajo y con la otra se secaba el pelo mojado.

Lo miré sin una pizca de gracia.

—¡No, no! Déjame adivinar—dijo en un tono cómico e hizo una expresión pensativa—. Zoe, obvió.

—Imbécil—le arrojé el cojín a la cara.

Él se rió por mi reacción.

—Esa chica te tiene en las nubes.

Alessandro me dedico una mirada asesina por la agresión y luego se retiró a su habitación para cambiarse por completo. Volví a mirar el televisor, cuando mi móvil vibro en la pequeña mesa que estaba en el centro de la sala.

Era mi padre el llamaba, eso solo podrían significar; insultos, explicaciones y discusiones.

—Buenas noches, padre—dije, no muy animado.

—¿Por qué no me respondiste ayer?—preguntó queriendo explicaciones—. Tu madre me dijo que estabas haciendo un live y que por eso no respondiste a mi llamada, hay mejores maneras de desperdiciar tu juventud, ¿y escoges está?—soltó una risa irónica.

No dejó que respondiera a su pregunta.

Rodeé los ojos como de costumbre, mientras esperaba a que terminará de insultar.

Mi padre era así y su personalidad no cambiaría con palabras dulces o con una muestra de que me afectaban sus palabras, las cosas no se solucionaban así de fácil.

—Si ya sabe, porque no pude contestar, ¿por qué me pregunta?—respondí irritado.

Me preparé mentalmente para los insultos que vendrían debido a la manera en que había respondido a sus palabras.

—Cuida tu boquita, niño—me amenazó—. Tu madre me informó que por ahora estás bien en la escuela.

Gracias por esa información, madre.

—Espero mejores notas que antes. Esta vez no voy a tolerar un segundo lugar en la clase. Es humillante para tí, pero sobre todo para mí.

Solté un suspiro cansador al escuchar lo que dijo.

—Como usted diga.

Colgué la llamada antes de que empezara otro discurso.

Me volví a recostar en el sofá agotado de escuchar a mi padre y  sus múltiples reclamos que tenía para mí, mientras esperaba a que Alessandro terminará de arreglarse. Era peor que una mujer.

Fuimos a ver una película de terror al cine y luego volveríamos a su casa para jugar videojuegos hasta altas horas de la noche. Tal vez si me diera flojera me quedaría a dormir  en su casa, esa idea no me molestaba ni un poco, porque solo a metros estaba mi otra mitad.

Dormir a solo metros de ella, era casi un privilegio.

Alessandro se quedó dormido a la mitad de una serie que  veíamos en la sala. Podía ver a mi apuesto amigo dormir como un ángel en mi hombro, toda una escena patética.

—¡DESPIERTA!—grité en su odio, aprovechando la cercanía que teníamos.

—Mierda—despertó asustado.

—Ve a dormir—le ordené.

Por la expresión en su rostro supuse que no entendía lo que estaba pasando. Sus cinco sentidos aún permanecían dormidos, por lo que comenzó a caminar de un lado a otro como un borracho, hasta que finalmente se detuvo.

—¿Te quedarás a dormir?—preguntó
en un bostezo.

—Sí.—respondí.

—Le dices a mamá que te quedarás a dormir.

Avanzó algo mareado hasta llegar a su habitación.

Después de informarle a la señora Emilia ( la madre de Alessandro) sobre su nuevo huésped, o sea yo. Entré a la habitación de Alessandro a dormir junto con él, ya que para mi desgracia su casa no cantaba con una habitación de huéspedes. Al principio me pareció algo raro porque la casa de Alessandro era grande y dormir con él era una pésima idea.

El chico no paraba de moverse por todas partes de la cama, sin mencionar los enormes abrazos de oso que me daba en cada momento que me encontraba vulnerable. oficialmente Alessandro consideraba su oso de peluche.

Me levanté de la cama cansado de está situación en que me encontraba. Salí de la habitación para ir a la sala principal, mientras tomaba un pequeño descanso en el sofá gigante que había.

Recostado en el me puse a repasar los lindos momentos que había vivido con Zoe y simplemente me fue imposible no soltar una sonrisa divertida por esos recuerdos. En medio de esos recuerdos una idea loca se me cruzó por la cabeza.

Darle una pequeña visita a Zoe.

Escabullirme de la casa de los Alcázar fue pan comido, lo difícil vendría después. Estaba atravesando el jardín de la casa de Zoe y desde aquí podía ver las dos ventanas del primer piso, en una parecía ser la cocina y en la otra la sala.

Entonces, la habitación de Zoe quedaba en el segundo piso.

Busqué en su jardín piedritas para arrojar a la ventana del segundo piso y cuando encontré algunas me animé a arrojarlas al azar. Si era la ventana equivocada estaba muerto.

Sí me ponía a pensar mejor lo que hacía era perturbador. Estaba rebasando los límites e invadiendo propiedad privada, lo que era considerado un delito, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Cuando vi que nadie respondía, quise marcharme y salir ileso. De todas maneras lo que hacía no era nada bueno, pero cuando estaba por irme una dulce voz que era música para mis oídos me llamo por mi nombre.

