Adicción || EDITANDO

By maybasswriter

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Cath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía... More

Adicción.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.

Capítulo dieciseis.

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By maybasswriter


La oficina se veía un poco más grande en comparación a la última vez, las paredes ahora estaban pintadas de un blanco más potente y habían retirado un estante que se encontraba del lado izquierdo. David caminaba de un lado a otro con los papeles en la mano, masticaba un chicle tratando de dejar los nervios en las mordidas y pasaba su mano libre entre su cabello.

-La verdad, estoy decepcionado-

No le presté atención y me senté en el sofá largo de atrás.

-Ya sabía que sólo ibas a causar problemas-

Rodé los ojos.

-Responde, Catherine-

-Antes me llamabas Cath- ignoré sus críticas.

-Antes pensaba que eras buena persona, y sólo las buenas personas merecen ser llamadas por diminutivos- se sentó del otro lado de su escritorio.

-Desde que llegué a este centro te he dicho que no utilices diminutivos conmigo- tomé una revista de la mesa de al lado.

-¿Por qué todas esas cosas?- preguntó refiriéndose a lo encontrado en la habitación.

-Son cosas que pasan- levanté los hombros para restarle importancia.

-Las cosas no pasan por sí solas, las personas hacen que pasen- sus ojos estaban apagados, como la luz de la lámpara de al lado.

-¿Sabes? yo no quería estar aquí, no pienses que quiero seguir las reglas-

-Pero estás aquí por algo, y deberás seguir las reglas el tiempo que estés en este lugar-

-¿Qué vas a hacer cuando no lo haga?- me reí levemente.

-No te estoy retando, Wall, me estoy retando a mí-

-Yo también quiero retos, David. La vida aquí es algo aburrida-

-¡Para, Catherine!- posó sus manos en el escritorio -Ya me cansé de tu falsedad, ¡y sólo para causar problemas!-

-Ve tu alrededor, David, somos más falsos que la propia vida, somos una ilusión, tan frágiles, tan fuertes, tan escuchados y a la misma vez tan marginados- me levanté del sofá y fui a la silla frente a su escritorio.

-Tú llegaste aquí para arruinar todo mi trabajo-

-Si tienes tanto miedo puedes enviarme a casa-

-Te enviaré a casa cuando logres salir de esto- tomó unos papeles y los comenzó a leer.

-¿Estás seguro que lograré salir?- el reto estaba presente en mi pregunta.

-Te he visto, Catherine. No eres tan mala como dices ser, y las personas buenas no tardan en demostrar su bondad- me miraba fijamente.

-No soy tan buena como piensas-

-Tampoco eres tan mala como lo piensas tú- retomó su camino en los papeles por un momento y se dirigió a mí- serás cambiada de habitación- informó.

-Está bien- ya estaba cansada de discutir, no había salida.

-Tienes la habitación ciento dos, tu nueva compañera se llama Megan-

Rodé los ojos al oír su nombre.

-Además, tendrás que ayudar a John en la cafetería por un buen tiempo. No creas que tus acciones se quedarán sin consecuencia- se levantó y dejó los papeles sobre un estante.

-¿Ya me puedo retirar?- pregunté mientras quitaba el pequeño rastro de pintura que quedaba sobre mis uñas.

Me miró por un momento, su mirada era suave; esa mirada que un padre suele darle a su hija (los demás padres), retiró su visión de mí y suavemente pronunció.

-Espero verte en la sesión de las diecinueve- miró el reloj.

Sin decir nada me levanté y acomodé mi cabello para salir. Ethan estaba abrazando a Mia y llevaba sus maletas en la mano, Molly tenía la nariz roja y estaba esperando para ir a abrazarla y Thomas estaba en la otra esquina con dos cafés en la mano, al escuchar la puerta cerrarse se giró hacia mí y con pasos firmes se encaminó para entregarme un café.

-Supuse que hoy no ibas a llegar a la cafetería- su mirada no llegó a mí, permanecía en la pelirroja que, aun en esta situación, reía.

-Gracias-

-Mia te está esperando- susurró cuando dejé de beber.

-Es como esperar que el mundo cambie su dirección- pero a pesar de mi comentario me estaba encaminado a ella.

-Cath- sonrió de lado al verme.

Ella no estaba llorando, no estaba dispuesta a aferrarse a su novio, ni a sus amigos; ella era libre, ella era feliz sin importar lo que le sucediera. Y allí estaba de nuevo esa chica de revista, tan potente, tan frágil, tan ella.

-Mia- le devolví el saludo lo más indiferente que logré.

