-¡Auch! Carajo, t/n ¿no podías rasurarme simplemente con una afeitadora?- se quejó el azabache mientras depilaba su cara con cera caliente en el baño.
-En las instrucciones se veía fácil.- defendí.
-¿Fácil? Es doloroso.
Los Dursley se habían ido ese día en la mañana, yo había preparado algo para que Harry y yo desayunáramos. En ese momento del medio día ambos estábamos en el baño, decidí ayudarlo a quitar la poca barba que comenzaba a asomarse en su rostro.
De un solo tirón retire la costra de cera que cubría la parte derecha de su cara.
-¡AUUUUCH!- por instinto bajo la cabeza y se puso la mano en el lugar que le ardía -¡¿por qué eres tan brusca?!
-Doloroso pero efectivo, cariño.
Cuando levantó la mirada note que la parte donde le había retirado la cera estaba roja, claramente no exageró, se veía doloroso y eso me causó cierto pesar. Estaba depilado, había funcionado, si. Pero parecía un perrito al que le habían jalado la cola y ahora estaba horrorizado.
-Esta bien, no usaré mas esto,- me rendí -llorón.- pero no sin antes soltar esa pequeña burla.
Busque entre las repisas del baño una afeitadora nueva para usarla con Harry. Al ver una la lave, aplique jabón en la parte izquierda de su cara, me ubique en medio de sus piernas y empecé a depilarlo.
El alzó sus manos para sostenerse de la cintura y entre conversaciones termine mi trabajo. Su piel era muy suave y el vello de su rostro era poco y muy tenue, así que, fue bastante fácil terminar.
Le lave la cara con toallitas húmedas y él se vio en el espejo.
-Tengo un lado de la cara rojo y el otro normal.- se rió para sí mismo ante su reflejo.
Tome su cara entre mis manos y le hablé:
-Para mi te ves perfecto.
Después de soltar tal cumplido salí del baño y fui a la desolada cocina, estando ahí me serví un vaso de agua recostándome del mesón que había ahí mientras bebía.
-¿Huyendo después de hablarme bonito? Eso no es muy Slytherin de tu parte.
-En realidad no, ¿sabes que si no lo hubiera sido? Quedarme a ver tu reacción después de decirte algo tan cursi.
-Me has dicho cosas más "intensas".- con sus manos marco las comillas de esta última palabra tan solo para no decir "cursis".
-En este momento preferiría no decirlas.
-Que lastima...- lo interrumpí.
-Preferiría hacerlas.
Él venía vestido con sus típicas pijamas holgadas unicolor, estaba de más hasta describirlas, pero si es que el dato es en algo relevante esta era azul.
Se acercó a paso lento hacia mi, apoyo cada mano a un lado de mi cuerpo en el filo del mesón, dejándome en medio de ellos. Con su altura superior a la mía y su mirada pérsicas en mis labios pensé que me besaría pero no, al contrario, soltó la pregunta más rara que me habían hecho en la vida.
-¿Alguna vez te han escupido en la boca?
Lo mire con total y completa extrañeza.
-Que puto asco, Harry, obviamente no. ¿A ti si?
-¿Dejarías que yo te lo hiciera?
Evidentemente no respondí, ni siquiera sabía en qué consistía aquello o que tenía que hacer y el continuo.
-Sígueme.
Amo si nos dirigimos hacia la sala, me senté en el suelo recostándome de la pared ya que el lugar estaba desamueblado. Él abrió uno de los almacenes que habían ahí y se encontraban un par de botellas dentro, alcohol muggle supuse.
Durante todo ese momento no hablo, solo se puso de rodillas frente a mi quedando más alto, por lógica, ya que yo estaba sentada.
-¿Quieres saber cómo es?
Con cierta duda respondí que si moviendo la cabeza de arriba a abajo en una afirmación vacilante.
Sin dar más rodeos abrió la botella y arremetió contra el líquido manteniéndolo en su boca, sin tragarlo.
