Adicción || EDITANDO

By maybasswriter

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Cath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía... More

Adicción.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciseis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.

Capítulo nueve.

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By maybasswriter

Llegamos al auditorio y me senté en la misma esquina en la que me senté cuando David dio la bienvenida. El mismo estaba subiendo al escenario y tomando el micrófono en sus manos.

-Buenos días, chicos- sonrió a un punto invisible.

Muchos murmullos llenaron el lugar. Muchos ya estaban ansiosos de ver con quién compartiría dos meses de su vida, yo sólo estaba ansiosa de que esto terminara.

-Sin más preámbulos voy a comenzar anunciando las parejas- tomó un papel entre sus manos -Mia Evans junto a Molly Derek, Derek Hope con Ethan Montague- y así sucesivamente siguió anunciando a sus parejas.

Después de varias parejas parecía dar por terminada la hoja así que buscó entre sus cosas hasta encontrar otra.

-Thomas Nolan y Catherine Wall- terminó de anunciar David en el auditorio.

Entre tantos pacientes el azar se empeñó en colocarme junto a Thomas, entre tantas personas en el mundo él tiene que respirar en el mismo centro donde me encuentro. Me encogí en mi asiento y todos se agruparon con sus parejas asignadas, pero yo no, yo me quedé inmóvil hasta que todo con respecto a la actividad se terminara.

-Te odio- la voz de Thomas se hacía presente desde atrás.

Ni traté de moverme.

-Te odio- repitió mientras se sentaba a mi lado.

Aparté mi cara para no mirarlo.

-Yo- murmuré mientras acercaba mi cara a la suya -En serio- hice una pausa mientras su rostro estaba sin expresión alguna -Te odio-

Él se apartó un poco más y subió su capucha. Al parecer, siempre llevaba un suéter puesto.

-Te queda mal- señalé su suéter.

-Está bien-

El silencio era el mejor compañero en nuestras conversaciones, David apareció segundos después con sus cejas levantadas.

-¿Cómo van con esto, chicos?-

-Descubrimos algo en común- le sonreí de la manera más falsa que logré.

-Perfecto- ahora sonrió él -¿Qué es ese algo?-

-El odio- le rodé los ojos mientras una sonrisa aparecía en mi rostro.

-¿Saben algo?- se sentó en el asiento de al frente de una forma que nos pudiera mirar -Ustedes no se odian- se comenzó a reír.

-No sabe de lo que habla- contestó Thomas.

-Si estás en lo cierto- se levantó y nos señaló -Al final de esta actividad te prometo que traeré a Cody-

Él se encogió de hombros y volvió a callar.

Me levanté, acomodé mi pantalón y salí del auditorio lleno de personas que paseaban de un lado a otro con sonrisas practicadas, otros ya estaban llorando y muchos estaban en silencio como si fuese la primera vez que veían a esa persona.

Caminé hasta mi habitación y minutos después escuché cómo la puerta de al lado había sido tirada con una fuerza única, busqué mi teléfono y tecleé el número de mi madre ignorando todas las notificaciones que aparecían en la pantalla.

-Mamá...- susurraba una y otra vez mientras esperaba que contestara el teléfono.

-Cath, ¿estás bien?- fue lo primero que salió de su boca.

-Odio este lugar. Odio cómo todas las personas necesitan estar unidas y cómo nadie lo está en realidad, odio saber que no soy diferente a todos ellos, odio saber que necesito un compañero para una actividad sin sentido, odio darme cuenta que sí me creía el centro del mundo, lo odio a él- hice una pausa para soltar el aire que estaba reteniendo -Y tal vez no te odio a ti-

Ella se quedó en silencio y desde la otra línea no se sentía nada.

-¿Mamá?- mi voz salió más suave de lo que esperaba.

-Te amo, hija- podía sentir cómo a través del teléfono se le escapaba una lágrima.

