Adicción || EDITANDO

By maybasswriter

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Cath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía... More

Adicción.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciseis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.

Capítulo trece.

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By maybasswriter


Nunca fui de esas personas que querían hacer amigos, pero la manera en la que Mia se reía y disfrutaba del momento me hacía querer quedarme en ese lugar para siempre. Ella cantaba con tanto entusiasmo que los demás visitantes del karaoke disfrutaban de las notas que nos ofrecía, a pesar de que no tenía buena voz, sólo el hecho de ver esa motivación en sus ojos te motivaba a ti a creer que la amistad podía existir.

-Esta va para Cath, mi compañera de habitación- gritó en el micrófono.

Y seguido entonó una dulce melodía, sus ojos estaban en otro mundo junto con su corazón, sus manos se movían al compás de la canción y sus piernas permanecían estáticas. Había dos chicos en la mesa de al lado, estaban tomando algunos tragos y regalando miradas divertidas hacia Mia, seguido de eso hablaban entre sí.

Mia terminó de cantar la canción y bajó corriendo hasta la mesa mientras arrebataba de mis manos una botella de agua.

-Cantar te deja la garganta seca- se estaba riendo.

-Creo que deberías sentarte un rato- señalé la silla de al lado.

-No lo creo, Cath. Estoy muy joven para sentarme-

-Es eso o volvemos al FS- levanté mis hombros mientras le regalaba una sonrisa divertida.

-Sentada estoy bien- arrastró una silla y se sentó en ella.

-Un día al mes libre- seguía sin lograr creer lo permisivo que lograba ser el centro.

-Toma tu estadía en el FS como un paseo. David es permisivo, pero en cualquier momento tendrá que revisar habitaciones y desechar todo lo que tenemos. Así que como en todo paseo, debes tener cuidado con la roca- se llevó un trago a la boca.

-¿Cuándo harán la revisión?- me encogí en la silla del bar.

-No lo sé-

-¿Y qué pasará si nos encuentran algo?-

-Tampoco lo sé, Cath-

El bar se encontraba repleto de personas; unas tomando, otras bailando y muchas otras alrededor de la tarima esperando al próximo participante, Mia miraba para los lados y en dirección hacia la puerta, los jóvenes de la mesa de al lado miraban a Mia de una manera anormal. Era de esas chicas a las que provoca mirar, no sólo por ser hermosa, sino por todo lo que hacía sentir estando en una habitación.

-Te están viendo- le di un sorbo a mi bebida.

-Lo sé- se inclinó hacia adelante.

-Siempre te están viendo- rodé los ojos.

-A ti también- soltó una leve risa -sólo que no lo notas porque te fijas en los que no lo hacen-

-Basta, Mia- me estaba riendo irónicamente -Simplemente no soy de las que llaman la atención de nadie, en absoluto-

-Lo haces sin saberlo- apoyó sus brazos debajo de su pecho -Siempre que llegas a un sitio los ojos quedan puestos en ti, y no de la manera obscena en la que quedan puestos en las demás. Quedan puestos en ti porque no necesitas que queden en ti-

Mi bebida se estaba acabando cuando ella dejó de hablar, di un último sorbo y terminé con ella, me limpié una pequeña gota que escapaba de la comisura de mis labios con el dorso de mi brazo antes de comenzar a hablar.

-Escucha, no soy la clase de chica que sirve para este tipo de conversación, si quieres alguien para esto puedes ir con Molly- le regalé una sonrisa de lado.

-Molly es buena chica, pero no es mi amiga-

-Yo tampoco lo soy-

-Una amistad no se basa en reconocer que son amigas y que se aman la una a la otra; una amistad se basa en estar allí, siempre-

-No voy a estar para ti por siempre-

-Con eso me basta. Nunca he necesitado un para siempre- corrió su trenza rojiza al otro lado de su cabeza.

-Eres muy extraña- introduje mis manos en el interior de los bolsillos de mi suéter riendo un poco.

-La experiencia me ha enseñado muchas cosas, y una de ellas es que la realidad de algunos es la locura de otros-

-Molly debe ser mejor hablando sobre cómo llamar la atención-

-Sí lo es- esbozó una sonrisa -Pero no es buena en lo demás-

-Está bien- renuncié a la idea de ganarle en la conversación.

-Deberías cantar una- señaló a la pantalla de karaoke.

Me reí un poco y luego contesté.

-No sé cantar-

-Todos sabemos cantar- ahora ella se comenzó a reír.

