Afrodita🌼

By daddyywilkkk

163K 14.4K 9.1K

"- Si, somos nuevos aquí. Yo soy Aiden. - contestó uno de los cuatro. Tenía el pelo color blanco ceniza y uno... More

Sinopsis.
Capítulo 1: El comienzo del último curso.
Capítulo 2: Arrodillarse para rezar.
Capítulo 3: Verdades y retos.
Capítulo 4: Una pequeña boxeadora.
Capítulo 5: Al son de la música con un chico de cabellos cenizos.
Capítulo 7: Celos absurdos.
Capítulo 8: De palomitas y chucherías.
Capítulo 9: Lágrimas de cocodrilo.
Capítulo 10: Los tres enjaulados.
Capítulo 11: "Tic, tac, tic, tac".
Capítulo 12: Sin descanso.
Capítulo 13: Inspiración y pesadillas.
Capítulo 14: Confesiones dolorosas.
Capítulo 15: El paseíllo de la muerte.
Capítulo 16: Mascarillas y verdades a medias.
Capítulo 17: Contando lunares.

Capítulo 6: La F1.

12.8K 1K 1.6K
By daddyywilkkk

CAPÍTULO 6.

LA F1.

- Te invitamos a nuestro primer entrenamiento. - escuché la voz de Aaron a mis espaldas mientras rebuscaba en mi taquilla.

- ¿Por qué crees que me apetece ir a veros entrenar? - pregunté sin girarme para mirarlo.

Estamos a miércoles y mucho antes de que Aaron me recordara lo de su entrenamiento, yo ya lo había tenido muy presente desde que ayer, durante todas las clases y momentos en los que había coincidido con los chicos, él no había parado de repetirlo como el pesado que era. Se encontraba realmente emocionado y eufórico por empezar, ya que, por lo que me había estado explicando, para él el rugby era mucho más que un simple deporte o pasatiempo.

- Pues porque estoy muy bueno y sudadito y sin camiseta gano muchos puntos. - reflexió, ocasionando que Sean a mi lado, también centrando en guardar unos libros en su taquilla, riera.

- Prefiero irme a mi casa a comer y ver una serie. - respondí, esta vez mirandolo a los ojos. Puso una mueca que me hizo reir. - ¿Qué? - sonreí. - Es un mejor plan, no quiero quedarme más horas en el instituto si puedo estar en mi casa.

- Que sepas que estoy sintiendo una daga atravesar ahora mismo mi corazón ante tus hirientes palabras. - dramatizó, llevándose la mano al pecho. En el poco tiempo conociéndolo, ya me había percatado de lo mucho que le gustaba exagerar y dramatizar todo.

- No seas teatral, anda. - me crucé de brazos, recostando mi espalda en las taquillas. - Vendeme tu oferta, quizás consigues que acceda. Aunque lo tienes complicado. - añadí.

- Un reto. Me gustan los retos. - sonrió. - Dame unos minutos para pensar.

- Mejor dale un par de horas, que hasta que su cerebro se ponga en marcha tarda un rato. - murmuró Sean, consiguiendo una mala mirada por parte de Aaron. - ¿La siguiente hora es matemáticas, verdad?

- Creo que sí. - saqué mi móvil para comprobar el horario. - Efectivamente, con el señor Sylvester.

- Genial. - sonrió.

- ¿Genial? - exclamó Aaron. - No tienes criterio alguno. - bufó.

- Tu centrate en lo tuyo.

- Oye, a mi me gustan las matemáticas. - me quejé.

- Obviamente, todas las guapas son listas. - respondió Aaron. - Es por ley. - aclaró.

- Si, la ley de un zoquete como tú. - dijo Sean, dándole un pequeño golpe con su puño en el brazo.

- Hey, muchachote, ¿qué quieres pelea, eh?

Aaron alzó sus puños divertido mientras Sean hacía lo mismo, comenzando una especie de enfrentamiento donde apenas se rozaban. Rodé los ojos. Por el pasillo percibí a Liam y Aiden acercándose.

- ¿Ya te han aburrido? - me preguntó Liam con una sonrisa cuando llegaron a donde estábamos, viendo como Aaron y Sean seguían a lo suyo.

- Bastante. - admití, divertida.

- Me pasa constantemente. - murmuró Aiden, mirando la pantalla del móvil. Chasqueó la lengua algo molesto antes de volver a guardarlo en el bolsillo.

- ¿Ocurre algo? - pregunté al ver como suspiraba con cansancio. Sus ojos parecían apagados.

- Gilipolleces de mi padre. - dijo, apoyándose al lado mio en las taquillas.

- ¿No te llevas bien con él?

- No. - respondió monosílabo mente, cambiando rápidamente de tema. - ¿Por qué se supone que están haciendo una función de circo esos dos?

- Todo ha surgido a raíz de que Aaron ha querido invitarme al entrenamiento de rugby.

No le di muchas vueltas a su forma tan poco sutil de querer empezar rápidamente otro tema de conversación. Si su relación con su padre no era buena, era normal que se sintiera incómodo hablando de ello y tampoco era buena idea seguir presionando para alargar la conversación. Al fin y al cabo no nos conocíamos lo suficiente como para hablar de temas tan personales.

- Menudo aburrimiento.

Asentí.

- Eso mismo pensé yo.

- ¿No te apetece venir a vernos? - preguntó Liam, integrándose en la conversación. Los otros dos trogloditas parecía que también se habían calmado un poco. - Debutamos hoy.

- Lo sé, cierto insufrible no paró de repetirlo ayer. - miré a Aaron.

- Eres cruel. - me señaló con los ojos entrecerrados.

- Todavía estoy esperando tu super oferta para hacerme cambiar de opinión.

- Te dije que su cerebro no daba para mucho. - habló Sean.

- Ayúdame, tío. - le pidió el de ojos azules a Liam, quien respondió rápidamente.

- Te invitamos a comer a nuestro apartamento.

