—Que gusto tenerte de vuelta, Lupin. —Sirius sonrió, quitándose la capa de invisibilidad mientras entraban al (previamente cerrado con llave) salón de Defensa Contra las Artes Oscuras.
— ¿A qué te refieres? —Respondió Remus, viendo como James trepaba la escalera ubicada en la esquina del salón, tratando de alcanzar el estante más alto, donde había una jaula con pixies1 durmiendo. —No fui a ningún lado.
—Vamos, amigo, —dijo Peter sujetando la escalera por James, —Nos dimos cuenta que nos has estado evadiendo como la plaga.
—Claro que no. —Remus torció sus labios en una mueca, —solo he estado ocupado. Ya saben, estudiando y eso.
—Bueno, espero que hayas superado esa fase, — rio James, bajando las escaleras lentamente, sujetando la jaula con ambas manos, —realmente apreciaría si dejaras de trabajar tan duro—eso me obliga a mí a trabajar duro. ¿Sabes? No estoy acostumbrado a tener competencia.
—Oh, vamos, Potter —le regañó Sirius, mientras hurgaba entre los cajones y bajo los pupitres.
Remus había considerado que esta broma no sería del todo mala — no requería usar magia, de todas formas. Si era completamente honesto consigo mismo, admitía haber extrañado todas las travesuras. Comportarse como un alumno ejemplar estaba bastante bien, pero esto no era ni la mitad de aburrido. Tal es por eso que Evans siempre estaba malhumorada.
— ¿Cómo vamos a meterlos en el comedor? —preguntó, inclinándose para darle una mejor mirada a las pequeñas criaturas azules, que aún dormían, acurrucadas en el fondo de la caja. Debió haber alrededor de cincuenta, lo que Remus consideró que era cruel. Sería mucho mejor liberarlas.
—Bajo la capa. —Respondió James, estirándola al máximo, cubriendo la caja por completo, —Oh, vamos Sirius, —dijo James poniendo los ojos en blanco, mientras que el chico de cabello largo se encontraba de rodillas, apoyando sus manos debajo del pupitre del maestro.
— ¿Qué buscas, de todas formas? —preguntó Peter, en un murmuro ahogado bajo la capa.
—Un Ravenclaw me dijo que había una trampilla aquí abajo. —Sirius supiró, levantándose y sacudiendo el polvo de sus rodillas. —Mentiroso.
—Esta es la nueva obsesión de Black, —le explicó James a Remus mientras cerraban la capa sobre ellos y se dirigían a la puerta, —Buscar puertas secretas.
— ¡En Hogwarts: Una Historia dice que hay montones de pasajes sin descubrir! —dijo Sirius, defendiéndose. —Como el que tú encontraste, Lupin. Definitivamente hay más, quiero encontrar por lo menos uno, antes de irnos.
—También hay un monstruo escondido en alguna parte del castillo, se supone. —susurró James de vuelta, mientras caminaban por los pasillos en dirección a la torre de Gryffindor. Peter se estremeció.
—Un riesgo que estoy dispuesto a correr, —respondió Sirius, y Remus pudo escuchar como hacía una mueca mientras continuaba hablando, —mi legado es mucho más importante.
—Típico, —se burló James.
***
La siguiente tarde en el comedor, James sonreía como maniático, tratando de ocultar el hecho de que escondía cincuenta pixies durmiendo bajo la mesa y fracasando miserablemente. Peter, que era bueno en Astronomía, estaba ocupado revisando la tarea de los otros merodeadores, que consistía en marcar cada estrella en su gráfico del cielo nocturno.
—Honestamente, —gruñó Peter, garabateando algo en el pergamino de Sirius, —cualquiera creería que puedes reconocer tu propia jodida estrella...
Sirius soltó una risa.
—Que puedo decir, no tengo remedio.
— ¿Tienes una estrella? —preguntó Remus, frunciendo el ceño, sintiéndose ignorante, una vez más. Nunca le prestaba atención a Astronomía — le bastaba con conocer las fases de la luna.