Luego cuando la bajo tomo mi cara con sus manos y la alzó, abrí la boca por instinto y el depósito el ardiente alcohol ahí, de manera lenta, cuidadosa, sin dejar que se derramara ni una gota. En el proceso bajo una de sus manos a mi cuello y ahí hizo un poco de presión mientras el líquido ardía por mi garganta.
Cuando ya se había terminado me beso de una manera salvaje, apretándome contra la pared y su otra mano empezando a hurgar dentro de mi falda. Sus labios tenían un sabor a Vodka y podría asegurar que los míos también.
De un empujón lo tiré al suelo, esa vez fui yo la se le subió encima. Tome la botella y contuve bastante líquido en mi boca de la misma manera.
Me incline hacia él una de mis manos acarició su cara, llegando a su labio, tire un poco de él hacia bajo invitándolo a abrir su boca y lo hizo. Luego empecé a soltar el líquido dentro de ella de la misma manera que él lo hizo conmigo, pero con la única diferencia que mientras yo lo hacía mi otra mano estaba sobre su entrepierna, apretándola en un movimiento lento y tortuoso. Por el momento lo seguía cubriendo su bóxer y la delgada tela de su fina pijama que me dejaba sentir por completo como su rigidez iba aumentando.
Cuando vacíe todo lo que contenía en su boca mientras el tragaba tome su labio inferior y le di una fuerte mordida. Se quejó, pero se que le gusto por la sonrisa arrogante que se le formó en los labios.
-"¡Qué puto asco, Harry, obviamente no!"- tornó su voz en un tono fino imitándome, burlón -Ahora no veo que te estés quejando.
-¿Sabes que otra cosa decía que me daba asco cuando era pequeña?- me respondí yo misma a mi pregunta -El sexo.
La comisura izquierda de su labio se levantó arrogante y yo apoyé cada palma de mis manos a un lado de su cara. Me moví encima de él, su dureza se sentía exquisita en ese punto débil de mi entrepierna que exigía por el, que pedía de su nombre a gritos.
Apoyo una de sus manos de mis caderas, con la otra tomo mi cabello, jaló de él y me hizo besarlo. No fue dulce, fue brusco, grotesco, necesitado pero sin duda alguna me gustó.
Después de un rato así sus manos bajaron a mi camisa y comenzó a soltar los botones, en cierto punto me quede con ella abierta dejando ver mi brasier negro, se sentó. De inmediato baje mis manos al borde de su camiseta para levantarla. Se la quite y pude ver su pecho. Sin dejar de moverme sobre él lo tome de la nuca y escondí mi cara en su cuello, dejando besos húmedos mientras lo mordía, dejándole marcas que le hicieran recordar que era mío, tan mío como yo suya.
Mi mano libre la metí dentro de el pantalón de su pijama acariciando su miembro por encima de la tela de su bóxer, la cual estaba mojada por el líquido preseminal que el azabache iba derramando por la estimulación. No lo culpaba, yo también estaba tan húmeda que si él deseaba en ese momento su polla se deslizaría con total libertad dentro de mi.
Lo apretuje y escuche claramente como gruñó.
-No te he ni tocado pero estoy seguro de que estás igual de mojada que yo.
El quería estar encima de mi, por lo tanto, en un movimiento lento hizo que yo recostara mi espalda contra el duro suelo y se inclino a besarme, mientras nuestros labios bailaban en una húmeda sinfonía sentí como bajo el cierre de mi falda y de un tirón la retiro junto a mis bragas
Quedando técnicamente desnuda ante el bajo sus dedos en una tortuosa caricia con sus dos dedos por todo mi abdomen hasta llegar a mi calor, apenas lo toco por encima yo me arqueé, su simple toque directo mandaba corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.
