Adicción || EDITANDO

By maybasswriter

4.3K 385 108

Cath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía... More

Adicción.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciseis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.

Capítulo veinticinco.

70 8 0
By maybasswriter


A veces llegaba a pensar que los días en el centro se hacían un poco más pausados, más calmados y rutinarios a su vez. Me despertaba, me dirigía al baño, luego por un café, lo seguía las sesiones diarias, dos horas en la cafetería y, por último, de regreso a la habitación.

¿Thomas? Lo he visto. Sí, mirarlo era todo un placer.

Solíamos cruzarnos en varias sesiones. Se suponía que debíamos trabajar en el tema de la adicción, pero estar a su lado me vuelve un poco más adicta. Nos sentábamos uno al lado del otro durante más de media hora sin emitir palabra. De vez en cuando sentía sus ojos taladrando mi cuerpo, y cuando él no lo notaba, yo solía deleitarme en él.

A medida que pasan los días nos apartamos un poco más. Es como una fiera ante un cazador; no sabe si lo van a cazar o si lo van a domesticar. Siempre con cuidado de no acercarnos demasiado.

-¿Un café?- me pregunta John cuando me ve entrar.

-Como siempre- le regalé una sonrisa.

En estos días mi relación con John ha cambiado un poco, para bien. Era un joven encantador y me hacía pasar buenos ratos. Eso era suficiente por el momento.

-¿Dormiste bien?- pregunta mientras se apoya en el mesón.

-Muy bien- me encontraba soplando el café.

-¿Algo planeado para hoy?- murmuró con cuidado de que nadie escuchara.

-Sí- le sonreí -necesito algo de ayuda para decorar algunos lugares...- me giré con la intención de provocarlo un poco.
Y lo logré. Fue detrás de mí y posó una de sus manos en mi cintura.

-¿Ayuda?- levantó una ceja.

-Eso he dicho-

-Eres muy afortunada. Estás frente al mejor decorador de navidad que podrás ver en tu vida- su sonrisa era muy reconfortante.

¿Reconfortante? Definitivamente estaba convertida en un caos. ¿Desde cuándo la palabra reconfortante podría describir al amor? Esto era completamente contradictorio a lo que me hacía sentir Thomas.

Dispuesta a olvidarme de esos ojos negros me fijé en el chico de ojos azules y le respondí:

-¡Qué afortunada soy! sería un placer que me ayudaras- rodé los ojos cuando no me vio.

-El placer sería el mío- sus ojos estaban envueltos en pasión.

En cambio, los míos no.

Su sonrisa era como las que te regalaban los niños cuando les dabas un juguete nuevo, o simplemente un dulce. Era algo que te llenaba, pero no por completo. Te llenaba a medias, tanto como una hormiga puede llegar un vaso.

-¿A qué hora nos vemos?- sus ojos recorrían mi rostro a toda velocidad.

-Te espero una hora después de la cafetería-

-Perfecto- metió sus manos dentro de los bolsillos de su delantal.

Me sentía algo incómoda.

-Te noto algo rara- volvió a su lugar.

Una risa irónica salió de mi boca.

-Yo soy algo rara, ¿No crees?- apoyé mis brazos del mesón para verlo un poco mejor.

-No- poseía el ceño fruncido -Bueno, sí. Pero me gusta que seas rara- sus ojos revisaban el menú.

Y sus momentos pasionales eran sólo eso; momentos. Para ser sinceros, hay una gran distancia entre la ternura y la pasión. No solía mirarme mucho a los ojos y cuando lo hacía, no tardaba en volver a recorrer mis mejillas.

-¿Cómo están tus hermanos?- pregunté sin ganas de dejar nuestra conversación.

-De maravilla- su sonrisa era superficial, de las que se ven sólo en películas.

Lo noté algo nervioso cuando sus dedos comenzaron a jugar con la estantería.

-¿Pasa algo?- sonreí con ternura.

¿Sonriendo con ternura? ¿Qué me ha estado pasando estos últimos días?

-Cath, Thomas vino esta mañana- trató de seguir antes de ser cortado.

-No me interesa lo que diga o deje de decir Thomas. Así que, por favor, no sigas con el tema-

-Hay cosas que hay que ver por tener ojos y hay cosas que debes sentir por tener corazón. No puedes sólo estar ahí parada esperando a olvidarlo. No decidimos cuándo llega el amor a nuestras vidas- estaba serio.

-No te quiero escuchar-

Tenía un nudo en la garganta.