- Esa es una buena idea. - añadió Sean.

- No se me había ocurrido, que mierda. - se quejó Aaron. El de pelos cenizos se rio de él.

- Normal, tu no tienes ideas tan buenas.

- No sé si me convence. - murmuré.

- Venga, cocino genial. - dijo Liam. - Además, podrías apreciar las increíbles vistas que tenemos en el ático, el otro día dijiste que te gustaría hacerlo.

Lo pensé un poco. Siendo sinceras mis planes para esta tarde, estando sola en mi casa, no eran mucho más emocionante. Si acaso lo único que tendría por hacer sería estudiar o ir al gimnasio, aunque ninguna de las dos cosas me causaba especial emoción como para desaprovechar su invitación y conseguir así conocer un poco más sobre ellos. Además, así no tendrá que pasar tanto tiempo sola, a veces resulta agotador.

- Está bien. - acepté. - Iré a veros debutar y después a vuestra casa.

- ¡Genial! - exclamó Aaron, besando mi mejilla con rapidez. - Estoy muy emocionado.

- Ten cuidado, no vayas a empalmarte. - se burló Sean, a quién Aaron golpeó en su brazo.

- Cállate, asqueroso.

El timbre sonó en ese momento, avisando de que era hora de comenzar la siguiente clase. Por suerte solamente quedaban dos más y el día lectivo de hoy habría terminado.

- Nos vemos después, tengo clases en el otro lado.

Aiden se despidió de nosotros, encaminándose a la salida del instituto, perdiéndose por la puerta. Liam pasó uno de sus brazos por mis hombros mientras los cuatro continuábamos nuestro camino hasta el salón de clases que tocaba.

En esa posición pude apreciar el olor de su colonia. Aspiré, joder, que bien olía este chico.

Al entrar varios de los alumnos ya se encontraban sentados en los asientos delanteros, por lo que tomamos asiento un poco más atrás, en las filas del medio. Aaron y Sean detrás de Liam, con quien compartía mesa.

Minutos después apareció el señor Sylvester, dando inicio a la clase. Me preocupé por prestar atención, mientras tomaba apuntes de aquello que explicaba y gracias a mi concentración la clase pasó bastante rápida.

- Se que esto es algo lioso para muchos de vosotros, pero con práctica conseguiréis manejarlo. - dijo nuestro profesor, dando a entender que pondría ejercicios, los cuales comenzó a indicar a continuación. - Los quiero todos para la próxima clase. Además, sumaré puntos a aquellos que decidan ser valientes y salir a hacerlos al encerado. - finalizó, recogiendo sus cosas. - Que tengáis un buen día.

La siguiente clase por desgracia pasó mucho más lenta y se me hizo un alivio el momento en el que sonó el timbre, dando todas las clases de hoy por finalizadas.

Sean me esperaba en el pasillo con su mochila en el hombro, aguardando mi salida.

- ¿Y los demás?

- Aaron y Liam se han tenido que ir antes para poder ponerse el uniforme y hablar con el entrenador y Aiden me ha dicho que nos espera en las gradas. - respondió y ambos nos encaminamos hasta el campo de rugby.

Mi instituto por dentro no era muy grande, pero por fuera, el director se había lucido al crear semejando campo para jugar al rugby y bueno, era comprensible ya que nuestro equipo era uno de los mejores y solía estar presente en casi todas las finales de las competiciones deportivas institucionales. Ganaban premios constantemente, de hecho había solo una zona del tercer piso con trofeos que había ido consiguiendo el equipo a lo largo de los años.

- Adelántate, voy a hablar con Scarlett un momento. - le indiqué a Sean, quien asintió y comenzó a subir las gradas.

Me acerqué al grupo de animadoras que se encontraba a punto de empezar sus prácticas, porque Scarlett, además de ser la representante de los estudiantes del último curso, era la capitana de las animadoras, siguiendo los pasos de su hermana mayor Joanna. A veces había llegado a pensar que simplemente lo hacía por ella, por estar a su mismo nivel. Aunque tenía que señalar que ella era mucho más amable que su hermana.

Me regaló una amplia sonrisa cuando le saludé con la mano, indicándole que se acercara.

- ¡Hola, Afrodita! - exclamó animada, con un pompón moviéndose en una de sus manos. Se veía muy bonita con el uniforme, formado por una falda de color azul y un top corto blanco con el nombre del equipo e instituto en el mismo color que la falda. - ¿Al fin te has animado y vienes a apuntarte?

- No, no, no. Eso no es para mi. - negué rápidamente. - Venía a traerte tu bikini. Perdona por tardar tanto. - dije mientras lo sacaba de mi mochila para entregárselo. - Gracias otra vez por dejármelo en tu fiesta.

- No es nada. - lo tomó con su mano libre. - ¿Disfrutaste de la fiesta? - preguntó con interés. - Vi que hiciste buenas migas con los nuevos.

- Si, estuvo genial. Son unos chicos muy simpáticos. - asentí.

- Y guapos. - añadió moviendo sus cejas con diversión.

- También. - le di la razón sin negarlo. Aunque quisiera no tendría argumentos válidos. Es decir, tendría que esta ciega para no notar lo atractivos que eran. - Bueno, te dejo a lo tuyo.

- Ojalá en algún momento te animes a formar parte del equipo. - murmuró antes de retirarse. - ¡Hasta luego!

- Adiós. - le sonreí antes de darme la vuelta y comenzar a subir los escalones de las gradas hasta llegar donde los chicos esperaban. - Hola. - saludé sentándome entre ambos.

Sean me dio una sonrisa mientras seguía concentrado escribiendo en su móvil, mientras Aiden daba una calada a su cigarro antes de hablarme.

- ¿Qué tal tus clases? - me preguntó con una sonrisa.

- Algo pesadas, ¿y las tuyas? - tomé su mochila con confianza, sacando el paquete de tabaco que había en su bolsillo delantero para coger un cigarro que encendí con su mechero.