—Sirio. —Respondió Peter, —Oh vamos. Lupin, ya hemos pasado por esto. ¿La estrella más brillante en el cielo? ¿La constelación del perro? —Suspiró, mirando el pergamino de Remus, —Sip, también lo dejaste pasar. —gruñó nuevamente.
Remus se encogió de hombros.
—Creí que solo era su nombre.
—La Noble y más Antigua Casa de los Black siempre ha sido poco creativa con su convención de nombres, —reflexionó Sirius, —la mitad de nosotros tenemos nombres con referencias atronómicas — está Bellatrix, por supuesto; mi padre Orión, mi hermano Regulus...Madre no es una estrella, creo que es un asteroide — algo bastante adecuado, si llegas a verla de mal humor. Después está el buen tío Aphard, el tío Cygnus...Andromeda está nombrada por una galaxia.
—Los magos son tan raros. —Remus suspiró.
—Remus, —James dijo entre risas, — ¿Sabes que Lupus es una constelación también, no? El lobo.2
—El ¿¡Qué!? —Remus sintió su corazón saltar y casi se ahoga en su comida. Sirius le dio una fuerte palmada en la espalda, cambiando el tema de conversación hábilmente;
—Si ya terminaste de recordarnos lo estúpidos que somos, Pete, ¿podríamos empezar a liberar los-ya-saben-que? Mis maravillosas primas acaban de empezar su comida y sería el momento perfecto...
Realmente fue perfecto. James le propinó una patada a la jaula con los pixies antes de remover la capa y susurrar un pequeño hechizo para abrir la cerradura. Hubo una explosión de sonido, color y caos.
Remus realmente no sabía que esperar de los pixies — parecían perfectamente inofensivos la noche pasada mientras estaban encerrados, durmiendo en la jaula bajo la cama de James.
Pero ahora entendía perfectamente por qué Sirius y James habían estado tan emocionados. Mientras las criaturas volaban en ráfagas desde bajo la mesa, moviéndose en todas direcciones, farfullando en voces muy agudas y revoloteando rápidamente por todo el gran salón. Se zambulleron en platos de puré de papas, chillando con deleite, arrebataron platos y cubiertos de las manos de los estudiantes, y volaron por todo el salón, tirando mechones de cabello y rompiendo pergaminos.
— ¡Rápido! —James se agachó bajo la mesa, donde todos se amontonaron bajo la capa de invisibilidad, viendo cómo se desataba la anarquía a su alrededor.
— ¡Brillante! —Sirius repetía una y otra vez, — ¡Brillante, brillante, brillante!
—Vamos, —dijo Remus, haciéndole un andeman a los muchachos para avanzar. El plan era observar por un rato, después escabullirse fuera del salón lo más rápido posible, sin ser descubiertos.
Los cuatro trazaron su camino desde debajo de la mesa — lo que se dificultó por varios otros estudiantes que intentaban ponerse a refugiarse. Afortunadamente, los pixies no pudieron ver por debajo de la capa de invisibilidad, y así pudieron pasar desapercibidos sin problema alguno.
Nadie pareció notarlos entre todo el escándalo. Niñas y niños gritaban, todo el mundo parecía intentar cubrir su cabeza para protegerse de los bombardeos de los piexies, o intentaban quitarles los ítems que les habían robado.
— ¡OH SÍ! — exclamó Sirius boquiabierto, explotando en risa.
Remus siguió su mirada y vio a Bellatrix, gritando con todas sus fuerzas, su cabello estaba siendo tirado de lado a lado por las pequeñas criaturas azules, mientras que otra revoloteaba sobre ella, ésta última había tomado su varita y la movía en su dirección, disparando rayos azules.
— ¡Quítate! ¡Criatura sucia—desagradable—Aaahhh! —Gimoteó. Narcissa estaba escondida bajo la mesa, sujetando su varia fuertemente.
Las cosas escalaron aún más cuando Peeves el Poltergeist entró al salón, dando vueltas con júbilo, y causando más destrucción. Parecía que estaba dirigiendo a los pixies, levantando manteles y chillando,
— ¡Aquí abajo, pixies! ¡Muchos alumnitos de primer año por aquí!
