El resto de la tarde fue caótico — y Remus sabía que Sirius y James, donde fuera que estuvieran, debían estar teniendo el momento de sus vidas. Cada uno de los baños del castillo había misteriosamente sido afectado por la inundación de espuma y nadie parecía ser capaz de detenerla por mucho tiempo. Grandes ríos de burbujas obstruían los pasillos, como nieve rosada, y aquellos estudiantes que no quería jugar con ella parecía no importarles ser forzados a pasar el tiempo en los terrenos recostados en el césped y pasando su ultimo día bajo la luz del sol.
Remus, quien ya había sacrificado su hora de almuerzo, aun necesitaba llegar a la biblioteca y devolver sus libros, ayudar a Sirius a empacar (aunque, de hecho, se dijo, mientras subía las escaleras en dirección a la torre de Gryffindor, ya había hecho suficiente para ayudar a Sirius por un día) y tenía que visitar a Madam Pomfrey para una examinación de final de año. También necesitaba llegar temprano al Gran Salón para ayudar a James y Sirius con la fase final de su plan. No era una magia muy compleja, pero era fuerte, e idealmente necesitaban tantas varitas como fuera posible.
Biblioteca primero, pensó, mientras entraba a la ahora desolada sala común. Por lo menos no había nadie que lo detuviera ahora. Uno de los otros obviamente había estado en el dormitorio desde la última vez que Remus fue, porque estaba aún más desordenado que antes y la capa de invisibilidad no estaba.
James, quien probablemente era el más ordenado de ellos cuatro, había empacado todas sus cosas la noche anterior, y había hecho su cama cuidadosamente. El espacio de Remus solo estaba ordenado porque ahora estaba completamente vacío a excepción de su pijama y libros en la mesita de noche. Peter aparentemente había tratado de empacar en algún punto, pero había sido interrumpido a medio camino — su maletero estaba abierto, varias prendas estaban colgando de él, una pila de textos descansaba al lado de su cama, y su corbata roja colgaba de una esquina. La cama de Sirius era la peor. Debió haber venido a buscar algo en algún punto, porque cada cajón en su armario estaba abierto, sus sábanas habían sido estiradas hacia atrás y su maletero estaba completamente vacío.
Remus tomó su bolsa de libros y se fue enseguida — pensaría sobre eso luego. Deseó haber tenido la capa de invisibilidad mientras esquivaba a Peeves una vez más. El poltergeist estaba en su elemento, sumergiéndose en las pilas de espuma, y sorprendiendo a estudiantes y profesores desprevenidos. Remus brevemente recordó lo que McGonagall había dicho de su padre esa mañana ‘boggarts, polstergeists…’ se preguntó qué habría pensado su padre — el ganador de duelo, Ravenclaw, su padre que tenía un temperamento —de Peeves.
—Buenas tardes, Madam Pince, —dijo Remus, suave y respetuosamente mientras entraba a la biblioteca. Estaba casi completamente vacía, y la ojerosa cara de la vieja bibliotecaria estaba repasando una pila de libros recientemente devueltos con su varita, disparándolos de vuelta a los estantes con gran entusiasmo.
—Lupin. —dijo, ni siquiera dándose vuelta para saludarlo.
El ubicó sus libros cuidadosamente en la encimera más cercana.
Aunque la bibliotecaria ya no lo asustaba, exactamente, Remus todavía estaba medio nervioso cerca de Madam Pince, quien claramente hubiera preferido que ninguno de los estudiantes tuviera permitido tocar sus preciosos libros. — ¿Esos son todos? —Dijo, bruscamente, —Debo saber, si no.
—Son definitivamente todos. —dijo retrocediendo lentamente.
—El señor Pettigrew no ha devuelto Plantas Venenosas de las Islas Británicas, y el señor Black mayor tiene tres libros de transformación pendientes.
—Oh, bien…em…les diré cuando los vea.
—Le estaré escribiendo a sus padres si no los tengo para las cinco de la tarde.
—Les diré. —repitió, casi fuera de la puerta. Suspirando con alivio, se encaminó hacia la enfermería a un paso lento, luchando contra el impulso de lanzarse de cabeza en una pelea de bolas de nieve que los Hufflepuffs estaban teniendo contra los Slytherins con la espuma.
Parecia que la fuerza del hechizo estaba creciendo — más burbujas emanaban de los baños, y si no se equivocaba, se estaban volviendo más grandes. No tenía idea donde Sirius, James y Peter estaban en ese momento, pero sabía que debían estar disfrutándolo inmensamente.