-No te voy a decir que nos veremos después, ni que serás mi mejor amiga por siempre, no te voy a decir que te quiero, ni mucho menos que espero algún día volver a verte. Pero gracias por estos tres meses, querida Wall- extendió sus brazos.

Dudé un segundo en abrazarla, pero en la vida no se puede ser tan cortante. Los abrazos no se le pueden obsequiar a cualquier persona, un abrazo es algo íntimo, algo en donde no sólo abres tus brazos, tu alma se llega a mezclar con la otra por un momento y lo que pase alrededor queda sin importancia, porque te estás fundiendo en la otra persona. Un abrazo no debería ser cuestión de sólo tomarse en brazos, al abrazar hay que sentir, respirar profundo y dejar de pensar. Y así lo hice yo por un momento.

-Adiós- eso fue lo único que pude pronunciar.

-Adiós- dijo ella mientras dejaba un pequeño beso en los labios de Ethan y tomaba su maleta para ir con David.

Thomas se acercó al lugar en que me encontraba y posó una mano en mi cintura, en otro momento la hubiera quitado de inmediato, pero hay ciertos momentos en los que debes olvidarte de esa fachada dura. Porque estás débil y no hay ánimos para ser fuerte.

-Vamos por un paseo- señaló con su cabeza hacia los árboles.

-Por ahora creo que deberías acompañar a Ethan-

-Pero...-

Antes que pudiera seguir con su frase lo corté.

-Te espero en la habitación cincuenta y ocho en dos horas- le regalé una sonrisa llena de aventura.

-Ahí estaré- ahora él me regaló una de complicidad.

Lo vi alejarse con las manos dentro de sus bolsillos traseros hacia su encuentro con Ethan, le dio una palmada en el cuello y le señaló un sendero, desde lejos se notaba que Thomas no paraba de hablar y cómo Ethan deseaba que parara. Sin querer dejé escapar una pequeña risa. La amistad de aquellos chicos era algo demasiado fuerte, Thomas definitivamente quería matar a Ethan, tanto como Ethan quería matar a Thomas, pero al morir los dos se encontrarían en el cielo.

Me parecía tan tonto pasar toda la vida pensando en si habrá un cielo, si de alguna manera reencarnaremos, o si simplemente no hay más que morir. Me parecía que pensar en eso sólo ocasionaba no poder ver lo que la vida nos estaba regalando. No era quien para decidir lo que existía o dejaba de existir pero, sin duda alguna, era la única que podía elegir si quería vivir o mortificarme pensando en qué haría a la hora de morir.

Ya Mia no estaba y el pasillo quedó en silencio. Eso pasa cuando alguien importante se va, las cosas no saben reaccionar ante su partida. Me encaminé arrastrando un poco los pies hasta la habitación número ciento dos, el camino a aquellas habitaciones era muy iluminado, había muchas personas charlando de cosas sin sentido. Las puertas de este lado eran mucho más coloridas, había una que poseía un cantidad exagerada de soles alrededor de una pequeña luna, otra estaba pintada por completo de color azul y en un tono un poco más oscuro se notaban pequeños trazos que aparentaban ser una ola, y la habitación ciento dos se encontraba llena de fotografías, eran de lugares y objetos.

Toqué la puerta, ya que, no poseía llaves, a los dos segundos salió una chica castaña con la base de maquillaje recién colocada.

-Tú debes ser Catherine- dijo mientras sostenía una brocha de maquillaje y sonreía.

-Y tú Megan, evitemos lo obvio- me adentré y retiré mi suéter.

La habitación era un poco más grande que la anterior y la ventana estaba justo detrás de la cama, habían dos estantes a cada lado de la habitación y un pequeño baño, el cual, poseía ducha, lo que era muy satisfactorio. Megan estaba sentada aplicándose maquillaje cuando tocaron la puerta fuertemente.

-Ese debe ser James- me comentó como si supiera de quién hablaba.

Me recordaba mucho a Mia. Y ese es el problema de pasar tanto tiempo con alguien; que cuando se va, todo te recuerda a ella.

Me senté en la cama que se encontraba desnuda y estiré mis piernas, Megan adentró a aquel muchacho y comenzaron a entablar una entretenida conversación.

-Ella es Catherine- comentó después de un rato.

-Hola, Catherine- me extendió su mano- Mi nombre es James-

Pero no recibió respuesta de mi parte, ni mi mano llegó a ningún lado.

-Es algo grosera- trató de decirle a Megan sin que yo escuchara.

-Grosera, pero sigo aquí- dejé caer mi cuerpo sobre el colchón.