- Interesantes, sobre todo las del curso. - respondió. - Me han mandado mi primer trabajo para la clase de fotografía libre, debo hacerlo de algo que me inspire alegría o bueno, más bien felicidad.

- ¿Y qué piensas fotografiar?

- Todavía no lo sé. - se encogió de hombros. - ¿Crees que tu podrías ayudarme?

- ¿Quieres fotografiarme a mi? - sonreí.

- Si no quieres no. - aclaró rápidamente. - También puedes sugerirme ideas.

- Puedes llevarte la cámara el viernes. Te gustan los coches y las fiestas, eso inspira alegría.

- Lo pensaré. - asintió.

- Ahora vuelvo. - comentó Sean, levantándose con el teléfono en la oreja, alejándose un par de escalones de nosotros.

- Mira, ahí están. - habló Aiden señalando a Aaron y Liam, quienes habían aparecido en el campo junto con el resto del equipo.

No podía negar que los uniformes les sentaban completamente bien, favorecían de forma visible sus músculos, con las camisetas ajustándose a sus torsos y brazos. Liam nos buscó con la mirada desde abajo y yo agité mi mano para que nos viera, en un saludo. Me sonrió antes de que los gritos del entrenador comenzarán.

- Vamos a ver muchachos, este es vuestro primer entrenamiento y sobre todo los nuevos, tenéis que demostrarme lo que sabéis hacer o si no a la puta calle. - habló tan alto Dixon, que hasta nosotros desde las gradas pudimos oírlo. - Y no es una broma, va en serio. - señaló a Aaron y Liam, los cuales asintieron con rapidez. - ¡Ahora mover esos culos, quince vueltas al campo!

El equipo empezó a seguir las indicaciones, sus pasos escuchándose fuerte mientras corrían en vueltas. Me fijé en los chicos, todos ellos eran rápidos y parecían correr sin apenas esfuerzo, pero entre todos destacaban Liam y Aaron, quienes iban a la cabeza. Supongo que por tener más capacidad o porque sus entrenamientos en Ainsworth eran más intensos.

Se sonrieron entre ellos, comenzaron una especie de carrera entre ambos, subiendo la velocidad. Pero eso no pareció de mucho agrado para Charles Kane, el capitán del equipo que rápidamente, junto con uno de los principales forwards del grupo, Alan Battle, aceleraron su paso para alcanzarlos.

Ambos, tanto Charles como Alan, se podían considerar los tipos básicos populares, que se dedican a intentar ser algo parecido a unos bad boys pero que finalmente acababan aburriendo a las tías con su prepotencia y chulería. Yo conocía de primera mano a Charles, ya que había mantenido una especie de relación muy breve y poco intensa con su hermano mayor Nick el año pasado, cosa que me había traído algún que otro problema con varias personas.

Sonreí por la guerra silenciosa que se estaba formando entre los cuatro, cosa que el entrenador recalcó rápidamente con un grito.

- ¡Cómo os dejéis comer terreno por los nuevos en su primer entrenamiento juro que os mando a la calle a los dos! ¡Parecéis tortugas joder! - exclamó el señor Dixon hacía su hijo pequeño y el mejor amigo de este. Porque si, encima Charles era hijo del entrenador del equipo, consiguiendo que tanto su hermano el año pasado como él y su amigo este año, tuvieran los puestos más importantes en el equipo. Con esto no quería decir que jugasen mal, al contrario, ambos eran bastante buenos y habían conseguido varios trofeos para el instituto, pero en muchos sentidos se notaba el favoritismo del entrenador hacia ellos.

Los cuatros terminaron las quince vueltas casi al mismo nivel, aunque ambos veteranos parecían más agotados que Aaron y Liam. Continuaron su entrenamiento con sentadillas, abdominales y demás ejercicios, como lanzamientos de balón y cosas así, antes de hacer varios juegos improvisados con las tácticas que el entrenador les iba indicando a gritos.

Escuché el sonido del silbato del entrenador dando por finalizado el entrenamiento casi dos horas después. Yo era la única que me había mantenido entretenida con el juego, ya que Aiden a los diez minutos se había colocado los auriculares y había cerrado sus ojos, recostando su cabeza con la mochila colocada en la nuca simulando una almohada, mientras Sean se había entretenido haciendo los ejercicios del señor Sylvester.

- Ha sido suficiente por hoy chicos, muy bien. - escuché al entrenador, quien sonreía hacía el equipo. - Pero después de ver a los nuevos jugar, debo hacer unos cambios rápidos para el próximo partido que tengamos. Peter y Ralph, lo siento mucho pero pasáis a los banks. Aaron y Liam, formareis parte de los forwards. Ya cambiaremos las camisetas del uniforme y todo esos rollos. - explicó Dixon. Aaron y Liam se abrazaron emocionados, estrechándoles después la mano a los chicos por los cuales habían sido cambiados, en un gesto amistoso. - Y con esto, ya podéis desaparecer de mi vista.

Los chicos se retiraron al vestuario, aunque pude ver como Aaron me guiñaba un ojo al verme tan atenta a ellos, antes de desaparecer de mi vista.

Sin tener nada que hacer, bajé las gradas siguiendo hacía los vestuarios, donde entré como la chica descarada y sinvergüenza que era.

- Juro que no estoy mirando. - dije en cuanto entré, tapando mis ojos con una de mis manos. - ¿Estáis desnudos o...?

- Puedes mirar tranquilamente. - me respondió uno de los jugadores.

- Que pena, no estáis desnudos. - murmuré divertida mientras hacía una mueca. Algunos de los chicos rieron ante mi comentario. - Podéis seguir a vuestro rollo, yo prometo no fijarme en los tamaños. - añadí.

Casi todos los del equipo me conocían y sabían el poco filtro que solía tener al hablar.