-Yo no te odio, mamá-

-Ya sabía eso-

-No- pasé mi mano por mi rostro -No te odio, mamá. Y no lo sabías...-

-Está bien, Cath- suspiró.

-Necesito ir a casa-

-No te puedo complacer, Cath. Entiende que si vuelves vas a hacer lo mismo que hacías antes. Esto es un momento de desesperación que dentro de dos horas vas a olvidar-

-Déjame decirte que he estado muy desesperada estos días- me senté en mi cama.

-Una semana no es suficiente- dijo en voz firme -¿Cuántas botellas te has tomado?-

-No necesito que te preocupes por mí- eché mi cabeza hacia la almohada.

-¿Ves?- ya su voz emanaba desesperación -Me sigues odiando. Soy tu madre y es inevitable que me preocupe por ti...si me amaras me dejarías preguntarte-

-¡Yo nunca dije que te amaba!- le grité.

Sólo obtuve silencio desde la otra línea.

-Catherine, sólo descansa- pronunció tan suave que parecía que se iba a desvanecer.

-No puedes obligarme a hacerlo-

-Te amo, hija. Descansa-

-¡Ya, mamá!- pasé una mano por mi rostro y noté que una lágrima resbalaba por mi mejilla -Entiende que te odio-

Fue entonces cuando corté la llamada.

La odia porque yo era igual a él, y él odiaba a todos...una persona que haga tanto daño no puede hacer más que odiar. Él me odiaba a mí por generarle gastos, a mi madre por amarlo y se odiaba a él mismo por estar lleno de porquería.

Me levanté y retiré mis zapatos viendo una camiseta mucho más cómoda, busqué entre los cajones de Mia, conseguí una pequeña botella, me la llevé a la boca y una lágrima traviesa jugaba con hacer salir a las demás.

Odiaba a Thomas porque él lo hacía tanto como yo, por estar hecho de porquería, porque él tal vez tenía un futuro por delante, por desafiarme...lo odiaba porque no tenía razón alguna para odiarlo

Odiaba a Mia, la odiaba por ser tan perfecta y a la vez estar tan llena de imperfecciones, por tener a tantas personas a su alrededor, por saber tanto de mí sin conocerme, por estar a punto de irse...la odiaba por tratar de darme apoyo.

Odiaba a David por tratar de salvarme, porque él nunca lo haría, por ser tan exitoso, por dedicar su vida a personas como nosotros...lo odia por tener un bobo centro de rehabilitación.

Odiaba a Molly por ser tan hermosa, porque a pesar de su dolor siempre tenía una sonrisa.

Odiaba a Laura por lo dedicada y luchadora que era para sustentar a su familia.

Odiaba a Ethan por estar tan cerca de Thomas, por estar saliendo con Mia y disfrutar de todo lo que hacía.

Y me odiaba a mí por no poder amar a todos los demás.

En conclusión; todos aquí estamos tan rotos. Todos tenemos pequeños pedazos de cristales clavados en nuestro ser, nadie es tan perfecto como para no poder quebrarse.

Al terminar la botella la estrellé contra la pared que daba hacia la habitación 59 y me reía fuertemente mientras desamarraba la coleta que tenía amarrada mi cabello.

Un sólo toque bastó para que me levantara a abrir la puerta.

-¿Podrías dejar de hacer tanto ruido?- preguntó Thomas irritado.

Posó su mirada desde el primero de mis cabellos hasta mis pies descalzos.

-Estás ebria- rodó los ojos.

-Es una novedad- dije en tono sarcástico mientras reía.

-¿Puedes colocarte otra camisa?- señaló mi abdomen desnudo.

-¿Por qué, querido?- me acerqué un poco a él -¿Te intimido?-

Traté de empujarlo pero él no se movió ni un milímetro.

-Ni un poco- cerró la puerta tras él.

-¿Seguro?- me acerqué a él mientras se apoyaba de la puerta.

-Totalmente- metió una de sus manos en los bolsillos mientras yo me acercaba más.

