Viernes 2 de Noviembre, 1973
Remus observó el dormitorio desde la puerta, y — descubriendo que no había moros en la costa — se arrastró dentro. Cuidadosamente abrió su maletero y metió el paquete, cubriéndolo con un viejo par de jeans.
—Hola Moony, —una voz a su espalda le causó tal susto a Remus que dejó caer la tapa del maletero con un fuerte *THUNK* y se dio la vuelta. James emergió desde el baño, su cabello oscuro mojado y sus lentes empañados.
—Hola. —Dijo, esperando no parecer que tramaba algo.
— ¿Estás tramando algo? —dijo James entrecerrando los ojos.
—No.
— ¿Qué estás haciendo?
— ¡Nada!
— ¿Es el regalo de cumpleaños de Sirius?
Los hombros de Remus cayeron, suspiró.
—Sí.
—No tienes que esconder eso de mí, Moony, —James rio, fácilmente, arrojando su toalla a la cama y empezando a vestirse. —No le diré.
Remus solo se encogió de hombros incómodamente. Realmente solo quería esconder el hecho de que había pasado las últimas dos horas en el baño de niñas del cuarto piso intentando envolver la estúpida cosa, con Myrtle la Llorona parloteando sobre su cabeza, sin darle ningún consejo útil, para nada.
También estaba tratando de evitar preguntas incómodas sobre donde había conseguido el dinero. Su reserva de cigarrillos robados estaba casi completamente agotada a estas alturas, y tenía solo suficiente dinero para comprar regalos de Navidad para sus amigos y — si era prudente — algo para sí mismo. Realmente no quería comprarse nada, pero le gustaba la idea que más adelante pudiera comprar algo si le daba la gana.
—Afortunadamente es un Sábado este año, —le dijo a James, relajándose un poco, — ¿Sabes que vamos a hacer?
—Bueno obviamente, le tendremos que cantar ‘feliz cumpleaños’ al desayuno, —dijo James, muy seriamente.
—Obviamente. —Dijo Remus de acuerdo.
—Y al almuerzo y a la cena. Tengo práctica de quidditch en la mañana, pero conseguí que Hooch me diera una media hora extra en la pista antes que los Ravenclaws la ocupen, entonces podríamos volar un poco.
—Oh, bien, —dijo Remus, con un poco menos de entusiasmo. Su idea de pasar un buen rato no consistía en sentarse en las bancas de quidditch solo, una fría mañana de Noviembre — pero era el cumpleaños de Sirius, después de todo. Tal vez podría llevar un libro.
—Después supongo que tendrá que hacer eso del té en la tarde con Regulus y Narcissa. Entonces, tendremos que averiguar cuando termina eso, antes de preparar una fiesta apropiada. ¿Crees que a los otros les importe si usamos la sala común?
—No, —Remus sacudió la cabeza, con confianza. Nadie podía decirle que no a James y Sirius — especialmente a una gran, ruidosa, fiesta de cumpleaños. Esto era cierto en cualquier punto durante el año, pero especialmente esta semana, cuando la popularidad de los merodeadores parecía estar en la cima.
Remus difícilmente había conseguido caminar por los corredores desde el Miércoles sin escuchar una aclamación, o siendo golpeado cariñosamente en la espalda por sus compañeros Gryffindors, Ravenclaws o Hufflepuffs. Los Slytherins aún fruncían el ceño, aún miraban furtivamente si pasaban junto a ellos — pero no podían decir nada. Unos pocos lo intentaron, por supuesto. Por los primeros dos días después de Halloween, los ocasionales ‘bellezas angelicales’ o ‘parientes de pelusas de miel’ podían ser escuchados — y eran recibidos con estridentes risas. Snape incluso había perdido completamente su temperamento durante la lección de Encantamientos del Viernes y había llamado a James un ‘amoroso muñequito’ que casi mató a Sirius de la risa, y mortificó a Lily.
La mejor parte de esta broma, que Remus ni siquiera había considerado cuando la planeó, fue que ninguno de los Slytherins podía quejarse con los profesores sobre el hechizo — porque eso querría decir que tendrían que explicar que palabras habían sido reemplazadas. Entonces era un lento e inmensamente satisfactorio proceso observar a los estudiantes Slytherin tratar de descubrir el contra-hechizo por sí mismos.