Caminé pasando las taquillas hasta encontrar a Aaron y Liam, todavía con los uniformes puestos. Sonrieron sorprendidos al verme.

- Felicidades, parece que sois las nuevas estrellas del equipo. - di un beso en la mejilla de cada uno, sin importarme el sudor de sus rostros.

- Es que nosotros somos buenos en todo lo que hacemos, nena. - dijo Liam divertido, dándome una mirada significativa que opté por ignorar, al menos esta vez.

- ¿Ves como era buena opción venir? - Aaron me dio una gran sonrisa, quitándose la camiseta, mostrando su marcado torso. - ¿Ahora has venido para ducharte conmigo como recompensa? - preguntó juguetón.

- Depende.

- ¿De qué depende?

- De si ganas el próximo partido. Si eso ocurre, puede que me lo piense. - me encogí de hombros.

- Entonces dalo por hecho. - aseguró.

- ¿Y si gano, qué obtengo yo? - preguntó Liam, quien también se había deshecho de su camiseta, interesado por mi respuesta. No sabía decir cuál de los dos estaba mejor físicamente.

- Tu podrás elegir lo que quieras. - conseguí que sonriera ampliamente.

Las quejas de Aaron no tardaron en llegar.

- ¡Oye, eso no es justo! - exclamó indignado.

- Te aguantas.

- Tienes que saber jugar mejor tus cartas, hermano. - se burló el de ojos miel, haciendo que Aaron se molestara mucho más.

- No me caes bien. - lo señaló acusador. - Y tú tampoco. - me miró a mi.

- Claro, claro. - palmé su hombro, riendo. - Os espero fuera con los demás. Daros prisa porque tengo hambre. - les avisé dándome la vuelta.

Pasé entre varios torsos desnudos y cuerpos cubiertos únicamente con toallas blancas alrededor de las caderas hasta la puerta, donde el capitán del equipo me interceptó antes de que pudiera salir.

- La bonita Afrodita Makris por aquí. - me regaló una sonrisa. - ¿Has venido a verme?

- No eres de mi especial interés. - le devolví el gesto, pero de forma burlona.

- Puedo hacerte cambiar de opinión si aceptas mi propuesta.

- Tienes que dejar de pensar que por enviarme cosas extrañas por instagram voy a acceder a acostarme contigo. - rodé los ojos, cansada de que cada vez que me viera se me acercara hablar solo para esta tontería.

- Pues con mi hermano lo hiciste. - me recordó divertido, enarcando una ceja. - Puedo hacerlo incluso mejor que él. - añadió acercándose más a mi.

Mantuve mi posición, sin dejarme intimidar ni nada por estilo. Este chaval no provocaba ni un poco de nervios en mi.

- Eso no lo dudo, espero no encontrarme con alguien tan malo como tu hermano. El dejó las expectativas que tenía ante los hombres y el sexo con ellos por el suelo.

- Eso no es lo que él me contó.

- No esperaba menos de Nick. - negué con la cabeza, riendo ligeramente. - Ese es el mayor problema que tenéis los tíos, que os inventáis cosas cuando no podéis hacer que una tía se corra. - escuché también la risa de algunos de los del equipo, los cuales estaban atentos escuchando la conversación.- Dile a tu hermano que hable menos y aprenda más, porque si no le va a ir muy mal, al igual que a ti. - le di una sonrisa antes de abrir la puerta. - Ahora, me voy. Adiós, Charles. - cerré la puerta a mis espaldas, dejándolo con la palabra en la boca.

Que tío más pesado, madre mía.

Encontré a Sean y Aiden en la parte baja de las gradas, esperando.

- Se tienen que duchar y cambiar, en unos minutos saldrán. - avisé, recibiendo mi mochila por parte de Sean. - Gracias por cogerla.

- ¿Vienes de los vestuarios?

Aiden frunció el ceño, confundido.

- Si, con vosotros me aburría así que fui a verlos. - sonreí con diversión.

- Claro, cuando te interesas cambias de bando. - murmuró Sean, pellizcando ligeramente mi cintura. Golpeé su mano, riendo.

- Tendréis que hacerlo mejor si queréis que siempre me quede a vuestro lado.
 

Aiden rodó mis ojos ante mi comentario, tomando un doble sentido que me sorprendió bastante pero que puede captar con rapidez para seguirle el rollo.

- También depende que como lo hagas tu. - habló arqueando una ceja.

- Te puedo asegurar que yo lo hago perfectamente. - me crucé de brazos, retadora. Sean se limitaba a mirarnos sin entender mucho.

- ¿Y serás capaz de demostrármelo en algún momento, pelirosa? 

Se aproximó a mi.

- Quizás. - le saqué la lengua de forma infantil. Aiden me devolvió el gesto, siguiendo mi tontearía.

- Esto y estar delante de dos niños de primeria es lo mismo. - comentó Sean, de brazos cruzados apoyado en la pared.

- Pienso lo mismo cuando estoy con vosotros cuatro.

- ¡Oye! - se quejaron los dos a la vez. 

Me coloqué junto a Sean, apoyando mi cabeza en su brazo, sin ser capaz por culpa de mi altura a llegar a su hombro.

- Pareces un pitufo a mi lado. - me miró desde su estatura, con una sonrisa.

- Para ser uno debería teñirme el pelo de azul. 

- Podrías hacerlo, te quedaría bien el papel de pitufina. - dijo Aiden colocándose al otro lado, dejándome en medio, haciéndome más pequeña todavía.

- Parezco vuestra hija. 

- Dios no, sería muy turbio tener los pensamientos que tengo si fueras mi hija. - negó el tatuado con una mueca de desagrado.

- ¿Y que pensamientos son esos? - pregunté interesada.

- No te los diré, no todavía. - revolvió mi cabello, consiguiendo molestarme. 

- ¡Que no hagas eso! - me quejé golpeando su torso. Se rio de mi junto con Aiden. 