-Está bien, porque durante dos meses completos tendrás que hacerme cambiar- pegué mis manos contra su suéter.

-Deberías colocarte otra camisa- advirtió mientras me miraba.

-Acepta que tienes miedo-

-No lo tengo. Pero tú sí deberías tenerlo-  dejó reposar su mano en mi cintura.

-¿Por qué?- le sonreí maliciosamente.

Y posó sus labios en los míos, eran suaves y en su aliento se percibía un poco de cigarrillo, poco a poco abrió su boca hasta dar paso a su lengua. Estábamos en una guerra y lo más probable es que los dos termináramos perdiendo.

-Por eso- pronunció cuando recuperó el aliento -Porque te voy a lastimar hasta que no tengas más espacio para hacerte heridas-

Me alejé de él, pero cierta conexión nos mantenía unidos.

-No eres el único que sabe lastimar, Nolan- acomodé mi cabello.

-No deberíamos jugar con fuego, Wall-

-Te voy a lastimar tanto que te va a quedar claro cuánto te odio- me senté y tomé otra botella.

-Te odio- me miró fijamente.

Ahí estaba mi infierno; justamente en sus ojos.

-Yo también te odio- le di el primer trago a la segunda botella.

Él salió de mi habitación, no sin antes tirarme su suéter quedando en una camisa manga larga y pronunciando "deberías colocarte otra camiseta", segundos después entró Mía viendo a Thomas alejarse.

-¿De qué me perdí?-

-Una llamada a mi madre, segunda botella y mucha porquería- levanté mis hombros mientras le regalaba mi primera sonrisa.

-Hablo de Thomas- señaló la puerta que ahora estaba cerrada.

-Esa es la parte de la porquería- me reí.

-Creo que estás lo suficientemente ebria como para compartir- tomó la botella de mis manos y le dio un sorbo.

-Creo que esto del centro de rehabilitación no va a funcionar mucho-

-Estoy de acuerdo- dio un segundo trago.

Me recosté en la silla y estiré mis piernas hasta la cama de mi compañera haciendo que la camiseta se levantara más de lo que ya estaba.

-Me gusta tu brazier- lo señaló.

-Lo compré en una tienda cerca de mi casa- ahora lo miré yo.

-¿Y cómo es tu casa?- preguntó acostándose en su cama.

-No es el mejor lugar del mundo-

-Explícate- sus ojos verdes me miraban fijamente.

-La pintura se está cayendo, las puertas suenan, las plantas están secas y hay una que otra deuda-

Sonreí al recordar. Porque tal vez no era la casa perfecta, pero era la mía.

-Suena más bonita de lo que te imaginas-

-No lo creo-

-Es mejor que estar rodeada de lujos y no tener a nadie con quién compartirlo- pasó uno de sus brazos por detrás de su cabeza.

Yo sólo asentí y me coloqué el suéter de Thomas.

-Eso es de Nolan- sonrió mientras levantaba sus cejas.

-Y huele a cigarro- pegué mi nariz de su suéter.

-Así huele él-

-No entiendo cómo David no se fija en estas cosas- reí levemente.

-Sí lo hace, pero quiere dejarnos correr un poco- se sentó para mirarme mejor.

-No lo entiendo-

-Pocos lo hacen-

El sueño me estaba inundando y solté un bostezo.

-Ya tienes sueño y son las 5:36- señaló la ventana donde aún se veía el sol.

-No bebas desde temprano-

-Deberías dormir, pequeña alcohólica-

Se levantó para ayudarme a levantarme,me llevó a la cama y me cubrió con una sábana fina que se encontraba en la esquina.

-Deberías, deberías, deberías- comencé a susurrar mientras me quedaba dormida.

Sus manos rebuscaban entre todas mis cosas mientras las rompía y, de un momento a otro, todo estalló.

Había una habitación en blanco, estaba llena de cosas rotas y en una esquina estaba mi madre soportando los golpes de mi padre.

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