—¿James?—dijo Zoe sin creerlo desde su ventana.

Volteé a mirar hacia arriba y me encontré con Zoe.

—¿Que diablos haces aquí?, ¿estás loco?, ¿sabés que hora es?—parloteo sin parar.

Le dediqué una sonrisa tierna, perdiéndome en sus hermosos ojos color miel por todas las preguntas que me había hecho en tan poco tiempo.

—¡James!—me gritó para llamar mi atención—. ¿Estás demente o qué?

—Sí, lo estoy. Zoe estas en mi mente a cada hora y cuando le digo a mi cerebro que se concentre en la clase, no puedo. No puedo evitar voltear a verte y eso está mal, porque no le prestó atención a la maestra y de seguro mi padre me matará si ve una mala calificación.

Expuse mis sentimientos.

—Bajaré, pero ni creas que entrarás.

Asentí con la cabeza y no pude evitar sonreír de la felicidad. Esperé impaciente en la entrada hasta que ella saliera. Mis ojos se centraron solo en Zoe cuando vi la puerta abrirse. Tenía el pelo amarrado en un moño desordenado y llevaba puesto una pijama rosada con estrellas blancas.

Tenía el pijama más lindo que había visto.

Como era posible que Zoe me pareciera tan encantadora, cuando sabía que no estaba ni un poco arreglada como para llegar a decir que estaba hermosa. Tal vez cualquier hombre hubiera dicho que estaba ciego, pero si ellos se pusieran a ver desde mis ojos, no pensarían lo mismo.

Me acerqué a la puerta principal de su casa para poder hablar con ella y puse mi mano en mi pecho para tranquilizar a mi corazón que latía sin parar. Latía demasiado rápido.

—¿Te quedaste mudo?—se burló al ver que no decía nada.

Solo hice caso a mi corazón. El sería el responsable de todo. Sujeté a Zoe de los hombros apoyándola hacia la pared, haciendo que entrará a la casa a la fuerza.

No la iba a besar, solo quería sentirla cerca de mí.

Estaba acorralada entre mis brazos con un toque de sorpresa en el rostro y la confusión por mi actitud repentina. Tragué saliva por lo nervioso que estaba, acerqué mis labios lentamente hacía los suyos, esperando algún rechazo de parte de ella, pero no puso resistencia.

Tal vez ella lo quería...

—Yo no escuché nada—una voz masculina se escuchó.

Ese debería ser mi suegro.

—Pero yo, sí—dijo asustada.

Ahí estaba mi suegrita.

Las voces parecían venir a nuestra dirección. Zoe se soltó de mi agarré empujándome hacia la pared y se apresuró a ocultarse detrás de un estante de libros, dejándome como presa fácil para sus padres.

—¿Quién eres?—gritó espantada mi suegrita.

Ella era tan linda como su hija, igual de preguntona también.

—¡Un ladrón!—afirmó, mi suegro.

Era idéntico a su hija. Ya sabía de quién había sacado ese carácter defensivo y malhumorado Zoe.

—¡Llama a la policía!—le ordenó a su esposa.

Tan encantador como su hija.

—Y sí, ¿no?—opiné algo nervioso, quedándome estático en mi sitio.

Mi suegro me sujetó la chaqueta para intimidarme. Y sí, ya me estaba asustando. No quería ir a prisión ahora, mucho menos sin haber conseguido mi objetivo. Robarle un beso a su hija, en realidad el segundo beso si mal no recuerdo.

El señor empezó a arrugar mi ropa, mejor dicho a jalonear de ella. Alzó su puño para propinarme una golpiza. Todo ante los ojos de Zoe que se encontraba en un rincón, siendo una espectadora de mi desgracia.

Bien merecido me lo tenia por meter mis narices en dónde no debía.

Supongo que ella no quería problemas con sus padres y por eso prefería que ellos pensaran que era un ladrón, pero él que estaría en serios problemas seria yo. El puño estaba a centímetros de mi hermoso rostro, cuando Zoe intervino en medio de nosotros.

—¡Espera!

Zoe vino a mi rescaté.

Su papá la observó confundido, sin entender nada. Ella se puso enfrente de mí para que su padre no pudiera terminar su cometido.

—¿Qué sucede?—ambos padres hablaron al mismo tiempo.

—Él...—se quedó callada—es...—balbuceó sin dar una explicación.

¿Qué les diría? ¿Qué estuvimos a solas casi siendo las tres de la madrugada? ¿Qué entré a su casa con la intención de robarle un beso a su hija? Si decía eso era un hombre muerto y no creía que Zoe quisiera cargar con esa culpa, ¿o sí?

—Él...es...—volvió a repetir nerviosa.

Al ver sus intentos fallidos por responder, me adelante en contestar por ella.

—Su novio—les respondí con una sonrisa en el rostro.

James aprovechándose de la situación:0

Pero, ¿cuál era mi necesidad de cortarlo aquí? Hacerles sufrir un poquito, solo un poquito.

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