—Se lo merecen, —Marlene soltó con una risita, temprano esa mañana, —si fueran Hufflepuffs ya habrían levantado el hechizo a estas alturas.
De la noche a la mañana, los merodeadores pasaron de ser los payasos de la clase — agradables y alegremente tolerados — a héroes de la guerra de las casas que se había estado desarrollando por todo el año. Remus intentó no pensar sobre los efectos a largo plazo que esto podría tener, y se centró en el próximo cumpleaños de Sirius. De alguna forma, catorce años sonaba aún más maduro que trece — eras definitivamente definitivamente un adolescente a los catorce.
Mary se sentó con ellos a cenar esa tarde, de nuevo. Una o dos veces, Remus había pensado en preguntarle a James como se sentía con este nuevo arreglo, pero se había detenido. Después de todo, a James parecía no importarle para nada, y siguieron de forma usual. Y Mary no estaba haciendo nada malo sentándose en la mesa de su propia casa.
Sinceramente, Remus aún no había logrado descubrir por qué su presencia le molestaba tanto, excepto que siempre se sentaba junto a Sirius, lo que pensaba que era una obvia exhibición. La continua timidez de Sirius frente al asunto era igual de exasperante. A Remus no le gustaba que las otras personas guardaran secretos.
— ¿A qué hora estarás libre mañana, Black? —preguntó James, mientras bañaba sus papas fritas en una rebosante mezcla dorada de bacalao.
— ¿A que te refieres? —preguntó Sirius, liberalmente rociando las suyas con vinagre, antes de pasarle la botella a Remus. Mary, quien estaba estirándose por la vinagre, le disparó a Remus una mirada divertida.
—Ya sabes, ¿A qué hora crees que tu té con la familia Black terminará? ¿Por tu cumpleaños?
—Oooh, ¿es tu cumpleaños, Sirius? —Mary sonrió, — ¡Nunca lo dijiste! ¡Te hubiera comprado algo!
— ¿Enserio? —Sirius la observó medianamente perplejo. Se dio vuelta hacia James, —No creo que haya té este año. No he recibido ninguna nota.
—Oh, ¿enserio? —James arqueó sus cejas en una leve expresión solemne, —Estas…o sea, ¿está bien?
Sirius resopló, mirando su comida,
— ¿Por qué no lo estaría? Como si me importara.
—Bueno…genial, entonces. —James sonrió, disparándole una mirada a Peter y a Remus que solo ellos podrían entender, —nosotros podemos empezar planeándote la mejor fiesta que la torre de Gryffindor haya visto.
— ¡Sí! —añadió Peter.
— ¿Estoy invitada? —preguntó Mary, sentándose más derecha.
—Obviamente. —Dijo Remus, su voz más sarcástica de lo que quería, —Todos están invitados.
—Miren, tal vez no hagan un gran desorden. —Dijo Sirius, jugando con sus guisantes, —no tengo mucho ánimo.
—Oh, ¿por qué no? —Mary arrulló, — ¡Será divertido! ¡La haremos igual de buena que el cumpleaños de Remus el año pasado—incluso mejor!
Sirius no dijo nada, y James miró nuevamente a Peter y Remus. Comieron el resto de su comida casi en completo silencio.
* * *
Sábado 3 de Noviembre, 1973
Remus se despertó solo la mañana del cumpleaños de Sirius, encontrando una nota clavada en la puerta del baño, escrita en una hermosa letra cursiva.
F uimos a practicar quidditch — sabía que no querrías venir entonces te dejamos descansar. Nos vemos luego. S.
Remus tomó una ducha y luego decidió que mejor iría a la biblioteca. Había terminado su ensayo de criaturas mágicas clase XXX, y quería empezar las criaturas clase XXXX. (Recientemene había aprendido que él, Remus Lupin, delgado, de trece años estaba clasificado como XXXXX, junto con mantícoras y dragones.)
Habían continuado con la fiesta con o sin el consentimiento de Sirius — una decisión hecha por James y apoyada por Remus. Incluso cuando estaba muy deprimido, Sirius no podía resistir ser el centro de atención y hacer tanto ruido como le fuera posible. Peter estaba a cargo de las decoraciones y — con un poco de ayuda de Mary y Marlene — fueron victoriosos, escondieron un baúl de serpentinas y globos en el dormitorio de las niñas de tercer año. James entregó las invitaciones — que hasta donde Remus había visto consistía en gritarle a varios estudiantes que más les valía estar ahí. Remus era el responsable de la comida — algo que era lo suficientemente simple cuando tenías acceso al mapa y la capa de invisibilidad.