— ¡Remus, querido! —Madam Pomfrey sonrió mientras entraba a la enfermería. —Gracias por pasar—sé que preferirías estar pasando el tiempo con tus amigos hoy.
Él se encogió de hombros con una pequeña sonrisa,
—No me importa.
—Solo unas pocas cosas antes que empiece el verano, ¿deberíamos ir a mi oficina?
El la siguió, aceptando el plato de galletas que ella le ofreció, agradecido — su estómago estaba rugiendo por haberse perdido el almuerzo.
—Ahora, —Madam Pomfrey se sentó, conjurando las notas de sus pacientes desde el aire, —he intentado contactar a tu Matrona de St Edmunds unas pocas veces…ella parece no comprender como funciona el correo. Sigue tratando de hacerme hablar con ella por un artilugio muggle. Le dije, que nosotros no tenemos un tele-bono en Hogwarts, pero al parecer no me cree…
—No, —Remus aguantó la risa, —no lo haría.
—De todas formas, entre nosotras hemos logrado acordar que me presentaré antes y después de tu confinamiento para ambas lunas llenas. Le expliqué que tu condición se ha vuelto…más difícil durante este último año, pero que no debería ser un peligro para nadie más en la escuela.
—Claro. —Remus asintió. Ahora que estaba acostumbrado a la idea, estaba bastante agradecido de que Pomfrey estuviera ahí, aunque brevemente, durante las vacaciones. Haría las lunas llenas ligeramente menos severas, de todas formas.
—Quiero que te asegures de cuidarte durante ese tiempo. Comer todas tus comidas, y descansar y ejercitarte de forma balanceada.
Remus no tenía el corazón para decirle a Madam Pomfrey que no dependía de él cuando tenía permitido descansar o cuan seguido ejercitar mientras estaba viviendo en St Edmunds. Nadie en Hogwarts parecía entender que tipo de institución era.
Después de eso, ella revisó algunas de sus heridas de la luna anterior para asegurarse que estuvieran cicatrizando de forma correcta, luego realizó algunos hechizos diagnósticos. Eran casi las cuatro de la tarde cuando estaba caminando de vuelta a Gryffindor por lo que pareció como la milesima vez ese día.
Filch no había tenido éxito en domar la espuma, pero por lo menos había dejado de salir de cada grifo y drenaje del castillo. Los otros debieron haberse aburrido y seguido con otra cosa. Mientras Remus subía la torre, vio a unos pocos estudiantes volando pasando por las ventanas en sus escobas. Era un hermoso día afuera, los otros merodeadores probablemente estaban afuera aprovechándolo al máximo también.
Quedó en shock cuando alcanzó el dormitorio.
—Hola Moony, —James le sonrió. Estaba solo, en el lado de la habitación que le pertenecía a Sirius. Estaba empacando. —Buen trabajo con los paraguas.
—Si, bien hecho con la espuma. Filch está echando humo. —Rascó su nuca, sintiéndose incómodo, — ¿Dónde está Sirius?
—Haciendo algo demente en su escoba, creo. Pensé que arreglaría sus cosas por él.
— ¿Quieres ayuda?
—No, no te preocupes. ¿No querías leer un libro o algo?
Remus se encogió de hombros. Se sentía un poco avergonzado ahora. Parecía correcto que James lo hiciera, después de todo — James era el mejor mejor amigo de Sirius.
—Está bien, te ayudaré. —dijo casualmente, como si no importara mucho de todas formas. —Sabes que odio volar.
—Amable de tu parte, —James sonrió fácilmente, reuniendo algo del desorden de Sirius y guardándolo rápidamente, Remus empezó a ordenar los discos, dejándolos en orden alfabético porque a Sirius le gustaba ordenarlos así. —Ponlos en mi maletero, —dijo James indicando con su cabeza la caja de discos, —los libros muggle también. Pidió que me los lleve por él. Ya sabes, como son las cosas con su mamá y su papá.
Remus asintió, llevándolos a la cama de James.
—El verano será basura, sin ustedes dos, —James remarcó, sonando que genuinamente lo lamentaba.
—Si. —respondió Remus, no muy seguro de que agregar.
—Sirius cree…cree que tal vez no volverá en Septiembre.
— ¿¡Qué!? —Remus levantó la mirada, repentinamente, alarmado. James frunció el ceño,
—Si, cree que con todo esto del despose…tal vez lo envíen a Durmstrang. Para mantenerlo fuera de problemas hasta que lo puedan casar. Bastante drástico, creo, pero no los subestimaría.