- ¿Me echaban de menos, bebés? - preguntó con alegría Aaron, apareciendo por el pasillo junto a Liam.

- No. - respondió el de pelos cenizos al instante.

- Pues que sepas que yo a ti tampoco. - murmuró Aaron, indignado. 

- Podemos irnos cuando queráis. - sugirió Liam. 

- ¡Al fin! - suspiré cansada. - Muero de hambre. - me pegué a el, entrelazando su brazo con el mío, como los abuelillos que pasean por los parques. - Espero que cumplas lo que haces dicho y me hagas algo rico para comer.

- Tendría que cocinarte a ti entonces, eres lo más rico que va a pisar nuestro ático. - meneó las cejas pícaro, haciéndome sonreír.

- Venga, vamos.

Sean comenzó a caminar fuera del pabellón, con nosotros siguiéndolo. 

- Os sigo con mi coche. - les indiqué cuando llegamos a los aparcamientos.

- ¿Y porqué no me dejas a mi llevar tu coche y tu conduces la camioneta? - me ofreció el tatuado, con una sonrisa.

- O mejor aún. - intervino Aaron. - ¿Porqué no dejas a Sean conducir tu coche, cualquiera de estos se encarga de la camioneta y tu vienes conmigo en mi moto? 

- No tiene casco. - dijo Liam.

- Le presto yo el mío. - se encogió de hombros el de ojos azules.

- Claro, porque eso va impedir que si os ve la policía no te multe. - comentó con sarcasmo Aiden, con un cigarro ya encendido.

- No parece una buena idea. - miré a Aaron. - Tengo muchas ganas de probar tu moto, pero será mejor hacerlo cuando tenga casco para ello. 

- Yo creo que todos estáis en mi contra. - dramatizó.

- Pensaba que eso ya lo tenías asumido. - asintió Aiden. 

- ¿Entonces me dejas tu coche? 

- Toma anda. - le lancé las llaves al tatuado, que las cogió al vuelo.

- ¡Si! - exclamó animado, dándome las suyas. - Si es que te voy a comer la cara besos. - dijo agarrando mi barbilla con una de sus manos, dando un par de besos seguidos en mi mejilla.

- Quita, baboso. - lo aparté de un empujón su suave con mi cadera, sonriendo.

- Yo te comería algo mucho mejor, pero como no quieres ir en mi moto, entonces nada. - murmuró Aaron como quien no quiere la cosa, dándose la vuelta y alejándose de nosotros para ir hacía su moto. 

- No pises mucho el acelerador porque no pienso hacer una carrera contigo. - me señaló Sean. 

Reí un burla.

- No vas a hacer una carrera conmigo porque sabes que te dedicarías a ver mi culo durante todo el recorrido.

- Bueno, yo no me quejaría si estuviese todo el camino viendo tu culo. - comentó Liam. 

Aiden asintió de acuerdo, mientras seguía fumando tranquilamente. 

- ¿Acaso me estas retando? - cruzó sus brazos tatuados.

- No reto a perdedores. - me encogí de hombros. 

- Ya lo veremos. - dijo antes de caminar hacía mi coche. 

Yo hice lo mismo hasta la camioneta, siendo seguida por Aiden y Liam. Aaron hacía minutos que había desaparecido conduciendo su moto.

- Vale, lo primero es colocar el asiento. - murmuré una vez estuve sentada en el asiento del conductor. - No me rozan ni los pies en los pedales. 

Aiden a mi lado se rio de mi, mientras yo colocaba el asiento mas pegado al volante.

Arranqué la camioneta, maniobrando marcha atrás para sacarla de donde Sean la había aparcado esta mañana. 

- Cinturones. - ordené cuando vi como Sean se colocaba con mi coche al lado nuestro en la salida de los aparcamientos del instituto. Bajé la ventanilla, viendo como el también baja la suya. - Te ves muy pequeño desde aquí.

- Así te veo yo siempre sin la necesidad de la camioneta. - respondió a mi comentario con una sonrisa, mirándome con sus ojos negros de forma intensa, desafiante.

- Nos vemos, tortuguita. - murmuré antes de pisar el embrague, cambiar de marcha y acelerar para alejarme de él. 

Cogí la travesía principal a alta velocidad, encontrándome con poco trafico al haber pasado ya la hora punta de la salida de los colegios y las oficinas. Escuché el rugido de un acelerón por parte de Sean desde mi BMW, intentando colocarse a mi nivel. 

Vi como nos aproximábamos a una zona llena de varios semáforos, los cuales se encontraban en ámbar a punto de cambiar a rojo e impedirme el paso. Aceleré más.

- No me jodas. - se quejó Aiden al darse cuenta de mis intenciones.

- No vas a llegar, no, no, no. - negó Liam sacando su cabeza entre los asientos delanteros. - ¡Qué no vas a llegar!

- Que sí. - respondí tranquila, mirando por el retrovisor rápidamente como Sean tenía las misma intenciones que yo.

- ¡Rojo, rojo, rojooo! - exclamó Aiden preocupado y así era, los semáforos habían cambiado a rojo justo cuando yo estaba pasando por la mitad del cruce, lo que me hizo acelerar un poco más para no ser pillada por el resto de coches que ya tenían luz verde para circular.

Sonreí al ver como Sean se había quedado atrás, esperando para que el semáforo se volviera poner en verde.

- Estas loca, mujer. - se tapó el rostro el peli cenizo, negando con la cabeza. 

- Eso es lo mejor de todo esto, amigo mío. 

- Casi me meo en los pantalones. - admitió Liam con gracia y Aiden asintió.

- Yo igual. 

- Son unos exagerados, estaba todo controlado. - murmuré sin darle mayor importancia.

No tardamos más de diez minutos más en llegar a la calle donde se encontraba su apartamento, esta vez a una velocidad mucho más moderada. Aparqué en un sitio libre, bajando con mi mochila en el hombro junto con Liam y Aiden.

