Sous le ciel de Paris

By NatsumiNiikura

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Marinette y Luka disfrutan de una relación fuerte y sana, Kitty Section continúa adelante imparable y la rela... More

01.- Despertar
02.- Padre e hijo
03.- La joven compositora
04.- Un helado amargo
05.- Morir
07.- Malas noticias
08.- El balcón
09.- Comienzos
10.- Praga
11.- La vida sin Luka
12.- Nocturno
13.- Bunnyx
14.- Frío
15.- Debut
16.- Agreste
17.- El factor Chat Noir
18.- Akuma
19.- Abismo
20.- Consecuencias
21.- Pedazos
22.- París
23.- Reloj de arena
24.- Lento
25.- Conspiración
26.- Las decisiones que hay que tomar
27.- Un traje de serpiente
28.- Kwamis
29.- Un plan mayor

06.- Sueño

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By NatsumiNiikura

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1449.

06.- Sueño

Tikki temía que aquella noche se convirtiera en la repetición exacta de la anterior, con Marinette llorando desconsolada hasta extenuación y jugando a las estatuas cuando se le acabasen las lágrimas. Quería ayudarla, lo quería de verdad, pero Marinette no se dejaba ayudar, ni siquiera compartía el cómo se sentía y, de aquel modo, tampoco podía hacer más que permanecer a su lado y apoyarla cuando lo necesitase.

Si no estuviera tan cerrada, si quisiera escucharla, podría hacerle entender que no tenía por qué acatar la orden de aquel hombre sin más, sin presentar batalla. Marinette no se daba cuenta de que era una guardiana y que nadie podía imponerle normas más allá del respeto hacia sus kwamis, luchar por lo correcto y mantener el secreto sobre todo lo relacionado con la orden de los guardianes.

Resignada a dormir sola de nuevo se sorprendió cuando Marinette se dejó caer a su lado con pesadez. A Tikki le gustaba refugiarse contra su nariz, pero Marinette se había tumbado dándole la espalda, no le dijo nada, al menos dormiría en la cama y no en el suelo, era un avance en la buena dirección. Tikki esperó en silencio esperando a que se produjera el milagro, agradeciendo que cayera en un sueño profundo y pesado, aunque fuera por puro agotamiento. Tikki estaba preocupada por ella.

Marinette era fuerte, lo había demostrado miles de veces, pero amaba a Luka, obligarla a dejarle era cruel y mezquino. Jugar a eso era dañino y le aterrorizaban las consecuencias, porque, aunque Marinette no se diese cuenta, aquello la estaba debilitando.

Marinette sentía el cuerpo pesado, aunque le parecía estar flotando en el agua, arrastrada por una suave corriente que trataba de llevarla a algún lugar concreto. Había sentido algo parecido hacía ya bastante, cuando una antigua portadora de Tikki se comunicó con ella, aunque no había sido algo tan intenso. Se preguntó si sería alguna Ladybug, si sería el agotamiento por tanto llorar o si se estaría muriendo de verdad de dolor y tristeza.

Era extraño porque podía pensar con claridad, pero no moverse, como si fuera víctima de un episodio de parálisis del sueño de esos de los que Juleka le había hablado en alguna ocasión, pero no sentía miedo, sólo una extraña calidez que se extendía por todos los nervios de su cuerpo como si tratase de decirle que todo iba a ir bien.

Su cuerpo reposó sobre una superficie blanda y cálida, ovillada y en silencio, lista para abandonarse a un sueño profundo y agradable en el que olvidarse del maestro, de Chat Noir, de Luka y de sí misma.

—Abre los ojos, Marinette Dupain-Cheng.

—¿Quién eres?

—Soy tú, en otro tiempo, en otras circunstancias. Ladybug.

—Yo no quiero seguir siendo Ladybug.

—No puedes dejar de serlo, no ahora que estás tan cerca de vencer.

—Me da igual —susurró Marinette ovillada en aquella superficie blanda y cálida—. Ya no quiero vencer, ¿para qué? ¿Qué sentido tiene si no puedo ser feliz, si no tengo derecho a serlo?

Entreabrió los ojos y la mujer de rostro borroso se arrodilló frente a ella con movimientos suaves y elegantes. Tenía un aire familiar, sentía que la conocía, pero no sabía dónde o cuándo la había visto, aunque estaba segura de que no era la que se había presentado ante ella tiempo atrás.

—Eso que dices no es propio de ti.

—Me da igual —farfulló.

—Veo que no estás dispuesta a escucharme —murmuró, chasqueó los dedos y la superficie sobre la que permanecía tendida se agitó lanzándola por los aires, pero no cayó de golpe, lo hizo poco a poco hasta que sus pies tocaron aquella superficie manteniéndola erguida en contra de su voluntad—. Quizás quieras hacerlo con todas nosotras, y aunque no lo quieras nos tendrás que escuchar, ya no posees libertad sobre tus movimientos.

Ante sus ojos, Marinette pudo ver a un nutrido grupo de mujeres, también a algunos hombres. La ropa de todos guardaba aquel aire similar con la tela roja salpicada por motas negras. Portadores del prodigio de la creación, antiguos portadores y amigos de Tikki, ella misma en otras circunstancias y en otro tiempo.