-Estás tan mojada que podría deslizarme dentro de ti al ritmo que deseara, bonita.- su típica voz ronca y rocosa como cada vez que se calentaba -Date la vuelta.- ordenó.
Y como la niña obediente que era lo hice.
Con pecho contra el suelo, él me termino de quitar mi blanca camisa y desabrocho el brasier que me cubría. En ese momento de total exposición sentí como se recostó todavía vestido de las caderas hacia bajo contra mi trasero. Haciéndome sentir su dura erección. De por si mi entrepierna ya palpitaba y ese contacto solo me tenía ya al borde de la desesperación.
Cuando se levantó pude volver a respirar, pero no por mucho tiempo cuando note que bajo sus pantalones hasta sus rodillas dejándose al descubierto igual que yo.
Me tomo de las caderas, me levanto haciéndome apoyar de mis rodillas y las palmas de mis manos. En esa posición él podría hacer conmigo lo que se le antojara y no me quejaba.
Con una de sus manos tomando mi cadera y la otra enrollada sosteniendo mi cabello en una coleta mal hecha se introdujo dentro de mi de golpe haciéndome soltar un grito de puro placer.
-¡Harry!
Desde ahí empezó a embestirme a paso lento, memorizando cada una de las sensaciones. A medida que aceleraba su paso mis pechos se movían más de atrás hacia delante y viceversa. La mano que posaba en mi cintura era la que él utilizaba para guiarme y la que sostenía mi cabello era para mantenerme con la cabeza en alto.
Su ritmo aceleraba y mis sollozos eran más fuertes, posados de esa forma su palpitante rigidez se movía con total libertad dentro de mi calor, él tenía toda la vista sexual para él y supe que la disfrutaba porque soltaba gemidos y gruñidos empedernidos de satisfacción a cada momento.
Ya sus embestidas eran salvajes, la mano que antes estaba en mi cadera se ubicó dentro de mi humedad estimulando mi punto G en movimientos circulares y dificultándome contener mi éxtasis.
Yo no paraba de clamar a gritos su nombre para que supiera lo bien que me estaba haciendo sentir. Mi calor se apretó por el orgasmo que se avecinaba y note como sus movimientos ágiles se volvieron débiles y torpes pero sin dejar de ser rápidos.
-Joder córrete, yo tampoco puedo más.- murmuró en un gruñido bajo.
Obedecí porque no pude aguantar más, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, cada uno de mis huesos y arqueé mi espalda soltando un gemido liberador. Solté toda mi humedad encima de él, de su rigidez que seguía moviéndose dentro de mi, a paso lento hasta se retiró de mi y de corrió en su mano.
Yo caí rendida en el suelo, no podía ni moverme, sus estocadas habían sido tan bruscas que me dejo un pequeño dolor satisfactorio en esa zona. Con el rabillo del ojo vi como se subió los pantalones de su pijama y fue a la cocina a lavarse las manos.
Cuando volvió se acosto a mi lado. Yo tenía mi mejilla recostada en el suelo, el cabello hecho un desastre, todavía desnuda y sudada.
Lucia como cada vez que terminábamos de tener sexo, se veía majestuoso. Era Harry, no podía esperar nada menos de él, en cualquier circunstancia se veía jodidamente bien.
Una de sus manos apartó los mechones de cabello que cubrían partes de mi cara y los colocó detrás de mi oreja. Su pulgar de deslizo por mis coloradas mejillas en una cálida caricia.
-Eres tan bonita...
¿Bonita? Definitivamente esa no era la palabra que me describía en ese momento, estaba espantosa: sudada, agitada, roja como un tómate, el cabello despeinado y un poco adolorida.
-Cállate, Potter. Te burlas de mi porque estoy hecha un desastre.- exclamé riendo, tapándome la cara con una de mis manos.
El me tomo de la muñeca y la aparto, volviendo a ver mi rostro con un lindo brillo en esos ojitos azules.
-Pues eres el desastre más hermoso que he visto en toda mi vida.