Minutos después mi BMW se escuchó al inicio de la calle y Sean aparcó detrás de su camioneta. Se bajó de él con el ceño fruncido, mientras yo mantenía mi sonrisa ganadora. 

- ¿Había mucho tráfico, tortuguita? 

- No voy a hacer ningún cometario al respecto. - murmuró indignado, abriendo la puerta del portal y entregandome las llaves de mala manera, cosa que me hizo aún más gracia.

En el ascensor no pude evitar seguir burlándome de el junto con los chicos.

- Has quedado por los suelos, tío. - se rio Liam. 

- Cállate tu también. - le señaló Sean mal encarado.

- Hay que saber perder. - le recordó Aiden, entrando en el ático. 

- Vuestras voces me están irritando. - refunfuñó Sean. 

- Intenta no llorar mucho. - comenté con burla siguiéndolo mientras salíamos del ascensor. 

- ¿Alguien me recuerda porqué está tía está aquí? - preguntó, dirigiéndome una mala mirada. 

- Grosero. - fruncí el ceño. 

- Anda, pasa. 

Se hizo a un lado abriendo la puerta para dejarme entrar en el apartamento y Aaron no tardó en aparecer para recibirnos. Se había cambiado y ahora llevaba unos cómodos pantalones de pijama color gris sin nada cubriendo su torso. Creo que la imagen que me estaba dando hizo que me gustase más este lugar.

- ¿De qué hablan? - se acercó para besar mi mejilla. - Se escuchan sus cuchicheos desde que salieron del ascensor. 

- Sean, que es un muy mal perdedor. - respondió Aiden, dejando su mochila en uno de los sillones de la enorme sala.

Mientras Liam y Sean terminaban de entrar y cerrar la puerta me tomé mi tiempo para observar el lugar. De la entrada dabas directamente a un amplio salón, con varios sofás de distintos todos grisáceos y negros, una mesa en el centro y una enorme televisión, donde una play se encontraba conectada. La cocina se unía al ser del tipo americano, con una enorme barra y una mesa en el centro con cuatro sillas metálicas. Había dos puertas que no pude saber a donde dirigían, pero rápidamente lo que llamó más mi atención fueron las enormes ventanas acristaladas que había en la pared frontal, iluminando toda la estancia. 

- Te enseñaré el apartamento. - me ofreció Liam con una sonrisa. - Como puedes ver este es el salón y ahí esta la cocina. El baño para las visitas. - señaló una puerta de las dos que había. - Y esa mi habitación. - se encaminó para abrirla mientras los demás tomaban asiento por el salón. - Puedes entrar aquí cuando quieras, serás bien recibida. - comentó solo para que yo lo escuchara, guiñándome un ojo.

Su habitación era bastante grande y se encontraba muy bien ordenada. Con las paredes en un tono azul cian y los muebles en negro. En su cama definitivamente entraban más de dos personas y justo encima del cabecero había una serie de lienzos colgados. Supe que eran suyos por la estantería que tenía llena de botes de pinturas de diferentes colores, pinceles, brochas y lienzos en blanco. 

- ¿Desde cuando pintas? - le pregunté acercándome más al lienzo que tenía colocando en un atril en una esquina de la habitación. En colores vivos se dibujaba la figura de una pareja tomados de la mano de una forma algo abstracta pero muy bonita. 

- Empecé a los diez años, siempre me ha gustado. - respondió. - Mira, ese fue el primero con el que gané un concurso. Tenía doce años cuando lo hice. - señaló uno de los que se encontraba colgado. Eran dos lobos con un bosque de fondo y aún siendo un dibujo muy simple, los colores y las formas le daban un toque muy distintivo. 

- Me gusta. - sonreí sin apartar mis ojos de las pareces. Algunos resaltaban por la variedad de colores mientras otros atraían por el hecho de estar simplemente trazados pero sin rellenar de ningún color. - A mi no se me da nada bien dibujar. De milagro se haber una estrella con todas sus puntas. - comenté con diversión, recibiendo una sonrisa por parte de Liam.

- Puedo darte clases en algún momento, si quiere aprender. 

- Perderías mucho el tiempo intentado enseñarme a mi. - reí. 

- No me importaría perder mi tiempo contigo. - se encogió de hombros y Aaron apareció por detrás suyo, entrando en el cuarto.

- Ya has visto sus dibujitos, ahora déjame a mi enseñarte mi habitación. - sonrió. - Al fin y al cabo será la que más te interese pisar. - movió sus cejas. 

- Esta bien. - asentí. 

- Iré mientras haciendo algo de comer. - murmuró Liam antes de abandonar la habitación seguido por nosotros dos. 

- La parte de arriba es la mejor, tenemos una terraza que te gustará mucho. - comentó mientras me guiaba hasta unas escaleras de caracol. 

- ¡En mi cuarto no entréis sin mi permiso! - exclamó Aiden desde el salón cuando nosotros nos encontrábamos arriba. 

- Haz como si no escuchases nada. - masculló Aaron, ignorándolo. - Ven, por aquí. - continuamos por un largo pasillo, pasando por un par de puertas hasta llegar a la que se encontraba al final. - Bienvenida a mi habitación. - anunció abriendo la puerta. - La cual puede ser la tuya cada vez que lo desees. 

Sonreí pasando por su lado para entrar en ellas. Sus paredes eran blancas y la desorganización bastante evidente. Ropa por todas lados y una enorme cama deshecha. Las paredes llamaban la atención no por su seco color, si no por los posters de jugadores de rugby que tenían pegados. 

- Te dije que el rugby era muy importante para mi. - me recordó al ver mi expresión sorprendida. - Aquí tengo mis trofeos y el primer balón que me regalaron mis padres. - señaló una pequeña cómoda, donde se encontraban varios trofeos y un balón marrón anaranjado. - Y estás son mis maquetas. - indicó una estantería donde había varios coches y motos en miniatura. 

- ¿Las has montado tu?