No tenía miedo, aunque se sentía ligeramente intimidada e inquieta por no poder moverse. Las observó sin entender qué quería de ella todas aquellas personas, si tratarían de convencerla de que, estar con Chat Noir, era lo correcto, que estar con Luka no estaba bien.

Una de ellas dio un paso al frente, ataviada con un llamativo sari rojo en el que las motas negras destacaban con un brillo extraño.

—El portador del gato y yo no nos soportábamos, nunca estuvimos juntos —musitó aquella mujer—. Me casé con el portador del pavo real.

—El gato y yo fuimos compañeros un tiempo, después tuvimos una relación, pero ambos renunciamos siendo aún muy jóvenes —declaró otra con un kimono.

Las voces de todas las Ladybug fueron hablando de su relación con los portadores de Plagg con total libertad. A Marinette le sorprendió que pocas de ella hubiesen tenido una relación sentimental con él o ella.

—La portadora del gato y yo éramos rivales —declaró uno de los hombres con los brazos cruzados sobre el pecho. Era corpulento y su piel oscura hacía que el rojo de su indumentaria pareciese una llamarada—. Mi esposa no era portadora.

—Yo me quedé con la serpiente —siseó la Ladybug que la había arrastrado hasta allí—. Aunque el gato era mi compañero, nunca sentí nada por él, nunca podría haberlo sentido.

—Pero el maestro...

Una risita ahogada sonó desde el fondo, Marinette identificó a un hombre de torso desnudo como su propietario, estaba a punto de contestarle que qué demonios le parecía tan divertido cuando el espacio en que se encontraba se contorsionó sobre sí mismo y todas aquellas vidas de otros tiempos se desvanecieron en una voluta de humo roja y negra. Marinette sintió vértigo, fijó la mirada en la mujer de rostro borroso ante ella, descubrió que podía volver a moverse, que la fuerza que la había inmovilizado se había evaporado junto con el resto de los portadores. Dio un paso tímido al frente, la superficie en la que permanecía en pie ya no era blanda, se obligó a ignorar aquel cambio.

—El maestro —repitió, dispuesta a soltarle a aquella mujer lo que quería decir.

—Elige tu camino —la interrumpió mientras se desvanecía— y no dejes que ningún bache lo entorpezca. Si hay alguien en medio, pásale por encima. Sólo tú eres dueña de tu destino.

Marinette abrió los ojos, notaba los párpados pesados e hinchados. Se sintió absolutamente desubicada, tal como si aquella fuera la primera vez que veía el techo de su cuarto. Estaba en la cama, no había ni rastro de portadores ni del humo rojo y negro en el que se habían evaporado. Sólo ella, Tikki y su cuarto.

—Has dormido mucho —musitó Tikki acariciando su nariz—. ¿Te sientes mejor?

—Tikki, ¿puedes traerme el prodigio de Wayzz? —inquirió con la voz ronca.

La pequeña kwami voló rauda hacia el escondite de la caja de los prodigios y regresó con la pulsera bien aferrada entre las patitas. Marinette tomó el prodigio con reverencia y lo deslizó por su mano para dejarlo prendido en su muñeca. El kwami de la protección se materializó ante sus ojos.

—Wayzz, ¿qué pasaría si desobedeciese una orden directa del líder de los guardianes?

—Eres una guardiana, tus prodigios se rigen por tus propias reglas.

—No quiero a Chat Noir.

—Lo sé —susurró el kwami—. No hay nada de malo en ello.

—No quiero estar con él.

Wayzz frunció el ceño sin comprender lo que decía.

—No puedo, es mi compañero, sólo eso. ¿Cómo iba a poder?

—Marinette, guardiana o portadora, sólo tú puedes decidir con quién relacionarte.

La Ladybug de su sueño le había dicho lo mismo que Wayzz, pero ¿cómo iba a enfrentarse a él? Podría herir a Luka, podría hacerle daño para obligarla a obedecer, si eso ocurriera no podría perdonárselo nunca. Tenía que evitarlo a toda costa. Porque ella era una guardiana, aunque no por voluntad propia, era su responsabilidad y no debía de afectar para nada a la gente que le rodeaba.

—Tienes que explicarle a Luka lo que ocurre.

—Luka me odiará.

—Marinette, si le explicases la verdad lo comprendería, te apoyará. No tienes porque sufrir de esta manera.

—No puedo. No puedo.

Tenía demasiado miedo a que le hiriesen. Luka era demasiado importante como para arriesgarse a que le hirieran en vano.

Sería fuerte, lo superaría, le mantendría a salvo y quizás lograría acomodarse a su nueva obligación. Podía hacerlo, era fuerte, lo demostraría, saldría adelante. Todo iría bien, haría que funcionase.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Ya estoy de vuelta, preparada para reengancharme al ritmo de actualización. He acortado el capítulo, porque no quería que se convirtiera en algo deprimente y creo que con lo que he dejado se entiende bien el estado de Marinette.
Nos leemos en unos días.

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