-Claro que quieres escucharme, por algo no te has marchado-

John ha llegado a conocerme en tan poco tiempo que solía asustarme.

-Me dijo que no quería lastimarme porque sabe que te molestarías con él, por eso llegó a hablar. Ese chico te ama, ¿Sabes? está completamente loco por ti. Y los hombres sabemos cuándo otro hombre está loco por alguien- no se podían encontrar expresiones en su rostro.

-Exactamente, está loco- llevé mis manos a mi cabello.

-No es fácil para mí decirte eso-

-Entonces no lo digas- rodé los ojos.

-No es un secreto que me gustas. Pero cuando las personas comenzamos a amar sólo queremos lo mejor para la otra persona- posó una mano sobre la mía.

-Te hubieras ahorrado mucho si sólo me decías que te gustaba-

-¿Crees que no sé cómo lo miras?- su risa era muy melódica.

-Pero me gustas tú- me mentí más a mí que a él.

Sus ojos mostraron emoción por un momento, pero de inmediato se tranquilizó.

-Quieres a esa necesidad de sentirte amada. No me quieres a mí-

-¡Ya te dije que te quiero a ti!- le grité -Y te espero a la hora acordada en la recepción-

Salí de la cafetería un poco más atascada a como había entrado. ¿Por qué los humanos poseemos esa necesidad de sentir? No entiendo la razón de volvernos locos. Porque enamorarnos es caer en la locura diariamente.

Cinco toques seguidos fueron suficientes para que Ethan me abriera la puerta.

-Cath- estaba algo sorprendido.

-¿Dónde está Thomas?-

-Está adentro, pero...-

-Déjame pasar- se escuchaban risas al fondo.

-No creo que sea...-

-¡Qué me dejes pasar Ethan!- lo empujé levemente.

Él se retiró con cierto pesar y no sé si fue mi imaginación o simplemente las emociones del momento las que me hicieron escuchar un "lo siento" salir de su boca.

Thomas estaba acostado boca abajo sobre su cama mientras Megan se encontraba encima de él repartiendo suaves besos por su rostro. Me sentí destruida, cada pieza de mí se fue desarmando con los besos de ella.

-¿Cómo puedes sólo entrometerte en mi vida y seguir con la tuya repartiendo mentiras?- traté de gritar, pero no encontraba mi voz.

Cuando estás enamorada, esa persona llega a convertirse en tu todo. Es el dueño de tus pensamientos, de tus sueños, hasta de tu voz. Y cuando esa persona te destroza por completo es muy difícil encontrar todas tus partes dentro de él.

-¿Qué haces aquí?- se levantó.

Su sonrisa era tan cruel que parecía una persona diferente.

-No te importa- rodé los ojos.

-Es mi habitación. Y no te dije que pasaras-

Indignada por su comentario tomé su suéter fuertemente.

-De aquí no me muevo, Nolan-

-Puedo sacarte cuando se me dé la gana- sonrió de lado.

-¿Qué hace ella aquí?- lo solté bruscamente.

-Megan es...- dudó un minuto en responder.

Megan lo miró sin palabras.

-Megan, ¿Quieres ser mi novia?-

Impresionada por el momento la joven castaña pasó sus ojos rápidamente de mí hasta llegar a un Thomas completamente frío.

-Thomas...no...-

Y en ese preciso momento sentí mi alma caer. Él se acercó a ella como una fiera se acerca a su presa y capturó sus labios en un beso que, para ser sincera, envidiaba por dárselo.

-Sí quiero- murmuró ella cuando se separó.

Thomas le regaló una sonrisa antes de voltearse y responderme:

-Megan es mi novia-

Ya sabía lo que sentía mi madre cuando veía a mi padre con marcas de otras mujeres por el cuerpo. En ese momento sentí que mi mundo se estaba cayendo, sentí que el día se tornaba un poco más oscuro y que entraba dentro de mis pesadillas.

-Está bien- mi voz sonó tan fría como esa habitación -Espero que les vaya muy bien...- sentí mis piernas decaer.

Ethan salió corriendo al verme temblar un poco y posó una mano agarrándome de la cintura.

-Y nos irá de maravilla- ahora Thomas tomó a su novia por la cintura.

-No te quiero ver cerca de mí, o de John, o de cualquiera que esté involucrado conmigo- logré murmurar.

-Es mejor que te vayas- Ethan murmuró a mi odio.

Yo asentí y salí de su habitación. Y de su vida.