Comió un tranquilo desayuno, solo, con su libro. Las comidas eran mucho más tranquilas desde que los Slytherins estaban temporalmente silenciados. Incluso aquellos que habían descubierto como romper el hechizo mantenían sus bocas cerradas, por lo menos por un tiempo.
El libro que Remus estaba leyendo era tan interesante que no lo pudo dejar de lada, y en vez, continuó leyendo mientras hacía lentamente su camino hacia la biblioteca, ocasionalmente poniendo su mano en frente para evitar chocar con uno de los pilares o puertas. Entonces, fue completamente su culpa cuando se tropezó con Regulus Black, haciendo que el chico cayera al piso.
— ¡Oh, lo siento! —dijo Remus, dejando caer su libro y automáticamente ofreciendo una mano para ayudarle. Regulus lo miró fijamente, y entrecerró sus ojos fijándose en las cicatrices cruzando las muñecas de Remus. Se puso de pie sin ayuda, limpiando sus túnicas, y mirando a Remus con su dignidad Black heredada.
—Mira por donde vas. —Dijo fríamente.
—Dije que lo sentía. —Respondió Remus, un poco molesto. No quería empezar nada, solo quería llegar a la biblioteca sin ningún problema.
—Que haces merodeando por aquí, de todas fromas, —preguntó Regulus, sospechosamente, — ¿Planeas otro maravilloso asalto a la libertad de expresión?
Remus bufó,
—Podría preguntarte lo mismo. ¿Donde está ese niñito rarito Crouch? De todas formas, no puedes probar que nosotros hicimos nada.
—No, —los labios de Regulus se torcieron, —pero sé que mi hermano estuvo involucrado.
—¿Oh si?
—Sí. No tengo las mismas palabras que todos los demás.
— ¿Mmm? —Remus trató de verse despreocupado— no tenía idea que Sirius había hechizado a su hermano diferente.
—Cada vez que intento decir el nombre de mi casa, resulta… —Regulus miró furtivamente a su alrededor, con miedo que pudiera ser oído, — ¡Vamos Gryffindor Vamos!
Remus estalló en risas, bajo la mirada imperiosa de Regulus.
—Lo siento, —dijo Remus, por la tercera vez, —es…bueno es bastante diverido.
—Por supuesto que tú crees que es divertido. —el chico resopló. Era más pequeño que Remus, pero de alguna forma consiguió mirarlo debajo de su nariz, —Tú…su tipo no podría posiblemente entender lo que mi hermano está poniendo en juego. He hecho lo mejor para esconder lo peor de nuestros padres, pero tiene que seguir haciendo cosas peores…
— ¿Por eso que no está invitado a su estúpida fiesta de té? —preguntó Remus, enojado en nombre de su amigo.
—Narcissa no creyó que valiera la pena, este año, —la mirada fría de Regulus vaciló, y se desvió. Remus tenía la impresión de que a Regulus le encantaría tener una oportunidad de ver a su hermano. —Y esta última broma lo ha probado. Él nunca va…a volver.
Regulus se estremeció y se dio la vuelta en dirección a las mazmorras. Remus sintió una oleada de simpatía, y contra su mejor juicio lo llamó de vuelta,
— ¡Reg, espera!
Regulus se dio la vuelta, horrorizado por la sobre familiaridad de Remus. Pero Regulus era un nombre tan largo. Peor que Remus por kilómetros. —Mira, —se apresuró, —Tendremos una fiesta para Sirius en la sala común esta noche, puedes venir si—
—No. —Dijo Regulus bruscamente, luciendo ansioso, —No me invites, ¿ok? Solo…déjalo. Dile feliz cumpleaños por mí. —dijo apurando el paso.
* * *
Con o sin Regulus, la fiesta rugía con éxito. Bastante literalmente; cada motivo con leones en la sala común (y habían bastantes) había sido encantado para rugir cada vez que alguien dijera las palabras ‘cumpleaños’ o ‘Sirius’.
