Madam Pomfrey estaba horrorizada al ver el estado de la figura delgada y abollada de Remus, cuando finalmente fue a verla.
— ¿¡Qué ha estado haciendo esa mujer contigo!? —dijo boquiabierta, enojada.
—Oh no, me lo hice yo mismo, —Remus gesticuló secamente a su pecho desnudo. La enfermera hizo un gesto de desaprobación, retirando otro vendaje.
—Sí, pero ella apenas hace algo para tratarte... ¡no tenía idea que la medicina muggle fuera tan primitiva! ¡Estas son heridas mágicas, necesitan cuidado mágico!
Remus asintió, cansado. Se estaba acostumbrado a la carnicería ahora, el dolor se había instalado en sus hombros como una pesada carga — una que creía que probablemente debía soportar. La vida estaba llena de limitaciones, él simplemente tenía más que otros. Tal vez ese era el por qué admiraba tanto a James y Sirius.
Madam Pomfrey quería dejarlo en observación por la noche, pero él se negó, malhumorado. Faltaban dos semanas para la luna llena y quería dormir en su propia cama lo más que pudiera.
Caminó lentamente de vuelta a la sala común, aunque ahora se sentía mejor que en todo el mes — Madam Pomfrey le había dado una poción que lo hacía sentirse suelto y cómodo, y placenteramente mareado. Aunque, no había un chance de que tuviera una tarde tranquila, cuando Remus alcanzó el dormitorio encontró a Sirius sentado en su cama, con el tocadiscos y una pila de álbumes nuevos esparcidos a su alrededor.
— ¡Lupin! —Sonrió, emocionado, — ¡Tienes que escuchar esto!
—Gracias a Merlín que estás aquí, —James gruñó desde su propia cama, donde había estado ojeando una revista de quidditch. —Ha estado parloteando sobre ese cantante muggle todo el verano.
— ¡No es un muggle! —Sirius escupió, con sus manos en las caderas, —es un mago. ¡Tiene que ser un mago! Deberías ver el tipo de ropa que ocupa...
Remus cruzó la habitación y tomó un vinilo. Sonrió levemente sorprendido,
—¡Oh, Bowie! Seh, me gusta. Aunque, no creo que sea un mago.
Sirius lo miró levemente decepcionado, y Remus se apresuró en explicar, —he escuchado Starman muchas veces, en la radio, ¡pero nadie en St Eddys tiene el álbum!
Aplacado, Sirius colocó el disco negro que tenía en sus manos en el tocadiscos y puso la aguja en lugar. James suspiró profundamente y se levantó, dejando la habitación, con la revista bajo su brazo. Sirius lo ignoró, observando la reacción de Remus, ansioso, mientras empezaba la lenta percusión. Remus se sentó en el borde de la cama y cerró sus ojos para escuchar.
Pushing through the market square
So many mothers sighing
News had just come over
We had five years left of crying...
No era igual a Electric Warrior, era más oscuro, más intenso. A Remus le gustó mucho. Había una historia, aunque no estaba seguro si entendía todas las partes aún. Mientras los últimos tonos de Rock 'n' Roll Suicide rebotaban en las paredes, Sirius levantó la aguja y la movió hacia atrás.
—Escucha Suffragate City de nuevo, ¡es mi favorita!
Remus sonrió — pudo haberlo adivinado. Era ruidosa y grosera, y además se podía bailar. This mellow thigh'd chick's just put my spine outta place...
Personalmente, pensaba que su favorita era Moonage Daydream, porque era rara y tenía un aire espacial. O Lady Stardust, porque por alguna razón de recordaba a Sirius — his long black hair, his animal grace; the boy in the bright blue jeans... Remus rápidamente se deshizo de esa idea, seguro de que Sirius la encontraría histéricamente graciosa.
Cuando terminaron de escuchar el álbum por segunda vez, y volvieron a repetir sus temas favoritos, era casi hora de cenar. Se sentaron cruzados de piernas juntos en la cama, observando la lista de canciones del álbum.
—Tal vez es un mago, —dijo Remus, soñando, —No es un muggle normal.
— ¡Te lo dije! —Sirius sonrió triunfante, —voy a conseguir más, todos, todos sus álbumes.
—T.Rex tiene uno nuevo, —dijo Remus, —Slider.
— ¡Genial! Desearía que la Sra Potter nos hubiera dejado salir del Callejón Diagon, incluso intercambié un poco de dinero muggle en Gringotts.
— ¿Qué es el Callejón Diagon? —preguntó Remus, aunque creyó haberse hecho una idea gracias a las cartas que había recibido en el verano.