-Créeme, no todos sabemos cantar-

-Abres la boca y sigues la letra junto con la pista- levantó los hombros.

-Desafinaré toda la canción- me reí de tan sólo imaginarlo.

-Mientras lo disfrutes será la canción más bonita del mundo-

Cuando cumplí trece años mi tía me regaló un karaoke junto con la pista de mi serie favorita, pasé toda la semana siguiente tomando clases de canto gracias a que ninguna de las notas me salían, al darme cuenta que era un caso perdido simplemente me retiré y compré una cámara fotográfica.

-No lo creo, sube tú- le señalé la tarima como otorgándole el permiso de dirigirse a ella.

-Está bien, una más y tendremos que irnos-

-Apenas son las veintitrés- miré mi reloj.

-Mañana tenemos sesión mixta-

Ahora se dirigió con pasos firmes y con una sonrisa en la cara hacia donde se encontraba el micrófono, lo tomó en sus manos y comenzó con una melodía algo movida, ella resonaba su pie al ritmo de la música, tenía un vaivén con sus caderas completamente desordenadas y una sonrisa que valía la pena ver.

Los jóvenes de la mesa de al se acercaron y tomaron una silla.

-Me llamo Josep- me tendió la mano un chico rubio de ojos cafés.

-Yo soy Joshua- Ahora éste me tendió la mano.

No acepté ninguna de las dos. Joshua era muy similar a Josep, sólo que éste poseía unos ojos algo más oscuros. Era como ver la misma fotografía un par de veces hasta percatarte de pequeños detalles que la diferenciaban una de otra, como algún lunar o la posición del cabello.

-Yo soy Catherine- acomodé mi cabello hacia atrás.

-¿De dónde eres, Cath?- sonrió Joshua.

-Catherine- le corregí -y no vengo de ningún lado-

-Yo te puedo enseñar de dónde vienes- en sus ojos se notaba la cantidad excesiva de alcohol etílico.

-O podemos ir a ningún lado- rodé los ojos.

-Es muy divertida- le comentó Josep a su parecido familiar.

-Pueden irse, muchachos- anunció Mia dándole una palmada en la espalda a cada uno.

-Pero si acaba de llegar la diversión-

-Es mejor que de vayan a casa- insistió.

-Preferimos quedarnos un rato más- Joshua ahora se estaba acercando a Mia.

Ella parecía no afectarle en nada.

-Preferirían irse a casa antes de que llegue Ethan-

-Así que la dulce parejita ha vuelto- Josep se reía.

-Adiós- Mia arrastró sus sillas hasta una mesa lejana.

Me sorprendía la cantidad de fuerza que poseía su pequeño cuerpo.

-Los Roswell pueden llegar a ser unos degenerados bajo niveles altos de alcohol- apoyó sus manos en la mesa.

-¿Quiénes son ellos?-

-Los dueños de éste bar-señaló todo su alrededor.

-Has venido aquí muchas veces-

-Es uno de los sitios más cercanos del centro, media hora para ser exactos-

-Me parece que ellos deberían estar en un centro de rehabilitación, no yo- comenté con la intención de hacer una broma.

-Sabes que tu problema no es realmente el que bebas- Mia me miraba muy profundamente.

-Vamos- me levanté de la silla y tomé nuestras cosas antes de llevar a Mia arrastrando por la oscuridad de la calle.

-Un taxi- ahora Mia caminaba en dirección a la parada.

Pasó uno, pasaron dos, tres y hasta cuatro taxistas que lograron ignorarnos por completo, el quinto carro que paramos era conducido por un señor mayor que poseía una camisa que decía "el mejor papá", Mia le dio la dirección y con una sonrisa enorme nos aceptó el destino, nos adentramos en la parte trasera del auto y Mia se acercó un poco más a mí.

-Nos queda media hora, puedes decir todos tus secretos y en veintinueve minutos desde ahora serán olvidados-

-La verdad es que no tengo muchos secretos que contar- me reí.

-Debes tenerlos-

-No los tengo. Mejor habla tú-

-Sólo sé que he pasado el mejor cumpleaños desde que tengo memoria. Gracias, amiga-

-¿Es tu cumpleaños?- estaba algo sorprendida.

-Sí- se encogió de hombros.

-Feliz cumpleaños- la miré.

-Gracias, otra vez- ella estaba sonriendo.

Y yo estaba segura que daría hasta la última botella para volverla a ver así; feliz, completa, siendo ella.

Tenía una amiga.

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