—Aunque, la ceremonia de despose puede no ocurrir, —dijo Remus, rápidamente, —tengo la sensación…solo siento que Narcissa no dejará que pase. —no quería decirla nada a James aún — porque James le diría a Sirius, y Sirius podría molestarse de que Remus fuera a sus espaldas a hablar con su familia. ¿Y qué pasaba si no funcionaba? No podía subir las expectativas de nadie.
— ¿Narcissa? —James lo observó curioso, — ¿De qué estás hablando?
—Solo sé que ella no quiere casarse con Sirius de la misma forma que él no se quiere casar con ella, eso es todo. —Remus sacudió su cabeza. — ¿Debería empacar sus revistas muggles en tu maletero también?
* * *
—Ha sido un maravilloso año, —Dumbledore sonrió al Gran Salón mientras los restos finales del banquete del final de año desaparecían de sus platos. Remus iba a extrañar la comida más que a nada, y había tenido tres porciones de postre. Ravenclaw había ganado la copa de las casas ese año, y el pasillo estaba cubierto de azul rey y estandartes de seda bronce. Cada vez que la mesa de Ravenclaw celebraba durante la comida, Remus había sentido un revoltijo debajo de su ombligo y pensó en su padre.
El discurso de Dumbledore continuó, —estoy inmensamente orgulloso de todos ustedes, por supuesto. Ahora que estamos todos bien alimentados, tengo unas pocas palabras que me gustaría decir…
—Listos, chicos, —Sirius susurró, tan bajo que solo los merodeadores pudieron oírlo. Dumbledore continuó,
—…felicidades una vez más a Ravenclaw…
— ¡Ahora!
—…ganadores de la---
Hubo un chillido desde el final del salón, y todo el mundo se giró para ver que cada copa en la mesa de Ravenclaw repentinamente chorreaba burbujas rojas y doradas. Se dispararon hacia arriba, como grandes geysers, chocando con el cielo y explotando en brillantes gotitas, que cayeron como lluvia a los estudiantes debajo, manchando sus túnicas con el color carmesí de Gryffindor.
— ¡Sigan! —susurró Sirius, su voz aguda con emoción, mientras los merodeadores movían sus varitas usando cada pizca de concentración. Enseguida, las copas de todas las otras mesas también erupcionaron, causando el mismo efecto mientras los estudiantes chillaban y empezaban a buscar refugio, su cabello, piel y ropa manchadas de vibrante rojo y dorado.
Ni siquiera la mesa de Gryffindor se había escapado — sin querer perderse la diversión, insistió James. Lily Evans había traído su paraguas, y le sonrió astutamente a Remus mientras Mary y Marlene luchaban por atestarse debajo, junto a ella. En una lejana esquina del salón, Remus captó la furiosa mirada de Narcissa escondida debajo de la mesa, su largo cabello blanco manchado de rojo y dorado que chocaba horriblemente con su complexión de porcelana.
Estaba mirando a su primo rebelde, tan fríamente, que Remus se preguntó cómo Sirius no murió en ese mismo momento. Pero se consoló con la idea de que ese incidente solo había cementado más la idea en ella de que debía escapar de su matrimonio con Sirius a todo costo.
— ¡Omnistratum! —dijo Dumbledore, calmadamente apuntando su varita al techo.
Enseguida, las burbujas explotaron y se evaporaron en la nada, como si un gran campo de fuerza repentinamente hubiera aparecido sobre sus cabezas. — ¡Scourgify! —el director sonrió complacido, ahora moviendo su varita sobre todo el salón. Instantáneamente, la pintura roja y dorada había desaparecido de las mesas, piso y estudiantes. El orden estaba restaurado.
—Aw. —James suspiró, sonando decepcionado.
—Una excelente forma de celebrar la victoria de Gryffindor en la pista de quidditch este año, —Dumbledore aclaró su garganta, mientras los estudiantes volvían a sus asientos, ojeando los vasos nerviosos. —Y mientras es bienvenido cualquier tipo de demostración de orgullo por su casa, me gustaría recordarle a todos que la verdadera deportividad yace en la habilidad de ceder la victoria con gracia. Por favor acompáñenme levantando sus copas a Ravenclaw, ganadores de la copa de las casas de Hogwarts 1973.
Remus tenía la incómoda sensación de que aunque Dumbledore no miró en dirección de los merodeadores, ellos eran la audiencia prevista para esta amonestación. Se sintió un poco avergonzado — pero solo un poco. Era difícil sentir que lo lamentaba cuando realmente no habían hecho daño alguno, y estaba tan lleno de excelente comida.
James y Sirius desde ya estaban planeando el final para el próximo año, Peter sonriendo y asintiendo como un simplón. Lily le guiñó a Remus mientras levantaban sus sopas, y deseó que nada cambiara nunca.