Los ojos de Sirius se ensancharon, igual que cada vez que Remus demostraba su shockeante ignorancia sobre el mundo mágico.
—Carajo, Lupin, —dijo con un gesto de desaprobación, —es una calle mágica, en Londres. Los muggles no pueden entrar — igual que Hogsmeade.
—Oh, claro, —no sonaba tan emocionante para Remus; ir de compras era aburrido.
— ¿¡Donde consigues todas tus cosas!?
— ¿Qué cosas?
—Tus cosas para la escuela—tus libros, tus túnicas... —los ojos de Sirius ahora observaban las mangas raídas de las túnicas negras de Remus. Las suyas eran completamente nuevas, inmaculadas, terminadas y cortadas un poco mejor que las de cualquier otro.
—De segunda mano, creo, —respondió Remus, —Dumbledore las envía. No sé cómo entraría a una calle mágica; no tengo permitido ir a Londres solo.
—El próximo verano. —Dijo Sirius, firmemente, —tienes que venir a quedarte a la casa de James, nosotros te podemos llevar al Callejón Diagon, te encantará.
—Sabes que no puedo, —dijo Remus suavemente, sin hacer contacto visual.
—Buscaremos una forma. —Aseguró Sirius, —hablaremos con Dumbledore, McGonagall— ¡incluso con el Ministerio de Magia si es necesario!
Remus se forzó a sonreír, pretendiendo creer en lo que Sirius decía,
—Seh, genial. Gracias, Black.
* * *
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars se convirtió en la banda sonora del dormitorio de los chicos en Gryffindor por la siguiente semana, incluso James —quien no sabía mucho de música— se sorprendió tarareando.
Remus nunca se había sentido tan satisfecho y relajado en toda su vida. Estaba lejos de St Edmunds, lejos de la ropa gris y Matrona y las habitaciones con llave y los niños conflictivos que querían golpearlo. No estaba cubierto de vendajes (por el momento), y aunque las lecciones empezaban el Lunes, había tenido todo el tiempo que quería para leer, escuchar música y perder el tiempo con los merodeadores.
Pasó la mayor parte del tiempo avanzando en su lectura, y haciendo los deberes que le habían dado por el verano. Como un hombre hambriento, devoró cada pieza de información que se le presentó, e incluso fue en busca de libros a la biblioteca para investigar aún más.
También tuvo una buena cantidad de charlas con James antes de lograr convencerlo de que no quería estar en el equipo de quidditch de Gryffindor. Remus estaba contento de sentarse en las gradas con sus libros, ocasionalmente mirando hacia los otros chicos revoloteando de un lado al otro en sus escobas; los chicos de cabello oscuro se elevaban como aves, sus vueltas eran suaves, sus inmersiones eran preocupantemente pronunciadas. Remus no había asistido a muchos partidos de quidditch en su primer año, pero estaba seguro de que James se ganaría un lugar dentro del equipo.
Sirius era un poco más ostentoso en su técnica de vuelo — no carecía tanta de la habilidad de James, pero sí de su disciplina. Black parecía aburrirse rápidamente, podía ir bastante rápido cuando lo deseaba, pero estaba más interesado en hacer vueltas y desvíos peligrosos que en atrapar quaffles o repeler bludgers. Necesitaba que James estuviera gritándole cada cierto tiempo para enfocarse en el juego. Peter era bastante competente después de un verano de ejercicios, pero era bastante lento en largas distancias — James decidió que quedaría mejor como guardián.
—Estas actuando como si pudieras elegir todo el equipo. —Sirius resopló mientras volvían al castillo después de la práctica.
—Deberían dejarme, —James se encogió de hombros, como si fuera obvio, —soy mejor que al menos la mitad del equipo actual, y tú eres mejor que ambos bateadores. Y yo sé de estrategias.
—Solo trata de no estar muy sorprendido cuando no te nombren capitán, —Sirius puso sus ojos en blanco, —Aún eres un alumno de segundo año. No hubo ningún estudiante de segundo año en el equipo el año pasado.
—Ten un poco de fe, Black —James le guiñó un ojo, apoyando un brazo sobre el hombro de su amigo. Caminaron adelante juntos, con las escobas en mano. El sol se estaba poniendo a sus espaldas y todo parecía tener un relieve más pronunciado, marcando la silueta de los dos chicos de cabello oscuro con un cálido dorado. Remus los observó, caminando detrás de ellos con el peso de sus libros, pensando que tal vez estarían un poco sorprendidos si es que James no conseguía lo que quería.