- Una a una. - asintió orgulloso. - Mira, esta es de la moto que tengo ahora. 

- ¿Siempre te han gustado más las motos que los coches?

- Me apasionan los coches, pero las motos son otro nivel. Aunque he hecho pocas carreras con ellas. - continué mirando los coches, acercándome a la estantería. - Cuestan un pastizal así que porfavor, trátalas con cariño. - comentó con diversión cuando cogí una de ella. Un Ferrari F40 rojo. - Ese es una de mis favoritos. De 1987.

- El que fabricación por el 40 aniversario de la marca. - añadí.

- Creo que me pone muy cachondo que sepas de coches. - admitió con una sonrisa picara.

- ¡Aaron! - exclamé golpeando su brazo, con cuidado de no caer la maqueta.

- Solo soy sincero. - levantó los brazos, haciéndose el inocente. 

- Y descarado.

- No voy a negarlo.

Este chico no tiene remedio.

Coloqué el coche en su lugar de la estantería, antes de seguir ojeando la habitación. 

- ¿Sabes lo que es limpiar? - pregunté apartando con mi pie un montón de camisetas que se encontraban en el suelo.

- Nos hemos mudado hace poco, no me ha dado tiempo a organizarme todavía. - se justificó de mala manera.

- Claro. - asentí no muy convencida. 

-  ¿Ya te ha enseñado sus juguetitos?

Escuché la voz de Sean, girándonos para verlo apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados. 

- No son juguetitos. - murmuró Aaron, frunciendo las cejas. 

- Le toca ver mi habitación. - comentó tomando mi mano para alejarme de Aaron. - Que sepas que esta en un inicio iba a ser la mía, pero me di cuenta que la segunda era la mejor. 

- Como te gusta cambiar la historia cuando te interesa. - el pelinegro rodó los ojos. - En fin, voy a ver si puedo picotear algo de la comida de Liam. - dijo antes de pasar por delante nuestras y continuar por el pasillo hacía las escaleras. 

- A ver que sorpresa me llevo contigo. - comenté cuando abrió su puerta, dándome paso. 

La distribución era mucho más simple y lo que más llamó mi atención fue tres baldas llenas de libros. 

-  ¿Eres un apasionado a la lectura o algo así? - pregunté con curiosidad tomando un libro  de la balda que se encontraba más a mi alcance. - ¿Diseños de elementos de mecánica? - fruncí el ceño leyendo en voz alta el título. - ¿Tienes las tres baldas llenas de libros sobre mecánica?

- Problemas matemáticos y manuales de coches. - asintió. - Solo me dedico a leer las cosas que me interesan y cómo lo que quiero estudiar en un futuro es una ingeniería mecánica, estos libros son de gran ayuda. 

- Quien pensaría que detrás de tanto musculo tatuado hay un cerebrito empollón. - comenté con una sonrisa, dejando el libro en su respectivo lugar.

- Nunca juzgues un libro por su portada. 

- Al menos tu eres un poco más ordenado que Aaron. - comenté. En esta habitación no había ropa por todos lados, podías ver el suelo perfectamente. 

- ¿Esto te parece ordenado? - asentí. - Entonces espera a conocer lo maniático que es Aiden con el orden en su cuarto.
 

- ¿Tantas cosas de valor tiene ahí dentro?

- Para él si. - se encogió de hombros.

Me fije en la foto que tenía encima de su escritorio, donde salían un matrimonio, un hombre mayor y un pequeño niño de cabello oscuro que supuse que era él. Aunque no me dio tiempo de preguntarle cuando escuchamos el grito de Liam.

- ¡La comida está lista!

- Es mejor que bajemos cuando antes o si no, no habrá nada para nosotros. - dijo con gracia y ambos salimos de la habitación para bajar a la primera planta y encontrarnos con Aaron y Aiden poniendo la mesa mientras Liam servía los platos. 

- Pasta a la boloñesa. - anunció el cocinero con una sonrisa, colocando los platos una vez servidos en la mella. 

- Huele muy bien. - comenté con una sonrisa. - Veo que tenéis los sitios bastante marcados. - murmuré viendo al resto en cada uno de las sillas. - Así que con vuestro permiso y teniendo en cuenta que tenéis una encimera bastante grande, yo voy a comer ahí. - tomé mi plato y los cubiertos para acercarme a donde había indicado, sentándome cruzada de piernas. 

A ninguno les pareció mala opción y no tardamos mucho en dar el primer bocado. En realidad había llegado con bastante hambre y aunque el tour por las habitaciones que me habían enseñado había sido curioso, estaba deseando que se acabase para poder comer algo. 

- ¿Siempre cocinas tu? - le pregunté a Liam después de masticar y tragar un poco de pasta. 

- La mayoría de las veces. - asintió. 

- Oye, de las cenas siempre me encargo yo. - protestó Aaron.

- Tu no te encargas de las cenas, te encargas de tú cena, que es diferente. - le rebatió Aiden. - Preparas algo solo para ti y te olvidas de los demás. 

- Dejadme en paz. - murmuró el de ojos azules, llevándose el tenedor a la boca, enfurruñado. 

- Yo la verdad es que ni me molesto en entrar en la cocina, acabaría incendiando el apartamento. - comentó Sean con diversión. 

- Y yo de milagro se hacer café. - añadió el de pelos cenizos. 

- En mi caso tuve que aprender si o si. Paso bastante tiempo sola en casa y tengo que comer algo que no sea basura todos esos días que no está mi madre. 

- ¿Sigue en Noruega? 

- Si. - respondí a la pregunta que me había Sean. - Me dijo que volvería antes, pero no suele cumplir lo que dice. - chasqueé la lengua, mi voz había sonado algo desilusionada. 

- Mis padres no me dejarían solo ni en broma. - comentó Aaron.

- Eso no nos sorprende a nadie. - Liam le sonrió con burla. 