Él se acercó a Megan y la invitó a salir, minutos después se fueron; rápidos y con ansias. La habitación era muy bonita, pero definitivamente no era mi estilo. Saqué la cámara, la cual siempre se encontraba en mi bolso y tomé algunas fotografías de lo que se podía divisar desde la ventana, luego tomé algunas del cuarto y otras pocas de la puerta. Al terminar la pequeña sesión de fotos guardé la cámara y me dirigí a mi vieja habitación, saqué las llaves y me encontré con Thomas recostado en la cama.

-Eres puntual- comenté.

-Me gusta serlo- se levantó de la cama.

-No parece- dejé mis cosas sobre la mesa de noche.

-No todo suele ser como parece-

Thomas estaba mirando hacia la ventana que, justo ahora, se encontraba abierta.

-Tal vez- me acerqué a él.

Podía sentir ese olor a cigarrillo impregnado sobre su suéter, también podía sentir cómo su corazón latía descontroladamente, cómo sus pensamientos le pesaban y cómo sus ojos rogaban voltearse.

-¿Qué planeas hacer?- ahora se pudo voltear.

-¿Estás dispuesto a rendirle honor a una amistad?- retiré mis zapatos.

-Siempre, querida Wall-

-Mia quería que David se enterara- cambié de tema.

-No creo que de verdad lo quisiera, ella quería a Ethan-

-Era una chica inteligente- dije buscando debajo de la cama -Ella sabía lo que iba a pasar si descubrían algunas botellas, o simplemente cosas insignificantes-

Tomé el muñeco de peluche que se encontraba debajo de una caja.

-Pero también era una buena amiga- abrí el muñeco por la espalda sacando una botella -No iba a dejar que me quedara sin botellas-se la entregué para que fuera el primero en abrirla esa noche.


Ahora busqué dentro de mi almohada y saqué unos cigarrillos.

-Y tampoco iba a dejar que te quedaras sin cigarrillos- se los tiré y él sonrió de lado mientras me entregaba la botella.

Di un largo sorbo y tragué en seco.

-Éste es por ella- anuncié.

Ahora él dio una profunda calada a su cigarrillo y cuando la soltó dijo:

-Éste es por lo que le espera-

-Uno más por el alcohol- dije después del segundo trago.

-Otro por el amor- dijo él.

-¿Por el amor? no querido, el amor no debe ser nombrado- di un trago más -hoy es por la amistad-

-Y por la adicción-

-Por David- me reí.

-Por ti-

-Y por ti-

-Por la vida-

-Por mi padre- di el trago más largo.

-Y por el mío-

-Por mi madre, que me soportó-

-Y por la mía, que me cuidó-

Yo me encontraba caminado por la habitación mientras él veía todos mis movimientos desde la cama que, hasta hace unas horas, era de Mia.

Ya había terminado la primera botella e iba por la segunda, Thomas iba por su octavo cigarrillo.

-Por olvidarme de todo- seguí.

-Por recordar todo-

-Por las aventura-

-Y los misterios- emitió una risa.

-Por mi tercera botella- di un gran sorbo.

-Décimo cigarrillo- dio una gran calada.

Estábamos hechos de humo y alcohol, consumidos en su totalidad, íbamos a convertirnos en ello en pocos segundos.

-Dime que ya estoy ebria- le pedí mientras me paraba delante de él.

-Ya lo sabes- se levantó y quedó varios centímetros más alto.

-Sólo dime que estoy ebria- di un sorbo más.

-Estás totalmente ebria- soltó una risa.

-¿No voy a recordar nada?-

-Nada de nada, ni tu nombre- posó su mano en mi cintura mientras daba otra calada.

Y en ese momento lo abracé, decidí fundirme en él y en los cigarrillos, él me devolvió el abrazo unos segundos después, y él también se fundió en mí. Suspiré en su pecho y él respiró profundo.

-Cath...- su voz estaba disminuyendo.

-No me sueltes- lo abracé un poco más fuerte.

-No lo haré- dio otra calada.

-Gracias- susurré.

-Cath...-insistió.

-Dime, Thomas-

-Me gustas- escondió su nariz entre mis cabellos.

-No te gusto- me estaba riendo.

-Sí, Cath- él se unió a mis risas -Me gustas como a un ciego le gustaría ver la luz-

-No puedes- moví mi cabeza de un lado a otro.

-Sí puedo, Cath-

-No, yo no te gusto. Ni tú me gustas- y estas últimas las pronuncié sabiendo que era mentira.

-No voy a obligarte a que me quieras- acarició mi cabello -pero no me puedo apartar de ti-

-No lo hagas- lo abracé más fuerte.

Estaba seguro que él lo estaba diciendo sólo porque sabía que mañana lo iba a olvidar.

-Dime que me odias-

-No lo haré, Cath-

Me aparté de él y busqué otra botella.

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