Hay cosas que suelen sorprendernos. Porque las cosas a veces suelen ir como lo tenemos planeado y, de repente, todo da una vuelta inesperada. Son cosas que no podemos evitar. No podemos evitar enamorarnos. Tampoco podemos evitar ser lastimados.

Respiré profundo y me dirigí a la sesión con David.

*

Como era de esperar, Thomas no fue a la sesión de hoy.

Al salir me sentía un poco menos destruida. Esto era como dejar ir algo que nunca tuve. Me dirigí a mi habitación y evitando la mirada de Megan saqué todos los adornos que había guardado en el armario.

La recepción estaba algo vacía, sólo la acompañaba las grandes ramas del árbol de navidad. Me senté en una de las sillas que se encontraban en la esquina y saqué mi móvil. No había ningún mensaje, como era de esperar. Pero había un correo:

"Señorita Catherine Wall, le escribimos desde la universidad de Nebraska para notificarle que su beca ha sido aprobada en su totalidad. La esperamos a comienzos del mes de abril para indicarle todos los planes asignados en cuanto a su carrera escogida. Le deseamos mucho éxito en lo que le espera en su futuro."

Mi madre hubiera saltado de la alegría con este correo, ella estaría llorando o riendo histéricamente. Pero ella ya no está. Y el lugar estaba en completo silencio. Cinco minutos después pasó una mosca frente mi rostro y la alejé agitando mi brazo. Cinco más y se escucharon unas llaves para luego darle paso al sonido de la puerta en su abrir y cerrar.

Ya iban diez.

Unos quince más y la silla ya me incomodaba. Diez después decidí hacerme una trenza. Cinco más dos era igual a siete, siete minutos después me la solté.

Ya pasaron cuarenta y dos.

Veinte minutos después seguía releyendo el correo. Dos más y levanté la vista en busca de John. Ya era hora de que llegara. Cinco, siete, cuatro, quince más. Levanté mi cuerpo resignada a esperarlo por más tiempo cuando escuché:

-¡Ya llegué!- corría como loca hasta mi encuentro.

-Ya me iba- le sonreí sin mostrar mis dientes.

-Vamos- tomó mi brazo.

-La silla me dejó algo adolorida- estiré mi espalda.

-¡No seas tan patética! la noche es joven- me hizo dar vueltas.

Estaba riendo como una tonta. Por un momento pensé que estaba junto a Thomas.

-Traje varios adornos- le comenté.

-Perfecto-

Su cuerpo se desplazaba de un lado a otro con miedo de tropezar, sus manos parecían algo frágiles al sujetar los objetos y colocarlos sobre el árbol y su sonrisa era como las que llevaban esos elfos en las películas navideñas. Una guirnalda por aquí, unas luces por allá y uno que otro adorno bastaron para que la recepción se viera como todo un hogar.

Así como uno de esos que nunca tuve.

-¿Qué te parece?- preguntó levantando los brazos.

Sentada en el suelo con mis pies cubiertos por mis finas medias le respondí:

-Me gusta mucho. ¿Y a ti?-

-Más que eso-

-¿Cómo así?- me reí.

Qué cursi era eso de la navidad.

-Me siento de maravilla, ¿Sabes?- murmuró mientras se sacaba sus zapatos y se sentaba a una distancia prudente de mí.

-Yo...- borré a Thomas de mi mente -Yo también-

-A veces no me doy cuenta de cuánto disfruto de los momentos-

-Tal vez no los disfrutas en su totalidad- pegué uno de mis pies contra los suyos.

-No, es decir, no hay duda que los disfruto-

-Si los disfrutaras te darías cuenta de ello- me mofé.

-No exactamente, Cath- su mirada estaba algo apagada.

¿No les ha pasado que de repente su cuerpo se llena de impulsos? Están dispuestos a todos, y a la vez no están para arriesgar nada.

-¿Te puedo pedir algo?- impulsos.

-Soy todo oídos- se tiró en el suelo.

Me reí ante las muecas que le hacía al techo.

-¿Me puedes besar?-

Nuestros cuerpos están repletos de impulsos. Unos buenos y otros que terminan en una gran catástrofe. Pero no podemos controlar de lo que compuestos, y eso nos hace un poco más nosotros cada día.

Continue Reading

You'll Also Like

479K 56.9K 73
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
192M 4.6M 100
[COMPLETE][EDITING] Ace Hernandez, the Mafia King, known as the Devil. Sofia Diaz, known as an angel. The two are arranged to be married, forced by...
96.8K 5.8K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
464K 22.9K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...