Toda la casa de Gryffindor estaba involucrada, y Remus estaba bastante seguro que algunos de los estudiantes mayores estaban pasando botellas de algo un poco más fuerte que la cerveza de mantequilla que todos los demás estaban bebiendo. El tocadiscos de Sirius estaba girando salvajemente a doble tiempo, y muchas de las chicas se habían levantado para bailar. Mary intentó convencer a Sirius de que se levantara para John, I’m Only Dancing, pero el sacudió su cabeza fervientemente y se quedó en el sofá con Remus y Peter.
—Solo sé vals, —les confidenció en un susurro, —y estaré muy jodido si vuelvo a hacer eso de nuevo.
James se levantó e intentó mover sus caderas tan cerca de Lily como le fuera posible, pero rápidamente se tropezó sobre una arruga en la alfombra y se fue de cabeza hacia la estufa. Sirius rio cálidamente ante esto, y Remus estaba complacido de ver que por lo menos no estaba dejando que lo de su familia le afectara hoy día. Decidió no contarle a Sirius de su encuentro con Regulus aún — no lo haría más feliz, ¿entonces cuál era el punto?
—Tú eres Lupin, ¿no? —una chica se inclinó por detrás del sofá, su largo cabello cayó en el hombro de Remus. La había visto antes; era de sexto año.
—Em, si, —asintió.
—Mi amiga, Fariahah, dice que estás vendiendo—
—Eh, ¡ven aquí! —saltó inclinando su cabeza violentamente. Hasta ahora había conseguido conducir su negocio de forma privada y sin el conocimiento de los merodeadores. — ¿Qué quieres? —dijo una vez que estuvieron en la esquina más alejada de Sirius y Peter.
—Dos cajetillas de lo que sea que tengas. —Dijo.
—Un galeón.
— ¿¡Qué!? —exclamó, — ¡Pero Fariahah dijo que eran cinco sickles por cajetilla!
—Me queda poco abastecimiento, —dijo Remus, desinteresado, —oferta y demanda.
—Agh, bien. —Dijo doblando sus brazos y ladeando la cabeza, —un galeón.
—No puedo traerlos ahora. Mañana aquí a las siete am.
—¿¡Un Sábado!?
—Tengo muchos compradores, sabes.
—Bien, bien…
— ¿Qué pasa, Moony? —Sirius observó a Remus volver al sofá. Su cara de sospecha era idéntica a la de su hermano. — ¿No es otra novia?
—Cállate, —Remus le dio una patada.
— ¿Quién es tu novia, Remus? —Mary se sentó, con una mirada interesada. Dios, pensó Remus, ¿¡de donde salió!?
—No tengo una novia, Black solo está siendo un idiota.
—Bien, —Mary se instaló, sonriendo presumida, —porque si tuvieras una, —dijo jugando con un mechón de cabello en uno de sus dedos, —conozco a alguien que estaría realmente decepcionada…
—Oh. Ok. —respondió tratando de no mostrar lo irritado que estaba.
— ¿A quién le gusta Moony? —preguntó Sirius empujando a Mary.
—No podría decírtelo. —respondió Mary, fingiendo abotonar sus labios. Remus deseó que lo hiciera de verdad, para bien.
—Chicas. —Dijo Sirius, con exasperación, —Son unas pesadillas, todas ustedes.
Mary fingió hacer una rabieta, pero no dijo nada más. Sirius sacudió su cabeza, pero estaba sonriendo. Finalmente se giró hacia Remus, —entonces, ¿Qué estas vendiendo? Esa chica dijo que estabas vendiendo algo.
—Nop. —Dijo Remus, inocentemente. —Tenía a la persona equivocada.
—Lo descubriré, sabes. —Dijo Sirius, con una chispa de júbilo en sus ojos azul profundo. —No es que no esté agradecido por el realmente excelente regalo de cumpleaños, —indicó con su cabeza al piso donde su recientemente desenvuelto Kit de Lujo de Bromas de Zonko yacía, orgullosamente proclamando; ‘Para completar la colección de cualquier amo de las bromas’. —Pero voy a descubrir cómo lo pagaste, eventualmente. No me creo eso de que tu tía muerta te dejó dinero.
—Tu tío muerto te dejó dinero, —Remus contraatacó.
—No lo puedo tocar hasta que sea mayor de edad, ¿no? —Dijo Sirius, con perspicacia, —Nop, tú estás escondiendo algo, Lupin, te conozco—tú no eres Moony si no tienes un secreto.
—Déjame tener mi secreto, entonces, —Remus volteó su cabeza, misteriosamente.