Aguantando su risa, los merodeadores avanzaban por la habitación cuando escucharon la voz estridente de McGonagall resonar en las paredes.
— ¡Petrificus Totallus!
—Definitivamente va a saber que fuimos nosotros. —jadeó Peter, mientras caminaban de vuelta a la torre, aún bajo la capa.
—Nah, —respondió James de forma casual, —apuesto que culpa a los Prewetts, ellos siempre hacen cosas grandes como esa. Algo a lo que aspirar.
* * *
—Por favor. —Dijo Sirius.
—No. —Respondió Remus.
— ¡Pooorfiiiiis!
— ¡No!
— ¿Por qué no?
— ¡Porque sería...raro! Y no quiero que lo hagan.
— ¡Pero será divertido! Prometo que será divertido.
—Ja.
La conversación llevaba más o menos así por tres corredores, a estas alturas. Remus terminó apurando el paso, y escuchó como James reprendía a Sirius un par de veces a sus espaldas.
—Deja tranquilo a Lupin, ¿quieres?
— ¡Claro que no! ¡Esto es demasiado importante! —Sirius estaba muy inquieto, lo que lo volvía mucho más desagradable — usualmente James era el único que podía lidiar con esto.
Habían tenido una larga tarde en la biblioteca, completando mapas zodiacales para su revisión de Astronomía. Aún faltaban meses para los exámenes, pero James había insistido con que empezaran a estudiar. Por supuesto, Sirius tenía que competir, y Peter tenía que seguir a James a todas partes. Remus no quería quedarse fuera. Habían estado reflexionando sobre su signos astrológicos, así es como Remus se dio cuenta que era Piscis. Así fue como Sirius dedujo rápidamente que significaba que su cumpleaños se acercaba. Entonces empezó a suplicar.
—Obviamente no es tan importante para Remus, —James le susurró, —mejor haz algo para mi cumpleaños, no falta mucho.
—Tu tendrás tu turno, —dijo Sirius descartando la idea. —Pero primero—Lupin.
—Realmente no me importa, Sirius, —Remus suspiró, mientras se acercaban al retrato de la mujer gorda. —No hagas un escándalo.
— ¡Pero es tu cumpleaños! —Respondió Sirius, con convicción, — ¡Deberíamos armar un escándalo!
Remus no entendía por qué. Nadie se había preocupado por eso antes. Había un pastel, por supuesto, pero compartir un pastel con otros cincuenta niños no dejaba mucho que desear. Además los niños más pequeños insistían en tomar turnos para soplar las velas también, entonces tardaba para siempre. Matrona envolvía unos cuantos regalos, pero eran usualmente prácticos — ropa nueva, calcetines, ropa interior, lápices y cuadernos. Además de eso, no había nada especial sobre ese día. De hecho, esperaba estar lejos de St Edmunds, porque pensaba que Sirius, James y Peter eran demasiado bien portados para tener conocimiento de 'los golpes de cumpleaños'3 — un golpe en el brazo por cada año (y uno para la suerte — usualmente el más fuerte).
— ¿¡Por qué tiene que importar tanto!? —resopló Remus, pasando a través del espacio del retrato. No lograba comprender por qué Sirius se comportaba de esta forma — terco y persistente.
Pero cuando se dio la vuelta, le sorprendió ver que Sirius estaba frotando su brazo, parecía inusualmente herido.
—Ustedes muchachos hicieron muchas cosas para mi cumpleaños y...bueno, fue bastante agradable. Realmente nunca lo he esperado mucho pero...bueno, fue genial ¿no?
Remus se sintió repentinamente culpable. No se había dado cuenta que Sirius no quería ser el centro de atención esta vez — sino que buscaba tratar de hacer feliz a Remus. Como si eso le hiciera feliz a la vez. Remus nunca había tenido este tipo de oportunidad, de hacer feliz a alquien. Entonces cedió.
—Oh...está bien. Pero nada de celebraciones grandes, solo merodeadores, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. —Sirius sonrió y su cara se transformó, sus ojos brillaban como estrellas.