Terminamos nuestros platos mientras hablábamos de temas sin importancia, conociéndonos un poco más y es que era muy curioso la rápida química que había surgido entre todos. Éramos como los cuatro fantásticos pero con uno más de regalo. 

Después de ayudar a los chicos a recoger la cocina, tomamos asiento en el salón. Aiden y Aaron se pelearon por el mando hasta que el primero consiguió hacerse con el control. 

- ¿Te han enseñado la terraza? 

- No. - centré mi atención en Liam, quien se encontraba sentado a mi lado, en un sofá para dos. Podía sentir a la perfección el calor que emanaba su cuerpo junto al mío, nuestros brazos rozándose. 

- Cuando anochezca un poco subiremos, las vistas son mejores durante el atardecer o por la noche. - me explicó y mi vista se fue rápidamente a la televisión cuando escuché el rugido de un motor. 

- ¡La fórmala! - exclamé emocionada. - ¿Porqué temporada de la serie vais?

- Acabamos de empezarla. - respondió Sean, algo entretenido por mi entusiasmo. - ¿Ya la has visto?

- Obviamente. - asentí. - Ahora me limito a seguir la temporada actual por internet e Instagram. Hace poco ha sido el Gran premio de Mónaco. 

- ¿Cómo pueden gustarte tanto los coches?

- ¿Porqué no podrían gustarme? 

- No lo sé. - frunció el ceño. - Es que a las chicas que conozco siempre les aburre.

- Bueno, quizás eso significa que soy tu chica idea. - me encogí hombros con una sonrisa, mientras Aiden rodaba los ojos y los demás nos mandaban callar en el momento que el capítulo comenzó. 

Ver la fórmula 1 en forma de serie no le quitaba la emoción, de hecho lo hacía mucha más interesante al contarte la vida y los pensamientos de cada uno de los pilotos de las diferentes escuderías, por eso mismo y por el interés generalizado que teníamos todos los que estábamos en ente salón por el mundo de los coches y las carreras, la tarde se acabó resumiendo en eso. Ver capítulo tras capítulos y comer palomitas, que Liam había preparado a mitad de la primera temporada. 

Sabía que tenía cosas que hacer, pero se me olvidaron mientras comentaba con los chicos y me reía con ellos, sintiéndome muy bien y cómoda con su compañía. No me solía pasar eso con muchos chicos, menos si eran un grupo completo, solían comportarse como gilipollas al rededor de una tía, pero los chicos de Ainsworth eran tan unidos, divertidos y característicos, que me hacían sentir una más de ellos. 

Cuando el sol comenzó a irse y los rayos anaranjados del atardecer se hicieron presentes, decidieron que era el mejor momento para enseñarme la terraza. 

Cada uno con una cerveza en la mano subimos a la segunda planta, donde me condujeron por el pasillo hasta llegar a una puerta acristalada que daba a la famosa terraza. No estaba muy amueblada, solo con unos sofás básicos y una pequeña mesa algo rota por las esquinas, pero eso no hacía que la vista dejasen de ser impresionantes.

- Es precioso. - murmuré viendo como el sol se iba poco a poco escondiendo entre los edificios de la ciudad. - Creo que esta es mi parte favorita de vuestro apartamento. - me giré para verlos sentados en los sofás, mirándome mientras yo era la que se encontraba de pie, apoyada en la barandilla.  Cada uno me recorría con la mirada de una forma única y diferente que hizo que mis nervios se alterasen un poco al sentir sus cuatro pares de ojos puestos en mi. 

Ojos negros.

Ojos mieles.

Ojos azules. 

Ojos verdes. 

Me di la vuelta para volver a fijar mi vista en la ciudad y poder sentir algo de aire fresco en la cara, que hiciese que el calor de mis mejillas desapareciese un poco. Le di un trajo a mi cerveza intentado distraerme con la vista, mientras ellos se limitaban a apreciarme a mi, como si yo fuese más bonita que el atardecer que estaba contemplando. 

Cuando me senté junto a ellos, mientras nos terminábamos las cervezas y charlábamos un poco, todavía podía sentir algo de calor en mis mejillas, aunque para suerte mía poco visible. Y es que era comprensible, una no estaba siempre rodeada de cuatro tíos como era los chicos de Ainsworth. 

- Espero que podamos volver a tenerte pronto por aquí. - comentó Liam cuando me acompañó a la puerta, junto con los demás.

- Me pasaré algún otro día. - sonreí. - Nos vemos mañana. - me despedí de cada uno de ellos con un beso en la mejilla. 

- Hasta mañana. - escuché decir a Aaron antes de salir del apartamento y encaminarme hacía el ascensor con mi mochila en el hombro. 

Cuando me monté en mi coche, la única duda que me quedó sobre la velada de esta tarde fue la siguiente. 

¿Qué tenía Aiden en su habitación que no había querido mostrarme?

Esto cada vez que vuelve más curioso, ¿no creen?

¿Qué les ha parecido este nuevo capítulo? ¿Qué tendrá Aiden en su habitación?
Cada vez se puede sentir mejor la química que están formando los chicos de Ainsworth con Afrodita😊

Voten y comenten sus opiniones, las leere encantada.

Espero que tengan un buen día, tarde o noche. Muchos besos❤

Recuerden que en mi ig hay una historia destacada sobre la novela donde podrán ver las personas que representan a los personajes.

Ig: @daddyywilkkk.







































Continue Reading

You'll Also Like

215K 9.5K 27
Dicen que las hermanas son diferentes flores de un mismo jardín pero ¿que pasa cuando llega un picaflor al jardín? PORTADA POR: @xCPMMCSx
95.3K 5.4K 55
Que feo es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo. Que feo es que le intentes demostrar tu amor y el te saque a patadas de s...
5.2K 265 15
Esta historia es una alternativa a la de jawen96, osea charlie x moxxie, el shipeo de esta igual se podra dar o no ese se vera por los capitulos. En...
5.1M 444K 82
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...